miércoles, 31 de diciembre de 2014

Feliz 2015 y más

Se acaba otro año más. Cuanto más viejos nos hacemos más tomamos esa actitud de que el tiempo no nos pertenece. Y a mí, lo del 2015 me parece cosa seria. Ya llegamos a la mitad de otra década. Como estoy en España, ya están las uvas preparadas. En Alemania lo estarán los petardos y fuegos artificales que todo el mundo lanza, y los bollos típicos. Cada lugar tiene sus costumbres y la ambición de pasarlo bien, pues eso es común a todos. Al igual que la buena mesa. Por eso, al final da igual dónde se celebre el cambio de año si la predisposión es buena. 

Hoy seré breve. Les deseo a todos mis lectores un feliz año y que volvamos a leernos otro año más. Mi blog cumple otro aniversario más, pues comencé un 1 de enero con energías (medio)renovadas. Ya lo están del todo, puedo afirmar y aunque cada vez encuentre menos tiempo para escribir, ahí está siempre, como el tiempo que pasa día a día sin enterarme. Suerte con todo a todos. Y salud, mucha salud. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

Navidades con brío

La Navidad es ese período de tiempo en el que puede llover ininterrumpidamente durante 6 días. hoy ha parado, y con ello se han desplomado las temperaturas. A mí todo esto hoy apenas me afecta, porque ando haciendo maletas. Creo que la única manera de descansar en estas fechas de paz y amor es largarse. Yo todos los años caigo en la trampa los días antes y me imagino que no voy a hacer nada y que voy a tener mucho tiempo para mí. Pero llega la Nochebuena y la Navidad y trabajo igual o más que otros días. Que se lo pregunten a todas las personas, normalmente mujeres aunque en algunos hogares espero que sean los hombres, a todos aquellos que sacan adelante el cordero o el pavo, y confirmarán que la Nochebuena y la Navidad para son los que van a mesa puesta. El resto curra, para que todos los demás disfruten de la Navidad. 

Supongo que a mucha gente le pasará lo mismo. Días así los llenas de expectativas al creerte que serán especiales, porque así nos lo vende el comercio y todo el machaque de paz y amor las semanas antes en prensa y televisión, y luego resultan ser días de lo más normales, salvo por la mesa llena de viandas exquisitas, menos habituales todas juntas, pero de la misma manera te las tienes que comer con el cuñada o cuñado de turno y creerte que como estos días no estás nunca. No, cierto, en muchos casos estás hasta mejor. 

Por eso, desde que mi Navidad ha quedado reducida a "las bases", tan sólo me cabreo porque se pasan sin haber descansado, pero por suerte por nada más, porque disfrutar lo hago, al ver a los míos contentos. Quizá por eso en Alemania el día 26 es también fiesta, para quizá así lograr sentarte delante de la velita y contemplar el árbol. El nuestro pasará el resto de las vacaciones solo. Cuando volvamos no sé si los adornos seguirán colgados con brío o estarán desfalleciendo junto con las ramas del abeto al perder las agujas. No se me olvidará una Navidad en la que estando yo en el comedor de repente un estruendo horrible me hizo no querer ni siquiera mirar lo que había pasado. El árbol no debía estar bien enganchado en la base y volcó. Se me rompieron montones de adornos y desde entonces coloco el árbol con miedo a una tragedia así, porque en aquel momento me pareció una hecatombe. Por suerte, reflexioné, y corroboré que era algo meramente anecdótico y que las verdaderas tragedias son otras. 

Sin embargo deseo a todo el mundo que sus árboles se mantengan, los de verdad o los imaginarios y que estos últimos días del año nos lleven a otro mejor aún y que tengamos fuerzas para luchar contra los imprevistos, alegría para disfrutar de todo lo bueno que nos rodea, y amor de y para los nuestros. Y salud, que eso no es ningún tópico. Felices fiestas a todos.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Una de cien mil o un millón

Hoy daban 100 % de lluvia para Hamburgo y no ha faltado ni un solo por ciento. Han caído todos, gota a gota, lo certifico. Llevamos unos días en los que no para de llover, y la probabilidad de Navidades blancas, que es lo que aquí desea todo el mundo menos yo, es cero. Otra cifra del día de hoy era la probabilidad de que le toque a uno la lotería, una entre cien mil, por las cien mil bolas del bombo de los números. A mí no me ha tocado y eso que llevaba dos probabilidades. También era mínima la probabilidad de que una infanta de España fuese al banquillo, pues nacen con todos los privilegios, y solo tienen que comportarse decentemente para vivir de la sopa boba toda la vida sin mover ni un dedo, pero ella ha jugado todas las papeletas así que le tenía que tocar. Es como la probabilidad que tengo yo de ponerme mala en vacaciones. Suele ocurrir: estadística demostrada. Es acercarse el asueto, y caigo, justo antes o en ellas. Y no sé por qué pero me parece que se está muriendo este final de año demasiada gente importante. Los otros se mueren también, pero los importantes llaman más la atención, y el número es alto. Ayer se murió de sopetón Udo Jürgens, un cantante alemán que era de lo más conocido, alguien tipo Raphael. Tenía 80 años y seguía en activo. Terminaba siempre sus conciertos al piano con un albornoz puesto, tras haber pasado por el camerino antes de los bises. La probabilidad de morirse con 80 años es mayor que siendo más joven, pero la noticia fue un susto prenavideño ayer para los alemanes, y el periódico Bild titulaba hoy "Merci, Udo Jürgens". Y ahora acabo de ver que se ha muerto Joe Cocker. No es que fuese fan suya, pero tiene canciones legendarias, como el "You can leave your hat on", y se suma a la lista de los que se van antes de que termine el año, como el famosísimo escritor alemán Sigfried Lenz o Ralph Giordano, que sufrió el Holocausto y escribió de ello en una novela muy asociada a Hamburgo.

