martes, 31 de julio de 2012

Los veranos de Wacken

Wacken:Open:Air. Así se llama el festival de musica heavy metal más grande del mundo y que se realiza todos los veranos en la localidad de Wacken en el estado de Schleswig-Holstein. ¿Que no habían oido hablar de Wacken jamás? Yo tampoco, hasta el año pasado. Y hoy he leído detenidamente el suplemento a todo color del periódico de Hamburgo del domingo, con los datos del festival, los personajes, y su historia.

Comenzó a andar en 1990 con 6 bandas y 800 visitantes, en un espacio de 3 hectáreas. En su 23 edición, que comienza en dos días, tocarán 120 bandas, vendrán más de 80.000 visitantes de todo el mundo, y todo ocupará 220 hectáreas. Se beberán entre todos unos 150.000 litros de cerveza, casi nada, en los 5 días que dura. El pueblo cuenta con 1.830 almas el resto del año. Sus habitantes han sabido aprovechar el tirón, y el negocio, aunque nadie dice enriquecerse con el evento, a pesar de la venta descomunal de cerveza, alcohol y tabaco. Curioso que en el supermercado, para aligerar la venta de alcohol, contratan a gente para que organice el paso de los clientes y evitar que se beban la cerveza allí mismo o abran los botes de salchichas en el supermercado. Me imagino todo: el orden alemán organizando el caos heavy.

La idea la tuvieron dos lugareños, que se siguen ocupando del evento. Todos participan, hasta la pastora protestante, que cambia la sotána típica por unos pantalones de cuero, unas botas góticas, gafas de sol, y gorra con la calavera del St. Pauli, pero que lleva una camiseta con la inscripción "Spiritual Guidance" que la distingue del resto. No va por la música, dice, pues las letras de las canciones no van con su "doctrina", sino para asistir espirtualmente a los visitantes que lo necesiten. Habla de gente que necesita ser escuchada entre tanta multitud.

Pero lo más divertido es que hay aplicación gratuita para iphones y otros, con un mapa del festival, avisos para los conciertos, linterna incluida, y una especie de gps que graba el lugar de tu tienda de campaña para que la vuelvas a encontrar cuando te vayas a dormir. Ya se sabe cómo estarán muchos tras los conciertos... y más de uno dormirá donde no le toca.

No tengo interés en ir al festival de Wacken, pues no se me ha perdido nada en ese evento, pero me encanta la gente que con pocos medios montan en cualquier sitio la de San Quintín, y deján marca en el mundo para siempre. Quién les iba a decir a los dos que lo idearon a lo que iba a llegar su festival, que a todo esto comenzó el año en el que yo llegué a Alemania: 23 "veranos" de Wacken con el actual, y yo sin saberlo.

[En realidad iba a escribir hoy de todo lo que llevo viendo y oyendo estos días aquí sobre la situación de España, entre televisión y prensa. Ahora mismo en el telediario alemán han vuelto a decir que España se va a ahogar con el pago del 7 % de intereses por las ayudas. Tengo el semanario Spiegel sobre la mesa, que esta semana incluye un reportaje titulado "La caída de España" y que leeré cuando se me pase el dolor de cabeza que tengo. Por eso Wacken. Me ha parecido todo muy interesante y divertido, y me imagino a esos miles pasando frío en medio de la nada en pleno verano. El que no ignora el mundo es porque no quiere. Pero que se abriguen bien.]

domingo, 29 de julio de 2012

Tantas sandeces

He estado todo el día dándole vueltas eso de "al mal tiempo buena cara". Quién fue el "gil" al que se le ocurrió semejante estupidez. Hoy ha estado prácticamente todo el día diluviando, o al menos ésa ha sido mi percepción, y a mí se me ha puesto muy mala hostia. No hacía más que acordarme de cómo estarían en ese instante las playas en España, los chiringuitos, las piscinas. Y aquí con diluvio universal, paraguas, chubasqueros, gabardinas, en pleno verano. Frío no hace, pero ayer volvió el tiempo habitual de aquí y la luz tan pobre que parece que estamos ya en octubre. Qué triste. Así que menuda mala leche que se me ha puesto, y la frasecita de marras dándome vueltas por la cabeza. "¿Buena cara?", que no lo pueda cambiar no sinifica que encima le tenga que reír las gracias al clima. Debería estar acostumbrada, me dice mi madre cuando me quejo. Pues no: aseguro que a esto no se acostumbra nadie que viene de fuera. Para reírle las gracias o decir la manida frase, que viene a ser lo mismo y que le encanta decir a los hamburgueses, de que "no existe el mal tiempo sino la ropa inadecuada", ja ja ja, has de haber nacido aquí y entonces a lo mejor, tras tres días de calor, te da una lipotimia, como les pasó a algunos esta semana. Así la graciosilla de la información del tiempo en la tele dijo ayer que para los que esta semana el calor fue demasiado, ja ja ja, que "por fin" refrescaba y que llovería. Llevo años diciendo que aquí la información del tiempo la dan psicólogos especializados en meteorología.

