miércoles, 30 de noviembre de 2011

Quién me manda

Terminamos noviembre con sol, lo que nunca, y este noviembre no solo ha sido el noviembre más seco y soleado desde que se registran las temperaturas y el clima, sino el mes más seco jamás en Alemania. No han caido ni tres litros por metro cuadrado, dijeron anoche en las noticias. Esto significa que habitualmente jamás nos pasamos un mes sin lluvia, por muy buen tiempo que haga, y por tanto mi percepción ha sido la científica, según corroboran ahora los datos. Así que estos días están recobrando actualidad los temas del cambio climático y demás predicciones de catástrofes. A mí lo del cambio climático no es que no me preocupe, ... aunque si soy sincera no me preocupa nada, qué manía con que tengamos que sucumbir al pánico general, con la de solecito que hemos tenido este mes, que se asocia normalmente al "November Blues", la melancolía de noviembre, la que nos entra con la oscuridad y lluvia.

A mí me preocupan otras cosas, o incluso me estreso yo sola, y estos días estoy teniendo varias situaciones de "quién me manda". Anoche preparé los calendarios de Adviento de mis hijas, que empezarán a abrir mañana, nada más levantarse, cada día un regalito. La emoción es inmensa, y la pequeña me ha dicho hoy que quería que fuese 1 de diciembre ya mismo. Por suerte no tiene que esperar más que un día. Pero millones de mujeres alemanas habrán hecho estos días los calendarios para sus hijos. El comercio sabe de tal demanda, y venden hoy día infinidad de cositas pequeñas, pues los de chocolatinas se han quedado obsoletos. Y yo, el día que empecé con dichos calendarios, sabía que no había marcha atrás, y cada año vuelvo a pensar que quién me manda. Ayer, con la pereza anterior a empezar a envolver paquetitos, propuse a mis hijas darles los regalos el último día, el 24, todos metidos en una bolsa, pero con la cara que me pusieron me demostraron que no es lo mismo. Se trata de la emoción diaria.

Y quién me mandaría a mí también hace más de un año cuando me eché un órdago con mi hija mayor al decirle que, para llenar mis lagunas de literatura alemana de las lecturas que se leen en los colegios aquí, leería las suyas a partir de ese momento. El año pasado cumplí, con la lectura de El aula voladora, de Erich Kästner, que me encantó. Y este año han leído Momo, de Michael Ende, y ya les han examinado del libro y todo, y yo sigo sin haberlo leído. Al profesor de lengua y literatura, como mi hija larga más de la cuenta en clase, le hizo tanta gracia mi ocurrencia, que lo celebró, y me recibió hace un año, cuando fui a la cita para el seguimiento de mi hija, diciéndome: "A usted le gustan los clásicos", y le dije que sí, y me dijo que se esforzaría a la hora de elegir libros para la clase. Pero un año después, como mi hija le ha contado, por supuesto, que su madre no se ha leído todavía Momo, el profe me recibió en mi cita anual con las palabras: "Con su hija todo muy bien, no tengo ninguna queja de nada... pero con usted voy a tener que tomar medidas", y empezó a reírse, y me despidió diciéndome que seguirá a través de mi hija mis progresos. El hecho es que saqué de la biblioteca hace semana y media el libro, y hemos oído el CD de la biblioteca también en el coche, pero ayer me recordó mi hija que el profe había vuelto a preguntar cómo lo llevo, y le dijo que va a tener que hacer algo. ¿No iba Momo de los ladrones del tiempo, de los hombres grises que roban el tiempo a los humanos y les hacen olvidar que en realidad lo auténtico de nuestras vidas son esos pequeños momentos? Creo que debo leerlo urgentísimamente. No solo para que no me vuelva a preguntar el profesor de lengua, evidentemente.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Diccionario de Adviento

Hoy ha empezado una temporada muy importante en Alemania, el Adviento, y yo diría que incluso es más importante que la Navidad misma, que pasa en un suspiro, y aquí se queda corta en comparación con todo lo que viene antes. Hay un concepto en alemán, la Vorfreude, que sería la 'alegría por anticipado', la ilusión por lo que viene, y es en realidad de lo que se trata en estos cuatro fines de semana con sus semanas correspondientes hasta Navidad. Porque aquí se celebra desde la semana del primer domingo de Adviento todo este tiempo con montones de ceremonias, y si no vean todos los compuestos que se forman con la palabra Advent, el Adviento:

Adventszeit: Es todo el 'tiempo de Adviento', que va desde hoy, primer domingo de Adviento y los días de antes, hasta Nochebuena, que es el día en el que se dan los regalos y celebramos la Navidad en sí, que son solo tres días: Nochebuena, el primer día de Navidad (el 25) y el segundo día de Navidad (el 26). El 27 hay gente que quita el árbol, que por cierto se pone el 24...
Adventssonntag: Son cualquiera de los cuatro domingos antes de la Nochebuena, que yo en España solo conocía de la iglesia y que en la Navidad española no tienen ninguna repercusión. Es el momento de juntarse con amigos, familia, de tomar cafés juntos, comer las galletas típicas, las Stollen, el dulce con pasas típico que se come estos días.
Adventskranz: Se trata de la corona de Adviento que se enciende a partir de hoy. Lleva ramas de abeto colocadas en forma de corona y cuatro velas, y cada domingo de Adviento se enciende una más. Hoy ha tocado la primera. Lo más es hacerla uno mismo, si aprovechamos el punto siguiente.
Adventsbasteln: Son todas las manualidades que se realizan estas semanas para celebrar todo el tiempo de Adviento. Madres con hijos, entre amigas, en los colegios o guarderías se hacen las coronas de Adviento, estrellitas de papel, decoración para el árbol, y todo lo que uno se imagine y más, pues algo hay que hacer con esta oscuridad, frío y mal tiempo, aunque este noviembre animaba más a salir. Pero este fin de semana hemos tenido la primera tormenta del otoño, tan típicas como las manualidades.
Adventskalender: Es un calendario con 24 puertas, 24 bolsitas, o botitas de Papá Noel, o todo lo que uno se imagine, donde se pueden meter 24 regalitos. Muy típico para los niños, que viven esos 24 días con emoción, y que de repente se levantan para ir al colegio sin grúa y con alegría, de ver lo que les sale ese día. También se hacen entre mayores. Se pueden comprar también llenos de chocolates, de mazapán y hasta uno con 24 cervezas vi una vez en el supermercado.
Adventsbacken: En un país de tradición pastelera, y lo digo en el sentido literal de la palabra, al igual que se hacen tartas caseras todo el año, en Navidad se hacen las galletas en casa. Hay varios "modelos" típicos, y los niños se mueren por hacerlas. Hasta en los colegios de primaria las hacen, algo que yo no acabo de entender, pues por supuesto que para eso necesitan a madres que vayan a ayudar esas mañanas y "disfruten", o nos piden que hagámos la masa y la demos a nuestros hijos para ese día concreto. Yo me he apuntadoa la tercera opción: dar las formas para las galletitas...
Adventsplätzchen: Son las galletitas de Adviento, las que se hacen y se comen estas semanas. Lo malo es que aquí, cuando llega Nochevieja, ya no las puedes ni ver, y en enero no digamos. Acaba uno con cajas llenas que no tienen salida...
Adventsausstellung: Son las exposiciones de Adviento que organizan las floristerías en noviembre, para vender sus adornos florales para estas fiestas: las coronas, o centros de mesa con piñas, lacitos rojos, velas, todo de estética navideña. Esto es para los que no se lo hagan ellos mismos.
Adventsbasar: Las iglesias o colegios celebran "bazares" donde venden manualidades o cositas para una buena causa. Hay cosillas que se salvan, pero mucha horterada también. Pero ya digo que es para una buena causa...
Adventsdekoration: Es toda la decoración que ponemos justo antes del primer domingo de Adviento, y que nos acompañará hasta después de Nochevieja. Muy típicas son las cosas de madera de la Erzgebirge, del este de Alemania, y todo tipo de lamparitas, lucecitas, y cosas en colores rojos y verdes, de las que acabaremos saturados. Yo las recojo siempre, salvo por la pereza que me da, con mucha alegría, pensando que no somos nadie, que al igual que me encuentro recogiéndolas un día de enero, en nada, es decir, a finales de noviembre, volveré a sacarlas otra vez, como ocurre siempre.
Adventskonzert: Son los conciertos de Adviento organizados en iglesias o salas de conciertos. Hablamos de música clásica, claro, nada de rock, pues eso no son los conciertos de Adviento.
Adventssingen: Los cánticos de Adviento se realizan en los colegios. Suelen ser el último día de colegio, y todas las clases se reúnen para cantar, y cantan lo siguiente:
Adventslieder: Las canciones de Adviento. Hay varias muy conocidas, como nuestros villancicos, pero aquí las canciones navideñas son más solemnes, como lo es toda la Navidad.
Adventsgeschichten: En las casas y en los colegios es muy típico leer historias de Adviento, al calor de la lumbre, quien la tenga. Como vemos, ésto es pura autosugestión, y las librerías se vienen abajo de recopilaciones de cuentos para leer cada día, como si fuese un calendario de Adviento. Nosotros tenemos un libro que desempolvamos cada año, y que nos sabemos de memoria, pero nos sigue gustando. Es como la paella de los domingos o el cocido de los sábados. Y para recordar el resto de tu vida.
Adventshopping: Con esto entramos en la vida moderna. En el Adviento es cuando las tiendas hacen su agosto, y la gente va más de compras. Se llena todo: el centro, centros comerciales, y la gente va cargada de bolsas. Un invento que existe desde siempre en Hamburgo son unos autobuses que la ciudad pone en el centro para que la gente deje las bolsas que van comprando y no vaya tan cargada. Es como un guardarropa: te dan una ficha y recoges tus bolsas al final de las compras.
Adventsbrunch: Si desde siempre se celebran los Adventsfrühstücke, los desayunos de Adviento, y los Adventskaffee, el cafetito de Adviento, ahora se junta la gente también para el Brunch, a media mañana, en esa costumbre de importar todo lo americano.

