martes, 31 de enero de 2012

Y las imágenes


¿Estará por aquí Harry Potter?

A Edimburgo se le llama la Atenas del norte.

En una ciudad con tantos niveles de alturas, hay muchos puentes
La última gota que tomaban los reos antes de ser ahorcados.
 
La ciudad está construida en diferentes niveles.

 
Vistas desde el castillo


El castillo, donde fue coronada Mary, la reina de los escoceses.

lunes, 30 de enero de 2012

Resaca escocesa

Estoy con resaca, y no me he tomado ni un solo whisky escocés. Pero me siento embriagada de sensaciones, en el buen sentido de la palabra, y por eso hoy voy algo lenta, dejando que reposen las muchas impresiones que me he llevado de mi visita a Edimburgo, y mi primera vez en Escocia. Pertenece al Reino Unido, pero la impresión es que el país está más desunido de lo que parece, y son británicos pero no ingleses y ante todo escoceses. A mí ya me la dieron cuando cambié dinero, o mejor dicho, yo misma, con mi ignorancia no acerté: en el aeropuerto de Hamburgo, antes de salir, pedí libras, y no fue hasta mi llegada cuando mi amiga acompañante de viaje me dijo que en Escocia tienen libras escocesas, y no las esterlinas. Mi susto no fue para tanto luego, cuando comprobé que las aceptan sin ningún problema y no les hacen asco a ningún billete con la reina de Inglaterra en ellos. Y ahora he leído que simplemente los imprimen los bancos de Escocia. Será una manera de contentarles algo.

Pero precisamente ésa es la cuestión: el qué sabemos de Escocia. Por supuesto que se vienen a la mente los clichés, como con cada país o región que exporta su imagen: los dibujos a cuadros de las faldas escocesas, las gaitas, el whisky, las galletas shortbread, lo celta, y quizá las luchas inmortalizadas por la película Braveheart, la reina Mary, María Estuardo, coronada cuando era bebé, y decapitada con 45 años por traición a la corona, y el monstruo del lago Ness. De Edimburgo hemos oído hablar de su festival de verano, donde hay actuaciones por todas partes y la ciudad se transforma en un escenario. Por lo visto en esas fechas dobla su población, con los turistas.

Y por eso he vuelto cargada de sensaciones múltiples, pues es mucho más. Edimburgo es una ciudad literaria, la primera con el título de la Unesco, de cuya existencia yo no sabía. Es la ciudad de Robert Louis Stevenson, el de Dr. Jeckyll y Mr Hyde o La isla del Tesoro, entre muchas otras obras, y es la ciudad de J.K. Rowling, que escribió Harry Potter en varios de sus cafés. Harry Potter parece estar en algunas de las casonas que parecen castillos, pero más piensa uno en los mundos sórdidos de Dr. Jeckyll o en los de Dickens. La ciudad parece un escenario de esas obras, con callejones entre las casas. De hecho hay visitas guiadas por esos mundos subterráneos o escondidos, de los que preferimos mantenernos alejadas. Debieron ser bastante brutos los escoceses: entre los lugares para ahorcamiento, pubs llamados "La última gota", y todo lo militaria, cuya parafernalia ahora venden como algo turístico, pues los cañones del castillo arriba siguen apuntando en todas direcciones, y si los acompañaban del sonido de gaitas en sus ataques el ruido "escocés" debía ser ensordecedor. Como turista llega un momento en el que tienes el sonido de las gaitas en mente todo el rato, y no sabes si es porque las tiendas de souvenirs la tienen como música de fondo o porque la ciudad suena así. De vez en cuando ves a algún hombre con la falda escocesa, y yo siempre pensaba en si se les volase, pues por lo visto no llevan nada debajo... pero hasta la falda mantiene su forma. La gente es muy amable, y a los españoles nos miran con buenos ojos. Parecen cercanos, y la imagen más graciosa fue la de un pub con música en vivo, donde había unos cuantos abueletes cantando mientras bebían. Los pubs parecen ese lugar de encuentro desde que nacen hasta que se van de este mundo con pleno orgullo de ser escoceses.

No sé si es casualidad que justo la semana pasada el gobierno escocés anunciase un referéndum para el 2014, con el que quieren lograr su independencia y desunir el reino. El gobierno de Londres ya les ha dicho que no se emocionen, y que salga lo que salga, no será vinculante el resultado. Pero ahí están, con su oveja Dolly y otros personajes que forman parte de la National Portrait Gallery, un museo de pintura y fotografía dedicado a todos los escoceses ilustres, desde tiempos memorables hasta a los actuales, como Sean Connery o Susan Boyle, que ganó la Operación Triunfo británica cantando como los ángeles, y demostrando que la apariencia no es lo que importa. La colección de escoceses sorprende en ese museo tan bonito y curioso, porque demuestra que muchos de los personajes que conocemos como ingleses, no se sienten como tales. Desde luego que pudieron clonar a una oveja, pero a sí mismos no se pueden clonar pues son únicos. Estoy segura de que volveré, pues Edimburgo es tan solo la capital, y queda mucho por descubrir de un país que no lo es. Es una ciudad sorprendentemente barata en comparación con Londres y otros lugares de Inglaterra, se come mejor que la fama que tiene la comida inglesa, los capuccinos son los más grandes que me he tomado hasta ahora, y los gin tonics a tres libras no están nada mal. Me ha sorprendido no haber hecho tantas fotos como en otros viajes, pero no es una ciudad llena de monumentos, sino que la ciudad es un monumento en sí, pero sin ser un escenario, como algunas otras demasiado turísticas. Por eso vengo cargada de impresiones que no sé si serán palpables en estas líneas, pero por si acaso, publicaré también algunas fotos, porque hoy he visto que plasman mejor de lo que me creía lo mucho que trasmite la ciudad.

viernes, 27 de enero de 2012

Destinos exóticos

Escribo de Madagascar como podría hacerlo de cualquier otro sitio exótico. Madagascar es ese lugar que de repente se me ha instalado en la mente y al que he decidido que me gustaría ir, simplemente por un árbol. Me gustan los baobabs, y no lo sabía hasta hace un año. Me gusta lo seco, y es un árbol que lo parece, sin hojas, y me encantan las leyendas que explican lo inexplicable, o lo que es porque sí, y no hay ni que cuestionarse. Cuenta la leyenda que Dios se enfadó con el insaciable baobab, porque almacenaba más agua que otros árboles, y como castigo lo sacó de la tierra, y lo puso raíces arriba, que desde ese día pasaron a formar la corona de este árbol, y justo ése es el aspecto del baobab. El año pasado vi por primera vez uno, y no recuerdo dónde fue (creo que debo ir a Madagascar antes de que el paso de los años me hagan olvidar por qué quería ir a Madagascar), pero sí que recuerdo haberles dicho a mis hijas: "mirad, un baobab, el primero que veo en mi vida".

Y hace poco me cayó en las manos en el suplemento de viajes del periódico local un artículo sobre esa isla africana y hablaban de ese país y de su naturaleza y de los baobabs, y me entraron ganas. No sé si iré jamás, y de hecho lo dudo, pero ahí queda el propósito, de la misma manera que me gustaría ir alguna vez a Japón o a China. Admito que soy sobre todo viajera europea, y nada aventurera, y hasta ahora, y salvo EE.UU., no he pisado países lejanos, pero todo es cuestión de ponerse. Recomiendan vacunarse contra la malaria para ir a Madagascar, y eso, junto con el vuelo de 16 horas, es lo que me espanta. Las temperaturas medias anuales de 25°C compensarían en cualquier caso.

Quizá me atraen esas fotos de árboles secos, los tonos dorados al sol, esa imagen que me parece muy exótica, acostumbrada como estoy a ver árboles frondosos de mayo a octubre, y abetos todo el año. Verde y más verde, y por contraste a esa imagen de Madagascar con el cielo azul, y los colores cálidos del atardecer. Viajar es algo maravilloso, y es muy fácil desplazarse con la mente a mundos lejanos y exóticos, e inalcanzables en muchos casos. Eso es también viajar, sentir la llamada de lo lejano, y tratar de imaginarnos las sensaciones que se podrán vivir allí. Y pienso en la Avenida de los Baobabs, cuya existencia desconocía hasta hace nada, como símbolo de esos muchos sitios maravillosos del mundo que nos perdemos.