Ah... ¿que la expresión de 'al mal tiempo buena cara' no se refiere al tiempo sino que se aplica a cualquier adversidad? Peor me lo ponen, primero porque el efecto por daños y perjuicios viene a ser igual, y segundo porque eso no se lo cree nadie. Es como lo de "lo importante es participar" ... vamos anda, que se lo digan a los rabiosos deportistas alemanes que se quedaron ayer sin medallas y que no ocultaron su cabreo supino. Una nadadora dijo que exigiría responsabilidades a su entrenador. Bonita, ¿no será que las otras eran mejores que tú?, ¿o que las otras también participan para ganar?, ¿o es que los otros deportistas están felices tan solo con participar y solo tú vas a ganar y machacar a todos? Cuánta sandez. Como si uno entrenase durante años 10 horas al día para sentirse feliz participando. Yo también llevo entrenando 22 años veranos asquerositos, y no me conformo con participar. Yo quiero un verano que merezca su nombre, en el que no me sienta como todo el moho que retiré ayer de mi terraza, como los hierbajos que arranqué de entre las baldosas, porque aquí el estado natural de las cosas son plantas, hojitas, moho, microorganismos, y lo anormal somos los seres humanos y las piedras. Otro de mis pilares de mi vida aquí es mi absoluta convición de que los primeros pobladores cometieron un gran error instalándose aquí. Debieron pensárselo un poco más y no plantar sus poblados en esta tierra tan inhóspita. Y lo mejor es que todavía nos queda mucho verano que soportar. Si no fuese porque sé que el invierno es mucho peor, a lo mejor hasta me inventaba alguna de esas frases memorables. Por ejemplo: "la diferencia entre el invierno y el verano aquí es que la lluvia es caliente en verano". Eso sí que no es ninguna sandez, pero no me la he inventado yo.

viernes, 27 de julio de 2012

Se hizo el silencio

Seguimos de verano total, y si lo comento de nuevo es porque aquí cada día de verano que tengamos hay que celebrarlo. Digamos que como son tan pocos, eso te condiciona a la hora de elegir actividades, y te obligas a hacer algo al aire libre, pues no es que si lo dejas para otra ocasión tienes muchos más días que elegir. Mis hijas querían ir hoy al cine, pero íbamos con otro niño alemán, así que nos decantamos por la piscina, para que no piense que somos raras. A todo esto aquí las piscinas son muchas veces lagos transformados en algo que parece una piscina, y yo, tan melindrosita que soy para esas cosas solo me baño si veo el mosaico azul del suelo y el agua es "azul". Pero esto tiene que ver con la socialización de mi infancia, al igual que la de la gente aquí, pues en Alemania en cualquier parque montan un pilón en verano donde los niños bien pequeños se meten desnudos y sin pañal si hace falta y donde a mí me daba grima ver a mis hijas meterse cuando eran pequeñas, pues en mi opinión era todo demasiado "natural". Y sin embargo hoy he notado el "daño" que les causan a mis hijas los veranos en España. Hoy, mi pequeña, que en España no salía prácticamente del agua, se ha bañado una sola vez y no quiso bañarse más. Me dijo que no le gustaba el agua, que bucear era como hacerlo en las tinieblas. Qué miedo, no quiero ni pensarlo.

Pero lo que quería comentar es la anécdota siguiente, que me ha parecido curiosísima. En toda la algarabía de la piscina, el jaleo de voces, lo normal en un sitio público, de repente sonó una voz a través de la megafonía pidiendo la atención de todos. Yo no di crédito a mis oídos porque al instanté silenció toda la piscina, en el agua y fuera. Todos se pusieron a escuchar. La voz siguió: "Hay dos coches que están bloqueando los accesos a dos casas. Son los vehículos con matrícula X e Y. Por favor retírenlos de inmediato porque los vecinos afectados van a llamar a la grúa". Le faltó decir "cambio y corto" pero de inmediato las voces rompieron el silencio sepucral durante el mensaje comunicado. Yo me reí, por la solemnidad del momento y me preguntaba si en España, al saberse de qué se trataba la gente no se hubiese puesto a hablar antes. Y recordé una situación parecida el sábado pasado, en un bar de carretera en plena Castilla. Los camareros empezaron a preguntar a todos los clientes, uno a uno, si un vehículo rojo que estaba delante de otro que no podía salir, era suyo. No era de nadie. A todo esto, tras pedir yo y mis acompañantes unos refrescos y estar en la barra, llega una estúpida y nos dice que ese sitio era suyo, que estaba en el baño y "había acordado" con la camarera que se lo pusiese justo en ese sitio en el que yo me había instalado. Como no soy nada beligerante, y menos si estoy toda relajada y a gusto, me fui, no sin comentar después que eso era el colmo, que hubiese sitios guardados invisiblemente. A partir de ahora usen este método en la playa, en las tumbonas del hotel, y digan todo convencidos "ese es mi sitio". Luego me arrepentí de no haberle dicho que de qué iba. Pero lo mejor fue que el coche de fuera que entorpecía era suyo, de quién si no. Y hoy me acordé de la situación y de nuestra indefensión a veces ante la estupidez en España, y de cómo nadie montó ninguna ante la desfachatez de la tipa, que para tomarse un té plantó su coche delante de otro, tan ricamente. En Alemanía la megafonía paralizó toda una piscina y a sus bañistas, y la amenaza de la grúa era real. Formas diferentes de solucionar la tontería humana, como vemos.

jueves, 26 de julio de 2012

A las ricas fresas

Que en Hamburgo vivimos metidos en plena naturaleza creo que ha quedado claro. Pero que podamos ir a coger fresas a 10 minutos de casa, no es algo tan obvio ni para mí siquiera.  El año pasado llegué tarde, pues cuando quisimos ir, por probar por primera vez, ya había terminado la temporada. Este año, prometí en aquel momento, no se nos pasaría, pero he de admitir que hemos llegado por los pelos. De hecho en el primer campo de fresas en el que probé, la desaboría vendedora de la tienda anexa me dijo que ya no se podían recolectar. Me dirigí a otro campo, esta vez incluso más cerca de mi casa, pensando en cómo les explicaría a mis hijas que se nos había pasado otra vez la recolección. Al fin y al cabo llevaba muchísimos años viendo los cartelitos de "Aquí se pueden recolectar fresas" y siempre me han dejado indiferente, hasta el año pasado. Pero en el segundo sitio tuve suerte. Le pregunté al responsable del campo y me dijo que en realidad ya estaba cerrado, pero que podíamos pasar. Lo mismo le dijo a una abuela con sus dos nietas, y las seis fuimos las únicas en ese rato. El tipo nos dijo a mis hijas y a mí que ya no encontraríamos apenas nada, pero cuando terminamos, pesó las tres cestas y nos dio la enhorabuena por los tres kilos y medio recolectados.

