viernes, 25 de diciembre de 2015

Navidades imperfectas

La Nochebuena y la Navidad son las percepciones que tenemos del pasado unidas a las presentes. Hace poco les di en clase a mis alumnos una tarea para casa en la que tenían que escribir sobre sus últimas Navidades y sobre las de su infancia. Yo sólo veía gramática en esto: para las Navidades pasadas el indefinido (fui, hice, visité, celebré, comí) y para las de la infancia el pretérito imperfecto (iba, hacía, visitaba, celebraba, comía). La cosa se puso interesante cuando me leyeron sus textos sobre las Navidades de su infancia. Salieron algunos traumas de la niñez, como tener que comer carpas, algo que hacen muchas familias en Nochebuena, o de los poemas que tenían que recitar antes de recibir los regalos, o los que tenían que tocar el piano o algún otro instrumento, antes de recibir los mismos. Nos reímos un montón por todas estas cosas, y sacamos la conclusión que la Navidad es al fin y al cabo todas esas costumbres que nos marcan y de las que luego te puedes reír, y retirar de tu vida, o seguir incluyéndolas para siempre. 

Hay muchas formas de celebrar la Nochebuena, miles de menús posibles, con regalos como en Alemania, sin ellos como en España. Pero la Navidad al final somos nosotros, lo que llevamos dentro y que se suma Navidad a Navidad y lo que acumulamos el resto del año. Feliz Navidad a todos. Otra más, y nunca menos importante, porque todo queda para el recuerdo.

domingo, 20 de diciembre de 2015

A dormir tras las elecciones

He llegado a las vacaciones de Navidad con las energias al mínimo. Los profesores damos hasta la última gota de nuestro sudor hasta la última clase y todo a nuestro alrededor continúa hasta el final. Esta semana además, estuve pendiente de mis papeles de voto, que no me llegaron hasta el último momento. El lunes llamé a correos en Alemania con el número de envío que saqué de la página web del ministerio en España y me dijeron que la carta certificada había llegado a Alemania el domingo 13, cuando en internet vi que la habían enviado de España el día 30 de noviembre. La pregunta es cómo mis papeles para votar pudieron estar dos semanas en el nirvana electoral. Como hasta el martes no me los entregaron y además, por no estar en casa, hasta el miércoles no los tuve, eso me impidió votar por correo como he hecho siempre. Tuve que desplazarme al consulado a depositar mi voto en la urna allí instalada. Cuando le dije a la funcionaria que me habían llegado tarde los papeles, encima tuve que aguantar su comentario de que todo "iba en plazo". Pero si el plazo es que me llegaran demasiado tarde como para votar por correo, me siento estafada porque esos tres días que se podía votar en persona en el consulado podría no haberme sido posible llevarlo y de hecho fui sin tener tiempo.

Hasta ahora no me he creído ninguna de las teorias conspiratorias de que a los extranjeros se nos impide votar. Eso no es verdad ya que jamás me he quedado sin hacerlo. Muchos son tan torpes que no se registran en el consulado como resisdentes en el extranjero y luego llegan las elecciones y se preguntan por qué no pueden votar. Lo de esta vez, sin embargo, ha sido absolutamente innecesario, y me he preguntado estos días cuántos muchos otros habrán sufrido lo mismo y no habrán podido votar al quedarse los envíos de los papeles demasiado tiempo en correos en España. ¿Quiénes son los responsables de esto? ¿Nadie paga por estas cosas?

Con la mayoría de los votos escrutados sí que se puede decir que a pesar de que hayan ganado los mismos sí que ha habido un cambio que espero permitan que muchas de estas cosas no ocurran y otras mucho peores. Y de momento nos vamos los españoles a la cama sin saber quién va a gobernar. Yo pienso que ya es algo.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

A tomar por saco...

... las Olimpiadas. El domingo hubo en Hamburgo un referéndum para votar si los hamburgueses apoyaban una candidatura olímpica para el 2024. Yo voté por correo un par de semanas antes, con un "no" claro. No tuve que pensar mucho y marqué mi "no" con la alegría de que al menos aquí nos pregunten, y no como en Madrid, donde se tiraron millones en tres candidaduras olímpicas, y en la segunda además se hizo ese ridículo tan espantoso.

Y salió el no, por un 51,6 % de los votos, y un 48,4 % votó a favor. Yo sabía que iba a ganar el no. Aquí dio la cara el alcalde de Hamburgo semanas antes y presentó las cifras de los miles de millones que costaría el evento, los millones que cubriría el estado, y los muchísimos que quedarían por financiar, es decir, por mí y el resto de los contribuyentes. Los hamburgueses son comerciantes de toda la vida, y las cifras y las cuentas son algo muy importante. No sirven castillos en el aire de que si todas estas inversiones serían fructíferas para la ciudad, blabla. En Hamburgo la gente es realista, y tras conocerse la victoria del "no", me hicieron gracia las voces en las redes sociales que decían que qué maravilla que ahora tendríamos todos esos millones que "automáticamente" estarían destinados a las elecciones para otras cosas: escuelas, infraestructura para la ciudad, tapar agujeros en el asfalto, y muchas otras cosas más. Pero claro, ahora no se invertirá, claro, porque no es lo mismo.

Supe de los resultados recién regresé de Bruselas, con el espanto que me produjo ver coches militares por las calles, y soldados con metralletas por todos lados. Teniendo el mundo que nos hemos ganado a pulso, me temo que cada vez va a ser más difícil organizar eventos multitudinarios, por lo que supondrá tomar las medidas de seguridad pertinentes. Que se lleven las olimpiadas a otro lugar, que aquí no estamos tristes. Yo desde luego me sentí aliviada, y por suerte una mayoría también. Ya no se habla más del tema. Eso es algo que me gusta aquí, el pragmatismo de la gente. Algún que otro periódico que ha hecho campaña por el sí, nos quería meter mala conciendia el lunes, con el dedo levantado, como si Hamburgo fuese a perder tantas cosas. Yo no me lo creo. Esos millones no los emplearán para lo haría falta de verdad, pero al menos no nos engañan.