sábado, 29 de junio de 2013

Depresión meteorológica

Aunque me empeñe en que me debería dar igual, pues ya lo conozco, no es el caso. Se nos ha vuelto a colar otro verano-invierno y a mí este hecho me origina una depresión metereológica. Los síntomas son los mismos de siempre: cabreo supino al pensar en qué fechas estamos y sentirte helado todavía, mala leche cuando por todos los lados además te recuerdan, en anuncios, publicidad, revistas, que es verano, y te dan consejos de cómo disfrutarlo a tope. Para mí que suban las temperaturas y el resto va solo.

Digo todo esto porque he estado dos días en la isla de Sylt, una isla alemana en el Mar del Norte, y yo desde luego que no vuelvo. Me dejé llevar por un momento de debilidad, porque oyes aquí a cantidad de gente que te cuenta que van allí de vacaciones, o a otras islas o lugares de la costa alemana. Yo siempre he sido tajante y dicho que no me arriesgo; que si me dan garantía de buen tiempo iría, pero no así. Pero una sola vez me he dejado llevar y ha sido la primera además que tenía alojamiento allí, pues las otras veces había hecho solo excursiones de un día, lo cual era más arriesgado pues cogías un día con buen tiempo.

Pues la excepción me vuelve a confirmar mi regla. Yo no vuelvo. Ha estado diluviando todo el tiempo, con aires huracanados que no te permitían ni abrir el paraguas. La isla de Sylt es preciosa, pero como incluso mi hija dice, que ha acabado aborrecida tras ir tres veces con el colegio, el tiempo no te permite disfrutar de ella. Tiene paisajes que parecen lunares, dunas, y resulta muy idílica, pero de qué te sirve todo eso si no puedes ni bajarte del coche apenas. Pero más pena aún me daban las familias que han reservado allí sus vacaciones. Se veían a muchas, con niños muy pequeños. Y reservan una o dos semanas allí y se creen que eso son unas vacaciones "normales". Me pregunto qué hacen todo el día allí. Ah, que es muy sano curtirse con ese aire y respirar aire puro.

Pero es que vuelves a tu casa, y sigue lloviendo igual. Estamos a 15°C de máxima. Y esto es el verano de aquí, me digo. Más no hay. Si acaso el clima se equivocará y nos dará tres o cuatro días algo calurosos, y vuelta al frío y a la lluvia. Y mientras tanto ves lo puestísimo que está todo para el verano: terracitas, actividades en las ciudades, como hoy el desfile tecno en Hamburgo, en el que se habrán helado los participantes ligeros de ropa. En fin, que hoy me he tapado con mi mantita, y mientras veía las noticias en el telediario español sobre lo llenas que estaban las playas, me he dormido un ratito, porque aquí, pensaba yo hoy, casi podemos hibernar en verano, y salir de las madrigueras en invierno, que es cuando al menos te pones el chip de "esto es lo que hay" y tu vida diaria te copa toda tu atención. Pero ahora, encima de vacaciones, ...pensando en todo lo que podrías hacer si hiciese buen tiempo...

martes, 25 de junio de 2013

El poder de los idiomas

Ayer perdí algo de sueño por ver a trozos la rueda de prensa que dio Pep Guardiola en su presentación oficial en el Bayern München. Había leído algún titular o noticia sobre su alemán, y quise comprobarlo. Patidifusa me quedé. No solo se presentó en alemán sino que, más difícil todavía, respondió preguntas que le formulaban en el idioma germano. También le oi hablar italiano, que a mis oidos sonaba perfecto. No es un caso normal que un entrenador aprenda tan bien el idioma de su país de trabajo, aunque queden ejemplos como Cruyff.

Si uno se pone como lo ha hecho Guardiola, seis meses, dale que te pego, con una profesora particular, se aprende alemán, chino o lo que sea, y salvo aprender alemán y ver partidos del Bayern, ah, y cenar con Woody Allen, según le recordaron en una pregunta, no parece haber hecho mucho en su año sabático en Nueva York (quién pillara un año así). Pero no hay que quitarle su mérito y voluntad, pues hay que querer aprender un idioma, y hacerlo significa trabajo y tesón, por mucho que digan.

