viernes, 30 de marzo de 2012

Que no les engañen

Me resulta difícil no mencionar la huelga general que tuvo lugar ayer en España y que según unos u otros, es siempre más o menos" general". Conozco a gente que la ha seguido, gente que no, y como siempre opino que es una decisión individual de cada uno, y ante todo rechazo todo tipo de violencia en actos así. No se puede obligar a nadie por la fuerza a hacer huelga. En días como ayer, me siento bastante lejana de España, como si la huelga no fuese conmigo, y sin embargo no me deja inferente. Atañe a decisiones y políticas para la gente que trabaja en España y quizá por eso mi opinión sea la menos oportuna. Pero no por estar lejos, dejo de observar la situación desde la distancia y a través de la perspectiva que me da mi vida aquí, y porque sigo votando en España, y, como hemos visto en Asturias, el voto emigrante sí que es importante. Pero volviendo a la huelga, yo la hubiese hecho. El motivo de la misma es la reforma laboral, y no los ajustes que ha de hacer el gobierno, aunque una cosa venga de la otra, pero lo que esta reforma implica, deshace muchas logros de los últimos años. Sin embargo el problema es que ni la huelga va a cambiar nada, y que en momentos tan delicados de tanta crispación social lo que se necesita es un diálogo y un cambio y saneamiento de las instituciones, y que si hay que recortar, que lo hagan todos, y no que lo paguen los mismos de siempre. Los banqueros que llevaron al mundo a la crisis, han dirigido el sistema financiero como si fuesen casinos (tomo la comparación de la excelente columna de Juan José Millás hoy en El País), agudizado todo por políticas de malgasto con aeropuertos como el Castellón, o absurdeces como Tierra Mítica, el descalabro del boom inmobiliario y más y más.

Sé que mucha gente sigue pensando que fuera de España se hacen las cosas mejor, pero a las pruebas me remito. Hay muchos ejemplos negativos en Alemania, pero tomo el que esta semana hace volver a pensar, o al menos a mí, que el país al que todos miran de vez en cuando como ejemplo a copiar, tiene muchas cosas dignas de prohibirse o de cambiar. Hace unos meses surgió en España el tema de introducir los minijobs alemanes, empleos por 400 € al mes que flexibilizarían el mercado laboral y bajarían las cifras del paro. La idea es en principio buena y apetecible, pues es una buena forma para muchas personas de trabajar unas cuantas horas y ganarse un dinerillo, en muchos casos mujeres (madres) que así ganan un poquito y se quitan el gusanillo de querer trabajar. Pero el problema es cuando entra la precariedad y el abuso en el asunto, y que hay gente que (mal)vive en base a estos empleos. Todo depende de las horas trabajadas por esos 400 €, y los contratos están abiertos a todo, pudiendo trabajar dos días a la semana, 20 horas al mes, o 40 horas semanales, y ahí entra la diferencia entre ser una ayudita o estar totalmente explotado. Y como quien hizo la ley hizo la trampa, muchas empresas hacen estos contratos y luego pagan el resto en concepto de horas extra y se evitan así pagar las cotizaciones a la seguridad social y para la jubilación. Estos trabajos los realizan sobre todo mujeres, que pueden "vivir" con ese sueldo por estar integradas en la vida familiar y estar aseguradas por su cónyuge, o personas que cobran el subsidio Hartz IV o que dependen de otras ayudas sociales, en mucho casos mujeres que crían a sus hijos solas, y que por la falta de infraestructura en este país de horarios ampliados de colegios, no pueden pagar a nadie que se ocupe de ellos con esos minisueldos. Tampoco olvidemos que con los minijobs no se cotiza para la seguridad social, ni se percibirá pensión en la jubilación, salvo unos 200 € al mes, pues el resto lo debería pagar el trabajador por cuenta propia, ¿de esos 400 €, de los que muchos "viven"? Y con esto el asunto es bastante peliagudo. Según un informe que ha salido esta semana, millones de mujeres alemanas podrían caer en el umbral de la pobreza al llegar la jubilación. De los 7 millones de empleados con este modelo de trabajo, 4,65 millones son mujeres, y en Alemania, la brecha de las diferencias sociales seguirá ampliándose, en muchos casos marcadas además por el sexo como vemos.

Así que que Rajoy copie el sistema de minijobs, como ya propuso y en lo que muchos vieron el bálsamo curatodo. Repito lo que he mencionado en este blog en otras ocasiones: el sistema alemán es una gran falacia, y en mi opinión aquí las cifras del paro engañan pues hay muchos parados en casa que ni cobran ninguna ayuda del estado ni forman parte de ninguna estadística. Aquí entramos muchas madres que nos ocupamos como "Superjob" de la familia a falta de un sistema que nos apoye y nos permita participar de la vida laboral. Si nos "conformamos" no es porque queramos, sino porque estamos atrapadas de pies y manos económicamente y peor aún moralmente. Yo entro en esos 400 € y si gano un euro de más, entonces salgo del seguro médico familiar y tengo que pagar 350 € por mí. Teniendo en cuenta de que si me salgo, sería por unos 100 € o 200 € más, porque si ganase 3.000 € al mes no habría problema, entonces no me merece la pena, pues además con los 100 o 200 € que me "sobren" tendría que pagar a alguien las horas que yo no pueda ocuparme de mis hijas a partir de la una de la tarde, que es cuando salen del colegio. Además, la desfachatez con la que aquí los colegios te llaman a la mínima para que recojas al niño o la manera que tienen de querer involucrarnos en las horas lectivas, raya en el desprecio a las que pretendemos hacer además algo más.

Lo que me sigue gustando de España es que las cosas se llaman por su nombre. Contratos así en España se llaman contratos basura, pero aquí se llaman minijobs. Aquí encima parece que tenemos que dar gracias por vivir en el país a seguir en toda Europa. Por favor, no copien, esto no. Sí que se pueden copiar otras cosas, como el sistema de aprendizajes en las empresas, que aporta profesiones reales al mundo laboral, o que en España si como empresario no me forro no estoy realizando bien mi trabajo, y en general la cultura de que todo vale. Como me contaba el otro día un amigo mío de unas sesiones de onda corta que le están dando en un hospital de Madrid, y de las que todavía le faltan dos sesiones el lunes el martes, al ser en Semana Santa, las empleadas de turno les dijeron a los pacientes el otro día que total, como ya se saben los ejercicios, y está todo hablado, que como es Semana Santa, que no hace falta que vengan. Esa es la cultura del morro y la caradura, de que la gente no se toma en serio su trabajo, y eso es lo que hay que cambiar, y no lo que funciona bien en España que es un menor desprecio a la labor femenina en la sociedad. Aunque no sea consuelo, faltaría más, en España la precariedad afecta a todos, hombres y mujeres, mientras que aquí no es el caso. Que no copien las falacias y lo que suena muy bonito pero no lo es.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Reír o llorar

Hay días en los que dependiendo de si escribo a una hora u otra, tras lo vivido, me salen entradas completamente diferentes. Si hoy hubiese escrito a la hora de comer de lo que me pasó por la mañana, me hubiese salido una entrada desenfadada y picarona. Pero no hubo tiempo, aunque quise hacerlo de inmediato, y por la tarde ha pasado algo de lo que si escribo ahora, me saldrá una entrada de lo más agresiva y rabiosa. Es por tanto por lo que trato ahora de separar, y hacer un dos en uno, porque hay días que son para reír y llorar, las dos cosas, o mitad y mitad, como yo hoy.

