lunes, 28 de febrero de 2011

Sonidos que permanecen

Seguro que vuelvo. Sabía que la Acrópolis era visita obligatoria, uno de esos sitios que hay que ver, como la Torre Eiffel, el Big Ben o la Puerta de Brandemburgo. Pero mis sensaciones de la ciudad ponen a Atenas en el olimpo de los viajes a realizar. Suelo no creerme los comentarios negativos que oigo de otros turistas: muy sucia, peligrosa, el hotel está en muy mala zona, tened cuidado. Sí, todo cierto, pero dos mujeres que han crecido en Madrid, y no en esa zona escaparte que tienen todas las ciudades del mundo, no juzgan a una ciudad por esos aspectos. La gente es muy amable, la comida muy rica, y el ir paseando por las calles y ver un templo aquí, una columna rota allá, otros descabezados en cualquier templo, pedruscos con inscripciones muy antiguas, y esa Acropolis dominando la ciudad, le hacen a uno sentirse poca cosa en la "posteridad" en la que vivimos, pues aquello debió ser un mundo fantástico de cultura y orden. Que los griegos odien a los ingleses lo entiendo ahora. Se llevaron el Partenón a cachitos. Yo he visto en el British las figuras del Partenón, pero ahora, si vuelvo a verlas en aquel museo, las veré con recelo, al igual que la Nefertiti está tan fuera de lugar en Berlín, o el altar de Pérgamo en la isla de los museos berlinense.

Febrero no es la mejor época para hacer turismo, como nos ha demostrado el tiempo. Yo iba ávida de sol, y no he visto más que un cielo gris, y el aire era demasiado frío para latitudes tan sureñas, pero hacer turismo en febrero te permite ver las ciudades sin mareas humanas de turismo borreguil. Y aún así había turistas. Si nos costó tirar alguna foto sin otras personas más que nosotras, en julio o agosto será imposible.

Al llegar, la primera palabra griega que vi fue απεργία, 'huelga', algo tan liviano, pero que anoté con placer, para volver a escribir con letras griegas como hacía en el instituto, aunque esta vez no eran textos de Tucídides. Los autobuses al centro no circulaban, pero el metro por suerte sí. Se respira crisis en la ciudad: el impresionante Museo Arqueológico Nacional, de visita gratuita los domingos, estaba abierto ayer solo en parte, obviamente por ahorrar empleados en un día sin beneficios. Se ven muchos perros callejeros por la ciudad, y hay, algo que nos resultó espantoso, muchos niños pidiendo, algo que en España no se ve desde hace muchos años. Sin embargo, como en todas partes, la crisis es para el que la tiene, pues la ciudad tiene también su barrio residencial, como el de la colina de Lykavittós, y su zona fashion para salir en Gázi. Por allí aterrizamos el sábado noche, y comprobamos que en todas las ciudades está ocurriendo lo mismo: zonas abandonadas se reconvierten en barrios de moda, con galerías de arte, bares para ver y ser visto. Los precios son "europeos", y los de las zonas turísticas algo abusivos, pero entiendo que quieran sablar al turista que se tomar un café donde no se lo toman los atenienses de a pie, igual que yo no me lo tomo en la Plaza Mayor de Madrid.

El idioma resulta tan extraño como accesible al oído, con esas jotas y eses sordas y la sensación de que te hablan de epopeyas, mitologías, o personajes importantes. La salida del metro está señalizada en todas partes como "Exodos", palabra tan bíblica como para darle tintes dramáticos al mero hecho de dirigirte a la calle. Pero por las zonas turísticas, no hay problema con el inglés, e incluso con el español, y como te entienden, es difícil no comprar nada entre los montones de objetos artesanales que tienen, joyería de filigrana o artículos de piel. Yo he vuelto cargada de un baglamas en el bolso, un instrumento tradicional griego, más pequeño que la mandolina y que defendí a capa y espada en el avión de pisotones o algún maltrato. Tiene un sonido alto, que tiene que ver con el tamaño, como me explicó mi hija pequeña anoche: cuanto más pequeño el instrumento de cuerda, más alto el sonido, y "por eso un violonchelo suena tan grave", dijo. Mi hija mayor hoy, en un lunes de lo más rutinario, frío y gris, ha hecho sonar a las siete de la mañana las cuerdas del baglamas antes de irse al instituto, y al oír el sonido típico griego he saboreado lo mucho que hay descubrir por el mundo, pero ante todo que lo que queda de los viajes es lo que te llevas en tu interior, ya sea la maraña de impresiones maravillosas que te quedarán siempre de los lugares visitados como el tesoro que ya tenías antes de ir: el poder disfrutar de la compañía de una amiga, sin prisas, y retomando en el tiempo y el espacio lo que te une. Da igual el sitio, y las circunstancias.

viernes, 25 de febrero de 2011

Por Zeus y Afrodita ...

... sin darme cuenta tengo el viaje encima. Dos mujeres de la misma edad, amigas de la adolescencia, tras 20 años sin verse deciden hacer un viajecito juntas para celebrar su 40 cumpleaños en 2009. Sin maridos y sin hijos, esa es la premisa. Y la experiencia en Estocolomo resultó tan gratificante que deciden realizarlo una vez al año, como si fuese por indicación médica. El último día de cada viaje se elige el destino del siguiente, así que en Estocolmo dedicieron que el siguiente sería en Florencia, de lo que ha hecho justo ahora un año ya, y en el vuelo de vuelta juntas hasta Zúrich, donde sus domicilios en dos países diferentes les separaron tras la escala, se decantaron por Atenas como destino para este año. Este fin de semana se resolverá el misterio de adónde irán el que viene, pero no hay que ser avariciosos.

El caso es que cuando hace un año íbamos del hotel al aeropuerto de Florencia en un taxi, para coger el avión de regreso, en una mañana de domingo muy soleada, traté de capturar alguna instantánea con mi mirada, mientras pensaba que en un año estaríamos en Atenas. Y recuerdo esa imagen que quedó en mi memoria, de barrios florentinos que tanto me recordaban a los barrios de Madrid, pero con las fachadas en colores ocre, típicos de la zona, y con aspecto de ser de gentes tan normales como los de cualquier barrio obrero, nada de Palazzos florentinos.

Ahora que el viaje es inminente, pienso en todo lo que ha pasado este año: demasiadas cosas, unas buenas y muchas no tanto. Y por eso veo este viaje como algo muy positivo, pues además de permitirme disfrutar de dos días con mi amiga, a la que veo tan poco pero con la que tengo una relación casi diaria (benditos sean los medios de comunicación de hoy día), el viaje nos abrirá a ambas otro país que no hemos pisado hasta ahora. Ahora mismo recuerdo mi lectura de La Eneida, que si bien es una epopeya romana, narra a imagen de La Odisea, que sí es una epopeya griega, la historia del griego Eneas, que sale huyendo de la Troya devastada para meterse en un periplo por el Mediterráneo sin saber por dónde tirarían para acabar años después fundando Roma y siguiendo con luchas y batallas contra cualquier pueblo enemigo. Me fascinó la obra, a pesar de que fue lectura impuesta para la clase de latín del instituto; pero esos años estuve inmersa en la época más clásica de Europa, con griego y latín, y voluntariamente. Ahora siento curiosidad por ver si soy capaz de reconocer alguna letra griega, tras tantos años, y si me suenan muchos personajes o dioses de aquellos años. Me atrae ver templos medio derruídos, estatuas descabezadas, y las imágenes que uno tiene de Grecia, que no son las que vi anoche en televisión de revueltas tras una jornada de huelga por los recortes de la crisis.