Yo pongo firmes a mis alumnos más de una vez recordándoles que yo no creo en el Espíritu Santo, y que incluso la gente que pilla los idiomas fácilmente, tiene que aprenderse verbos irregulares, vocabulario, y practicar un montón. Pero repito que la volutad es lo importante. No es solo ponerse, sino mantenerlo y continuar, y no tirar la toalla demasiado rápido, como hacen muchos.

Seguiré los progresos de Guardiola en su alemán con detenimiento. Los del Bayern no me interesan, pero sí los del idioma. Con eso se ganó ayer mucha simpatía en un país que no te regala nada de ella si no muestras esfuerzo. Pero, ¡cuántos alemanes hay que viven en Mallorca y otras partes de España sin apenas saber español! Puedes residir donde quieras o te dejen, pero si no hablas el idioma del país, vivirás en una burbuja y te perderás la esencia del lugar. Y luego hablan de problemas de integración de los inmigrantes sin estudios o en barrios marginales en Alemania. Los mismos barrios, pero guetos de lujo, los forman los alemanes en el extranjero y no aprenden el idioma tampoco. Yo lo viví a mi paso por Bruselas. La colonia alemana no estaba nada integrada en la vida belga, y lo hacían todo en alemán: médicos, clases para sus hijos, todo. Y a mí, que iba a clase de francés y neerlandés, me decían que no hacía falta, que con inglés podías vivir bien. Pero entendiendo la vida a tu alrededor vives mejor, añadía yo.

Aventuras en Mallorca de unas no-guiris

Ahora mismo hay dos niñas en Mallorca que van de guiris pero sin serlo. Están camufladas en un hotel a pie de playa en plan "vacaciones sol y playa y me da igual dónde esté con tal de que me hablen en alemán, faltaría más, que para eso pago". Esa es la mentalidad media del turista que reserva unas vacaciones así, pero ellas no representan la media alemana. Si acaso son medio turistas medio españolas, y eso explica que vean más allá. Van al supermercado y se escandalizan de que esté lleno de productos alemanes. Cuentan que en el bufé del hotel hay muchas comidas alemanas. También que en el hotel solo hay alemanes e ingleses. "¿Y españoles?", pregunto yo; "solo los camareros y el personal del hotel", me responde la que tiene 10 años con toda naturalidad. 

Los camareros les dicen que qué bien hablan español, que es una maravilla, pues tampoco parecen españolas; a tal extremo llevan su camuflaje. En las tiendas las tratan muy bien por hablar español. "Por mucho que compren, yo creo que están hartos de tantos turistas alemanes", me dice la de casi 13 años. 

Hoy se han acercado a Ballermann, el mítico bar en El Arenal conocido en toda Alemania, al que van los turistas alemanes "con clase" a beber sangría en cubos. Dicen que tampoco era para tanto; que estaba tranquila la cosa. Con la madre que tienen, que las ha llevado de día de paseo por St Pauli, tampoco se asustan facilmente, pues en la milla del pecado en Hamburgo se ve de todo, y hace poco vimos a un grupo bebiéndose "metros de cerveza": es un soporte de madera que mide un metro y que va lleno de vasos para compartir en grupo. Eran cuatro hombres jóvenes que ya llevaban dos metros...

La pequeña me ha dicho hoy que tiene ganas de irse al pueblo de su abuela, en Extremadura. Allí no hay playa pero la piscina es espectacular, y, aunque le guste mucho la playa y Mallorca, en el pueblo va de guiri auténtica y tampoco pasa nada. Debe ser eso, la sensación de ser uno mismo, y no un observador haciendo un trabajo de campo entre tanta sucedaneidad.

domingo, 23 de junio de 2013

El precio del cambio

Estupenda película la que vi anoche y que la mayoría ya habrá visto: "Un franco 14 pesetas". Había oído hablar de ella, y sabía de lo que iba más o menos, pero es una de esas películas que hay que ver y caer en su encanto, pues cada frase y cada escena no tiene desperdicio. La película narra la historia de dos españoles que se embarcan a la aventura de la inmigración en los años 1960 y que llegan en tren a un pueblo suizo para trabajar. Se muestran las dos culturas, la española y la suiza (podría ser la alemana también) con tal crudeza, para bien y para mal, que yo, que conozco muy bien ambas mentalidades no pude más que sentir sus peripecias como las mías propias. La sensación de que no vive nadie en esos lugares, el deseo de querer ir a pasear por la Gran Vía, los momentos de soledad y desarraigo, tanto en uno como en otro lugar. Al final no son de ninguna parte, y encima luchan contra la ignorancia y el miedo a lo desconocido, tanto en uno como en otro lugar.

