viernes, 6 de julio de 2012

Piedras, arrozales y mosquitos




No me quiero ir de la provincia de Tarragona sin plasmar unas imágenes.


Así me hubiese a mí gustado ver la ciudad de Tarragona, pero la maqueta de a Diputación de la ciudad, la muestra en su esplendor de entonces, de cuando se llamaba Tarraco. Aún así, y con los pecados urbanísticos de todas las ciudades españolas, sorprende por conservar bajo sus edificaciones actuales la época dorada del Imperio Romano, que se ve en ruinas y piedras por todas partes. Deben hacer un agujero y encontrar historia. Tras Mérida, es la ciudad española con más restos romanos.

Esto ya estaba cuando llegaron los romanos, aunque más salvaje aún, sin urbanizaciones a pie de playa, y sin tanta mano del hombre sobre la costa y el paisaje. Sin embargo, sigue habiendo playas bastante tranquilas en la zona sur de la provincia, sin edificaciones monstruosas, teniendo en cuenta lo que hay por ahí, mismamente en la provincia de Tarragona si pensamos en Salou o sitios así.

En la Rambla Nova encontramos esta torre humana.
 Estos Castellers se quedaron literalmente de piedra, y ahí siguen.

Lo más espectacular, el Anfiteatro. Mejor sitio no pudieron elegir, al lado del mar, y es que los romanos sabían lo que se hacían, al menos construyendo, y no al echar gente a los leones, o con las luchas de gladiadores o espectáculos así en este recinto.

El Circo Romano, donde se realizaban las carreras de caballos.
Ahora está en plena barriada, a la puerta de casa de cualquiera.
 Se descubrió hace una década, y siguen sacando piedras.
Debe haber unas cuantas más, a juzgar por las obras.

La desembocadura del Ebro. Impresionante paraje natural, lleno de aves de muchas especies. Triste oír en el recorrido en barco que el caudal del Ebro ha bajado considerablemente por obra y gracia del hombre, que se sirve de él a su paso.

El Delta del Ebro ofrece un paisaje plano, lleno de arrozales. Es la huerta de arroz de Cataluña. Me recordó a Holanda, eso sí: habría que quitar los arrozales, poner unas vacas y nubes de algodón de todas las tonalidades entre blanco y gris. Así que casi casi...

Finalmente una imagen del puerto de pescadores de L'Ametlla de Mar, al parecer uno de los principales del litoral catalán.

Me faltaría una foto del Centro de Salud de L'Ametlla, al que he acudido un par de veces estos días, y en el que me van a echar de menos. Esto es la prueba de que las vacaciones en realidad son como tu vida diaria, y los niños se te ponen malos igual que cuando estás en tu casa o van al cole, y tú misma igual. Y todavía he de hacer alguna foto del "mosquito tarraconensis", una especie asesina que me ha acribillado piernas y pies. Acecha por todas partes y a mí me han dejado un montón de señales y recuerdos de estas tierras. Pero esos se pasarán, y no mis impresiones. Y a mí no me espantan tan fácilmente unos mosquitos, aunque sean más que la población humana. Volveré, eso está claro, pero jamás a un cámping, por cierto.

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