Admito que tras escribir todo esto me ha entrado estrés. Y ahí entro en la segunda palabra que más se oye esta semana tras "Adviento" y todos sus compuestos. La gente está estresada y agobiada, y resulta prácticamente imposible quedar con nadie. Hay gente que te dice que en todo el mes no puede, algo que vengo oyendo desde hace 21 años y que cada vez me vuelve a sorprender. Yo solo digo que el estrés es proporcional a nuestra voluntad de estresarnos. Yo tengo la desgracia de estresarme por lo habitual, pero no por velitas, compras, coronas, galletitas, manualidades, canciones, conciertos, etc. etc. Y sin embargo disfruto de estas semanas, por lo bonito que está el centro, por ver a mis hijas tan contentas y con tanta ilusión, y porque es un mes muy bonito en Alemania.

viernes, 25 de noviembre de 2011

La serotonina

Sé que deberíamos fustigarnos, pero yo al menos no lo voy a hacer. Para una vez en 21 años que disfruto de un mes de noviembre seco del todo, y muy soleado, no me voy a amargar, por muy bajo que esté el nivel del Rin y de todos los ríos alemanes. Las primeras semanas de noviembre estaban todos felices: que qué bonito está resultando este otoño, sus colores, la luz, el sol. Pero estamos a día 25 y esta semana ya nos están fastidiando la alegría recordándonos que esto no puede ser, que estamos en el noviembre más seco desde que se registran las temperaturas, que el año 1920 fue parecido, pero que éste, va a ganarle incluso. ¿Por qué no me iba a tocar a mí un noviembre así aunque ocurra cada 100 años? Yo no me voy a sentir culpable por mucha foto que nos pongan ahora en todos los períodicos o noticias de televisión con las orillas de Rin con la tierra cuarteada como si fuese el río Sequillo.

Lo de que nunca llueve a gusto de todos es más que cierto este año. El verano fue pasado por agua y cayó de más. Se anegaron campos y cosechas, y la sensación fue de verano con timo. El otoño, soleado y seco como no recuerdo jamás, ha compensado. Pero aquí no se trata de eso. Hay que verle siempre las pegas a todo y no disfrutar. Cuando incluso el otro día en un programa de televisión estupendo que ven mis hijas y que merece una buena entrada de blog, les explicaron bien clarito lo que es la serotonina. El programa lanzaba la pregunta de por qué los españoles o los del sur de Europa están siempre aparentemente de buen humor y aquí en el norte la gente está tan "desaboría", en general, y tan cansada. Y decían que la culpa la tiene la serotonina. La serotonina es un neutrotransmisor que produce el cuerpo, responsable nada menos que del estado de ánimo, la regulación del sueño y del apetito sexual. Al oscurecer, la serotonina aumenta, y los niveles se mantienen altos hasta al amanecer. Piensen entonces ahora que aquí anochece ahora a las cuatro de la tarde, con lo cual nos ponemos en estado marmota a partir de esa hora. A mí de hecho me da tal bajón a esas horas, que son necesarios a veces un café (en vena, prácticamente) y una coca cola, para reactivarme para salir a trabajar, pues lo hago de noche en esta época del año. Y la serotina explica las maravillas en el organismo que producen en España las terracitas de los bares, el paseíto del domingo por la mañana al solecito, incluso en invierno, y lo más dicharachera y despierta que parece la gente. Leí el otro día en el periódico local una columna de una estudiante de Hamburgo que está ahora estudiando un año en Madrid y que decía que lo que le sorprende es lo poco que duermen los españoles, siestas incluidas. Yo llevo tiempo pensando que la siesta es otro de nuestros sambenitos que nos colgaron antiguamente y aunque los tiempos modernos, por mucho que siga creyendo la gente aquí, impidan a la mayoría de los españoles echarse una siesta a diario, que es lo que se creen que se hace, en realidad, incluso con ella, en España se duerme menos, y eso es algo que constato. Aquí se madruga mucho, pero la gente lo compensa acostándose bastante pronto, sobre todo en invierno. Y aquí existe el concepto del Mittagsschläfchen, el 'sueñecito del mediodía', o sea, que duermen más en general los alemanes, diría.

Así que alabado sea este mes de serotonina que estamos teniendo que compensa las horas que hasta el 21 de diciembre nos están desapareciendo de luz. Porque la luz es vida, y si no pensemos que los países escandinavos, a pesar de su bienestar son los que tienen la tasa más alta de suicidios. Por mí al Rin que le den. Lo siento.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Jesús, María y José

Hace poco estuve viendo unas páginas en internet sobre bares gais en Hamburgo (todo por mi proyecto, del que todavía no he hablado) y cada vez que me acuerdo exclamo "Jesús, María y José", como decía mi abuela de vez en cuando al leer noticias truculentas. Si lo digo no es porque me escandalice, sino por lo que hay ahí al alcance de todos en nuestra ciudad y que no sabemos ni que existe siquiera, y menos en barrios de vida tranquila, familiar y "perfecta", como el mío. Vi imágenes de sillas y estructuras sobre las que colocarse que sonrojan al más pintado, y eran bares de los que mencionaban que tenían duchas, y cabinas para no sé qué... También organizan exposiciones de pintura gay, con imágenes bien claritas, en las que los atributos quedan muy marcados, o fiestas en los que se puede ir vestido de cuero y látex o lo que sea. De todo ha de haber en la viña del señor, y a mí parece muy bien, pues cuanta mayor oferta, menos necesidad habrá de reprimirse y que explote por otro lado. Porque no entiendo por qué a los heterosexuales les ha de molestar que haya otros distintos a ellos, o que sigan pensando que para esto hay tratamientos, como las declaraciones tan desfortunadas de Durán, de CIU en los últimos meses. Que alguien siga predicando hoy día que la homosexualidad puede curarse es como que la iglesia siga ignorando la realidad.