Ahora mismo aquí está nevando, la primera nevada de este invierno tan normalito, y a punto estoy de subirme a un avión, hoy hacia un destino nuevo para mí en Europa. No tiene baoabs, pero sí hombres que llevan faldas sin nada debajo. ¡Si no es exotismo eso!

jueves, 26 de enero de 2012

¿No?

Camps absuelto, y Garzón en el banquillo. Así de incomprensible es la justicia a veces. Me duele España, utilizando la frase de Unamuno, más de lo que pudiese parecer por mi lejanía, o precisamente por eso. Me duele porque un veredicto así da la razón a la cultura del choriceo, de utilizar ciertos puestos para sacar tajada, y encima salir impune de ello. Un jurado popular (será en el doble sentido de la palabra) le ha absuelto por no considerar probados los hechos. Se trató de no meter la política en el jucio, pero al dirigirse a sus "conciudadanos" miembros del jurado, Camps apeló a que las urnas habían demostrado su inocencia. Ni grabaciones, ni facturas de los trajes, ni que haya dos imputados por el caso, ni un gobierno regional arruinado, ni el vacio que el mismo PP le ha hecho en alguna ocasión, han sido suficientes para condenarle. Las declaraciones chulescas de Cospedal anoche diciendo que ahora hay que rehabilitar el honor de Camps me parecen fuera de lugar. Si se va de rositas, que al menos se callen ahora, y no se regodeen en ello. Eso es España, la chulería de la afrenta y el insulto, y el hacer política dividiendo y atacando. Recuerdo de nuevo que el caso Gürtel no son solo 12 trajes, y que el que la destapó está siendo juzgado ahora en otra causa. Ahora que condenen a Garzón y entonces Camps y sus correligionarios y los que se embolsaron el dinero de la trama Gürtel se reirán a carcajadas de lo justo que es el mundo, pues la memoria histórica que no la toquen tampoco, pues bien histórica es, ¿no?

Pero todo esto podría acabar explotándole en la cara a Rajoy, que dejó caer a Camps cuando hacerle demasiado la corte suponía un obstáculo hacia su meta. La "moral" acecha por todas partes, y de la misma manera ahora mismo los obispos pretenden que el gobierno del PP acate los cánones establecidos y critican, por ejemplo, que Soraya Sáez de Santamaría sea la persona adecuada para echar el pregón por la Semana Santa en Valladolid cuando no está casada por la iglesia, como Cospedal fue criticada anteriormente por su hijo fuera del matrimonio; a lo mejor con la mantilla trató de rehabilitarse. Ahora Camps volverá, y reclamará su lugar en la política, porque es inocente, ¿no? ¿No lo decían las urnas y ahora un jurado popular?

Las urnas no avalan nada, como hemos visto en el caso valenciano, y sigo pensando que la gente tiene lo que se merece como guías y dirigentes morales, pero lo malo de esto es que cualquier corrupto con menos influencias sería juzgado con virulencia y obligado a pagar, moralmente también, frente a los suyos y la sociedad. Pero si la inocencia se gana a pesar de las pruebas en base a un nombre o con guiños a los conciudadanos, y se saca tajada con la aprobación de la sociedad, qué podremos esperar del caso Urdangarín, en el que como supimos ayer no queda demostrado que la infanta supiese de los tejemanejes de su marido (¡pero si estaba registrada en las empresas!, y parece no haberse preguntado de dónde venían tantos millones). Absolver a Camps es como decir que no pasa nada, que cualquiera puede cometer un error, y que probablemente no haya hecho nada "inhumano", pues todos podríamos caer en la tentación dadas las circunstancias, ¿no?

miércoles, 25 de enero de 2012

Tropiezos: pasado y futuro

En Hamburgo hay desde 2002 unos adoquines dorados en algunas aceras, que indican dónde vivieron muchas personas que fueron deportadas y asesinadas por el nacionalsocialismo. El latón brillante del suelo llama la atención y yo me he parado a menudo a leer la inscripción, que incluye la fecha de nacimiento, y cuándo y dónde fueron asesinados. La idea es del artista de Colonia Gunter Demnig que desde 1995 recuerda a las víctimas del nacionalsocialismo, no solo en Alemania, sino ya también en Austria y Holanda. Las piedras miden 10 x 10 x 10, están hechas de cemento y cubiertas con una placa de latón, que es lo que llama la atención en las grises aceras, y por eso se llaman Stolpersteine, 'piedras para tropezar'. En Hamburgo recuerdan más de 3000 piedras a las personas asesinadas .

Si digo ahora que esto tiene ahora conexión con el mundo de Apple, parecerá raro, pero los smartphones han revolucionado el mundo con sus aplicaciones haciendo posible casi todo. Como estos días estoy viendo noticias sobre las cifras de ventas de Apple, que siguen disparadas tras el fallecimiento de su fundador, Steve Jobs, lo que no pretendo hacer publicidad, y menos gratis, pero permítanme que mencione la existencia de una aplicación que demuestra que el futuro ya está aquí, y junto con la técnica, si es bien usada, nos servirán para abrir nuestras mentes y no cerrarlas a lo desagradable del pasado y tenerlo siempre presente.

La central para la educación histórica de Hamburgo ha creado una aplicación para el iPhone que guía de adoquín a adoquín conmemorativo en los los diferentes barrios donde están situadas, indica además camino más corto de uno a otro, e incluye biografías y fotos de las víctimas. Porque como dice el lema de la aplicación "Muertos están solo los que uno olvida". La aplicación es gratis, y se puede bajar del App Store. Yo acabo de hacerlo, y la usaré la próxima vez que camine sobre alguno de estos adoquines. No está mal tropezar de vez en cuando, porque recordemos aquello de que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, y debemos aprender y aplicar las lecciones de la historia.

lunes, 23 de enero de 2012

Los mil y un St. Paulis

Me encanta St. Pauli, y creo que eso está claro. Y cada vez me gusta más. Quizá sea porque cada vez que voy descubro algo nuevo en ese lugar de diversión y pecado, donde todo es posible. O porque me gusta llevar la contraria a los muchos que piensan en Hamburgo que ahí no se puede ni ir, que es un lugar muy peligroso, con gentes pecaminosas, y mundos sórdidos. Todo eso lo hay, pero los pecados los hay en todas partes, pero hay mucho más, y no ir, viviendo en Hamburgo, de vez en cuando a respirar el aire del barrio más canalla, es perderse la esencia de la ciudad que no es solo barquitos idílicos en el lago Alster y los barrios burgueses y señoriales de su alrededor.

Y el sábado noche retorné a la noche "saktpauliana", donde no había estado en muchos meses, y como necesito material nuevo para mis pesquisas, acompañada de un gran amigo mío con el que descubro St. Pauli desde hace años, le dije que quería ir a sitios nuevos, y donde jamás me adentraría sola, ya que St. Pauli es también el barrio al que se va a "pescar", por llamarlo de alguna manera, y yo no tengo necesidad de llamar la atención sola en la barra de un bar.

Por eso comenzamos con un lugar del que leí no hace tanto (yo y mis lecturas que tanta curiosidad me despiertan), y cuya entrada muestra las piernas abiertas de una mujer diciendo "entrad, adelante". Zur Ritze es un antiguo lugar de entrenamiento de boxeo, en el que entrenan boxeadores conocidos. El ring que está en el sótano, no se ve, aunque la próxima vez que vaya pienso preguntar, por mi curiosidad innata, pero sí que es un bar simpático de gente normal, muchos siguiendo un partido de balonmano a gritos, como si fuese un Barcelona-Madrid de fútbol. En las paredes imágenes del dueño del local, ya fallecido, con gente famosa del boxeo y otros (recordemos que en Hamburgo viven los hermanos Klitschko, los ucranios campeones del mundo).

Después continuamos a un sitio donde el glamour sería lo opuesto, Zum goldenen Handschuh. La imagen era algo triste al ver a algún borracho que sería habitual del lugar, y sobre todo a mucha gente sola, haciéndose compañía unos a otros. Cuando mi amigo me contó que ése fue el escenario donde un criminal elegía a prostitutas a las que luego descuartizaba, traté de verlo con naturalidad, pero me dio un buen escalofrío al pensarlo.