Pero ante todo, además de mi maleta tengo preparada la premisa número tres del viaje: lograr desconectar y no pensar más que en el propio instante. El año pasado no lo conseguí, pero estoy segura de que éste lo cumpliré, salvo alguna que otra cosilla que me quede en la mente, pero hasta eso me recuerda que la vida es una odisea y un divagar por tierras cercanas o lejanas donde lo que cuenta no es el objetivo, ni adónde te diriges, pues el lema de cada viaje, incluso en el que realizas cada día desde que te levantas hasta que te acuestas, ha de ser TÚ mismo, y nada ni nadie más. Por ti mismo haces las cosas y por nadie más.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Somos la leche

Traten de explicarle a un extranjero lo que significa "la leche" en expresiones más allá de su significado normal, y se darán cuenta de que somos la leche. No hace tanto, en una cena con uno de mis grupos de alumnos, un hombre volvió a sacarme el tema que ya tocamos un día en clase: "¿Qué significa me cago en la leche?", así tal cual, me preguntó. Si en clase fue divertida la explicación, y más cuándo él me dijo que había oído también "Me cago en la puta", y yo ya sonrojé, pues aunque me parece de lo más normal del mundo que la gente diga estas expresiones, a mí no me salen mucho. Aquel día liquidé el tema como pude, y de manera ligerita, pues teníamos la lección sin terminar... solo por eso, por supuesto. Pero en una cena de tapitas, yo con una San Miguel en la mano, la respuesta toma otro cáriz. "Vamos a ver", expliqué, "en español, desde en la leche hasta en Dios, te puedes cagar en todo lo que te dé la gana". Me miraron con estupor. "Así que la leche no es nada", les dije,"pues además de en Dios, puedes hacer lo mismo además en la madre que te parió". A ver cómo explica una eso. "¿Y todo eso en un país tan familiar y tan católico?", preguntaron. Y yo les dije que precisamente por eso, que le perdemos el respeto a todo, mismo hasta a la leche.

Pero hace unos días, una prima mía me mandó una explicación de la palabra "cojones" en castellano, añadiendo que había pensado en mis alumnos al oírla. Y tanto. Tras escucharlo todo pensé que si les tuviese que explicar las muchísimas acepciones de esta palabra, además de no enterarse, sería no solo un curso de "palabrotas para el nivel avanzado", sino una prueba de la destreza en la lengua, pues una expresión mal usada y quedas en evidencia: no puedes decir por ejemplo "Yo cago en leche",  o "cago leche", y encima como profesora te tocaría decir "A ver, repite por favor: ME cago en LA leche". Así, o les encantaría la lengua más aún o tirarían la toalla directamente. Yo no valdría para dar ese curso, de la risa que me producen estos fenómenos lingüísticos, pues habría que explicarlo con el rigor científico que merece. Tras volver a escuchar la explicación, me río ante expresiones como "valía un cojón, tiene dos cojones, me importa tres cojones, mil pares de cojones, tener cojones (valentía), ¡tiene cojones! (sorpresa), puso los cojones encima de la mesa, te corto los cojones, me toca los cojones, se toca los cojones, tócate los cojones, acojonado, descojonado, cojonudo, cojonazo, de cojones (como el frío que hace estos días aquí), lo haré por cojones, estoy hasta los cojones, cojones grandes y bien plantados, ¡Cojones!, ¡Manda cojones!, ¡Me sale de los cojones!", y más...

Cómo lo más difícil de una lengua es dominar todas estas acepciones de una palabra tan rica en su uso, me imagino que si tuviese que explicar todo esto no me valdría una cervecita sino que necestaría un whisky doble. Y mucha paciencia...

lunes, 21 de febrero de 2011

Mayoría absoluta

La primera cita con las urnas en Alemania este año ha dado como resultado un cambio político en la ciudad-estado de Hamburgo, y una mayoría absoluta para el SPD. Que el SPD iba a ganar, parecía muy claro, pero la mayoría absoluta ha sorprendido a todos. Tras varios gobiernos en coalición en Hamburgo, al igual que en la mayoría de los estados federales, o mismo en el gobierno del país, un resultado así en una época en la que se aceptan las coaliciones de lo más raras, hace pensar que los votantes tenían decidido el cambio. En Hamburgo, ciudad bastión del SPD durante décadas, los 10 años de la CDU acabaron en un desastre: la reforma escolar exigida por Los Verdes para formar parte de la coalición con la CDU fue parada en el último momento por un referéndum tras haber invertido un montón de dinero en ella, eso sumado a que Los Verdes dejaran la coalición empantanada de un día para otro, y que el alcalde dimitiera el verano pasado, más candidato de poco perfil, Ahlhaus, le han devuelto el ayuntamiento al SPD y a su candidato Olaf Scholz. Ahora Merkel culpa al antiguo alcalde, Ole von Beust, del fracaso. Es fácil echarle la culpa al que se ha ido ya, y no criticar una falta de proyecto, y sobre todo una incomunicación con los ciudadanos y un candidato que no atraía nada. Y como conozco bien a mis Mitbürger, mis conciudadanos, aquí los cabreos se solucionan así.

Yo fui a votar, ... o lo que me dejaron se entiende. Al mediodía quedé con mi amiga española para ir a ver una exposición de un pintor del romanticisimo alemán, que trabajó y murió en Hamburgo, Otto Runge, y que en los 33 años que vivió, le cundió mucho más que a bastantes políticos. Tentada estuve de no ir a votar, y más cuando mi amiga resumió lo que yo siento: "Después de llevar mil años aquí, lo que podemos votar es como si nada", pero mi pleno convencimiento de que el derecho al voto es un privilegio del que hay que hacer uso, pues hay países en los que la gente muere por instaurar una democracia, me hizo pasarme por el colegio electoral a ejercer mi deber de ciudadana extranjera una hora antes de que cerraran los colegios electorales, que aquí es a las seis de la tarde: con mi condición de extranjera, lo único que podía votar eran dos listas a la junta del distrito, con nombres tan desconocidos para mí que tener que elegir entre ellos fue un capricho como cualquier otro: en cada una podía hacer cinco crucecitas, y en una de ellas les di las cinco a la lista del partido que voté, y en la otra elegí en plan "pinto pinto gorgorito", pero con un método más sofisticado: como ponía la edad y las profesiones de la gente, me decanté por los que más simpáticos me parecían a primera vista. En fin, qué más quisiera yo que poder votar a los importantes, pero para eso tendría que renunciar a mi nacionalidad española, y no me atrae la idea.

