miércoles, 31 de octubre de 2012

No seamos pretenciosos

Cerca de mi casa está el cementerio parque más grande del mundo. De él escribí en otro blog hace ya tiempo. Voy a él cuando cambian las estaciones, pues me gusta observar los cambios de la naturaleza, completamente visibles en este lugar de paz. Por contra de lo que pareciese, no es un lugar tétrico, si no todo lo contrario. Ya quisieran muchas ciudades contar con un parque así, tan espectacular en su naturaleza. El cementerio de Ohlsdorf es un lugar ideal para pasear, y mirar pasar la vida. Precisamente porque hay más muertos que vivos en él, que ya han pasado su vida y han terminado con sus huesos aquí, se puede reflexionar. Ayer pasé por él, pues a veces lo atravieso en coche de camino a casa, y paré, para hacer fotos y ver los colores otoñales que tanto me gustan. El otoño tiene su función. Para que la naturaleza descanse en invierno, antes de renovarse de nuevo en primavera, el otoño nos da un toque con esos colores tan espectaculares de los que se tiñen aquí los árboles entre los que vivimos a diario y que ya ni vemos. En verano nos acostumbramos a su presencia muda, pero en otoño nos vuelven a hablar una vez más, como cuando lo hicieron en primavera, que es cuando se desbordan cada año, pero ahora nos recuerdan que todo ciclo tiene su fin, y que hasta la hojarasca ayuda a los animales a protegerse del frío y a la tierra a renovarse. No creo que sea el caso de los ataúdes, y me empeño en pensar que no hace falta terminar con tus huesos de la tierra y volver a ocupar un espacio que en realidad le pertenece al mundo. Después de lo que hemos maltratado el mundo en vida, no hace falta utilizar el terreno estando muertos. Por eso agradezco que en el cementerio de Ohlsdorf, los muertos sean una mera anécdota.
Por cierto, en él también hay puentes.





lunes, 29 de octubre de 2012

Por unos caracolillos

Mirar aquí los titulares de prensa significa a menudo reírse. Miro los del día y me encuentro con la noticia cabecera del periódico local Hamburger Abendblatt de ahora mismo "Caracoles mini contra proyecto de construcción: primeros animales reubicados". La noticia explica que 60 ejemplares de esta especie están siendo trasladados a su nuevo hogar cerca de la zona donde estaban hasta ahora. Los biólogos y peritos observarán como se desarrollan los animales, y si su nuevo hábitat les es propicio. En la construcción de un parque tecnológico descubrieron en el verano de 2011 a estos caracolillos que miden 5 milímetros, y los expertos confirmaron que era la mayor población alemana de estas criaturitas. Se calcula que hay hasta 2500 en la zona. Si trasladan a todos, dependerá de esos 60 caracolillos de Indias, si se adaptan bien o no. Pero los resultados estarán listos en 2016, y mientras tanto esperará la obra del parque logístico. De momento se van preparando los terrenos de la obra donde no viven los caracoles, pero si tuviesen que seguir viviendo donde han estado hasta ahora, entonces habría que planificar otra entrada al complejo. De esta manera el proyecto planificado en 100 millones de euros y que debía estar listo en 2013 se retrasa 3 años y hay que sumarle los 120.000 que ha costado la inspección y dictamen sobre la zona y los 140.000 euros que cuesta el traslado de los 60 animalitos y su observación futura.

Noticias así me hacen mirar la fecha del día. ¿No estaremos en el día de los Santos Inocentes?, pienso siempre. Ahora me imagino cuántas obras se habrán parado en España por encontrar especies raras o protegidas. Eurovegas no lo paran ni aunque encuentren un mamut o una especie "alcorconensis" única, ni aunque haya que derribar parajes naturales, ni nada. Aquí es el otro extremo y por eso a mí me espantan tanto los extremos, de un lado y de otro. El sentido común parece faltar en cosas básicas. En fin, estoy en ascuas de si los caracoles serán felices en su nuevo paraje. No es fácil, de eso estoy segura. Pobrecillos.

Y hoy a las diez y media de la mañana me ha llamado mi hija para decirme que por no funcionar la calefacción en el instituto, que los mandaban a todos a casa. Tal cual; nada de 60 ejemplares, y el resto a aguantarse. Y aquí se ha presentado a los tres cuartos de hora. El resto del día en casa. Y digo yo si no podrían haberse puesto los abrigos y haber dado alguna hora de clase más. Pero aquí no se sacrifica nadie, y menos en los colegios, y enseguida se toman decisiones así. Para qué complicarse. Total, la madre no tiene otra cosa que hacer probablemente.

Si ya he mencionado aquí alguna vez que en mi próxima vida quiero ser un niño alemán, añado ahora que también me vale ser cualquier bichito o bacteria alemana. Me sentiré más protegida como especie que la que soy ahora.

domingo, 28 de octubre de 2012

No necesitamos Halloween

Se acerca Halloween, ese día cuya celebración me parece absurda aquí en Europa. Hoy me tocó consagrar la hora de más del día de hoy por el cambio de hora, a preparar los atuendos de mis hijas para las sendas invitaciones que tienen, y menos mal que dispuse de esa hora "de más", pues mi mala leche aumentaba por minuto consagrado a elucubrar. No me gusta quitarles la ilusión a mis hijas, pero hay cosas que me sublevan y ellas saben que no es mi fiesta. Un año más me escaqueo, ya que nunca he hecho, ni hago, ni haré jamás una fiestecilla así. Pero como gente receptiva no falta, siempre tienen dónde ir. Hace poco en Madrid me sorprendió la exportación de la fiesta de la cerveza de Múnich, el Oktoberfest, y me sorprendieron anuncios por todas partes animando ir a una u otra imitación. En nada celebraremos la llegada del nuevo año chino, o si no al tiempo, pues quién nos iba a decir a los de mi generación y otras posteriores que hoy día se iba a celebrar Halloween.