Despues quisimos ir a Indra, que fue el lugar donde los Beatles estuvieron tocando en Hamburgo justo antes de saltar a la fama. La entrada de 15 € solo por pisar el local lo impidió. Para los que son culo de mal asiento en una noche de copas, pagar esa cantidad para que luego no nos guste e irnos enseguida, es como para pensárselo. Otro día entraré, por curiosidad, pero con más tiempo. Seguimos luego por la calle Grosse Freiheit, la "gran libertad", que hace alusión a la libertad religiosa que imperaba en St. Pauli en épocas en las que no era lo normal, y la libertad hoy día no es religiosa sino que se palpa al pasar por los muchos clubs. Como soy buena persona, le dije a mi amigo que mirase arriba, al primer piso. En tres ventanas abiertas, había tres perfectos traseros bailando. Se alegró, pues no los había visto, dijo. Luego fuimos al lado opuesto de la calle Reeperbahn y allí fuimos a un bar de rockabilly, la música, la estética todo. Gente agradable, y buen ambiente. A continuación fuimos a lo más subversivo del barrio, la parte de los "okupas", algo más calmados hoy día, pero cuando yo llegué a Hamburgo en el año 90 la guerra en la calle en la que ocuparon edificios, la Hafenstraße, estaba en su peor apogeo y escalación, y el lugar queda como testigo de lo que fueron y siguen siendo esas calles en cuanto a su "religión". Era un antro oscurísimo, pintadísimo de rayajos, pósters y pegatinas subversivas, y público variopinto: punkies y tribus similares. Los precios eran los más civilizados de la noche: 2 € una cerveza. Justo en ese momento me salió el orgullo de tía, y saqué mi iphone para enseñarle a mi amigo fotos de mis sobrinos, y él me dijo que lo guardase, que no era el lugar... y efectivamente, no pude elegir peor lugar para sacarlo, donde podría ser considerado un aparato subversivo y capitalista.

Luego entramos en un lugar desconocido para ambos, y que por estar algo escondido prometía sensaciones nuevas. Resultó ser un lugar decorado estilo Hawaii, y donde lo más exótico eran las mujeres entradas en años que servían, toda tatuadas, pero por lo demás era de lo más normalito. Para más inri nos hicieron una foto, que han publicado hoy en la página web del local y en facebook. Uno gritó cuando le fueron a hacer la foto: "A mí no, que estoy de baja...". Como para hacer algo ilícito hoy día. Al día siguiente estás en facebook para toda la humanidad, como yo, pero yo estaba legalmente por ahí.

Y para terminar un sitio llamado Burlesque en el que se baila striptease en ese estilo de los años 20, con bailes picantes, con plumas y la estética burlesque que ha puesto de moda otra vez Dita von Teese . Los 5 € de la entrada nos permitieron ver un bailecito sin consumir nada, pues no nos entraba ya ni una gota ni de agua, y seguro que vuelvo a ese sitio, pues me hizo gracia.

Eso fue una noche de St. Pauli distinta a otras en las que siempre voy a los mismos lugares, pero la zona da para miles de visitas posibles. Los montones de masas humanas que la toman viernes y sábados no pueden equivocarse. Hay St. Pauli para todos los gustos.

domingo, 22 de enero de 2012

La norma climática de Hamburgo

Si yo no hablo del tiempo es porque todo va viento en popa. No quiere eso decir que haga buen tiempo, sino simplemente que se cumplen las expectativas. Del invierno aquí no espero nada, y una vez que me mentalizo en noviembre de que empieza lo malo, no me cambio el chip hasta abril, que es cuando espero que empiece la primavera y es ahí, de abril a octubre, cuando me afecta que siga lloviendo y no veamos el sol, o no haya verano, y es cuando me quejo. El resto está asumido.

Por eso, este mes está siendo como marcan los cánones hamburgueses. Alguien me comentó el otro día en una de mis clases, ya no recuerdo ni cuál fue, pues la semana ha sido toda igual y espantosa de lluvia, que solamente ese día estaba lloviendo en Hamburgo más que en cualquier parte de toda Europa. Yo dije que me lo creía, absolutamente, que llevo demasiada experiencia aquí sobre mis hombros, como para dudar del dato.

Y sin embargo hoy toca hablar del tiempo precisamente por eso: porque este año todo es de lo más normal, por mucho que los románticos soñadores de inviernos siberianos se piensen que lo de ahora es lo extraño, y que los dos inviernos pasados, que fueron terroríficos, fueron lo habitual. Justo hace poco lancé la pregunta en mis clases, que utilizo como barómetro sobre la opinión pública alemana, como con el tema de Wulff, el Presidente, que parece que se mantendrá, aunque la mayoría piense que debe dimitir. Les pregunté que cómo era el tiempo ese día y si se correspondía a esta época del año. Y me dijeron lo que yo esperaba: que noooooooooooooo, que eso (lluvia constante durante días) no es lo normal, y que las temperaturas eran relativamente suaves para la época. Pero había dos realistas en la clase, que opinaron que ése es el tiempo de Hamburgo en invierno, frío húmedo, pero no siberiano, nada de nieve, o poquísima, y lluvia, lluvia y lluvia. Bien, dije, es justo eso, no confundamos la realidad con lo que uno desea que ésta sea. Los dos inviernos pasados han hecho mucho mal para los que deberían vivir en los Alpes o en Suiza, y que se creen que ése es el tiempo que le corresponde a Hamburgo: nieve, sol, temperaturas a bajo cero, e idilio invernal, como para rodar Doctor Zhivago por lo menos. Los dos últimos inviernos, de los que yo escribí a menudo escandalizada, pues no era lo que yo conocía aquí de toda la vida (más de media ya) sino algo mucho peor, se acercaron algo a eso en cuanto a la cantidad de nieve, pero como siempre a la gente se le olvida que el sol brilló por su ausencia igualmente y que la nieve en ciudad no es más que un engorro que causa accidentes y que no sirve para nada. Hace dos inviernos, con las calles heladas, hielos por todas partes, hubo montones de fracturas de huesos y los hospitales estaban desbordados, hubo cantidad de accidentes, y aunque no se acuerden ahora, muchos estaban ya en marzo diciendo que ya estaba bien, que tanto no hacía falta, porque aquí lo que la gente quiere es que nieve a la carta, es decir en Nochebuena, y tengamos Navidades blancas, y que luego deje de nevar cuando se cansen de nieve. Como si a mí me hiciese caso el clima en cuanto a mi deseo de tener un verano decente siempre.

Y por eso yo, que sé que esto es lo que hay, es decir, lluvia lluvia y más lluvia, he pasado el fin de semana de diluvio universal que hemos tenido toda tranquila, pues lo tengo plenamente asumido. Incluso salí ayer, sin que la lluvia me impidiese nada, y por supuesto que digo que más asqueroso imposible, pero es lo que hay un mes de enero normal. Qué más podemos pedirle al tiempo en esta época del año, y sin embargo yo estoy feliz de que este invierno no haya caído más que agua nieve que no ha causado ningún estrago, y que todo siga su curso. Si el ciclo es de cada 20 años dos inviernos así, creo que seguiré pudiendo sobrevivir. Por eso no he hablado del tiempo en mucho tiempo, y volveré con la temática en abril, cuando mi cuerpo se prepare para la estación cálida y aquí el clima siga empeñado en seguir siendo Hamburgo, como ahora, pero en meses en los que a mí no me cabe en la cabeza. Ahora sí, porque estamos en la más absoluta normalidad.

jueves, 19 de enero de 2012

Del catálogo a internet

No me había enterado de la muerte de Werner Otto hasta hoy, cuando ha sido el entierro. Se murió en Navidad, cuando yo no estaba, pero como aquí no entierran de inmediato, hasta hoy no ha sido el sepelio. A Berlín han acudido la crema y la nata de la sociedad alemana, desde políticos a gente de la farándula, pasando por empresarios y mucha gente muy importante. En sus 102 años de vida tuvo tiempo para vivir de todo, desde perder a su madre nada más nacer, guerra, en la que fue herido, nuevos comienzos, tres mujeres, hijos con cada una de ellas; en fin, todo lo que se puede hacer en 102 años de vida y más. Después de la guerra llegó a Hamburgo con su primera mujer y sus hijos y sin nada, donde en 1949 estableció con cuatro empleados y un capital de 6.000 marcos una empresa de venta por catálogo de calzado, de la que surgió el imperio Otto-Versand, una empresa gigante con sede en Hamburgo en la que se puede comprar de todo, y que ha generado una de las mayores fortunas en Alemania. La empresa sigue siendo propiedad de la familia Otto, al igual que la empresa ECE. A mí no me decían nada ninguna, pero Otto-Versand es la empresa madre de muchas empresas similares en Europa, como el catálogo de Venca en España. Y la otra, ECE, otro imperio gigante que fundó Otto en 1965, es una empresa de administración de inmuebles grandes, como oficinas, estaciones, u otros, pero sobre todo centros comerciales por todo el mundo,  y que está situada a 10 minutos de mi casa.

