sábado, 31 de agosto de 2013

La bienvenida

Hoy, o mejor dicho ayer, dado que ya es medianoche, he tenido unas cuantas nuevas experiencias. La primera, entrar en el Ayuntamiento de Hamburgo y en su sala más bonita por la puerta grande. Dos, cantar el himno nacional alemán como si fuese algo mío y no un himno cualquiera. Y tres, darle la mano al alcalde. 

Se celebraba una recepción para los nuevos alemanes de esta ciudad. Yo me imaginaba un evento solemne en el que todos y cada uno de los agraciados recogeríamos de manos del alcalde algo o le estrecharíamos la mano. Pero claro, éramos demasiados y a mí me dieron el "título" en marzo. Así que solo leyeron el nombre de unos cuantos y a esos se los dieron en persona. Era un grupo muy mezclado con nuevos alemanes de todos los continentes. Como curiosidad había un suizo que se ha hecho alemán. Al mencionarse la nacionalidad suiza de la persona que subía a recoger su papel oficial, hubo un clamor general. No sé si a los suizos se les permite tener la doble nacionalidad pero ser suizo y alemán a la vez es la leche. Es como ser extremeño y andaluz a la vez, o vasco y catalán. No sé si me explico. O renunciar a lo uno para ser lo otro. La bomba.

Como nota "humana", presenciamos la naturalización de una madre con su bebé. Al pequeñín el alcalde le dio el documento de "alemanidad" en persona, e incluso cogió al niño en brazos. Hubo fotos de la escena. Como soy muy mala, recordé al instante que en un mes tenemos elecciones y el evento de hoy no deja de estar cargado de toques electorales. 

Y como a mí no me dio la mano el alcalde de por sí mismo, hubo que ir a buscar el apretón de manos y la foto. Es que una no se hace alemana todos los días. Y vaya si se lo di. No le dije que no es seguro que tenga mi voto, aunque me cae bien el tipo, pero no se trata de eso. Es que todavía tengo que reflexionar sobre a quién le daré mi primer voto como alemana, y pon un pasaporte no está nada decidido en mi caso.

La nota surrealista vino dada cada vez que en los discursos nos daban la bienvenida. Yo voy camino de los 24 años por aquí... Así que más vale tarde que nunca. Pero en lo que no me había parado a pensar es que ahora somos hamburgueses, tal y como repitieron. Antes no, parece, digo yo. Bueno, tampoco yo me he sentido como tal nunca, pero de repente soy una, me dicen. 

Haremos lo mejor que podamos de todo esto. Nos han dicho en los discursos que no nos vamos a arrepentir. De eso estoy segura, y no porque me lo digan.

lunes, 26 de agosto de 2013

Ante todo los puentes

Ayer inauguraron un puente muy moderno en la ciudad de Dresden. Esta ciudad está en el este de Alemania, a orillas también del río Elba, como Hamburgo. La ciudad de Dresden es muy monumental, la Florencia del norte, la llamaban hace siglos, y hasta 2009 fue Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Digo "fue" porque esta organización le retiró el título a la ciudad en 2009, tras no haber dado sus gobernantes marcha atrás en la construcción del puente. Les advirtieron de que éste, moderno, destruía la imagen barroca de la ciudad y todo el conjunto histórico-artístico. Pues bien, la ciudad siguió adelante con los planes y ganó el pragmatismo de descongestionar el tráfico de la ciudad.

Tras la pérdida del título hubo opiniones para todo, críticas por dejarse ir un título así y aplausos por no haberse dejado chantajear. La ciudad ha estado desde entonces dividida en dos frentes. Ayer celebraron todos la inauguración y hoy han circulado los primeros coches. 

Y hoy, mientras leía la noticia, estaba liada la obra del siglo delante de mi casa. Durante 9 semanas van a arreglar un cruce por el que a diario pasan 59.000 vehículos, nada menos. Si tuviésemos título de la Unesco, lo perderíamos también. Los atascos en todas las calles de alrededor, ya el primer día,  han sido como para construir veinte puentes sobre el río Alster, que pasa por aquí, y nos tendremos que aguantar. 

