miércoles, 31 de agosto de 2011

Es que hay que joderse

El título de este post es mi frase favorita para esos momentos en los que me parece que me están tomando el pelo o para expresar sorpresa por algo que me deja anonadada. Hoy lo he pensado, cuando mi hija mayor me ha anunciado, a sus 11 años, que no está segura, pero que probablemente no va a tener hijos, pues visto lo visto, le parece mucha renuncia, pues ella quiere tener una profesión. Le he dicho que no tiene que decidirse ahora por suerte, pero a su vez me ha dicho que sí,  pero que si tiene hijos, le parece muy duro dejarlos con una señora que los cuide, y que para eso, y como no va a dejar su profesión, que probablemente va a ser que no. Y en ese momento pensé en la frase arriba escrita.

A todo esto, esta mañana, a la otra, de 8 años, con motivo de no sé qué conversación, a las ocho menos veinte de la mañana, saliendo para el cole, le dije algo de cuando yo iba a trabajar al banco. Me mira toda incrédula y me dice: "ah, ¿pero tú trabajabas en un banco?!?". Le digo que sí, que a ver si se cree que yo he sido mamá toda la vida. Me mira con más incredulidad aún. Y me pregunta interesada que qué hacía allí.

Esta tarde nos hemos acercado al centro, y justo íbamos a una tienda que está al lado de donde yo trabajaba. Me he puesto nostálgica, claro, pues el banco ya no existe, y les he contado que si ésa era la puerta de entrada, que si ahí me compraba el Franzbrötchen por la mañana a menudo, ahí me tomaba el café del mediodía, por ahí paseaba al salir, o en la hora de la comida. Como el edificio tiene varias puertas, al repetirles un rato más tarde, que ahí esto o lo otro, me dice la pequeña que ya había dicho "tres mil veces" que trabajaba ahí, y que ya lo sabía.

Y como la zona donde hemos estado la pateé durante 9 años a diario, al pasar por el McDonald's le dije que alguna vez comía en él, de camino a la universidad o al trabajo. Y me salta la mayor: "Pues muy bien no te alimentabas tú, entre los Franzbrötchen y el McDonald's". Volví a pensar en la frase de arriba.

Y hace poco, la pequeña, viendo un reportaje en unas noticias infantiles de la televisión que ven y que están muy bien hechas, explicaban por qué muchos estaban tan enfadados en España por la visita del papa, que es porque éste, entre otras cosas, está en contra de la homosexualidad y del uso de preservativos. Entonces salta la pequeña: "ah, ¿pero es que el sexo se puede hacer por diversión?". Ahí ni me dio tiempo a contestar, pues la mayor se me adelantó: "Por supuesto. Yo antes también pensaba que era solo para tener niños, pero no...". Entendieron a la perfección la protesta de los que estaban en contra de que la iglesia católica esté en contra de muchas cosas. De nuevo la frase de arriba, pues la misma lógica podrían tener muchos fanáticos, y mejor nos iría.

Podría continuar, pero mejor no lo hago, pues situaciones de la frase de arriba, además de vivirlas con la humanidad entera, las vives con tus hijos en el momento en el que empiezan a observarte como un ser imperfecto, cuya estela mejor no seguir quizá, no sea que ellos sean los que tienen que decir la frase arriba mencionada. No me gusta decir palabrotas o frases mal sonantes, pero aquí queda.

martes, 30 de agosto de 2011

Si pudiéramos cambiar de época...

Si tuvieran que elegir una época para vivir en el pasado, ¿cuál elegirían? Supongo que dependiendo de lo que uno tenga en mente. A lo mejor uno piensa en los palacios pomposos de la Francia más rococó, o se imagina la Grecia clásica, o Roma, o si es pintor el París de comienzos del siglo pasado. A mí siempre me ha atraído la época del cambio de siglo y la explosión que hubo de las artes, pintura, arquitectura, en esa época, quizá por lo mucho que me gusta el Art Nouveau. Por otra parte, no hay que olvidar que en esa época, como en todas las anteriores, eran muy pocos los que se beneficiaban de la cultura y del saber.

Woody Allen y su película Midnight in Paris plantea algo así, pero de otra manera. Un hombre joven, a punto de casarse con una mujer que desprecia sus inquietudes, necesita encontrarse a sí mismo en París, donde ve un futuro mejor para su vida y su escritura. Se despega de sus acompañantes e inicia unos viajes nocturnos en un coche que le recoge a medianoche y le lleva al París bohemio de los años 20. La primera noche se encuentra con F. Scott Fitzgerald y su mujer, y con Hemingway, y cuando aparecen otras noches personajes como Picasso, Dalí, Buñuel, parece encontrarse cada vez más a gusto y depender de esos viajes en busca de inspiración para la novela que quiere sacar a adelante. Se enamora de la amante de Picasso, y tratando de conquistarla, van más atrás en el pasado, a la Belle Epoque, y ella quiere quedarse allí, pues es su época favorita, mientras que él no lo entiende, pues considera el Paris de los años 20 la mejor época. Y gracioso es cuando ambos preguntan a Degas, Toulouse-Lautrec y Gaugin que cuál es la mejor época: ellos dicen que el Renacimiento... Y así podríamos continuar, algo que ya no hace la película.