Por suerte el día con la hora regalada ha cundido algo más de la cuenta, diría. Es un día extraño este de 25 horas, y abogo porque todos los fines de semanas tengan 25 horas, sábado y domingo, para que se nos quite un poco la tensión causada por tareas superfluas. Por eso he leido el periódico del día en el día, algo que no logro muchos fines de semana, pues falta la hora mencionada, y me he topado con una noticia de terror, pues para eso no hace falta celebrar Halloween ni nada. En Hamburgo hay un sitio que no conozco, el Dungeon, a la manera del de Londres, que tampoco he visitado, pues no me gustan esos sitios, que muestra la historia de terror de la ciudad: la peste, el fuego y las horas negras de la ciudad, en un viaje de miedo, al que desde su apertura en el año 2000 han acudido más de tres millones de visitantes. El viernes los trabajadores hicieron huelga y no se abrió el espectáculo, y se echaron a la calle con pancartas que decían que lo más de terror del Dungeon es el salario. Vestidos como trabajan, machados de sangre, disfrazados de muerte, de torturadores, de víctimas de la peste, o más personajillos así, fueron unas 30 personas las que protestaron con pitos pidiendo salarios dignos. Con precios para ver el espectáculo de 23 € los adultos y 19 € los niños a partir de 10 años, me parece que salarios de 7,50 € la hora para los trabajadores de las oficinas, y 8,75 € para los actores, son una clara explotación. Además de una subida salarial exigen normas claras para vacaciones, pensiones y contratos. Para poder vivir, tienen que trabajar en más sitios, alegan. El ejemplo es claro para demostrar que la tendencia en Alemania va por el camino de otros países europeos: contratos basura, salarios irrisorios, y ninguna seguridad. Vaticino salarios cada vez más bajos en las próximas décadas en el motor de Europa. La época de las vacas gordas pasó ya hace mucho en Alemania. Aquí hay mucha gente explotada, trabajando por salarios de "terror", y que tienen que pagar alquileres altísimos, y de aquí a unas décadas la diferencia será abismal entre los que tienen y los que no, y si no al tiempo.

Y es que el futuro que se nos viene encima es de terror. A mí el otro día me dieron ganas de sacar el pañuelo y ponerme a llorar en la oficina de la seguridad social para la jubilación. Tuve que acudir a llevar papeles por los años en los que estoy cotizando por estar al cuidado de mis hijas. Algo positivo es que en Alemania cotizas por 10 años por cada niño que tengas, algo inexistente en otros países. Es una manera de compensarnos, pienso yo, por la inexistencia de colegios por la tarde, comedores, rutas, y la falta de infraestructura estatal desde los 0 hasta los 6 años. Fue otro de esos momentos en los que volví a ver que todo es una trampa, y que nos tienen cogidas por los ovarios, al igual que con los minijobs que tenemos muchas. En cuanto te pasas un poquito te toca pagar por todo, y entonces ya no te compensa ganar más de los 400 € al mes. La funcionaria de turno me recomendó a mí, que empiezo a rozar el límite, que deje algún curso, ya que voy a perder dinero. Me pareció surrealista. Por otra parte, la misma funcionaria me dijo que vaya pensando para a partir del año que viene, cuando mi hija cumpla 10 años, buscar una plena ocupación pues ya pierdo mis "privilegios". Salí medio asfixiada de allí. Con 10 años un crío no es independiente para estar en casa solo a partir de la una. ¿Y de qué privilegios me hablan? El desenganche laborar que produce en este país la educación de los hijos es de escándalo, y Alemania está a la cola europea en temas de igualdad laboral entre hombres y mujeres. La edición actual de la revista feminina Brigitte (23/2012) publica un artículo con la pregunta "¿Qué tipo de feministas somos en realidad?" de una periodista e historiadora, Miriam Gebhardt, que critica que mientras en otros países las mujeres luchan juntas, en Alemania nos descuartizamos unas a otras. Lo comparto. Culpa de la situación tan lamentable a las propias mujeres, que capitulan ante todo. Yo lo observo en mis clases. Hace poco salió el tema sobre los colegios, y comenté que mientras que aquí se sigue discutiendo sobre si es aceptable para un crío estar en el colegio a partir de la una, en otros países, como el mío, ya íbamos TODOS al colegio hasta las cinco siendo nuestras madres incluso amas de casa. Las primeras que se sintieron agredidas por mi comentario fueron las mujeres, que justificaron, como siempre, que ellas no han tenido hijos para entregárselos a los colegios tantas horas. Así que que me dejen de Halloween, que yo veo zombis y figuras de terror por todas partes.

viernes, 26 de octubre de 2012

Todos a currar

15.000 toneladas de hojas hay que retirar de las calles de Hamburgo estos días de otoño. Y para eso no hay suficiente con los 400 trabajadores del servicio de limpieza de la ciudad. Y el resto, ¿quién lo quita entonces? Los propios ciudadanos. Cada uno ha de quitar las hojas caídas de la puerta de su casa. Como hay muchas viviendas a pie de calle, a todos nos toca bastante. A mí casa le toca esto y mucho más.


