miércoles, 4 de diciembre de 2013

Lo que es sin ser

"Pobrecilla", pensaba yo el lunes cuando llegó la parisina que nos ha tocado en el intercambio organizado por el instituto de mi hija  Cuando vino para acá la parisina no creo que viniese pensando que caería en un hogar español en Alemania. Te vas a Hamburgo y esperas estar en una casa de costumbres alemanas y te encuentras con una isla en la que se habla español y se comen muchas cosas no alemanas. Así que esta semana me tomo en serio mi segunda nacionalidad y se habla alemán en mi casa y se hará todo lo que se pueda para parecer lo más teutonas posible.

Pero como las cosas a veces salen solas, ayer fuimos a un concierto organizado también por el institito en el que además cantó mi otra hija. A la parisina le faltó poco para dormirse, pero no solo ella sino yo igual. Salvo cuando cantaron los pequeños, que fue cuando actuó mi hija, y que me encantó no solo como madre orgullosa, el resto fue un concierto de música clásica en el que me volví a decir lo de siempre: que aunque parece que a uno le deba gustar la música clásica, a mí me sigue sin decir nada y me deja igual que si no la oyera. Lo que hace el no haber educado el oído, pensaba yo anoche. Pero en París es igual, por mucho que digan, y cuando salimos la parisina dijo que se había aburrido mucho, así que pensé que por qué preocuparme, que solamente en el concierto de ayer recibió una jornada intensiva de vida alemana. 

Como además hace un frío que pela, el clima está haciendo el resto. y para colmo mañana nos viene un huracán, uno de los peores que ha vivido Hamburgo, dicen, con posibles inundaciones y desperfectos. Hasta han decidido cerrar los mercadillos de Navidad toda la tarde de mañana y el Dom, el parque de atracciones ambulante que ahora mismo está en Hamburgo hasta el domingo. 

Así que para qué preocuparse, repito, en el mundo global y raro en el que vivimos en el que nada es lo que parece, ni siquiera las francesas son lo que parece. A nosotras al menos nos ha tocado una de verdad, pero a una amiga de mi hija le ha tocado una que es inglesa. Al llegar dijo que quería hablar inglés y ahora toda la familia habla inglés en un intercambio de francés, así de fácil se soluciona la barrera del idioma.

Y lo mejor es que cuando llegó la francesa nuestra, una de las primeras cosas que le preguntó a mi hija fue si es vegetariana. Al decir ella que no (aunque lleva un tiempo pensando en "convertirse"), la francesa dijo: "menos mal", muy aliviada. Muchos chavales franceses habrán pensado que vendrían a un hogar con dieta a base de codillos y salchichas y habrán caido en un hogar vegetariano. Nadie es perfecto, ni nada lo que parece. 

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