El Papa volvió a decir el otro día que para prevenir el sida, lo mejor es la abstinencia. Amén. Preservativos, ¿para qué? Y por eso me alegro cuando leo noticias gratas relacionadas con la iglesia. Por ejemplo que este sábado abrirá la iglesia católica de St. Joseph, en pleno St. Pauli, nada menos que en la calle Große Freiheit, la 'Gran Libertad'. El nombre de esta calle hace referencia a la libertad religiosa imperante no solo en St. Pauli, sino en Altona, el distrito al que pertenece, otorgada por el rey de Dinamarca en el sigo XVII. La iglesia sorprende por la vecindad en la que está situada, entre "religiones" de clubs, salas de concierto, espectáculos de sexo, e incluso la calle de la prostitución de travestis. El rey de Dinamarca, país del que formaba parte este barrio, le otorgó también a esta iglesia de Altona en 1658 el privilegio de la libertad religiosa, conviertiéndose St. Joseph en la primera iglesia católica erigida tras la reformación protestante en todo el norte de Europa. La iglesia, de fachada barroca, llama de por sí la atención en las noches de marcha por St. Pauli, pero este sábado, por comenzar el Adviento al día siguiente, quieren llamarla más aún, realizando una noche de puertas abiertas a los fieles de la noche. Estupenda idea. Otro club más abierto.

Y otra noticia muy sonada estos días ha sido que la iglesia católica alemana quiere vender su editorial Weltbild porque venden títulos demasiado "mundanos". Me explico: es una cadena de liberías y venta en internet en la que la amplia oferta de libros de contenido erótico era algo que no le gustaba al Papa, ya que la editorial, que comenzó publicando hace 63 años un periódico de la iglesia, ofrece en internet; hasta 2.500 títulos si se busca bajo el tema Erotik. La oferta creció y creció según las demandas de los seres, que son humanos, al igual que St. Pauli y las ciudades abren sus puertas a todo tipo de confesiones (sexuales) y libertades . Lo malo es que siempre tenemos a Roma y a los ciudadanos de Dios para jorobar lo andado.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Especies protegidas

Cuando pienso en cómo me quitaron a mí unos papilomas allá por el año 1988... Me metieron una especie de pistola en el talón en el lugar dónde los tenía, para congelarlos con frío. Estuve un par de semanas coja, del dolor que me quedó. Pero es que eran papilomas españoles, que no son especie protegida, como la rama alemana. Aquí a los papilomas se los trata muy bien. Se les da tratamiento y se les quita, pero por las buenas, nada de salvajadas. Así lleva mi hija con unos papilomas en los dedos gordos de los pies durante meses, ya he perdido la cuenta cuántos. Se pone unas tiritas que los reblandecen, antes un líquido que al parecer hace algo, y vamos al médico cada semana a que le quite un buen trozo de piel con papiloma, pero los papilomas siguen campando a sus anchas, y empiezo a pensar que, o hacemos algo más radical, o se quedarán en el spa en el que viven para siempre. Aquí hay varias teorías: que se van solos cuando les da la gana, se traten o no, o que se pueden tomar las bolitas de los tratamientos homeopáticos para combatirlos, o como mucho se les quita con mimo y esmero, como hacemos nosotras. Se trata de que no duela, y de que no salga ni una gota de sangre.

Con otras cosas no se andan con chiquitas, por el contrario. Mañana es la famosa excursión de la que hablé ya en este blog en la que la clase de mi hija, de sexto, irá al hospital a que les den un tratamiento de choque para que no fumen. Van a presenciar una broncoscopia a un paciente con cáncer de pulmón en vivo, además de entrevistar a fumadores enfermos (arrepentidos) de cáncer de pulmón. Al final no di mi consentimiento a la visita porque a mi hija le da pánico y es seguro que se desmayaría y montaría el numerito. La semana pasada tuve ocasión de hablar en persona con el profesor, y entendió plenamente mi negativa, pues, según me contó, siempre hay dos o más niños que se desmayan, e incluso para los adultos acompañantes es muy desagradable, me dijo. Por lo visto les enseñan además un pulmón que "era" de un fumador, abierto, para que lo vean bien, y me dijo que en ese caso es mejor que mi hija no vaya. Le aseguré que para él es lo mejor...

Pero ahora resulta que va a ser la única de la clase que no va a ir al hospital, así que por variar, seguimos llamando la atención, por mucho que me empeñe en no hacerlo. Ahora está enfadada mi hija porque no se puede quedar en casa, ya que el profe de ciencias le ha dicho que ha arreglado que vaya mañana a una de las clases de quinto, pues en casa sin cole no se puede quedar, que tiene obligación de estar esas horas en clase, lo cual a mí me parece bien. Ella me ha pedido que llame mañana y diga que está mala, pero entonces si que montaríamos el escándalo, y yo estoy dispuesta a protegerla, pero tiene que apechugar con las consecuencias: yo soy la primera que entiende que no vaya al show del hospital, aunque sea la única, pues me parece bestial lo que tienen previsto, pero no por eso tiene fiesta, que tiene que pagar un precio. ¿Que qué tienen que ver los papilomas con la broncoscopia en vivo delante de niños? Nada, pero pienso que ni tanto cuidado y mimo con las cosas más simples, ni tanta crudeza con la realidad que ya es lo suficientemente cruel. El profesor me aseguró que tras esto no fuma la mayoría, que la "terapia" preventiva funciona, pero también me comentó que hay una niña en la clase, cuyo padre fuma como un carretero, que lo está pasando muy mal estos días, que se toma este asunto como algo personal y que se lleva todas estas preocupaciones a casa y que esto está provocando conflictos con el padre. Ahora pienso que el profesor que imparta la materia tiene que ser no fumador entonces, para predicar con el ejemplo, supongo, si no qué timo. Y ahora me acuerdo de la frase con la que me despidió el profesor: "No se preocupe que el próximo tema es menos crudo: el sexo".  Ni me quiero imaginar que se les ocurra darles explicaciones en vivo...

lunes, 21 de noviembre de 2011

La "catedral" de los hamburgueses

Hay templos y templos, unos de culto y otros de diversión. En Hamburgo las fronteras entre el culto, lo sagrado y la fiesta son fließend, como se llama aquí a lo que se solapa sin claros límites. Es por eso que no tenemos catedral, como sería lo propio con tantas iglesias importantes como tiene la ciudad, ya que la principal de las protestantes se llama simplemente por su nombre, St. Michaelis, y no es catedral, y la principal de los católicos si que se llama Mariendom, la catedral de Santa María, de la que muchos hamburgueses desconocen su existencia, me atrevería a decir, y su importancia reside en el hecho de ser la sede del arzobispado de Hamburgo, pero nada más.

La verdadera catedral por ser además así llamada es el Hamburger Dom, la catedral hamburguesa. El Dom ocupa la esplanada donde se encontraba la catedral de la ciudad hasta 1805, pero la derribaron, y siguió su función de mercado, que tenía lugar delante de ella, que, con el paso de los años, acabó convirtiéndose en una verbena o parque de atracciones no permanente. Es todo un culto a la diversión, con montañas rusas gigantes, y atracciones para los no miedicas, puestos infinitos de comida, dulce o salada, mezcla de olores, sabores y gente de toda clase. La noria gigante preside la fiesta durante las semanas en las que tiene lugar la fiesta, y se puede acceder al recinto de 1,6 kilómetros de largo desde varias puertas luminosas. Se instala tres veces al año, siempre durante un mes, en primavera, verano y en noviembre/diciembre, la edición que incluye la decoración navideña y un mercado de Navidad.

Nunca me ha gustado especialmente, pero ayer disfruté de la visita como nunca. No sé si fue por el cielo, que estaba precioso con motitas de nubes, en este noviembre de lo más luminoso que he visto aquí jamás, o si porque me fijé en cosas que no había distinguido otras veces en las que todo me pareció más igual. Desde luego que merece la pena pasarse, y ayer me gustó hacerlo de día y noche, es decir, que al ir todavía de día se disfruta del panorama diurno, y al anochecer de las luces. Estaba lleno como nunca, pero la sensación no es nunca de agobio, pues cabemos todos. Los que como yo no se montan en nada, pueden pasear igual, y eso es gratis: no hay que pagar nada para entrar, solo si te montas en algo. Lo difícil es no cunsumir, entre Schmalzkuchen, unos buñuelos pequeñitos deliciosos, las almendras garrapiñadas, salchichas, patatas, fritangas de todo tipo, pescado y comida internacional. Me gusta por ser un escaparate de Hamburgo, de Alemania, y de la sociedad, y porque estos sitios tan maravillosamente horteras y estridentes nos gustan a todos, por mucho que digamos.








viernes, 18 de noviembre de 2011

La frustración positiva

Como hoy, una vez más, se me ocurren montones de ideas sobre las que escribir, lo hago sobre el tema denuncia de mi blog, por si no se habían dado cuenta cuál es: la situación de la mujer y madre trabajadora en Alemania. Aunque me tienta escribir de cosas más interesantes, como del comer pipas, del imperfecto (les aseguro que es un tema fascinante) o del agujero de unos cuantos millones que faltan para terminar de construir nuestro barrio escaparate de Hamburgo, la HafenCity, prefiero hacerlo de lo mío, con el lema, "cada loco con su tema".