Y lo malo es que las quites o no, al rato estará igual, pues siguen cayendo hojas o el viento te trae más. Yo espero que el viento haga lo mismo con las mías: que se las lleve a las casas vecinas, pues aquí no limpias lo de los árboles que te afectan, sino lo que está en la acera delante de tu casa, sin importar su procedencia. Eso quiere decir que si alguien barre las suyas hacia mí, me toca a mí recogerlas. Me empiezan a dar ideas ...

jueves, 25 de octubre de 2012

Puntos de unión

Creo que las nacionalidades están sobrevaloradas, las madre patrias, los himnos y cosas así. La madre que nos pare, la tierra en la que nacemos, crecemos y vivimos, pueden tener nacionalidades diferentes. Yo conozco casos de gente con varias nacionalidades, por padre, madre y país de nacimiento e incluso de posterior residencia. Por eso matar o morir por tu país es lo más absurdo que te puede pasar. Mejor morir por otras causas ya puestos a que te toquen lo tuyo, pero la nacionalidad que tienes es una de esas casualidades de la vida, un tropiezo en una piedra y no en otra.

Todas estas cosas iba pensando yo hoy cuando he entregado todos los formularios y papeles para hacerme alemana. Hoy era el día de presentar todo y firmar unos cuantos papeles más garantizando que no estoy involucrada en organizaciones que puedan hacer daño a este país. Cumplo todos los requisitos y todo está en regla, por lo que ahora tramitarán mi caso y en unos cuantos meses seré alemana además de seguir siendo española, que era mi única condición para aceptar la puesta en bandeja de la nacionalidad alemana.

He ido nerviosa pero he salido contenta. La calle donde está la oficina de naturalización no podía ser más fea, pero he mirado a mi alrededor pensando en la chavala de 20 años que era cuando caí por aquí. Los primeros años no fueron fáciles y los últimos cinco tampoco. Probablemente sin estos últimos no hubiera dado este paso. Es una forma de reconciliarme conmigo misma, con mi pasado y con mi futuro. En un momento de cambios gordos en mi vida, nada mejor que aferrarme con cada milímetro de las plantas de mis pies al suelo que piso. No es que un papel sea garantía de una identidad, pero la patria es también ese lugar que pones a parir a menudo. Me hago alemana con conocimiento de causa, con ganas de votar y así poder elegir a mis gobernantes en el país en el que pago impuestos; también porque soy consciente de la antipatía que producen los alemanes en parte del extranjero, pero, como dice este blog, siempre existen los puentes, suspensivos, cual línea de puntos, con agujeros, pero que unen igualmente. En unos meses yo seré uno de esos puntos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

A ver cómo se lo explico

Hoy ando metida entre sesos y vísceras. No me he vuelto carnicera, pero una palabra ha desatado toda mi meditación mañanera: criadillas. Inmediatamente pensé en aquella frase de "lo que se come se cría", de los que justifican que les guste. Todo ha surgido por una actividad culinaria que voy a realizar hoy en mi clase, y que por suerte no tiene nada que ver con la casquería, pero que al incluir esa palabra me ha hecho evocar las casquerías de mi infancia. No he visto jamás una en Alemania, aunque se comen algunos de esos "desechos" que para algunos son delicatessen. Muy conocida era la afición de Helmut Kohl a los Saumagen, la tripa del cerdo, que como prueba de cariño a mandatarios de otros países, les invitaba a su casa y se lo servía. A más de uno seguro que se les revolvieron las propias tripas.

Criadillas. Quién sería el primero que se le ocurrió comer tal delicadeza. En Alemania ya no se comen, acabo de leer, tan solo secas se las dan a los perros. Así que ya me imagino las caras de mis alumnos cuando les explique luego lo que esa inocente palabra significa. Ya una vez cuando les expliqué que los callos son una especialidad madrileña, me miraron con estupor. Por suerte, como no como nada de eso, me solidarizo con ellos y les expreso mi comprensión. Pero hoy recuerdo varias situaciones en mi vida en los que sin haber pasado por casa de Helmut Kohl, lo pasé mal. Una fue una vez cuando vivía en Bruselas, cuando por error pedí en un restaurante riñones de ternera, y cuando vi el plato maldije el no saber francés y que lo que yo traduje como el "nosequé" de ternera, fueran unos riñoncitos que deje el plato sin probrarlos. A partir de entonces me puse más en serio aún con el francés. En Bruselas también fui a un restaurante especializado en platos de casquería, sin saberlo yo. Y por suerte encontré un plato en la carta que era carne "normal" y pude salir del paso. Pero el restaurante era un templo gourmet a platos con visceras, sesos, etc. Y monísimo el lugar. Como una antigua carnicería.