Pero si escribo hoy de esto, es porque al leer la noticia he recordado lo que mucho me impresionó todo este mundo de la venta por catálogo, tan habitual en Alemania cuando yo llegué en 1990 y tan desconocido para mí. Por aquel entonces cualquier abuela alemana cogía el teléfono, llamaba por teléfono, y hacía su pedido, desde ropa a cosas de la casa, y el catálogo de Otto era más gordo que la guía telefónica. Llegué a hojearlos para aprender vocabulario en alemán, y porque me parecía curioso que fuese tan habitual aquí ese tipo de compra y en España nadie lo hiciese. Y es que en Alemania la venta por catálogo apareció en los años 50, gracias a personajes como Otto o como Beate Uhse, una mujer subversiva para la época que instaló en Flensburg una empresa de venta por catálogo de artículos eróticos o simplemente fue un importante punto de venta de preservativos en un momento en el que a las familias de bien les daba vergüenza comprarlos en una farmacia.

Hoy día comprar en internet se ha convertido en una práctica tan habitual que me pregunto si les habrán comido terreno a esas empresas. Beate Uhse vende menos que antes, leí hace tiempo, pero no Otto-Versand, donde ahora es más fácil aún a través de internet. En Alemania, las oficinas de correos siempre han tenido mucho que hacer. Cuando dejaron de escribirse tantas cartas a mano como se hacía antes de la época de internet, muchos predijeron que sobrarían, pero hoy día, solamente por los paquetes que distribuyen por todos los pedidos a través de internet, tienen bastante que hacer. Yo compro ya de todo con el clic del ratón, desde ropa a muebles, y me parece comodísimo poder elegir entre tanta variedad de cosas sin salir de casa y que me lo traigan aquí. Y lo mismo pensaba ya la gente en los años 50 que empezó a pedir zapatos en Otto-Versand, que hoy día tiene 55.000 empleados. Al oír estos días que una empresa como Kodak se va al garete por no haberse sabido adaptar a los tiempos modernos, dicen, es todo un mérito que sigan ahí, con una idea tan visionaria que predijo, sin saberlo, todo lo que vendría después.

miércoles, 18 de enero de 2012

Mujeres de película

No he mencionado ninguna de las tres películas que he visto en las últimas semanas, y lo hago ahora, sobre todo por la última que he visto, que todavía sigue en mi mente. El cine nos enseña mundos y vidas de lo más diversas, nos cuenta la historia, conocida más o menos, pero que siempre debemos recordar. Las tres películas que he visto no podrían ser más diferentes. Pero si tuviese que encontrar un denominador común, diría que en las tres hay mujeres pioneras en algo.

La primera es Sabina Spielrein, rusa de origen judío, psiquiatra y psicoanalista, que fue una de las primeras mujeres en el mundo del psicoanálisis. Sus trastornos mentales y depresivos hicieron que sus padres la enviasen a una clínica en Zúrich, donde fue paciente de Carl Gustav Jung, del que se hizo amante. Jung siguió un tiempo las teorías de Freud, pero ambos acabaron distanciados para siempre por diferencias de opiniones en la aplicabilidad las mismas. Sabina colaboró con uno y otro en el desarrollo de sus trabajos. Jung estaba casado, y ella siguió su camino especializándose en psiquiatría y siendo la primera mujer que formó parte de la Asociación Psicoanalítica de Viena. Se casó con un médico ruso, y fue asesinada en 1942 en Rusia junto a sus dos hijas durante la ocupación alemana. La película, Un método peligroso, es una manera de acercarse a esta mujer tan desconocida, una de las más que quedan a la sombra de hombres famosos con los que trabajan. En ese sentido merece la pena ver la película, si bien se pierde a veces en diálogos algo confusos y las escenas de los ataques de ella al comienzo de la película resultan algo grotescos, sin dudar de que así sean en la enfermedad.

La segunda es Margaret Thatcher. No es personaje de mi devoción, pero fue pionera por ser la primera mujer en muchas cosas. Fue la primera dama de hierro (¿allanándole el camino a Merkel quizá?), y parecía tener las ideas muy claras en un mundo de hombres. Encontró un papel todavía no destinado a la mujer, y lo desempeñó con todas las consecuencias. Se atrevió hasta con una guerra que le devolvió una cierta popularidad a pesar de que su gobierno realizase tantas medidas impopulares. Que Meryl Streep borda su papel, no cabe duda, pues esa actriz puede hacer lo que quiera, y siempre parecerá ese personaje, pero para mí la película La dama de hierro se queda corta y se pierde en la enfermedad actual de Margaret Thatcher, que vive aún. Dar tantos detalles de su día a día ahora en su demencia senil me parece un poco fuera de lugar, y a la película le falta más contenido de fondo del momento y quizá un análisis de lo que el thatcherismo ha supuesto para Inglaterra y para Europa.

Y la tercera es Icíar Bollaín, que no es ningún personaje de película en la actualidad, aunque sus comienzos fueron como actriz, sino un genio de directora y de lo mejor que dará el cine dirigido por mujeres jamás. No tuve oportunidad de ver También la lluvia cuando salió en España, pero el sábado pude verla en Hamburgo, en versión original, y salí muy impresionada por la manera tan inteligente de unir dos puntos en la historia, con más de 500 años entremedias, que demuestra que el ser humano no ha aprendido nada, y que se siguen realizando las mismas barbaries sin sentido y explotando a los mismos de siempre. La película contiene otra, es decir, el rodaje de una película sobre la época de Bartolomé de las Casas y Montesinos, que fueron unas de las primeras voces que se alzaron pidiendo un trato digno para los indios tras la llegada de los españoles. De la misma manera, el equipo que realiza la película explota lo que puede, contratando a montones de extras por dos dólares al día. Y mientras ruedan en Cochabamba, estalla la guerra del agua, al subir una multinacional americana el precio del agua en un 300%. La gente, indignada, y entre ellos muchos extras de la película, empieza a poner tuberías con las que poder usar el agua de la lluvia, hasta que la policía trata de impedírselo, lo que causa la revuelta, ya que les quitan hasta el agua, también la lluvia, como dice el título. Si no la han visto todavía, no dejen de hacerlo. Es impactante y ahoga en ciertos momentos por las barbaries cometidas en el Nuevo Mundo en la época de Colón y porque a veces se nos olvida que hay demasiados lugares en el mundo donde hay gente que lucha y muere por lo básico, como el agua. Los actores son todos buenísimos, pero en esta película les roba el protagonismo la directora, invisible pero presente en todo momento.

martes, 17 de enero de 2012

Hiperventilada

En realidad podría escribir todos los días del tema denuncia de mi blog, pues no dejo de ver un titular aquí, una noticia allá, o vivir algo en mi día a día, para que salte la chispa y me sienta hiperventilada y entonces tenga que sentarme y empezar a soltar aire del que voy acumulando en exceso. Para no aburrirme/les, muchas veces tomo nota y constancia de la noticia, en mi buenísima memoria para estos asuntos, pues si en otros me falla, en esto vivo concienciada hasta el último poro de mi piel. El desencadenante hoy ha sido la desesperación de mi hija (y la mía) haciendo los deberes. No comprendo ni comprenderé jamás el sistema educativo aquí, en primaria desde luego que no, y en el instituto voy teniendo mis experiencias ahora, y si bien me convence más, también voy teniendo mis pegas. Pero primaria se basa en dos principios: jueguen y jueguen, el colegio es ese mundo feliz donde se trabaja lo mínimo, porque el verdadero trabajo, si es necesario, lo realizan los padres rellenando lagunas y peor aún, enseñándoles a los niños métodos de trabajo, cómo se estudia, cómo se hacen trabajos, pues no les enseñan a estudiar, diría yo. El segundo principio es el acumulativo: los brillantes, aprovechándose de la lentitud del sistema acumulan saber en exceso pues se aburren en clase, y van adelantando con el sistema de planes de trabajo que tienen, con los ejercicios obligatorios y los que hacen de más y que solo logran hacer ellos. Mientras hay niños que con lo obligatorio y las tareas extra tienen tiempo para hacer más aún, hay otros que ni realizan lo obligatorio, pues el sistema los deja de la mano de Dios. Y como Dios no está en clase, son los padres los que han de tratar de reengancharles, no el profesor. A mí me dieron un toque en noviembre por mi hija pequeña, pues en tercero de primaria, aunque todavía pueden "disfrutar" de la vida, al acercarse cuarto, que es cuando aqui se hace la criba y les dicen a los niños si pueden ir al instituto o no, es cuando hay que apretar un poco.