Primera parte del día: me voy al gimnasio, por segundo día al curso de tripa/piernas/culo que inicié el otro día, y del que me prometo mucho. Maldigo a todas las modelos y actrices de tipo perfecto que nos hacen creer que se puede estar así. Eso lo logras a base de pasar hambre y de matarte a abdominales, por no hablar de cirugía plástica, liposucción, bótox o qué sé yo. Me machaco las tres partes del cuerpo mencionadas, y como premio, me voy después a la zona spa del gimnasio, como suelo hacer. Eso significa que me despojo de mis ropas, me anudo la toalla, y me voy a la zona "todo el mundo en bolas" del gimnasio. Una madre de un niño que iba con mi hija a primaria y que me encontré hoy en el vestuario me comentó, mientras se desnudaba delante de mí, que la terraza del gimnasio estaba ya abierta y que se estaba fenomenal, y por eso subí al tejado, donde está, para cerciorarme. No sé qué quería comprobar: si verdaderamente se podía estar (para mí todavía hace fresco como para eso), o ver si está todo lo que tiene que estar. Y efectivamente estaba: salgo, con mi toalla anudada, y lo primero que veo es a una abuela desnuda, sin toalla, haciendo gimnasia, estirándose en todas direcciones, con su cuerpo serrano. Luego me doy un garbeíto y me encuentro con lo que debí suponer pero que preferí olvidar durante la temporada invernal: allí estaban todos los paquetes al sol, grandes, pequeños, con sus cuerpos correspondientes, despatarrados. Sigo pensado que la mayoría de los seres (humanos) estamos mejor en bañador que en pelotilla picada. Como en mi opinión hacía frío, me dije que ya me estresaré más adelante poniéndome a tomar el sol con todos esos cuerpazos alrededor, pero que aprovechaba los 11 ó 12 grados para volver al recinto cerrado. Me dirigí al baño turco, que me encanta, y que en la oscuridad del vapor me permite estar relajada estando desnuda. Pero hete aquí que vienen dos hombres, de unos cincuenta y bastantes, pero cuyo trasero (el de uno) estaba de muy buen ver (yo lo pensé para mis adentros, pues una no es ciega, y más viendo lo que hay que ver). Se sientan, y al cabo de unos minutos, cuando yo decidí salir, el tipo ése me pide, con una vasija de barro en la mano, que si por favor le puedo restregar el peeling en la espalda. Fue uno de estos momentos en los que piensas, por este orden, a) ¿dónde está la cámara oculta?, b) ¿lo dice en serio?, c) ¿se lo estampo en la cara? (no olvidemos que el susodicho se puso de pie para hacerme la pregunta y se encontraba desnudo frente a frente de mí, desnuda también. Como yo en estado desnudo en un lugar público prefiero comportarme a la alemana, y no hablar con nadie, accedí amablemente y le exfolié la espalda. Me dio las gracias amablemente, y para rematar, me dice que me sirva yo ... no sé si la siguiente pregunta hubiese sido si me lo hacía él también, pues pronuncié un "no, gracias, no hace falta", y me fui, al siguiente lugar, la zona de los jacuzzis. Esto significa seguir caminando desnuda unos tres metros, y elegir en cual de las cinco piscinas de cuerpos desnudos te metes. Yo me decanto siempre por la que tenga mujeres dentro, pues entrar desnuda con hombres dentro significa que tengan un buen plano de ti, y yo no valgo para eso. Como elegí la que tenía dos mujeres dentro, en vez de las dos que tenían un hombre solitario cada una, las mujeres me miraron mal, pues hubo que apretarse, pero a mí estas cosas plin, bastante sustos me llevo ya. Cuando me fui de mi sesión deportiva/sociológica-cultural, llegué a la siguiente conclusión: se va a cumplir un año que voy a esta lugar, porque me pilla muy cerca de casa, y porque me gusta. Pero jamás me voy a acostumbrar a esto. Salí pensando en lo friki que es la gente, al recordar a la abuela haciendo gimnasia como si realizase el culto al sol, con movimientos pausados toda desnuda, y luego el del exfoliante. Aunque a lo mejor la friki soy yo, no sé.

Segunda parte del día: doy una clase, y queda apenas media hora para irme a dar otra fuera de casa. Mientras me hago el café pertinente, para ponérmelo en vena, suena el teléfono. Era la madre de una amiga de mi hija, que empezó la conversación diciendo: "Oye, dime, qué ocurre con nuestras hijas estos días?". Y yo, como parto de la base que mis hijas pueden solucionar sus problemillas de tú a tú con sus amigos, y solo me he metido en cosas así cuando he visto que ellas solas no podían salir, supe que la conversación terminaría mal, como ha sido el caso. La madre pura sangre llamaba por el siguiente altercado: una niña de la clase repartió invitaciones para su cumpleaños dejando a la hija de esta pobre víctima fuera. Mi hija, y otro niño, que sí estaban invitados, hablaron en presencia de la no invitada sobre lo que le podrían regalar a la otra, al decir el niño que no sabía qué regalar a una chica. Y eso fue: por esto, la no invitada se siente acosada y herida y dice que la humillaron, y qué sé yo. Y la madre lleva toda la semana llamando a todas las casas para hacerse sentir a todos los demás como una m. Consiguió que su hija haya sido invitada y que la madre de la cumpleañera se haya disculpado, por escrito a la niña diciendo que es el error más grave que ha cometido, pero ahora se trata de seguir haciendo justicia. No voy a dar detalles de la conversación tan absurda, pero a mí estas cosas me dejan muy mal cuerpo: primero por ver a mi hija sufrir y colgar el teléfono con la frase: "al final ni la niña ni la madre me han sabido decir qué fue lo que he dicho", y segundo por constatar una y otra vez que la gente está más tarada de lo que es aceptable para críar hijos.

Y habría un prólogo: una noticia que han dicho antes en el telediario de la noche. Millones de mujeres alemanas caerán en la pobreza cuando se jubilen por estar trabajando en Minijobs y cotizar tan poco. ¿No son esos Minijobs el ejemplo del motor alemán que hablaban de introducir en España para solucionar tanto paro? Está claro a quién perjudican. Pero eso será la entrada de mañana, si la primera o la segunda parte del día no me hacen cambiar de temática. Según.

martes, 27 de marzo de 2012

Juntos pero no revueltos

Uno de mis pocos placeres invernales es comer Skrei, como se llama aquí al bacalao fresco noruego. Los noruegos distinguen entre el bacalao que vive en la costa, y el de alta mar. Yo, que solo conocía el bacalao en salazón, tardé muchos años en darme cuenta de que el fresco está tan bueno (aquí no se come el salado), aunque el normal fresco no tiene nada que ver con esta variedad noruega de alta mar. De enero a marzo, el bacalao de invierno llega para reproducirse a las Islas Lofoten noruegas, Skrei en noruego  significa 'caminante', y este viaje le da su nombre a esta especie, porque viaja del Ártico a desovar 400 km más abajo. Y el hombre lleva siglos entrometiéndose en este proceso, ya desde el siglo XII concretamente, cuando el bacalao en salazón era ya el producto número uno de exportación noruega. Durante años la pesca fue tan abusiva, que se temió por este pescado, y por eso hoy día están prohíbidas las redes grandes convencionales, y se cogen de una manera menos agresiva y con redes mucho más pequeñas, anzuelos individuales, y los suben uno a uno a bordo y los preparan a mano. El sello "Skrei" es como una "Denominación de origen", que garantiza un proceso de pesca y elaboración, y aquí por eso se vende bajo ese nombre, que lo distingue del bacalao fresco normal. Yo, cuando lo veo en las pescaderías entre enero y marzo, aplaudo, de lo que me gusta, y me lo como con tal placer que saboreo esos mares que saben a mar de verdad y que (por suerte) jamás pisaré (yo no me congelo voluntariamente). Y sin embargo hoy me siento "algo" mal al saber que dejan a sus hijos huérfanos, y que a éstos luego las corrientes les empujan hacia el norte a su vez, y volverán para lo mismo que sus desaparecidos padres, otro enero más, y yo y muchos enterados más estaremos esperando.

Hoy me he preparado el que será mi último Skrei de la temporada, y como a mis hijas no les gusta el pescado en general (algo que me subleva, por mucho que haya que cuidar los fondos marinos), me lo he preparado para mí solita, pero para que comiesen algo he hecho una tortilla de patatas. Al ver las dos cosas en la mesa, pensé que era comida fusión: el norte y el sur reunidos en la mesa, aunque juntos pero no revueltos. Y como mi vida es fusión, empiezo a plantearme crear una comida fusión entre la alemana y la española, estilo tex-mex, o la cajún, mezcla de culturas. ¿Qué tal una paella de salchichas, o una tortilla de skrei, del bacalao fresco noruego?, pensaba hoy. Pero de momento la fusión la entiendo como la convergencia de norte y sur en la mesa, con dos placeres inigualables. Lo bueno de la tortilla de patata es que no tiene temporada, y te la puedes hacer en cualquier momento y en cualquier país, al encontrar los ingredientes fácilmente. Yo no sé las que llevo hechas ya en mi vida fuera de España, pues suele gustar mucho a los alemanes. Pero ahora caigo en una comida fusión que no me gusta nada: cuando voy a restaurantes españoles en Alemania y me encuentro platos típicos adaptados hasta paracere irreconocibles. Suelo salir decepcionada, y por eso voy poco. Lo que ponen a menudo como tortilla de patatas es una mezcla más bien de huevos y trozos gigantes de cebollas y algo de patatas, pero predomina la cebolla. Por decisión de uno de mis cursos de español fuimos a tomar unas tapas hace un par de meses, y admito que se me cayó el alma a los pies cuando vi que a las lonchas de jamón serrano le habían echado toneladas de pimienta recién molida encima, o que los boquerones en vinagre eran en escabeche, y ni se parecían, o que como tapas entendían filetes de pavo gigantes y otros tipos de carne de aquí con cantidad de pimienta. Esa adaptación al gusto local acaba por destrozar la comida auténtica de muchos países, o la imagen de ella. Aunque de la misma manera alguien me contó una vez que fue a una boda de chinos que se celebró con comida auténtica, para su pesar. Los novios y las familias eran chinos auténticos y se celebró en un restaurante chino de Hamburgo. Los alemanes no probaron bocado, pues como me contaba esa persona, la comida no se parecía nada a lo que comemos en Europa en los restaurantes chinos, todo picadito, sin huesos. Los platos chinos de verdad llevan de todo: huesos, ternillas, y todo, y que pudieron comprobar que en la mesa había platos con partes animales que jamás se ven en Alemania, donde no existen casquerías, por ejemplo.