Me resultó sorprendente la situación de la mujer en esos años, que no es otra que la que palpado en mi infancia con lo que veía o las historias que me contaban. Por una parte ellos se jactan de que su mujer no debe trabajar; por otra parte son ellas las que cortan el bacalao y toman las decisiones gordas: si se van, si vuelven, si regresan o no. Muchos alemanes siguen diciendo que España es un país de machitos en los que las mujeres están totalmente subyugadas. Yo siempre les digo que en ese machismo de antaño eran ellas las que administraban el dinero de la familia y las que, en muchos casos, tenían firme al marido. Y que hoy día, por mucho que digan, las mujeres españolas han avanzado más que las alemanas en el mundo laboral es algo que no digo yo por mi propia experiencia sino la propia OCDE cada año con sus datos. 

Una de las escenas más logradas de la película es cuando están de vuelta en España y tienen a unos albañiles en casa. Estos dicen a los recién regresados que como en España no se vive en ninguna parte. Yo he oído esa frase multitud de veces. La suele pronunciar quien no ha vivido jamás en ningún otro país o ni siquiera ha salido de viaje fuera. El chaval, infeliz por haber vuelto y verse metido por decisión de sus padres en un barrio de ladrillos y patios en los que no hay apenas luz le pregunta a su padre si a él le han tratado mal los suizos, a lo que éste responde que no. 

Si no han visto esta película, véanla, tan actual de nuevo por los muchos emigrantes que están saliendo ahora de España por la crisis. Son personas las que se van y las que regresan, y el desarraigo es el precio a pagar sobre todo al volver. Por eso muchos no hemos regresado, aunque nos tiren muchas cosas de España y no tengamos familia cerca, que es lo que peor se lleva; y porque nuestros hijos, como le pasa al chico de la película, son de ese país que un día fue extraño a sus padres. 

viernes, 21 de junio de 2013

A la isla de las islas

Hoy a comenzado el verano. Lo digo bien alto pues todavía, a las 11 de la noche se ve claridad en el cielo. Es un día que me pone algo melancólica pues a partir de hoy comenzaremos a perder luz del día para entrar en la noche tan larga que tenemos aquí a partir de octubre.

Pero no pensemos en ello sino en la de miles de turistas alemanes que van camino de las playas españolas. Hoy el aeropuerto estaba lleno y el vuelo a Mallorca iba hasta la bandera. Estos días salen infinitos vuelos a la isla favorita de los alemanes. Mis hijas ya han llegado allí y yo tengo curiosidad de que me narren sus aventuras vacacionales en España, que esta vez son a la manera alemana, y no a la manera auténtica como lo han hecho hasta ahora: en un barrio de lo más normal de Madrid, un pueblo extremeño sin más guiris que ellas, y playita con españoles, es decir, yendo en familia (grande), con sombrilla, nevera, y totalmente equipados. A los alemanes les llaman la atención los grupos familiares tan grandes que se ven en las playas españolas, de tres generaciones. Eso no se ve aquí. Y luego les sorprende que desaparezcan todos en bandada para irse a comer y a echarse la siesta.

Creo que mis hijas se van a encontrar en Mallorca con alguien que conozcan. Estos días me han narrado de chicos y chicas de sus respectivas clases que van para allá, y son muchísimos. Hoy me decía mi pequeña que no van a tener sitio en la playa para poner la toalla. No he querido asustarla con las historias que se cuentan de que los alemanes ponen a las ocho de la mañana las toallas en las tumbonas del hotel para reservarlas. Que comprueben ellas qué clichés son verdad o cuáles habladurías. Pero en el aeropuerto, ella misma me decía también toda guasona por algo que le hice una vez que ya me meterá en el asilo, ya... Se le notaba el despiporre que sentía al decirlo. Supongo que ella misma decía esto desde su perspectiva española aderezada con los esquemas de su vida alemana. Ella y su hermana se ríen muchas veces de las dos culturas, de lo muy diferentes que son. Por eso, qué mejor lugar para sentir lo que son que en Mallorca, donde mirarán extrañadas a sus compatriotas, y comprenderán a los habitantes de la isla, en su idioma y costumbres.