Yo puedo decir que en ese rato disfruté como una enana. Así se lo hice saber a mis hijas mientras caminábamos entre los surcos, buscando las más bonitas, las más rojas, las más más, y mi hija pequeña me dijo: "y eso viniendo de ti". Lo bueno de todo esto es que puedes comerte todas las que quieras, pero yo estaba tan entretenida cogiéndolas, que tampoco comí tantas. Si hay algo que me gusta de Alemania es que puedes hacer las cosas más increíbles al lado de tu casa. En plena ciudad, tienes estas posibilidades.

Poco a poco fuimos llenando las cestitas. Aquí se ve la mía, en plena faena. Y ésta soy yo en plena recolección. Por cierto, hacía tal calor que probablemente por eso pocos se atrevían a la hazaña, pero tampoco era para tanto. Sin embargo antes me he reído al leer los titulares del día en el periódico de Hamburgo y he exclamado "a mí me va a dar algo", que es, como ya saben, mi frase favorita: "Primeros pacientes por la ola de calor en Urgencias: en las salas de urgencia se han tratado ya a los primeros pacientes con síntomas de golpe de calor. Los hospitales de Hamburgo se preparan para un incremento de pacientes". Ya empezamos. Llevamos tres días de calor, que no son más, de verdad, palabra de honor, se lo aseguro, aunque no he estado en el último mes, pero lo he ido siguiendo a través de internet, malísima como soy, aplaudiendo cada vez que veía nubarrones y lluvia, no por los que se quedaban, sino por estar perdiéndomelo torrada al sol. Es que siempre es lo mismo: en cuanto hace un par de días calor, empiezan todos a protestar. El problema es que la gente no sabe cómo comportarse, y cuando por fin hace calor, salen a la calle a cualquier hora, se sientan a pleno sol, y como no están acostumbrados tampoco... En fin. Ya anuncian lluvia para el fin de semana, desagradecidos todos, e inadaptados. El verano ha tocado esta semana, y nos dejará hasta no sabemos cuándo. Los campos de fresas se recuperarán tras la temporada otro año más, y en mayo del año que viene, comenzará de nuevo. Al menos eso sí que es constante. No como los veranos aquí.

miércoles, 25 de julio de 2012

25 de julio

Día de Santiago, patrón de España. Mejor día no pude elegir para parir a mi primogénita. Aunque no lo elegí yo. Ese día salía de cuentas, y como no podía ser de otra manera, nació justo ese día, puntualísima. No sé si sabrán ustedes que los menos nacen ese día que te dan como orientación. Así que 25 de julio y encima puntual. Eso era ya premonitorio...

Recuerdo ese mes de julio como uno de los peores veranos, de los muchísimos, vividos aquí. Pero mientras paseaba mi tripa por aquel mes de julio tan gélido, mi padre decía sin quitarse la gabardina, que jamás había pasado tanto frío. Los 3 días que estuve en el hospital, no dejó de diluviar, y yo miraba a la cunita de la recién nacida pensando que qué mala suerte nacer en un clima así, muy mal karma.

Los últimos seis 25 de julio los hemos pasado en España, por si las moscas, pero este año nos hemos arriesgado a estar en Hamburgo. Y la ciudad nos ha devuelto el favor: sol y verano, a 29 grados. Esto parecerá lo normal... pues no! el mes que he estado fuera ha diluviado, y la semana pasada debió ser como para montar el arca de Noé y salir navegando. Los locos que se siguen empeñando en que se puede "veranear" en las costas alemanas han tenido unas vacaciones pasadas por agua. No aprenderán, que les conozco, pero a mí que me quiten lo bailao, y con mi hija también.