Pero lo de la comida fusión lo seguiré desarrollando a mi manera: como hacerme de primero una buena sopa de tomate alemana, que me encanta, con unas croquetas de jamón de segundo, y combinaciones así. Arrejuntamientos improvisados que no maridaje, como se dice tanto hoy día.

domingo, 25 de marzo de 2012

Porque sí

Pues las distancias se salvan; no hay más que montarse en un avión y atravesarse Europa. Soy capaz de irme un fin de semana a Madrid con 19,2 kg de peso, y volverme con 19,1 kg. Es muy fácil: no hay más que alguien convoque una fiesta, y yo ya me anime dos meses antes. Encima hubo que mantenerlo sorpresa, pues la homenajeada no debía saberlo, y la verdad es que todo salió muy bien. La cumpleañera era mi hermana, y el de la idea mi hermano, y a mí, la del medio, se me ocurrió plantarme en la fiesta, yo solita, sin que nadie esperase de mí tal cosa, dada la distancia. Aunque capaz me creían todos, me dijeron cuando lo decidí, y más ayer en la fiesta, en la que nadie pareció sorprenderse de verdad, y lo bueno es cuando ya nadie te toma por loca por hacer una cosa así. Me encanta que esté asumido.

Y así he vuelto hoy, tras un viaje relámpago a Madrid, ... pero como para perderse una fiesta así. Mis hermanos lo merecen: el uno por tener una idea tan buena, por ofrecer su casa, y organizar un buen sarao con todo el jaleo que eso le ocasiona en su vida familiar, y la otra por merecerse una fiesta así y mucho más. Yo acudí a la fiesta con un "pasaba por aquí" escrito en la frente. Ójalá pudiésemos dar alegrías así de fáciles a la gente tanto como fuese posible. Mi hermana se quedó muda al verme y la alegría fue inmesa, mía también.

El taxista también se quedó mudo a la ida, al levantar mi maleta tras saber que era solo para un fin de semana, pues pesaba lo suyo. Pero en ella iban salchichas alemanas para la fiesta y más cosillas. A la vuelta ha habido que rellenar el hueco vacío, y nada más fácil que eso también. Soy experta. Lo raro es unir en un mismo día las tres ciudades de Europa en las que he vivido, más raro aún que en las tres hoy luciese el sol en un día primaveral precioso, sin nubes en el cielo. Ha sido el trayecto más soleado que he tenido jamás, diría ahora. Y he vuelto lenta y con resaca. Quiero pensar que es lo poco que he dormido, que en Madrid no me lo pareció, allí nunca me lo parece, pero aquí sí, que encima me han robado dos horas de mi breve fin de semana: una en el aeropuerto de Bruselas, con un retraso de una hora por el avión averiado, y otra hoy, la que nos han quitado a todos los europeos, menos a los rusos, que son más listos en esta materia, y que nos hace sentirnos cuales animales de granja con los horarios descolocados.

Y descolocada me quedo, tras un día en el limbo. En días como hoy me siento apátrida. A veces pienso que mi lugar está en esos aviones que sobrevuelan Europa. Conozco el paisaje y la geografía a mi paso: hoy la costa atlántica de Francia, luego divisé la costa alemana del Mar del Norte, con las Islas Frisias al fondo, y durante todo el camino muchísimos lugares en el medio de ningún lugar, todos esos sitios en los que jamás viviría, por idílicos y por ser solo una anécdota en el paisaje. Hamburgo parecía hoy una gran urbe al llegar, y aunque lo es, hoy me lo he creído además, pues se divisaba a lo lejos, como nunca. Normalmente las nubes impiden ver nada, y es entrar, y verte metido en una "sopa", como llaman aquí a la mezcla de nubes, humedad, y lluvia en muchos casos. Madrid-Bruselas-Hamburgo. Tres ciudades que conozco a la perfección, y la suma de lo que soy, en vivencias, recuerdos, anhelos, y los tres sitios están dentro de mí, y lo estarán siempre, en un batiburrillo de sensaciones que me siguen llevando por esos cielos tan cercanos de una ciudad a la otra, para lo que sea. Lo raro es que sea todo en un día, pero todo es posible. Como cogerte un avión e irte a una fiesta de un 40 cumpleaños. Hay cosas que son un verdadero placer y la mar de fáciles.

viernes, 23 de marzo de 2012

Salvando las distancias...?

Hay momentos en los que puedo sacar todas mis artes para dar compasión, y de ellos me aprovecho. Me ocurre a menudo cuando alguien ha estado en España de vacaciones y me cuenta de sus experiencias para terminar diciendo "¿Pero qué haces aquí?". Por supuesto que le veo muchos aspectos positivos a mi vida en el extranjero, que ya no lo es para mí, pero sí que es cierto que esa pregunta que me hace la gente a menudo entraña muchos momentos duros que he tenido a lo largo de 22 años.

Tampoco quiero parecer una de esas emigrantes que está suspirando por su patria, porque no es mi caso, pues además trato de verle los lados positivos a cada lugar, aunque a veces me cueste, porque lo bueno se ignora por asumido, y lo malo es lo que te chirría. Es simplemente que si alguien te viene y te hace la pregunta anterior, o te dice  "si yo fuera tú me iba ya mismo", te ríes y le dices, "razón tienes, pero...". Sin embargo aquí no voy a entrar en los "peros" sino en que la gente tiene razón al decirme eso. Por supuesto que tampoco soy una ingenua y que un alemán vaya de vacaciones a Andalucía, o a la costa, y vea la España monumental y preciosísima estando libre y de vacaciones no tiene nada que ver con el "romanticismo" de la vida diaria en cualquier parte. Pero justo eso: la rutina es muy diaria en todo el mundo, y por contra es el marco, el trasfondo de tus vivencias o tú alrededor el que le da un aspecto u otro a tu vida. Y por ahí voy: si estás jodido, con sol te sentirás mejor que si te levantas y el día está tan triste como tú, gris, sin luz, y no acaba de despegar; si no paras y estás agobiado, si al menos puedes estar un rato con los tuyos, eso te lo llevas por delante también, y no si te das cuenta miles de veces que en realidad estás bastante solo, luchando en todos los sentidos.

La persona que me dijo eso el otro día me hablaba de sus maravillosas vacaciones en Andalucía, y de lo distinta que es la vida con sol. Que se dio cuenta de que en España la gente parece disfrutar más de las pequeñas cosas, que se nota que los niños forman parte de la vida diaria en cualquier sitio público, y no como aquí, y que si pudiera, se iban. Le dije que en España las cosas no son tan fáciles, pero que sí que es cierto que la gente en general tiene menos que aquí, y disfruta más de la vida. Y ahí si que cumple el clima un buen papel, por ejemplo. Cuantas mañanas de domingos tétricos me he acordado del paseíto matutino de los domingos que uno puede realizar en España simplemente con la excusa de ir a por el pan o por el periódico. Aquí ni se te ocurre, pues para empezar no hay quioscos de prensa, y tienes que ir algo más lejos, y si sales, te recoges lo antes posible pues muchos días no animan a nada. O en España ves mucho más a tu familia, los niños juegan más con sus primos, se ven, simplemente. Aseguro que aquí no es el caso, o por la distancia física o, peor aún, porque aquí se marcan los límites de las relaciones familiares desde un comienzo. Y ahí sí que puedo hablar de haberme perdido mucho a lo largo de los años. Pasé de una relación relajada y normal con los míos, que aunque no somos perfectos ninguno, o precisamente por eso, hablamos y dialogamos y si es necesario nos decimos nuestra opinión, a una relación familiar con mi familia política, tan políticamente correcta que ya es incorrecta, pues se trata de mantener la compostura con la taza de café en la mano, y encima tener que sonreír ante lo que te están diciendo. Y cuántas cosas bonitas me he perdido: fiestas, nacimientos de mis sobrinos, bautizos, bodas, encuentros. Esos son los momentos duros, o cuando mis hijas me dicen que les gustaría ir al cumpleaños del primo, pues aquí tienen dos primas con las que ni se tratan.

Hoy es primavera en Hamburgo, y no sabemos lo que nos durará. Y disfruto de ese cielo raso, como se ve bien poco aquí y me doy cuenta de que aquí la gente con este tiempo parece otra. El marco de tu vida es importante, vaya si lo es.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Ponga su culete a tono

Hoy estoy molida. Como si me hubiesen dado una buena somanta de palos en todo el cuerpo. La culpa la tiene el trío tripa-piernas-culo, traducción literal del curso en el que he participado hoy en el gimnasio, Bauch-Beine-Po. Así se llama el cursito de marras, y no solo el mío, sino montones de ellos en toda Alemania, ya que una búsqueda en google de esas tres palabras juntas en alemán da unos 1.820.000 resultados, nada menos. Si busco en español "nalgas piernas tripa" me salen solo 154.000, por lo que entonces no está en el mundo hispano categorizado como disciplina olímpica.