Aquí se trabaja de la siguiente manera: cuando los críos empiezan a escribir, no se les corrige la ortografía, no hay que poner freno a su fantasía con "minucias", pues da igual. El problema es que siguen escribiendo así cuatro años, y aunque en tercero y cuarto les empiezan a marcar qué palabras están mal sigue dando igual, porque todavía tienen tiempo, en teoría. El caso es que dictados, como los de toda la vida, ya no se hacen tampoco, pues son una tortura psicológica y producen un alto grado de estrés. Hoy realizan lo que aquí llaman un "Schleichdiktat", 'un dictado a hurtadillas'. Funciona de la siguiente manera: los críos se levantan de su mesa, y van a la pared donde está pegado el texto que tienen que escribir. Leen una frase, y tratan de memorizarla, y van pensando en ella hasta la mesa, se vuelven a sentar, escriben lo que han retenido, se vuelven a levantar, y así hasta que escriben todo el texto. Cuando la profesora nos lo contó en la reunión de padres hace un año, pensé que me tomaban el pelo: es más, lo tuvimos que hacer los padres en uno de esos momentos de felicidad colectiva, para que nos regocijemos en lo modernos que somos. Y el resultado es que los niños escriben fatal y solo son capaces de escribir bien si les deletreas una a una las letras.

Así que al final, y ya desde noviembre, he cogido yo el toro por los cuernos, que para eso soy española, y me he puesto a controlarle los deberes a mi hija y a machacarla como hacen todas, para suplir las horas que los colegios no dan por haber clase solo a media jornada. Yo cojo sus cuadernos, y repaso con ella las palabras mal escritas, y yo le hago dictados cuyo contenido son de lo más didáctico y veraz: "Mi madre es una pesada, y me obliga a hacer dictados" (como Dios manda, me faltó decir; estando en la época de Rajoy en la que se gobierna como Dios manda hay que aprovechar la coyuntura de tanta fe).

Ah, la noticia que leí el otro día es que solo un dos por ciento de niños cuyos padres no tienen estudios universitarios los realizan. En Alemania, la posibilidad de estudiar va unida al nivel educativo de tus padres. Ok, mensaje comprendido. Se van a enterar.

domingo, 15 de enero de 2012

Idilios flotantes

El primer crucero del mundo tuvo lugar el 22 de enero de 1891, cuando salió de Cuxhaven, un puerto del Mar del Norte en Alemania, hacia el Mediterráneo un grupo de pasajaros viajando por viajar y que se pasaron dos meses comiendo ostras y bebiendo champán. Fueron los primeros en realizar un viaje en barco como viaje en sí. A bordo iba también el inventor de la idea, Alfred Ballin, un hamburgués al que se le ocurrió llenar sus barcos en el trayecto a América, que en invierno iban medio vacios. Así que de Hamburgo tenía que ser el inventor de la idea.

Más de un millón de alemanes realiza un crucero cada año, y las cifran suben. Atrae también a familias esta forma de viajar. Quién diría que Hamburgo, puerto fluvial, es uno de esos puertos a los que llegan barcos gigantes que hacen parada aquí, como si del Caribe se tratara, pero la flamante terminal de cruceros de la HafenCity lo permite. La oferta es tan variada hoy día, que podemos hasta pasar la Navidad en barco en los fiordos noruegos y visitar a Papá Noel si hace falta. Como horror de los horrores me imagino los cruceros de Disney, en barcos llenos de Mickey Mouse y consortes y todo divertimento infantil.

Pero recuerdo un artículo que leí no hace tanto que hablaba de pasajeros que desaparecen en alta mar, que se evaporan en el barco, y de casos que quedan sin aclarar. Un suicidio a bordo, si el que lo hace no deja alguna carta en la que quede constancia del hecho, es algo difícil de aclarar porque no queda cuerpo si salta por la borda. De asesinatos mejor no hablar, pero igual, ... es muy fácil deshacerse del cuerpo. Y el artículo hablaba de una asociacion en EE.UU. de padres o allegados de "desaparecidos" en cruceros y que a la hora de investigar se encontraban con silencio del capitán del barco y del resto del personal. Porque, ¿quién quiere dañar esa imagen de felicidad de esos viajes? Yo por supuesto, que tengo un puntito de aguafiestas, lo sé, pues jamás haría un viaje así.

Lo anterior lo escribí hace un mes, en una de mis múltiples ideas que plasmo a veces en borradores de posibles posts y en los que elaboro mis fobias más personales. Porque la idea de pasarme unos días en alta mar rodeada de gente feliz en un mundo de fantasía y ficción me horroriza. Jamás realizaría un crucero, y por eso, las imagenes del barco medio hundido en la costa de la Toscana me han parecido espantosas. La idea de que tanta gente guiada por un capitán tan inepto que encima salió huyendo uno de los primeritos, y pasajeros que dicen que vivieron escenas dignas del Titanic, me parece dantesca. Lo de las mujeres y niños primero queda para las películas, pero como decían antes en las noticias, el personal de los cruceros no está cualificado para actuar debidamente en esos casos. Supongo que es porque solo están para recrear el mundo feliz y no para ningún imprevisto, ya que con los precios que tienen los cruceros hoy día, al alcance de más público que antiguamente, esos serán gastos en los que ahorrarán. Se trata de divertirse y de ser feliz una o dos semanas a bordo. Quién habla de peligros reales. Confirmo que seguiré teniendo más riesgo de estrellarme en un avión que de hundirme en un crucero, porque como dice mi madre siempre, donde está el cuerpo está el peligro. Y lo malo es que en un barco, lo de sálvese el que pueda, sigue siendo bastante cruel.

viernes, 13 de enero de 2012

El falso ahorro del tiempo

Por fin hoy terminé de leer Momo, justo cuando el profe de mi hija le ha dicho hoy que me da un notable bajo, por  haber tardado tanto leerlo (recordarán a lo mejor el órdago que me eché de que leería las lecturas del instituto de mi hija para llenar mis lagunas habiendo estudiado filogía alemana y teniendo tantas y cómo ella se lo largó de inmediato). El tiempo, ay el tiempo, el tema central del libro, es el culpable. La novela, que he leído a ratos robados de otras cosas, me ha hecho reflexionar bastante y me ha sorprendido por su modernidad. Publicada en 1973 por Michael Ende en un momento en el que creo que los niños eran todavía niños y sabían "aburrirse" escalando árboles y jugando en la calle, porque se podía hacer además, refleja un mundo de fantasía en el que la proyección a la realidad y la vida que llevamos hoy día es auténtica. Momo es la niña que les devuelve a la gente el tiempo que les han robado los ladrones del tiempo, los hombres grises, en una lucha contra el tiempo para ganar tiempo otra vez. Todo un clásico alemán de la literatura juvenil, junto con otras obras de Ende como "La historia interminable",  apto para todas las edades y cuya lectura recomiendo, por sorprendente.

Al comienzo de la historia, Momo disfruta de días de ocio con sus amigos, Beppo el barrendero y Gigi el guía turístico, en las ruinas de un anfiteatro en las afueras de una ciudad. El mayor talento de Momo es que sabe escuchar, Beppo tiene una paciencia infinita, y parece lento, pero en realidad es un gran sabio, dada esa lentitud y pausa al hacer las cosas, y Gigi es el gran contador de historias, con una imaginación infinita. Los niños acuden en masa a jugar allí, y en esa zona se paran los coches, para que los niños jueguen, y todos disfrutan de las historias y el juego.

