Al oír hoy la noticia he recordado lo mucho que me sorprendió cuando llegué a Alemania en 1990 que los adultos consumiesen tantos caramelos Haribo. Iba a fiestas y a las casas de la gente y en vez de o además de patatas fritas o cosas de picoteo no faltaban platos o cuencos con ositos u otras variedades. Yo me acordaba del jamoncito, el choricito, las aceitunitas... Y me parecía un poco inmaduro que personas de más de 20 años se metieran tantas golosinas para el cuerpo.
Con los años he ido descubriendo mis especialidades favoritas y desde que trabajo por las tardes, nunca me faltan en el coche, para cargar las pilas de vez en cuando. No es que mi felicidad dependa de ellos, ni sé a cuántos millones de personas hará Haribo feliz, pues su eslógan es "que hace a los niños felices, y a los adultos igualmente", frase que todo el mundo conoce, como el "desodorante que no te abandona" o el "Cola Cao, alimento olímpico". Pero Haribo es una marca unida a Alemania como el cola Cao a España, y además traspasó fronteras. Años después de haberlos conocido aquí, los ositos de goma empezaron a aparecer en España, y si bien no se ofrecen al lado del jamón o el chorizo en las fiestas, y no he visto a adultos consumirlos (¿lo harán en secreto?) sí a los niños.
Así que la muerte del Sr. Haribo es noticia en Alemania, aunque sea ley de vida, y a mí me transporta a esas veladas de ositos de goma en las que yo me sentía tan madura. Ahora me río.
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