sábado, 30 de junio de 2012

El arte de amar el arte

Hoy he sentido pena de la baronesa Tita Cervera. Hay que tener mala suerte y tener todo ese capital en cuadros y no tener calderilla para tomarse un café. O tener mansiones aquí y allá y luego no pegar ojo por las noches en esas casas lujosas por no tener liquidez. Ya quisieran muchos tener los problemas de esa señora. Todo esto pensaba hoy yo en la hora y pico que me he perdido en el Museo Thyssen de Madrid, viendo la colección permanente, de ella y de él. He estado en muchos museos de pintura en diversas ciudades, pero en pocos me viene la sensación que tengo en éste, de emoción porque es tan completo de todas las épocas. Solo con el expresionismo alemán que tienen, una de mis épocas favoritas de la pintura, podrían montar un museo, o la pintura holandesa del Siglo de Oro, por no hablar de cuadros que a mí me quitan el hipo, como el de Ghirlandaio de Giovanna Tornabuoni.

Normalmente acudo a las exposiciones temporales pero no al museo en sí, que he visto bastantes veces. Pero es un verdadero placer "obligarme" a ver sus salas cada par de años. Las exposiciones temporales son normalmente un imán al público, y como lo fue el verano pasado la de Antonio López, lo es éste la de Edward Hopper. Tras el baño de las colecciones permanentes del museo, me ha encantado el juego de luces y sombras de los cuadros de este pintor norteamericano del siglo XX, esas imágenes tan de la costa este de EE.UU., que no conozco. No se la pierdan. De ésta exposición me acordaré siempre como de una que vi hace unos cuantos años que era sobre el retrato en el siglo XX y que recuerdo porque fue una que me hizo entender la pasión de muchos por la pintura, desde los artistas a los que coleccionan arte, o a los que como yo son capaces de estar en la cola, como he hecho más de una vez, para ver pintura.

Hoy he vuelto a sentir ese placer de nuevo, ya que gracias a esos museos, podemos ver obras que jamás veríamos. Por eso he sentido muchísima pena por la baronesa. Debe ser terrible ser tan altruista que no te quede ni calderilla para el tinte o para llevar a tus hijas al McDonalds.

martes, 26 de junio de 2012

43...

...grados casi, o al menos esa es la sensación. Pero 40 sí tenemos. Yo quería pasar calor en mi cumple una vez, y la verdad es que el tiempo se ha portado debidamente con una madrileña guiri. En Hamburgo diluvia, me han dicho varios hoy, y que conociéndome éste es el mejor sitio donde puedo estar. Yo, sufridora de inviernos crudísimos y larguísimos, de veranos que no merecen ni el nombre, hoy no me quejo de calor, faltaría más, ni por este aire que debe ser del Sahara, cuando habitualmente me llegan los vientos del Polo Norte.

Madrid está triste. Se nota la crisis, el desencanto, la rabia, el desencanto por estar gobernados por ineptos. Resulta incomprensible que la ciudadanía tenga que pagar una crisis bancaria, ese dinero que se ha evaporado, tras unos años en los que el país se sintió rico, y muchos amasaron fortunas en esa burbuja inmobiliaria. Ésos no son los que pagan los platos que rompieron.

El domingo fui al Rastro, al que hacía no sé ya cuántos años que no iba. Una pareja de un puesto me decía lo mucho que ha perdido el Rastro, que no es lo que era. Nada parece lo que era.

Sí que recordaba lo estupendo que es celebrar mi cumpleaños en mi ciudad natal, no solo por pasar el día sin chaqueta y paraguas, sino por hacerlo con mi familia. Hace lo menos 22 años que no estaba aquí un 26 de junio, y solo por eso olvido por unos instantes que en agosto estaremos con cole y rutina. Al menos el calor no me lo roban este año en mi día, como en mi infancia y mi juventud, y rememoro esas sensaciones, con las 43 ... castañas que me han caído, y estando en mi tierra.


viernes, 22 de junio de 2012

Por ahí

Hoy me siento como los griegos, derrotada en todos los sentidos. No pudo ser que ganaran, y mira que yo se lo deseé, y Merkel volvió a ganar, dirán ellos ahora. Yo estoy agotada, y es una de las pocas veces en las que necesito las vacaciones de verdad. Otras veces llegan, y siempre me alegran, pero esta vez necesito descansar física y metalmente. A los griegos les gustaría hacerlo también, y en España, como están las cosas, miedo me da lo que me voy a encontrar. El gobierno de España desgobierna, cancelando todo tipo de explicaciones, debate de la nación, y yo he sentido vergüenza ajena por lo mucho que se han reído los medios de comunicación extranjeros de que no quisieran llamar rescate al rescate, y que Rajoy se jactase de que él lo pidió, que nadie le urgió a hacerlo.

Yo si me pronuncio, para el que lo quiera oír o no. Los alemanes ganarán siempre, pero para que conste, hoy el gobierno de Berlín ha anunciado que la chapuza de aeropuerto que debería haber estado abierto ya en junio, podría no estar listo para marzo, y que el presupuesto sigue desbordándose... Más a punto no pudo llegar el anuncio para el partido de hoy. Y yo desde luego que para el caso de que ganen los mundiales, que sería lo que les falta, me alegro de estar por ahí...

Así que cuelgo el cartelito de "Por ahí" y me dispongo a subirme en un avión que me llevará mañana a mi tierra. Mi blog descansará bastante, pero como siempre, habrá algún post cuando me sea posible, o simplemente decida yo que lo es. Habrá puentes, y alguna que otra historia. Felices vacaciones y buen verano a todos.

jueves, 21 de junio de 2012

De equipajes y bagajes

Cada vez me gusta más hacer maletas. Es una tarea que asumo con alegría de que, aunque sea trabajo, es por una buena causa. No me gusta todo lo de alrededor, lo que comenté hace poco aquí de que encima me quiero dejar la casa decente y eso es lo que me agobia. Pero las maletas no.

Es genial sobre todo cuando viajo en verano a España. Es facilísimo pensar pues se trata de coger casi toda la ropa de verano que poseo. Es triste ver cómo con el paso de los años predomina la ropa de invierno en mi armario, pero tampoco es que no tenga... Como somos tres mujeres en casa, se hace difícil el viajar una temporada larga, pues como tampoco queremos repetir modelitos todas las vacaciones, voy cargadita. Podría meter para 7 días y luego repetir cada semana de las siguientes lo mismo, pero no.

Y como hace poco, paseando por Berlín, mi hija mayor se me enganchó del brazo y me dijo: "mamá, contigo quiero dar la vuelta al mundo", hoy, al ver el equipaje para un mes, me ha entrado agobio. Por supuesto que me encantó su comentario, y hoy lo he recordado, pensando a continuación que el equipaje para tal viaje sería descomunal...

Hoy he desempolvado una guía de España de 1989, una que usaba antes muchísimo y que no he vuelto a usar desde hace lo menos 10 años. Este año me la llevo, a ver si encuentro anacronismos o algo que me haga ver que España ha cambiado, algo que es obvio. Ya resulta extraño que no haya ni una dirección de internet en la guía, qué tiempos en los que viajabamos sin saber ni que existiría, y sin gps y sin móviles. Me gustan mucho las guías de viaje, tanto que estoy escribiendo una (psssst, secreto). Es una literatura perecedera, pues en cuanto hay avances en el mundo se quedan obsoletas, que no las ciudades, cuyos puntos de interés siguen en su sitio. Pero cada vez estoy más convencida de que viajar es más que ver la Alhambra o la Torre Eiffel. Es tratar de ver la esencia de cada lugar y por eso, cualquier sitio, puede ser interesante. Hace años que me di cuenta que de lo que se trata es de no comparar, sino de ver ese lugar como único. Y de un tiempo a esta parte pienso en los escritores que ya hace siglos viajaban para hacer luego literatura de ello. Eso debe ser lo más.