Pero tras haber criticado a Ole von Beust por la imagen que dejó en la ciudad, Merkel ha alabado la labor del ministro zu Guttenberg, y eso que cada vez está más claro que pagó para que le escribieran su tesis doctoral, escritores fantasmas los llaman. Para fantasmas él. El plagio no empaña su labor como ministro, dice Merkel. Yo creo que sí, y él mismo le ha pedido hoy a la Universidad de Bayreuth que le retiren el título de doctorado, ya que dimitir no quiere. Si no hubiese salido a la luz el escándalo, seguiría llevando el título de doctor. Curiosa costumbre en Alemania de que los doctores no son solo los médicos. Todo aquel que haya realizado una tesis doctoral, tiene derecho a que le llamen Doktor delante de su nombre. Rarísimo se me hizo durante años que mi jefe era un doctor, pero no como yo los entendía sino en economía; aquí el título de doctorado es mucho.

De momento Merkel ha perdido un estado federal y un doctor. Y el año, que se le avecina difícil, acaba de empezar.

domingo, 20 de febrero de 2011

A las Palomas

Ayer hablaba de las gaviotas, pero hoy hablo de las Palomas, con mayúscula. No me refiero a las llamadas "ratas del aire", que en esta tierra, como en otras, son tan poco apreciadas por ensuciar tanto, sino que hablo de otras de carne y hueso. En mi familia hay una muy especial y hoy cumple 50 años. A mí me sorprende la cifra, que es muy seria, pues ella sigue pareciendo una chavala. Podría salir de copas en cualquier momento con sus hijos, que además están muy orgullosos de ella, como le demostraron en el Día del Padre. Sí, digo del padre, porque ese mismo día le regalaron una orquídea, ojo al detalle, porque ella es padre y madre, y me pareció que la ocurrencia hablaba mundos. Ha sacado adelante a sus hijos, y es una luchadora nata, algo que le viene de cepa.

Algo difícil de explicar en Alemania es la relación que tenemos en España con los primos. Aquí conozco a poca gente que la tenga tan buena con los suyos. Cuando yo hablo de mis primos, me miran sorprendidos, y los que entienden algo del tema me dicen que en España tenemos muchos primos. No es que tengamos más, pero es que existen en nuestras vidas. Es un parentesco que en Alemania no se cuida de la misma manera. Incluso mis hijas han constatado ya en plena infancia que tienen primas a media hora de casa con las que no se ven nunca, algo que a mí me parece tristísimo, pero por lo que dejé de luchar hace mucho al darme cuenta que no era deseado el trato por la otra parte. Pero si me pusiese a contar aquí que la prima que cumple hoy sus 50 es prima de segundo grado, que las que son primas hermanas son las madres, hablaría de una relación que aquí ya ni cuenta.

Lo que se pierden. Con un primo segundo puedes crecer y tener una relación como de hermanos, y así ha sido siempre con las Palomas, y con eso me refiero a sus hermanos también, por habernos criado juntos ellos y mis hermanos y yo. Y como siempre que estoy en Madrid nos vemos mucho, y además me deja el ordenador (desde su casa he escrito alguna que otra entrada de blog a horas en las que en Alemania no puedes ni llamar por teléfono), le felicito en primer lugar por blog, y espero, con mi publicación de madrugada, ser una de las primeras que le felicita. Es algo búho, como yo, así que es más bien un ave nocturna, y a lo mejor hasta hay suerte.

Disfruta de tu dia, Palomita, y sigue planeando sobre todos los que formamos parte de tu familia, grandes y pequeños.

sábado, 19 de febrero de 2011

Puentes de sábado

Si llamo a estos puentes "de sábado" es porque por ellos pasa mucha gente los sábados al ir al centro de compras, o a pasear. Por supuesto que cualquier otro día cumplen su función, al estar en pleno centro de Hamburgo, pero un sábado los pisotea más gente. Se trata del puente en Jungfernstieg, en pleno centro, que separa el Alster pequeño del canal que luego, con esclusa incluida para compesar los diferentes niveles, lleva a las barcazas del Alster al mismo río Elba.

Puente de Jungfernstieg

Vista desde el mismo: al fondo el Bucerius Kunstforum,
un museo de pintura en la antigua sede de un banco.

Ayuntamiento de Hamburgo
Las tres imágenes corresponden a la vista al canal. Desde esta zona se divisan más puentes al fondo, y hoy me sorprendió la cantidad de gaviotas que volaban por encima y el ruido que metían, en una ciudad silenciosa como Hamburgo. No sé si habrá más gaviotas o puentes, y desde que elegí el tema puentes como hilo conductor de este blog, los veo con otros ojos, maravillada de la perspectiva que le dan a esta ciudad tan marítima aún siendo del interior, y sin los que no seríamos nadie en ella. Continuará.

viernes, 18 de febrero de 2011

Niños malos

¿Ha copiado o no ha copiado el actual ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg en su tesis doctoral? El tema abre las noticias de los telediarios en sus últimas ediciones, y es portada de periódicos. Se han abierto páginas de internet donde gente con mucho tiempo y ganas descubre los párrafos de la obra que al parecer están plagiados, por formar parte de "su" obra sin nombrar su procedencia. Y eso está muy muy muy mal... a niveles académicos por su puesto, pero no solo. Mejor reconocer haberte fumado un porrito, o ser gay o muchas cosas más tolerables hoy día. ¿Pero copiar alguien de brillante carrera, cuya tesis doctoral en derecho recibió una matrícula de honor? De momento la Universidad de Bayreuth le ha pedido explicaciones para dentro de los próximos 14 días, y le podrían hasta quitar el título.

Verdaderamente el tan popular ministro no gana para sustos, y su probabilidad de ser un futuro canciller alemán aviva la energía de remover en su vida para parar lo que parece imparable. A todo esto pienso en una obra de teatro de Bertolt Brecht que me fascinó: Der aufhaltsame Aufstieg des Arturo Ui; como no me gusta la traducción que encuentro con la palabra "resistible" lo traduzco en "El ascenso 'parable' de Arturo Ui". Se trata de una parodia de la subida al poder de Hitler, y de ahí lo chocante de la elección del adjetivo, que yo traduzco con una acepción que no existe en nuestra lengua, pero sí en alemán y que destaca por su contrapunto de algo que parecía imparable pero que no lo fue. Y lo mismo ocurre con el ministro, cuya carrera podría ser parada por unos o por otros. Si las acusaciones son ciertas, desde luego que su imagen quedaría tan dañada como para tener que retirarse o no llegar a canciller. Pero zu Guttenberg tiene aguante, o si no al tiempo.