martes, 24 de julio de 2012

La pregunta

Situación de hoy en Barajas. Estoy sentada con mis hijas esperando el embarque de avión a Hamburgo. A mi lado se sienta una chica muy joven. Al lado de ella estaba ya un hombre desde hace un rato. Éste estaba ya visiblemente nervioso porque temía perder su conexión de Hamburgo a Stuttgart, según nos hizo saber. Yo dije que normalmente el vuelo suele ser puntual, bla bla. Él no se tranquilizó, pero se acabó ahí la conversación entre los tres. En ese momento la chica se dirigió a mí y me dijo así, tal cual: "Me permites una pregunta?", y yo, "sí claro". "¿Es dura la vida en Alemania para las madres?", me dijo. Fue uno de esos momentos "uffffffffffff" que tengo de vez en cuando. Le di mi respuesta, un claro sí, que no iba a engañarla, y le conté a grandes rasgos mi opinión, y de mi experiencia. Entonces me dijo que tiene un novio alemán, y que al año que viene, cuando termine la carrera de derecho, se irá a vivir a Alemania. Entonces le mostré mi admiración de que con haber venido solo de visita, se haya dado cuenta de eso. Me comentó que ha oído comentarios raros en su futura familia política, y que había visto cosas sorprendentes en familia y amigos, y que con todo el esfuerzo que le estaba costando la carrera, que no quería dejar su profesión en el futuro. Le dije que no tiene por qué hacerlo si no comete el error que yo hice, que fue dejarme llevar por cómo se hace aquí, porque era "lo mejor", lo que la mayoría hace aquí, que no tuve la visión de lo que sería después, y que si volviese ahora 12 años atrás, lo haría a mí manera: no me cogería una excedencia tan larga, que en realidad suple la falta de infraestructura para conciliar, pero que es muy perjudicial profesionalmente para las mujeres. Hacer eso requiere mucha energía pues es nadar contracorriente en este país, y ésa hay que tenerla. Yo no la tuve en ese momento, pero quizá también, me faltó contarle a Laura, pues así se llama esta chica, no fui tan avispada como ella y no tuve la visión de futuro que tiene ella, a sus 23 años. Yo jamás pensé que esto era así hasta que no estuve en la situación. No supe ver indicios que debieron prevenirme, como el hecho de que al estar embarazada, estando apuntada a un curso de inglés de negocios en Frankfurt, en la central del banco para la que trabajaba entonces, un mes antes de que tuviese lugar el curso, me llamasen de Recursos Humanos para decirme que dada la situación de mi embarazo, que me quitaban el curso, que por supuesto que lo hacían por mí, dado mi avanzado estado de gestación (el curso era en abril, y mi hija nació en julio!). Tampoco me alertaron comentarios de mi familia política, o el ver que amigas renunciaban plenamente a sus profesiones, ni muchas otras cosas. A mis 31 años, cuando me cogí la excedencia, no dudé en ningún momento de que era una pausa, que ese tiempo no me fastidiaría nada. Ni incluso cuando el banco en el que trabajaba cerró me preocupé ni un solo instante, pues estaba segura de que con mi preparación encontraría algo en cuanto quisiese (ahora me río de mi ingenuidad). No fue hasta hace 5 años cuando la realidad me demostró que yo había dejado de ser interesante para el mundo laboral, que veía en mí más bien una carga por mis hijas, por lo que faltaría al trabajo si éstas se ponen malas, etc. Y que conste por enésima vez que no lamento nada. No suelo hacerlo. Pero los que me conocen, y los que no, saben o verán que me da mucha rabia este tema y que me duele mucho, y por eso admiro a Laura, que con un par de visitas a Hamburgo, ha sabido ver lo que yo no vi a esa edad. Quizá también las de mi generación fuimos más confiadas. Creíamos que verdadaremente la mujer estaba liberada. Laura sabe que eso es solo realidad si ella se reafirma en ello, y no solo porque sí.
Por eso he llegado a Hamburgo muy meditabunda y pensando que esa pregunta no fue casualidad. Normalmente hoy hubiera escrito uno de mis posts típicos de la vuelta de vacaciones: que si bendita Lufthansa, que como siempre me permitió volar con mis toneladas de equipaje sin rechistar; que sin embargo la crisis debe afectar a esta línea también, pues han quitado una ronda de bebidas (mecachis, qué mal vamos), y que mientras no quiten la comida caliente que dan, bien, pero porque Moody's ha rebajado hoy la perspectiva de solvencia alemana, a saber... Que en el avión mis hijas y yo nos mirábamos todo el rato pues delante iba una madre con sus tres hijas repelentes sabelotodo, las tres con trencitas. las mayores iban leyendo en alto y comentando a cada párrafo: "mamá, ¿a que leo bien?", "mamá, ya hemos leído tres libros"... Mis hijas me miraban partiéndose de risa, horrorizadas. Detrás iba la familia de trogloditas, por desgracia no sé decir de qué país eran, pues hablaban un idioma que no supe descifrar (aunque eso da igual), pero entre el niño de unos 10 años que estuvo la última hora del vuelo moviendo una botella de agua como si fuese un avión y haciendo un ruido infernal, a la madre, que iba detrás de mí, pero que me daba patadas al asiento como si fuese una cría de 3 años, al final, llegué pensando en lo bien que se portan mis hijas, y que además no son esos niños alemanes de los que ya he escrito en alguna ocasión... a ver, cómo llamarlos: tocapelotas, claramente, pues vengo de Madrid.

Así que me siento muy orgullosa de mis hijas, pero como les comenté luego a ellas, si se portan así en los vuelos, es porque yo me pasé muchísimos vuelos los primeros años como un sargento, pues siempre he dicho que a mis hijas las aguanto yo, pero no los demás. Así que no lo he hecho mal, pienso, pero sí que debí haber pensado más en mí en un país en el que no te invita nada a hacerlo cuando te conviertes en madre, sino todo lo contrario. Así que Laura, adelante, termina tu carrera, y cuando te vengas a vivir aquí, no dejes jamás tu profesión, por mucho que te critiquen. Tus hijos te van a querer igual, aunque toda la sociedad alemana te trate de convecer de que así serás una mala madre. Las malas madres solo existen en las mentes de la gente moralista.

Por cierto, como observarán, ya he vuelto. Y las vacaciones... qué les voy a contar que no les haya ido relatando de vez en cuando en el mes que me he perdido en la Península Ibérica:
m a r a v i l l o s a s.
Más a partir de mañana mismo. Espero que me hayan echado un poquito de menos, aunque no he dado pie del todo :-) Yo no he echado nada de menos, pues en el fondo soy una descastada. Pero muy en el fondo, pues lo que quiero lo llevaba conmigo. Un abrazo a todos, y continuamos.

lunes, 23 de julio de 2012

De ahora mismo

Actualidad de ahora mismo, en Madrid, en la Plaza de Chamberí. He ido con mis hijas y padres a la concentración de los funcionarios de la zona, a arropar a mi hermano y sus compañeros. Impresionante, y lo hacen todos los días. Ojalá sirva de algo, pero me temo que no.
Y el dibujo hecho por mi hija para la ocasion.

sábado, 21 de julio de 2012

La hora menos


Creo que el secreto de vida portugués es la hora menos. En los días que he estado en Portugal mi sensación ha sido que el tiempo cunde más que en España. No sé si ha sido porque no he cambiado la hora en mi reloj, por lo que vivía con horario español sin serlo, que siempre tenía la sensación de que era prontísimo. Quizá por eso nos llevan también adelanto en la crisis. Hace un año que allí se anunciaron los recortes que les han frito desde entonces, y que han sido los mismos que en España: reducción del sueldo de los funcionarios y subida del IVA, a grandes rasgos. Y me temo que se nota el descenso del consumo; me daba la impresión de que muchos bares y restaurantes estaban especialmente vacios, tiendas, y todo. Y así lo confirman los restauradores. A nada que hablas con cualquiera, la palabra crisis salta en seguida y te dicen que les han frito con el IVA y que lo notan muchísimo, en temporada alta veraniega sobre todo. La paga de Navidad ya no la cobraron las Navidades pasadas, y este año volverá a ser el caso, pero uno nos dijo que lo han declarado anticonstitucional y que al año que viene la tienen que pagar otra vez. Pero eso significará, predijo él, que el IVA en restauración que es ahora de un 23 %, subirá entonces a un 25 %, o si no al tiempo, dijo.