Hoy, noche del 21 de junio, el día más largo del año, vuelvo a mirar al cielo y a casi las 11 de la noche veo claridad. El solsticio de verano me produce melancolía al pensar que a partir de mañana la luz empezará a ser menos cada día, hasta el 21 de diciembre. Por eso prefiero pensar en el golpe de calor que voy a "sufrir" en cuanto llegue a España, y no en el solsticio de invierno. Mañana seguiré pensando en lo que me falta por preparar. El michelín me lo llevo puesto, y tras haber visto ayer en una revista de cotilleos en la peluquería que varias famosas, Paris Hilton entre ellas, no tienen todavía el cuerpo adecuado para ponerse el biquini, me quedé muy tranquila, y a continuación me zampé dos bolas de helado alemán. Es casi, diría yo, lo único que echo en falta cuando no estoy aquí en verano. El resto me lo llevo conmigo.

miércoles, 20 de junio de 2012

Las plañideras

Sigo sin cogerle el punto a los sentimientos en este país. Aunque soy capaz de llorar a la mínima -los que me conocen lo saben-, hay situaciones que me dejan bastante fría. Hoy fui al cole de mi hija pequeña a las diez de la mañana, pues despedían el curso cantando. Nada nuevo, pues llevo 5 años oyendo las mismas dos canciones, que ya me sé de memoria. Pero no me quejo, pues se trata de ritualizar este acto lo más posible, para que termine el curso, y nos emocionemos y digamos suspirando "ay, si hace un año estuve aquí oyendo lo mismo y ha pasado otro curso sin enterarnos". Pero hoy me coloqué en mal lugar, en concreto al lado de un grupo de mujeres demasiado alteradas, que no hacían más que darme con la cámara en la cabeza para hacer fotos de sus hijos, y que no se daban cuenta de que no eran las únicas en el pabellón de deportes del colegio. Pero lo mejor estuvo por llegar. Cuando los de cuarto, que son los dejan el colegio, cantaron su canción de despedida, las madres se pusieron a llorar, pero no con unas cuantas lagrimitas que se caen en silencio por sus rostros, sino como plañideras, y no exagero nada. Yo me puse malísima, no lo niego, pero no conmovida ni con ganas de llorar, sino con el estómago revuelto. Y es que no cuadro con la media aquí. Esas mismas madres no tienen ningún problema en mandar a sus hijos con las bicis a las siete de la mañana en la oscuridad del invierno, incluso con hielos, nieve o lo que caiga. Yo he visto a algún crío, en mi opinión bastante pequeño, caído con su bici en medio de la calle. O cuando sus hijos cumplen 18 años hablan de ellos como si fuesen una persona en cuya vida ya no se pueden entrometer o ni siquiera opinar. Una amiga mía me decía hace poco: "Es que ya tiene 18 años y no le puedo decir nada", a lo que le respondí yo: "Ya, pero mientras viva en tu casa..." Y por eso aquí es tan normal con 18 años animarles a que se vayan.

Pero que empiecen el colegio es un trance para muchas, que ven en ese paso a los 6 o incluso a los 7 años como el fin de la infancia. Y ya, si dejan el idilio de primaria, donde hacen galletitas, o se pasan a veces semanas enteras con un tema hasta que les aburren (una cierta manualidad o lo que sea), que pasen al instituto o a la escuela secundaria que les recomienden, que aquí es con 10 años, es como si se fuesen a la mili, a Ceuta lo menos, y no les fuesen a ver más. Así lloraban hoy todas, las pobres. Unas cuantas de "mi" clase me dijeron: "Al año que viene lloraremos nosotras", a lo que respondí que yo no lloro por eso, que tengo cosas más importantes por lo que hacerlo, pero no por un paso positivo en la vida de mis hijas. Y me dijeron que es que yo ya lo he pasado una vez. Y les dije que sí, pero que yo me alegré (y cuánto) de que saliese del mundo feliz de primaria.

Pero bueno, mejor que me calle, pues ya me ha recordado mi hija pequeña antes entre risas, que hace poco, a mitad de la noche, vino a mi cama a decirme que había tenido pesadillas y que no se podía dormir otra vez, a lo que yo, tan ancha me quedé cuando le dije que se volviese a su cama, que yo tampoco lo podía solucionar, cuando lo que ella se esperaba es que le dijese que se metiese en mi cama. Ésas no cuelan. También alguna vez, cuando no se puede dormir, se me adelanta diciéndome: "... y ya he contado hasta 200 ovejas, y nada; he hecho de todo y nada". Y le digo que eso es porque ha contado en alemán, que si lo hace en español seguro que se cansa más y se duerme.

Por supuesto que el hacerse mayor y cerrar una etapa es algo importante en la vida de un niño, pero no recuerdo haber visto llorar a mi madre ni a otras, cuando dejamos la E.G.B. de la época, y pasamos al instituto. Pero se me olvidaba que aquí son más madres que nadie, o que las madres de hoy día nos lo creemos más que las de antes. Yo siempre le digo a mis hijas, que a los de mi generación, si nos caíamos, encima nos daban un bofetón por torpes. Y ellas se parten solo con pensar en la situación: "Niño, mira que te lo he dicho", y zas, galleta al canto. Así que nada, adiós a los que se han marchado. Ya nos tocará, por suerte, en un año.

martes, 19 de junio de 2012

Punto y seguido

Esta semana huele a vacaciones, a maletas, a fin de curso, a notas, a preparativos, a aparcar la rutina, a pensar en desquitarme de muchas cosas. Estoy que me desbordo, como un vaso que rebosa en ebullición. Se repiten sensaciones. El final de curso reúne las mismas cada año: una mezcla de un "no somos nadie" por lo rápido que se ha pasado, a mirar a tus hijos porque han crecido con el curso que termina, que pone punto y seguido a la rutina, pero punto final a un ciclo.

Las vacaciones nos tocan este año prontito. Eso significa que el 2 de agosto será la vuelta al cole. Sí, como lo oyen. Algo rancio debe estar este país cuando todo el mes de agosto hay cole en algunos estados federales. El sistema nos escalona las vacaciones, para que no nos juntemos todos de golpe en Mallorca y la armemos buena. Así van pasando unos tras otros, repartiditos, para que quepan todos en la playa del Arenal. Y nosotros y los de Schleswig-Holstein y Berlin somos este años los primeros.

Así que una vez asumido que nos tocan tan pronto, se disponen los niños a venir mañana con las vacaciones y las notas a cuestas. Primaria me sigue desconcertando pues de una hija a otra noto cambios: hace tres años, la mayor trajo notas de primaria como uno espera que sean. Aquí la mejor nota es un 1, y la peor un 6, y si las dan así, sé orientarme. Pero ahora a los de tercero les dan unas "notas" llenas de smilies, las caritas con sonrisas, o, si van mal, señales de obras. Mi hija ha salido contentísima, pues no tiene ninguna "obra", pero como les dan o una o dos sonrisas, yo sé por dónde se anda, aunque me manejo mejor en un sistema en el que las notas quedan bien claritas, pues tanto eufemismo me carga. Como si no supiesen los niños quién de la clase tiene su vida escolar empantanada en obras y quien brilla con dobles sonrisas. Como le dije a mi hija que ya sabe dónde hay potencial, ésta se me enfadó y me dijo que nunca estoy contenta. Será eso, que las madres somos unas exigentes. Pero es que como yo soy la madre de la abeja Maya y de Willi, como dice mi hermano, sé quién vuela con los objetivos claros, y quién revolotea bastante relajada y con vagancia encima. Pero estoy muy contenta con las notas, que conste, pues no hay cascos ni obras por ninguna parte.

Así que que vengan las vacaciones. Yo he venido con el permiso antes también. Curiosa expresion. A mí no me da permiso nadie, pues yo trabajo de autónoma y voy por libre. Pero hoy he dado mi última clase antes de las vacaciones. Se repiten las sensaciones, repito: comienzas un curso con 21 y terminas con 9. O los espanto yo o la lengua, o se espantan solos, cuando ven que un idioma es trabajo, y no solo ir a clase, que también lo es. Yo, por si las moscas, los he despedido cantando "La Camisa Negra", "Bésame mucho" (ésta es la bomba, versión de Los Panchos, claro), y el Waka Waka. Se han ido contentos. A lo mejor a partir del curso que viene pongo en la última clase, o directamente en la primera "Los diez negritos", de Agatha Christie, o mejor aún, jugamos a eso. Cierro las puertas, y de ahí no se escapa nadie con vida, y les va cayendo un tema gramatical tras otro.