Sin embargo el hígado está muy extendido en Alemania en untes de paté o en el Leberkäse bávaro que tanto me gusta, así que no es que no lo coman. De todas formas, tras todas las imágenes que he visto hoy, las que he recordado, y las que mi fantasía ha pintado en mi mente, hoy comeré una pasta con salsa de espinacas y queso gorgonzola. No es que me vaya a volver vegetariana, pero hoy, como que me apetece. Pero en clase me voy a reír un montón. De eso estoy segura.

lunes, 22 de octubre de 2012

Por fin dicen que no es fácil

Lo logré. No sé si debería estar orgullosa pero he conseguido que mucha gente opine que el español es una lengua muy difícil de aprender. Como además la valoración es cierta, no es nada de lo que asustarse, ni por lo que implica ni por que yo conciencie a la gente. Más bien el error era creer lo contrario, como es habitual en Alemania. El español es una lengua fácil, piensa la gente aquí, y no sé por qué, y menos aún porque lo suele decir gente que no la habla o lo hace apenas. No es fácil aprenderla, lo corroboro por lo que me toca como profesora. A los ejemplos me remito. Prueben con la conjugación. Jamás, hasta que di clases, me di cuenta del sistema tan complejo de tiempos verbales que tenemos, con todas sus formas irregulares, todos los hablantes en la cabeza: sigo, sigues, sigue, seguimos seguís, siguen; oigo, oyes, oye, oímos, oís, oyen; huelo, hueles, huele, olemos, oléis, huelen; me despierto, te despiertas, se despierta, nos despertamos, os despertáis, se despiertan. Y luego todos los tiempos del pasado, del subjuntivo, ser y estar, por y para, las perífrasis verbales tipo "acabo de escribir", "empiezo a cantar" "suelo comer paella",
"llevo 5 años aprendiendo ruso".

Total que hoy me ha llamado una alumna para disculparse por no poder continuar por motivos de trabajo, que lo sentía mucho, pero que como yo dije el primer día, ni el idioma es fácil ni le puede dedicar al aprendizaje el tiempo que le gustaría. No sé si es una buena o una mala noticia. Yo sufro con todos los que se quedan en el camino, y pongo toda mi carne en el asador para que entiendan lo inexplicable, como que digamos: "Es seguro que viene" pero "Es posible que venga". En alemán sería también un "viene", en indicativo, en el segundo caso. Pero por otra parte considero también un mérito concienciar a la gente de que es posible y más que eso aprender y muy bien una o varias lenguas, pero también de que ni es un regalo, salvo las que aprendemos de nuestros padres sin darnos cuenta, y ni que por hablar una concreta somos superiores o poseemos la sabiduría universal y toda la difícultad posible y por tanto a nosotros nos va a costar menos aprenderlas que a los extranjeros la nuestra. Esa es una falsa creencia de muchos alemanes: el alemán es muy difícil (lo corroboro) y los extranjeros no la dominan nunca, piensan, pero nosotros aprendemos todas las que queramos sin problemas. Puedo asegurar que la gente suda en mis clases igual que yo sudé al aprender alemán, francés u holandés. Ni más ni menos. Como profesora lamento perder alumnos, pero como cuando me dicen, como la de hoy, que se lo ha pasado tan bien en clase, que ha aprendido tanto, y que volverá, tras una pausa, cuando le pueda dedicar el tiempo que desea, considero que un éxito parcial haber conseguido adeptos para una causa seria.

sábado, 20 de octubre de 2012

De ciudades (des)conocidas con sabores sorprendentes

Me gustan esas ciudades de las que la gente de fuera de un país no ha oído hablar nunca pero de las que todo el mundo dentro sabe que son bonitas y de las que tienen imágenes en la mente. Una de ellas en España sería Cuenca, una desconocida en Alemania, mientras que para cada español su nombre está asociado a las casas colgantes. Igualmente de Schwerin no ha oido hablar ningún español, pero aquí todos sabemos que es la capital del Estado Federal de Mecklenburg-Vorpommern y hemos visto al menos en foto su impresionante castillo. La ciudad se encuentra a orillas de un lago gigante con el mismo nombre de la ciudad, y hoy, aprovechando que ha hecho un día de octubre precioso, me he acercado, tras haber estado hace 20 años. Recuerdo que fue en plenas olimpiadas de Barcelona. La ciudad se hallaba patas arriba, como muchos lugares de la antigua Alemania Democrática tras la caída del muro en 1989 y la reunificación en 1990, el mismo año en llegué a Alemania.

Aún cubierto de andamios, el castillo de Schwerin me pareció impresionante entonces, y a día de hoy luce en su esplendor. Ahora los andamios están en el patio interior, pero el castillo es tan grande, que necesitarán casi lo mismo en restaurarlo que en construirlo. El Land de Mecklenburg-Vorpommern es el menos poblado de Alemania, el más pobre y el de mayor tasa de paro, por lo que es también el de mayor emigración a otros estados del país, sobre todo de gente joven. No toda Alemania es el motor económico que parece, y dentro del país hay regiones a las que habría que rescatar también. Pero esta zona recibe mucho turismo nacional, entre sus playas en la costa, que sin ser caribeñas presumen de más horas de sol que el resto de Alemania (yo no me lo creo), sus islas, su infinidad de lagos en su interior, con su apabullante vegetación y aves. Los precios me ha parecido baratos. No me acojo a estadísticas sino al precio de la bola de helado, a 80 céntimos y no a 1 €, como cuesta en Hamburgo ya. Esos 20 céntimos por bola deben equivaler a la diferencia de poder adquisitivo entre esta región y otras alemanas. Eso lo digo yo, sin querer meterme en datos oficiales, pero los ciudadanos de a pie sabemos perfectamente por los precios cómo es el nivel de vida. Por cierto, si pasan por Schwerin vayan a la heladería Valentino, con un verdadero italiano que canta mientra los sirve, y con helado de avellana que contiene avellanas enteras, y los otros sabores que hemos probado estaban todos de rechupete. Porque por 20 centimos menos la calidad no ha de ser ni mucho menos inferior. Eso me gusta en Alemania.


