domingo, 31 de julio de 2011

El horno en llamas

La que podríamos haber liado, y no es broma. Me quedé muda cuando el horno donde estaba haciendo unas patatas asadas, algo de lo más normal en una casa, se puso en llamas y ni apagando el gas se iban. Conseguimos apagarlo, pero la sensación era la que hemos tenido toda la semana en la casa de alquiler en la que hemos estado durante una semana en la costa: te venden a precio de oro lo que no lo es. Y no es que yo necesite lujo en mis vacaciones, pero si que espero que la casa no contenga cosas roñosas. Me dan igual los muebles, y el estilo de la decoración, no espero nada más que lo funcional, pero si los sofás están tan desvencijados que cuanto te sientas y ves la tapicería raída te preguntas que cuánta gente se habrá sentado en ellos y en qué circunstancias, y te da grima, entonces es que no corresponde con lo que te ofrecen.

En el año 2011 me parece muy peligroso tener un horno de gas en una casa de alquiler en la que mucha gente pasa por ella semana a semana en verano, y encienda con mecha el horno sin saber cómo usarlo, pues la que se puede liar es buena. Viene una "alemana" como yo, o lo que es lo mismo, con una hija alemana que quiere hacerse su propio pastel para su cumpleaños, y te encuentras encendiendo el gas del horno y metiendo la cabeza en busca del lugar de la llama. Desde luego que llegamos a la conclusión que de cara al suicidio, hay mejores formas que un horno ;-). Como al final conseguimos hacer el bizcocho, y sin llamas, para la cena del mismo día metí unas patatas al horno. Tras las llamas las dejamos tal cual, duras, y pasaron luego por el microondas, y las puse encima de la barbacoa; faltó la cámara de gas... La casa estaba muy bien en general, pero no el contentido en útiles, siendo en la cocina el panorama desolador: ningún cuchillo decente para cortar al cocinar, sartenes que se pegan, cacerolas de esmalte de la época de maricastaña, ni una túrmix, ni un pasapuré (lujazo), ni cucharas de plástico o madera decentes para cocinar, un colador medio roto, ninguna tijera de cocina, ninguna fuente de horno (para qué).

Toda la semana me he acordado de mi sabia amiga, española, residente en Hamburgo como yo. Lleva 20 años alquilando casas y apartamentos varias veces al año y siempre dice que ella ya no alquila nada de españoles, que tienen las casas con lo peor de lo peor, por miedo a que les roben o les rompan las cosas, que ella ha llegado a pelearse con alguna agencia de alquiler por pedirles una lamparita para poder leer por la noche, o cosas que le parecían básicas. Y decidió hace años alquilar casas de alemanes, ingleses o cualquiera, pero no de españoles, por lo ruínes y desconfiados que son. Triste pero cierto, y corroboro lo dicho. El otro día en la casa que amigos alemanes alquilaban de compatriotas, vi que el cambio era radical, y el alquiler menor, a todo esto. Las sillas del jardín no se caían a cachos, como las nuestras, pues eran de hierro. Ellos se disculparon  porque no eran cómodas, y les dije que erán comodísimas, que las nuestras estaban para tirar a basura (alguna pegada con cinta adhesiva), pero que todavía pasarán más veraneantes por ellas. Lo que no entiendo es que no se den cuenta de que si la casa está mejor equipada, vuelves, pues nos gustó la casa y la zona, pero así todos vamos una sola vez. Por tanto, para qué invertir en ella incluso con un viajecito a Ikea, con cositas que como dueño de una casa tan bonita no te van a arruinar, pero sí que consiguen que cada vez que abres un cajón o armario de la cocina, pienses que no puede ser. Y me pregunto cuánta gente se preguntará lo mismo, estando de vacaciones con cosas peores que tienes en tu propia casa. Lástima, pues era una casa preciosa, de verdad.

sábado, 30 de julio de 2011

El legado

No sé por dónde empezar tras una semana en la Comunidad Valenciana. Llevaba demasiadas vacaciones sin volver por allí, la última hace 9 años, unas vacaciones en Denia. Me perdí justo los años del "boom" inmobiliario. Y entristece ver lo que ha sido de la costa. Por supuesto que yo misma fui a la búsqueda del sol, la playita y lo que ofrece la zona, pero tras un par de vistazos es obvio lo obvio: se han pasado, y mucho. Hay zonas en las que da pena ver tanta aglomeración de chalés o bungalows, a veces clonados hasta aburrir el paisaje. La especulación del terreno ha sido terrible, y se entiende lo que ha pasado en muchos ayuntamientos de esa comunidad.

Como información turística fui provista de la revista alemana Merian en su edición de mayo de 2007. Y el artículo sobre la población en la que hemos estado era devastador: Benissa era hace 20 años un pueblo idílico de almendros y pinos, con vistas espectaculares al Peñón de Ifach. El artículo hablaba de varios casos de gente que de repente tuvieron un día en su terreno una excavadora o a peritos midiendo el terreno, y tras pagar 500 € a los mismos notarios donde 19 años atrás habían firmado el contrato de compraventa, los planos del terreno no incluían las casas existentes. Se llegó, para conmoción en la población, a construir sobre un cementario, despropiando hasta a los habitantes más silenciosos del lugar, pues si se podía hacer con los vivos inpunemente, los muertos poco tenían que decir. El artículo aportaba el dato de que solo Benissa contaba en 2007 con 100 agencias inmobiliarias y 500 empresas dedicadas a la construcción. Casi nada.

Año 2011, en plena resaca del famoso "boom", la vomitina ha sido colectiva. No sé cuántas empresas de las cifras mencionadas quedan, pero hasta mi hija de 11 años lo vio en el trayecto de Benissa a Moraira: "Aquí solo hay tiendas de muebles y de cosas para la casa". Saneamientos, baldosas y azulejos, muebles, lámparas, ferreterías. La concentración por habitante es inmensa.