Termina el curso. Y llegan las vacaciones. Que sí, que me repito hoy. Pero es que este clima al que no se le puede denominar ni eso siquiera, clima, nos vuelve lentos e insensibles a todos. Llevo diciendo estos días que tengo que cargar todas mis baterías: la de calor, la de la guasa, la de la mala hostia española (que no me abandona, en realidad), la de la ropa de verano, aquí inservible. El otro día quise hacer una barbacoa, y nada, como para atreverse; hace poco alguien me contó de un concierto de verano como el que yo tuve el año pasado con diluvio universal; ayer tuve una cena en un restaurante con un jardín monísimo, pero por el aire que hacía, nos fuimos para dentro. Verano aquí, para qué. He hecho sondeos de adónde se va la gente de vacaciones, y gana Mallorca, muchos se van también al Mar Adriático, y los curtidos de siempre se van por las islas de aquí arriba y a las playas alemanas. Que Dios les ampare, con su forro polar y botas de goma. Yo no corro riesgos inútiles. Ya lo hago todo el año.

No queda nada. Las notas. Las maletas. Citas típicas de una mujer antes de partir. Y muchas ganas de largarme en un par de días. Con sonrisas y con obras.

domingo, 17 de junio de 2012

Que vuelen lejos, con sus alfombras

Que todavía Carlos Dívar no haya dimitido de su función como presidente del Consejo General del Poder Judicial, me parece, y más con la que sigue cayendo, una vergüenza de las más vergonzosas que existen para España. Que hasta ayer el tipo todavía se creyese impune porque todavía parecía que varios vocales le iban a apoyar, demuestra la falta de respeto hacia las instituciones por la gente que desempeña cargos importantes en ellas. Por suerte no ha sido el caso, pero que todavía el circo se traslade al jueves, y que ese mamarracho se siga aferrando a su silla, es más que una más, tras Urdangarines, Camps, y Correas, que vienen vapuleando al país y produciendo estupor porque enciman se vanaglorian, pagan fianzas, claman inocencias que están más que refutadas, y siguen disfrutando del dinero y privilegios de los que se beneficiaron o apropiaron ilegalmente. Mientras en España no se terminen esas chulerías, ese estilo irreverente de que da igual lo que se haya hecho, que uno tiene derecho divino y de por vida a seguir robando con hidalguía, no se va a respetar el dinero público ni la función que desempeñan.

En Alemania se intenta, por supuesto, y se pilla también a unos cuantos listos que se quieren aprovechar de su puesto y privilegios, pero si comparo los "pecados", son menores, aunque no por ello menos reprobables y vergonzosos. Pongo el ejemplo de esta semana. Al ministro de Ayuda al Desarrollo de la coalición de gobierno actual, Dirk Niebel, una alfombra podría costarle el puesto, y estoy segura de que acabará por dimitir. El político de los Liberales, del FDP, se compró una alfombra en Afganistán en un viaje de trabajo en el més de marzo, por 1.120 euros: 9 metros cuadrados de alfombra de 30 kilos de peso. El problema es que si la hubiese transportado en el vuelo regular que cogió de vuelta a Berlín, por muy enrolladita que fuese, le hubiese costado un buen pellizco. ¿Qué hizo el listillo entonces? La dejó en la Embajada Alemana y aprovechó un vuelo oficial del jefe del Servicio Federal de Inteligencia para que se la trajeran. Eso significa que a pie de pista un vehículo oficial del gobierno, la recogió y la llevó al piso de Niebel, sin pasar por la aduana... El paso por la misma hubiera supuesto un gasto de algo más de 200 €, y ésos se los ahorró el pobre Ministro, que los debe necesitar, y es mejor perder toda su credibilidad por una alfombra.

Tras publicar el semanario Der Spiegel esta semana el escándalo, el ministro se ha justificado diciendo que el trasporte fue un "favor personal", pero que el pago en la aduana falló "por un malentendido", y que por supuesto que ya ha iniciado los trámites necesarios. Los del Servicio de Inteligencia, que no son otros que el servicio secreto, están muy enfadados, pues ellos dicen que Niebel mintió al decir que no negoció nada sobre los pasos pertinentes con ellos por tratarse de un "regalo", y que por eso ellos pensaban que él aclararía todo. Que se la cuelen así al servicio secreto tampoco es prueba de la seriedad del mismo.

De la manera que sea, Merkel, que tiene otras preocupaciones que le deberían quitar más el sueño, y espero que lo hagan, dijo que espera que su ministro pague lo que debe y punto. Pero Alemania es un país en el que no se hacen concesiones de ningún tipo con estas cosas. Si ya la ha liado así, no basta con pagar, sino que ha de irse, y la prensa no dejará de sacar datos hasta que se vaya. No habrá ni que esperar al jueves, como con Dívar, de eso estoy segura. El expresidente alemán Wulff, tardó meses en irse, pero al final se fue. Y como piden muchos, Merkel acabará poniendo a Niebel con su alfombra voladora de patitas en la calle. A Dívar todavía habrá que "convencerle" para que se vaya, y me pregunto que, como este caso ha salido porque un vocal del Consejo Judicial le ha denunciado, cuántos montones de casos más habrá en España encubiertos, por el consentimiento de otros y la chulería del listo de turno. Eso ha de cambiar, y cuanto antes, la forma de ver las instituciones como usufructo propio: viajo gratis porque yo me lo merezco por mi jeta absoluta. En Alemania, el que pillan in fraganti mete de momento el rabo entre las piernas, clama un "lo siento", que no pretendió que fuese así, pero como ni eso se lo cree nadie, se terminan por ir. Y al menos no se jactan y se ríen de todos los demás, en público. Que disfrute de su alfombra. Dívar ya lo ha hecho de su viajes, y lo hubiese seguido haciendo.

viernes, 15 de junio de 2012

El plátano

Anoche tuve una tarde interesante. No todos los días veo el partido de la selección española rodeada de alemanes, en un bar. Siempre me parece que las cosas me ocurren para tener que llamar la atención, pero llevo media vida acostumbrada eso, y el resto del tiempo, para llamarla más aún, escribo en un blog para hacerme notar. Pero volviendo a la tarde de fútbol, la razón del encuentro no era ésa, sino que aquí organizan siempre los representantes de los padres de cada clase una reunión informal en un bar para conocerse y hablar sobre el curso y los críos. En Alemania se dice que donde se juntan dos alemanes, forman una asociación. Vinieron los profesores también, y tras marcar Torres el primer gol en el minuto 4 yo me quedé tranquila y pude concentrarme bien en la conversación general que comenzó con la pregunta: "¿Para qué tienen que llevar mañana los niños un plátano a clase?". Como todos sabemos que están terminando el curso con una semana de educación sexual, de miércoles a miércoles, todos agudizamos el oído. Yo, que no me había enterado de lo del plátano, le pregunté al profesor, y me dijo que probablemente mi hija, que tiene todo bajo control, habría ido a la cocina a coger uno, y lo guardaría sin decirme ni mu. Comenté que solo tengo dos en casa, y muy maduros, que es cuando ya no nos gustan. Y dijeron que valen también, pero que por la noche mirase si falta uno... No obstante, por lo feos que están he estado tentada de ir hoy a las siete de la mañana, que es cuando abren, a por plátanos decentes. Pero mi hija anoche me dijo que había cogido uno, y que no me preocupase. Pero es que una madre se preocupa por todo.