viernes, 19 de octubre de 2012

Puentes como encuentro

Hoy es un día para poner puentes. Estos de las fotos son los que delimitan el lago Alster pequeño. El que se ve al fondo a lo lejos separa el Alster grande del pequeño. El centro de Hamburgo es agua, y donde hay agua en esta ciudad, hay puentes, más que en Venecia, repite hasta la saciedad la gente aquí, como si a los venecianos les importase. El otro da paso al canal que va al ayuntamiento, y sigue hasta el puerto, conectando el río Elba con el Alster. Aquí pisamos o conducimos sobre puentes a todas horas. Hoy anduve sobre el de la primera foto, sintiendo ese sol otoñal tan bonito que ha lucido hoy. Reflexioné al pisar sobre el segundo en que no hay nada más pacífico que un puente en una ciudad, siempre tendiendo la mano, dando paso adelante, sin importar en qué dirección. El que lo cruza avanza, y desde el otro lado nos sorprende muchas veces la otra perspectiva diferente a la de "nuestro" lado. Hay que tomarse ese tiempo de mirar, como yo he hecho hoy, hacia el lugar del que venimos, para que al llegar al otro lado tengamos la doble perspectiva, porque si no es como si el puente estuviese inclunado y la pendiente nos impidiese llegar al otro lado. Siempre veríamos la inclinación como algo insalvable, y podríamos terminar por cogerle miedo; o, de estar en el lado de las alturas, veríamos a los de abajo como esos pobrecillos que tenemos que redimir y compadecer. Por eso nada más equilibrado que un puente: ha de juntar dos líneas que antes eran paralelas y nunca intercedían.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Contaminantes hamburgueses

Ayer me llamó la atención un titular: "Así contaminan los hamburgueses la tierra". Según un estudio realizado, gastan más energía y vuelan más que la media alemana. Y el artículo aclaraba que si todo el mundo viviese como un hamburgués, se necesitarían 2,9 planetas para producir la suficiente energía y materias primas. Tela marinera. Si bien el uso del coche está por debajo de la media, lo superan con creces al coger un avión, pues lo hacen un 66 % más que la media nacional, y cada persona que vuela causa más daños a la tierra que el que va en coche. El estudio apela a coger más el tren, la bici, el autobús.

Lo malo es que para ver el sol hay que coger un avión, y eso es lo que hace la gente. Mi impresión en mis clases es la misma: los hamburgueses se cogen un avión a la primera de turno, y se pierden en cualquier sitio de sol y playa. Esta semana me han vuelto todos de Sicilia, de Mallorca, Grecia, Turquía, las Canarias, Miami, Cádiz, Alicante, Málaga, el Algarve... y muchos han ido acompañados de sus familias. Aviones llenos en todas direcciones. Efectivamente para muchos coger un avión es como coger un coche, pero me temo que por mucho que contaminen no van a renunciar a ello. Aquí la gente se conciencia con muchas cosas en temas del medio ambiente, ¿pero en eso? Batalla perdida. El clima de aquí hace que todos quieran salir en estampida en cuanto tienen unos días libres. Y por eso están los cursos de español llenos: la principal causa por la que los alemanes aprenden español son las vacaciones. Hamburgo es además una ciudad rica, no cabe duda, y hay suficiente gente para contaminar. Menos mal que somos solo 1,8 millones de habitantes. Y, entre ellos, yo no voy a dejar tampoco de volar. Pero reconozco que el estudio me causa algo de mala conciencia, pero solo un poquito. Imagínense el desastre si se va a pique la Lufthansa. De eso tampoco me quiero responsabilizar yo.

Cultura + cultura + cultura

En los tiempos que corren celebro todo acto de ensalzación de la cultura, de la índole que sea, ya que parece que solo existe la economía, la prima de riesgo y los recortes. En época en la que cierran librerías, supone una buena noticia que se abran algunas. Mi prima me recomendó una llamada La Central, en Madrid, cerca de Callao, a la que no pude ir ya. Pero el hecho de que abran un lugar así es remarcable, con sus varias plantas y cafetería incluida. Luego leí sobre la apertura en el antiguo Matadero de Madrid de una Casa de la Lectura, un punto de encuentro en el que intercambiar libros y en el que realizarán actos en torno a la lectura, otra buena noticia. No se olviden tampoco de los museos. Aprovechen los días gratis, y acudan en tropel. Todas las ciudades ofrecen alguno especial y exposiciones estupendas. Si bien me decepcionó algo la semana pasada la recien abierta en el Thyssen de Madrid sobre Gauguin, recomiendo que vayan. Tengo que matizar el por qué de la decepción. La exposición es sublime, por contener cuadros muy conocidos, y de diversos pintores. Pero ahí está mi chasco: yo pensé, como todo el mundo seguramente, que era una monográfica sobre Gauguin, como la de Antonio López que hubo el año pasado, y resultó haber varias salas con un solo cuadro de Gauguin o ninguno, y el resto, eso sí, maravillosísimos Kirchner, Noldes, algún Matisse, Klee, y uno muy conocido de Rousseau. Pero como soy algo tiquismiquis con estas cosas; en vez de llamarse "Gauguin y el viaje a lo exótico", debería ser algo así como "El viaje a lo exótico a través de Gauguin y su influencia en posteriores épocas", y entonces me hubiesen quedado las cosas más claras antes de ir. Pero sabiendo eso, que los menos cuadros de la exposición son de Gauguin, acudan en tropel.