Fantasía, sí, pero muy "woodyallenesca". A mí me encantó de jovencita La rosa púrpura del Cairo, con el actor que se salía de la pantalla. Al menos en Midnight in Paris Allen vuelve a ser él. No sé qué se tomó antes de rodar Vicky, Cristina, Barcelona, o en qué estaba pensando. A mí no me gustó nada, pues llenó la película de los clichés que la gente espera ver de los españoles y los exageró hasta tales extremos, como cuando Penélope Cruz aparece con un cuchillo gritando, que a mí me dieron ganas de irme del cine. Salvo excepciones, una película de Woody Allen no suele ser una pérdida de tiempo, porque los diálogos esconden frases muy irónicas y mordaces, y el ambientillo es tan intelectualoide, que por muy absurda que sea la trama, te engancha. Todavía me río por una de sus primeras películas en las que al aparcar Mia Farrow dejando un buen hueco entre el coche y el bordillo, él le dice "gracias, hasta la acera voy andando", o en otra, que no recuerdo tampoco cuál era, decía algún personaje, o él mismo, que cuando escucha a Wagner, le entran ganas de invadir Polonia.

Genial es la aparición en la película de Adrien Brody haciendo de Dalí, cuya caracterización es espléndida. Es una conversación surrealista, como lo son sus personajes y la situación, y él habla alucinado de que ve "rinocerontes". Y de Carla Bruni, qué decir. Muchos habrán ido a ver Midnight in Paris por ella. Su aparición no es digna de mención pues hace de Carla Bruni, etérea, muy francesa. Más merece la pena la película por París, en la que la película se recrea y la idea general de "y si..." que siempre tenemos en nuestras vidas, vivamos en la época que vivamos.

lunes, 29 de agosto de 2011

Franzbrötchen


Con la entrada de hoy abro una nueva etiqueta, en la que hablaré de comidas típicas de Hamburgo o de Alemania, para ayudar, al que viniese por aquí, a saber qué comer, pues como en todas partes, hay verdaderas delicias y a mí, cuando estoy en sitios que no conocía hasta la fecha, me da pena irme sin haber probado algo típico y basarme en la comida internacional, que bastante globalizado está el mundo.

Hoy, y aunque no soy golosa, quién lo diría, propagado aquí mi amor a los helados alemanes, comienzo con los Franzbrötchen, unos bollos de canela típicos de Hamburgo, tan característicos de aquí, que los alemanes en el exilio los añoran. Son una bomba calórica, no cabe duda, con su masa hojaldrada, que no es de puro hojaldre, pero parecido, y su canela que se acumula más en las grietas de la forma enroscada, que se carameliza con el azúcar en el proceso de coción. Todo un placer en el desayuno, que en Alemania no se caracteriza por dulces tipo madalenas o galletas (no se golosea en el desayuno sino después de comer, con el Kaffee und Kuchen, el café y tarta de las tres o las cuatro), sino que se desayuna pan con embutidos, quesos o mermeladas, y no generalmente un simple bollo. Pero los Franzbrötchen son la excepción, y más si se comen en la oficina, para acompañar el café del segundo desayuno.

Yo he oído a hamburgueses exiliados acordarse con añoranza de estos bollos, que yo, durante años consideré de toda la geografía alemana. Pues no, son de aquí, tan de Hamburgo como el St. Pauli. Sus orígenes no están muy claros. Se dice que proceden de la ocupación de Hamburgo por los franceses entre los años 1806 a 1814. El nombre incluye la palabra Brötchen, 'panecillo' y Franz, de francés, etimología no comprobada, pues el nombre Franz sería Francisco en alemán. O sea, que lo hizo un francés o un Franz, "el panecillo de Franz". Luego hay otras versiones del origen de este dulce que les atribuyen el invento a holandeses o escandinavos. Pero por la etimología cuela más la otra.

Como hoy día necesitamos más variedad de todo, hay Franzbrötchen de otros tipos: con pasas, con chocolate, con mazapán, o Streuseln, una cobertura muy típica aquí para pasteles, hecha con mantequilla, harina y azúcar, que queda como migas por encima. Parece ser que en los últimos años se venden en otras partes de Alemania, pero dejemos el origen aquí, como los fartons, que no había probado hasta este verano, son tan valencianos como la horchata a la que acompañan. Y que por mucho que queramos extender todo por todo el mundo, las cosas donde mejor saben es en su lugar de origen. Excepción: la paella de mi madre.

sábado, 27 de agosto de 2011

Sin título

El post de hoy no lleva título, pero dejarlo en blanco, me parecería leve. Prefiero dejar constancia de ello, y celebrarlo incluso. Porque los que se me vienen a la mente incluso antes de escribir este post son los siguientes: Con la lluvia no se equivocan. Sin comentarios. Deberían prohibir todo evento al aire libre. La imposibilidad de planear. Como chafar una primera vez. Lo hemos intentado.