Anoche, al llegar a casa le pregunté a mi hija que si había cogido un plátano, y dejé caer que no me había comentado nada, y le pregunté si sabía para qué era. Su respuesta no pudo ser más clara: "No lo sé, pero tengo una ligera sospecha". Más no quiso comentar, pues no eran horas. Pero esta mañana, a las siete, estaba más habladora. Le volví a formular la misma pregunta, y me dijo: "Para qué va a ser? Para ponerle un preservativo." Más claro el agua. Tengo que decir que a mí, mente díscola, se me pasaron otras posibilidades anoche por la cabeza, y no la del condón. Pero es que, como para la prevención antitabaco les llevaron al hospital a presenciar una broncoscopia en vivo, con la claridad alemana, me imaginaba cualquier cosa. Y he aprovechado que estaba habladora para indagar. Todo esto lo contó con su hermana, más pequeña, delante, pero qué más da. La otra ya me dijo hace tiempo que ella sabe de esas cosas, como diciendo que con qué le salía yo en ese momento. La hermana nos dijo lo que los profesores contaron ayer: que han dividido la clase en dos grupos, chicos y chicas, y que las chicas van con la profesora tutora, y los chicos con el profesor de ciencias; que también hablan de sentimientos, de lo que significa ser hombre o ser mujer, que por qué les gusta ser lo que son, y qué características les gusta del sexo opuesto; que ayer hablaron de "la primera vez". Entonces entiendo lo del plátano, pues estas cosas hay que aclararlas cuanto antes.

La profesora comentó ayer cuando los padres comentaron el adelanto que es todo eso hoy día, y eso que todos los que estaban dijeron que habían tenido educiación sexual en su época, y yo era la única que no, pues no la recuerdo, y seguro que de eso me acordaría. Pero también comentó que algo que le daba pena es confrontar de esa manera a los críos a sus 12 años con estos temas sobre los que hasta ahora la mayoría no pierde ni un solo pensamiento o hacia el que mantienen una naturalidad infantil. Que era como si por hablar tan claro de ello, se despertara una cierta sensibilidad que no tenían antes y se hicieran tabús muchas cosas.

A mi hija le parece "o.k." tratar el tema en clase, me ha dicho hoy, pero que es algo "doof" (tonto, estúpido). Pero comentó que al menos a ellos les ha tocado un tema interesante, pues los de la clase de al lado tienen otro aburrido. Yo pensé que era para todos igual, pero no. A eso les habrá tocado ya o les tocará la próxima vez. En Alemania todo tiene su razón de ser y su momento.

Por cierto que ayer, un padre preguntó si de no tener plátanos se podía llevar alguna otra cosa. Yo recordé el pepino que tengo en la nevera, más decente y no tan maduro como el plátano. Pero no dije nada. A ver qué me cuenta luego la del plátano. Los profesores dijeron que en cualquier caso estaban contentos de que lo del plátano sea en viernes, y poder mandar a los críos a casa con un fin de semana por delante. Será el momento de que indaguemos los padres, pero también, y esa es mi idea, de aprovechar el momento y hablar de esos temas. Investigaré. Esa es mi labor.

miércoles, 13 de junio de 2012

Berlín, siempre

Habré ido no sé cuántas veces a Berlín, tantas, que me alegro hasta de haber perdido la cuenta. Y espero volver otras tantas. Se acercan las vacaciones de verano, y como siempre hay gente que me pregunta por sitios que les recomiendo en Berlín, voy a poner aquí mis imprescindibles de la capital alemana, incluso para que cualquiera que busque en Google cualquier cosa de Berlín, aterrice aquí y a lo mejor se anime a ir a alguno de los sitios que a mí me encantan. Ilusión me haría, aunque tampoco les descubra la piedra filosofal. Pero de Berlín me quedo también con mis favoritos, como en todas las ciudades que conozco bien, esos lugares secretos que descubrí por casualidad, o porque venía en alguna guía, o artículo que guardé, y los que me encanta volver. Espero que mis experiencias sean aprovechables. No llevo comisión de ningún lugar, lo aseguro. Son simplemente mis lugares.

En Berlín se puede vivir, y tener algo que ver y descubrir cada día. La ciudad es inagotable y fascinante. ¿Pero qué ha de ver el visitante que se queda un par de días? Yo lo hago aún más difícil y propongo una visita de un día, como las que he hecho en muchas ocasiones con familia o amigos de España. Pienso que Berlín, aunque parezca contradictorio por lo que he dicho antes, se puede ver en un día. Porque es una ciudad en la que es muy fácil encontrar lo que uno buscaba y porque con un par de cosas te vas contentísimo y con la idea de que has estado en Berlín. El resto serán las 20 visitas más que se pueden realizar a esta ciudad.

Berlín en un día. No es imposible. Yo comienzo siempre en el Reichstag. El Reichstag es un imprescindible, y caminar en la cúpula de cristal impresionante, con las vistas que ofrece de la ciudad. Es recomendable reservar en internet hora, y así no tener que esperar colas interminables. Yo me chupé una vez dos horas de cola para unos amigos (lo que no haga una cuando hay mucho cariño por medio...). De ir con niños, se puede ir directamente a la entrada de minusvalidos, y en ese caso no hay que esperar.

Después continuar caminando a la Puerta de Brandemburgo, el símbolo de Berlín, y tras las fotos pertinentes, caminar paralelo a la Puerta dejándola a la izquierda, y entonces se llega al Monumento al Holocausto. Se trata de un impresionante conjunto de bloques de cemento gris, de diferentes tamaños. Hay que meterse entre ellos, y caminar. La sensación de angustia, o de estar encerrado, se siente rápido. Debajo de las piedras, hay un centro de información sobre el Holocausto no apto para los corazones sensibles. Los alemanes son tan objetivos con su pasado que lo muestran tal cual, sin florituras. Es muy impresionante este centro. Después continuar por la misma calle de la que se vino, dirección Sony Center y la Potsdamer Platz. Esta última debió ser uno de los centros neurálgicos de la ciudad, y tuvo el primer semáforo de Europa. Quedó totalmente destruida tras la guerra, y ha sido reconstruida, en un conglomerado de calles con edificios color naranja de la misma estética. El Sony Center es un conjunto de edificios muy modernos y merece la pena atisbar un momento. No picar y tomarse algo ahí. Creo recordar que me tomé el café más caro de todo Berlín ahí. Mejor tomárselo en otro sitio, pues se paga el lugar. Caminar por las calles de la Potsdamer Platz. El cine que que hay en la plaza de Marlene Dietrich (me encanta el nombre de la plaza) es el lugar de la alfombra roja de la Berlinale, el Festival de Cine de Berlín.

A continuación ir hacia el Martin Gropius Bau. Me encanta ese edificio, en el que he visto dos exposiciones, y en el que siempre hay algo interesante. Esa calle, la Niederkirchner Straße, me parece una de las más interesantes de Berlín. En ella queda un trozo considerable de muro, y a la derecha se encuentra la Topografía del Terror. En este lugar estaba la central de la Gestapo, con una cárcel que queda visible, y el lugar tampoco ahorra con el terror, y se puede visitar. Pero en Berlín toca a veces que se te revuelva un poco o bastante el estómago con los horrores del nazismo.

Seguir caminando hasta el Checkpoint Charlie, y hacer la foto típica con el cartel "You are leaving the American Sector". Luego seguir hacia la Friedrichstraße. Imposible imaginarse hoy día que esa calle era una de las principales de Berlín Este y hoy día es el paraíso del consumo, con tiendas lujosísimas, restaurantes, concesionarios de coches de lujo. En la esquina con las Galerías Lafayette (entrar un minuto a éstas y ver la construcción de cristal de su interior en la que se ven todos los pisos de arriba a abajo), torcer en la Französische Straße. En el número 24 está la tienda de los chocolates Ritter Sport. Merece mucho la pena entrar, y es imposible no gastar.