Aguante tiene también el St. Pauli, los chicos gamberros del fúbol alemán. Han tenido que esperar 33 años para volver a ganar un derbi contra el HSV, y antes de ayer, con un gol de Asamoah, lo lograron. Ahora celebran y celebran, y el HSV ya no vive de ninguna gloria desde hace mucho, y los malos, que tampoco van bien, se conforman con poco y con criticar cuando pueden, y en cualquier caso de hacerse notar y celebrar sus méritos propios.

Y el domingo se celebran elecciones en Hamburgo. De bueno va un candidato que no es que sea malo, pero no es hanseático, y eso es ser malo para gobernar esta ciudad-estado llena de una casta llamada "hanseática", los hamburgueses de pura cepa o los que se sienten como tales, herederos de los comerciantes del puerto, o con la vena de que "Hamburgo es el paraíso terrenal". El candidato de la CDU, Christoph Ahlhaus, que ocupó el cargo cuando Ole von Beust salió huyendo del puesto ("desgaste" lo llamaron), no parece tener opciones de ganar y en las encuestas los motivos que alega la gente para no votarle es que no es hamburgués, aparte de no tener ningún carisma, y tener mi edad, 41 años, y parecer tener 58 lo menos (esto último lo alego yo, que encima no voto, y no me podré presentar a alcaldesa de Hamburgo por no ser de aquí y encima criticar).

Y como siempre es mi hija pequeña la que me da las soluciones fundamentales de la vida. Lleva una temporada oyendo con teson CDs con los cuentos clásicos de toda la vida. Y como se los sabe de memoria, le da tiempo a filosofar sobre ellos, y en la comida, en el coche o en cualquier momento, me lanza sus preguntas, o mejor dicho, últimamente no me consulta nada, sino que me explica sus conclusiones. Las de esta semana: "Mamá, no entiendo por qué las madrastras en los cuentos son todas malas", o "Me parece injusto que en los cuentos los feos sean los malos, y los buenos los guapos. Vamos que un guapo puede ser malo también, solo faltaba, y un feo buenísimo". Verdades como puños. Veremos por dónde sale el ministro zu Guttenberg ahora para explicar el entuerto, quién gana las elecciones el domingo (Olaf Scholz, el candidato del SPD tampoco es hanseántico -curioso que a él no se lo echen en cara-, tampoco es bello pero tiene una imagen más carismática), y de la liga... veremos. Otro noble de corazón, Raúl, metió el otro día el gol que le sigue llevando al olimpo de los dioses pacientes y amables. Pero en cuanto a bondades me vuelvo a quedar con otro comentario archifamoso de mis hijas, ambas, hacia mí: "Papá es mucho más bueno que tú", a lo que yo respondo siempre ríendome: "Sí, sin duda alguna".

martes, 15 de febrero de 2011

Ni blog ni ná

Si fuese Ronaldo, lo achacaría al hipotiroidismo, pues si Ronaldo admite sufrirlo, yo también. No sabía que la medicación que se toma para eso daría positivo en un control antidopaje. No sé si eso, junto con mi rodilla, supondrá el final de mi carrera deportiva, como la de Ronaldo, pero nunca le he dado demasiada importancia al hipotiroidismo que me diagnosticaron hace un año hasta que me viene Ronaldo ahora y, además de las lesiones, alega eso para su retirada. Y ayer me dice una amiga, tras haber estado este blog dos días inactivo, que ya "ni blog ni ná", y esto antes de leer lo de Ronaldo. Es que ando muy liada, es que no me dejan ni respirar, es que tengo miles de ideas en la cabeza pero me falta el tiempo para teclearlas. Excusas.

Ahora resulta que la culpa la tiene Morbus Hashimoto. Cuando mi médica me dijo hace un año que el tal Hashimoto se había instalado en mi vida, me hizo poca gracia, pues bastante tengo yo conmigo misma como para tirar de un tipejo así. Luego hablas con la gente, y resulta que otros llevan a este Hashimoto consigo, y que se trata de ponerle frente con una pastillita diaria, con una dosis más alta o más baja. Los que tomamos tiroxina, de por vida me temo, además de estar dopados, como me acabo de enterar, dependemos de esta pastillita, en teoría, y si no tenemos ganas de nada o estamos cansados, podemos echarle la culpa a las tiroides, y listo, y no como antes podías decir que estás cansado y no sabes por qué, o mismo por no haber dormido lo suficiente, como me pasa a mí a menudo. Y Ronaldo, que seguramente ya debería retirarse del fútbol sí o sí, le echa la culpa al hipotiroidismo y listo. Y con las lesiones que ha tenido, rodilla incluida, razón doble. Cómo me suena todo.

Así que cuando no escribo no es por el hipotiroidismo, pues yo al Hashimoto le planto frente todas las mañanas, y en las fases en las que estoy más flojita, como hoy, me siento tentada a echarle la culpa a él, pero no lo hago, ya que por ejemplo la falta de sol me fastidia más que mi Hashimoto, lo aseguro, al igual que otras cosas de las que hablo en este blog, y otras de las que no hablo. Pero ayer, al ver la noticia de Ronaldo, casi me alegré de que por fin se nos haga justicia a los millones que tenemos hipotiroidismo, para que por fin nos comprendan de que no siempre tenemos que estar al cien por cien, oigan.

Y ahora encima me entero que de mí no se ha hecho ninguna camiseta ...

lunes, 14 de febrero de 2011

Titulares

Hoy día, la ópera Carmen sería un suceso de violencia de género, y los periódicos podrían ofrecer los siguientes titulares:
"Carmen está muerta"
"Asesinato por celos"
"Amante de Escamillo asesinada"
"Circunstacias fatales: ¡El amor vuelve verdaderamente ciego!"
"¡Escándalo!"
"El soldado José mata a una gitana"
"Asesinato frente a la plaza de toros"
"¡Desdichado final de Carmen!"
"Carmen asesinada por soldado celoso con 13 puñaladas. Torero Escamillo conmocionado."

Estos titulares los han escrito los niños de quinto, en la clase de mi hija, para el libreto que han hecho sobre la ópera Carmen. La profesora les pidió a los chavales que escribiesen titulares sobre la ópera, y a mí me encantan, sobre todo lo de que el amor vuelve verdaderamente ciego (apliquen el cuento en el día de San Valentín), y que Escamillo queda conmocionado; y tanto. Y con estos titulares han puesto punto y final a la función de ópera de tres horas y media, tras la que mi hija volvió muy cansada, contando que una chica de su clase muy dada a los análisis criticó que no se viese bien la puñalada "¿Qué quería, ... que la matase de verdad?", dijo mi hija enfadada.

Yo sigo pensando en Carmen, y en cómo nos ha marcado a los españoles esta imagen. Parecerá trivial, pero a mí no me hace gracia, pues llevo años pensando que a las mujeres españoles nos ven con esa imagen, de traicioneras, de rompecorazones, y los hombres españoles son los machitos celosos, y en esa obra encima rivalizan el torero y el soldado por el amor de Carmen. Y el soldado la mata al final. Si no puede ser suya, de ninguno entonces. Hala, solución a la española.