Hoy leo en el Spiegel online un artículo que me parece algo absurdo, titulado "Por qué los padres temen la excedencia". Con padres el artículo se refiere a los hombres, y la excedencia a la que nos cogemos aquí en Alemania con más o menos tiempo casi todas las madres, posible hasta tres años, y sin cobrar nada, y con garantías de volver al trabajo, sino te cierran la empresa, como me ocurrió a mí. Los hombres también pueden coger estas excedencias, pero son los menos los que se atreven porque, como señala el artículo, de esa manera se perderían un futuro profesional mejor. Eso está más que claro si vemos el caso de las mujeres en este país, a la cola de Europa en temas de conciliación. El otro día oí en la radio que en Alemania faltan 240.000 plazas de guardería para la edad de 0 a 3 años. Eso no quiere decir que exista esa oferta en realidad para ese margen de edad, pues somos nosotras, madres, las que cubrimos ese tiempo aparcando nuestras profesiones, sino que hay 240.000 niños cuyas madres necesitan urgentemente tenerlos en algún sitio para poder trabajar.

En el artículo opinan algunos hombres que sufrieron en sus propias carnes lo que supone la pausa laboral: desde uno al que le ofrecieron el finiquito alegando "fusión" con otra empresa para prescindir de él, pues no le podrían dar cabida a su vuelta, a otros que aun sabiendo que si se quedan ellos las ayudas del estado son mayores durante los pocos meses que se recibe una ayuda, dicen claramente que no lo hacen por miedo a la pérdida profesional que supone llamar la atención en la empresa.

El artículo no descubre el enigma del huevo de Colón, porque no hay más que ver el panorama de las madres en este país para ver por qué los hombres "se sacrifican" a renunciar a sus derechos, decantándose por otros que siguen creyendo intocables, y de esta manera la educación de los hijos no se comparte como se hace en otros países europeos en mayor medida. Por lo que aquí las madres pueden dividirse en los siguientes grupos:
1. Las que tiran por la borda para siempre su futuro profesional por el bien de sus familias, y hablo de gente con titulación universitaria y buenos trabajos antes de dejarlos, y que defienden esta situación a capa de espada, "porque es lo mejor".
2. Las que trabajan media jornada o las horas que pueden o les dejan, y aceptan que es lo que hay y que no pueden hacer otra cosa y tratan de vivir como las madres del punto 1, siendo la perfecta madre y esposa, pero con lo que aporta el punto 2, que es darse cuenta de que lo que uno trabaja no da para nada, ni económicamente ni profesionalmente, excepto para salvar el propio orgullo.
3. Este grupo tiene mucho del 2, y nada del 1, pues son las frustradas, y atención, reclamo un uso positivo de la palabra "frustrada". Estar frustrada es algo muy positivo, pues es el momento en el que te das cuenta de que te están tomando el pelo y que tú estás igual de preparada y podrías ganar el mismo dinero que muchos hombres menos cualificados, pero que por ser hombres lo tienen más fácil, desde el punto de vista profesional y social, porque además no les juzgan por ir a trabajar, algo que se les hace aquí a las madres que lo hacen en jornada completa y con hijos.
4. Y esas son las menos, pero son las malas y desnaturalizadas madres que prefieren una carrera profesional a sacrificarse por sus hijos, y a las que en este país se les llama Rabenmütter, las 'madres de los cuervos', que como se les atribuye a estos pájaros, no parecen ocuparse de ellos, pues es evidente que la realidad es otra. Trabajar jornada completa es aquí solo posible metiendo a una au-pair en tu casa, o pagando a alguien que esté con tus hijos a partir de la una, que es cuando salen de la guardería o colegio, en la mayoría de los casos.

Creo que queda claro a qué grupo me adhiero y por si acaso no, lo digo claramente. Me considero una mujer frustrada pero en el mejor sentido de la palabra, porque de la frustración trato de sacar algo positivo y avanzar. Pienso en lo que me dijo hace poco una prima mía y que me pareció genial "En algún momento del camino en la liberación de la mujer se olvidaron por completo de nosotras, solo pensaron en las que tienen siempre ayuda en casa para todo." Cierto, ésas son las muy pocas que se realizan con todo en este país, como por ejemplo la ministra Ursula von der Leyen, con sus seis hijos, pero es que en Alemania además hemos vuelto para atrás, y la sociedad ha aparcado la liberación de la mujer como tema imposible. El otro día lo hablaba yo con una alumna mía, alemana de 39 años, que me dijo claramente que ella no quiere tener hijos porque ve a muchas amigas suyas frustradas, y que en Alemania le parece imposible conciliar con estos hombres que se piensan que la educación de los hijos sigue siendo derecho exclusivo de las madres y que no son capaces de renunciar a nada.

A mí sobre todo me asustan los comentarios de las propias mujeres, pues de los hombres no espero nada, ya que ellos están contentos con la situación y siguen pensando que están más capacitados que nosotras y así se quitan en sus trabajos la posible competencia de encima. Una conocida me contó hace poco que ha tenido que cancelar viajes de negocios en las próximas semanas porque su marido también tiene viajes esos días, y él no puede cancelar nada, y ella sí, "obviamente", y que eso significa para ella ponerse minas en su futuro profesional. En este país las niñas son maravillosas, listas, creativas, se les fomenta en eso y más; está demostrado que en el instituto sacan mejores notas, y que en la universidad son legión. Pero en el momento de tener hijos se vuelven tontas, y pierden todo su interés profesional para la sociedad alemana, salvo a tiempo parcial y a cachitos. Y el caramelo que nos dan para cubrir la falta de infraestructura, y que conste que yo he criado muy feliz a mis hijas a tiempo completo el tiempo que yo creí necesario dada la situación, es una trampa de la que es muy difícil salir. Y por eso al final sí que los hombres quizá sean más listos por no renunciar a nada, y nosotras tontas, por creernos que no podemos cambiar nada, cuando podríamos frustrarnos todas activamente.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Vaya vegetarianos

Me llama la atención cuántos niños vegetarianos hay en Alemania. De un tiempo a esta parte vengo observando un incremento, que no puedo ni quiero corroborar con cifras pues se trata de mi impresión personal en base a los críos que pasan por mi casa. Cuando un niño me dice que es vegetariano, en lo primero que pienso es que si los de mi generación o muchos de después les hubiesen dicho eso a sus padres, de la voz que nos hubiesen dado, nos hubiésemos ido a comer un buen asado después solos o en familia. O me imagino a un español de hoy día diciéndoles a los que por su religión no comen cerdo que "venga, prueba, con lo rico que está este ibérico".

Y vienen crías de 11 años a mi casa, y me dicen que no comen carne. De esto, curiosamente, se salvan a veces las salchichas, aunque no siempre. Es por eso por lo que mi hija pequeña me preguntó hace poco: "¿Mamá, a los animales de los que sacan salchichas, los matan de otra manera?" No entendí la filosofía de la pregunta así a primeras, pero le dije que no, que es lo mismo, y entonces me salta: "Ah, pues yo pensé que sí, porque hay niños vegetarianos que comen salchichas, y yo creía que sería porque los matan mejor". La lógica es aplastante, como la incongruencia de lo otro.