En la playa no hay crisis. Caben todas las toallas que vengan, eso sí, más o menos prietas, y allí somos todos iguales: españoles, alemanes, holandeses, ingleses, franceses, suizos o escandinavos. Todos estos idiomas se oyen bajo un sol de justicia. Cuanta más blanca la piel, menos sombrillas. Los españoles no vamos a la playa sin ellas, y a mí me escuece la piel solo con ver a los blanquitos nórdicos como cangrejos tan tranquilos al mediodía tomando el sol. En el extranjero también nos cuentan sobre los peligros de los rayos y de evitarlos en las horas centrales del día. Informados estamos. El problema es que si piensas que tu verano serán esas dos o tres semanas, y como has pagado por el sol, pierdes el norte, nunca mejor dicho. Entendible, porque al volver con suerte nos encontraremos con como mucho 19° C.

Divertido es si amigos de mi barrio en Hamburgo están a apenas 10 km de vacaciones en España. Mi amiga me comentó hace muchos meses que había alquilado una casa en la costa mediterránea, pero no supo decirme dónde, hasta que a la semana antes de venirme, tras rogarle que hiciese memoria, me dijo que creía que por Alicante. Como el mundo es un pañuelo, o un pueblo, como se dice en alemán, acabamos por descubrir que ellos estaban en Moraira. Y puedes pasar una tarde de verano con tus amigos del barrio a 2.500 km de nuestras respectivas casas, y todo eso en Levante.

Y es que el Mediterráneo lo tiene todo. Llevo años emocionándome cuando oigo la canción de Serrat, y eso que yo no nací en el Mediterráneo, pero si vives en Hamburgo, es como si lo fuese. Nadie debió haber olvidado la maravilla que nos tocó en suerte con ese mar y esa costa que tanto han marcado nuestra cultura e historia, pero a la hora de ganar dinero, muchos fueron hasta sobre cadáveres. Esa expresión existe en alemán, über Leichen gehen. Jamás le vi un contexto más adecuado.

miércoles, 27 de julio de 2011

Españoles por ahí

El formato es muy conocido en España, y hasta mis hijas dicen que yo debería apuntarme. Cumplo todos los requisitos: española por el mundo y con todos los honores y experiencias. El otro día, sin que yo lo supiese, vieron uno de estos programas, que TVE está repitiendo en verano, y me dijeron que les gustó mucho, y que debo llamar y ofrecerme. Me reservo la respuesta. Ahora mismo estoy pensando si la televisión alemana ofrece un programa similar, pues sería completamente distinto, pienso. Pero no lo hay, que yo sepa, aunque no soy nada televisiva. Sí que sé, y porque me lo han contado, que hay uno que va de alemanes que emigraron en busca del sol, principalmente a Mallorca, Ibiza u otros sitios veraniegos que son el sueño de muchos alemanes, que piensan que solo se trabaja en su tierra, que donde luce el sol se vive en vacaciones todo el día. Me han contado que lo divertido del programa es ver cómo en Mallorca, Salou y lugares similares, se ponen a trabajar de lo que sea, y están más explotados que en su propia tierra. Algunos no quieren creerse que estaban mejor antes, otros se dan cuenta y regresan, para regocijo de los que no se atreven a dar el paso. Realities para reírse del mal ajeno.

Españoles, madrileños, o andaluces por el mundo, como está planteado, tiene otros objetivos. Uno, ponerle los dientes largos a todos los que no están "p'ahí", como se dice en el pueblo de mi madre. Son los que enseñan su país de acogida en plan "aquí vivo como Dios y por cuatro perras". Luego están los que se fueron por motivos concretos (alguna profesión concreta, como la música; o por amor). Pero en los pocos programas que he visto echo de menos que muestren más la vida diaria, el punto de vista del mundo de ese país. No digo que no se haga, pero será por el enfoque del programa, el punto de vista español, por lo que para mí se queda cojo el programa. No se trata de vivir echando de menos el jamón y la paella, pues aseguro que se puede vivir sin ambas cosas, sino de qué te aporta el país en el que vives, y por qué lo has elegido, y qué no te gusta, y ahí siempre sale tu país de origen, u otras vivencias en otros lugares. Precisamente al vivir fuera, del país que más aprendes es del tuyo.

El de anoche, sobre Berlín no estuvo mal, pues mostraba mucho la ciudad, pero eché de menos una visión de la vida berlinesa y alemana. Lo berlinés es lo que salió: esa historia que se palpita en toda la ciudad, ese toque bohemio que tienen muchos barrios; pero algunos se dedicaron a mostrar la ciudad cuales guías, haciendo hincapié en uno u otro aspecto, según sus profesiones. Se mencionó lo multikulti que es la ciudad, pero no que muchos barrios siguen siendo guetos en el que el terminó integración sigue causando dolores de cabeza a muchos. Ciudad tolerante, sí, por supuesto, pero todo lo que la mentalidad alemana permite, con normas preconcebidas que son iguales para todo el país. Y que a pesar de una reunificación muy bien lograda sigue habiendo diferencias entre las dos Alemanias, de mentalidad y de riqueza.