Todos y cada uno de ellos irían bien cómo título a una entrada de blog que me había guardado hasta el concierto de ayer. Mi grupo favorito alemán es una banda berlinesa de nombre Wir sind Helden, cuya música es escuchable en todos los estados de ánimo, desde alegre a mustio, de meditativo a seguro. Y la voz de la cantante es siempre como una voz en off, aplicable para todo. Pues bien, ideal hubiese sido hablar hoy, y no otro día, de este grupo y su música, haciendo un repaso al concierto de ayer. Sin embargo, ahora me toca explicar los diferentes títulos:
  • Con la lluvia no se equivocan. El pronóstico del tiempo de ayer decía que tras un día de 29°C con humedad como en los trópicos, por la tarde/noche tendríamos una tormenta con aires huracanados, granizo, truenos y relámpagos. Aquí se equivocan con pronóstico de sol, que a veces nos anuncian, pero que luego no acaba de salir, pues la "sopa espesa", como se llama aquí a las nubes y niebla, no nos dejan verlo en días en los que debería salir; pero con la lluvia siempre aciertan. Si dan 90% de lluvia, caen todas las gotas anunciadas, e incluso más. Si dan 10% también. Yo a veces me sorprendo por esas cuatro gotas que caen, y me digo "ah, el 10% anunciado". Y qué decir de tormentas y tempestades. Si tocan tocan..., por mucho concierto al aire libre que hayan organizado.
  • Sin comentarios. Y sin embargo, cuando tras haber actuado el telonero (ése sí que tuvo suerte) y a punto de salir Wir sind Helden al escenario, se levantó el aire diciéndonos de dónde venían la tormenta y empezamos a oír truenos a lo lejos, todos en el público, empezamos a sacar chubasqueros y paraguas, al unísono. La banda empezó a tocar y durante la primera canción no llovió, pero el resto sí, y a mares. Indescriptible la sensación de estar con un chubasquero, un paraguas, y aún así ponerte pingando en un concierto de "verano" y viendo que no iba a parar.
  • Deberían prohibir todo evento al aire libre: cine de verano, conciertos, verbenas, ferias, mercados de artesanía. No tiene sentido organizar nada en VERANO en este país, pues el verano es una ilusión. Les cuesta aceptarlo, pero deberían. Creo que si se aceptase que lo que hay es esto, dejarían de hacernos creer que en verano se pueden hacer muchas cosas al aire libre, porque aquí no hay aire libre, pues le pertenece a la lluvia. Por supuesto algo así es fuerza mayor, pero aceptemos que la fuerza mayor hace imposibles las menores, como la organización de un evento al aire libre, por muy grande que sea.
  • La imposibilidad de planear. En marzo, cuando compré las entradas, la idea me pareció muy buena. Mis hijas y yo, en un concierto juntas, en verano, al aire libre, en un parque, en un sitio de conciertos al que no he ido nunca por mi escepticismo ante todo lo que se hace al aire libre aquí en verano, incluso barbacoas o cumpleaños planeados con meses de antelación. Y no digamos de vacaciones en las playas alemanas.
  • Cómo chafar una primera vez. Este concierto era el primero de mis hijas. No era para niños, pero que una madre vaya con sus hijas no tan pequeñas ya a un concierto de un grupo pop/rock, no es nada raro. Y a mí me hacía mucha ilusión llevarlas. Su desilusión fue ver que en un concierto de mayores no se ve mucho, y les expliqué que en un concierto con alemanes o nórdicos como público, los bajitos no vemos mucho, y que si tienen suerte y se hacen más altas que yo (algo que no es difícil), a lo mejor tienen más suerte que yo en conciertos futuros. Pero cuando empezó a diluviar, aguantaron el chaparrón y nunca mejor dicho, con una estoicidad impresionante. Cuando a la media hora, la cantante, Judith Holofernes, anunció que tenían que interrumpir el concierto, mis hijas se quedaron tan mudas como yo. La pequeña me dijo que ni siquiera habían cantado sus dos canciones favoritas...
  • Lo hemos intentado. Con esa frase se disculpó la cantante del grupo. Que lo sentía, que lo habían intentado, pero que les habían dicho que había que parar, por motivos de seguridad. Me imagino que la reciente muerte en Bélgica de 5 personas y los muchos heridos al venirse abajo una lona en un concierto al aire libre, hizo que se previniese antes de tiempo. Y es que 30 litros por metro cuadrado y vientos con velocidad de 180 km/h era para temer lo peor en una concentración de muchas miles de personas. Así que tras media hora de concierto, y siete canciones, salimos ordenadamente, todos muy calmados, paraguas en mano, camino del metro. Yo iba de muy mala leche pero con mi visión de futuro en los momentos en los que no me puedo reír de nada, y aseguro que el tiempo de Hamburgo me hace perder los estribos, les dije que cuando sean mayores, le podrán contar a sus hijos o hablar entre ellas de que jamás se les olvidará como fue su primer concierto de mayores: "¿Te acuerdas de cuando mamá nos llevó al concierto de Wir sind Helden, la que cayó, y que lo tuvieron que interrumpir?" Les dije que se reirán a carcajadas. A mí ahora mismo no me hace ni pizca de gracia, y no es ya por el dinero que costaron las entradas, sino la rabia que me da que esto no es casual, y que el tiempo en Hamburgo, o Alemania, te arruina tus primeras veces. También yo, como Wir sind Helden, al menos lo intenté.
Y si alguna vez vuelvo a un concierto de Wir sind Helden, será en un recinto cerrado, lo prometo. Porque aquí no hay que dejar nada a la improvisación meteorológica. Ni las entradas de blog.

viernes, 26 de agosto de 2011

Fiscalidad (y moralidad) a conveniencia

Ayer leí un artículo de Javier Cercas publicado un año antes en El País Semanal (sí, con tanto retraso voy a veces) en el que hablaba de que va guardando artículos que lee a lo largo del año porque los considera potenciales del artículo perfecto que quiere escribir, además de los esbozos que tiene preparados y que no salen adelante, y contaba que, antes de irse de vacaciones de verano, hace repaso de todo los recortes y ve la cantidad de buenos artículos que se le quedaron por hacer. Y menciona varias de esas noticias, en un intento a que no pasen al olvido.

Algo así me ocurre a mí a menudo. A mi colección de periódicos y revistas atrasados, que no tiro hasta que no escrutino minuciosamente, se unen los artículos que voy guardando de los periódicos o revistas ya leídos porque los considero aprovechables para mis múltiples ideas. Luego están los que tengo en mente, y a veces me tiro dos semanas con una idea en la cabeza, que no acabo de soltar porque aparecen otras que en ese momento se les cuelan, o que no salen por falta de tiempo.