Por supuesto que respeto que un niño decida ser vegetariano porque sí; también conozco a padres que cuentan que sus hijos son vegetarianos (porque ellos lo son), y estos niños son los que en las barbacoas dan cuenta de un buen número de salchicas o chuletas, y con avaricia. Sin embargo el caso más respetable que conozco es el de una niña que viene a menudo a mi casa que es vegetariana convencida, sin serlo nadie en su casa. Pero ésta al menos come todo lo demás, y no le hace ascos a ninguna verdura. Yo he acabado por cogerle el tranquillo a esta vegetariana, aunque compadezca a la madre con tres hijas de las que una es vegetariana, otra no come verdura y la tercera de nada. Pero hace poco estuvo aquí una vegetariana que vino de manera improvisada. Yo no sabía que lo era, y tenía la comida lista además cuando mi hija me avisó de que traía a esta amiga. Había judías verdes con patatas cocidas, y trocitos de pavo empanados de segundo. Pues bien, cuando volví y les pregunté que si habían comido bien, se sonríen y me dice: "Es que soy vegetariana...", "ah", dije, tranquila porque había habido verdura. "Ya, pero es que las judías verdes no me gustan". Comió solo patatas cocidas.

Mi explicación para tanto vegetariano de corta edad es que los niños aquí crecen muy unidos al mundo animal. El que no tiene perro tiene conejo, o hamster, o peces, o todo junto a la vez. Y como se pasan el día acariciando a tanta monería animal, como para ponerles luego en el plato un animal muerto, como me dice a mí la vegetariana que más respeto. Ésa se hizo vegetariana con 5 años, cuenta orgullosa, cuando una niña en la guardería le dijo que la carne son animales muertos. Pero en la mayoría de los casos me parece una idealización tal de realidad que estos críos crecen en sus mundos felices tan fomentados aquí en las casas. Como les expliqué yo a mis hijas el otro día, que andan tentadas de hacerse vegetarianas, porque los animales son "tan monos" y que están consternadas de que nos los comamos y los matemos. Les dije que sí, que entiendo sus preocupaciones, y que los animales merecen un trato digno, pero que no piensen que porque no coman carne que no participan del uso de ellos para otros productos, pues de los animales se sacan muchas otras cosas para cosméticos, zapatos o medicinas. Me miraron con estupor. Sí que me rogaron comprar carne "bio" (lo que influye la vida aquí) y que aunque sea más cara, que entonces comamos menos carne, pero con garantía de que han tratado bien a las vacas. Les dije que con eso hay mucho fraude también, que no todo donde pone "bio" lo es. Pero como por cabezonerías similares no comen pescado desde hace mucho, lo peor que me podía pasar a mí, estoy por llevarles a un sitio donde vean lo que hacen con los productos transgénicos, y cómo crecen los vegetales hoy día, en invernaderos en producción en masa, o manipulados igual para que tengan esa forma y color específico. Yo estuve hace años en una feria en Holanda en la que vi cómo crecen los champiñones en una especie de algodón y que el agricultor trabaja con ordenador, y cambió mi concepto sobre todo esto.

Me parece muy bien que los niños crezcan con respeto hacia los animales, que se les inculque que hay que tratarles bien y que no porque nos los comamos, podemos engordarlos o hacer con ellos lo que queramos. Pero veo que está creciendo una generación de sabiondos intolerantes que se acabará por dar un batacazo cuando vean que muchos seres humanos no viven tan bien como sus peces en la pecera o su conejo con su jaula con columpios y que comen la mejor comida "bio" que haya en el mercado para ellos.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Trámites con y sin fe

Antes, votar como española residente en el extranjero no era tan complicado, o nunca me lo pareció. Te mandaban directamente los papeles, una vez estabas empadronado en el consulado o embajada pertinente. En las últimas elecciones vengo observando un cúmulo de papeleos que no quiero interpretar como piedras en el camino para que nos cansemos y dejemos de votar. ¿Por qué si no, una vez empadronada, tengo que volver a solicitar cada vez el voto? Ya no me mandan los papeles automáticamente, sino que dos meses antes de las elecciones me escriben del censo electoral de Madrid, pidiéndome que rellene los papeles y mande fotocopia del pasaporte o carné de identidad. En las municipales sobreleí ese requisito y me volvieron a escribir diciendo que no podían mandarme los papeles para votar por no haber adjuntado dicha fotocopia. Volví a mandarlo, y me remitieron los papeles de voto. Y esta vez, habiendo mandado fotocopia del pasaporte para las elecciones municipales de mayo, me la vuelven a pedir un par de meses después. No entiendo para qué quieren tanta fotocopia de mi carné y si verdadaramente tienen que asegurarse tantas veces y gastar tanto en gastos de envío, cuando se podían evitar un paso por lo menos.

La semana pasada me llegó el sobre beis por correo certificado que he tenido sobre la mesa una semana hasta que por fin hoy he mandado mi voto. No sé si por vivir fuera estas elecciones se me han echado encima, ya que no fue hasta anoche cuando me di cuenta de que faltaba una semana. Me seguía pareciendo que el 20-N quedaba lejos, cuando no es el caso. Y mi voto está en camino. Para votar por correo puedes mandar los documentos por correo certificado directamente a España, o remitirlos al consulado hasta cierto plazo y ellos los envían. Esta vez he optado por esto último, y el plazo de remitirlos era el 15 de noviembre (llega fijo, pues en Alemania las cartas recogidas antes de las seis de la tarde llegan a su destinatario al día siguiente, y esto es Alemania, recuerden). Y el procedimiento de voto siempre hay un detalle que me parece curioso: puedo mandar el voto por correo certificado y reclamar luego los gastos del envío. Yo, confiada como soy, los he mandado siempre por correo normal, pues no me entra en la cabeza que no puedan llegar o que algún funcionario cabreado que vote a otro partido que yo, tire mi voto a la papelera. Esta opción existe también en el caso de voto certificado, pues a algunos el cabreo no se lo quita nadie. Pero lo que jamás he hecho tampoco ha sido reclamar los gastos de envío. No considero una afrenta tener que pagar un envío para votar, y si no reclamo es por evitar tanta burocracia y papeleo y gasto inutil, pues en España habrá otra persona encargada de devolver a cada uno lo que cueste el envío certificado: solo de pensarlo me estreso. Al enviar el voto al consulado me he gastado 1,45 € en el franqueo normal, no certificado, y cuento con la garantía de que mi voto estará a tiempo para estas elecciones, que si bien están anunciadas desde hace tiempo, se me han echado encima. No porque no las desee, pues es evidente que debe haber cambios, aunque supongo que muchos las estarán deseando muchísimo más. Yo no creo que vayan a cambiar mucho las cosas, dada la situación mundial, pero bienvenidos sean los que tengan la varita mágica para mejorar el mundo. Pero que la encuentren. Me gustaría tener fe en que lo van a solucionar todo y ojalá lo hagan, por el bien común, que es de lo que se trata, pero sigo siendo agnóstica, pues tampoco dieron con ella cuando estuvieron en el poder y se les fue de las manos en forma de ladrillo y enriquecimiento personal de muchos. Recuerdo que por mucho que en España estén mal las cosas, desde fuera la imagen que da el país no es la que se tiene desde dentro, y aquí se ven los esfuerzos que está realizando España. Lo malo es que empezaron tarde con los deberes, y eso va a pasar factura, con un buen cate. De momento, salvo votar, no tengo más que decir.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La verdadera globalización

Ayer tuve el placer por segundo año consecutivo de acudir al Mercado de los Pueblos, una feria de artesanía de todo el mundo que organiza una vez al año el Museo de Etnografía de Hamburgo. Estos días se ha celebrado su 25 edición, y yo no supe de su existencia hasta el año pasado. Es probable que lo visite ya siempre, pues ese museo me dice mucho más así, con arte en vivo y personas de esos pueblos, ya que la etnografía es más que objetos expuestos en vitrinas y paneles de museo. Se oía mucho español por todas las salas, pues Latinoamérica estaba muy representada, aunque sea por el espacio que ocupan en el mundo. Y en un puesto vi unas postales muy bonitas en tela con la inscripción "Bésame mucho" y parte del estribillo y hablé con la que las hace. Le compré una, de la gracia que me hizo pues justo estos días he preparado la canción para cantarla en mis clases, no por un ataque de cursilería, sino porque una alumna me la ha pedido, y como no quiero imponerles siempre yo las canciones, decidí cumplirle el deseo, y la cantaremos próximamente, porque como he investigado estos días, es una de las canciones más cantadas en habla hispana. Fue escrita en 1940 por la compositora mexicana Consuelo Velázquez cuando tenía 16 años, y sin haber recibido un beso de amor (aunque a saber...). Y no es una canción ligada a un cantante concreto sino que ha muchos la han cantado. No sé por qué yo la asocio a Los Panchos, y ésa es la que les voy a meter en mis clases, aunque haya versiones de los Beatles, Plácido Domingo y muchos más, pues Los Panchos son globales en el mundo latino.