En octubre iré a Dresden y veré el puente famoso en persona. Y a la vez me van a arreglar el puente a la puerta de casa. Los puentes siguen siendo noticia, en casa y fuera.

domingo, 25 de agosto de 2013

No nos lo creemos

Otra de mis frases "favoritas" junto a la de que lo importante es participar es la de que el dinero no da la felicidad. Son las frases con las que pretenden engañarnos los que ganan y los que viven holgadamente y pueden pagar lo que sea. De la primera frase ya me encargué una vez en este blog, y sobre la otra he pensado hoy mientras veía en el cine la película francesa "Paulette". La película va de una señora jubilada que con la pensión que tiene malvive. Como vive en la banlieue francesa rodeada de tráfico de drogas además de encerrada en sus propios prejuicios frente a los inmigrantes y gente tan desfavorecida por la sociedad como lo está ella misma. Pues como solución a sus problemas no se le ocurre nada menos que ponerse a traficar droga y con mucho éxito, ya que nadie sospecha de una abuela gruñona. 

Con el dinero que gana así, la vida de la mujer cambia tanto que, con la tranquilidad que le da no tener más deudas, hace que salga mucho de lo bueno que lleva dentro, tanto para bien, como acercarse a ese nieto mulato que tiene, como para mal, seguir trapicheando con la droga. La película muestra la diferencia entre el tener y no tener, en cómo con el dinero uno puede realizar sueños, como en la película llevar a su nieto a ver el mar por primera vez, o ayudar a otros. 

Creo que voy a coleccionar frases idiotas. Hay un montón de ellas para atontarnos, ya que la vida misma ni los que repiten constantemente frases tan absurdas no lo consiguen.

jueves, 22 de agosto de 2013

En una reunión de vecinos

Esta semana un jubilado de 71 años ha matado en Alemania a dos personas durante la reunión de la comunidad de vecinos donde residía. Hirió a otros y se mató a sí mismo después. Todo por discrepancias sobre los gastos de la comunidad. En Alemania existe una instutución llamada Schützenverein, que son asociaciones para practicar tiro como deporte, de las que hay miles en todo el país, y que van acompañadase de toda una parafernalia típica de folclore, uniformes e historia, y que están muy presentes en poblaciones pequeñas, donde organizan fiestas sobre todo en verano.

Qué cruel morir en la reunión de la comunidad, habando de los gastos, y compartir destino fatal con otros vecinos con los que a lo mejor no te llevabas ni bien. Pero si todos agarrasen las armas por discrepancias entre vecinos, se diezmaría la población. A mí me dan ganas de cargarme a la hija de mi vecino, que llena la escalera con las toneladas de perfume que se pone y que como viene a diario a ver a sus padres, impregna todo y dura el olor insoportable durante horas. Pero es un decir y me aguanto. A lo mejor ella misma se intoxicará por la cantidad que se pone. 

Qué peligrosa es la gente que tiene un arma en su casa y que se cree en condiciones de ajusticiar a los demás cuando lo desee. A mí me dan mucho miedo todas esas asociaciones de armas, y ya ha habido en Alemania casos graves de chavales que han matado a otros en sus colegios y a profesores usando las armas de sus padres. Luego dicen de los americanos y aquí a veces se les llena la boca criticándoles pero luego andamos muy cerca con muchas cosas.

Que estemos lejos de estos descerebrados en posesión de armas... Nunca sabes en qué se puede transformar el vecino que hasta ese momento se comportaba "de manera normal," como era el caso del hombre al que echaron de la reunión por llamarles a todos estafadores. Volvió con un arma gritando que iba a matar a todos. Además de los dos muertos (él mismo es el tercero) hay cinco heridos, entre los que se encuentra su propia mujer.

martes, 20 de agosto de 2013

Lo que verdaderamente es noticia

Estoy volviendo estos días a la caza del titular, tras meses en los que muchas noticias me han dejado más indiferente, no por ser menos interesantes sino por tener yo la cabeza en otro sitio. Hoy he visto una curiosa: a un jugador del Hamburgo, que perdió en casa 1:5 frente al Hoffenheim, le ha caído una buena bronca. El entrenador les dio libre, para meditar sobre la bochornosa derrota, y Dennis Aogo se larga a Mallorca dos días. El entrenador está escandalizado pues eran dos días para reflexionar y no para divertirse. 