La gente es amable y afable, como su país. Se ve pobreza, en Oporto mucha, pero mucha dignidad de vivir. El norte de Portugal es variado, como lo es en exuberancia su vegetación. Me han llamado mucho la atención las flores por todas partes, sobre todo unas que no sé cómo se llaman [momento de consultar a una prima mía botánica, y lo haré], zona de vinos, y mucho Douro por todas partes, el Duero, que en su desembocadura en Oporto es muy caudaloso. Si ya me gustaba el vinito de Oporto, ahora, tras haber visto las bodegas y su lugar de origen, me gusta más aún. Visité las de Sandeman, cuyo emblema es un señor capeado al estilo de los universitarios portugueses pero con un sombrero andaluz. Una referencia al mestizaje del vino de Oporto, cuyo proceso de fermentación se para al metérsele brandy. La visita a la bodega la explican guías vestidos de esa guisa, chicas incluidas.

Otro símbolo de Portugal es el famoso y colorido gallo, que está por todas partes, adornando todo tipo de recuerdos. Estuve en Barcelos, que no merece la pena salvo de ir en jueves, como hice yo. La guía anunciaba un mercadillo gigante, y corroboro que es más bien una feria. Menuda densidad de puestos y gentío. No he visto otra cosa igual. Pero el gallo es la figura omnipresente. Cuenta la leyenda que a un peregrino gallego que pasaba por allí, quisieron hacerle pagar por un crimen que no había cometido. El juez le condenó a la horca, y al ir a ser ahorcado dijo que prueba de que era inocente sería que el gallo que se estaba comiendo el juez se levantaría y se pondría a cantar. Y así ocurrió. El juez le liberó, y la leyenda sigue muy presente, como muchas otras en Portugal. Denle un monte a un portugués, que monta un santuario en un momento, al que acuden en masa peregrinos de todo el país. Hace muchísimos años cometí el error de ir a Fátima, y salí espantada de la comercialización estúpida del lugar y el fanatismo de la gente. Por eso tuve que superar mi alergia inicial y me acerqué en Braga al Santuario de Bom Jesus do Monte, que es la imagen típica que uno asocia con Braga, esa iglesia escalonada y con estatuas. Impresiona, y merece la pena subir. Al igual que acercarse a la ciudad que no lleva el nombre de la prenda interior sino que es de origen latín, Bracara Augusta. Así que nadie perdió las bragas por allí.

A las playas, salvo las del Algarve, que no conozco, pero me imagino que no les hace falta, deberían ponerles protectores contra el aire y unos radiadores, y entonces serían perfectas. Claramente a mí me estropearon ya en mi infancia las playas del Mediterráneo calentitas, llenas, el mar caldosito. Lo reconozco. 


Y como colofón final a unos días muy variados, Guimaraes, capital de la cultura europea este año. Es la cuna de Portugal, y Patrimonio de la Humanidad, por ese conjunto tan cuidado que presenta. Que una ciudad así sea "capital" de la cultura, compitiendo con muchas mucho más grandes en el pasado, demuestra que no se necesita ser grandes para lograr algo grande, y la ciudad y sus gentes están que se desbordan este año por el evento. Y como reconocimiento la cantidad de turistas de todo el mundo que se están acercando para la ocasión. Prueba de ello además una anécdota: cenando ayer en una plaza, al anochecer, se encendieron de repente las luces alrededor de todas las ventanas de la plaza. De repente se hizo un eco colectivo de admiración, un "ooooohhh", dicho por todos, yo incluida. Deben reírse todos todas las noches de lo simples y fáciles de contentar que somos todos, pero es que así es. Basta con dejarse deleitar de vez en cuando. Prueben en Portugal, que siempre lo consigue.

martes, 17 de julio de 2012

Menudo puente suspensivo

Ayer pasé por este puente, y hoy de nuevo. Es el Luiz I, en Oporto, Portugal. Es una de las pocas posibilidades, todas puentes, de cruzar el Duero, y ya puestos, por qué no hacerlo por todo lo alto, en el sentido literal de la palabra, aunque el puente, como es un lujazo, tiene dos plantas, una para coches, la de abajo, y otra para el metro, la de arriba. Por ambas pueden caminar los peatones, y en la de arriba, la altura es de vértigo: más de 40 metros. Lo construyó un discípulo de Gustave Eiffel, y a mí me recordó de inmediato a la Torre Eiffel, como si la hubiesen tumbado. Aquí va un puente suspensivo donde los haya.
[A lo mejor un día se dirá que yo acuñé el término que me inventé, usando un juego de palabras, o si no al tiempo.]


