viernes, 18 de noviembre de 2016

Merece la pena quejarse

Hace unas semanas me pasó una de esas cosas en apariencia normales, pero que luego desencadenó en algo ya menos normal. En uno de mis vuelos, llegué tarde al aeropuerto de Hamburgo con mis hijas. Como vivo muy cerca del aeropuerto, a la hora de coger taxis una  no se hace amiga de los taxistas. Si vives muy cerca del aeropuerto, la mirada de odio que te lanzan es asesina, porque tienen que esperar a veces más de una hora para coger a los clientes en la zona de llegadas. Como no tengo ganas de malas vibraciones cuando vuelvo de viaje, me voy directamente a la zona de salidas y me monto en alguno de los que acaban de soltar a pasajeros. Lo malo es que a hora intempestivas, arriba no hay apenas nadie y tarda en pasar algún taxi vacío, pero hasta eso hago para que el señor taxista no pierda ni un euro, aunque en realidad podría denuciarlos si se niegan a llevarme o se me quejan.

En esas estaba yo con mis hijas, esperando que pasase uno por casualidad, cuando llamé a un taxi donde los suelo pedir para que nos recogiera. La cosa fue que el taxista no nos vio (éramos 3 con maletas en la oscuridad de la noche y apenas había nadie) y yo tampoco sabía dónde era dónde esperaba que me pusiese, pues tampoco era tan complicado vernos. Total, que nos pusimos bien visibles. El taxista me llamó y me dijo que daría otra vuelta pero volvió a no vernos. Luego paré a otro que yo pensaba que era el nuestro y me dijo que el otro se había ido, así que lo cogimos. Hasta aquí todo normal y nada raro y que no pueda pasar.

Pero el problema fue que al llegar a casa tenía un sms del taxista bastante ofensivo y un mensaje de voz en el móvil también en muy mal tono y atacante. Como no pareció normal que un taxista utilice mi número privado para hablarme así, llamé a esas horas (casi las 12 de la noche) a la central de taxis y me quejé. Tomaron nota y me pidieron que mandara los mensajes y me dijeron que se le iba a caer el pelo al taxista, pues eso no pueden hacer. 

Yo pensé que ahí se quedaba la cosa, y me di, por satisfecha. Pero unos días más tarde recibí una llamada en la que una señora se disculpaba oficialmente en nombre de la empresa y me dijo que al taxista le habían abierto un expediente. Me dijo que necesitaba mi direcciõn para disculparse también por escrito. Y al día siguiente tenía una carta en el buzón con 3 vales de 10€ y con más diaculpas

Si algo he aprendido en Alemania es que hay que quejarse. Al menos aqui sirve de algo, lo sé, pero si todos lo hiciesen en España por ejemplo, quizá se crearía una "cultura de la queja" y de que al menos sabes que te escuchan y que la gente, y más si dependen de tu dinero, no se puedan permitir todo. Ese taxista ya no vuelve a acosar a nadie (ese es el término que usaron en las disculpas) y yo  sé que hay cosas que verdaderamente no tenemos que tolerar.