Y siguiendo por la Französische Straße se llega a mi plaza favorita de Berlín: el Gendarmenmarkt, con el teatro en el medio y las iglesias de los hugonotes a los lados. Mapa en mano ir ahora en "diagonal", en dirección hacia Unter den Linden, pero hasta la altura del Berliner Dom, la catedral. No hace falta entrar, pues la entrada es cara (yo piqué una vez, y no más), pero seguir hacia la Isla de los Museos. Aquí hay dos imprescindibles: el Neues Museum, el Museo Nuevo, donde paradójicamente hay solo arte antiguo, y donde se encuentra ahora y ya definitivamente la Nefertiti (yo la he visto en otros dos museos anteriormente) y el Pergamon, que cuenta con el famoso altar y que quita el hipo al verlo, al igual que la Puerta de Ischtar y la del mercado de Mileto. Yo me quedé muda cuando vi estas puertas dentro del museo. Y del Altar no digamos. Lástima de los tropecientos mil turistas más, pero no queda otra. Por eso es recomendable para ambos museos comprar las entradas con hora en internet. También hay una entrada conjunta para los museos de Berlín, con la que de visitar varios, sale más barato.

A continuación seguir hacia la Oranienburger Straße, donde está la sinagoga. Torcer a la derecha por esa calle, hacia el Hackesche Höfe, un patio muy bonito de tiendas y talleres de artistas. En general toda esa zona de la Oranienburger Straße es estupenda para ir de compras o a comer o tomar algo.

Con todo esto da para un día sin parar, pero para los que se queden más tiempo, pueden pasear de arriba a abajo y de abajo a arriba por Unter den Linden. Es probablemente la calle más monumental de Berlín. Por supuesto que hay que ir entonces al Kurfürstendamm, o Ku'damm, la calle más emblemática del oeste de Berlín. Me gusta mucho el Savignyplatz, con muchos restaurantes, tiendas y cafés. Charlottenburg, el "palacete" amarillito y sus jardines es precioso. El Alex, la torre de la televisión del Alexanderplatz merece la pena, por las vistas. Recomiendo reservar entradas por anticipado, pues las colas son inmensas si no. El Nikolaiviertel es bonito también. Siempre que puedo me acerco en esa zona a ver las estatuas de Marx y Engels. Ahí siguen, en el Schlossplatz, enfrente del Ayuntamiento, manteniendo el tipo, tras todo lo que ha llovido después.

Para comer me encantan estos sitios:
- Curry 36. Mehringdamm 36, en el barrio de Kreuzberg. La cola impresionante para comerse una salchicha al curry se olvida después. La mejor que me he comido en Berlín hasta ahora.
- Zur Nolle. Estilo años 20. Georgenstrasse, en los arcos del metro cerca de la Friedrichstraße, concretamente el arco número 203. Pero se encuentra bien, al estar casi al lado de la Friedrichstraße. Tienen comida muy alemana, con decoración curiosa. Muy buenos Schnitzel (los filetes empanados), y cerveza.
- Mittendrin. Sophientrasse 19, cerca del Hackescher Markt. Algo escondido, pero muy tranquilo y no turístico. Tienen buenísimos Flammkuchen, que es la versión alemana, o alsaciana, de las pizzas: una masa muy finita, y luego cubiertos de diferentes ingredientes. Muchos vinitos también.

En general, lo de siempre en cualquier parte: evitar los sitios demasiados turísticos. En general en Alemania se come bien y a buen precio. Es muy fácil encontrar muchos sitios que no son caros. El Mittagstisch, el plato del día, suele estar bien. No hay menús, como en España, pero muchos restaurantes ofrecen un plato completo a buen precio.

Tras todo esto, solo me cabe decir que me muero de ganas por volver a Berlín. Aquí quedan también otros posts que escribí en otro blog que tuve. Porque Berlín es Berlín, y habrá más posts, eso seguro.

http://encuerdafloja.blogspot.de/2010/03/berlin-siempre-distinto.html
http://encuerdafloja.blogspot.de/2009/09/ciudades.html
http://encuerdafloja.blogspot.de/2010/06/nada-nuevo-en-el-arte.html
http://encuerdafloja.blogspot.de/2009/08/imitadores.html
http://encuerdafloja.blogspot.de/2010/03/fotos-de-berlin.html

martes, 12 de junio de 2012

Milagros ficticios

Este año nos han dado bien la lata con el centenario del Titanic, pero hubo otro Titanic menos conocido que se cayó del aire, y al que a mí me hubiese parecido más temerario subirme que al Titanic. Hace 75 años, en mayo de 1937 explotó en el aire sobre el estado de New Jersey, EE.UU., el LZ 129 Hindenburg, el dirigible alemán tipo zepelín, con 97 personas a bordo, de las que sobrevivieron 62. Entre la tela que cubría la estructura de aluminio y el gas que lo hacía volar, hidrógeno en concreto, era una bomba voladora, y cuando en cuestion de segundos se prendió fuego todo por una chispa causada por las maniobras de aterrizaje, el combustible que empezó a fugarse, junto con la mala climatología y la mala fortuna, se vino abajo la concepción del momento de que la tecnología era imparable.

Pero hasta este momento, el genio de Ferdinand Graf von Zeppelin había realizado su sueño el 2 de julio de 1900, con su primer dirigible. Y el último, el Hindenburg fue el número 118 de estas naves volantes, y el más grande de todos los tiempos, con 245 metros de largo, 215 toneladas de peso y 200.000 metros cúbicos de gas en su interior. El más, más, más... como el Titanic. Cuando salió de Frankfurt el 3 de mayo de 1937 ya había recorrido 300.000 km en 55 viajes, había transportado a 2.800 pasajeros y había cruzado 34 veces el océano. En este último viaje iban 36 pasajeros, menos de lo habitual, y 61 personas de la tripulación. El viaje costaba 400 dólares, tanto como es hoy 10.000 €. En los dormitorios había agua corriente caliente, en el restaurante menús a la carta, música en vivo de piano, sala de fumadores, aunque las cerillas las guardaba un azafato, por si acaso... Pero como los americanos se habían negado a proveerles con helio, que es no combustible, los dirigibles seguían siendo llenados con hidrógeno, que sí que lo es. Esta catástrofe terminó con los vuelos de dirigibles. Los nazis sospecharon de un ataque o atentado, pero todos los informes apuntaron al mismo resultado: la construcción fue víctima de si misma, de su tamaño, de la fuerza de la naturaleza.

En marzo tuve ocasión de visitar en Friedrichshafen, ciudad a orillas del Lago Constanza, el Museo Zeppelin, pues esta ciudad fue el lugar de fabricación de estas aeronaves. El museo muestra lo que supusieron los dirigibles para el transporte humano, y la proyección que muestran en una sala, con imágenes del incendio y la catástrofe, hace preguntarse si no fueron demasiado lejos, pensando que todo era posible. En 1993 resucitaron la marca y en Friedrichshafen se siguen construyendo zepelines. Ahora los mueve el helio y no el hidrógeno, y se construyen algo más "recogiditos", con 75 m de largo. Sirven para llevar turistas sobre el Lago Constanza, o algunas empresas los encargan.

Si pienso ahora en todo esto es porque, desde que visité el museo, he pensado varias veces en la temeridad humana, que a veces supera los límites del riesgo y de lo posible. Y lo mismo pienso sobre la situación del euro y todos esos bancos que volatilizaron el dinero en inversiones especulativas absurdas y sin ver límites. Pienso en las indemnizaciones millonarias que muchos se han llevado tras haberse estrellado con su nave, en cómo siguieron metiendo dinero en cajas de ahorros que eran bombas dirigidas por unos ineptos. No puedo evitar preguntarme si el euro y una política común monetaria europea no fue un querer volar demasiado alto con la nave errónea. La idea es muy buena pero no como se ha implementado, que era lo fundamental. La técnica y el progreso no previenen de tormentas, de ineptos, y menos aún de llevar el combustible inflamable a bordo, si intrínsecamente está todo podrido.

lunes, 11 de junio de 2012

Donde no se puede exprimir más...