Por supuesto que se puede vivir muy bien en Berlín, y en Hamburgo y en cualquier sitio. Depende de tus circunstancias y de tu voluntad de hacerlo, pues se trata de eso en realidad, de si tú quieres, y si te asimilas poniendo de tu parte y te dejas asimilar sin perder tus raíces. En ese sentido el programa está mostrando justo eso, que se puede vivir en cualquier sitio, con poco, menos o más. Pero me gustaría que los programas fuesen menos guías de viaje. Una prima mía dice que el programa les está haciendo mucho "mal", por darles muchísimas ganas de viajar. En ese sentido, bienvenido sea, pero deberían mostrar que la vida diaria fuera es igual de "diaria" y rutinaria como en otros sitios, pero con otro enfoque, y no el español. Ésa es la mirada, y no otra, y que en todas partes cuecen habas.

domingo, 24 de julio de 2011

Madrid en verano

En Madrid se pueden hacer muchas cosas todo el año, eso es evidente, pero a los que piensen que Madrid es un lugar insoportable en estío les digo que no, que es una buenísima ocasión para visitar la ciudad. No es como antes, cuando en agosto se quedaba vacía la ciudad con un cartel invisible de "cerrado por vacaciones". Desde que la gente es más flexible y no necesita irse siempre en agosto de vacaciones, o el dinero no da para irse un mes fuera, me da la sensación de que nada se paraliza, y menos la vida cultural. Otras ciudades europeas se convierten un hervidero de turistas: Paris, Praga, Florencia, Barcelona también. En Madrid hay turistas pero nunca tienes la impresión de que la tomen, y el metro no va lleno de masas con guías en la mano. Y sin embargo tenemos también nuestro Prado, Thyssen y Reina Sofía, nuestra Plaza Mayor y nuestro Palacio Real. Ir al Retiro, y verlo tan lleno de madrileños me da mucho gusto. Ir al Thyssen y ver la exposición llena de "turismo" nacional también. Y Madrid recibe bien a los visitantes y no los agobia. De eso se encargan los rateros: hoy he leído que muchos extranjeros inician su visita a Madrid con una visita a la comisaría de centro, a la que acuden muchos a los que roban el dinero y los papeles nada más llegar. Hablaba el artículo de que la labor que tienen que realizar es la de animar a la gente a que disfruten de sus vacaciones a pesar de todo... Triste empezar una visita así a una ciudad que ofrece tanto, y que recibe a los turistas de una manera tan natural como Madrid, y sin hacer un alarde especial de ello como hacen otras ciudades, pienso.

El verano es un buen momento incluso para los del lugar para descubrir su ciudad, e ir a esos sitios a los que querían ir siempre. Qué tal por la modernidad llamada Fuencarral y que a mí tanto me gusta, esa calle ahora (o ya un tiempo) peatonal, y que es un buen lugar para darle un buen repaso a la tarjeta de crédito, y volverse modernísimo. Al que no conozca la calle Augusto Figueroa con sus muestrarios de calzados que a mí me dieron a conocer unas americanas hace 20 años porque venía en su guía, y de la que soy asidua cada visita a Madrid, les recomiendo ahora que añadan un punto nuevo a la visita: el Mercado de San Antón, reconvertido a la modernidad. Lo mismo hizo el de San Miguel hace un par de años, pero a mí me parece que con todo lo bonito que quedó, se ha quedado en un "guirilandia", un sitio bonito que viene en la guía y donde tomarse algo a precios muy europeos, o incluso más que eso. El Mercado de San Antón no es para hacer la compra semanal para una familia, eso tampoco, pero sí para darse un caprichito, ir y disfrutar, comprarse algo, tomar algo, y llevarse algo especial para casa. Arriba en el tejado tienen una buena terraza donde pedirse algo viendo los tejados de Chueca, el barrio gai de Madrid, y que a mí me encanta, por la mezcla de todo que tiene. 

Imposible no tomarse algo en la infinidad de terrazas que tiene la ciudad en verano, por todas partes, y muchas en lugares que animan a pararse. A mí me encanta hacerlo hasta sola, pedirme algo y ver a la gente pasar. Para ello Madrid tiene lugares estupendos: Recoletos, la zona de Bailén y la Latina.

Y como colofón final nuestro arte. El otro día vi la exposición de Antonio López en el Thyssen, y me quedé maravillada. Acudan todos en masa, no se lo pierdan, y no se molesten por las multitudes que acuden a la que será sin duda la exposición del verano. En realidad yo le iba a decicar el post de hoy a la exposición, pero como he decidido volver a verla antes de regresar a Alemania, lo haré en ese momento. No es desdeñable el hecho de que se le haga una retrospectiva de tal calibre a un pintor vivo. Se suele decir que España no honra debidamente a sus genios. Sepamos apreciar cuando se hacen, y disfruten como yo lo hice de esos cuadros de Madrid que demuestran que nuestra ciudad es fea, para qué vamos a decir otra cosa. Nuestros barrios tienen el "encanto" que sale en los cuadros de Antonio López, al igual que muchos otros objetos que pinta en su cutrez. Pero eso será otro post. Ahora pienso en el cuadro de la Gran Vía suyo tan conocido. Y me acuerdo mientras estoy ya en tierras valencianas, viendo palmeras y naranjos, tras haber dejado atrás otra vez por unos días esa jungla de asfalto tan encantadora llamada Madrid.

jueves, 21 de julio de 2011

Pitarraca

Se trata de una nueva creación de mi hija, que al tratar de repetir la palabra "tiparraca", le salió ésa: "pitarraca".  Cuando oyó anoche el nombre de Angela Merkel en el telediario de la noche, preguntó que qué decían de ella. Mi madre respondió tan natural: "Ésa es una tiparraca", a lo que la peque preguntó: "pitarraca, ¿qué es pitarraca?". Imposible para una cría que no vive en este país conocer la riqueza de términos despectivos de nuestra lengua. Entre los chorizos y las tiparracas, no da abasto para aprender nuevas palabras o acepciones de las que ya conoce.

Toda vacación aquí le es muy productiva a mis hijas, por lo muchísimo que se llevan consigo. Me refiero al bagaje no solo lingüístico sino cultural. Cada estancia aquí les da para ver el mundo con sus ojos de alemanas, y de españolas en Alemania. Las dos primeras semanas ya han dado para espantarse por los Sanfermines y decir ante las imágenes de la televisión que no lo entienden, y al ver luego a los toros con las banderillas desear que embistan y maten a cada torero que hace tal barbaridad. Luego se espantan por ver el trato a los animales en los pueblos sobre todo. También se ríen mucho cuando la gente dice que hace "frío" este verano. Han apretado las temperaturas hoy, eso sí, pero es cierto que los que tenemos memoria histórica de meses de julio sabemos que éste está resultando "fresquito". Pero claro, ellas les escriben a sus amigas postales y escriben que la gente aquí dice que hace "fresco" a 30°C, que están majaras. Así tal cual lo dicen. Teniendo en cuenta que ellas conocen otros veranos frescos de verdad, razón no les falta.