Al príncipe William, recién estrenado como padre, no se le ocurre más que decir que se alegra de volver al trabajo para recuperar el sueño. Debe ser un privilegiado que puede dormir y descansar en su trabajo, porque si no no me explico que diga tal sandez. Pero la gente encima les ríe las gracias a esos privilegiados, que además criarán a sus hijos ayudados de unas cuantas nannies, y que además encima pueden recuperarse en el trabajo del estrés que les causa su hijo recién nacido.

La que no duerme es una señora de Hamburgo que hace un par de años tuvo la idea de copiar las "cenas blancas" de París y montar una en Hamburgo. Miles de personas cenan juntas en un sitio público vestidos todos de blanco y toda la decoración de la mesa es del mismo color. Pues hace meses que otros barrios quieren hacer sus propias "cenas blancas", y uno incluso ya la ha hecho, y ella lucha por mantener la idea en exclusividad. A la del sábado acudieron más de seis mil personas y será el último año como evento centralizado. No sé las ganas que tiene la gente de comerse el tarro todo el año por una cena de un día y meterse ahora en pleitos y líos.

Unos padres de escolares de primaria están escandalizados porque en un piso justo enfrente de la escuela hay un burdel. Temen por sus hijos y no quieren dejarlos solos por la calle. Ahora están movilizándose para aclarar si el negocio es legal o no. A mí, salvo si no son discretos los clientes ni las trabajadoras de la casa, no me parece que el asunto sea para tanto. Más me preocupa a mí el interior de muchos colegios, lo mal y poco que se limpia aquí en Alemania en ellos y soy testigo pues doy clase en nombre de la universidad popular en aulas de escuelas primarias o secundarias.

La semana pasada salió otra noticia curiosa. En dos comedores de sendos colegios para que les den la comida a los niños, tienen que identificarse con sus huellas dactilares, que han sido grabadas sin permiso de los padres, y si no no hay comida. Los padres están escandalizados y en los colegios se disculpan diciendo que así no tienen que llevar dinero encima los chavales.

Menuda ristra de noticias que conmueven al mundo. Menos mal que justo ahora me viene a la mente otra que he leído hoy sobre el Metro de Madrid: el 27 y el 28 de agosto se recogerán lotes de material escolar para familias desfavorecidas en la estación de Nuevos Ministerios. Yo porque no me puedo pasar, pero me parece un gran gesto ayudar con algo que parece tan simple como nos cuadernos, pinturas y bolígrafos, entre otras cosas, a familias sin recursos, pues los niños son doblemente perjudicados, dentro y fuera de sus hogares. Para los que quieran y puedan colaborar, les dejo con el enlace, y olvidénse del resto de las noticias que he reseñado. Yo ya lo hago. http://www.metromadrid.es/es/comunicacion/prensa/2013/Agosto/noticia05.html




sábado, 17 de agosto de 2013

El caos de vivir

Todos acumulamos recuerdos, y no digo los que llevamos en la mente, que esos no ocupan espacio físico, aunque los llevemos siempre con nosotros y a veces nos resulten grandes como armatostes, sino que precisamente me refiero a los que ocupan lugar. Tras una mudanza en la que volví a tirar montones de cosas, ando estos días reubicándomente con todos mis documentos y papeles. Uno es un historial de carnés, fotocopias, títulos, diplomas, solicitudes, permisos, contratos, y todos estos le acompañan a uno toda una vida. He vuelto a ver papeles de hace más de 20 años, y ahí siguen, como si no hubiesen pasado los años por ellos. Y luego uno guarda además multitud de instrucciones, garantías, facturas... Llevo días tratando de poner orden en mi jungla de papel, y ya voy abriéndome camino y empiezo a ver la luz. Han salido montones de cosas para tirar, otras seguirán conmigo para siempre, pues es mi historia, y otras otra temporada, hasta que yo decida que han caducado. En Alemania además, donde hay mucho más formalismo con invitaciones, tarjetas para dar las gracias por haber ido a bodas, otras anunciando nacimientos de bebés, también los típicos sobres blancos con el borde negro que anuncian un fallecimiento, y todo es tan personal, que guardas y guardas. De España el montón era escaso y el de aquí enorme, muestra de la diferencia en los formalismos que hay en las relaciones sociales en uno y otro país. Son otra cantidad de recuerdos que ocupan espacio en algún lugar de tu casa, hasta que los repasas y decides que no los necesitas todos. Si encima se separaron familias, como es mi caso, se vuelven a hacer montones. Y repartes recuerdos. Sigue habiendo cosas que sabes que no vas a necesitar, pero las sigues guardando pues tienen toda la pinta de ser importantes, y sabes que si te deshaces de ellas, justo entonces las necesitarás. Por mucho que se digitalice el mundo, seguimos acumulando papeles.