Qué ganas de oír las historias...

jueves, 20 de junio de 2013

Efecto discurso

Ayer fue el día más caluroso del año. Ya nos lo anunciaron por la mañana. Aquí es así: "Es hoy", te dicen, y te lo crees. El termómetro de mi coche marcaba 34° C y con la sensación de humedad tropical que tenemos aquí eso es muchísimo.

Obama sudó la camisa blanca pero bien, en su discurso con la Puerta de Brandemburgo detrás. Estuvo 24 horas en Berlín, en el día más caluroso. Las visitas de presidentes americanos siempre recuerdan en Alemania a la que hizo Kennedy y durante la cual pronunció aquella frase de "Ich bin en Berliner", 'soy un berlinés', que supuso un grito de libertad para los habitantes de la ciudad, que sufrían el aislamiento. 

Estos días se han cumplido 50 años de aquel discurso y la fecha de la visita parece estar escogida adrede, y ésta se ha realizado con unas medidas de seguridad que han dejado a la ciudad blindada; Obama ha pronunciado su discurso con un cristal delante; no ha visto ni oido las protestas contra Guantánamo en manifestaciones en otras partes de la ciudad. Como tampoco tenía tanto que decir, habló sobre una futura reducción de armas nucleares. Con eso seguro que quedaba bien, le debieron decir sus asesores. Nada de Guantánamo u otros temas de derechos humanos y sociales que interesan mucho más en Alemania (y en el mundo), o del control de datos en internet.

Tras un tormentón anoche que apaciguó la atmósfera tropical, hoy han vuelto a subir las temperaturas. Será el segundo día más caluroso, pues a tanto como ayer no llegaremos. Pero Obama ya se fue, y las palabritas e himnos resuenan en el aire, pero el efecto durará como lo poco que sabemos aquí que nos dura el verano de verdad.

martes, 18 de junio de 2013

Solo un nombre

¿Condiciona tu apellido tu forma de ser? Por supuesto que si te apellidas García hay poco que hacer, pero ¿qué ocurre si te apellidas Templanza o Feliz, como dos profesores de matemáticas que ha tenido mi hija hasta la fecha (¿casualidad que fuese esa asignatura también?). O ella tuvo también una compañera que se apellidaba "Sin preocupaciones". Lo peor es si las tienes con ese apellido.

Los nombres de las calles son curiosos también. Si vives en la calle General Martínez Campos, o calle Antonio López, poca cosa, salvo si sientes unas vibraciones u otras por ciertos personajes u otros. Pero en mi barrio de Madrid yo crecí al lado de la calle Alcatraz. Para la mayoría será una palabra hueca, pero quién sería el ocurrente que sugirió el nombre de esa isla y penal de San Francisco. Curiosos son los barrios nuevos con calles temáticas: o por países, o flores, o mujeres escritoras. Aquí en Alemania hay muchísimos nombres de calles con nombres de árboles y flores: calle de la amapola (no he visto ninguna aquí), del abedul, de los tilos. Viví una vez en un barrio en el que había muchos nombres de calles con lugares del Círculo Polar, y ya pensé que muy mal asunto... La mía por suerte era la del "Arroyo de los cisnes salvajes". Estaba en un lugar remoto de Hamburgo que antes debía ser eso, zona silvestre. Luego pasé a otra calle más céntrica y sin significado especial, con nombre, creo, de una de las familias que tenían los campos de esa zona. Luego viví en Bruselas en una calle con nombre y apellido de alguien, un tal Marcel que nunca supe quién fue.

A continuación pasé a vivir a una calle de nombre indescifrable, en el dialecto del alemán que se habla en el norte de Alemania, y que más se parece al holandés que al alemánn. Tardé tiempo en averiguar que significaba "Miseria en la lejanía". Me quedé muda cuando me enteré, pues para entonces ya era tarde. En ella viven muchas familias y gente de todo tipo, y no parece afectarles el nombre. Son familias muy preocupadas de que su seto esté perfecto, de que su coche de alta gama luzca bien a la puerta, de que sus hijos vayan al mejor colegio posible, y el suyo lo es, simplemente por ese hecho. El caso es que en el mismo barrio hay calles con nombres más aparentes, de las que me quedo con "Sendero del verano", o "Altura del sol". Pero lo del sendero es también algo peligroso. Aquí puedes ir por ese sendero buscando el verano, y no lo encontrarlo jamás. Al menos con la miseria ya sabes lo que tienes.