La ópera ha hecho mucho por la imagen de las culturas: si con Carmen pensamos en lo español, con Wagner nos trasladamos a la aspereza alemana y le ponemos música al bosque y a las tinieblas. Y basándonos en estos clichés, podemos explicar lo que nos rodea. Si pienso que en la clase de quinto para muchos éste será el primer contacto que tienen con España, y ya tienen a los toros, el flamenco y el crimen pasional, será difícil que como adultos no sigan viendo esa imagen de nosotros, ni aunque vayan a Mallorca a guirilandia de vacaciones.

Pensando también en los chistes, yo ahora mismo pienso en los multinacionales, tipo "iban un español, un francés, y un italiano", pero cuento una historia real: una china, una alemana, una americana y una española cenan juntas, y no tienen nada en común, más que un detalle que no viene al caso. Los caracteres no podían ser más distintos, como los idiomas que hablan. La china puede hablar con las otras en inglés, la americana solo habla inglés, por lo que no puede hablar con la alemana, la alemana solo habla alemán, y la española, menos chino, se entiende con todas. La americana va de "It' sooooooooooo nice", la china observa y o todo le parece bien, o realiza una crítica tranquila de "In China...", la alemana no habla con ninguna, pues no tiene necesidad, y la española se pregunta que qué leches hace con esa pandilla, y más cuando la americana, que trata de hablar con la alemana, va a ella y le pide traducir una conversación. La española asiente, pero sabiendo que la conversación duraría una frase, y efectivamente: "no hace falta", dijo la alemana. Y la americana se volvió sonriente a su asiento. Y la española se quedó con cara de "ay, qué mundo éste".

Si yo tuviese que escribir titulares del fin de semana pasado escribiría:
"Borde alemana frena a la americana simpática"
"China observa y ataca al mundo"
"La americana piensa que todo en Europa es great"
"La española se caga en to' "

A lo mejor escribo hasta una ópera de esto o una soap opera, con episodios que por suerte solo se dan cada dos años.

viernes, 11 de febrero de 2011

Buscando lo español

Como expatriado, siempre hay formas de buscar lo español. Yo hoy he vuelto a la tienda española, de la que siempre me vuelvo con un poco de España en el maletero. Hay de todo, y es muy difícil no sucumbir al "ay, altramuces", "ay, bonito del norte", "ay, fabes"... y llenas el carro. Hasta otra.

También puedes ir, algo que yo nunca hago, a un restaurante español. Yo estuve en uno antes de ayer, a sugerencia de uno de los grupos a los que doy clase de español. Pedimos unas tapitas, unos vinitos, yo una San Miguel, y los ocho que éramos metimos más guerra que el resto del local. Encima echaban fútbol en la tele, Alemania contra Italia, y yo, que solo tengo ojos para Joachim Löw, que iba muy guapo con su plumas, no me fijé en ningún otro, pero una alumna mía dijo que le gusta muchísimo más ver a la selección española, que son más guapos y vistosos que los jugadores alemanes. Lo dijo ella, no yo.

Al irnos les dije que estaba muy orgullosa de todos ellos: que llegarán lejos con el idioma, pues aunque estuvimos hablando en alemán, hablamos tan rápido y metimos tanto jaleo, que parecíamos un grupo de españoles. Y se fueron tan contentos a casa, y yo también, de lograr trasmitir ciertas sensaciones, como que por primera vez en los 21 años que llevo en Alemania, fuese posible pagar a escote, algo que aquí no se hace, pues cada uno paga lo que ha tomado, y nada más.

Y si das clases de español, piensas y analizas tu lengua y tu mundo, y tienes que defenderla y defenderlo de ataques, ciertamente justificados por ser distintito a lo de los otros, pero sí que de la prepotencia o de la ignorancia. Que todo lo que es distinto a lo tuyo sea ilógico es una percepción de lo más egocéntrica. Yo misma les hago ver que lo español no es lógico, pero tampoco lo alemán, que es una forma de ver la vida, y que el lenguaje es una forma de poner el mundo en palabras, y que por eso hay tantas interpretaciones. Y a veces se ríen, y otras me miran como si les hablase un extraterrestre.

Lo mismo le está pasando a mi hija mayor en el instituto estos días. Hoy van a la ópera con la clase, a la sesión de la noche, todo un acontecimiento. Tienen que estar ya a las seis y media allí, y me imagino que será para mostrarles el escenario, y todo lo que hay detrás, pues además llevan trabajando desde hace semanas sobre el libreto, las partituras, y todo lo concerniente a la ópera y los trabajos posibles: desde el apuntador, al músico de orquesta. Pero qué casualidad que la ópera que van a ver es "Carmen".

Antes de ayer, mi hija ya no pudo más y exclamó: "¡Qué ganas tengo de que pase la visita a la ópera!" Al preguntarle yo el por qué me dijo: "Porque no soporto más que pronuncien todo mal y digan "jola" para "hola", o Frascuita para Frasquita, y yo les diga que no se dice así, y que me digan que no es cierto". Estaba enfadada de que como española no le concedan ninguna autoridad en el tema. "Es que como eres tan rubia...", le dije para justificar, "o como eres tan de aquí no se creen que también eres de allí..." Pero le expliqué que sé muy bien como se siente, pues yo llevo un año justificándome porque en español la b y la v se pronuncian igual. Como si yo tuviera la culpa. Y encima te dicen que es ilógico. Lo es, claro que lo es, porque ilógico es todo lo que contrastamos a nuestra lógica, que no es nada lógica sino la suma verdad porque no tenemos otra. Puedes mantenerla a caricias, o puedes inflarla de estereotipos, lo cual es peligroso, pero lo más sano es si abres los ojos y observas a tu alrededor y lo que se te ofrece para ampliar el horizonte. Nada más sano, no me cabe duda.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuotas invisibles

Esta vez he esperado adrede. Toda la semana pasada copó la actualidad el tema de las cuotas femeninas en altos cargos de dirección, si deberían ser impuestas o no. Como estas noticias van y vienen, en ciclos, tocaba otra vez, y de la misma manera que esta semana ha silenciado, hasta otra, le toca otra vez a la reforma del Hartz IV, el subsidio de desempleo para los parados permanentes. Y ayer justo me dije que hoy tocaría hablar del silencio de esta semana sobre el tema, tras haberlo lanzado, machacado, haber opinado unos y otros y haber rechazado la propuesta una Merkel categórica que ahora hace como si le importase. No, no, y no, ha dicho. Lo mismo que he dicho yo siempre. Eso es discriminación positiva, se dice siempre. Pero esto de dejar las noticias y los posts reposar en mente, hace que esta semana vea el asunto desde otras lindes.