No me la descoloquen

Llevo una racha de volver a ver sitios en los que no he vuelto a estar lo menos desde hace 15 ó 20 años, y hoy, en Salamanca, me ha pasado algo curioso: me daba la sensación de que habían descolocado la ciudad. Me explico: el puente romano lo habían corrido, la Casa de las Conchas también, la Catedral, todo. Suelo tener muy buena memoria y reubicarme muy bien en lugares en los que estuve. Pero no en Salamanca. Nada estaba en su sitio, vaya plan. Han debido llamar a los romanos para que muevan el puente, que sin embargo encontré y aquí queda constancia de ello. Pero qué ciudad Salamanca, aunque haya jugado hoy a confundirme. Prueba irrefutable de que a sitios tan bonitos hay que volver antes. Y a puentes tan bien colocados desde hace siglos.

sábado, 14 de julio de 2012

Casi todo sigue igual


Lo bueno del pueblo de Extremadura al que vengo cada año es que todo parece siempre igual. Lo malo es que este año no hay más que poner las noticias para que se te caiga el alma a los pies de cómo está España. Luego te mueves por aquí y todo parece igual, hasta los forasteros, que somos cada vez más conocidos. Ayer pasé delante de un grupito que yo no conocía, y dijeron a mi paso: "Ésta es la hija de la Eugenia". Qué control. Yo no sabía quiénes eran. Admito también que me gusta mucho mi ramalazo antipático alemán con el que trato de escaquearme de conversaciones, besos y achuchones de gente que en teoría debo conocer. El otro día alguien me dijo "ah, tú eres la que vive p'ahí p'alante". "Sí, más o menos", respondí. Pero es que es lógico: para mucha gente que no ha salido de este pueblito, todo lo que es "p'ahí p'alante" es el extranjero.

La piscina sigue siendo de lujo. Al que se le ocurrió plantar esta joya en este pueblo habría que darle el Premio Nobel, por lo menos. El de la Paz seguro, por haber logrado paz en este pueblo y que muchos se vean en bañador que antes, y desde generaciones, ni se dirigían la palabra. Y la piscina es al pueblo como el chiringuito a la piscina, otra joya. Hay muchos que no se meten en el agua, pero al chiringuito sí que bajan, sigue habiendo clases. Y la piscina trasmite paz, con las vistas que hay. El año pasado hice la prueba: subí una foto de la misma a facebook, sin comentarios, y varios me preguntaron que dónde es. Sigo omitiendo el lugar, para que no se llene de turismo mundial, pues solo con los extremeños del pueblo y alrededores se llena. Y ha logrado que hasta yo, urbanita impertinente, venga por aquí. Pero hay cambios: este año los críos no se pueden tirar de cabeza. El socorrista me vino ayer amablemente a decirme que por la mañana hacía la vista gorda porque estaba vacía, pero por las tardes, cuando se llena, que no se pueden tirar, y eso hubo que explicárselo a mis hijas y sobrinos. Y luego la "tragedia" que me anunció mi hija pequeña por teléfono, que se vino al pueblo un día antes que yo: "Mamá, algo muy triste: este año no hay fantasmikos". ¿Que qué es eso?: son unos politos que mi hija se come con deleite cada verano. No sé si es la crisis pero han puesto unos helados este año de marca tan desconocida que yo no me he atrevido a catarlos. Entiéndame: vivo en un país heladero por excelencia, pues en Alemania los helados son el pan nuestro de cada día, y no pueden usarse en ellos nada artificial, y yo no me fío nada. Así que sigo siendo de "p'ahí".

Algo que sigue sin cambiar. Internet sigue yendo fatal, y ya van tres veranos. El anterior mejoró respecto al de antes, pero éste no ha mejorado. Por eso me quedo sin subir un puente que se ve desde la piscina, pero lo haré en cuando tenga más velocidad y no se me quede colgado el portátil al tratar de subirla.

miércoles, 11 de julio de 2012

Entre viajes

Ay la vagancia, que se ha apoderado de mí. Me encuentro en una fase de reposo de ideas. Ahí siguen, no es eso, pero mi mente está de vacaciones. Lo de desconectar está siendo verdad esta vez, y algo muy positivo es que hacía tiempo que no me daba más igual no tener internet. Durante un tiempo, al leer sobre adicciones a internet y las nuevas tecnologías, me planteé si yo estaba demasiado enganchada, y claro que lo estoy, no lo niego, pero también digo que puedo estar días sin conectarme, así que no es nada grave mi caso. Esta vez quizá hasta lo he necesitado, y tampoco sé por qué. Pero como he oído de varios que echan de menos mis historias, en forma de correo o post, me siento halagada y hago una aparición breve en este verano tan pendón que estoy teniendo. Ahora mismo estoy entre viajes dentro de las vacaciones, en Madrid, antes de salir para Extremadura. Y tras haber vuelto de la playa y de Zaragoza.

Mis relatos veraniegos se quedaron en la provincia de Tarragona. A continuación fui a Zaragoza capital, que no conocía. A todo esto hay que decir que una de mis grandes amigas de Hamburgo es de allí, y llevábamos años queriendo cuadrar un encuentro así. Por fin salió, y es genial cuando alguien te enseña su ciudad, te explica y te lleva a los sitios y no necesitas ni mapa. De Zaragoza me quedo sobre todo con la impresión de lo llena que está la ciudad de gente. No es que me piense que haya gente solo en otras ciudades más grandes, pero verdaderamente me sorprendió lo llenísimas que estaban las calles. Vimos además cantidad de bodas que demuestra que la gente se sigue casando, por mucho que digan, y las comitivas parecían todas iguales, de gente emperifolladísima, que parecían todos clones, los unos de los otros.

Que Zaragoza además del Pilar tiene un palacio árabe lo sabía. Pero lo que desconocía plenamente es que por allí pasaron también los romanos. No hay nada mejor que viajar para llenar lagunas. Además de un estupendo puente romano (córcholis, se me olvidó fotografiarlo), tienen parte de la muralla, y un teatro impresionante. Así que además del ambientazo, la ciudad tiene mucha historia, y muchas piedras, que me encantan, como saben. Y como antes de llegar a Zaragoza vi en la autovía un cartel hacia Belchite, me vinieron a la mente imágenes que todos hemos visto en televisión alguna vez: la del pueblo zaragozano destruido en la Guerra Civil y que quedó así, como monumento. Así que antes de regresar a Madrid, hubo que visitarlo, y es tan sorprendente como lo imaginé. Si alguna vez pasan por allí, no se lo pierdan.