Y se acerca la Navidad. Los mercadillos alemanes siguen hasta arriba de gente, las tiendas igual. Todos los años pienso estos días en lo invisibles que son en esta época los que no pueden gastar nada. El desenfreno es tal, que supongo que los que lo pasan mal, se retiran, porque en Alemania los que no tienen nada estos días deben sentir que les toman el pelo. Ser pobre y pasarlo mal es siempre horrible. Si encima vives en un país rico debes pensar que por qué te ha tocado a ti. La gente consume estos dás como si se fuese a terminar el mundo cada 24 de diciembre a los pies del árbol de Navidad abriendo regalos. Lo que las estadísticas avalan es que los alemanes prefieren ese día abrir regalos y currar poco en la cocina. Un 36 % toma el plato estrella: salchichas con ensalada de patata. El 27 % toma ave: pato, ganso o pavo. Y lo que come el restante no lo dice la estadística que encontré el otro día. Yo por variar me salgo de la estadística y como cordero, algo nada típico por estas fechas aquí si no en Pascua. Pero es que lo de las probabilidades ya sabemos como funciona. Te las dicta la suerte o lo que tú hagas con ella.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Una puerta más

Hay días para todo. Sólo tienes que levantarte y hacer lo que toque ese día concreto. Unos días sales a trabajar, otros te vas de viaje, otro deshaces maletas, otro corres de un lado para otro, otro te llevas un susto, otro un disgusto, otro estás exultante, otro haces varias de estas cosas a la vez. Y otro día te levantas fatal con algo de fiebre por una mala bronquitis y además de tener que trabajar tienes una cita a la que no puedes faltar. 

El día ha sido de lo más "diciembre" de Hamburgo que se pueda uno imaginar: gris, poca luz, humedad que te cala hasta los huesos. Nunca había entrado en el llamado Palacio de Justicia, ni había tenido una cita en un juzgado. Interminables pasillos vacíos, puertas y más puertas. De vez en cuando salía alguien de una puerta con papeles en la mano camino de otra puerta, tras la que desaparecía engullido para siempre, mientras que alguno que otro volvía de camino a la puerta de la que había salido.

Qué diferencia a cómo nos casamos, en la mayoría de los casos, con mucha gente alrededor, comida, fiesta, como si nos fuera en ello la vida. Y de hecho se nos va mucho de ella en ello, no sólo en la boda sino literalmente en lo posterior. Y otro día te ves en una sala de un juzgado, y la jueza lleva toga, la abogada también, y como en la boda te hacen ponerte de pie y la jueza te dice un par de frases tras  las que al final yo pensé "y qué ha dicho?!", pero la última frase la pillé. 

Resumiendo, he salido de allí con otro estado civil. Lo que más me ha sorprendido es que antes de oír esas frases todavía te preguntan si has cambiado de idea. Ese momento me ha parecido surrealista. Sí, mire, he llegado hasta aquí hoy y justo ahora me lo estoy empezando a pensar otra vez... Por lo visto ha habido algún caso así. No es el mío, sin querer ser desagradecida por todos los años buenos, que no olvido tampoco. 

La abogada nos dijo que en realidad el papel del divorcio sólo sirve para dos cosas: para volverse uno a casar, o para la defunción, y para éste último caso, comentó, en realidad da igual. Qué prácticos somos los humanos. Qué manía con ponerle nombre a todo, ya sea el derecho o el revés, y el orden aquí verdaderamente no cambia el resultado. Pero las cosas que se comienzan se acaban y hay que hacerlas bien: en un momento de tu vida eso significará una de las opciones y en otro justo la contraria. Pero vamos, que es cuestión de percepción. 


jueves, 11 de diciembre de 2014

La necesidad de los pinchos

Es muy duro darte cuenta de lo que va la vida, pero seguramente cuanto antes mejor. Mi hija pequeña lleva en poco tiempo dos experiencias por las que yo he sufrido como madre al tener que explicarle que eso es la vida misma. El coraje a veces no es recompensado y lo único que queda es la sensación de que al menos has luchado, aunque tú personalmente pierdas. 