Un reportaje en las noticias de la noche la semana pasada me lo hizo ver claro: en Alemania, las niñas hoy día son mejores en el colegio, hay más número de ellas en el instituto (para el que hacen una criba en Alemania en cuarto de primaria), hay incluso más licenciadas universitarias, incluso en carreras como económicas. Entonces, ¿cómo es posible que en los puestos de alta direción la cuota sea de un 17 % frente a un 73 % masculino? O como leí hace tiempo, en una carrera como la mía, filología, donde el 80 % de los licenciados son mujeres, ¿como puede ser que el 80 % de los catedráticos sean hombres? Mis respuestas son claras, pues tengo hijos en este país. Quizá, los que no los tienen, como Merkel, no lo tengan claro. Mismo su ministra Ursula van der Leyen está a favor de esa cuota, y como mujer privilegiada en un algo puesto de dirección del país, con sus 7 hijos, creo que debe decirlo por algo. Al igual que la jovencísima ministra de Merkel, Kristina Schröder, que ha anunciado recientemente su embarazo, y de la misma manera ha dicho que no se cogerá ninguna baja maternal más que la necesaria, y nada de las excedencias de las que "disfrutamos" todas, o mejor dicho nuestros hijos (y ellos lo merecen, por supuesto), pero que nos alienan del mundo laboral para siempre. Y si la misma Ministra de la Familia no predica con el ejemplo y teme quedarse sin el puesto y por eso volverá a las 6 semanas, ¿por qué nos piden al resto renunciar? Pero claro, no nos lo piden: la inexistente infraestructura nos aboca a ello. ¿Cuántas madres conoces tú que trabajen jornada completa?, le pregunté yo el otro día a una amiga mía que acaba de tener un bebé. "Déjame que piense", me dijo. "Sí, piensa, piensa", dije. "Ninguna", respondió. Como yo.

La causa es porque en este país las mujeres tienen que elegir entre su carrera profesional y tener familia, tan sencillo como eso, y los hombres no. Como a todas nos da el atontamiento por ser madres, y está bien que así sea, nos creemos que la pausa no nos va a hacer ningún daño. Y cuando la terminas tienes dos opciones: a) aceptar la situación y creerte que lo mejor es que no trabajes más, o b) no aceptarla y darte cuenta de que te han tomado el pelo.

Y ayer dijeron en las noticias que Merkel exige a las empresas horarios que permitan conciliar, no poniendo reuniones a partir de las cinco de la tarde. ¡Pero señora mía, si en este país los colegios acaban a la una, no hay comedores, y cualquier madre que esté en el trabajo no ya a las cinco, sino a las tres de la tarde será mirada por todos como mala madre, y no le darán ningún ascenso desorbitado para proteger a sus hijos, que la necesitan!

Pero ayer también se reanimó la polémica, justo cuando yo había decidido escribir sobre el tema de todas formas, por las declaraciones de Josef Ackermann, el presidente del Deutsche Bank, que contrario a las cuotas femeninas dijo que las mujeres harían más bonita y darían color a la junta directiva del banco. La reacción y las críticas no se han hecho esperar, y eso que el tema acababa de silenciar, hasta la próxima.

Yo me pregunto si verdaderamente no necesitaríamos estas cuotas ya que este país funciona con la ley del embudo para las mujeres y con un colador para los hombres. Ellos entran muchas veces por su propio peso, simplemente por todos los puestos que muchísimas mujeres capacitadas dejan libres para ellos. Siempre he pensado que la cuota no es necesaria, y a mí desde luego que no me gustaría ser la Quotenfrau, la mujer de relleno, pero si de esa manera se lograse algo, quizá sería la solución, ya que en el 2011 seguimos así y yo ya dudo de todo, pero desde luego que no me creo que aquí vayan a cambiar las cosas. Me conformaría con que mis hijas lo viviesen. Y sin embargo la reforma no ha de empezarse por los puestos de dirección sino en la misma sociedad, creando la infraestructura necesaria para conciliar y cambiando la mentalidad de que los hijos ya no son cosa solo de de la mujer, si no de dos, al igual que trabajar, y seguro que las cifras cambiarían y no serían necesarias las cuotas, pero así, las cuotas invisibles las ocupan ese excedente masculino que no tuvo que decidir nada.

martes, 8 de febrero de 2011

Visita sorpresa

Hoy me traen mi secadora nueva. En un país de lluvia infinita y sol escaso, la secadora es otra máquina infalible e imprescindible, al menos para mí, y tras varias semanas con la mía rota, ansío la llegada de la nueva. Pero a las diez ha sonado el timbre, y no eran los de la secadora, sino el afinador de pianos. Como la secadora es más importante que el piano, se me había olvidado que hoy venía el otro con su maletita de herramientas, a hacer "pling", "pling" durante hora y media. Como yo no noto si los pianos se desafinan, no es algo que me parezca imprescindible, pero este hombre, el afinador oficial de la familia, se ocupa siempre de llamarme y recordarme que al piano le toca otra vez su puesta a punto. Y cuando me llama vuelvo a pensar que no somos nadie, que el año musical se me ha vuelto a pasar otra vez sin enterarme de los altos y bajos del pobre piano.

Tras la correspondiente conversación (ya es la cuarta vez que viene, vamos cogiendo familiaridad), le pongo un cafelito con unas galletitas, y él se dedica a tocar tecla a tecla, a atornillar, a ajustar, y cuando acaba y me dice "ya está", yo pienso "bendito sea", pues una hora y media oyendo tecla a tecla "pling", "pling", hace que me alegre de que tardaremos un año en volver a vernos, no por nada, porque es un hombre de mundo y de mucha conversación y me cuenta que trabajaba en Steinway, la fábrica de la marca de pianos tan conocida para los que entienden del tema, pues yo anteriormente ni noción. Ese dato me lo ha contado hoy, y lo añado a los de los últimos años: vivió en Suráfrica, su mujer era holandesa (es viudo), y por eso se lleva bien con mi suegra, con la que hace gimnasia (esto ya lo sabía, pues es la que me lo manda), y está a menudo en la playita holandesa, me ha contado hoy también.

Cada vez que viene volvemos a repasar la vocación musical de la familia: "Sus hijas tocaban el violín y el violonchelo, ¿no?, y el piano su marido, ¿cierto?" Hoy he podido añadir que ellas solas, sin clases de piano, son capaces de tocar ya partituras sencillas. Al menos hace dos visitas que dejó de preguntarme que qué toco yo... a lo que me respondió que para enamorarse y tocar un instrumento nunca es tarde... una de mis frases favoritas, de las que voy coleccionando de la gente.

Pero los instrumentos son unos delicados. Empiezo a enterarme también cuando mis hijas cuentan que el frío no les gusta nada a los instrumentos de cuerda, lo que sufren con temperaturas bajo cero (lo mismo me pasa a mí), y cuando el instrumento ha de quedarse en el maletero un par de horas, ellas sufren.

La sesión de afinamiento concluye... Y mi secadora sin llegar.