Y como una, a pesar de tener 43 años, en ciertos momentos no tiene autoridad ninguna, concluyo aquí por hoy, pues mi madre me ha regañado diciendo que no son horas de estar escribiendo, que me acueste, patatín y patatán. Eso también son parte de las vacaciones: que las cosas no cambien en muchos casos, pues otros, aunque no queramos nosotros lo hacen. Hasta otro ratito.

viernes, 6 de julio de 2012

Piedras, arrozales y mosquitos




No me quiero ir de la provincia de Tarragona sin plasmar unas imágenes.


Así me hubiese a mí gustado ver la ciudad de Tarragona, pero la maqueta de a Diputación de la ciudad, la muestra en su esplendor de entonces, de cuando se llamaba Tarraco. Aún así, y con los pecados urbanísticos de todas las ciudades españolas, sorprende por conservar bajo sus edificaciones actuales la época dorada del Imperio Romano, que se ve en ruinas y piedras por todas partes. Deben hacer un agujero y encontrar historia. Tras Mérida, es la ciudad española con más restos romanos.

Esto ya estaba cuando llegaron los romanos, aunque más salvaje aún, sin urbanizaciones a pie de playa, y sin tanta mano del hombre sobre la costa y el paisaje. Sin embargo, sigue habiendo playas bastante tranquilas en la zona sur de la provincia, sin edificaciones monstruosas, teniendo en cuenta lo que hay por ahí, mismamente en la provincia de Tarragona si pensamos en Salou o sitios así.

En la Rambla Nova encontramos esta torre humana.
 Estos Castellers se quedaron literalmente de piedra, y ahí siguen.

Lo más espectacular, el Anfiteatro. Mejor sitio no pudieron elegir, al lado del mar, y es que los romanos sabían lo que se hacían, al menos construyendo, y no al echar gente a los leones, o con las luchas de gladiadores o espectáculos así en este recinto.

El Circo Romano, donde se realizaban las carreras de caballos.
Ahora está en plena barriada, a la puerta de casa de cualquiera.
 Se descubrió hace una década, y siguen sacando piedras.
Debe haber unas cuantas más, a juzgar por las obras.

La desembocadura del Ebro. Impresionante paraje natural, lleno de aves de muchas especies. Triste oír en el recorrido en barco que el caudal del Ebro ha bajado considerablemente por obra y gracia del hombre, que se sirve de él a su paso.

El Delta del Ebro ofrece un paisaje plano, lleno de arrozales. Es la huerta de arroz de Cataluña. Me recordó a Holanda, eso sí: habría que quitar los arrozales, poner unas vacas y nubes de algodón de todas las tonalidades entre blanco y gris. Así que casi casi...

Finalmente una imagen del puerto de pescadores de L'Ametlla de Mar, al parecer uno de los principales del litoral catalán.

Me faltaría una foto del Centro de Salud de L'Ametlla, al que he acudido un par de veces estos días, y en el que me van a echar de menos. Esto es la prueba de que las vacaciones en realidad son como tu vida diaria, y los niños se te ponen malos igual que cuando estás en tu casa o van al cole, y tú misma igual. Y todavía he de hacer alguna foto del "mosquito tarraconensis", una especie asesina que me ha acribillado piernas y pies. Acecha por todas partes y a mí me han dejado un montón de señales y recuerdos de estas tierras. Pero esos se pasarán, y no mis impresiones. Y a mí no me espantan tan fácilmente unos mosquitos, aunque sean más que la población humana. Volveré, eso está claro, pero jamás a un cámping, por cierto.

jueves, 5 de julio de 2012

Tarragona existe

Nunca había estado de vacaciones en la provincia de Tarragona, en la Costa Dorada, y la verdad es que estoy encantada. Al comentar que venía para acá, muchos me decían que no habían estado nunca. Creo que la provincia de Tarragona no es de los destinos que antes se le ocurren a uno a la hora de elegir playa. Para los de Madrid nos quedan más cerca las playas de Levante, y éstas entran ya en el ámbito de viaje "largo". El caso es que no es para tanto, y una vez superada la pereza mental que me dan los viajes de coche más largos de cuatro horas, aquí nos plantamos el sábado pasado.

De paso quedaron a lo lejos Benicassim, Oropesa, y otros lugares con sus torres de apartamentos, que a mí me espantan bastante. Por eso, al llegar a L'Ametlla de Mar, me alegré de que este sitio sea tan desconocido (yo no había oído el nombre jamás) que por eso las masas se van a otra parte. Lo que le falta a la zona son playas gigantes y de ahí su encanto. Son calas y playas pequeñas, muy cuidadas, entre barrancos y pinos, pero con duchas, buena accesibilidad, aparcamientos. Vale, supongo que en agosto esto estará más lleno, pero tampoco tienen la infraestructura de interminables bloques de apartamentos, así que no será para tanto. Hay mucha gente del lugar, pues lo que más se oye es el catalán, y de los idiomas guiris se lleva la palma el francés. También hay belgas, holandeses, y algún que otro alemán, diría que los que menos.