Pero ahí estaba la canción, sobre la mesa, ahí estaba mi lengua, por todo el museo, y anteriormente en un restaurante de Hamburgo en el que comí con mi hija. El camarero, muy joven, nos oyó hablar español y se dirigió a nosotras con un acento de lo más nativo: se había críado en Mallorca, me dijo, y fue a un colegio español, como niño alemán que era, y hasta me habló en catalán. El mallorquín no lo hablaba, me dijo. Me habló de las dificultades que supuso para él cuando impusieron la enseñanza en catalán, y que las clases de inglés eran surrealistas para él: había que traducir del inglés al catalán, y él lo hacía al castellano y luego al alemán. Ahora está estudiando en Hamburgo, de donde es su madre, porque está haciendo uno de esos aprendizajes de los que hay aquí miles y de los que en España no hay ninguno, por desgracia. Me habló asustado de la situación de sus amigos españoles, buscando trabajo y sin alternativas. Pero él lo tenía muy claro: cuando acabe el aprendizaje en Alemania volverá a España, me contó, no necesariamente a Mallorca, pero aquí no se quiere quedar. No le gusta la antipatía de la gente y el vivir tan cerrados a los otros como hacen.

Y la tarde anterior, en el primer día de frío mortal de este invierno (ya estamos con heladas por las noches y de día como máximo a 4°C) por fin hice lo que debería haber hecho hace 21 años: comprarme unas botas para la nieve, pero es que he tardado todos estos años en encontrar unas que me gusten (me encanta el "es que", y siempre explico en mis clases que hay una especie de disculpa tonta en esa expresión). Pero "es que" no hay calzado más antiestético que botas para la nieve, y nada más antihumano que la nieve. Pero las vi en el escaparate, y entré. La vendedora estaba también convencida de que eran las ideales, y cuando le digo que soy española y que me ha costado decidirme a comprarme unas botas así, de repente se me pone a hablar en español: "anda, yo también". Es hija de españoles, nacida aquí, y hablaba perfectamente. Y a continuación me mostró toda orgullosa toda la ropa y bolsos que trae de España para su tienda.

Pensamos que la globalización son las tiendas de Zara o Camper por el mundo, pero en realidad es otra cosa: es darte cuenta de que todos somos seres globales hoy día, en cuanto salimos de las fronteras y proyectamos lo que llevamos dentro a cualquiera, de que una muchachita mexicana consiguió en 1940 un éxito global, y de que hablar español es algo verdaderamente maravilloso. Te une, cuando menos te lo esperas, con gente por todo el mundo, y están en todas partes.

viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Cómo está el mundo?

Esta semana he empezado todas mis clases con esta pregunta, no porque yo no sepa cómo está, que me asusta en realidad y mucho, pero sí para explicarles a mis alumnos de nuevo la diferencia entre "ser" y "estar: que no es lo mismo preguntar "¿Cómo es el mundo?" a "¿Cómo está el mundo?" Que con ambas preguntas se ve claramente la diferencia entre ambos verbos, que en alemán son solo uno. Y yo, en cinco cursos distintos, esperaba que me fuesen a contestar con cien mil asuntos por los que confirmar que el mundo está de pena. Y sí, salieron cosillas, como que hay una crisis económica, crisis políticas en varios países, que si Irán y la bomba atómica, pero poco más. Miraban la frase de "cómo está el mundo" con sus interrogaciones en la pizarra con cara de interrogarse ellos que a qué venía esa encerrona por mi parte. Quizá es porque aunque a mí no me lo parezca, el mundo está "como siempre", que fue la respuesta de uno, como diciendo "¡cómo va a estar!".

A mí me parece que está peor que nunca, entre la crisis económica y más, pongo como ejemplos Libia, Siria, Grecia, Italia....y puedo seguir nombrando, pasando a continuación a todas las miserias humanas, como que Iñaki Urdangarín tenga un millón de euros que no puede explicar. ¿De verdad que lo necesitan? Que la ciudadanía tenga que aceptar que un deportista llegue a ser un hombre de negocios de "tanto" éxito y que le lluevan los contratos por ser quién es, pasa dentro de lo admisible por ser quienes son, pero que le pillen como corrupto es el peor escaparate que le podían plantar a la Casa Real en tiempos de crisis, de indignados y de tantos mileuristas que no llegan a fin de mes.

Entonces si que será cierto que estamos como siempre, ni más ni menos. Viendo imágenes en la tele estos días de la serie sobre los Borgia, que no estoy siguiendo, he tratado de imaginar lo sórdido que era el mundo entonces. Pero tampoco hemos avanzado mucho si los principitos de hoy día siguen beneficiándose de ser quiénes son. Anoche, en la televisión alemana, retransmitieron en directo los premios Bambi, otorgados por la editorial Burda en diversas categorías, desde música o televisión a labores humanitarias. El premio de honor se lo dieron a Helmut Schmidt, el excanciller socialdemócrata que sigue siendo una persona muy respetada y que a sus 93 años puede opinar de todo por esa lucided tan analítica que parece faltarles a muchos políticos. En su discurso de agradecimiento por el premio dijo que saldremos de ésta porque no estamos peor de lo que hemos estado en otras épocas. Hizo alusión a los momentos más amargos de su carrera política: cuando no se doblegó ante el chantaje de la RAF, la organización terrorista que trató de hacer un jaque mate a su gobierno con el secuestro y asesinato de Hanns Martin Schleyer, el presidente de la patronal en 1977, para posteriormente recordar que Alemania tiene un deber moral hacia los otros europeos. No sé por qué creí oír una alusión a la guerra y otros momentos duros. Y que ahora toca esto: ayudar.

Efectivamente en cualquier época el mundo está de pena, y quizá mi pregunta en clase era un diagnóstico conocido, y en vez de interrogaciones, lo debí poner en signos de admiración, y no hubiese extrañado tanto.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El verdadero amor al arte

Hace poco estuve en un museo en Holanda que me gustó mucho, y que posee tantos cuadros de van Gogh como no creí recordar del mismo Museo van Gogh de Amsterdam, y que se puede disfrutar sin los tropeles de turistas de éste último. El Museo Kröller-Müller, emplazado en un parque nacional en la provincia de Gelderland, el Hoge Veluwe, era la colección privada del Helene Kröller-Müller, hija de un empresario rico alemán que se casó con el director de la sucursal holandesa de la empresa de su padre, por lo que se fue a vivir a Holanda. Allí empezó a estudiar arte y a adquirir obras que fueron formando durante su vida una impresionante colección, sobre todo de van Goghs, pero también de pinturas de otras épocas, y de esculturas. En época de crisis, en los años 20 y 30, temiendo perder su colección la donó en su totalidad al estado holandés con la condición de hacer un museo para exhibirla. El edificio, diseñado por Henry van der Velde, abrió sus puertas en 1938, muriendo ella un año después.