El año pasado, en compañía de un familiar y de un amigo, estuve en el museo de los Beatles de Hamburgo, llamado Beatlemania. Fuimos porque entraba en la entrada de la llamada Noche de los Museos, el equivalente a la "noche blanca" en España. Nos pareció un timo, y agradecimos haber entrado con la entrada de la noche, y no habiendo soltado los 12 € que costaba si no la entrada. El museo, en plena Reeperbahn va a cerrar el 30 de junio, tras tres años de existencia. A mí no me pareció ni que hubiera nada interesante, así que no me extraña que la razón del cierre sea la falta de visitantes. En los tres años tan solo han pasado 150.000 visitantes por las cinco plantas del museo, en un edificio en el que hace años estuvo ubicado el Museo Erótico de Hamburgo, y que era mucho más interesante. Pero esa cifra de visitantes ni siquiera cubre los gastos de mantenimiento. Pero un museo en el que se exponen un par de trajes, una habitación típica de un fan típico de los Beatles en los años 60, figuritas, algún contrato, disco, puede interesar a los muy fans, pero tal cual vi el museo, ni siquiera. La idea del museo era dar rendir homenaje ($$$) al paso de los Beatles por Hamburgo 50 años antes, cuando empezaron a tocar en el club Indra antes de hacerse tan famosos, y en otros clubes de St. Pauli durante dos años con alguna interrupción.

Para que hubiese sido rentable, hubiesen tenido que ir lo menos 300.000, que es la cifra de los fans que acuden cada año al Museo de los Beatles en Liverpool. Pero es que no es lo mismo. Vamos a ver, por mucho que estuviesen tocando los Beatles por aquí, no es la época de la carrera de los Beatles que conoce la humanidad, y desde luego que su nombre, por mucho que lo propaguen los hamburgueses, no va unido a la ciudad de Hamburgo. Entiendo el orgullo por el dato, pero es cuando a la primera de turno te sueltan: "Hamburgo tiene más puentes que Venecia". Pues muy bien, pienso yo. Creo que a los venecianos se las trae al pairo, como a los habitantes de Liverpool.

El responsable del museo acusa ahora a la ciudad de falta de apoyo financiero a algo tan cultural. Pero sinceramente, ¿por qué se tiene que ocupar el estado de cosas tan poco interesantes, y más en los tiempos que corren? O estos lugares se mantienen como institución privada, pues como vemos, de ser un museo estatal sería un agujero de pérdidas, o mejor que no los abran directamente, pues el mundo no necesita ciertas cosas. A mí me pareció una absoluta tomadura de pelo, y jamás he recomendado a nadie ir allí.

Soy amante de los museos. Me podría perder todas las semanas en alguno, y no solo los de pintura o arte, sino de muchos otros temas. Pero ayer por ejemplo leí de un museo curioso en Berlín, uno de pintalabios, y que me produjo hasta grima cuando leí, no ya de la colección de no sé cuantos pintalabios que tiene un maquillador que ha ido coleccionando de famosas, sino las marcas de besos de muchas mujeres conocidas en pañuelos con el carmín de labios pintados. Me gustan los pintalabios y los museos, pero a ése tampoco voy. Al menos éste tiene morbo, por friki, pero el de los Beatles no, por lo exprimidísimo que está el tema. Lo siento, Hamburgo.

domingo, 10 de junio de 2012

Aligerados

Sé que voy a parecer una exagerada, pero estoy convencida de que deberíamos mudarnos cada dos años de casa, pues si no lo haces acumulas y acumulas cosas como si te fuese en ello la vida. Seguimos adquiriendo cosas que en realidad no reemplazan a otras si no que se les añaden, y los años pasan y nos convertimos en coleccionistas de inutilidades sin darnos cuenta.

Hoy he sacado bolsas de cosas que no uso de mi habitación y me he quedado nueva. El armario sobre todo parece nuevo y aunque sea una tarea que solemos postergar, el resultado nos hace sentir más ligeros por quitarnos todo eso que incluso nos impide ver lo importante. Por qué nos empeñamos en conservar ropa demasiado usada, que ya no nos ponemos hace mucho pero que guardamos por lo muchísimo que nos la pusimos y nos da cosa tirarla. Luego existen aquellas compras que no debimos hacer, cosas rebajadas que compramos justo por eso, pero que tampoco son de nuestro gusto, y por eso no nos las hemos puesto casi. Y luego las cosas que sí que nos gustaron un tiempo, pero ya no, así que fuera también. Pero lo mejor es lo que he sacado que era tres tallas más grande, lo menos, de lo que uso ahora y mi hija no se lo podía creer, pero una falda sobre todo hablaba mundos de una época gorda mía, la verdad sea dicha. Qué ciegos estamos a veces, pero si veo fotos de esa época, y veo lo que saqué ya en otro ataque de limpieza y mucho de hoy es obvio. Así que a veces evolucionamos para bien.

Días así liberan de mucho lastre del pasado, nos hacen situarnos en el presente mejor, y a mí hasta me hacen mirar hacia delante. Hoy me siento además con ganas de retomar algo que dejé aparcado con mucha tristeza hace justo un año y ocho meses, por una lesión fuerte. Siento que ha llegado el momento de volverme a calzar las zapatillas. Sé que no va a ser lo mismo que antes, pero está bien así. Correré con lo mucho que he aprendido en todo este tiempo de pausa, en el que salvo el correr, nada ha parado. Deséenme suerte, unas buenas rodillas, y sobre todo una buena cabeza.

sábado, 9 de junio de 2012

Compensaciones

Arrancó la Eurocopa, y mientras escribo esto juega Alemania. Advierto de que estos alemanes tienen muy mal perder y aunque los partidos de preparación les salieron algo chapuzas, como se lo toman todo tan en serio, van creciditos. Y hoy, cuando el rescate a España es oficial, por mucho que el Gobierno español no quiera usar esa palabra, se confirma lo que ya se anunció claramente aquí ayer, mientras que en España nadie se pronunciaba: que España solocitaría hoy el rescate.

Yo abogo porque esta Eurocopa la ganen o Portugal, Grecia, Irlanda o España. Solo faltaba que ganasen los alemanes el campeonato, para que se nos creciesen más. Antes, en la pausa del partido, que es lo más importante del día, ha salido lo segundo más importante del día: cuánto dinero tienen que poner los alemanes para España. Wolfgang Schäuble, el ministro de Hacienda, acaba de tranquilizar(nos) diciendo que España devolverá el dinero, que es solo un préstamo y que España está en el buen camino con las reformas.

Pero Alemania no ha jugado bien el primer tiempo, o no como se esperaban todos. A Boateng, Löw, el entrenador, le ha dejado jugar hoy diciéndole que espera que compense hoy con su juego la que lio el otro día. El chico fue algo díscolo la noche del domingo, antes de volar a Polonia, y pasó la noche en un hotel con una señorita supermodelo del porno. A ésta le ha salido la jugada redonda pues ha contado orgullosa a los medios la hazaña, pero a Boateng no, que hasta hoy ha temido que no le dejaran jugar. Ella, famosísima ahora, ha intercedido toda la semana por él diciendo que la habitación del hotel "solo hablaron". A la chica no hay más que verla para creérselo.

Pero Löw es más conmiserativo que Merkel, aunque ha dicho que espera que Boateng se deje por lo menos la pellica (expresión con la que crecí) en el partido de hoy. Ups, algo así espera Merkel de España también, ¿no?

Boateng se ha ganado una tarjera amarilla ahora mismo, por agarrar a Ronaldo, y no he terminado la frase cuando Mario Gómez acaba de meter un gol. A las mujeres alemanas (en esto me incluyo yo) nos han metido esta semana uno bien gordo con la aprobación del Betreuungsgeld, del que ya hablé en este blog, también llamado "prima de la cocina", una ayuda financiera para que los niños no vayan a la guardería y se ocupen de ellos su madres y no trabajen, claro. Pero eso a la mayoría le da igual, pues lo importante es que gane Alemania. Que meta un gol Portugal, ya que nosotras no lo conseguimos. Quedan 5 minutos.

jueves, 7 de junio de 2012

Hasta mañana a las ocho...

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho... Así me acosté yo anoche, con un bizcocho recién hecho para el cumple de mi hija hoy, para que lo llevase al colegio a las ocho. La buena noticia es que se lo han comido todo los críos, y eso con mis superdotes pasteleras... Pero dos veces al año me armo de valor y supero la vagancia que me produce el tener que hacer un bizcocho. Y lo hago con gusto porque solamente con ver la ilusión y la felicidad de mis hijas me sacudo todo el grado de españolidad que tengo con mis genes pasteleros, y me vuelvo alemana, dos días al año.