Y por eso, no quiero dejar sin comentar una noticia que leí en el periódico de ayer, así que reciente, de una sentencia que dice que comerte una salchicha sentado en uno de los típicos Imbiß que las venden y en los que normalmente, si te puedes sentar, no son los lugares más acogedores del mundo, te costará más que si te la comes de pie. Se aplicará otro impuesto: un 7 % para las que te dan en la mano, y te las vas comiendo o de pie o caminando, y un 19 % para las que te comes sentadito, en concepto de restauración. La noticia es graciosa, pues me pregunto que ocurre si una vez que has pagado la salchicha que te ibas a llevar, decides en el último momento sentarte en ese huequito de la mesa que hay libre. ¿Controla Hacienda si el vendedor declara esa salchicha como comida o como restauración? Me parece tan complicado y curioso, como tantas de las normas que hay aquí con excepciones y párrafos determinando todos los posibles.

Pero un tema que tengo desde hace casi en mente es la dimisión de Christian von Boetticher como candidato de la CDU a la presidencia de Schleswig-Holstein. El ahora excandidato presentó su dimisión entre lágrimas por su relación con una chica de 16 años. Al dimitir, dijo ante las cámaras y los micrófonos que fue amor, y aunque esa relación terminó al poco tiempo, y fue durante un tiempo en el que estaba soltero, y que era una chica de 16 años, que para mantener relaciones sexuales es ya la edad legal, o sea que no era delito. Pero la moral de la politica, le ha hecho dimitir. Alguien ha sacado este asunto a la luz ahora, cuando hace más de un año del idilio, y desde luego que este hombre ya no llegará a presidente de su Bundesland. En Alemania nadie se rasga las vestiduras por una relación entre un hombre de 40 años y una chica de 16 años, pero por eso ha surgido un debate nacional sobre la doble moral, y la moral de la política, de si los políticos han de medirse por otra moral que la gente de a pie, si por el hecho de hacer cosas así son susceptibles a crisis internas de partido, como ha sido el caso.

Y el otro día leí que lo del amor "platónico" es un camelo. Digamos que el término de amar a alguien de manera idealizada, secreta y sin llegar a nada, viene de Platón porque esté lo propagó como el ideal a seguir. Bueno, el camelo es que Platón fuese fiel a él. Un investigador británico ha leído entre líneas mensajes codificados en la obra de Platón que probarían lo contrario, que fue una buena pieza y un amante de muchas mujeres de manera no platónica, pero como su maestro, Sócrates, acabó como acabó por "pervertir a la juventud" que era una de las acusaciones entre otras por la que le condenaron a muerte, Platón, por mucha apología que hiciera de su maestro, se anduvo con más cuidado. Incluso que el político de Schleswig-Holstein.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El hombre que hizo reír a una nación

Es difícil resistirse a no mencionar el fallecimiento de Loriot, del que supimos ayer. A sus 87 años, el humorista Loriot, de nombre Vicco von Bülow, se ha despedido silenciosamente de una nación que le respetaba y que siempre le reconoció y agradeció infinitamente haberla hecho reír y sobre todo reírse de sí misma, algo muy difícil con el carácter alemán. Los titulares tras saberse su muerte coinciden: el hombre que nos enseñó a reír, el humorista más importante del siglo XX, Alemania llora la muerte del maestro del humor alemán, entre otros.

De buena familia, y con el porte que tenía, podría haber sido perfectamente embajador, comerciante, político, presidente del país o cualquier cosa importante que hubiese pretendido, pero quiso ser humorista. De un talento con el que solo nacen unos cuantos genios, no solo tenía esa finura en el lenguaje y esa visión perspicaz del alma alemana única en él, sino que era además escritor, dibujante de caricaturas, director de cine, escenógrafo, y más.

Sus sketches forman parte de la memoria colectiva alemana, y algunas de sus frases han pasado al saber común. Todo el mundo conoce aquí sus sketches como en España es legendario el de Encarna y las empanadillas de Mostoles de Martes y Trece, o las conversaciones de teléfono de Gila. El de Loriot es un humor tan serio, que yo, como extranjera, tardé años en reírme con él, y muchos de otros países dirían que no tiene gracia. Yo misma tardé años en reírme con él, porque no era capaz de reírme de esa seriedad y solemnidad tan alemana a la hora de hacer las cosas, y ver a la vez que en esa vida seria y estructurada ocurren imprevistos o "tragedias" que le sacan a cualquiera de sus casillas. Me encanta la historieta del representante serio y estirado que va a una casa fina, y la sirvienta le lleva al comedor. Todo está perfecto, pero un cuadro está torcido, en la pared, y él, al tratar de ponerlo recto, se carga la decoración del comedor entero, en un cúmulo de torpeza y mala suerte.

Ahora acabo de descubrir uno que no conocía, alemán para extranjeros, y como en los otros, sin conocer la cultura, cuesta quizá entender la ironía de la situación, pero una mujer está con su amante en la cama, y enseñan alemán para extranjeros. Hablan, como en los métodos de idiomas de si "mi marido se llama...", "su tren llega a las ...", y la situación no podría ser más grotesca, tratándose hasta de usted en la cama. Hasta el marido, cuando llega, se presenta y dice la hora que llega su tren...

Lo bueno de Loriot es que aunque falte, jamás dejaremos de reírnos con sus historias, pues son imposibles de olvidar. Admito que me conmovió ayer muchísimo su muerte. Al parecer, uno de sus últimos deseos fue una cerveza bien fría. Creo que se estaba riendo hasta de su propia muerte.

martes, 23 de agosto de 2011

10 años del país de las maravillas

Dos mellizos tuvieron el sueño de atraer a 100.000 visitantes al año a la Speicherstadt, a ver la maqueta de trenes más grande del mundo que querían crear. Consiguieron para su propia sorpresa un sustancioso crédito y se pusieron manos a la obra. El 16 de agosto de 2001 abrió en Hamburgo la Miniatur Wunderland, y diez años después han roto todos los récords, con los más de un millón de visitantes anuales que se acercan a ver este prodigio de filigrana y técnica.