Y ayer me las llevé a la Plaza Mayor. Les dije que es la plaza de mi pueblo. Ya la conocían, pero les gustó verla de nuevo. Trato de que se empapen de imagénes y de experiencias. Todo esto recordarán en un futuro, cuando sean mayores. Lo bueno y lo malo, los chorizos y las tiparracas, los Sanfermines televisados o lo que sea.

martes, 19 de julio de 2011

No se olviden de Portugal

Vuelvo a España, tras cuatro días en tierras vecinas. Hacía demasiados años que no volvía por Portugal, y sinceramente, los españoles deberíamos ir más a tierras lusas, por cercanas, por amables y por parecidas, siendo diferentes. Es uno de esos sitios a los que hay que ir adrede, no se pasa por allí de camino a ningún sitio sino que hay que ir por ir. Y Lisboa tiene demasiado encanto como para ignorarla como destino para una escapada. Me encantan las ciudades de aspecto descuidado, a las que les falta una capa de pintura, un arreglito aquí y allá, pero que a pesar de todo conservan un estilo igualado y propio, y miras y dices, “anda, esto es Lisboa”. ¿Que qué define a Lisboa?: las colinas, los tranvías, las vistas al Tajo desde cualquier punto alto de la ciudad y con diferente perspectiva, el Puente del 25 de Abril, las omnipresentes pastelarias, con toneladas de bollitos, los cafés tan ricos que se toman en tacitas minúsculas, y el viento. Me decían que no siempre hace tanto viento, pero yo no me lo creo, a juzgar por el que ha soplado los cuatro días. En la playa la arena fina se te metía por todas partes, y el clima, a pesar del solazo, engaña a ratos, y por las mañanas y por la noche hace falta una chaqueta en pleno verano.
Hay mucho turista ingles, mucho español, por supuesto, y poco nórdico, aunque los hay. Cuesta acostumbrarse a una lengua tan parecida y tan diferente del castellano. Ellos nos entienden mucho más a los españoles, estoy convencida, pues estarán acostumbrados a oír a los turistas, pero a mí me costaba entender una lengua románica con tanto sonido nasal, y con eses fricativas. Entender fado sin saber portugués me parece imposible, salvo las palabras que cogí anoche en el espectáculo de fado que vi: saudade, amor, maldito, y poco más. Mucho desamor, me pareció oír. Y solo me parecieron alegres cuando le cantaban a su ciudad, Lisboa.
Se come, además de tanto pastelito con café, muy muy bien, tanto platos de pescado como de carne, y se toman sus vinhitos verdes a cualquier hora. El bacalhau da mucho juego en diferentes platos, y cocinan mucho a la brasa.
Se nota la crisis. Sin duda. Demasiada gente pidiendo, demasiados hombres haciendo de guardacoches o indicadores de dónde aparcar, y probablemente para muchos sea difícil seguirle el ritmo a una ciudad que tiene también sus boutiques caras y su pijerío.
De mi anterior visita, salvo una plaza y el elevador de Santa Justa, y lo más “gordo”, como la Torre de Belém y los Jerónimos, no recordaba prácticamente nada,. A veces conviene refrescar la memoria y volver a sitios muchos años después, porque la mirada cambia. Digamos que hace 17 años que debió ser cuando estuve por allí la última vez no me fijé en los puentes, y ahora tienen además del Puente del 25 de Abril el de Vasco da Gama, uno impresionante y que parece interminable, pues cruza el Tajo en una zona en la que parece un mar. De que me gustan los puentes queda fe en este blog. Que me gusta el arte también, pues hoy era parada obligada el Museo Calouste Gulbenkian. Yo no había oído hablar jamás ni de este museo ni de este mecenas de origen armenio, nacido en Estambul en 1869, y que debió querer mucho a Lisboa como para legarle esa colección de arte de todas las épocas tan impresionante que luce en ese museo tan desconocido para el mundo: a un par de Rembrandts, Rodins y Turners, se le unen objetos de arte de todo tipo. Merece la pena visitar este museo que me ha parecido un secreto demasiado escondido, como Lisboa y sus alrededores lo son para la mayoría de los europeos.

viernes, 15 de julio de 2011

¡Pero cómo lo van a entender!

En la discusión de estos días sobre si Alemania aprieta contra las cuerdas a España y al resto de los países del sur de Europa, la crítica del gobierno español es que Alemania no entiende la situación de aquí. ¿Pero cómo lo van a entender? Ustedes piensen que ahora mismo, en pleno mes de julio, en Alemania llueve y tienen 17° C. Por supuesto que la gente viaja, disfruta y se divierte, pero las vacaciones y el verano son muy relativos, y es como lo de la montaña y Mahoma: hay que salir a buscar el verano, y el resto del tiempo ves llover desde tu plácido hogar, y tu terraza o jardín los ves más desde dentro que desde fuera. ¡Cómo no se van a mosquear por el solecito, y el cachondeíto que tenemos aquí en verano! A veces pienso que es envidia cochina, pues conozco a gente que en Alemania no da un palo al agua, que durante años se ampararon en bajas injustificadas para no estar casi nunca en el trabajo. A los alemanes les gusta sentirse exprimidos por el sistema, aunque en muchos casos no lo sea, y resulta casi un deshonor admitir que en el trabajo no tienen nada que hacer. Todo el mundo parece estar agobiado siempre, desbordado de trabajo. Y el placer, se reserva para las vacaciones, cuando ellos deciden ir al cachondeíto.