[Nota posterior: Antes de irse, el afinador me ha preguntado: "¿Y usted sigue sin tocar ningún instrumento...?" En febrero de 2012 continuará]

lunes, 7 de febrero de 2011

Impedidas

Una mujer alemana de 41 años (la edad me suena) corrió un maratón estando de baja. La noticia parece rara, pero la sentencia no lo es: si está bien para correr, está bien para trabajar. Corrió estando de baja, y en el trabajo le quitaron el sueldo. Ella acudió a los tribunales y ha perdido. Su justificación es que el deporte le ayuda a superar su enfermedad psíquica, pero el juez ha sentenciado que un maratón es también una carga psíquica.

Yo le doy la razón a todos: al juez, por lo de que hay que estar a las duras y a las maduras... y a ella, porque efectivamente el correr ayuda con el estado de ánimo. Cualquier corredor corroborará que la producción de endorfinas es algo real, y también que si estás acostumbrado a correr, el no hacerlo te causa trastornos psíquicos, así que mal estás igual. La pregunta es si la carga psíquica que supone correr un maratón es menos que la enfermedad. La mujer corrió el maratón y luego siguió con su baja tranquilamente, por estar enferma. Me imagino la situación: como estas cosas salen, alguien la vería, y hay que imaginarse la cara del jefe o compañeros.

Pero ha perdido, me imagino que también el trabajo, con lo que ahora los problemas psíquicos serán mayores, y podrá dedicarse a entrenar con más ahínco, pues la temporada maratones comienza en un par de meses. Yo no he corrido ningún maratón pero sí que sé lo que es correr, y sé lo que es no correr queriendo correr y tener que renunciar a ese chute de endorfinas y bienestar que proporciona. Lo malo es si la dolencia es física y no psíquica, pues lo psíquico no es problema para correr, si no todo lo contrario, mientras que con problemas físicos, mejor que no corras. Yo llevo meses apartada de mi bosque, por el que he corrido durante dos años, y me falta. Una lesión considerable de rodilla me lo impide. Casi envidio a la mujer, que corre maratones, aunque yo no correré jamás ninguno, y simplemente me conformo con volver a correr lo que sea, pues desde octubre miro con envidia a los que entrenan, porque aunque algunos tengan problemas psíquicos, físicos no tienen ninguno.

domingo, 6 de febrero de 2011

El derby que no hubo de ser

Ayer por la tarde, según acabó la ronda de meditación en mi barrio (ver post anterior, al que añado que vinieron 400 personas de todas partes hasta uno de Egipto, muchos holandeses, polacos, y la "meditadora jefa" era una americana que vino desde Nuevo México para la ocasión), ocurrió algo nunca visto en Hamburgo: se anunció la cancelación del derby previsto para hoy entre el HSV y el St. Pauli por la lluvia que ha inundado el estadio del HSV, cuya hierba, recién puesta y arreglada por 100.000 €, no ha soportado la que lleva cayendo desde hace dos días, y ha acabado completamente anegada.

Tras llevar semanas los medios de comunicación calentado los ánimos, parece inaudita la noticia. Ver lluvia en Hamburgo no es nada nuevo, ver el otro día en St. Pauli tal despliegue policial que parecía que el partido iba a empezar ya mismo, tampoco, y la lluvia que comenzó a caer el jueves por la noche con aires huracanados, cayó y cayó como aseguro que solo puede caer en Hamburgo (a mí no me consuela que llueva en otros sitios: cada uno se queja de lo suyo), y se cancela uno de los eventos deportivos del año: el partido de vuelta del derby celebrado en septiembre pasado en el estadio de St. Pauli.

Los jugadores están molestos, ya que deseaban la llegada del día. Los fans también. Anoche, al conocerse la noticia, hubo más que palabras entre los seguidores de uno y otro equipo: palos, botellazos y destrozaron un coche de policía, acabando algunos en comisaría. Y tras un clima distendido antes del partido, hoy los ánimos lanzan ataques verbales que seguiran durante unos días, sobre todo de parte del St. Pauli que critica que cómo se les ocurre cambiar el cesped justo esta semana, pues los trabajos los concluyeron el viernes por la tarde. El HSV se defiende diciendo que esas 48 horas de lluvia tienen la culpa, y les reprochan a los otros no ofrecer habitualmente ni siquiera un campo en condiciones y que no son los más apropiados para criticar.

Y al enfado de muchos se suman los gastos inutiles pues iba a ser la primera vez que iban a retransmitir el duelo en pantallas gigantes en el estadio de St. Pauli. Se esperaban a unas 12.000 personas y estaba todo instalado. Todo el mundo esta cabreado ahora. Mucha gente viene de fuera también a estos partidos, como a los fines de semana de meditación de mi barrio.

El St. Pauli acusa de chapuceros al HSV, pues ellos mismos pudieron entrenar en su propio estadio ayer, y el HSV se defiende con datos en la mano: mientras que en otros meses de febrero la media de precipitación por metro cuadrado es de 42,2 litros, el viernes y el sábado juntos cayeron ya 80 litros.

Y sigue lloviendo, y ya van tres días seguidos, y a mares. En fines de semana como éste, en el que a la calle solo salen los que tienen que sacar al perro, y estos por obligación, yo me alegro de que miles de otras personas se enfaden por la lluvia, porque mi sensación habitual es que yo debo ser de los pocos a los que les molesta. Para que luego digan los hamburgueses que el clima no es tan importante, no... Esta vez ha conseguido lo inimaginable. Mañana se dará a conocer la nueva fecha para el partido, que parece que será el 16 de febrero. A mí me gustaría que anunciasen de paso cuándo va a dejar de llover, y cuándo vamos a ver el sol. Solo por saber, no por otra cosa.

sábado, 5 de febrero de 2011

Meditando

Yo no me habría enterado de que mi barrio es hoy el centro de la meditación en toda Alemania (¿y Europa?) si no fuese porque una amiga mía ha venido al evento. Me llamó allá por el mes de noviembre, para preguntarme si podía quedarse a dormir en mi casa este fin de semana, pues el día de hoy había aquí en Hamburgo una sesión del curso de yoga que está realizando para hacerse entrenadora de esta disciplina. Me encantó la idea, pues la última vez que nos vimos fue hace año y medio, tras habernos visto varias veces a la semana cuando ambas vivíamos en Bruselas.

La conocí en un curso de francés. Es alemana, y yo, como al final voy de española-alemana por el mundo, tiendo a arrimarme a los españoles y alemanes que me encuentro por ahí. Jamás olvidaré como un día en clase, cuando aprendíamos a describir el aspecto físico en francés, ella dijo que antes de su quimioterapia tenía el pelo diferente. Me sorprendió la fuerza con la que lo dijo, esa valentía para decir delante de practicamente desconocidos que había tenido cáncer. En otra ocasión, a solas, le pregunté, y me contó de su cáncer de pecho, contra el que había luchado en Colonia justo antes de mudarse a Bélgica. Y como en la Bruselas de los alemanes los caminos se cruzan varias veces, acabamos por tener amigas comunes y entablar una buenísima amistad. Desde hace medio año vive en Berlín, con lo que la distancia se ha reducido bastante. Y ayer, tras su llegada pasé una tarde/noche con ella tan estupenda que debería ser recetada por los médicos. Pasar tiempo con personas a las que aprecias mucho y que te demuestran que en el mundo hay gente maravillosa es mejor que cualquier spa, y gratis. Yo soy muy tacaña a masajes, y tratamientos cosméticos (salvo lo necesario), pero cada vez disfruto más de un fin de semana con amigos, una tarde de cine, y de hablar, hablar y hablar. Compensa las malas experiencias con la humanidad.