No se pierdan la última película de Fernando Trueba, "El artista y la modelo", una oda al arte y el proceso creativo. Película delicada y poética como pocas en el cine español, que en mi opinión se pierde a veces en el mismo tipo de personajes, salvo si lo hace Almodóvar, que puede y debe. La película es un homenaje al hermano del director, el escultor Máximo Trueba, que falleció a los 42 años en un accidente de tráfico. Curiosamente fue profesor mío de instituto, y simplemente por afinidad, tuve que ver la película. Vayan a verla. Solamente por oír al estupendo actor de 82 años, Jean Rochefort, que ya me gustó mucho en "El marido de la peluquera", diciendo que las dos cosas mejores del mundo son las mujeres y el aceite de oliva, merece la pena ir. Da gusto escuchar su explicación de por qué. La película es una reflexión sobre el arte y su proeceso creativo, su dificultad, y su pasión. Casi nada en momentos en los que no queda dinero ni para el arte ni para nada. Nos volveremos todos más pobres, pero no se olviden del placer que supone coger un libro, mirar un cuadro o ver una película. Al final económicamente vamos a estar igual, pero el placer es insuperable.

sábado, 13 de octubre de 2012

Mentirosos todos

Es obvio que nos tratan de engañar cuando para justificar los recortes nos cuentan que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Como dice el genio de Juan José Millás, hemos respirado y meado por encima de nuestras posibilidades, pues hacerlo a través de dos pulmones o dos riñones era un lujo. Algo así debe haber sido. Haber tenido una educación estatal de calidad, debió ser un privilegio al alcance de la masa, comprarse libros o periódico diario, ir al cine o al teatro, salir de cena con amigos o la familia, poder viajar y ampliar horizontes también. Muchos no pueden ya permitirse ninguno de estos lujos, que volverán a ser determinantes de clase. A no sé cuantos deshaucios que hay en España todos los días también es un lujo tener un techo bajo el que cobijarse. Por no hablar de tener trabajo y si eres un "privilegiado", como opinan muchos de los funcionarios, profesores incluidos, te jodes, que para eso tienes trabajo fijo, así que te aguantas si te recortan el sueldo.

El Metro de Madrid debió ser también como el gordo de la lotería, que nos tocó hace décadas y que hemos malgastado entre todos. Por eso ahora nos cuesta el doble y el servicio es mucho peor, y a callar todos pues en Europa vale más y la frecuencia de metros es así. Yo misma he podido comprobar durante mis dos semanas en Madrid que esperas de 7 minutos, incluso a las seis de la tarde el otro día en Sol, se han convertido en normales. Precisamente yo siempre he criticado que el metro en Alemania no fuese comparable al de Madrid. Ahora el de Madrid empieza a parecerse a muchos europeos por caro y por las esperas. Y recoger la basura a diario, dice la alcaldesa aznarina, es otro lujo, pues en Europa se hace una vez a la semana. Sí, pero en las ciudades no hay nunca tantos habitantes ni tantos bloques para cada cubo de basura.

Los que han vivido por encima de sus posibilidades son los estafadores, corruptos, banqueros, especuladores, y mucho político de ayuntamiento, otorgando permisos de obras a sus amiguetes. Y el problema es que esos siguen viviendo a todo trapo y lo que ellos han robado o malgastado y el dinero para los bancos, lo pagan los trabajadores renunciando a los "lujos" mencionados arriba. No se dejen engañar. Eso es lo único que no nos pueden quitar.

viernes, 12 de octubre de 2012

Himno a los abuelos

En realidad no sé por qué viajo con 61 kg cuando podría volar con una maletita de nada. Mi hija pequeña lo ha dicho cuando hemos llegado a Hamburgo y nos dirigíamos a casa. Con dos conjuntos tendríamos suficiente, pues la abuela lava cada día lo que echamos a lavar cada mañana, que por la noche vuelve a aparecer limpio y planchado sobre la cama. Con un segundo atuendo para cuando se lava el primero tendríamos suficiente. Y al llegar a casa y sacar la ropa de la maleta, lo único sucio que había era lo que nos pusimos ayer, y entonces he alabado a mi madre, que ha lavado hasta las cosas nuevas que he comprado, y todo llega listo para guardar. Los rotos están cosidos también, y hasta trajimos en la mochila que llevó a la espalda la pequeña una bolsa llena de chorizo, queso, lomo, morcilla y todo lo que necesita el corazón emigrante a su llegada. Antes ha llamado además para decir que nos hemos olvidado de una chaqueta. Y si me acuerdo de la paella que hizo el otro día se me saltan las lágrimas de la emoción. Fue antológica.