En España, sin embargo, es muy fácil, por mucha crisis o problemas que tengas, disfrutar del verano. Lo tienes delante a todas hora: la piscina, el tinto de verano, todo el mundo vociferando en la calle hasta las tantas, el sol que te llena de vitamina D, y las pieles al sol. Yo he visto en España a gente trabajando en obras en la carretera a pleno sol un viernes por la tarde. En Alemania hay kilómetros de obras en carreteras donde no ves nunca a nadie trabajando. Son expertos en poner señales y cortar por obras, y dejarlo todo así durante meses. Jamás habrá nadie trabajando a las 4 de la tarde en una obra, y menos un viernes. Así que como en todo, hay que cuidarse mucho con los clichés.

Y sin embargo están ahí. A los alemanes, que pagan la mitad de la deuda de Grecia, según recuerda el periódico una y otra vez, y que repite lo que quieren oír los que ven llover todo el verano y no pueden tomarse un tinto de verano a la luz de la luna, les dan igual los recortes en España, porque ellos los han realizado hace tiempo, no admiten haberse beneficiado de los créditos pagados por otros, porque siguen siendo el motor de Europa. Yo lo vi claro antes de ayer, cuando en el telediario hablaban de un estudio sobre las ligas de fútbol europeas: solamente la Bundesliga no está endeudada e incluso obtiene beneficios. Las otras gastan lo que no tienen, porque lo que prima es el espectáculo, las estrellas. La Bundesliga la ha ganado este año y de manera soberbia el Borussia Dortmund, un equipo que actualmente no cuenta con ninguna estrella millonaria, formado por jugadores jovenes que han demostrado ser un equipo de verdad. Y en España la gente se muere por lo que dice Mou, por Ronaldo, etc.

Para colmo, el alcalde de Madrid ha anunciado esta semana que presentará otra vez la candidatura de la capital a los juegos olímpicos. Me parece vergonzoso que tras haber perdido dos veces, vuelvan a intentarlo, y más como está el patio, como se dice hoy día. Ésas son las imágenes que se ven en Europa, que una España endeuda siga pagando millones por futbolistas o presentando una tercera vez una candidatura olímpica. Lo de la sangría y el tinto de verano es lo de menos.

martes, 12 de julio de 2011

Chorizolandia

El título de esta entrada es una denuncia a muchas situaciones normales en este país, y por eso no me sale otro. Ayer, en mi primera visita a la piscina de pueblo, viví una de las muchas experiencias que ocurren en España a diario, uno de esos momentos en los que aunque hubiese perdido toda noción de geografía del momento vivido, sabría donde estoy. Es como en Alemania otras situaciones, como que en un parque a las seis de la tarde de repente desaparezcan todos los críos a la vez con sus madres, y no necesites ni mirar el reloj para saber qué hora es y dónde te encuentras, o a la hora de pagar, cada uno pague religiosamente lo suyo, creando a veces situaciones bochornosas.

Antes de irme de la piscina, me dirigí al vestuario a ducharme. Al entrar en la ducha, descubrí que tenía las gafas de sol sobre la cabeza, como las llevo a menudo, y las coloqué en el manillar de la puerta de la ducha. Me vestí, salí, y no fue hasta media hora más tarde, en el recinto de la piscina, cuando me di cuenta de que no las tenía, y volví con muy mala sensación a los vestuarios. Efectivamente, y como por desgracia era de esperar, habían desaparecido, y sinceramente, mi cabreo fue supino. La misma situación en Alemania terminaría de otra manera: por mis muchas experiencias parecidas vividas en Alemania, en un 99% de los casos puedo decir que la gente devuelve cosas así, que no se las lleva. Para mí además unas gafas de sol son algo personal, algo que lleva otra persona puesta, y mis escrúpulos no me permiten coger cosas usadas por otras personas. Que no se devuelva dinero, vale, que no lleva señal, pero unas gafas usadas tienen vida propia. Eso me creo yo, claro, pues además las tenía cariño. Fueron un regalo hace dos años cuando cumplí los 40, y eran buenas. Pregunté en el chiringuito de la piscina, y nada, y hoy, cuando he vuelto, antes de que preguntase, el hombre me dijo: "no hemos encontrado ni nos han devuelto nada". Hoy se me había pasado ya el berriche, pero he recordado las veces que me he dejado el coche abierto a la puerta de mi casa en Alemania, que me he olvidado paraguas u otras cosas en sitios y han aparecido. Me da rabia lo amiga de lo ajeno que es la gente en España, y lo fácil que es agenciarse las cosas de los demás.

Justo el otro día mi hija pequeña me preguntaba que qué significa "choricear", pues lo captó al vuelo en una conversación. Me dijo que conocía otros significados de la palabra chorizo, el de comer, y el otro, el escatológico (no utilizó esa palabra, pero no me quiero poner desagradable), pero que qué chorizos eran esos, las personas, me preguntó. Lo malo es que esos chorizos no son, en teoría, delincuentes, si no personas normales que pasan una tarde en la piscina, a lo mejor con sus hijos, y a los que enseñan luego las gafas: "¿Has visto las gafas tan chulas que me he encontrado?". Unas gafas no son nada, por supuesto, pero todos sabemos que estos choriceos se hacen a lo grande también, y hoy recordaba una cosa que me mandaron hace meses por e-mail con el título "chorizo al ayuntamiento". Empiezas llevándote cosas de otros, y si acabas en un puesto de influencia, te agencias lo que sea. Hoy vi a Camps en la tele tan chulito como siempre, y me puse mala. Hay cosas tan arraigadas que son imposibles de cambiar en el grado de tolerancia en un país, pero lo que sí sé es que en España me cambia el chip, y dejo de ir con el bolso abierto, y tan despreocupada como vivo en Alemania, donde dejo cosas en sitios en los que me las podrían robar y no ocurre. Allí tengo otras preocupaciones pero no los chorizos.

lunes, 11 de julio de 2011

Rastreando

En verano en España muchos rastrean sus orígenes. Es el momento en el que la gente vuelve a sus pueblos, y si no al suyo, porque viva en él en forma de grandes ciudades, al de sus padres y abuelos. Yo he estado ahora unos cuantos días en el mío, Madrid, que es grandecito y muy a mi medida, y ahora mismo, mientras escribo estas lineas, estoy en carretera. Hoy día nos podemos llevar la internet puesta y así, yo aprovecho este viaje para captar unas primeras impresiones de mis vacaciones. Como esta vez son largas, da gusto pensar hoy que todavía quedan cuatro semanas de sol seguro, y ahora pasamos a la parte más lúdica de las vacaciones, en la que el bikini y la toalla de playa tendrán un papel importante.

