A raíz de la presentación tan bochornosa que realizó el comité que defendía la campaña para lograr los juegos olímpicos para Madrid no solo se ha escrito sobre el bochornoso inglés de una comitiva tan importante, sino sobre la expresión oral de los españoles en general.
El País titula en su artículo del viernes 13 de septiembre "Cero en expresión oral" y explica que no somos un país de oradores, no porque seamos incapaces, sino porque el hablar en público se aprende y se entrena.
Efectivamente yo pasé la mitad de mi vida en España sin haber hablado jamás en público, y sin haber presentado un trabajo oralmente. Todo era por escrito. Y llegué aquí, y lo pasé fatal por tener que exponer temas delante de toda la clase. Aquí en la universidad se reparten los temas, y los alumnos se encargan de presentarlos. Pero esto es el fin de un proceso que comienza en primaria. Con 6 años les hacen hablar delante de toda la clase. A esa edad mis hijas han venido a casa diciéndome que tenían que responder alguna pregunta de "investigación" y explicarlo en clase, tipo "por qué el cielo es azul". Cada uno podía pensarse algo, luego investigarlo y exponerlo.
Además, durante toda la enseñanza tienen que participar muy activamente en clase. La nota oral cuenta al 50 % de la nota final y hasta en matemáticas les dan nota oral, algo que a mí me sorprende. Aquí lo pasan muy mal los alumnos tímidos, pues aunque escriban exámenes de sobresaliente, les bajarán la nota si no participan activamente en clase, y lo activo aquí es lo hablado, y a veces me pregunto cuál es la justicia también de este sistema, pues como en todo en la vida, los "figuras" de la clase acaparan siempre más atención en las conversaciones, y los que no espabilan quedan relegados a un segundo plano.
Pero el sistema funciona en cuanto a que ganan seguridad, aunque la otra otra cara de la medalla es que no tienen miedo de soltar cualquier parida en clase. Digo esto porque yo me topo con todos ellos en la enseñanza para adultos, y el resultado de tantos años de entrenamiento para que hablen y opinen es que a veces hablan por hablar, y aunque no sepan la respuesta metan baza. Es más, si pueden, hasta te corregirán a ti, pues desconfían de todo lo que les cuentas. Eso es lo que fomenta el sistema también, que la gente siempre tenga algo que decir.
Pero sí, definitivamente cateamos en España en expresión oral, no porque no sepamos hablar o expresarnos, sino porque no sabemos hacerlo en público, y es cierto que se aprende, y a pesar de las pegas, el sistema escolar alemán gana en ese aspecto. Yo lo sigo pasando mal en los primeros minutos de clase de los cursos nuevos, pero es algo normal, pienso. Horriblemente mal lo pasé en la universidad, agravado el asunto por tener que hablar además en alemán, sin saberlo bien todavía. Pero no era solo eso. La noche de mi primera presentación de un trabajo, no pegué ojo, y el miedo que tenía a todas las miradas y a todos esos oídos fue algo que no se me olvidará jamás. Fui superándolo poco a poco, pero con muchas dificultades. Por eso, efectivamente, cuando antes se empiece a perder esos miedos, mejor.