Pero tal y como están las cosas en el mundo, cada vez me embriagan más las fechas como hoy. Mi madre me decía hoy por teléfono, que como todas las noticias que uno ve u oye son todas malas, que va a terminar por poner Radio Olé e ignorar el mundo, como le decía siempre su hermana, ya fallecida. Y es que de verdad que es para ponerse malo en España y en parte del extranjero: entre la prima de riesgo, Bankia, los recortes en enseñanza y sanidad, el paro tan escandalosamente alto en los jóvenes, la segunda bajada del sueldo de los funcionarios, los viajes de Dívar, otra "minucia", como los muchos casos de corrupción que da nuestro país.

Lo de los funcionarios me parece muy fuerte, pues es la segunda bajada del sueldo en poco tiempo. Empalmando con mi entrada anterior, lo único que van a conseguir es que la gente trabaje con menos gana, y se aprovechan de que en la sociedad los funcionarios tienen esa imagen de vagos y privilegiados solo por tener un puesto fijo, y yo creo que por eso muchos recelan de ellos (¿envidia?). Pero recordemos que entran a través de oposiciones y no a dedo. Y pensemos en esos funcionarios llamados profesores que trabajan mucho más de lo que la gente se piensa y que la gente se cree que, como tienen largas vacaciones, se les puede menospreciar si hace falta. Qué fácil es hacer demagogia en los tiempos que corren. Y cuánto le gusta ahora el silencio a Rajoy, con lo que largaba en la oposición.

Ay, menos mal que nos quedan las fiestas, cumpleaños, el Corpus para lucir la mantilla o lo que sea. ¡Y que viva la Virgen del Rocío!, por supuesto.

miércoles, 6 de junio de 2012

Regalar los oídos es gratis

Qué pocas veces nos reconocen nuestro trabajo. Y por eso, cuando lo hacen, nos sabe a gloria, a veces con toques amargos, cuando nos parece que lo venden caro. Da igual que sean tus hijos los que te digan que eres la mejor madre del mundo (eso sabe mejor que a gloria), o tus compañeros, subalternos, clientes, o si es el jefe más aún, pues ésos venden caros los halagos. Y lo digo en una semana en la que parecen haberse puesto mis alumnos de acuerdo para reconocerme mi trabajo, y alguno lo ha hecho en público, en plena clase, algo que a mis casi 43 años ya no me hace sonrojar sino llenarme de orgullo. Y me acuerdo de lo que dice una amiga mía, que si te alaba un alemán no es lo mismo que si lo hace un sevillano. Pues sí, a los primeros les cuesta más, y por eso, sabe muy bien.

Pero no quiero jactarme, sino simplemente lo tomo como una compensación a los momentos duros, en los que no sabes si le llegas a la gente, si lo estás haciendo bien, u oyes algún comentario que te deja algo patidifusa y que te vas con él mascullándolo a casa. Es muy fácil poner pegas y criticar, pero cuesta mucho comentar lo que nos gusta y parece bien. No debería ser así, pues esa inyección de moral haría que mucha gente trabajase con más ganas, y no con la sensación que tienes de que siempre te exigen y exigen y parece que nunca das la talla.

Por eso, hoy para terminar una de mis clases, me he preparado una actividad de piropos y cumplidos. Esto es extensivo no solo al trabajo sino a nuestras vidas privadas. Cuántas veces deberíamos decirles a las personas que queremos lo que significan para nosotros. Un "oye, qué guapa estás" a tu mujer o a tu novia, o "qué guapo, qué bien te sienta eso", a tu chico, o un "ay, que te como con tomate", como yo les digo a mis hijas a menudo, o un reconocimiento a la labor de nuestros padres cuando nos críaron, que ahora estando en la situación vemos que no es nada fácil.

Los latinos somos más propensos a darlos. El "qué joven estás, por ti no pasan años", y la respuesta, "ay no, por ti sí que no pasan los años". En el libro de español explican que se les quita importancia o se devuelven. Y es cierto. Tenemos a veces problemas los españoles en aceptar los cumplidos. Yo abogo porque a todos esos cumplidos digamos "gracias" y nos alegremos, porque si nos lo dicen será por algo. Yo desde luego que me quedo con todos los que he oído esta semana. Porque me los he ganado. Porque para eso miles de otras veces me he quedado con la sensación de que debo ser imbécil y que en este mundo en el que nos hemos terminado de creer que se logra algo por meritocracia, la realidad es otra muy distinta, y no están los que más son, si no los que conocen a, y pisan cabezas en muchos casos, o los que para su éxito personal se benefician del trabajo de los demás, que es a menudo más importante que el suyo propio. Yo ahora mismo me voy a trabajar. Y muy contenta.

martes, 5 de junio de 2012

Idilio puro

Jo, últimamente no me entero de nada. Para una vez que se pone sexy el barrio de al lado, al que voy a menudo, al mercado, que me encanta, e incluso a trabajar, y voy y me entero al día siguiente. Ayer vi en el periódico de Hamburgo que el domingo se hicieron las fotos para el calendario de los campesinos o los granjeros. Lo comenté en una de mis clases, en ese mismo barrio, y me dijeron que eso antes daba nombre al calendario que siguen los agricultores a la hora de plantar o recolectar frutas o verduras. Pero como los tiempos cambian, hoy día eso es un calendario con chicas ligeras de ropa en lugares rurales, haciendo labores típicas de la agricultura o la granja, muy sexy todo. Posaron cuatro chicas, elegidas previamente a través de un casting, y que tienen que ver algo con ese mundo, no de modelos en cueros, sino de las profesiones del campo: una de 22 años, es agricultora y "manager de cerdos" (increíble lo que la lengua alemana hace posible; yo me imagino que sabrá mucho sobre cerdos, pero eso cualquiera hoy día); otra, de 33, es "propietaria y críadora de caballos"; otra, de 20, estudia Agrónomos, y la que más méritos hace es una de 20, "hija de un agricultor".

Acabo de ver las fotos, y son "monísimas". Yo me fijo en los tractores, los campos idílicos, los caballos, las cabritas (las de cuatro patas, no vuelvan a pensar mal), el hacha que lleva una desabrigada en la mano, el lago en el que se mete una tipo "miss camiseta mojada". Pero ante todo pienso en la que se van a coger las pobres, pues desde el viernes hace un frío que pela, y yo no entro en calor, y me da cosa ver a las pobrecillas así, pasando frío, todo por la fama, y los del equipo que hacen las fotos, hasta con plumas puestos. Así cualquiera. Ellas se lo curran bien.

Pero tengo que comentar sobre el escenario de las fotos. Volksdorf no es un "pueblo del pueblo", valga la redundancia, que es lo que sería la tradución, pero es el nombre de un barrio muy burgués, tranquilo, en la periferia de Hamburgo, que parece un pueblo, pero no para pueblo, sino para gente que pueda pagar tanta tranquilidad. Digamos que mi barrio viene a ser lo mismo, pero no llega al puntito de "aquí hay clase" que tiene Volksdorf. Los de mi barrio somos unos "arrimaos". El estilo de vida viene a ser el mismo, pero nos falta el pedigrí y somos algo entremedias, entre ése y otros barrios.

Las fotos las realizaron en el "Pueblo Museo" del barrio. Se trata de un museo muy bonito que parece un viaje al pasado. Varias casas de agricultores y granjeros muestran los oficios de antaño, y donde se realizan actividades culturales relacionadas con los productos de la zona. El lugar no podría ser más adecuado. Por eso, cuando leí sobre la sesión de fotos, pensé que de toda Alemania tenían que hacerlas aquí al ladito, idilio puro, y a 10 minutos de mi casa. La segunda sesión para el calendario de 2013 la harán en Baviera, que es lo que uno se imagina en Alemania como vida campesina por excelencia. Pero aquí lo tenemos a la puerta de casa.