Madrid en verano me encanta. Muchos dirán que es insoportable, pero no yo, pues el calor, que no es menos en otras zonas, por mucho que digan, se puede campear bien saliendo tarde de casa, y disfrutando de las muchísimas terrazas de verano instaladas por todas partes. Las diferencias con Alemania son obvias: el sábado estuve con una buena colección de primos y primas en una hasta la una y pico de la mañana, y fuimos provistos hasta de bebé, que no era el único de su edad que estaba tan pancho a esas horas. En Alemania es impensable ver niños por la calle a esa hora, o incluso antes. Los niños en España en verano se convierten en adultos en cuanto a sus horarios, acostándose y levantándose muy tarde, por muy bebés que sean.

Nos vamos adentrando en tierras donde la internet, por mucho que digan que funciona en todas partes, sigue sin funcionar del todo, y me empieza a fallar el aparato. Me dirijo a Extremadura, que es la tierra de mi madre y abuelos maternos, y allí nos juntaremos con los que que vienen a lo mismo. Aquí se viene a lo que se viene, a olvidarse un poco del mundo y al pasarse el día en la piscina y la noche en la calle. Queda la Sierra de Gredos a lo lejos a un lado, donde veranearán los que tienen padres o abuelos de lugares más montañosos y fresquitos. A nosotros nos tocó tierra seca, de olivos y encinas. Me encantan los paisajes secos, pues verde frondoso veo todo el año, y cuando estoy en España en verano, me acostumbro de inmediato a que haga sol todos los días y que no haya que preocuparse por el tiempo que va a hacer en los próximos días.

Me he encontrado una España sumida en una gran crisis, con cambios políticos tras las últimas elecciones, revuelta todavía por los indignados del 15-M, pero que sigue entrando y saliendo, yendo a cenar y yendo de copas, de veraneo y de compras. Tan solo un apunte: el viernes cené en un restaurante mexicano de Madrid en el que hay que reservar con dos meses de antelación. De todo hay.

Empieza a apretar el calor. Al que me diga que en Extremadura hace menos calor que en Madrid le diré que no. Acabamos de llegar, como Ruby, la perra de mi primo, que tras dos semanas perdida en Extremadura, volvió ayer a Plasencia, a casa de la que la crió. Volvió a sus orígenes, como todos hacemos, olisqueando el camino y buscando sus recuerdos. Hace un año que España ganó el Mundial de Fúbol, nos recuerda el telediario (que sí, que ya lo sabemos), y un año después este pueblo tiene internet. Aleluya. Menuda sorpresa. Iba a despedirme antes de llegar por unos días. Pero he llegado, y la señal que iba perdiendo por el camino, se me ha quedado fija. Va lenta, pero va. Esta vez no he perdido el rastro.

miércoles, 6 de julio de 2011

La paz interior

Hacer maletas para tres es un ejercicio de espiritualidad. Si además, te vas para un mes, necesitas muchas cosas, primero porque aunque mi madre me diga, como siempre, que no lleve mucha ropa, que se lava a diario y se seca todo rápido, no me voy a pasar todo el mes con cinco atuendos y repitiendo uno tras de otro, y más siendo la única oportunidad de usar un vestuario de verano auténtico. Y viendo la que se monta al final, trato de ser siempre práctica y decirme que en el fondo, de todo lo que llevo, imprescindibles imprescindibles son los pasaportes, el dinero, algún que otro medicamento, y la visa. El resto puede olvidarse sin que suponga una tragedia. Digo esto porque siempre se me olvida algo: un año viajé sin bragas (no yo, sino sin meter en la maleta unas cuantas), pero fue entonces el momento de reponerlas... Otro año no llevé ni un par de calcetines, salvo los puestos, para una de mis hijas, y otro año la otra se quedó sin pijama, y sin olvidar los cepillos de dientes olvidados u otras cosas. Y aunque en un día como hoy no se me note, cada vez me he vuelto más práctica y ya no me pillo berrinches por cosas así. Para eso tengo los reconcomes normales.

"¿Mamá, que es la paz interior?" me preguntó mi hija pequeña ayer de repente, con su naturalidad habitual para temas trascendentales. Le expliqué lo que es, y le pregunté a continuación que de dónde lo había sacado, y me dijo que de "Kung Fu Panda 2", prueba que de todo se aprende algo. Muy buena pregunta, qué es la paz interior, me llevo preguntado hoy todo el día, tras tres días sin parar un segundo. Es algo que todos quisiéramos tener y no siempre logramos. Son momentos efímeros u otros prolongados, es un estado constante o una paz tintineante. Puedes estar tan campante, y surge algo que termina con tu paz interior, o que tu pensases que no la tenías, pero con el giro que da tu vida, te das cuenta de que algo de eso tenías, pero que te obcecabas en esos berrinches de los que hablaba como problemas mayores.