Coleccionar arte teniendo los medios para hacerlo no es ningún arte, valga la redundancia. Y por eso las Titas Cerveras de este mundo lo tienen muy fácil. Pero sorprendente me parece la historia de una exposición que está teniendo lugar ahora mismo en Hamburgo y que no he visto, pero a la que me acercaré, por rendirle honores. La exposición se titula "La colección del bedel. Wilhelm Werner". Más de una vez me he preguntado en un museo si los vigilantes de las salas acaban aburriéndose de ver los mismos cuadros o si los acaban amando. La muestra responde quizá a esta pregunta, y de una manera contundente. El carpintero Wilhelm Werner, nacido en 1886, empezó a trabajar en 1914 en la pinacoteca de Hamburgo, donde trabajó hasta que se jubiló en 1952, habiendo ascendido a bedel. Debido a esto, además de construir marcos, tenía la responsabilidad de colgar los cuadros para las exposiciones, lo que le permitió tratar personalmente a los pintores. Debió desarrollar tal pasión por el arte, sobre todo de un grupo llamado "Sezession", cuyas obras fueron expuestas en los años 20 en el museo, que empezó a coleccionar como quien no quiere la cosa, sobre todo obras de estos últimos. Tras su muerte, su legado consistió en más de 500 cuadros. Al parecer muchas de las obras eran regalos de los artistas a los que ayudaba en sus exposiciones. Pero los honores se los ganó en los años más oscuros del museo. Cuando los funcionarios nazis del museo fueron a sacar los cuadros considerados "degenerados", como los nazis consideraban la obra de muchos artistas, Werner sacó siete obras de una pintora judía, Anita Rée, que se suicidó en 1933. Escondió estos cuadros en el sótano de su piso de bedel, y los salvó así del expolio o destrucción. Al pasar la guerra, los cuadros volvieron a la colección del museo. Por si fuera poco, además, junto con otro compañero, apagó fuegos del tejado del museo, originados por las bombas incendiarias, salvando así el tejado de graves daños.

A mí me ha sorprendido mucho la historia, y solo lo que significa es más que motivo para ir a ver la exposición: porque entiendo la pasión que puede desatar el arte, y porque hay personas, que sin grandes riquezas logran grandes milagros. Me parece muy noble que el museo al que Werner dedicó su vida le rinda homenaje, ya que seguramente se trate de uno de los coleccionistas de arte más singulares que existan.

martes, 8 de noviembre de 2011

Paredes contra la intolerancia

Ruido y silencio. Imposible tener ambos. O la pregunta es qué es el silencio y qué el ruido. Que hagan esa pregunta en Hamburgo o en Madrid, y las respuestas serán muy diferentes. Noticia curiosa la que leí el otro día en el periódico local: en un barrio muy residencial cerca de mi casa han puesto hierba artificial nueva en el campo de fútbol del polideportivo y apenas lo han podido disfrutar, pues enseguida ha estallado la guerra porque los vecinos se sienten invadidos en su silencio. Desde que han arreglado el campo con la nueva hierba, ha aumentado el uso del mismo, dicen. El litigio ha llegado a la decisión de la ciudad poner ahora unas paredes antirruido que cuestan más de 300.000 € y que paga el distrito correspondiente, que además es el mío, o sea, yo también. Oficialmente el campo se puede utilizar desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde, y los domingos hay partidos. Es cierto que todo esto produce "ruido" constante, pero también este campo existe desde 1937, y no muchas de las casas de alrededor. Como conozco lo que me rodea, sé que a la mayoría de la gente aquí le gustaría tener silencio absoluto. Hay ruido molesto, pero el producido por niños jugando al aire libre no entra para mí en esta categoría, que al entrar en estos ámbitos debería ser medido no en decibelios sino en intolerancia, que es aquí cero hacia los chavales. Lo malo es que ellos, que crecen con tanta imposición, se vuelven así de intolerantes, pues entonces les toca a ellos que les devuelvan la hipoteca que pagaron en su infancia: ya que yo no he podido hacer ruido y jugar fuera a gusto cuando era crío, ahora que me compro mi casa de 300 m² para mí solo, espero oír el silencio, y nada más. Aseguro que en estos barrios del extrarradio de Hamburgo se oye el silencio, y la pega es que la gente se vuelve muy intolerante. Por supuesto que España, donde el ruido adquiere formas irrespetuosas en todo momento, no me parece el ejemplo ideal. Allí no entiendo que en piscinas al aire libre haya que poner música, o que en algunos bares esté la tele y la música a la vez puestas. En general me parece que hay una necesidad constante de oír algo en España, y si no viene tu vecino y te lo arregla, y en España se aguanta demasiado. Pero lo de aquí es muy grave: si no se va a poder utilizar un polideportivo y tenemos que vallarlo y aislarlo de egoístas huraños con paredes de seis metros de altura, me pregunto si no sería más barato llevar a esta gente a vivir en medio del bosque y regalarles un cachito, ya que tenemos tantos. Unas cabañas en el bosque, y el siguiente vecino a medio kilómetro. El litigio está siendo sonado, con abogados que están ganando dinero con todo esto, cartas para un lado u otro, y lo malo, como ponía en el periódico, es que esto podría poducir "contagio" a otros barrios con polideportivos o lugares parecidos al lado, como ocurrió no hace tanto con una guardería a la que se opusieron los vecino de la calle en la que la iban a abrir. Si esto sienta precedente, como por desgracia ocurre en este país, seguirán más casos similiares. El ruido es gratis y de todos, pero el silencio no es parcela de unos cuantos que se creen es su derecho de vivir solos en el mundo, y más en ciudad. A lo mejor en vez de poner vallas alrededor del polideportivo, deberían poner vallas de seis metros de altura alrededor y aislar a esta gente de los demás en una cuarentena indefinida. Por el peligro que suponen.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Grandes y pequeñas batallas

Tras tres maravillosos días despiojando la casa y las cabezas, hoy me han certificado una gran destreza quitando piojos. El "certificado" de estar limpia de piojos que mi hija presentará mañana en el cole me lo he ganado con mi esfuerzo y tesón y la médica me ha hecho reír cuando me ha dicho que nunca había tenido a nadie tan eficiente como yo, que normalmente tiene que ver dos o tres veces a los niños hasta certificar que no tienen ni una liendre; y me he sentido "piojinator". Y ni una liendre había, ni en las cabezas de mis hijas ni en la mía. Varias personas me han confirmado que en España los niños con piojos no dejan de ir a clase. Aquí no es el caso, y es muy normal ver cartelitos o recibir información rogando controlar las cabezas porque haya piojos "confesos" en la clase. No suelen dar nombres y apellidos, pero se sabe quiénes son. Concluido el asunto, es el momento de hacer balance: además de haberme hecho experta, la ventaja es que mis hijas ahora saben cómo se llaman desde los piojos a las liendres o las liendreras, vocabulario en español que desconocían, y han aprendido que los piojos no son tan espectaculares como pensaba mi hija pequeña, que se los imaginaba como gusanos-termitas, que se comen todo a dos carrillos.
Y tras un fin de semana sin descansar, he empezado la semana con tal sensación de agotamiento que será dura de combatir, teniendo en cuenta que acaba de empezar. Será el momento de hacer algo que nos encanta hacer a todos, y a las mujeres quizá más, de darnos algún caprichito, como premio. Necesito algo glamuroso, después de ver piojos y liendres por todas partes. Aquí ya ha empezado la temporada navideña en las tiendas, y es fácil comprar cosas con mucho brillo, y ya empiezan a vender atuendos festivos de cara a las fiestas. Las encuestas dicen que los alemanes quieren gastar menos en regalos que la Navidad pasada. No sé si nos animan a ser austeros, porque otros años antes de la temporada daban como resultado a la misma encuesta que los alemanes gastarían más esas Navidades. También el gobierno quiere bajar los impuestos, algo que nadie se cree aquí que sea posible, ni como regalo de Papá Noel. Pero a juzgar por la oferta navideña de las tiendas, tampoco parece que la gente vaya a apretarse el cinturón. Merkel también quiere subir el salario mínimo, algo por lo que la patronal dio gritos de alarma el otro día, y se dijo que la canciller daba un giro a la izquierda. Quizá deba resarcirse internamente de su papel ingrato fuera del país, de llamar constantemente la atención a Papandreus y otros. ¿O es que se acercan jornadas electorales dentro de los partidos, el momento de elegir candidatos, y están todos a ver quién da más? Lo que sí que está claro es que por mucho glamour que pongamos a estas Navidades, el año ha sido pésimo para muchos países, y ahora mismo no nos creemos nada. Y por mucho que yo me orgullezca de haber combatido todos los pijos, vendrán otras batallas, y aquí ni aplica lo de "al séptimo día descansó". No hay que bajar la guardia. Liendres y piojos hay siempre, en algún lugar.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Bichitos