El otro día por fin la firma ante notario avaló el traspaso de miserias a otra familia. Lo curioso es que eran el prototipo de familia de la zona. Ahora vivo en el "Dique del molino del concejo", así que poco puede pasar. Mis vecinos son de lo más variopinto. A la izquierda vive un pastor protestante jubilado, con su hija, también "pastora" y a la derecha un matrimonio que deben ser la enciclopedia del barrio y la zona. Él nació en este inmueble, en el que vivían ya sus abuelos y no ha vivido jamás en ningún otro sitio: ni bloque, ni portal, ni calle, ni ciudad, ni país. Aquí lleva toda su vida, y la de antes, viendo pasar todas sus edades, ahora la jubilación. A mí me sorprende la gente así, y me pregunto si es el secreto para estar siempre feliz. No conoces otra cosa, entonces no anhelas nada, simple fórmula.

Yo sin embargo me quedo con todas mis calles y experiencias, incluso con las malas, porque si no habría llegado adonde estoy ahora. Todos tenemos cosas en nuestras vidas de las que pensamos que hubiese sido mejor no experimentarlas. Pero si miras atrás, hasta lo malo tiene algo bueno; yo al menos trato de creérmelo, aunque a veces me falte fe para ello. Yo todavía estoy tratando de definir las conclusiones, pero creo que están ahíi, en el hecho de estar en mi nueva vida, que hay que limar y pulir un poco, pero que es más que satisfactoria. Los nombres y las calles son casualidad, pero no lo que tú hagas de ello todos ellos, y si alguno no te gusta, firmas o "desfirmas", tampoco es para tanto.

jueves, 13 de junio de 2013

Final de curso a niveles 5

Mi hija pequeña me controla los huevos que compro. Los que compré el otro día en el supermercado no debo comprarlos más, me dijo ayer, pues llevan el código 5, que quiere decir, como ella misma me explicó haciendo gestos con sus manos, una jaula "así de pequeña" para un montón de pollos. Es el riesgo de tener un hijo alemán, que te mete mala conciencia ecológica a la primera de turno.

También, por suerte, tienen conciencia ante la que tiene montada su madre estos días entre conciertos con la clase de música, fiestas en el instituto, en la escuela primaria, y a todos los lados hay que llevar algo. Una tortillita, una ensaladilla rusa, ... al final tiro de mis recetas de siempre, que además transmiten felicidad, y ahora explico por qué. Ayer, la supertortilla gigante desapareció en nada, y eso que la hice con los huevos "estresados", y muchos padres y madres de la clase del instituto vinieron a mí como sospechosa principal de haberla hecho, para decirme lo que les gustaba y que les recordaba a las vacaciones, a España, al bar al que van siempre en su lugar de vacaciones. En esos momentos se me olvida que un par de horas antes yo andaba corre que te corre para hacer la dichosa tortilla.

Estos días de final de curso los horarios de los colegios son un pitorreo. La mayor me aparece a las doce y media o a la una, la otra sale también un día a una hora y otro a otra. Y yo pendiente para ir a recogerla cuando toca. Como para hacer planes. Esto en Alemania es extremo. Madres a final de curso, y creo que esto es ya internacional, con los efectos de la "globalización" de que los padres de hoy día hemos de ser más padres que los nuestros. Ellos no iban a tantos fregados como nos organizan hoy día a nosotros. A mí me deberían poner como mínimo el código 5, y no soy la única. 

lunes, 10 de junio de 2013

Desbordada

El otro día me dijeron, con razón, que el nombre de los ríos que pasan por ciertas localidades sí que van incluidos en los nombres de las mismas en España, como por ejemplo Aranda de Duero. Por supuesto que es el caso, y hay más, pero yo me refería a la ubicuidad que expresa en sí misma la preposición an, que indica que algo está situado 'al lado de' o 'al borde de'. Mientras que el 'de' es como un apellido. Es que los que nos dedicamos a esto de las lenguas nos pasamos en cuanto a puntillosos a la hora de diferenciar entre los idiomas. 