Con una tranquilidad pasmosa nos hemos tomado que unas abejas se hayan asentado en una de nuestras ventanas. Tras días oyendo un zumbido y sonido raro en la caja de la persiana, descubrimos que las autoras eran unas abejas que se han instalado en ella, metiéndose por unas ranuritas entre los ladrillos que dan a ella. El problema es que son abejas, pues a las avispas te las puedes cargar sin ningún remordimiento, pero las abejas son una especie protegida, he aprendido estos días. Ha habido que mandar una foto de las abejas para que una empresa mata-todo (menos a abejas protegidas), al ver el tipo de abeja, se haya declarado dispuesta a venir a liberarnos de la plaga y del peligro de que la fachada de la casa se convierta en un panal y tengamos que dedicarnos a la apicultura. Éstas no están protegidas, menos mal, y vendrán por el "módico" precio de 80 € más IVA. Mi comentario ha sido que qué casualidad que las abejitas hayan elegido mi ventana, pero desde que decidí no hacerme malos nervios por cosas que puedo cambiar y que en realidad tienen solución, pues que se "ocupe" de ellas un experto y no yo, y a otra cosa. Ni los 80 € ni las abejas me van a jorobar la paz interior que voy recuperando poco a poco tras una malísima temporada. Si pienso en cómo me encontraba hace un año haciendo las mismas maletas, hay años luz de paz interior. Pero todavía queda un trecho. Tendré que ver yo esa película y ver si me dan más pistas. Feliz verano a todos. Si el sol no viene habrá que ir a buscarlo.

lunes, 4 de julio de 2011

Siempre hay al menos una buena noticia

Escándalos y más escándalos. Yo empiezo a estar muy harta de abrir cualquier periódico y otras páginas en internet, y encontrarme con hijos "secretos" de todo el mundo, desde Schwarzenegger a Alberto de Mónaco, y hoy al marido de Salma Hayek, que parece ser el padre del hijo de Linda Evangelista y que nació a la vez que el suyo con la actriz mexicana. Los hijos que les salen de debajo de las piedras en general a los que los pueden mantener muy bien (por qué habríamos de preocuparnos entonces) no deberían ser noticia, pues los hijos secretos de los seres humanos normales no lo son y esos sí que pasan necesidades a veces. Si a todos los hijos que nos llenan la prensa les sumamos las acusaciones de violación, el panorama mediático es penoso, y deberíamos ignorar todos esos titulares e irnos directamente a leer todo lo "aburrido" que ofrece un periódico. ¿Qué tal unas noticias de economía, dada la coyuntura mundial? Es que no es lo mismo. Ayer vi un reportaje en la tele en el que hablaban de lo que la bancarrota griega significa para la cultura de ese país, con una sala de conciertos en la que siempre han actuado los grandes y en la que no hay conciertos pues no pueden pagar ya no a concertistas famosos sino a los músicos de la orquesta sinfónica. Muy triste todo.

Antes de continuar, quiero dejar claro lo que se supone, pero por si acaso: por supuesto que todo violador, todo acosador, todo el que se aproveche de su situación de poder o utilice la violencia para obligar a una mujer a cualquier práctica sexual con él, ha de pagar su delito. De la misma manera, cada mujer que calla un delito de ese tipo es víctima en doble partida.

Aquí en Alemania apenas hemos salido de un juicio que ha sido penoso, en primer lugar para la justicia. Durante el veredicto el juez lo dejó claro: en un juicio en el que al final no se sabe quién tiene razón si el acusado o la acusación, en el que ambas partes han mentido, y en el que la verdad jamás saldrá a la luz, la justicia pierde. Se trataba de un presentador del parte metereológico de televisión, al que su antigua amante le acusó de haberla violado amenazándola con un cuchillo. Yo no seguí el juicio, pero en varios momentos se demostró que ambos mentían, y en un caso así, tampoco lo que presentaban los medios de comunicación ayudaba a formarse una opinión objetiva. Si era inocente y todo un montaje, era deplorable seguir manteniéndole encerrado y todo ese circo, en el que siguieron apareciendo más antiguas amantes diciendo lo mal que las trataba. Pero si era verdad, el juicio debió ser tortuoso para la víctima, que se vio escrutada y analizada hasta el final. Y los jueces, se valieron del "bajo la duda", se dicta a favor del reo. Y Jörg Kachelmann fue absuelto. La historia no terminó ahí: a los pocos días él concedió una entrevista al periódico semanal Die Zeit, en la que dijo que ella se lo había inventado todo, y que eso es un crimen, y rompió el silencio, y al poco tiempo lo hizo ella, incluso su anonimato, pues no había imágenes de ella, y apareció en una revista diciendo que desaconseja a toda mujer denunciar al que la haya violado si éste tiene dinero y puede comprar su libertad.

Y apenas fue liberado el otro día Strauss-Kahn, hoy una periodista, y según puntualiza algún titular como detalle picante, amiga de la hija de él, va a presentar una querella mañana por un hecho ocurrido en 2002. Su madre le desaconsejó en aquel momento hacerlo, pero viendo que ahora no se ha hecho justicia en Nueva York, hay que aclararlo ahora.

Por eso, ante la que se nos viene encima, y a saber todo lo que saldrá, al abrir antes el periódico local de Hamburgo he visto un titular que me ha llamado mucho la atención: hoy los servicios de salvamento han rescatado en Hamburgo a una ardillita que se quedó enganchada en la tapa de una alcantarilla y no podía salir. La foto es dramática: la ardilla atravesando la alcantarilla sin poder salir. Por suerte la han salvado, con lo difícil que es hoy día.

domingo, 3 de julio de 2011

El diluvio

Imagínense que es el primer fin de semana de julio, y han alquilado una casa de vacaciones en la costa y diluvia. Imagínense que quieren hacer una fiesta grande en su jardín con 50 personas o más, y están dentro de una carpa y el agua cayendo a chorros. Eso es lo que tenemos este fin de semana en Hamburgo, en el que además la ciudad está llena de turistas, según anunciaba el periódico estos días. Todos los hoteles tenían el cartelito de "completo" por el Schlagermove, ese desfile a ritmo de música electrónica que recorre el centro de la ciudad, el más grande de su género en Alemania, y al que acudieron ayer 250.000 personas. Las imágenes coloridas se deben a los trajes estrambóticos de la gente, a la que los paraguas le dieron más color aún este año para contrarrestar el cielo gris que descargaba constantemente. Además anoche tuvimos el combate del boxeo del año, para los que les interese, que son muchos, y al parecer hubo hasta palos porque muchos que habían pagado un dineral por una entrada VIP se tuvieron que quedar fuera y ver el combate en una pantalla provistos de un chubasquero. El campeón de Hamburgo, Wladimir Klitscho, repartió los puñetazos debidos y es ahora campeón del mundo. Además está al llegar uno de los barcos de cruceros más grandes que existen, el Queen Mary 2. Por todo esto y más, hay más gente de lo normal estos días en Hamburgo, y todos con ganas de fiesta y diversión. La pena no es que llueva un poquito, sino que cae agua a mares.