¿Que cómo me dio por ir a tal curso? 1. Porque llevaba un mes sin ir al gimnasio, y tras mil y una excusas, hoy he vuelto. 2. Porque el comienzo de la primavera ayer me recordó que hay que empezar con la "operación biquini", y cuanto antes. 3. Porque el nombre del curso es tan sugerente, que quería ver de una vez si con hacer eso se pone una cañón.

Con una vez no va a surtir efecto, eso está claro, pero tras mi primera sesión de "ponga su culete a tono" me siento en otra órbita. Salí del curso casi dando tumbos pues llegué con poco fondo y poco aguante, y creo que jamás había hecho tantas abdominales como hoy. Mientras no podía con todas y me quedaba asfixiada en la colchoneta, me he acordado de Claudia Schiffer o Cindy Crawford y lo que tendrán que hacer todas las maduritas, aparte de pasar hambre, para estar así, sobre todo tras partos y el paso del tiempo. Y pensando en todas las modelos, seguí dándole que te pego, tres cuartos de hora, observando a mi alrededor. Siguiente cuestión: ¿Por qué a los cursos de esta disciplina deportiva solo acuden mujeres? No había ni un solo hombre en el curso. ¿Es que solo las mujeres nos tenemos que currar un buen culo, unos buenos muslos y quitarnos el michelín? A juzgar por lo que observo luego siempre en la zona de spa del gimnasio, con sus cuerpos desnudos como van aquí no solo todas sino todos, luciendo el palmito, opino que la mayoría de los hombres deberían pasar por el curso ése. Además opino lo mismo que una amiga mía cuando se queja al decir que por qué nosotras nos tenemos que cuidar y maltratarnos y luego muchos hombres se dejan ir y lucen tripa o flacidez con orgullo, como si el michelín fuese bello, como la arruga en los trajes de Adolfo Domínguez.

Qué machaque siento. No sé si me saldrán agujetas, pero los glúteos, y todos los músculos que desconocía de las abdominales, se han hecho sentir hoy. Volveré al curso más veces, pero para eso tendré que lidiar con el innere Schweinehund, el "perro-cerdo" interior que todos llevamos dentro. La pereza, que es muy mala. En alemán, ese perro con nariz de cerdo, o un híbrido de esos dos animales, representa la vagancia que todos llevamos dentro a veces a la hora de hacer ciertas cosas, y si lo vences, como dice la expresión alemana, entonces podrás arreglarte el culete, aprenderte todos los verbos irregulares en español, o lo que sea. Pero eso será la semana que viene. Ahora debo dormir la resaca de tanta paliza tonificante y soñar, no con un cuerpo de modelo, pues soy realista, sino con mi objetivo real: en realidad yo me quiero poner a tono no solo por el biquini, gran motivo, sino para volver a correr, tras haberlo dejado hace un año y medio por una lesión gorda. Sigo soñando con volver a mi bosque y, si bien no me volveré a pasar, como hice hasta "lograr" la lesión, necesito volver a quemar energías corriendo, como hoy he quemado algún musculillo de por ahí mismo.

martes, 20 de marzo de 2012

La sangre alterada

Menos mal que estas cosas me la traen al pairo, pero hoy, comienzo oficial de la primavera es el momento de pararme a pensar que, de los crocus que plantaron mis hijas, que no yo, en otoño, solo han salido dos. No sé si lo botánico se lleva en la sangre, o si la culpa la tiene el perrito de los vecinos, que se ha dedicado a comerse los bulbos tras escarbarlos de la tierra. Pero como dicen mis hijas, "es tan mono" que cualquiera se enfada, y menos si unas florecillas de nada salen o no. Con la que está cayendo además.

Pero hoy es primavera, astronómicamente hablando, pues los meteréologos la cuentan a partir del 1 de marzo. Hoy exactamente a las 6.14 de la mañana ha sido el momento con la misma duración entre el día y la noche, así que ya está liada otra vez, florecillas, hormonas y demás. Aquí además, con inviernos oscurísimos con demasiada nocturnidad, ya lo venimos notando desde hace semanas y con cada minutillo que ganamos, se nos alegra el alma, flores o no. La primavera la sangre altera: ayer trataba de explicar en una de mis clases esta frase, o que la primavera se huele en el aire. Me miraron con cara rara, por variar, porque la gente aquí se deja alterar por pocas cosas o si acaso por otras que a mí me parecen menos importantes.

Aunque para primavera que la sangre altera, la adolescencia. Es esa edad en la que de repente los difíciles son tus padres, en la que te levantas por la mañana y te plantas delante del armario y gritas "mamáaaa, qué me pongo" para luego ignorar cien por cien el consejo que te da tu madre y ponerte otra cosa. Es ese momento en el que los trapitos cobran mucho protagonismo, en el que te crees que todo el mundo te ve ese pelito que te ha salido en la axila, o ese granito de la cara, tus "imperfecciones" se convierten en interés mundial y todos estarán pendientes de ellas. Lo sé porque yo lo he pasado, que conste. Yo también he sido cocinero antes que fraile. Y lo bueno de hacerte mayor es que te das cuenta que nadie te mira ese pelo en las piernas, o en el bigote. Pero en la adolescencia todo es importante.

De repente el armario ajeno, es decir, el de tu madre, cobra interés: "¿mamá, me puedo poner esto?", con algo tuyo en la mano, o incluso ya puesto. O mejor aún es cuando dice: "¿me dejas algo tuyo?", sin concretar, esperando encima tener todo a su disposición. Pero lo bueno de la adolescencia es que todos los demás son los insoportables, y tú no. Tú eres un incomprendido. Y hasta tu hermana, menor que tú, estará pasando por una adolescencia, según tú, a sus 8 años: "está de un adolescente ya... estoy segura", me dice la adolescente sobre su hermana pequeña.

Pero lo mejor es cuando un día me dijo: "Mamá, cuando seas vieja y estés gorda, quiero toda tu ropa". Esto tiene una lectura positiva, vamos a ver, no quiero ser tan negativa: que mi ropa sea tan interesante como para codiciarla, que le parezca molona, pero no deja de tener su doble lectura también. Y la pequeña añadió: "¡yo también quiero!, ¡yo también quiero!". Esto no hay quien lo pare.

domingo, 18 de marzo de 2012

Rothenburg ob der Tauber existe

Si visitásemos, como japonés por ejemplo, Europa en 10 días, y tuviéramos que elegir destinos, sería difícil en muchos casos. Pero ellos lo tienen muy claro: Londres, París, Mont Saint Michel, Roma, Florencia, Barcelona, Ronda, Múnich y Neuschwanstein, y Rothenburg ob der Tauber. ¿Que no han oído hablar del último sitio? No se preocupen. Muchos alemanes tampoco, y sin embargo el lugar está en cualquier guía de Europa junto al Big Ben o la Torre Eiffel. Rothenburgo es la esencia de la alemanidad. Es una ciudad pequeña, de 11.000 habitantes, que recibe al año a dos millones de visitantes de los que no se quedan a dormir. Su encanto medieval, de población de cuentos, hace que represente lo que los extranjeros buscan como estampa alemana. Sería como Ronda en España, parada obligatoria de los japoneses o americanos en España, a la búsqueda de todo lo que necesitan para irse contentos de la Península Ibérica.

Ayer volví, tras haber estado hace 15 años la primera vez. A mis hijas les hizo gracia, y no hacían más que preguntar que por qué ese sitio tenía tanto interés; ellas no lo entendían. Y aunque es muy bonito y de ensueño, yo en realidad tampoco, pero supongo que todos buscamos imágenes en el mundo que nos devuelvan los clichés que tenemos en mente y nuestras expectativas.



Y como lugar tan turístico, cumple con todas las expectativas: se come mal, como en todos los lugares de turismo borreguil, y los clichés se llevan a extremos tan graciosos a veces, que resultan divertidos. Como impresiones de esta visita, me quedo con los sabores de los helados en las heladerías puestos también en japonés, o mejor aún, en la tienda de Navidad abierta todo el año de una marca de artesanía muy conocida del lugar, Käthe Wohlfahrt, había una vendedora japonesa vestida de dirndl. Es como si una japonesa trabajase en una tienda de souvenirs en Ronda vestida de faralaes. Hoy día todo es posible, con tal de que nos sintamos como en casa en cualquier sitio, y porque efectivamente, la pela es la pela.

sábado, 17 de marzo de 2012

Autopistas y 'puente de regreso'

Probablemente sea la única posibilidad de evitar el caos en las autopistas alemanas el repartir las vacaciones escolares. Hoy estaba medio Hamburgo en la autopista, regresando a casita, y en nada, cuando nosotros estemos ya en la rutina, saldrán los de Schleswig-Holstein u otros estados federales. De esta manera siempre hay gente en movimiento, y los atascos están garantizados todo el año, pero junto a los de tu región, porque si nos mezclásemos, sería el no va más. Vas a otra zona del país y allí los críos tienen cole. Solo los tuyos como visitantes. O en las zonas de esquí, donde habrán esquiado estas dos semanas solo hamburgueses, a juzgar por la de coches que he visto durante horas con matrícula HH, Hansestadt Hamburg, la de Hamburgo, y los esquís encima del coche. Y me imagino el aeropuerto, que suele ser mi lugar de salida y llegada, donde estarán llegando hamburgueses de todo el mundo. El lunes todos al trabajo y al cole, y que viajen otros.