He tardado 4 días en añadir esto a la entrada anterior, no por falta de ganas sino porque me estoy desbordada, como el Elba y el Danubio. El final de curso es algo agotador: se acumulan eventos, ensayos, conciertos, despedidas, y yo voy de un lado para otro sin saber ya ni lo que toca. Hoy iba pensando mientra conducía los múltiples de kilómetros que hago cada día sin salir de la ciudad o de apenas dos o tres barrios, que antes tenía la sensación de rebosar ideas y era sentarme y me salían palabras y frases sin pensar. Ahora ya no tiempo tengo ni para pensar, y es una lástima pues ideas sigo teniendo, pero me parece que están más tapadas que nunca y la creatividad se encuentra hivernando. 

Como siempre hay que echarle la culpa a alguien o algo ahora espero que se acabe el curso para volver a rescatar mis proyectos de escritura. Siempre me da la sensación de que para cuando yo quiera hacer algo con lo mío alguien lo va a haber publicado ya. También me encantan esas entrevistas con gente que ha logrado algo importante en la vida y dice que si te propones algo seriamente lo consigues. No sé si yo soy muy incrédula o estoy a vuelta de todo, pero me siento estafada ante tanto éxito tan planificado porque yo, por más que planifico no consigo ni la mitad de lo que me gustaría porque la vida diaria no da para más, ni más ni menos. Proponerse cosas está muy bien pero su realización no va acorde a veces ni con el ahinco con el que lo hagas. 

Así que disculpen si estoy desbordada. Son muchas cosas y no es fácil cambiar de vida, aunque sea lo que desees. Al final con unas decisiones aparcas otras. Yo quiero pensar que es un estacionamiento, y que como mi coche, es cuestión de agarrarlas y seguir por mi camino. Por eso tengan paciencia conmigo. Yo sé que muchos miran a menudo si hay algo nuevo en este blog y aseguro que cuando no lo hay es porque últimamente el blog es una de las múltiples cosas a las que no llego. Pero me propongo seguir llegando. Como los ríos que se han tragado a las ciudades a sus orillas a su paso, yo también volveré a mi cauce.


viernes, 7 de junio de 2013

A orillas de ...

Media Alemania está inundada y la otra media disfrutando del sol, buen tiempo, y temperaturas más que decentes, por fin. Yo estoy en el segundo grupo, por suerte, y vemos esas imágenes en la televisión de gente retirando agua de sus casas y parece increíble. Pero con todo lo que ha caído el mes de mayo, se han desbordado los ríos. Al norte de Alemania llegará la crecida del río Elba este fin de semana y van a evacuar este domingo un pueblecito muy pintoresco que hay cerca de Hamburgo.

Y es que aquí, vivir am, es decir al lado de un río, es muy peligroso. En mis clases de español siempre consigo que se rían mis alumnos cuando me preguntan que cómo se traduce esa preposición tan utilizada en los topónimos. Muchos nombres de ciudades y pueblos de Alemania va acompañados de una descripción con la preposición "an + artículo", como en Hamburg an der Elbe, o algunos incluso incluyen el río en el nombre, por ejemplo, Limburg an der Lahn, o en casos como Frankfurt am Main, para distinguirlo del otro Frankfurt an der Oder, que está en la frontera con Polonia, y al ladito del río Oder.

Y me piden traducir esa preposición. Y yo les digo que para nosotros los ríos no son tan importantes. Que salvo el Guadalquivir, y no todo, no son navegables, y que el más aparente es el Ebro, y que por eso nosotros no le damos tanta importancia a los ríos. Es más, si pienso ahora, nosotros decimos que el Tajo pasa por Toledo, por ejemplo, y el Pisuerga por Valladolid. Pero aquí dicen que tal ciudad está "lindando con" tal río. Es la ciudad la que se beneficia del "efecto río", por llamarlo de alguna manera. Es como si dijésemos "Madrid a orillas del Manzanares".

Pero claro, vienen las lluvias de este mes mayo que nos robaron, como el carro, y poca gracia le hace ahora a la gente vivir "a orillas de". Pero eso a la gente de este país, tierra de bosques y ríos, se les olvida rápido. Y yo, que tengo un río ahora a mi puerta, y veo que un poco más allá están arreglando la esclusa con fondos de la Unión Europea, estoy muy tranquila, pues no es ni Elba ni el Danubio. Aunque por suerte está bajo y a unos cuantos metros, y yo vivo en un primero...

martes, 4 de junio de 2013

Improvisando

A veces no sé ya ni en qué día vivo. Da igual que sea enero o junio, siempre tengo alguna liada por el poco fiable sistema escolar aquí. En teoría mi hija pequeña sale del cole los lunes y los martes a la una y media en vez de a la una, pero ayer y hoy, sin previa información a los padres, me la han soltado a la una. Y mañana la otra no tiene cole. Aquí, cuando en el instituto hacen los exámenes finales del último grado, cierran el cole ese día o esos días y se dedican solo a los alumnos a los que atañe la cuestión. El resto en casita. 