No voy a dejar fuera al abuelo, aunque como él no cocina la paella, ni lava, ni plancha, no parece que hiciese nada, pero no es cierto. Él es el recadero. La partida internacional de nacimiento que yo necesitaba ya estaba en su poder a mi llegada a España, por lo que me ahorré el paseo a por ella. Él va también a por el pescado y marisco de la paella, y desde hace años se sucede la misma broca con mi madre: él traerá siempre además de lo de la paella pescado para tres días seguidos. También va a por churros, a nuestra llegada, y a nuestra partida, como los que me he comido hoy antes de salir para el aeropuerto. Él nos lleva y nos recoge, y lleva los coches de mis hermanos a la inspección o les hace recados.

De los seis nietos que tienen se ocupan también, y los nietos los adoran. Las albondigas de la abuela no tiene parangón, dicen los niños de mi hermana. Las croquetas de la abuela son las mejores, dicen las mías. Y van y vienen a recogerlos del cole a menudo, o les dan cobijo cuando están malos. Las mías son inquilinas durante días y se cogen tanta confianza que les imitan e interceden en las trifulcas por temas como el pescado o si la cantidad de churros no es la correcta.

Por eso y muchas más cosas, la despedida en el aeropuerto fue, como siempre, muy entrañable pero silenciosa. Agradecerles en ese momento todo lo enumerado arriba y muchas más cosas es imposible, y para eso hasta se queda corto este post. Si encima añado lo mucho que se preocupan, de si mi hija mayor está como un fideo, como dice el abuelo, o de todo lo que los hijos les robamos el sueño, como dicen, no me queda más que concluir con una frase: que nos duren mucho. Por mucho que mi madre me cuente siempre a mi llegada a España que se ha muerto fulanito o que menganita está en el hospital, y añada que ellos mismos están ya en la lista, viéndolos tan activos y tan queridos no quiero ni pensar en listas de nada. Seguiré dejandome echar encantada los sermones de mi madre, y sus regañinas, como cuando ayer empeoré tras mi salida nocturna la noche anterior y me recriminó haber llegado a las tantas. Y mi padre sacude a menudo la cabeza y formula la pregunta retórica: "¿Podré estar tranquilo alguna vez?" Me temo que no. Lo que pasa es que no le respondemos.

jueves, 11 de octubre de 2012

Para llorar

Denuncio la suciedad en la que se encuentran muchos barrios madrileños. No hablo del Madrid de escaparate, como la zona entre los museos de arte de la capital, ni del barrio de Salamanca. Hablo en concreto de barrios como el mío: Carabanchel. El espectáculo que ofrecen las calles es para ponerse a llorar, y a las pruebas de las fotos me remito. Cierto que no se barre ya, como cuando yo era pequeña, pero mucha culpa la tiene la gente: veo latas vacías sobre las aceras, bolsas de plástico, papeles, envases, bolsas de patatas fritas vacías. Estos días hay hasta cintas de videos no ya intactas, que ya es tremendo, sino desvencijadas todas, con la cinta interior revuelta y revoloteando por las aceras. Da vergüenza y ganas de ponerse a llorar. Esas cintas no se caen al suelo porque sí, y menos se abren y vierten su contenido solas. Yo misma he visto a gente comerse algo y tirar cosas al suelo. Sin pretender ser racista, en los barrios pobres crece el recelo hacia los inmigrantes latinos, a los que yo misma he visto con comportamientos así, o se mantiene la barrera entre gitanos y payos de toda la vida. Yo misma veo al gitano que vive enfrente de mis padres tirar papeles y porquería al suelo desde su terraza del segundo piso, incluso sus mocos. A la mujer se la ve peinándose la melena y echando los pelos a la calle. Y así está todo. No es cuestión de no limpiar, que falta haría también, por supuesto, sino del poco civismo de la gente.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Recuperada

Al final la boda resultó ser la venganza de Moctezuma. Acabamos más de 10 de mi familia vomitando y con diarreas. Suerte tuvieron los que se hayan salvado. Yo y mis hijas no nos libramos y los dos últimos días han sido para borrarlos del calendario. Hoy tuvimos que salir, para no desaprovechar más las vacaciones, y disfrutar de este veranazo de San Miguel que es espectacular. Nos ha costado un par de horas ponernos en marcha pero un Motilium y un ibuprofeno de 600 me han devuelto hoy a la vida, o serán las compras que he hecho con mi hija a lo largo de la tarde... hora a hora han desaparecido todos los males, bolsa a bolsa. Ir de compras es la mejor de las medicinas, lo aseguro, y si es en Madrid en una tarde de calorazo mejor aún. Veo fotos en facebook con gente de Hamburgo con gorros de lana y me asusto ya. Hoy hemos comprado un paraguas monísimo, que con lo que llueve en Hamburgo, sufren mucho y nunca viene mal renovarlos. El de hoy de mi hija estilo romántici irá muy bien con el de tigresa que me compré yo allá en el norte hace meses. Allí lucimos paraguas y aquí escote. Cómo son los hombres españoles. No es que los alemanes no nos miren a las mujeres pero no son tan descarados, pues las alemanas en eso están plenamente emancipadas, pero aquí no se corta ninguno y se dan la vuelta si es preciso. Hasta mi hija se dio cuenta: "Joer, mamá, cómo te mirán". Llegará el día en que sea al revés y las miren a mis hijas. En fin, disfrutemos del momento.

sábado, 6 de octubre de 2012

Lo hicimos

El viernes casamos a mi hermano. Será una de esas bodas recordadas siempre. Qué bien pasamos. Ayer estuve muy resacosa y lenta. Les habrá pasado a muchos de los invitados.