Me encanta viajar, pero no en coche. Considero los trayectos de más de 4 ó 5 horas como inhumanos, y admiro a la gente que puede tirarse dos días en el coche por ir a donde sea. El coche da mucha libertad pero para desplazamientos cortos o para viajes de no más de 400 km. El resto es tortura. Hoy me he vuelto a atravesar Alemania, esta vez de abajo a arriba en vez de al revés, y constato que está igual de lejos. No, más lejos aún, si le sumo la hora y media de atasco.

Ahora mismo estoy viendo mi puente, el de la cabecera de este blog, y el puerto y su iluminación nos dan la bienvenida tras una semana en el sur. Atrás quedan 840 km y una semana intensa de impresiones nuevas. Ahora vuelvo a mí.

viernes, 16 de marzo de 2012

El paraíso

El otro día pasé por el paraíso y casi no me di cuenta. Vi la señal, miré a mi alrededor, y de repente vi el cartel con la raya atravesada. Así de breve es el paraíso. Era un pueblo en Suiza, en la orilla sur del Lago Constanza, con ese nombre. No era nada especial, bastante soso, cuatro casas, pero mira que llamarse así...

Ayer volví al paraíso, esta vez extensamente hablando: Suiza. Qué país más peculiar. Ahí están en medio de Europa, con sus quesos, sus montañas, su estética Heidi, sus navajas típicas, sus relojes cucú, sus chocolates y sus bancos para los criminales del mundo. Pero bonito es un rato. Mires donde mires dirás todo el rato: "ooooh". Las casitas en la montaña parecen salpicar el paisaje, como la casa del abuelo de Heidi. Y los Alpes siempre al fondo, con tanta nieve que relucían al sol primaveral. A mí me haría muy poca gracia, por no decir ninguna, vivir en alguno de esos pueblos, aparte de la incomunicación con el mundo, más aún por la NIEVE, con mayúsculas. Pavor me daban unos postes que hay por todas partes al borde de la carretera, delimitando su curso, y encima de ellos unos palos rojos de unos 2 metros de altura. Me imaginé la situación: una nevadita de nada, y tú conduciendo, la carretera desaparece y esos palos, que saldrán "algo" de la nieve, te guían. Buena ocurrencia, pero no quiero estar nunca ahí en esas circunstancias. Pero ayer el paraíso, a 18 grados y sol primaveral estaba impresionante.

Pero como soy urbanita, y no campestre, me impresionó más Zúrich. Llegamos a la hora del atasco y de la salida de todos los encorbatados de las oficinas. Es una ciudad de negocios, y se nota. Alguien tiene que ocuparse de todo ese dinero de los evasores de impuestos. Los precios son también para ídem, para un simple café. La breve visita dio para comprar unos chocolates (a precio de oro, claro, pero qué ricos están), para pasear por calles con tiendas en las que siempre me acuerdo de una expresión francesa que me encanta: faire du lèche-vitrines, 'chupar escaparates', cuando no te puedes permitir nada. Pero volveré a Zúrich, pues las dos horas me supieron a poco. Me despedí, hasta otra, con la imagen de este precioso puente para mi colección.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El 'sur sur' de Alemania


Curioso este trozo de agua en medio de tres países. Agua y agua y tierra alrededor: la orilla norte es Alemania, la sur Suiza y el rincón sureste es Austria. No hay ningún solo puente, pero sí barcos de tipo catamarán que unen las ciudades principales o transbordadores para coches. Pero en realidad hay que mezclarse poco: o estás en una orilla u otra y por consecuencia en un país u otro. Y hablan el mismo idioma pero tres dialectos muy diferentes.

El Lago Constanza es gigante, y lo más mediterráneo que tiene Alemania, paisaje y clima. Llevo años observando con envidia el mapa del tiempo en las noticias: siempre tienen más grados y más sol. Prueba de ello son los viñedos que hay por todas partes. La gente parece muy reposada, y como para no estarlo viendo todo el tiempo agua infinita, cielo por todas partes, y si está claro el día, hasta a Los Alpes llega la vista, pueblos muy bonitos, naturaleza continua, pero no salvaje como en otras zonas de Alemania, sino con formas suaves, como un jardín continuo. Lo que uno no se imagina es que además el lago abastece con agua, una vez purificada, a 5 millones de habitantes. 

Me está sorprendiendo mucho la zona. Está entre la más turística Selva Negra, y toda Baviera, que en temas de turismo se lleva la palma como representante de Alemania. Hoy he visitado sitios impresionantes, como el pueblo de Meersburg, con sus dos castillos y sus calles en cuesta. 



O la Basílica de Birnau, una de las típicas iglesias barrocas del sur de Alemania, recargadísimas, pero cuyo emplazamiento con viñedos y el Lago Constanza a sus pies, con la vista que encabeza esta entrada, es único.




Pero aunque yo esté ociosa estos días, tengo muy presente que aquí se trabaja seriamente, y lo de la ingeniería alemana está muy presente en este estado federal, Baden-Württemberg. Aquí se inventaron no solo los dirigibles, sino también los Mercedes y los Porsches, o algo tan simple como los tacos para encajar los tornillos a la pared. Un invento tan simple pero tan práctico, como lo parece este trozo de tierra y agua.

martes, 13 de marzo de 2012

La bella Imperia


Podría tratarse del único monumento dedicado a una prostituta, aunque desde luego por su tamaño, emplazamiento y relevancia para la ciudad ya es digno de mención. La estatua de Imperia preside el puerto de Constanza, la ciudad cuyo nombre en español da nombre al lago. No llama la atención por bonita, pues no lo es, pero sus curvas atraen las miradas, aunque sean de cemento: grandes pechos, buenas caderas y muslos, ropa ligera que marca bien los contornos, y en una mano sostiene al Papa y en otra al Kaiser, ambos desnudos. La estatua da vueltas sobre su pedestal y se hace visible en todas direcciones. Ella tiene el poder, eso está claro.

Durante el Concilio que tuvo lugar en Constanza entre 1414-1418, la ciudad no solo se llenó de religiosos y poderosos, sino de prostitutas. Las crónicas hablan de 700, que vinieron a satisfacer las necesidades "humanas" durante esos años, y al parecer lo del celibato no se tomó muy en serio. Por lo visto Imperia fue la más codiciada de las damas que ejercieron en burdeles o de manera privada, visitando al mismísimo Papa o Kaiser. Y por eso la figura, que los tiene bien agarraditos...

Cuando se colocó la estatua en la ciudad, en 1993, la polémica fue tremenda: la iglesia protestó por el escarnio público, pero no lo pudieron evitar por estar en terrenos de los ferrocarriles alemanes, es decir, en manos privadas.

Y ahí sigue Imperia, dándonos la bienvenida a los turistas, siendo fotografiada por todos, y presidiendo la entrada desde el agua a la ciudad. Yo no había oído hablar de ella nunca, pero sí que buscaré el relato de Balzac sobre ella, La belle Impéria. No sé cómo terminó sus días esta prostituta de lujo de la época, pero sí que corrió seguro mejor suerte que otro personaje del mismo Concilio: Jan Hus, el reformador, que terminó en la hoguera por tratar de reformar lo irreformable. Imperia, sin embargo, los agarró a todos bien de sus partes, y les ha sobrevivido, hasta el día de hoy.

lunes, 12 de marzo de 2012

Al ataque

Hoy han sido divisadas las primeras cigüeñas en Alemania. Y eso significa, dicen los expertos, que la primavera ya está aquí: primero llegan los machos y preparan el nido, y a las dos semanas las hembras con las crías, una vez que está todo listo. Qué sabia es la naturaleza: eso sí que es saber mudarse. Pero si han venido ya las primeras cigüeñas, es porque por fin hoy hemos tenido el primer día primaveral de este año. Como las cigüeñas, yo me he instalado hoy por primera vez en una heladería, fuera, a degustar el primer helado de la temporada al aire libre. Y en eso el norte y el sur de Alemania son iguales, y todo el país, donde el helado es ese pan nuestro de cada día cuyo precio nos importa igual que el de una barra de pan. El otro día el periódico anunciaba que las heladerías alemanas se están preparando para la temporada, y a la vez nos daban la buena nueva: los precios se mantienen estables. Eso significa que la bola de helado cuesta entre 80 cts o 1 euro. Los alemanes consumen de media 8 litros de helado al año. Los sabores favoritos son los clásicos, vainilla y chocolate. Yo cumplo con la media, estoy segura, pero no con los sabores. Hoy había que empezar con los 8 litros, al hacer 15 grados y sol. Qué bien me sientan las primeras cigüeñas, pues pánico me da cuando se van en otoño, el primer helado del año al aire libre, y los rayitos de este sol primaveral que nos devuelve a la vida.

domingo, 11 de marzo de 2012

Alemania no es Japón

Eso he pensado hoy cuando he recordado la historia que me contó mi prima hace poco y lo que me ha pasado a mí hoy. Ella y su marido, durante su viaje a Japón, se dejaron olvidada la bolsa con la cámara y los objetivos en el tren, todo de valor considerable, y se dieron cuenta tras haberse bajado e ir a entrar un rato después a visitar no sé si era un palacio o un templo. Con cara de circunstancias lo vieron, con la corazonada de que no estaba todo perdido. Y efectivamente, volvieron a la estación y una chica se ocupó del caso, llamó al final de la línea, y allí estaba. Mandaron la cámara de vuelta a la estación donde ellos iban, y la recuperaron.