Pero los hombres grises empiezan a robarle el tiempo a los habitantes de la ciudad. Las personas que hablan con ellos no lo recuerdan después, pero empiezan a ahorrar tiempo en una inversión que creen de futuro, pero que en realidad es lo que hace que los hombres grises vivan. Ellos queman ese tiempo en unos cigarros que llevan siempre en la boca y que les mantienen vivos, por lo que al final no ahorran los humanos tiempo como creen. La gente cae en la trampa y ahorra y ahorra tiempo en una Caja de Ahorros de tiempo que les promete devolvérselo con intereses, pero el pago es una vida estéril en la que la gente solo trabaja, no disfruta de nada, y todo es material y sin alegría, vidas frías, como el frío que transmiten los hombres grises a los que hablan con ellos. Por eso Momo es una amenaza para ellos, pues consume el tiempo de los niños y de la gente, escuchándolos. Tras ofrecerle cosas materiales para quitársela de en medio, al final la única manera con la que consiguen dañarla es alejando a los niños de ella, y peor aún a sus amigos del alma, Beppo y Gigi. Al primero le dicen que si barre y barre sin pausa conseguirá rescatar a Momo y acaba agotado y mal, y al segundo le convierten en un escritor famoso que ya no siente alegría al contar sus historias, que repite una y otra vez, pues se le acabó la fantasía, y aunque es rico y famoso, acaba llevando una vida vacia. Tan solo Momo no se deja llevar por el miedo y con la ayuda de la tortuga Casiopea, consigue vencer a los hombres grises, y devolverles el tiempo a todos.

Historia de fantasía, pero que hace perfecta alusión a que nuestra vida está llena de hombres grises, que nos roban el tiempo y que nos hacen olvidar que esas cosas en las que creemos perder el tiempo son en realidad nuestro elixir de vida y lo que nos hace seguir sintiéndonos personas. Si solo trabajamos, y "ahorramos" tiempo ocioso cayendo en el círculo vicioso de más producción y más trabajo, más tiempo para el trabajo, menos para nosotros, y la creencia en la que todos caemos al final y que es la más peligrosa: todos hemos terminado por pensar que solo si hacemos algo productivo, habremos utilizado bien el tiempo, cuando no es el caso. A mí me sigue costando sentarme durante el día a leer, fines de semana incluidos, y por la noche también, y por eso he tardado tanto en leer el libro, porque todo parece más importante que eso, y quizá lo sea, pero de la misma manera me digo a menudo que en realidad no tengo tiempo para este blog, cuando no es cierto, pues he de tenerlo, por lo positivo que es para mí. Hace poco alguien me recriminó que yo solo tengo tiempo para lo que me interesa, y respondí que como todo el mundo. Todos sacamos tiempo para lo que nos es verdaderamente importante, y si no fuese así, estaríamos muertos, y los hombres grises nos habrían robado lo esencial.

jueves, 12 de enero de 2012

A la vejez viruelas

Me desconciertan y a la vez me encantan los momentos en los que la realidad es muy distinta a las conclusiones que sacamos al presenciar una situación u observar a una persona en un determinado momento. Mientras mi hija pequeña tiene clase de violonchelo, me quedo los tres cuartos de hora dentro del coche esperando, pues no merece la pena ir y venir, por el tráfico y la distancia. Hoy he pensado que debería hacer el cálculo del tiempo que llevo esperando a la puerta, semana tras semana, ya por tercer año. A las madres no se nos paga con dinero, que lo digo yo, y hoy pensaba también que cuando ella sea mayor le podré decir: "me pasé 18 horas al año metida en el coche haciendo que leía [en realidad medio dormitando], para que aprendieses a tocar", y año tras año, digamos diez si no se cansa antes, serían 180! horas de mi vida. Y estaba yo con todos estos pensamientos, cuando llegó un señor mayor, con un violonchelo en la mano. Mi primer pensamiento fue que vendría a por un nieto, pero me di cuenta de que no tenía lógica, pues si el nieto estaba en clase, tendría el violonchelo consigo. "Lo trae porque el nieto vendrá de otro sitio, y no puede cargar con él", fue mi segundo pensamiento. Pero cuando entré al terminar la clase de mi hija, la profesora dijo "y ahora mi nuevo alumno, en su primera lección", y entró el abuelete con el violonchelo a cuestas.

Nunca es tarde para aprender a tocar un instrumento, eso está claro, pero me hizo gracia que no se me ocurrió esa posibilidad. En un país donde los jubilados se atreven con todo, no debería haberme sorprendido. En mis clases de español tengo a abuelos o abuelas que un día deciden aprender español y cuyo único problema es que no tienen tiempo de venir a clase por los múltiples viajes que realizan. Yo quiero ser como una abuela en una clase mía, jubilada, de casi 80 años, antigua traumatóloga, y que parece que tiene 65, y que nada más empezar el curso, desapareció durante tres semanas para irse a Namibia, luego hace poco volvió a faltar por estar en Suiza, y ahora en Navidad ha estado en Madeira. Por supuesto que el nivel ($$$$) de muchos jubilados alemanes no lo tienen muchos de otros países, pero en España, mucha gente mayor que tiene dinero no es tan marchosa ni con viajes, ni lanzándose a aventuras nuevas de aprendizaje en su tercera edad. En España los jubilados buscan el contacto con otros de su edad, y por eso hay tantos hogares del pensionista, y se trata más de no aislarse que de vivir experiencias nuevas y hacer todo lo que quisieron hacer siempre. Aquí no he visto ningún centro de esos, y los jubilados, o están solos (muy triste en muchos casos, pues muchos no tienen el apoyo familiar que hay en los países mediterráneos), o son hiperactivos en esos años en los que pueden hacer lo que les plazca. Por lo visto el tocar un instrumento en la edad (bien) adulta previene la demencia senil. Yo sigo sin saber solfeo, pero me consuela saber que tengo mucho tiempo todavía, o al menos eso espero. Y cuando tenga esas 18 horas anuales para mí (que conste que las doy encantada para el aprendizaje de mis hijas, no piensen las malaslenguas), más las que me paso conduciendo de un lado para otro, podría aprender hasta chino, ruso, japonés o árabe, algo que siempre he querido hacer, pues me sobrarán horas. Está bien tener planes de futuro, pero lo mejor es vivir ubicado en tu realidad, o de anciano o mediana edad, y tratando de sacarle el mayor partido posible al (escaso) tiempo que tenemos de ocio. Porque las posibilidades para aprender son infinitas.

miércoles, 11 de enero de 2012

Muy bien dicho

Aprovecho el agotamiento tras un intenso día para cederle hoy el paso a un artículo que me gustó muchísimo el otro dia, y que no quería dejar de compartir. Es el artículo de opinión de Elvira Lindo publicado el domingo en El País. Siempre hay alguien que expresa mil veces mejor lo que a uno le gustaría decir, y por eso lean Los niños son monárquicos, que clava la situación actual, en la que todos opinan y pocos respetan, en la que la intolerancia acampa a sus anchas, y en la que se confunde justicia con espectáculo. Léanlo si no lo han hecho todavía, pinchando aquí.

martes, 10 de enero de 2012

Cuánta tontuna

Anoche en mi clase defendí el ir de compras como un hobby como otro cualquiera. La lección hablaba de aficiones, que si montar a caballo, esquiar, leer, escuchar música, y aparecía también el ir de compras, lo que muchos leyeron con escepticismo. Pues a mí me encanta ir de compras, les dije, y no me avergüenzo de ello, pero con ciertos matices. No me gusta principalmente ir a cadenas de tiendas o centros comerciales, sino que disfruto de ir de tiendas por la calle, las tiendas pequeñas, especiales, de las que cada vez quedan menos en el centro de las ciudades pero sí en ciertos barrios de todas y cada una de ellas. El centro ha dado paso a H&M, Zara, Massimo Dutti, C&A, etc., convirtiéndose todas las ciudades en las mismas zonas clónicas de tiendas. La diferencia la hacen esas calles con encanto con tiendas en las que es posible encontrar cosas únicas y no de masas.