La gente es muy amable. Me encanta oír catalán. Me hubiese gustado ser bilingüe desde que nací, pues que te regalen dos idiomas al nacer, en vez de uno, es todo un regalo para toda tu vida. Las cuatro veces que he estado en Cataluña me he encontrado la mar de a gusto. Pueden estar orgullosos de lo que tienen los catalanes, pienso. En estas vacaciones me están entrando ganas de aprender catalán, que sumaré a la lista de los múltiples idiomas que me gustaría aprender(les ahorro mi lista) . Tengo un gran amigo, mi compañero de pupitre en el instituto, que se sacó el título de catalán de la Escuela Oficial de Idiomas, y al que le dedico el post de hoy. Me gustaría saber cuántos castellanohablantes realizan esa proeza, puesa todos nos parece mucho más atrayente aprender inglés o alemán. Pero pienso que es un gesto sin igual de acercamiento y quizá se podría ofrecer como optativa en los colegios clases de las otras lenguas de nuestro país. Hoy más que nunca nos estamos dando cuenta de cómo el euro, que parecía hacernos europeos a todos, al venirse abajo está logrando un mayor distanciamiento entre los países europeos. Siento pavor cuando oigo hablar con odio hacia los alemanes, como si ellos fuesen los culpables de la situación actual española. De la misma manera se me ponen los pelos como escarpias cuando los alemanes se creen que ellos son los únicos que trabajan en toda Europa y el resto estuviese todo el día durmiendo la siesta o tomando tapas. 

Más que nunca debemos tener la mente abierta a todo lo desconocido, y no creernos que todos han de hablar nuestra lengua o sentir como nosotros. Mi hija me dijo al volver de la playa que había aprendido la palabra "culo" en catalán, culet, me dijo. Todo saber es importante. Así que me despido con un bona tarda para todos. En  L'Ametlla de Mar amenaza tormenta. Esta mañana caían gotitas pero eso no amedrenta a una española-hamburguesa, pues ya pilláramos este "mal tiempo" en Alemania en verano. Aún así pudimos ir a la playa, y el mar, que estaba embravecido al llegar, se fue calmando, según salió el sol y dio paso a un día normal de playa. Cómo me gusta el "mal" tiempo aquí. Pero ya me voy por otros derroteros, así que lo dicho, bona tarda d'estiu.

lunes, 2 de julio de 2012

Qué grandes

Anoche la selección española de fútbol se declaró tricampeona, y logró algo muy grande, no solo ya por los títulos acumulados, sino por su juego. El partido de anoche deleitó al mundo, mostrando que es posible ganar jugando bien, sin boicotear partidos a base de patadas o juego sucio, y que no solo se gana por suerte, o por aguantar los minutos reglamentarios tras un gol de suerte. Me hubiese gustado oír a los comentaristas alemanes, anoche sí y no las otras veces. Tras aguantar los comentarios de la televisión alemana sobre todos los equipos y partidos durante la Eurocopa, a comentaristas que parecían comentar el último modelo de un Mercedes o un BMW, analizando el engranaje de su propia maquinaria convencidos de que han dado con la clave perfecta para ganar, y cogiendo con pinzas los productos extranjeros, comentándolos con un "sí, tienen sus virtudes,... pero", "sí, ahí lo han hecho bien, pero no olvidemos...". Yo me puse malísima con la retransmisión de los partidos, pero sobre todo cuando jugaba España. Se notaban las ganas de revancha por la última Eurocopa en la selección alemana, y los medios alimentaron demasiado la creencia de que Alemania iba a ganar, dando la sensación de que los alemanes salen al campo a ganar, y los otros a pasar el rato o porque pasaban por allí por un toque de gracia de la fortuna. Y eso perdió a Alemania frente a Italia. Salieron al campo como ganadores antes de jugar el partido, y se olvidaron de que había que jugarlo, y de que Italia, aunque no sean un perfecto producto de ingenieria, juegan con su juego particular y en esta Eurocopa prometían desde el comienzo. Pero como vimos ayer, si se topan con el buen juego, pierden igual que los alemanes ante ellos. Así que la última semana oí con ganas los comentarios de los partidos en España, que hasta hacían gracia y que ante todo transmitían buen rollito, y no como los alemanes. Imagínense lo que comento arriba, más luego un análisis de un partido hecho por Oliver Kahn. Yo apagué la televisión en más de un caso.

Así que anoche me planté la camiseta de la selección para verlo, lo que jamás había hecho antes, y me lo pasé pipa viendo el partido, como pocas veces he hecho, pues otras veces ver fútbol para mí significa leer el periódico a la vez, o escribir en este blog. Pero ayer, al verlo además en España, y sin los comentaristas tan petardos alemanes, fue muy fácil concentrarse. Jugaron maravillosamente bien, y yo pensaba en lo que dirían los alemanes, que tendrían que reconocer por fin, que no están a la altura, por mucho que se lo crean. Que conste que yo, que no he logrado entender qué significa jugar como "un falso nueve" (y tampoco me interesa mucho, como lo del fuera de juego que aunque me lo han explicado varios hombres, sigo sin entenderlo), no soy la más adecuada para analizar el juego. Pero como para muchos otros que vimos el partido no se trata de entenderlo todo y analizarlo, sino de disfrutar, y en ese sentido los jugadores demostraron anoche lo grandes que son.

Lo que no entiendo es la fiesta interminable, pues para mí el partido terminó anoche, y con que dieran la llegada y algún evento especial, sería suficiente. He llegado a la conclusión de que a Pepe Reina se lo llevan a todos los campeonatos para la fiesta, pues yo no le he visto nunca entre los palos de la portería. Y de que por mucho que la gente pareciese en éxtasis en las calles, esta vez el efecto catatónico no será el mismo de las otras veces. Por mucho que digan, la alegría que han dado al país se da en un momento de amargura enorme, de parálisis, de estar estrellados contra una gran pared de ladrillo. Y por eso hasta creo que el baño de multitudes ha dejado más indiferente que las otras veces.

Cuando vuelva a Alemania tras las vacaciones volveré como triunfadora. No se pueden imaginar lo que una representa al vivir en el extranjero, para bien y para mal, y si bien en los últimos dos años me he imaginado lo duro que sería ser griego en Alemania, de la misma manera cada vez que pronunciaban la palabra rescate refiriéndose a Alemania yo me achicaba algo. Oiré comentarios sobre la victoria futbolística, y como otras veces, la gente me dirá que se merecieron ganar, por mucho que durante toda la Eurocopa los profesionales quisiesen convencer de lo contrario.