Así que volví ayer de mi visita sorpresa a Madrid, recordando colegios en los que los niños salen a las 5 de la tarde, pues fui dos tardes de acompañante a recoger niños. El panorama es completamente diferente delante de un colegio alemán, ya que aquí no hay jamás tanto adulto esperando. Hay unos pocos y no el tumulto que se organiza en España. Aquí los niños van y vuelven solos ya con seis años, algo que sigo sin comprender. Que les pongan deberes es nocivo pero eso no. También me encontré a mi vuelta con una competición deportiva en el cole de mi hija pequeña en lo que lo importante no es participar, sino que no te vuelvan a dar por cuarto año consecutivo un papelito que avala que has participado pero que no reconoce ningún mérito deportivo de nada y que vuelve a mosquear al crío.

También me encontré con que por segunda vez me han vuelto a cancelar una firma ante notario. Vender una casa no es fácil, y la gente no es formal ni aquí ni en ninguna parte. Uno no está obligado a comprar si no quiere, pero si dos veces esperas a menos de 24 horas para cancelar la cita alegando  motivos extraños, al final te sientes estafado, en Alemania o en Japón. 

Si al menos todavía tienes muy presente lo bien que te lo has pasado en un fin de semana tan diferente, cuando todavía hay curso con las tonterías habituales; o también el equipo de tu padre ha subido a Segunda B, tras 71 años en la liga regional y has ido con toda la familia para verlo; si has disfrutado mucho en una mañana en la Feria del Libro de Madrid, y si te has llevado un par de buenos libros y con firma y has hablado con los autores; y si el motivo verdadero, que fue un 70 cumpleaños, resultó ser un estupendo día de fútbol y comida familiar en la sierra, vuelves con la sensación de que la rutina está muy bien para saber que lo importarte no es eso ni tampoco el cabrearte por tantas tonterías sino esos momentos únicos e irremplazables. Hay que hacer cosas "raras" para saber que lo raro es si no las haces, porque vivir es fácil, pero sobrevivir no.

sábado, 1 de junio de 2013

Sorpresas

Estoy en Madrid y ya se desveló el secreto. Me vine el jueves, a darle una sorpresa a mi madre por su 70 cumpleaños, que es mañana. Me dejé a Hamburgo diluviando y me recibió un soleadísimo Madrid. Aquí dicen que la primavera está siendo mala. No es que no me lo crea pero la mía en el norte ha sido peor.

Con ayuda de mis sobrinos hicimos ayer "magia" y salí yo, y mi madre, que no sabía nada, pegó un grito. La magia es la de coger un avión por obra y gracia de una tarjeta de crédito. Ahora que vivo al ladito del aeropuerto, debería hacerlo más a menudo, pero la cuenta no se llena por arte de magia. 

El chico que iba a mi lado en el avión me dijo que va una vez a la semana a un encuentro que hay de extranjeros en Hamburgo. Me dijo que los españoles son los más disciplinados, los más trabajadores. Como el que lo decía era alemán, me lo creí. También me dijo que por mi acento cuando le pedí las bebidas a la azafata, se pensó que yo era suiza, pero nunca española. La cuenta en Suiza tampoco la tengo.

De nuevo no oigo más que noticias negativas aquí: emigración juvenil, hospitales sin papel higiénico, sueldos que siguen bajando. También vi el otro día en el Carrefour que la compra no es más barata; fruta, carne y pescado sí, pero el resto no. 

Sin embargo subrayo el hecho de que siga habiendo exposiciones gratuitas. Ayer tuve el placer de visitar un lujo de exposición. En la Biblioteca Nacional hay una sobre las caricaturas políticas de la Transición, con tiras y páginas de humor de los muchísimos genios que tenemos del humor inteligente. Forges no podía faltar, tampoco Chumy Chúmez, Peridis, el Roto y muchos otros. Y Algunos dibujos han recobrado actualidad, como las caricaturas con las que les dejo.