Pero la tontuna colectiva la he descubierto hace nada y es global, no cabe duda. Desde que mi hija me sumergió en el mundo Hollister, una tienda de ropa juvenil que arrasa en el instituto, y que empieza a ser un uniforme juvenil en un país en el que no hay uniformes de nada, andaba con la mosca tras la oreja ante el anunciado desembarco de la marca madre, Abercrombie & Fitch, en los países que me tocan, Alemania y España. Que un vendedor te salude al entrar en la tienda de Hamburgo diciéndote "Hi, what's up!" ronda la estupidez, si además va provisto de chanclas y pantalón corto en invierno peor aún, y si encima en la tienda apesta a perfume y cuando sales no te lo quitas en tres días ni del coche, por el olor de las bolsas, hay que plantearse si estamos todos cuerdos. La opción como madre es plantarte y decir "yo no compro eso", o hacer como hacen aquí muchas familias, cuyos hijos cuentan en el cole que no pueden llevar ropa de marca porque es malo, algo tan horrible como tomarte una coca cola o ver la televisión en muchos casos, o no llevar ropa bio o usada de los mercadillos. Tan respetables me parecen a mí una u otra forma de vida, y yo pienso que lo mejor es educar con una cierta libertad. Que quieres una sudadera de Hollister y te empeñas tanto, vale, te la compro, porque sé que acabarás pensando como mi hija mayor: "Mamá, ésa niña tiene mi misma falda y las sudaderas las llevan todos, ya cansa".

Y como Abercrombie ya está en España, para allá que me llevó mi hija. Situada en lo mejor del barrio de Salamanca de Madrid, en zona de palacetes y sin necesidad de tener comercios al lado ni rótulos luminosos, la cola en la entrada parecía la de una embajada. Yo no quise creer lo que veía, pero toda esa cola era para entrar en una tienda de lujo a gastar dinero. Jovenes con sus padres haciendo cola, en la mayoría de los casos, sobre una alfombra roja, viendo como salían unos afortunados de las tiendas con las bolsas del tipo del torso descubierto. Cuando nos tocó entrar, yo ya le había dicho a mi hija varias veces que hemos perdido el norte, y que no sé ni cómo consiguió llevarme allí. Supongo que por curiosidad en mi caso, y ella porque quería una blusa de cuadros que algunas amigas tienen.

El espectáculo empezó cuando nos tocó entrar: un tío con todos los músculos muy buen puestos con el torso descubierto bajo una trenca azul de las de toda la vida pero a precios Abercrombie, se hacía fotos con los clientes que quisieran, y ambas nos colocamos a su lado, al lado de sus divinos pectorales, y la foto instantánea fue lo que más me hizo reír de todo, lista para llevar además, como prueba de lo mal que estamos. Entramos al palacete, y rememoré el olor "Hollister" la oscuridad, pero con más ensañamiento, pues los precios son aún más elevados: sudaderas a 170 €, bufandas a 80 €, y precios por el estilo, por lo que no creo que sea el lugar más adecuado para vestir a chavales adolescentes, que se cansan de la ropa en nada y crecen, pero a juzgar por lo que la gente compraba y el estilo de la gente que iba a lo que iba, me dieron ganas de irme corriendo. Compramos la camisa, por suerte algo rebajada, y punto, y le expliqué a mi hija que me parecían una locura esos precios, además del show.

En nada desembarcará la tienda en Hamburgo, y acabará cansando, o si no al tiempo, como les dé a todos por vestirse de esos uniformes con letras grandes para que se vea bien la marca. Los que trabajan en estas tiendas son jóvenes guapísimos y guapísimas, modelos, y he leído que la marca paga por contrapublicidad, es decir, que ha llegado a pagar a famosos cuya imagen no quieren ver unida a la marca para que dejen de llevarla. Hasta 2015 habrá más de 30 tiendas de Hollister en Alemania, y de las otras a saber. Qué mal estamos todos, pero aseguro que a mí no me verán más por allí. Yo ya me hice la foto con el cachas, y ahí queda, para contar y reírme, pero para poco más.

lunes, 9 de enero de 2012

Familias en el aire

Las familias que los últimos días han estado en el aire de un país a otro de Europa, o de un continente a otro, estarán ahora en tierra y en su sitio. Estar en tierra no significa estar en tu tierra, por lo de que esa tierra en la que estás no es de la que eres. El ser y estar, si ya lo digo yo en todas mis clases de español, el soy y el estoy, que no es lo mismo. Pues estaba yo en el aire el sábado por la tarde y el avión iba lleno de familias que estaban. Era obvio que todas regresábamos y el modelo era el mismo: parejas de dos países diferentes, y niños bilingües. Hasta haría otra generalización: madre española, padre de otro país, y niños mitad y mitad. Comentario de otra madre española a sus hijos antes de aterrizar, sabias como somos: "Mirad el sol, que ya no lo vais a ver en mucho tiempo" (gran verdad).

La Navidad es esa época del año que mezcla a las familias del mundo como si de una coctelera se tratase y tras mezclarlas, las esparce por el cielo que las lleva a sus lugares. Digamos que la Navidad reestablece el orden debido: todos los de fuera regresan, y las familias que normalmente no se ven, están juntos unos días. Los críos practican esa lengua materna que normalmente es solo eso, materna porque la hablan solo con la madre, y esos días en los que son, la hablan con sus abuelos, primos y tíos. Pero llega el final de las vacaciones, y los aviones se llenan de familias que vuelven a las tierras donde están habitualmente. Hoy he pensado en las montones de familias internacionales que vi desplazándose el sábado. Como el viaje fue con escala en París, había parejas de francés con española y niños francoespañoles; en ambos vuelos había una familia cuyo origen estaba claro por la lectura de uno de los niños, un libro titulado algo así como "Volveremos a primera", por el St. Pauli que bajó tras una temporada a segunda división. Y hoy estarán todos en su lugar, el debido, en sus colegios, trabajos, etc., pesando si es posible tener inviernos con luz y sol y a 13 grados o si no habrá sido todo un sueño.

Y aquí ha seguido todo su curso. Alemania sigue hablando de los escándalos del Bundespräsident, Wulff, que no se va ni con lejía y eso que está plenamente descalificado pues él solito lo ha hecho, al dejar un mensaje en el contestador del diaro sensacionalista Bild, amenazando para que no publiquen más noticias de él, y sigue abriendo más telediarios que cuando me fui, si es posible. Más interesante me parece el noticiero de mi hija pequeña sobre su clase: "Mamá, a Leonard le trajo Papá Noel como regalo la foto de una ecografía, con la hermana que va a tener" (a mi hija parecía entusiasmarle poco un regalo así, comparando con las muchas otras posibilidades que existen), "y es el cuarto hijo de esa familia" (sarna con gusto no pica, pensé yo); y "a Leon el día de Nochevieja a las cuatro de la mañana los ladrones les entraron a robar y se llevaron un iphone, dos mil euros, y un par de cosillas más". Yo le pregunté si ella ha contado de sus vacaciones en España, a lo que me dijo que tampoco había tanto que contar... Ahora caigo en que anoche me preguntó si podía contar que la abuela le había puesto vinagre en la cabeza y una bolsa de plástico, porque todavía descubrimos una liendre y mi madre sacó sus métodos matatodo. Pero como eso sería un método muy salvaje aquí, le dije que no, pero ahora entiendo que con esa noticia ella se hubiese lucido más en el intercambio de información tras dos semanas de vacaciones, porque al fin y al cabo decir "he estado dos semanas en Madrid, al solecito, he ido a Segovia, he montado en telesilla, he ido a un templo egipcio que hay en Madrid, he comido las uvas en Nochevieja, he ido a la Cabalgata, y me han traido cosas los Reyes", supongo que todo eso no le interesará a nadie y debe parecerle de lo más normal, al menos a ella.

domingo, 8 de enero de 2012

El alijo

El alijo ha llegado bien. No sé lo que se pensaron los de las aduanas, pero debió parecer un cargamento muy peligroso. Yo no me había dado cuenta de ello hasta esta mañana, pero voy por partes. Anoche regresamos de unos días en Madrid, y por la noche nos dimos cuenta de que a una de las maletas les faltaba el candado. Al abrirla no eché en falta nada a primera vista, pero sí vi que habían revuelto todo. No me hizo gracia, pero no pude aclarar por qué hasta esta mañana, cuando he empezado a sacar las cosas. De repente veo el "alijo" a un lado de la maleta y no debajo de una caja con unas botas, donde lo puse. La caja me la han roto también, para sacar las sustancias de debajo a lo bestia. Supongo que iban con prisa, claro, pero así no se tratan las cosas de las maletas. Claro que si en vez de garbanzos, lentejas y judías pintas hubiese sido droga, supongo que daría igual cómo está la caja de las botas y el resto de la ropa. Estuve a punto de negarme esta vez a traerme la legumbre, pero cualquiera le niega nada a una madre que te dice que las de aquí no son tan "finas" como ésas, y me da las tres bolsas. Pero hoy le he dicho que es la última vez que traigo tal alijo en la maleta, pues si no me han roto la maleta es por poco, si me han robado algo, me daré cuenta próximamente, si echo a faltar algo. Y todo por unas lentejitas o garbanzos de los buenos.