A la carga de papel se le suma hoy día el montón de cables de aparatos que uno no sabe ni para qué son ni si se necesitarán, cds grabados con fotos y más historias, cuyo contenido uno ya desconoce, pinchos usb, tarjetas de datos... En mi cajón han aparecido dos móviles antiguos que nadie va a usar ya. Por suerte no tengo problema en deshacerme de lo inútil. El cubo de basura correspondiente a mi portal ya era grande cuando llegué. Al de papel lo he visto crecer en dos ocasiones. Cuando llegué era el de tamaño más pequeño que hay; antes del verano, tras llevar yo aquí unas semanas, le doblaron el tamaño, y ahora, cuando volví de las vacaciones, me encontré con que han puesto el más grande que hay. No pude evitar darme por aludida. No sé por qué creo que yo tengo algo que ver en el crecimiento del cubo de tapadera azul... Y sigo pensando que en mi casa sobran cosas, no solo papel y cables. Seguiremos ordenando. Poco a poco el resultado se deja ver, dentro y fuera, en lo físico, y en lo invisible. Importante es saber en qué lugar depositarlos todos.

jueves, 15 de agosto de 2013

Qué agonías

Antes, en la reunión de padres del instituto de mis hijas, la profesora de francés se disculpó por no podernos darnos las fechas exactas para el intercambio a París, que será a mediados de junio del año que viene, "pero es que los franceses no vuelven al cole hasta el 2 de septiembre", o incluso después, continuó, "pues organizar estas cosas les lleva su tiempo". 

¡Qué desfachatez! Tener libre el mes de agosto. Qué mala coordinación: no tener cole en verano pudiendo ir a clase, estando como están los edificios ahí, en desuso... ¡Pero si los lelos somos nosotros!, y desde el 1 de agosto. Llevamos dos semanas que se me están haciendo eternas. Cada día que mis hijas salen temprano con sus mochilas me digo: "lunes...", "martes...", miércoles...", con la sensación de que "saboreo" cada día de colegio en agosto con lentitud, como si no pasasen los días o las semanas, y como si fuese una tortura veraniega, nada comparable con el calor del verano en otras latitudes, que aquí ya refrescó, y hoy voy con chaqueta de lana y no me estorba.

Pero no se quedó todo ahí hoy. El tutor de la clase nos anunció que en septiembre del año que viene se va con toda la clase a Holanda a navegar el velero, como viaje de "no fin de curso", pues aquí se hacen al comienzo para beneficiarse después el resto del año del efecto de los días en equipo. Tuve que concentrarme bien en el año que dijo, y efectivamente era el 2014. Podría haber sido 2015 ó 2016, oigan. También nos ha recordado que vayamos mandando solicitudes para las prácticas profesionales que tienen que hacer los chavales cuando estén en noveno, es decir a comienzos de 2015, que luego es difícil encontrar plazas en sitios buenos... 

Aquí vivimos muy peligrosamente, con miedo a que el calendario se nos lleve por delante y nos deje sin intercambios, sin prácticas en empresas, y sin nada. Por tener tanta prisa con todo deberían disculparse y no porque los franceses sigan considerando sagrado que no haya colegio hasta septiembre. 

lunes, 12 de agosto de 2013

Taxistas muy de su tierra

Se va una un fin de semana de Hamburgo, e inauguran un puente. Otros fines de semana no pasa nada, y van y lo tienen que abrir justo en éste, que no estoy. Iré a verlo y habrá reseña y fotos en este blog, como ha de ser.

Pero es que una no puede estar en todas partes. Me fui a mi ciudad del alma, Bruselas, donde viví un tiempo y de la que me llevé tanto. La vida da tantas vueltas que Bruselas sigue lanzándome puentes, como el puente ese nuevo en plena HafenCity, el barrio ultramoderno de Hamburgo que sigue construyéndose, Y yo, agradecida que soy, los cruzo.