Tan solo unos datos:
10% de los visitantes son de Hamburgo
10% del extranjero
80% de otros Estados Federales.
Dan trabajo a 230 personas
Superficie: 1300 metros cuadrado de maqueta
3660 casas y puentes
228.000 arbolitos (casi tantos como los que tiene Hamburgo, el real)
Y lo principal, los trenes, pero que debido a tanto detalle no lo parecen: 930 circulan, con 14.450 vagones.
Personitas hay 215.000

Eso sí que es hacer de un hobby una profesión, y echarse un órdago. El estadio del HSV que han montado, con miles de espectadores y un cesped impecable, con su iluminación nocturna, ya sería suficiente como atracción. Pero son los detalles arrancan sonrisas a cualquiera: un público en un estadio de tenis que hace la ola, mientras la pelota va de un lado a otro; o la piscina al aire libre en la que dos graciosillos le han quitado la parte de arriba del biquini a una chica y se lo lanzan el uno al otro; o la pareja haciendo el amor entre los arbustos; o la chocolatina que sale al apretar el botón de la fábrica de Lindt. Los niños hacen cola... Representados en este país de las maravillas en miniatura, como sería la traducción del nombre, están, además de Alemania, EE.UU., Suiza y Escandinavia. En planificación se encuentran Italia y Francia. Porque esto no se acaba nunca. Los planes de expansión son más que reales y todo llegará.

La impresión es que los creadores de tal fantasía deben estar todo el tiempo jugando durante sus horas de trabajo, pero la maquinaria y perfección demuestra que la cosa es seria y que la pasión se ha convertido en una labor de ingenieria que deja boquiabierto a cualquiera. La ingeniería alemana es capaz de originar, además de todo lo que lleva la etiqueta Made in Germany, diversión y ganancias, y mover a gente de toda Alemania y de fuera, dispuestas a esperar la cola, por desgracia ya a cualquier hora del día. Será porque lo merezca, digo yo, y desde luego que sí. Ahora mismo el tiempo de espera está en 210 minutos, o coger entradas con hora, que es lo más recomendable, y volver el mismo día. Con más de 800 personas dentro, la visita se hace por lo visto insoportable, y ya han llegado al cupo estos días, en los que se cumple su décimo aniversario. Se ha convertido en el destino turístico de Hamburgo que atrae a más turismo nacional. Porque todo alemán lleva un ingeniero dentro.

domingo, 21 de agosto de 2011

Verano último minuto

Se nos había olvidado que es verano, y que todavía nos queda un mes de él, al menos en el calendario. Y siendo agosto, es normal que tengamos días buenos. Pero normal aquí no hay nada, y menos en verano, y menos este verano. Y sin embargo, ayer y hoy hemos recordado que sí, que todavía nos toca algo de calor, y no nos lo podíamos creer, al haber tenido dos días de sol radiante e incluso calor.

Yo llevaba toda la semana pensando que esto no puede ser sano: el otro día se cayeron toneladas de caliza de la isla alemana de Rügen, en el mar Báltico, cuyos acantilados son espectaculares y lugar de visita para un millón y medio de turistas al año. Ya los pintó Caspar David Friedrich, el pintor del Romanticismo alemán que los inmortalizó, como si de un folleto turístico se tratase, en un cuadro impresionante. Esta semana, por la mucha lluvia de este verano, rumps... se han venido abajo. Además, en algunas partes de Alemania están acribilladitos de mosquitos: el verano tan húmedo ha aumentado la población de mosquitos en un 50% y aquí, bien alimentaditos y creciditos que están, son asesinos. Avispas hay un rato también, pero esas las tenemos todos los veranos, y no te dejan comer fuera tranquilo. Pero como este año casi no te puedes sentar fuera, por la lluvia que cae, al menos ese problema está solucionado. No el de las babosas, que están hermosísimas, y que se comen todas las flores que la gente plante en el jardín y que en España, según me han dicho, son escuchimizadas y flacuchas, y aquí estás rollizas. El otro día había una bajando tranquilamente el cristal de mi ventana, dejando su huella pegajosa. Aquí la naturaleza es algo muy serio.

Pero el mayor placer es hablar con la gente de sus vacaciones, ahora que hemos vuelto todos los que tenemos niños. Ayer, en una fiesta escolar, tuve ocasión de comparar, y yo, en mi caso, de lucirme por haber tenido casi cinco semanas de verano auténtico, y eso que los españoles dicen que el verano está siendo raro allí. Vengan todos para acá y comparen. Aquí son "raros" todos, y con 15°C menos. Pero la conclusión fue que los top 3 del verano han sido Finlandia (las familias que estuvieron allí se alardeaban de verano), los de Noruega también decían que tuvieron suerte, y los del sur de Europa: España y otros destinos del Mediterráneo, como Cerdeña o Sicilia. Todo el centro de Europa, ha tenido lluvia continua, y mi placer fue oír a los defensores acérrimos de los veranos frescos y que nuncan dan su brazo a torcer de que esto no hay quien lo aguante, decir que este verano ha sido demasiado. De hecho en el periódico apareció el otro día lo que ya he visto en facebook y que a muchos les gusta: las nuevas estaciones del año son  "Primavera, Mierda, Otoño, Invierno". Así tal cual. Y muchos están de acuerdo.