Una de ellas es que en la asignatura de teatro del insti, que este semestre es obligatoria, han estado durante semanas haciendo una obra de teatro de lo más extraña. Digamos que el profesor es raro, y no voy a entrar en detalles pues lo último que soy es homófoba, pero resumo en que la obra tenía algunos puntos desagradables para críos de 11 años. El profesor ante la desgana y crítica de los alumnos alegaba que con ellos es imposible hacer nada serio. Los ensayos debían de ser un pitorreo, y mi hija, que lo ha pasado fatal durante semanas, un día escribió una carta de su puño y letra al profesor explicándole que era muy injusto que, porque unos gamberros no se tomasen nada en serio, él creyese que otros no quisiesen hacer una buena obra de teatro y que eso que estaban ensayando no le gustaba a nadie y que por eso no estaban motivados y algunos se dedicaban a boicotear todo.

Estuvimos hablando un fin de semana de los riesgos de darle la carta. Y ella me decía que si no hacía nada se sentiría peor. Al final consiguió las firmas de otros y liderando un pequeño grupo (algunos de los que firmaron no se atrevieron a dar la cara), ella y otros se dirigierin al comienzo de la clase al profesor y ella le entregó la carta. El enfado de éste fue instantáneo, y los reproches continuaron. Pero una semana después de repente apareció con la idea de hacer "La bella durmiente". Yo felicité a mi hija, pero ella estaba totalmente dolida pues a la hora de repartir los papeles a ella no le tocó nada, salvo hacer de pincho de rosa en el entramado que le hace de barrera al príncipe, lo que significa no abrir la boca y salir sólo en ese momento. Algunos de los que firmaron pero no dieron la cara han obtenido buenos papeles.

Y ahí vino mi "momento madre apaleada de la vida" y le expliqué que eso es lo normal. Que ella arriesgó y ganó para todo el grupo, pero perdió para sí misma, por exponerse más y que así, justo así es la vida: unos dan la cara y se llevan los palos y al final el beneficio es para otros.  Es triste que así sea, pero no por eso hay que dejar de luchar. Los pinchos son también importantes. Por qué si no algo tan bello como las rosas los tienen. Para algo tienen que servir.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Más que valentía

Hay películas muy valientes que muestran además lugares y situaciones de vida muy diferentes a las nuestras y que no nos podemos ni imaginar por desconocidas. El otro día vi "Wadjda", la película hecha por una mujer saudí, la primera de marca femenina de ese país, o mejor dicho, la primera película de por sí. Había leido en la sinopsis que va de una niña cuyo mayor deseo es tener una bicicleta, siendo éste un imposible para las niñas, por ser un objeto destinado sólo a los varones.

Pero no me imaginaba que la película tenía muchísimo más. Presenta un retrato, supongo que bastante fiel, de la Arabia Saudí actual. Me gusta mucho el personaje de la madre: una mujer moderna, que trabaja, y que es parte de un mundo en el que las mujeres sólo se muestran sin velo en su hogar, donde visten de manera occidental y muy femenina. Cruel es la amenaza durante toda la película de que el marido se case con otra porque ella no le da un hijo varón, y sus elucubraciones, junto con su hija, para mantenerlo a su lado comprando tal o cual vestido seductor. 

Wadjda se apunta al grupo de estudios del Corán del colegio porque quiere ganar el primer premio de un concurso, dinero con el cual podría comprarse la bicicleta. Consigue ganarlo opero la lía cuando en el mismo escenario le preguntan que qué va a hacer con el dinero. Ella anuncia que comprarse una bici, y la profesora que tanto la había alabado al ganar, le dice que se avergüence, que ese premio ha de donarlo a Palestina. 

No me gusta reventar películas pero lo voy a hacer porque la película merece que los que no la vean sepan el desenlace. Wadjda vuelve a su casa muy enfadada y aunque su madre la regaña por haber dicho al comité del concurso de versos en qué invertiría el premio, ella misma le da la bici soñada mientras enfrente el marido celebra en casa de la suegra su boda con otra. El dinero del vestido rojo que se quería comprar para estar guapa para él lo invierte en concederle a su hija su mayor deseo y este final deja a las dos con la esperanza de que juntas tienen que seguir y dejan al espectador con algo de esperanza tras haber visto poca durante la película.

Es un milagro que esta película se rodase, pues en Arabia Saudí no hay cines, ni tampoco películas, y menos mujeres directoras de cine. La película es muy crítica con el trato que se les da a las mujeres, que viven prisioneras entre tantas normas. No pueden salir solas a la calle, y si les falla el chófer que las lleva en una especie de taxi colectivo, no pueden ni ir a trabajar.

Wadjda consigue su bici, y pierde a su padre, pero gana su madre, que aunque resignada a su sino porque no le queda otra, con este gesto rebelde demuestra que las mujeres en esas sociedades están vivas.