Es difícil explicar qué tienen ciertos lugares que a unos no les dicen nada, pero que a otros les llenan completamente. Yo tengo una lista de cien mil sitios en los que no viviría bajo ninguna de las maneras. Pero Bruselas sigue siendo una ciudad a la que me volvería a ir sin pestañear. Es simplemente así. Hay cosas que no se pueden explicar.

Por eso anoche al llegar a Hamburgo, me repateó la "alegría" que tiene la gente de aquí en el cuerpo. Al ir a coger un taxi, me volvieron a poner la misma cara de siempre. Sé que a un taxista le gusta más una carrera que dure media hora que una que dure diez minutos, pero qué le vamos a hacer si vivo a 10 minutos del aeropuerto. ¿Es que no tengo derecho por eso a coger un taxi a las nueve y media de la noche y con dos niñas? Cuando le dije a dónde quería ir me miro con cara de odio, y encima me dice que si es que tengo el coche allí. Le dije que no, que vivo allí. No quise pelearme, pues volvía de un fin de semana tan agradable, y no tenía ganas de gastar energías en discusiones absurdas. Alguna vez han salido quejas en el periódico de que algunos taxistas se niegan a llevar a gente que vive cerca del aeropuerto. El trayecto me costó siete euros, y encima fui tan estúpida como para darle un euro de propina. Qué le vamos a hacer, yo soy así. Les expliqué después a mis hijas, que me miraron con los ojos saliéndose de las órbitas cuando oyeron el comentario del taxista, que con la propina pretendía demostrarle que merece la pena igual hacer trayectos cortos, y que a veces respondo con amabilidad al borderío pues pretendo cambiar el mundo. "Pues hala, tienes mucho trabajo que hacer", me respondió la mayor.

Por eso hoy leo la noticia del primer ministro noruego, que ejerció de taxista en junio por Oslo, para enterarse de lo que piensa la gente de a pie, y me ha hecho gracia. Algunos le dijeron que conducía fatal, y él se disculpó diciendo que hacía años que no llevaba un coche, y otros le dijeron que se daba un aire con el primer ministro. Pues el taxista de anoche se daba un aire con todo lo que no me gusta de Alemania, pero por suerte llevo tantos años aquí, que sé que también hay buenas cosas por las que volver, aunque yo misma preferiría mil y una veces estar en otros sitios. Pero para eso están los puentes. Y los aviones. Y los taxis, que también hay taxistas agradecidos. Y gente que hace de puente en cada lugar.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Cada 7 años

Seguimos de verano, pero verano de verdad. Eso en Hamburgo no es poca cosa pues ocurre poco. Desde mi vuelta no he utilizado una chaqueta ni un sol día y por fin hago uso continuado de la ropa de verano. No recordaba un verano así aquí, y he oído varios comentarios de que la última vez que hubo un verano con la sensación de ídem fue cuando el Mundial de fútbol en Alemania. Eso fue en 2006, y yo no lo recordaba pues entonces vivía en Bélgica, pero sí, debe ser ése. ¡Siete años!!! Tanto hay que esperar aquí para que el verano dure más que unos cuantos días sueltos y que la sensación del mismo sea plena. 

Ayer, las mujeres que me dijeron lo del Mundial me comentaban que los últimos años no se han gastado nada en ropa de verano y que este año han tenido que comprarse ropa. Me llama la atención la cantidad de gente que veo por la calle demasiado abrigada. Les aseguro que calor hace, pues el termómetro soy yo. Hay gente que dice que si yo me pongo manga corta es que hace calor, y no recordaba haberme puesto tanta ropa veraniega durante tantos días seguidos. Sorprendentemente  estos días he visto a gente con cazadoras, chaquetas de lana, botas. Por otra parte ésos son los mismos que cuando tenemos 18°C van en camiseta de tirantes, pantalones cortos y sandalias. 