Yo estuve anoche en una de esas fiestas que se montan aquí en verano, que para eso tenemos muchos jardines y espacio, pero no dejó de llover ni un instante. La fiesta me pareció surrealista. En la carpa se acumulaba el agua, y hubo que poner cubos para recoger los chorros que caían, y vaciarlos de cuando en cuando. De algún lado de la carpa, y aunque estábamos a cubierto, caía agua, y más de un banco estaba chorreando. Ni aún así aquí la gente cancela nada, ni se amarga la fiesta por una lluvia "de nada", que para eso es "verano", y no vamos a dejar nada de lo que tengamos que hacer. La gente se consuela con una estoicidad digna de un hamburgués, que admite que sí, que es una guarrada hacer una fiesta en esas condiciones, pero que bueno, que para eso hemos tenido un invierno suave (eso no es verdad) y una primavera estupenda (eso sí, con seis semanas seguidas de sol, pero no por ello hemos de sacrificar el verano, que estamos a comienzos de julio!!). Luego se habla de los planes de vacaciones, y es el momento en el que a mí casi me da la risa al pensar en los que viajan por aquí arriba y que piensan que podrían tener un verano real. También me acuerdo de mi amiga española, que ya huyó según empezaron las vacaciones escolares el jueves, y a la que le fastidia enormemente si en las semanas que está fuera de Hamburgo hace un tiempo maravilloso. Estoy por mandarle un correo y tranquilizarla, y decirle que se quede tranquila, que todo marcha viento en popa: diluvia, y de seguir haciéndolo en las próximas 6 semanas, a lo mejor, en agosto, cuando volvamos y empiece el colegio el día 11, podremos disfrutar de alguna semana soleada, antes de que continuemos con el diluvio otoñal. Y yo he empezado a preparar las maletas, y estoy sacando del armario vestidos de verano, bikinis y chanclas, con unas ganas...

viernes, 1 de julio de 2011

Falacias "anti"

Qué fácil resulta en Europa declararse antiamericanos, criticarlos en todo, y luego copiarlos. Lo de montar en Madrid un paseo de la fama me parece algo innecesario y supérfluo, por mucho que el dinero venga de Loterías del Estado. Por supuesto que los homenajeados se merecen una estrella y más, pero no entiendo que haya que copiar esta forma de homenajearlos. Me molesta además que sea en la zona mejor de Madrid para ir al cine, con una proliferación de salas tan grande como las que juntan el cine Alphaville, los Renoir, y los Princesa, todo en la zona de Plaza de España. Como suelo ir por ahí, las veré y pisaré aunque no quiera.

Desde años me llevo sorprendiendo de lo bien que se ha copiado en España la estética america de sitios artificiales como Heron City a las afueras de Madrid, o los outlets, o que se introdujese el Starbucks muchísimo antes que, por ejemplo, en Alemania. Aquí dijeron de abrir un Hard Rock Cafe, y no prosperó el proyecto. Y hay menos franquicias americanas que en España.

Pero las hay. Hoy mismo yo he caído en la trampa. Sin saber a dónde me dirigía, mi hija me pidió, dado el estado de gracia de vacaciones en el que nos encontramos, ir a una tienda que hay muy lejos de mi casa, a la otra punta de Hamburgo, y eso significa una hora ida y otra vuelta, a una tienda de la que solo existe ésa, no solo en Hamburgo sino en toda Alemania. Chavales de su insti llevan ropa de esa marca, y le gusta, me lleva diciendo meses. Me dejé convencer, y fuimos. Nada más ver la tienda pensé "¿pero esto qué es?". Entras en un sitio que parece Hawaii, con esa estética, tipo cabaña pija, y te saluda una chavalita joven en chanclas y pantalón corto "Hi..." y una frase en inglés que no entendí pero que debió ser "Bienvenido a ...". La tienda, oscurísima, me hizo sentir ganas de tener las gafas que todavía no necesito, pero que no faltarán en breve, según he visto hoy, si además vas como madre de jovencita por sitios así; la música estaba a todo meter, y chavalitas y chavalitos con dinero en el bolsillo o con madre acompañante con él en el bolso, buscaban la moda para el veranito: todo muy californiano, esa estética de college girl, de surf de fin de semana. Mucha oscuridad, mucho estruendo, pocos probadores (cola), pocas cajas (más cola). Salí espantada tras una hora de oscuridad y ruido, diciéndole a mi hija que no vuelvo, pero gastamos, claro, que para eso habíamos ido hasta allí.

Mi amiga, que vive cerca, me contó que cuando abrieron había colas para entrar. En alguna parte leí que viene gente de toda Alemania a comprar a la tienda. Debe de haber gente que diga "por fin" cuando se entera de que ciertas marcas o franquicias vienen, pero a mí me sigue dando mucho placer ver las cosas genuinas en su país de origen, algunas son trasladables, como el McDonalds, universal ya, pero otras me causan espanto, como este espectáculo californiano en pleno centro comercial cuyo nombre, Elbe, como el río de Hamburgo, resulta tan fuera de lugar como ese paseo de la fama en Madrid, que me parece rancio y hortera en Madrid. Probablemente se llene esa zona de cines tan maravillosos con gente que irá a ver las estrellas, y no a ver películas. No, si tenemos lo que nos merecemos y todos caemos.