Hay semanas pesadas, pero hay otras pesadísimas. Ésta ha sido una de las últimas, ya que ha terminado con piojos, algo inédito hasta ahora. Ayer por la mañana me llamó mi hija a las seis y media al baño y me enseñó un pelo que se le quedó en las manos mientras se peinaba y sobre el que caminaba un bicho, tan tranquilo. No sé si bajaba o si subia, pero iba tan a gusto por el pelo. Por la hora y el sueño que yo tenía me pareció surrealista la imagen, pero el resto de la mañana la recordé y más cuando empecé a notar picores en el pelo. De repente recordé cómo al dar clase el otro día sentí tal picor que pensé que mis alumnos pensarían que tendría la sarna, de como me rasqué. Y cuando me vi las liendres al rebuscar ante un espejo, me fui directa a la farmacia. Y empezó la operación "desinfección". Tuve piojos de niña una vez, y se me quedó grabado ese caminar en la cabeza que siento ahora desde ayer. He lavado todo, y ayer nos acostamos mis hijas y yo con una loción en la cabeza que hoy por la mañana ha dado sus frutos: piojos muertos y liendres en las tres cabezas.

He pasado por muchas epidemias de piojos en guarderías y colegios, y siempre nos habíamos librado. Pero alguna vez tenía que tocarnos y yo no me libro tampoco. Aquí en Alemania hay obligación de anunciarlo al colegio, y hasta que el médico no dé permiso al crío de poder ir a clase, no puedes mandar a tu hijo, y si te pillan te la puedes cargar. El caso es que los piojos los ha cogido mi hija mayor de alguien que no ha dicho que los tiene, y ahora me debato entre anunciarlo a bombo y platillo en ambos colegios y que nos señalen con el dedo, o hacerme la loca y mandar a mis hijas como si no hubiesen tenido nada, como han hecho otros. El problema de esto último es que al no controlar la gente las cabezas de sus hijos, ésto podría convertirse en una epidemia, y mis hijas se podrían contagiar otra vez y yo tener que lavar todo de nuevo, y llevo dos días terribles. Pero si lo digo, a saber los días que no podrán ir al colegio, a pesar de no ser peligro para nadie.

El mundo se cae a pedazos y yo estoy obsesionada por unos bichitos. Ayer una conocida mía me decía lo mismo pues venía de hacerle un examen a su perro. El perro aprobó, y me comentaba que cuando vio a esa cola de perros con sus dueños se preguntó lo mismo que yo: que el mundo está de pena, y allí estaba toda esa gente durante horas con sus perros, para que puedan ir por la calle sin correa y se lleven su diploma a casa. Para eso tienen que atender al "ven aquí", y demás órdenes, y si no suspenso para el perro. Ella me preguntaba si en España es igual, y le dije que no: que en España cada uno va con su perro por la calle como quiere, y que si el perro muerde a alguien, que entonces se aclaran las cosas. Más bien deberían examinar en España sobre retirar la caca de los perros, examinando a los dueños en una situación real.

Se puede institucionalizar todo, y seguro que hay especialistas en piojos, como me voy a hacer yo tras ésta. Alguien me hablaba de unos peines hay en España que los electrocutan, y yo dije que eso probablemente está prohibido aquí, por maltrato animal. Pero de la manera que sea no va a quedar ninguno, palabra de honor. De ésta no me he librado yo tampoco, como de casi ninguna, y por eso pienso desde ayer en una de las frases de mi madre "El que con niños se acuesta, cagado se levanta". Qué gran verdad.

martes, 1 de noviembre de 2011

La cordura histórica

Pasó Halloween, otro año más, y yo cada vez aborrezco más el día. Lo siento, pero algo que no entiendo es quién empezó por primera vez a celebrarlo en países en los que no existía esa fiesta. Pero convenzan hoy a niños de 10 años o menos de que antes no se celebraba y que se trata de una fiesta importada. A los protestantes les molesta que su día se vea ensombrecido por brujas, demonios y zombis. Porque el 31 de octubre es del Día de la Reforma (protestante), el día en el que Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg y que dio paso al cisma en la hasta entonces omnipresente iglesia católica. Ayer fue fiesta en varios estados del este de Alemania, entre ellos Sajonia-Anhalt, el Estado Federal en el que se sitúa la ciudad de Lutero, llamada oficialmente así, Lutherstadt Wittenberg, para conmemorar ese día que supone el despegar de la iglesia protestante. Y hoy, Día de Todos los Santos, ha sido fiesta en los estados católicos alemanes, como por ejemplo Baviera, Renania-Palatinado o Baden Wurtemberg. Pero los de Hamburgo ni celebramos ni uno ni otro, y ambos días han sido laborables, y aunque la mayoría es protestante, la pela es la pela y ya sacrificamos hace años otra fiesta que yo llegué a conocer, una protestante que se celebraba el tercer jueves de noviembre y que venía muy bien para descansar: el Buß- und Bettag, el día de penitencia y rezo, en el que casi nadie hacía ninguna de dos cosas, así que hala, a trabajar todos, por lo que nos pasamos todo noviembre sin ninguna fiesta.

Pensaba yo hoy en este Lutero, y en la que lió. Me imagino que cuando se rebeló contra las normas de la iglesia del momento, en la que era posible comprar la redención de los pecados (como si hoy día no se hiciese lo mismo), no sabía si le iba a costar la cabeza, pues hablamos del siglo XVI. Tuvo éxito, y aunque los protestantes tampoco han sido tan tolerantes a lo largo de su historia, cambió el curso de los dogmas imperantes hasta entonces. Lutero sigue muy presente en Alemania, y en un día como ayer, resuena su nombre, por mucho que Halloween le quite mérito.

El primer ministro griego Papandreu anunció ayer que someterá a referéndum las reformas y acuerdos de Bruselas. Cuando lo oí, no di crédito a la noticia, y el gobierno alemán ha pronunciado un "sin comentarios" nada más conocerse la noticia. Pero hoy trato de entender qué le lleva a Papandreu a tomar esa decisión: si prefiere declarar el estado en bancarrota, cerrar las fronteras, no tener que devolver ni un euro del que le han prestado y que los griegos sigan con su forma de vida y políticas como hasta ahora, y que la crisis la paguen los de abajo, porque los que tienen el capital, se lo han llevado fuera. Pero el problema es para la gente de a pie, si no se pueden pagar los salarios y se quedan sin trabajo. En cualquier caso de Papandreu nos acordaremos todos en un futuro, y los griegos sobre todo. De momento hoy los mercados han caído, y las consecuencias son imprevisibles. Recordemos que esos fondos de rescate se aprobaron no solo para Grecia sino para otros posibles países afectados, de los que no voy a mencionar nombres...

Difícil saber lo que es un acto heroico a priori, o si declararlos locos a todos antes de que la historia siglos después les de su reconocimiento, si acaso. Hoy un político japonés, en un acto de heroicidad absurda se ha bebido un vaso de agua radioactiva de una charca de Fukushima. No sé si esperará una medalla o un reconocimiento absurdo, pero a mí la noticia me produce espanto. Al igual que Netanyahu hoy, que a la decisión de la Unesco de aceptar a Palestina como miembro, ha reaccionado con mandar construir más pisos para israelíes en zonas palestinas. Siempre me ha parecido que la Unesco realiza una buena labor protegiendo y fomentando el mantenimiendo del patrimonio mundial, pero ahora más aún, y tienen mi respeto y admiración. Como respuesta, los americanos han dicho que retiran sus fondos de ayuda a la institución, y los israelíes siguen a lo suyo, como si pudiesen seguir convenciendo al mundo de que tiene razón. Como se dice en alemán, que te den la razón no es lo mismo que tenerla. A actos cuerdos se siguen otros incomprensibles e irracionales. Y Grecia votará en enero. ¿Qué pasará hasta entonces? ¿Penderemos todos de ese hilo? Lo malo es que hoy día la repercusión en el mundo es inmediata pues el dogma de hoy día son la economía y las leyes de mercado. Sigo sin entender nada. Ni Halloween siquiera, y cada año voy a peor.