Y anoche, ambas, sentimos la comprensión de la otra: "Es que como Bruselas no es ni Berlín ni Hamburgo". "Cierto". ¿A que echas de menos el Delhaize [un supermercado]?" "Muchísimo". "Echo de menos lo relajada que vivía, y no como aquí en Alemania que la gente quiere darte lecciones todo el tiempo". Esto lo dijo ella, que es alemana. Ella lo tiene todo más reciente, y además estuvo el doble de tiempo que yo, que pasé tan solo dos años y medio en Bruselas, y si siente como yo, lo debe de estar pasando mal en Berlín, con lo que me gusta a mí Berlín. Pero es otra vida. "Los maridos se van a trabajar, los hijos al colegio, y nosotras...". "No sigas, te entiendo", le dije.

Hoy la tengo bien cerquita, en mi barrio, el centro de meditación (¿mundial?) en el día de hoy. Yo ya lo sabía que lo es desde hace tres años y medio, los que llevo aquí, pero era un secreto que no he compartido con nadie. El hecho de que medite yo en mi hogar, en el que se oye el silencio, no tiene repercusiones mundiales sino personales, pero que en MI barrio se organice un encuentro de meditación de yoga no deja de sorprenderme. Cuando hace tres semanas me volvió a llamar y me dijo "No te vas a creer dónde es el curso, ¡en tu barrio!", me empecé a reír. Con lo grande que es Hamburgo me sorprendió, pero al colgar me dije que ciertamente esto debe ser la capital de la meditación. Y esta mañana me solidaricé con ella y me di el madrugón, para desayunar juntas y acercarla al encuentro, pues creo que no iba a llegar muy "relajada" maldiciendo todo si hubiese ido andando con la que estaba cayendo. Al llegar y ver a tanta cantidad de gente vestida de blanco, algunos hasta con turbantes en la cabeza, no di crédito a mis ojos. Montones de taxis arrojaban meditadores profesionales en este barrio a las ocho menos veinte de la mañana, y todavía siguen en ello, hasta las seis de la tarde. "Vendré cansada", me ha anunciado, y me lo creo. Yo, con el sueño que tenía esta mañana le pregunté que si se puede uno dormir en esos encuentros, y me explicó que es imposible porque meditar es agotador y exige plena concentración. "Lo sé", dije. Debe ser un público especial el que se siente llamado a esos encuentros, mismo por el hecho de que al encuentro no era necesario apuntarse, y eso que solo hay dos en Alemania al año. "O sea, que pueden ir 10 ó 300", concluí, "¿pero qué ocurre si vienen 500 personas, algunas del extranjero como parece, y al llegar te dicen que lo sienten, que el cupo está lleno, qué haces, dices 'oooooooohmmmmm' y te vas tan 'relajado' a casa maldiciendo?" "Buena pregunta" me respondió.

Tengo mucha curiosidad por lo que me contará hoy cuando salga, tras diez horas meditando. Y encima le ha costado dinero tanta meditacion, cuando yo, si miro por la ventana y veo el diluvio con aires huracanados que tenemos desde hace dos días, medito gratis. Pero creo que a partir de ahora miraré este barrio mío con otros ojos, como centro mundial de algo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Agnóstica con 7 años

El día de Reyes, al comentarle yo con sorna que esa noche habían entrado los Reyes en los hogares españoles, camellos incluidos, mi hija pequeña me miró de soslayo y declaró que no solo no se creía lo de los Reyes, sino que "todo lo de la biblia, no sé, el niño Jesús, todo; hace ya tanto tiempo de eso que yo no me lo creo", me dijo. Y ayer ya no sé ni cómo, mientras comíamos las dos solas, le volvió a salir su agnosticismo. Creo que la conversación empezó porque una niña de su clase hablaba del infierno y del demonio, y les decía a las otras que ella creía en eso porque lo dice la iglesia, y mi hija, que piensa, me contó la anécdota y su punto de vista: "Yo no creo ni en una cosa ni en la otra, porque por ejemplo el demonio, eso es un personaje de los cuentos, en la vida real no existe, y el infierno, fffffff, quién decide quién va adónde". Y dijo que vale, que si lo dice la iglesia "a lo mejor es verdad, pero...". "Es lo mismo que con la historia de Jesús, cuando muere, y está ahí con la piedra delante, y consigue salir". "Resucitar", dije yo, "sí, eso", dijo ella y concluyó: "vamos, que no se lo cree nadie". Pero siguió explicando: que si fuesen historias que cuentan diciendo "hoy" o "ayer", ella se lo creería, pero que diciendo "früher", 'hace tiempo', 'antes', que no. Además, quién escribe esas cosas, que no es que ella diga que se las inventen, porque algo debe de haber para tanta fantasía, pero... Y yo acabé riéndome a carcajadas, y ella molesta pues se cree que no la tomo en serio, a lo que le expliqué que ojalá más gente tuviese tanta lógica como ella.

A ver cómo la mando yo a la catequesis, si es que lo hago, al año que viene cuando le toque. Me la devuelven para casa el primer día. La hermana hizo la comunión, no por mi convencimiento, pues el mismo agnosticismo de mi hija lo tengo yo, pero el resto de la familia no, así que lo respeto pues no es solo mi decisión y yo siempre digo que hay que dar la oportunidad de creer para descreer después si te parece una mejor opción. Pero me maravillo de que una niña de 7 años se plantee estas cuestiones que muchos ni se cuestionan.

Por la noche leí un titular curiosísimo: Los trabajadores de Caritas en Hamburgo se manifestarán hoy a las tres contra el obispo; y tuve que indagar. Son los momentos en los que me encanta vivir en el mundo al revés. En España la gente se manifiesta para hacer feliz al obispo y proclamar ideales de vida que la mayoría no comparte. Aquí los de Caritas se manifiestan por algo real: porque el obispo les quitó el año pasado su paga de vacaciones y la extra. Así de simple. Y me parece muy bien que protesten. La manifestación irá desde una plaza del centro de Hamburgo hasta la oficina del obispo. Caritas es lo mejorcito que tiene la iglesia católica, y me ha hecho ilusión ver ahora en internet el llamamiento a la huelga del sindicato alemán. De momento ya han llamado la atención, ya que se trata de la primera vez que se manifiestan. Les deseo suerte. Al menos, como hija, revindican algo real.