No será el calendario Pirelli, aunque yo me quedaría con uno de bomberos, que aquí no se hacen, y ni aunque vivo a un paso de un parque de bomberos, he visto jamás una sesión de fotos así. Una lástima. Tampoco los bomberos de aquí se parecen a esos de los calendarios de España, pues como le expliqué una vez a un amigo, que hablando por teléfono oyó que salía un coche de bomberos y me dijo "anda, pillina", aquí los bomberos son cosa seria. No las campesinas, como vemos.

O las escritoras de Volksdorf. En ese barrio creció la autora, Tina Uebel, y de él huyo en cuanto pudo, a St Pauli, donde vive, y que no podría ser más distinto. El año pasado en febrero apareció su novela "Last Exit Volksdorf", en la que no dejaba títere con cabeza en ese idilio y destrozaba de tal manera a sus personajes y al barrio que fue insultada y declarada persona non grata. Además, alguien que se reconoció en el libro, movilizó a abogados, y consiguió que se retirara la novela del mercado. Unos cuantos meses después volvió a aparecer una edición nueva, en la que corrigió unas 30 páginas y cambió el nombre de un personaje. Trató de quitar tensión al asunto diciendo que el libro es un ejemplo de los muchos Volksdorfs que hay en el mundo. Gente que lo ha leído me ha comentado que el libro es brutal, y muy desagradable. Son personajes atrapados en sus mundos perfectos, tras los que se esconden miserias humanas de todo tipo, ahogados además por querer tapar todo lo que se sale de la norma del lugar. Todavía me tienta leerlo y quizá lo haga un día. La prohibición de su libro le dio más lectores y publicidad de la esperada. Pero a mí no se me pasó inadvertida su publicación, tan solo por el nombre del libro, que me dice mucho, al igual que tampoco que se realizaran las fotos de las campesinas justo ahí mismo. En un barrio perfecto.

domingo, 3 de junio de 2012

Imposible silenciar

Este fin de semana Hamburgo ha sido escenario de una manifestación y de una contramanifestación. La primera era de los nazis, que se manifestaron en el barrio de Wandsbek, al este de Hamburgo. Trataron de prohibirla pero el juez confirmó el permiso. Vivimos en un estado democrático, y eso significa que hasta los nazis se puedan manifestar, por mucho que nos duela. Y el resto de los partidos, el Ayuntamiento, escuelas, y otros grupos, movilizaron para una concentración en la Plaza del Ayuntamiento, con el lema "Hamburg bekennt Farbe: für Demokratie, Toleranz und Vielfalt", algo así como "Hamburgo se define: por la democracia, tolerancia y diversidad", y la palabra Hamburg estaba escrita con diferentes colores.

La manifestación del Ayuntamiento fue un éxito, pacífica, y ahora lamento no haber ido con mis hijas. Son los momentos en los que hay que dejar todo lo que se tenga que hacer y salir a la calle, y yo ayer, por desgracia, no lo vi a tiempo, obcecada con las tareas de un sábado normal. Y los nazis se manifestaron, para estupor de muchos vecinos de ese barrio. Hoy he oído en la radio cómo varias ancianas decían: "no de nuevo, por favor". Para mucha gente debe ser horrible volver a oír ciertas frases, ver cierta estética y recordar. Muchos miraron a otro lado en aquel momento, y eso no puede repetirse. Y por eso estuvo bien que decenas de miles fueran al Ayuntamiento.

Por desgracia también hubo el punto negro de la jornada: los grupos violentos de izquierda, que trataron de arrimarse todo lo más posible a la manifestación, y que como suelen hacer, quemaron cubos de basura, vehículos, y conviertieron las calles, por supuesto que con "ayuda" de los nazis en batallas campales, y los vecinos de la zona aterrorizados.

No se necesita la violencia para protestar, del signo que sea. Desde luego que la próxima vez voy a ir, porque, como también se podría traducir el lema del acto pacífico, hay que mojarse.

Hasta mañana a las ocho

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho... Así me acosté yo anoche, con un bizcocho recién hecho para el cumple de mi hija hoy, para que lo llevase al colegio a las ocho. La buena noticia es que se lo han comido todo los críos, y eso con mis superdotes pasteleras... Pero dos veces al año me armo de valor y supero a la vagancia que me produce el tener que hacer un bizcocho. Y lo hago con gusto porque solamente con ver la ilusión y la felicidad de mis hijas me sacudo todo el grado de españolidad que tengo con mis genes pasteleros, y me vuelvo alemana, dos días al año.

Pero tal y como están las cosas en el mundo, cada vez me embriagan más las fechas como hoy. Mi madre me decía hoy por teléfono, que como todas las noticias que uno ve u oye son todas malas, que va a terminar por poner Radio Olé e ignorar el mundo, como hacía siempre su hermana, ya fallecida. Y es que de verdad que es para ponerse malo en España y en parte del extranjero: entre la prima de riesgo, Bankia, los recortes en enseñanza y sanidad, el paro tan escandalosamente alto en los jóvenes, la segunda bajada del sueldo de los funcionarios, los viajes de Dívar, otra "minuncia", como los muchos casos de corrupción que da nuestro país.

Lo de los funcionarios me parece muy fuerte, pues es la segunda bajada del sueldo en poco tiempo. Empalmando con mi entrada anterior, lo único que van a conseguir es que la gente trabaje con menos gana, y se aprovechan de que en la sociedad los funcionarios tienen esa imagen de vagos y privilegiados por tener un puesto fijo, y yo creo que por eso muchos recelan de ellos. Pero recordemos que ellos entran a través de oposiciones y no a dedo, como muchos otros. Y pensemos en esos funcionarios llamados profesores que trabajan mucho más de lo que muchos se piensan y que la gente se cree que, como tienen largas vacaciones, se les puede menospreciar si hace falta. Qué fácil es hacer demagogia en los tiempos que corren. Y cuánto le gusta ahora el silencio a Rajoy, con lo que largaba en la oposición.

Ay, menos mal que nos quedan las fiestas, cumpleaños, el Corpus para lucir la mantilla o lo que sea. ¡Y que viva la Virgen del Rocío!, por supuesto.

viernes, 1 de junio de 2012

14 grados

Hoy, comienzo meteorológico del verano hemos tenido 14 grados de máxima y un aire que parecía del Polo, recién llegado para la ocasión. Así comienza el verano en Hamburgo, sin contemplaciones. Y como hace una semana estábamos a 27 grados, yo estoy helada. Por mucho que digan, para mí una semana no hace un verano, por mucho que la gente se conforme con lo que hemos tenido. Ahora mismo, mientras escribo esto, me está entrando un sueñecito, ganas de coger una mantita y taparme y dormirme. Hablando de mantitas, justo eso me he comprado hoy, una de ésas para taparse cuando uno está tirado en el sofá, pues hoy es un día como para eso, mientras que justo hace una semana, estando de verano, me compré unas chanclas. Pero el tiempo de chanclas duró una semana, y ya está. Ahora mantita, té y sueñecito, para más no da el clima. Hoy he visto a gente sentada fuera en las terrazas de cafés y restaurantes arropados con mantas. Eso es querer y no poder, no me digan.

En junio, que suele ser pésimo en cuanto al clima, nos conformamos con los días larguísimos que tenemos. Amanece a las cuatro de la mañana y a las 11 de la noche se aprecia claridad en el cielo. Y la naturaleza está espectacular. La gente está como loca plantando y removiendo tierra en el jardín, abonando, cortando, fumigando. Yo, que prefiero hacer miles de cosas antes que ocuparme del jardín, al final llego siempre a las mismas conclusiones, cada año: a) que para qué tener jardín aquí, para lo poco que se usa; b) si hay un día bueno, o una semana, yo quiero disfrutarlo, y no trabajar en él; c) lo que crece, lo hace porque sí, porque aquí hasta los troncos de los árboles son verdes, cubiertos de musgo, o si no miren este rododendro de mi jardín: jamás lo abono, corto, quito nada seco, y ahí está, cada año en flor. Así que por qué preocuparse por lo que no necesita ningún cuidado. Más me preocupa el clima cada verano, pues siempre me vuelve la sensación de que si en invierno ya paso frío, en verano es igual. Pero es verano, ¡córcholis!