Los que se alegran son las empresas de viajes con ofertas tipo Last Minute, algo que existe en Alemania desde siempre. En vista a lo que hay, muchos están reservando viajes al sol y al verano para estas semanas, y parece ser que hasta septiembre la demanda de viajes planeados muy a corto plazo, en un país en el que la gente prefiere planear con mucho tiempo, está superando la de los últimos veranos. Es habitual que mucha gente se quede en Alemania en verano, convencidos de que habrá verano en algún momento u otro, y prefieran irse de vacaciones en otoño o invierno. Porque aunque el verano nos dé días "último minuto", como hoy y ayer, como esta tarde ha vuelto a llover, no sea que nos emocionemos, más vale huir, al menos los que puedan, que son los que no tienen niños en edad escolar.

jueves, 18 de agosto de 2011

Menudo año

Al final las cosas son como han de ser. Ayer ganó el Barça la Eurocopa, y menos mal para los madridistas, pues dónde hubiesen celebrado los pobres su victoria con la Cibeles cortada y preparadita para la visita del Papa. Así que con la victoria del Barça, se les solucionó el problema. Que Mourinho meta el dedo en el ojo al segundo entrenador del equipo adversario es penoso. ¿Hay que idolatrar a ídolos que no lo son? Si uno de nuestros hijos hiciese eso en un partido de fútbol del colegio, le regañaríamos, y le diríamos que eso no se hace. Que lo haga un crío de 8 ó 10 años que no controle su rabia, vale, pero un señor cuya fama de implacable es ya tal que no debería ni pasársele por la cabeza dar este paso tan infantiloide, que hoy día hay cámaras por todos sitios, y que por mucho que quiera ahora ignorar el asunto, está ahí. Se van a cargar el fútbol, la competitividad sana, entre los millones que se pagan por "ídolos" y además el comportamiento de muchos aficionados en los estadios. El sábado en un partido de la liga alemana se tiraron al césped latas llenas de vómito, orina y heces. ¿Va a haber que prohibir el fútbol, ante entrenadores tan agresivos y público tan incontrolado como se corta Sol para evitar cualquier concentración humana tildada de peligrosa o antipapal?

Que se idolatre a Mourinho, al Real Madrid, o al Barça es como el culto al Papa. Hoy tomaron la Cibeles no los acérrimos del Madrid, sino los fanáticos del Papa. Por fin llegó, aleluya, porque lleva llegando demasiado tiempo, y muchos madrileños harán tres cruces, como se dice en Alemania que vas a hacer (santiguarte tres veces, pero un decir, no literalmente) cuando te quedas aliviado de haber sobrevivido algo, buena frase, antipapal, diría yo. Cuando vi hace semanas montar en Cibeles el escenario para la llegada del Papa, comprendí que la cosa era muy seria. Oí críticas de los socialistas al gasto por la visita del Papa en tiempos de crisis, y vergüenza les debería dar abrir la boca, cuando no le han quitado en sus años de gobierno ningún privilegio a la iglesia, ni económico ni en otros ámbitos, como en la enseñanza.

Pero si pienso que estamos en agosto, lo que va de año ha dado ya para mucho. Empezó con esperanza, con los movimientos surgidos en el mundo árabe, esas revoluciones tan necesitadas y que en unos sitios tuvieron más éxito que en otros, donde se han convertido en tragedias cuya magnitud desconocemos, como en Libia o Siria. Palabras y lugares asociados a este año serán Fukushima, crisis y más crisis, Grecia, el euro, ¿su rescate?, la bancarrota del sistema, el 15-M, la isla de Utoya, y ahora el Papa y el atontamiento colectivo. Este año no hay gol de Iniesta que nos salve de todo, sino estamos confrontados a  la cruda realidad.

martes, 16 de agosto de 2011

El analfabetismo mental

Érase una vez un león, que se quiere ligar a la leona de la jungla. Él no sabe leer y escribir, y ella es muy cultivada, pues lee la mayor parte del día. Ella está tumbada, a la sombra de un árbol, leyendo, y él no sabe como acercarse y camelársela. Entonces le pide ayuda a otros animales para que le escriban la carta. Los monos le escriben que están deseando subirse con ella por los árboles y comer plátanos, los escabarabajos que la invitan a meterse en toda la tierra sucia y rebozarse, los hipopótamos que retocen en el agua, los buitres que la invitan a una cena de carroña, riquísima, y el león, cada vez que le lee la carta pertinente con la propuesta, ruge enfadado: "Nooooo, yo no lo hubiese dicho así jamás". Al final, la fina leona se le acerca preguntándole que qué le pasa, y cuando él confiesa que no sabe leer ni escribir, ella le dice que es muy fácil, que vaya con él a la escuela a aprender. Y se van juntos de la mano. Happy end. (si todo se queda en la lectura, no se sabe...).

Así se resume la actuación que habrá tenido lugar hoy en montones de colegios, y estas semanas en cada uno de los Estados Federales alemanes. Es la obra típica para dar la bienvenida a los alumnos de primero de primaria, lo que en Alemania significa el comienzo de la vida escolar, con seis años, pues anteriormente, de los tres a los seis años están en la guardería. Hoy se veía por la calle la imagen típica de todos los años: el padre, la madre, el futuro escolar, todo arregladito, y los hermanos de éste, y los abuelos, como mucho. Parece que van de comunión o de boda, esos grupitos. El crío lleva la Schultüte, ese cucurucho lleno de regalos que define, junto con la cartera sin estrenar, la situación, y que es lo más importante de la jornada. A partir de mañana, dejarán de ser analfabetos, como el león, en un proceso lento, lentísimo, pues aquí se tarda en llegar a escribir de manera rudimentaria, y casi dos años en escribir con caligrafía (y en Hamburgo la han quitado la semana pasada), y en muchos casos, hasta finales de curso no se les oye leer una frase seguida.