Mis hijas se lo pasaron también pipa, y parecerá obvio pero no lo es, y voy a explicarles por qué. Hace poco estuvieron en una boda en Holanda, de su familia paterna y volvieron algo confusas. Ellas fueron pensando encontrar un evento divertido, y se encontraron con una celebración formalísima, con apenas comida, y poca diversión. En Holanda se les da a las fiestas mucho protocolo y ceremonia. Se nombra a un maestro de ceremonias que dirige la función y hay interminables discursos. La gente tiene necesidad de contar en alto lo que les une con los novios. Y en Holanda, país en el que todo es carísimo y sus ciudadanos algo tacaños se les da más importancia a las flores y a los lacitos de los bancos de donde se oficie la boda que a la comida. En la que estuvieron mis hijas no hubo más que bandejas que pasaban entre los invitados pero ningún menú caliente.

En Alemania son algo más generosos y salvo una vez que me pusieron ciervo para comer, y eso fue mi culpa por no gustarme, he comido bien. Pero también hay mucho formalismo, discursitos, que si florecitas, tarjetitas, shows de diapositivas de la vida de los novios.

Y la del viernes fue una boda española en su esencia. Poco protocolo, mucha espontaneidad y diversión. Hay ciertas costumbres y formalismos, pero ante todo lo que importa es estar con la gente y pasárse lo bien. Si además es una boda que se salta incluso los formalismos habituales como la tarta de tres pisos, si encima el novio canta rock en su propia boda, ni hay muchas de las horteradas habituales de estas cosas, pues mejor aún. Y si como guinda el novio es mi hermano, que es una persona muy querida, con muchos buenos amigos de todas las fases de su vida, mejor aún.

El momento alemán de la ceremonia lo puso mi hija pequeña, cuando antes de cantarles a los novios con su hermana y primos dijo a todo el público que no aplaudieran antes de tiempo sino tras la segunda canción. Luego me dijeron muchos entre risas que los alemanes organizan bien a los españolitos.

Al final del día oí que alguien dijo que qué maravilla haberse olvidado un día entero de la crisis y todos los problemas. Lo mismo digo. Que sean muchos más.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Pobre país constructor

España está triste, no cabe duda. La crisis es palpable en cualquier lugar. Encuentro todo bastante vacío, y cualquier conversación termina con alusión directa a la crisis. Entre las noticias de la televisión y prensa, y las conversaciones con la gente, la desolación que se palpa es inmensa. Mi impresión es que lo gordo está todavía por llegar. Y me vuelvo a preguntar una vez más si es que en España la riqueza fue una quimera, un espejismo o siempre fue un país pobre con unos años en los que nos creímos ricos.

Algo así debió parecer a lo largo de la historia. Hoy he visitado el Monasterio de El Escorial, y menudo "ladrillazo". La riqueza de ultramar tras el expolio en América fue invertido en palacios y catedrales. Hoy, día de diario, no había mucho turismo por allí pero varios grupos escolares uniformados. La guía les contaba a los críos que en esa época los monarcas cambiaban de palacio según la estación: el verano, para estar fresquitos lo pasaban en El Escorial, el invierno en Aranjuez, y en más palacetes, moviendo bártulos y séquito de un lado a otro pues no se iban con lo básico. En fin, que mientras unos cuantos vivían como reyes construyendo palacios y catedrales, mausoleos de reyes o monumentos, el pueblo pasaba calamidades y era carne de cañón en guerras y batallas. La serie "Isabel" nos muestra lo bestias que eran y lo difícil que era vivir o peor aún salvar el pellejo incluso si eras hijo de reyes por las luchas dinásticas. Hemos mejorado en cuanto a que no hay escabechinas en los campos y que ni a Urdangarín y a la Infanta les cortan la cabeza, pero sería menester que fuesen a la cárcel como cualquier españolito que robase tan solo un poquito de los que ellos han hecho. Qué triste todo. Los palos en la calle. Que un señor Rajoy diga que está orgulloso de los españoles que se quedan en sus casas y no protestan. Le debería dar vergüenza, pues muchos de esos están también indignados. Me cuenta un amigo mío, profesor de instituto, que en el suyo están a la espera de que la Consejería de Educación les mande a cuatro profesores que necesitan, y estamos ya en octubre. Los médicos de los ambulatorios y hospitales realizan su trabajo tan dignamente como siempre pero luego se manifiestan, porque los recortes pasan y pasarán factura. Se hicieron hospitales que están vacios, aeropuertos no necesarios y las arcas se quedaron vacías para lo más básico. Pisos y chalets por doquier masifican el paisaje alrededor de las grandes urbes, muchos de ellos vacíos. Pobre país constructor. No se aprendió la lección. Pero qué guapa sigue la Pantoja, dice la masa ignorante. Al menos da gusto verla en el banquillo.