Hoy, me he ido a poner mis sandalias de goma en la piscina termal en la que he estado en la ciudad de Constanza, cuando he visto que no estaban. Me he cagado en los chorizos de Alemania, que los hay, y me he acordado de Japón. Allí seguro que nadie se colocaba unas sandalias de goma usadas y salía con ellas andando. Y el verano pasado me cabreé en España por unas gafas de sol que me volaron en cuestión de cinco minutos, por habérmelas olvidado en la ducha de la piscina del pueblo. Estoy gafada, eso está claro, y la conclusión del día es que tendré que ir a la piscina a Japón.

La anécdota me ha puesto de muy mala leche, aunque por suerte se me ha ido pasando el resto del día. Después hemos ido a la isla de Reichenau, una de las que tiene el Lago Constanza y que es, nada menos, Patrimonio de la Humanidad por sus iglesias con pinturas bizantinas. Una maravilla.



La isla, aunque hoy no lo pareciese, debe tener "lo menos" clima subtropical, a juzgar por la de invernaderos y viñedos que hay. Esto es el sur de Europa, definitivamente (ay lo que se me viene a la mente ahora respecto a mis sandalias, pero no lo voy a decir). Lo que tengo muy claro, y mis hijas también es que jamás podría vivir en una isla así: 4 km de largo, 1,5 km de ancho. Mis hijas me tomaron el pelo un buen rato: "Dejemos a mamá aquí, y sin internet". Se me quedaría muy pequeña, por mucho patrimonio que tenga y que algún papa la eligiera como lugar de retiro hace un par de siglos. Antes me voy a vivir a Tokio, eso está claro, que vivir ahí. Pero muy idílico. Suiza está al otro lado, y Austria un poco más allá. El "laguito" tiene nada menos que 260 km de perímetro y regala sus orillas a tres países. De momento lo he visto sumido en las brumas, pero para mitad de la semana anuncian 17 grados y sol.



Igual que creo que puede salir el sol, creo en los seres humanos, y seguiré probando piscinas del mundo y notificando del grado de civilización humana, aunque tenga que llegar hasta Japón.

sábado, 10 de marzo de 2012

Conclusiones de norte a sur

Del día de hoy he sacado varias conclusiones:

1. Alemania es un bosque con 80 millones de habitantes.

2. Su savia son las autopistas, que atraviesan todo el territorio frondoso, de norte a sur y en todas direcciones.

3. Que en un día normal de marzo el color del cielo es gris en toda la geografía: hay muchos tópicos climáticos.

4. Que norte y sur están demasiado lejos, y aún así en 9 módicas horas de viaje (con parada de una hora a turistear algo) te lo atraviesas (eso sí, algo harto de coche).

5. Que la geografía está llena de ciudades que conozco de nombre, pero que no sitúo, ni en su estado federal correcto, ni en sus coordinadas exactas. Lo de cae "por Frankfurt" es demasiado amplio en mi mente.

6. Que aunque viva otros 22 años en Alemania, me quedará mucho país por recorrer, porque vivir en Hamburgo, de cara a la geografía alemana, es como vivir en San Sebastián: todo cae lejos y no puedes ir a los sitios en plan "pasaba por aquí". Hay que ir con alevosía y premeditación.

Así que tras ver bosque continuamente, y mucha Autobahn, la autopista, que por fin me ha reconciliado con la velocidad en largos tramos en los que he puesto el coche a 190 km/h (de 160 no he bajado), 850 km más abajo, me encuentro en  Konstanz, la ciudad que da nombre al Lago Constanza. De noche ya era bonito al llegar, aunque no he visto nada todavía. Relataré en los próximos días mi viaje en esta región tan desconocida para mí. Tan solo una vez estuve cerca, en Stuttgart, en Ulm y otra en Friburgo, pero aquí ni por asomo.

Y me ha sorprendido Fulda, una ciudad barroca y monumental en la mitad del país. Recorrer tanto kilómetro sin ver nada me parece muy ingrato, y como otras ciudades pegadas a la autopista ya las conocía (Göttingen, Kassel, Würzburg) le tocó a Fulda, y como constancia aquí queda la pedazo de catedral que hay en esta ciudad barroca.



Es ciudad arzobispal, así que será por eso que sea tan barroca. Había una "torre de las brujas" enfrente de la catedral y una placa que indicaba que en Fulda murieron 257 mujeres (creo que esa era la cifra) condenadas a la hoguera por ser acusadas de brujería. La inteligencia humana a largo de los siglos... A lo mejor éste se quedó así de firmar tanta ejecución.



7. Por mucho que digan, aquí han sido igual de bestias por los siglos de los siglos, amén. Pero las autopistas les han quedado divinas, y los bosques no digamos.

viernes, 9 de marzo de 2012

Duelo infinito

Día duro. Muy duro. Ir a un entierro no es agradable, pero si encima es de un chico de 18 años peor aún. Resulta muy doloroso pensar en esa vida truncada antes de empezarla prácticamente, o al menos a vivirla de forma autónoma, rompe el alma ver a esos padres destrozados, a los abuelos del chico, a los amigos, a todos los que lo conocían a él, o trataban a los padres. Entierro protestante, con una mujer como pastora oficiante. Música moderna. Canciones que le gustaban al chico. Una urna, pues le habían incinerado. Una vida que se acaba, y unos padres cuya vida no volverá a ser jamás como hasta el día en que comenzó su nueva vida, huérfanos de su hijo. Una hermana que ha perdido a su único hermano, y se queda sola. Muchas promesas de la oficiante de que ahora el chico está bien, en otro lugar, más allá, bien acompañado. Duro creérselo cuando ha sido arrancado así de la vida.

El dolor ante la muerte es universal; no los ritos y las formas. En Alemania no se entierra al día siguiente, sino hasta dos semanas después. No hay tanatorios. Los entierros son menos multitudinarios, pues solo va quien se sienta vinculado de verdad con la familia. Suele haber tarjeta de invitación con la fecha y hora del entierro. Suele haber una comida después, costumbre antigua de los pueblos o para dar de comer a los que venían de lejos. Y aquí, al enterrar, cada persona presente, echa algo de tierra sobre el ataúd o la urna, flores o pétalos, uno a uno. Reina un silencio absoluto. En Alemania no se habla del dolor, aunque duele igual. Muchos abrazos, gestos, pero pocas palabras, o ninguna, con la parquitud típica de la cultura. Pero en momentos así se siente igual la cercanía. Me gusta que no se pasa lista por si alguien no va. No se toman en cuenta esas cosas. Pero sí necesitan una cierta solemnidad y sensación de que hasta ese último paso ha sido perfecto: las palabras perfectas en la ceremonia, un libro en el que todos los que han ido firman, para que luego la familia sepa quién ha estado. Y luego en silencio, cada uno a su casa, a nuestros quehaceres, con mal cuerpo, pero pudiendo abrazar a tus propios hijos al llegar a casa, y volver a pensar que para unos padres, eso es lo peor que les puede pasar. En Alemania y en el resto del mundo. Cada ser es irremplazable y en eso no importa la edad. Lo malo de la muerte es que es demasiado definitiva. Perder a las personas que más quieres es una cadena perpetua. Y el duelo en algunos casos infinito.

jueves, 8 de marzo de 2012

Para más inri

Vi el otro día esta noticia, y no quise ni leerla, pues algunas las ignoro, para no hacerme demasiada mala sangre. Pero hoy me la remite mi prima, y no solo la leo, sino que la incluyo en mis elucubraciones. El artículo habla de la visita secreta de Rouco Varela a La Cañada Real, que realizó en octubre y donde ofició misa. Seguro que todos estaban esperando esa misa en el poblado de la droga y la miseria. Los niños no estaban además evangelizados, constató, y se propuso actuar a través de Caritas y crear una escuela y alfabetizar a las mujeres, ambos planes loables, pero como siempre, las excavadoras, la policía, y la dejadez de todos ante ese foco de degradación humana no consiguen nada. Ah, se trata de evangelizar, de darles catequesis a los niños, y que sepan quién es Jesús.