Yo he visto hoy esta obra de teatro, por tercera vez, y ya me la sé de memoria, y hoy de nuevo con una hija mía en el escenario que hacía de buitre carroñero, pensaba al ver a los monísimos "animalitos" que hasta al león, por muy rey de la jungla que sea, le pueden manipular los mensajes si no sabe transmitirlos él. Y traté de entender el sistema escolar alemán, algo que por más que trato de comprenderlo, no consigo: en realidad no se trata de lo que aprendes ni de cuándo lo aprendes, si no de que lo aprendas, y que adquieras tú con tu propio trabajo tu entidad como persona (o animal) en el mundo, ya seas el león o el buitre, y que cada uno, dentro de su vida, sepa comunicar lo correcto en el momento adecuado. Porque si no no te ligas a nadie de tu especie. ¿Será eso el mensaje? A lo mejor la tengo que ver una cuarta vez, y ahora caigo que será el martes que viene, en una segunda actuación a la que tengo que llevar a mi hija. O en los tiempos que corren, aplicaría a todos los que "dejan hacer" y no saben ni lo que ocurre a su alrededor. El león lo soluciona y va a la escuela y se liga a la leona. ¿Pero, y los demás?

lunes, 15 de agosto de 2011

50 años, 28 años, 22 años

En los últimos años se ha celebrado la caída del muro. Pero este año ha tocado conmemorar la inversa: su construcción. Que se cumplan 50 años es un buen motivo no para celebrar algo negativo, sino para recordar algo que tuvo repercusión en la vida de mucha gente, de una ciudad y de dos países que han vuelto a ser uno. Durante una semana nos han recordado todos los periódicos e informativos que el 13 de agosto de 1961 fue el día en el que se comenzó a erigir aquel muro que dividió no solo a Berlín en dos partes, dejando a los habitantes del oeste de Berlín más huérfanos aún, en medio de una isla de otro país llamado Alemania, sino a muchas familias, y muchas personas con su historia personal. Peor fue para los del este, que no pudieron salir de su parte de la ciudad salvo arriesgando la vida, como muchos que la perdieron en el intento.

Del muro no queda prácticamente nada, pero sí muchos testigos de la época, desde los que lo vieron construir, a los soldados encargados de su vigilancia, o a gente que vivía con él delante. Cabe recordar que hubo mucha gente que falleció sin saber que caería alguna vez, porque que cayese en 1989 no es que fuese casualidad, pero sí que apenas unos meses antes parecía que podría durar otros 28 años, como pensé yo cuando lo vi en julio de 1989, cuatro meses antes de su desaparición. Y desde 1989 han nacido varias generaciones para los que el muro aparece solo en los libros de historia, y en estos reportajes conmemorativos de estos días. Por eso, aunque la edificación del muro no sea ocasión de celebrar, si que su 50 aniversario conviene ser recordado, para los que todavía conservan muros en la cabeza, 22 años después. Un muro es lo contrario que un puente: los muros dividen y los puentes unen, incluso lo que no parecía poder unirse jamás.

viernes, 12 de agosto de 2011

El menú de cumpleaños o meriendas

No es que me haya roto la cabeza, pues tampoco hace falta. Qué le da una a 10 niñas de comer para celebrar un cumpleaños. Se trata de una celebración posterior, como se llaman aquí, Nachfeier, pero comer han de comer igual. Una de las invitadas es vegetariana, y ésa no comerá carne ni ningún animal, como dice siempre. Otras no comerán las ensaladas, por verdes, otras dirán que aunque les gusten, hoy no las comen. Otras dirán que les gustan más otro tipo de salchichas. A mi hija la he amenazado y le he dicho que si quiere les hago un cocido y listo, a lo que se ha tenido que reír. No lo comería ninguna, estoy segura, porque no lo conocen, simplemente.

La comida es, en el caso de los críos, algo tan cultural, como que los niños alemanes celebren sus cumpleaños con salchichas, y los españoles con choricito y jamón. El Kuchen, el pastel, no ha de faltar, y le he dicho a mi hija que si compro uno, a lo que me ha dicho escandalizada que no, que lo hace ella. Tienen que ser de fabricación casera, pues si no quedas mal, por muy exquisita o cara que sea la tarta que compres. Otra opción es escandalizarlas a todas las invitadas culturalmente y no con cocido. Bastaría servirles pan con chocolate, como lo comíamos nosotros para merendar. Aquí, para empezar, no existe el término merienda, y no se merienda jamás. La cena es más temprana, así que no hace falta, y como a veces se hacen comidas/cenas o cena/merienda, no existen. Los horarios de comer son de lo más anárquico en Alemania. Lo bueno de esto es la libertad: ¿comemos el Kuchen a las tres o las cuatro de la tarde, como se hace aquí, o primero comemos el menú y luego el pastel? Podría hacer bocadillos para todas, pero sí que me mirarían raro: unos bocadillos de chorizo de Pamplona, pan con chocolate, y otros de jamón. Me dirían "¿pero esto qué es?", y así podría introducir el término "merienda de cumpleaños", que aquí no existe, como las que se montan en España, incluso con todos de pie alrededor de la mesa.  A todo esto ahora recuerdo que jamás celebré mi cumple de niña con amigas. Pero qué poco se complicaba la gente antes... y lo bien que hacían.

jueves, 11 de agosto de 2011

La vuelta al cole (de los buitres)

El tiempo acompaña para volver al cole tras el "verano" hamburgués. No lamento ni un solo día que me "perdí" de tan maravillosa climatología, pues hasta los convencidos veraneantes del Mar del Norte y del Báltico reconocen (y les cuesta) que este año el tiempo ha sido una KK. Así que hoy, con el diluvio universal, provistos de botas, chubasqueros, han vuelto los críos al colegio, como si fuese octubre o noviembre.