Podría hacer un análisis de lo que han evolucionado las exportaciones a Alemania en las últimas dos décadas haciendo una relación de los artículos que he traído en mi maleta durante años. El producto estrella es el jamón, y ese sigue viniendo, pues aunque aquí lo hay ya, los buenos son demasiado caros aquí o inexistentes. Lomo ibérico también traigo, pues aquí no hay. Y chorizo y salchichón a veces, porque ésos ya se encuentran. El queso manchego lo desterré de la maleta hace tiempo, porque aquí lo hay ya, y en diversas variedades. Todavía me río ahora de la época en la que traía tomate frito Orlando o Solís, porque los tomates fritos aquí no me gustaban. Ahora encuentro éstos en la tienda española, por lo que me ahorro el peso. Durante años traje sardinas en conserva, y otras latas, hasta aceitunas. Dejé de traer conservas también hace mucho, porque aunque no sean las más "finas", las que venden en la tienda española cumplen su función, y ya no vienen de alijo en la maleta. Tampoco traigo ni Cola Cao, como hice alguna vez, ni gel Magno, pues ya lo tienen también. El surtido de la tienda española habrá ido creciendo a las sugerencia de los españoles hartos de traer en su maleta productos que les harían sonrojar de abrir los aduaneros la maleta delante de ellos.

Pero supongo que siempre habrá algo que traer. Legumbre ya no volveré a traer, pues he aprendido la lección. Pero a mi morcillita de Burgos, a las pipas (las de la tienda española son con sal), al lomo, y al jamón no renuncio ... En fin, la de alijos que volarán por el cielo estos y todos los días del año, de un país a otro. De aquí llevo salchichas, mazapán, chocolates, Curryketchup, un concentrado de tomate, y lo que le guste a mi gente en España. No se trata de alterar a los de las aduanas, que estaran curados de espanto, sino de darnos unos momentos de placer, aunque sea por unos minutos. Que el mundo sigue lleno de placeres banales e infinitos.

jueves, 5 de enero de 2012

La ilusión

Me encanta el 5 de enero, desde siempre. En Alemania es un día que pasa sin pena ni gloria, pero en España no. Se respira ilusión en el aire, y no solo en las tiendas y en las arcas de los comerciantes. Para los niños es el día de esperar algo que ansían, y los mayores participamos de esa alegría, dándosela a ellos, o entre nosotros, que también nos gusta dar y recibir, por mucho que digamos. Los magos de Oriente ya han recorrido las calles de las ciudades, y ahora los niños ponen sus zapatos, agua para los camellos, y alguna vianda, para que sigan su viaje repartiendo ilusión. Es la noche más mágica del año y recuerdo no haber pegado ojo en muchas de ellas. Qué ilusión. Me alegra que Papá Noel no haya desterrado a nuestros Reyes, que siguen siendo los reyes del regalo.

No solo es difícil afrontar la competencia de Santa Claus, pero también sobrevivir en épocas de crisis. En Madrid se han suprimido cabalgatas este año para ahorrar, y por eso ha sido un lujo ver una hoy en la junta de distrito de Vicálvaro, una señora cabalgata para ser de un barrio normal. El despliegue de carrozas ha sido muy bonito y trabajado, y hemos cumplido con la rutina del día 5 de enero, sin pasar por el suplicio de la cabalgata del centro de Madrid, que es la más impresionante, pero que se ve mejor en televisión.

Tras comer un trozo de roscón, que será el rey mañana en todos los desayunos, y la consabida discusión de si está más rico con o sin nata (para mí "sin", por supuesto, como la tortilla sin cebolla), los reyes repartirán ilusión esta noche. Falta nos hace, en un momento de desilusión y desencanto. No se nota en las tiendas del Barrio de Salamanca, pero sí en las conversaciones de la gente y en las malas noticias que leemos u oímos diariamente. No solo la crisis ha hecho mella, sino los muchísimos casos de corrupción le han robado la ilusión a la gente. La impresión es que aquí el que puede se enriquece robando, y encima sale impune en muchos casos. Yo le pido a los Reyes que se lleven la desilusión y que los chorizos y corruptos sean desenmascarados para siempre, y que nos creamos de una vez que se pueden hacer bien las cosas, pero no porque sea una ilusión sino porque los responsables así lo hagan.

domingo, 1 de enero de 2012

Un año de puentes

Como quien no quiere la cosa hoy llevo un año de puentes. Este blog cumple un año hoy, y debo decir que ni me he enterado. Los que me siguen desde mis comienzos saben que tuve otro blog del que salieron más palabras que de éste, lo cual no es grave. Son diferentes etapas de nuestras vidas, y si me encantó aquél, me encanta éste también. Aquél era más revolucionado, que no revolucionario (eso espero que lo sean a ratos ambos :-) ), pues la que iba a mil revoluciones era yo. Los puentes llegaron tras un momento de poner punto final al otro e iniciar una fase más sosegada, con declaración de intenciones, y a los puntos suspensivos con los que cerré el otro, le siguieron los puentes suspensivos, título que se me ocurrió al día siguiente de cerrar el otro para el blog que abrí dos meses y medio después como alusión al otro, pero sin pensar en un primer momento lo que los puentes significaban y significarían. Y la idea me sigue gustando, tanto que sin haberlo saturado de puentes, pues esto no es un blog de arquitectura, me he plantado en un año de ellos, pues los posts de este blog son todos y cada uno de ellos un puente, como conexión entre las mil y una cosas que se me ocurren, los mundos que me rodean, mi gente, y los desconocidos que me leen y que llegan a estas páginas a través de google o como sea.

El mundo está lleno de puentes, algunos milenarios, otros modernos, y otros que vendrán. También los hay imaginarios o de fantasía. ¿Sabían ustedes que los puentes que salen en los billetes del euro no existen, que fueron diseñados por alguien explícitamente para los billetes? Parecerá obvio, pero yo no me había parado a pensar en ello hasta que lo leí, como al igual que en La Haya alguien pretende edificarlos a imagen y semejanza de los diseños de los billetes. Segurísimo que nadie se paró a pensar la miseria en la que estaría el euro una década después de su introducción y que al igual que aquellos puentes de fantasía quizá la moneda lo fue también, unos puentes en el aire, suspensivos, y nada estables. La naturaleza de un puente suspensivo no es la inestabilidad, que no se confunda nadie, pues pueden ser fuertes como los que unen los lados de dos barrancos durante infinidad años.

Agradezco a todos aquellos que me han dado apoyo con comentarios sobre mi blog, ya sean en persona o por e-mail, o a algunos, aunque los menos, los que se atreven a comentar aquí, algo que agradezco siempre. También agradezco a los que me mandan artículos sobre puentes o fotos sobre ellos, porque eso significa que al verlos se acuerdan de mi blog. Me siento honrada por tal recuerdo y envío de información. Lamento no incluirlo a veces por no poder, o por no saber en ese momento cómo utilizarlos. Ahora recuerdo el que me mandó un amigo en verano: el puente de la peli de Rambo, que lo iban a destruir, curiosa noticia. Y hace poco un familiar me mandó un documento lleno de imágenes de puentes, todas preciosas, que me hicieron ver que probablemente no fue casualidad que fuesen los puentes el hilo conductor de este blog. Brindo por el año nuevo con todos mis lectores, y también por un año de puentes, que espero que sean muchos más. Sigan dándome ideas, y si me leen, mejor, pues el escribir es un acto puente y los que lo hacemos queremos llegar a los demás con nuestras ideas y sentimientos. Pero como siempre me quedo con los que me dicen que se rieron con este o aquel artículo. Si consigo arrancarles alguna sonrisa, los puentes serán reales, y habrán cumplido su función verdadera.