Pues que les den catequesis. A veces pienso que hay que evangelizar para luego pensar y descreer tú solo. Yo lo veo claro estos días. El otro día mi hija mayor me dijo que esta a punto de declararse atea (igual que me temo y eso sí que me preocupa, que se declare vegetariana); que por más que piensa no le ve sentido a las cosas tan raras que predica la iglesia (tiene 11 años). Me puso el ejemplo del sacrificio de todos los bebés cuando Herodes buscaba a Jesús. "Y encima están orgullosos de que Jesús se salvase", me comentó indignada. Pero más vale que me calle hasta que la pequeña haga su primera comunión, pues yo no creo ya, pero les doy la posibilidad de creer: llevo a mis hijas a catequesis para que no se pierdan nada, y luego que ellas mismas mediten y descubran.

El otro día volví a recordar la de montones de rosarios que recé yo de niña. Mi abuela me ponía a rezar con ella. Recuerdo el soniquete de la oración desganada, el rosario en sus manos, y las ganas de terminar por mi parte. Y sin embargo recuerdo esos momentos como algo lleno de cercanía y cariño. Cuando falleció mi abuela, le dije a mi madre que yo solo quería una cosa de ella: el rosario. Y el otro día, colocando mi habitación, salió. Para más inri, y nunca mejor dicho, al pobre Cristo lo dejó mi abuela atado con un cordelito, pues el pobre, con tanto rosario había sufrido una postvida muy dura. Mi hija cuando lo vio atadito se empezó a reír y comentó: "Es como si al pobre, después de la crucifixión, por si fuera poco, encima le atan, y le dicen 'ahí te quedas, y no se te ocurra bajarte, ¿eh?'" Me hizo reír con su lógica, pero la metáfora no deja de ser cierta. La iglesia se empeña a tener a ese Cristo crucificado en vez de acercarse a la realidad. Con camelos y sotanas no se ganan la fe ni de los niños salvo la de los aborregados de siempre que a base de no pensar, pretenden que todo siga igual.

Al menos nos queda Messi, ese dios del fútbol, que ha avergonzado al fútbol alemán. Aquí los periódicos hablan de vergüenza. Y Messi jugó con jaqueca!!! Se tomó un analgésico y marcó 5 goles. Yo, que padezco de migrañas de un tiempo a esta parte, no pierdo la esperanza de tomarme pastillas y aún con jaqueca lograr algo grande. Messi es hoy mi ídolo, pues ya llevo dos pastillas. Para más inri, como al pobre Jesús, atadito y bien atado, me han sacado estos días una alergía al paracetamol, así que andamos bien. Y por eso pienso mucho en el "a-mí-plin". Me lo recomendó mi amiga hace poco. Me dijo: "Tómate un 'amiplín' y verás que bien". Y cierto, desde que me lo recomendó me lo tomo, y hay días en que consigo que me haga efecto, pero otros no. Estoy por proponer que lo fabriquen en versión "forte", para ciertos días en los que no solo me estalla la cabeza. Que se lo den también a los de La Cañada Real cada vez que aparezcan las sotanas por allí.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Fernweh

Hay una lección en el método de español con el que trabajo en la que se les pide a los alumnos que digan sus palabras favoritas del español: como respuesta mencionan palabras como melocotón, alrededor, amor, u otras de lo más peregrinas, pero cuyo sonido les gusta. He hecho el ejercicio con varios grupos, y yo también digo siempre cuáles son mis favoritas. Siempre elijo morriña, chiringuito y sarao. Les tengo que explicar lo que significan las tres, hasta chiringuito, que aunque los conozcan de las playas españolas no conocen la palabra. Pues hace poco un jubilado en una de mis clases me dijo que ese día él me ponía tarea: que me pensase cuáles son las palabras en alemán que más me gustan. A la semana le dije un par de ellas, y hoy, cuando me he acordado de la que titula esta entrada, me da rabia que no se me ocurriese hace dos semanas, pero supongo que no era el momento, como lo es esta semana. Fernweh es la nostalgia de lo lejano, digamos que sería lo contrario de la morriña, que es la nostalgia de tu hogar o tu país. Y el Fernweh es lo que siento yo muy a menudo cualquier día del año si me pongo a pensar, pero muchísimo estos días de vacaciones en casa. Pienso en la gente que conozco que está ahora mismo de viaje y me dan ganas de irme al aeropuerto ahora mismo, pues además de una prima mía que ha vuelto (maravillada) de Japón (lo que me contó el otro día por teléfono debería ser plasmado en un blog), también sé de gente que está ahora en Martinique (en El Caribe; me acuerdo mucho de esa alumna mía cuando veo el cielo gris aquí), en China, en Florida, o en Andalucía. A los que esquían no envidio a ninguno; qué ganas.

Sin embargo transcurre una semana tranquila de vacaciones en casa. Qué mejor momento que hacer aquello que uno debería hacer más a menudo: quitar o tirar cosas no útiles. Mi primera teoría de una época en la que me mudé a menudo es que uno debería mudarse cada dos años. Me volví experta en deshacerme de cosas y guardar mucho menos. Ahora van ya para cinco años en esta casa, y sería el momento de mudarse y tirar. Lo que uno acumula y guarda a veces es absurdo, y eso que no soy tan coleccionista de cosas inservibles. Mi segunda teoría es que de todo lo que no se utilice en un año se puede prescindir. Me agobian las cajas encima de los armarios o debajo de las camas, cuyo contenido olvidé hace mucho, porque ésas son definitivamente cosas que no necesito.

Y tiro y coloco, aprovechando la paz de estos días, y a la vez voy haciendo maletas. Adelanto que me voy el sábado, así que el Fernweh me durará un par de días más. Ya desvelaré adónde. Esta vez un largo viaje en coche a una zona que no conozco nada. Así que me encuentro sumida en otra constumbre muy mía: colocar armarios mientras hago maletas, algo que parecerá paradójico y una manera absurda de complicarse la vida, pero para mí es siempre el momento de inspeccionar a fondo, rescatar piezas olvidadas y de sacar lo inservible, porque cada viaje es un nuevo comienzo de algo. Yo al menos lo veo siempre así. De cada estancia fuera, por muy corta que sea, te llevas algo y vuelves con energías renovadas a tu rutina diaria, para seguir almacenando cosas, y tirando otras, y para estar preparados para hacer las maletas en cualquier momento y salir.

lunes, 5 de marzo de 2012

Más de lo mismo

Probablemente no sea el caso de Merkel como canciller"a", pero la noticia del día para mí ha sido la siguiente: las mujeres ganan mucho menos, y sobre todo en Alemania. En ningún país hay tanta diferencia entre los sueldos entre hombres y mujeres como en Alemania: nada menos que un 21 %. Este es el resultado de un estudio de la OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, de la que forman parte 34 estados, en teoría los más ricos y avanzados del mundo. A la cabeza en cuanto a menor diferencia está Noruega, con un 8,4 % (nada sorprendente) y luego va Bélgica con 8,9 % (tampoco me sorprende). No quiero entrar en más detalles, pero mundo, convéncete de una vez de que Alemania será una potencia industrial productora de coches e ingeniería alemana, pero aquí seguimos con una situación decimonónica para la mujer. Y qué pasa cuando nacen los hijos: como las mujeres ganamos menos, a la hora de "repartir" el tiempo al cuidado de los hijos, la balanza se inclina siempre al hombre como "alimentador", como se dice en alemán, el Ernährer, y la mujer como la que renuncia a su carrera profesional, pues donde no hay, no hay: no hay apenas guarderías de los 0 a los 3 años, de 3 a 6 todo privado, nada estatal ni colegios, ni nada. Y a partir de los 6 años, colegios sin comedores y con clase solo hasta la una, en general.

Digo que no voy analizar más este dato, pero esto cuadra con mi día de hoy. Han comenzado las vacaciones de marzo, dos semanas nada menos sin colegio, y hoy hemos pasado el primer día de vacaciones en casa. Todo bien, ningún percance, un día que da para todo, para reír, para regañar, para gritar, y para disfrutar las tres juntas. Hemos ido al mediodía al centro a dar un paseo, algo genial en un lunes gris y normal del mes de marzo. Pero en el camino de vuelta la radio dijo la noticia anterior, y yo pensaba que estoy de acuerdo con el resultado: no que me parezca bien, no me malinterpreten, sino que mi sensación es esa. No solo ganamos menos económicamente hablando, sino que perdemos también muchas oportunidades voluntariamente plegándonos a la realidad y a lo que se espera de nosotras, cubriendo la falta de infraestructuras, y lo que es peor perdemos en autoestima y en valor para la sociedad. Por otra parte, viendo que la gente que trabaja está muy descontenta (rara vez oyes a alguien decir que está contento con su trabajo y poca gente de mi edad dice creer que estudió lo mejor y que ahora hubiese hecho otra cosa), problablemente soy una afortunada de levantarme un lunes normal y poder disfrutar de mis hijas y pasar tiempo juntas de calidad, además. Pero la OCDE me recuerda que la realidad es otra.