De todas formas creo que la gente simplemente no posee un armario de verano. Observo también que muchos no sabe vestirse para el calor y creo que es por la falta de costumbre. Pienso que están acostumbrados a ir tapados con ropa y en realidad, como a la mayoría no le gusta el calor, esperan deseosos a que pase. Pero así, claro, se asfixian y se quejan de lo desagradable que es. Aquí es costumbre además, realizar muchas actividades en las horas centrales del día, que es cuando más calor hace, entre las 3 y las 6. Se sientan al sol, y obviamente así no te gusta el calor.

Yo vengo diciendo estos días que voy a iniciar una recogida de firmas para que tengamos calor hasta por lo menos noviembre. Aquí se organiza el referéndum que haga falta, así que yo propongo ése. 

En cualquier caso, para los jardincitos de marras y los sufridores del calor, acaba de empezar a llover. Ya me parecía a mí. Pero yo 7 años no espero de nuevo.


lunes, 5 de agosto de 2013

La lista (y yo la tonta)

Qué triste. Esta tarde iba en coche cuando de repente, como hago a menudo, me escribí una entrada para este blog en mente, y estaba segura de teclearla luego por la noche. Pues ahoraresulta que no consigo acordarme de lo que iba a escribir. Nada. Se evaporó el post sin haberlo escrito. 

Y es que ha empezado el curso, y hoy hemos acudido a la bienvenida de los nuevos alumnos de quinto en el instituto, entre los que se encuentra mi hija pequeña. A la emoción de un día así se le suma la organización de lo de antes, durante y después, todo más complicado aún si eres una familia desestructurada, o mejor llamémosla "moderna". Una vez superado el día, que no es poco, hemos repasado esta noche juntas la lista del material que necesita para el curso. Es todo un ejercicio mental comprender qué cuardernos necesita, que si con líneas, cuadriculados, con y sin margen, o margen en blanco aunque sea con líneas el cuaderno, y luego aquí los cuadernos se forran para que los profesores tengan los montoncitos colocados según colores. Y cada asignatura es de un color. Ciencias naturales es verde, como no podía ser de otra manera, pero lengua azul, matemáticas naranja, inglés es rojo... 

Pero lo mejor es lo de los lapiceros. Le piden tres durezas de mina diferentes: que si HB, 2B y qué sé yo; bueno, éste último es 4b, acabo de mirar. Hasta los "qué sé yo" tienen nombre. Sé que existen estas diferencias de minas de lápiz, pero hasta ahora no ha sido trascendental en mi vida entender las diferencias. Por eso, ante la mirada de incomprensión de mi hija mayor por no entender de lápices, le he dicho que cuando yo iba al cole, llevábamos un lápiz, un boli, uno rojo también (ahora recuerdo el "cuatrocolores", todo un lujo), un cuaderno y ya. 

Y leyendo la lista y marcando lo que tenemos que comprar y lo que no, se me han ido las ideas. No consigo recordar qué post iba a escribir, pero aseguro que la idea me parecía muy interesante. Eso ahora es fácil decirlo, lo sé, pero es que lo tenía escrito en mente y lo he visto tan claro que no pensé que se me fuera a escapar sin haberlo escrito. Y ahora, como no publique esto, el sueño me va a quitar lo que me queda de este post. Bienaventurados los que están en la playa o en su pueblo en agosto, y no en un país que parece surrealista por mandar a los niños el 1 de agosto al cole. Esos no van a soñar con una maraña de cuadernos lineados o cuadriculados, con o sin margen, forrados de tal color, o lapiceros HB, 2B, etc. Buenas noches. 

viernes, 2 de agosto de 2013

Los puentes de una tarde/noche de verano

Son las tantas de la noche, pero la noche veraniega que tenemos merece una reseña. No recuerdo cuándo fue la última vez que me senté fuera en Hamburgo por la noche sin chaqueta. La ciudad con buen tiempo se transforma y adquiere toques mediterráneos: las plazas y calles están repletas, y las terracitas de verano se han apoderado de las aceras. 

Hoy, que he ido por la tarde al centro, al ver a las multitudes ocupando todo, me ha parecido que llevo ya demasiados meses liada y que la que me estoy perdiendo es una buena. La ciudad está desbordante con esta luz de verano, el agua y el verde.

Y cené en zona de puentes, que lucían el palmito hoy como nunca. Es una zona de Hamburgo de puentes infinitos, como muestra la primera foto. Y me gustaría que el verano fuese infinito, como la cantidad de puentes que tiene esta ciudad.