Y ayer publicó El País un artículo titulado "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer", firmado por los académicos de la lengua, en el que llaman la atención a las guías de lenguaje no sexista y sus recomendaciones para no discriminar en el lenguaje. El artículo es incluso para una filóloga como yo un tostonazo difícil de digerir, pero lo he leído sobre todo en las partes de los ejemplos, y admito que artículos así no hacen más "digeribles" las recomendaciones sobre el lenguaje, pero mi impresión ha sido la de siempre. Les doy la razón a los académicos cuando dicen que no hay discriminación en decir por ejemplo que "Todos han venido hoy", pues yo, como mujer, me incluyo en ese "todos". Género no es lo mismo que sexo, recuerdan. Que el lenguaje adapte palabras como médico a médica, juez a jueza es algo positivo, pero no porque se adapte el lenguaje sino porque se adapte la realidad: que las mujeres copen esos puestos. Pero una frase como "el que tenga algo que decir, que hable ahora", no me discrimina como mujer. Las guías no van a cambiar nada con frases que no le salen a ningún hablante de manera espontánea como "Toda persona que tenga algo que decir, que hable ahora", o frases parecidas.

Yo quiero que no haya tanta diferencia salarial entre hombres y mujeres, y que Alemania esté a la cola, aunque a algún país le tiene que tocar, me desazona, por la parte que me toca. Pero no tengo ningún problema en mis clases de español de explicar que "hermanos" es la traducción de Geschwister, una palabra sin género en alemán que indica a las personas que tienen el mismo padre y/o la misma madre, o que los "padres" en español son los Eltern, otra palabra neutral para explicar el conjunto de los dos, y que a una reunión de padres en España en un colegio cualquiera probablemente acudan, como aquí, más madres que padres. Pero curiosamente al tiempo que las madres en general cogemos aquí para ocuparnos de nuestros hijos hasta tres años se llama Elternzeit, el tiempo de los padres, padre y madre, de ambos, y las que pasamos las vacaciones escolares en pleno mes de marzo también. Así que por mucho que el lenguaje diga que somos dos, la OCDE es la OCDE.      

domingo, 4 de marzo de 2012

El puerto de los sueños

¡Cómo habré tardado tanto tiempo en ir! Hay sitios a los que cuando vamos, pensamos que debimos haber ido antes. Eso me ha pasado hoy en un museo interesantísimo que hay en Hamburgo, y que no recibe la publicidad debida. Es el museo de la emigración, la BallinStadt, o la 'ciudad de Ballin', cuyo lema es "Port of dreams", el puerto de los sueños, nada menos. Se trata de un complejo de tres edificios iguales en un lugar muy espacioso, al lado del Elba. Abrió sus puertas en 2007, más de 100 años después de la puesta en marcha de este proyecto, único en su día.

De 1901 hasta los años 30, salieron de Hamburgo millones de emigrantes al Nuevo Mundo. En los tres pabellones reconstruidos se pueden ver documentos, fotos e historias personales de gente que llegaba a Hamburgo de otras partes de Alemania y del este de Europa para iniciar el viaje hacia una nueva vida. A Hamburgo se le llama la "puerta al mundo", algo que me parece siempre una frase de los exagerados hamburgueses que se creen que viven en el centro del mundo. Pero en este punto toma su significado real la frase, porque desde aquí salieron 5 millones de personas en barco, dejando atrás Europa, Alemania y Hamburgo, en un largo viaje de la BallinStadt, en Hamburgo, a Ellis Island, Nueva York. Antes de partir, en estos pabellones arreglaban los últimos papeleos antes de lanzarse a la aventura de su nueva vida, y el museo recuerda todo esto.

Antes de crearse esta ciudad dentro de la ciudad, los que llegaban a Hamburgo para salir desde el puerto, se quedaban en otra zonas, y no se les trató muy bien. Incluso se les acusó de propagar el cólera que en 1892 hizo estragos, aunque fuese debido a la insalubridad de la ciudad. Como se cerraron las fronteras para los emigrantes, las navieras temían pérdidas en su negocio. Albert Ballin, director general de Hapag, propuso al Senado hacerse cargo de los gastos del control médico de los emigrantes en la frontera, para lo que además hizo construir una ciudad en la isla del Elba Veddel para los emigrantes, en la que pudieran tramitar todas las formalidades antes de su partida. La ciudad de los emigrantes funcionaba a la perfección: allí no solo podían dormir y comer, sino realizar los controles médicos, los papeleos, o rezar, ...incluso había una iglesia católica una protestante y una sinagoga. Se les realizaban tests, y el que no los pasase, no podía subirse al barco. Lo triste son los testimonios de los que llegaron, y que el barco, que el museo recrea muy bien, era la sociedad misma: los pasajes de primera, los de segunda y los de tercera. Tras pasar la Estatua de la Libertad, un testimonio refleja la decepción de que los pasajeros de primera salieran por la puerta grande del barco y los otros tuviesen que sufrir otros controles exhaustos y no pudieran salir hasta una noche después por lo menos.

El museo cuenta casos concretos de gente buscando su suerte al otro lado del mundo, y si lo consiguieron o no, historias tristes, historias de esperanza, y todo en un escenario muy cuidadosamente presentado, con baúles y maletas por todas partes, llenas de documentos, objetos personales, y mucha ilusión. El museo ofrece además la posibilidad de buscar a antepasados que se fueron desde este lugar y tiene una base de datos impresionante. Había varias personas de habla inglesa buscando sus raíces, supongo. Tristemente leo ahora que el museo ha sido criticado por no recibir el número de visitas que esperaban. El negocio, como siempre. Espero que los que lean esto y puedan, acudan a verlo, pues es un testimonio real de gentes en busca de una vida mejor, algo muy legítimo entonces y ahora, de la manera que uno lo desee. http://www.ballinstadt.de/

viernes, 2 de marzo de 2012

El verdadero sentido práctico

De la noticia sobre el translado del príncipe Friso de Holanda a Londres, tras haber sido sepultado por un alud en Austria hace dos semanas y encontrarse en coma desde entonces, me ha sorprendido un pequeño detalle. Que sea Londres no es casual, dado que allí residen él y su familia, pero en Holanda, dice la noticia, no hay centros así para mayores de 25 años. A mí no me soprende el detalle, aunque da que pensar. Al parecer un coma en mayores de 25 años no merece la pena para la seguridad social holandesa. Tras haber oído mil y una historias de médicos y hospitales en Holanda, y la mentalidad que tienen, cuadra con lo "normal".

El holandés medio soprende en su actitud hacia las enfermedades por ser poco contemplativo. Son bastante prácticos, y parten de mínimos para todo. Que te ha tocado algo gordo, pues te aguantas, y no malgastes energías en médicos y menos aún dinero (gran tema nacional) y molestias para el resto de la sociedad. Sé de casos para ponerse a llorar, donde la falta de atención no ha tenido que ver con el dinero, uno concreto, de un familiar, que murió tras 5 años vegetando tras no haberse tomado en serio ni ellos ni los médicos que la paciente tenía una infección gorda que problamente se hubiese frenado con una fuerte dosis de antibióticos a tiempo. Muchos holandeses ni van al médico, o se lo toman todo demasiado a la ligera, pienso yo. En algún otro lugar escribí una vez que la eutanasia no es mera casualidad en ese pequeño país, saturado hasta las costuras de gente en poco espacio, ya que he oído demasiadas opiniones de holandeses como para pensar que es anecdótico que se aplique tanto en ese país. Que conste que estoy a favor de la eutanasia, pero me choca si se hace alarde de su aplicación con comentarios como "total, si se va morir igual". Ahí está esa actitud tan holandesa de no dejar siquiera que las enfermedades o sufrimientos nos tomen más tiempo del justo y necesario, y sé de algún caso en los que la familia decidió dejar de alimentar al paciente, y situaciones así.

Así que por muy príncipe que sea, lo que no hay no hay, y si en Holanda ni siquiera se "guardan" pacientes reales mayores de 25 años en coma, habrá que buscarse otros lugares. No es casualidad que haya un turismo de hospitales de holandeses que van a Bélgica o Alemania a operarse o a especialistas. Una amiga mía que vive en Holanda acudió por dolores fuertes al médico durante un tiempo, y nadie sabía lo que tenía, hasta que una simple radiografía hecha en Alemania mostró que tenía una costilla rota.

Sin embargo es un país simpático y peculiar. En mi último vuelo con KLM guardé los datos que la revista de a bordo daba sobre su país: tienen 15.000 km de carriles bici, casi cada holandes tiene una bici, 16 millones en total, el doble que coches; producen 13.000.000 kilos de queso por semana; Amsterdam tiene 1.281 puentes (más tiene Hamburgo, diría un hamburgués); son el mayor exportador de bulbos de flores del mundo; su territorio estaría anegado de no contar con esa obra de ingenieria de diques y exclusas, que los mantienen a salvo; pero a lo mejor no les hacen falta, pues los holandeses son los más altos de Europa: olvídense de los escandinavos o los alemanes, ellos ganan, ya que la media de altura para todos los adultos es de 1,85 m.

Y a estos datos podríamos añadirle que no existen centros para pacientes en coma para mayores de 25 años. Suena a película de terror.