Volvemos a los madrugones, y a que me organicen la vida. A la una, al recoger a mi hija pequeña lo vi claro otra vez. Se sube al coche, y lo primero que me dice con cara de "te va a hacer muy poca gracia, mami", me dice: "Hoy tienes que hacer algo muy urgentemente para mañana y vas a decir 'oh'". Y me reí, por la forma de contármelo, y el "oh" no fue tal, si no un "me c... en to'". Hoy mismo había que "improvisar" un disfraz de buitre, para mañana, sin falta. Y como hay que valer para todo, le he apañado uno, pico hecho con cartulina incluido, y todo para que diga tan solo una frase en toda la obra: "Te va a gustar", ésa es la frase, y compartir cartel además con otro buitre. Mi hija se siente eclipsada por compartir papel con la buitre estelar, y ser ella la suplente. Así que me venía contando en el coche, tras anunciarme lo del disfraz, que desea que esa niña el día de la obra tenga un atasco que le impida llegar a la actuación, dejándole paso a ella... Y empezó a enumerar cosas que le podrían impedir a la otra actuar, para concluir diciendo, "o que tenga algún dolor o algo, nada grave, pues no está nada bien desearle enfermedades a nadie". Yo me reí y me reí, ante tanta elucubración, pero hasta los buitres no están equiparados. Hay jerarquías, pero, eso sí, traje han de llevar igual, y a mí me entretuvo la tarde. Otra más. Y el curso acaba de comenzar.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Un momento alemán

Existen momentos alemanes, como existen los españoles. Uno español es que te vociferen bajo tu ventana o en el patio de tu casa, que nunca es particular, por mucho que diga la canción. En España lo particular es a menudo no frenar en nada mi entidad como ser humano, y poner la música a todo meter a la hora que me plazca, o incluso en un pueblo "tranquilo", que unos jóvenes de la casa de al lado a las tres de la mañana estén gritando "hijo de puuuuta" y me despierten con tan agradables palabras a mitad de la noche. Un momento alemán es el que me pasó a mí ayer, en mi primer día tras las vacaciones. Cita en el médico. Toso como una descosida en la sala de espera, de acuerdo, pero tratando de hacerlo hacia mi lado izquierdo, donde no había nadie sentado por ser un rincón de la sala. El señor de mi derecha, habla con su mujer cada vez que toso, y yo prefiero no afinar el oído, pues sé perfectamente lo que le dice, y no me quiero hacer mala sangre, que para eso vengo toda relajada (incluso estando enferma) de las vacaciones. En una de las toses, se levanta, y se va lejos de mí, a una silla que quedó libre, algo muy normal aquí, pues no se cortan nada. A todo esto, yo, como soy española con mucha experiencia alemana, cuando entra una pareja que al ver que no hay dos sitios juntos, se quedan de pie, yo, que tengo mi sitio al lado libre, y al lado del señor que huyó de mí hay uno libre, me levanto y les digo que se sienten en mi sitio y el de al lado. Que yo me muevo sin problema al otro libre. El señor se quedó mudo al tenerme al lado otra vez, y al borde del infarto, pues su mujer no hacía más que decirle "Tranquilo, todo irá bien".

Además de la solemnidad y del silencio de la sala de espera, donde nadie habla con nadie, la lluvia constante fuera (y ya es el tercer día de lluvia seguida, en agosto), la situación era tan típica, que esta vez hasta me reí y lucí "mi experiencia" en este país. Antes esas cosas me amargaban, pero hoy día me ponen en "modo ataque". O como una vez, en la que hablando con una amiga que vino de España a visitarme, en la cola de un bar de zumos, antes de pedirnos uno, la señora delante de nosotros se tapó los oidos y nos miró con desprecio, por no poder soportar lo alto que hablábamos. Aseguro que no chillábamos. A la gente aquí habría que meternas en urnas de cristal y exponerlos como piezas perfectas de museo.

Momentos alemanes, en los que aunque no supieras dónde estás, yo lo sabría, como otras muchas situaciones aquí y allí. Como comer tortilla de patatas o jamoncito en España, o esto hoy aquí:
Una estupenda salchicha al curry con patatas, en el lugar de Hamburgo donde más me gusta comérmela: el mercado en el barrio de al lado del mío. Para allá que me fui hoy, con toda la prole, y ni la tos lo impidió. La mejor Currywurst es la que me como siempre a la vuelta de mis vacaciones, uno de mis ritos. Por mucho que tosa una, o por mucho que llueva en pleno agosto, es una deliciosa manera de reubicarse, y no con esos otros momentos...

lunes, 8 de agosto de 2011

Decidido

El sol que ha brillado al poco tiempo de llegar de vuelta a Hamburgo ha durado una hora, y la realidad era la siguiente: el suelo y todo estaba empapado como de haber parado de llover un par de minutos antes de aterrizar el avión, y efectivamente, el resto de la tarde y noche ha seguido diluviando. Y el verano, es decir, las casi cinco semanas que he estado fuera, ha sido fino aquí, dicen,. El calor o buen tiempo ha tenido lugar algún día suelto, nada de consideración. Y yo, sin ningún tipo de remordimiento, vuelvo morenita, con bronquitis (eso da igual, pues también me las cojo aquí), y con una maleta llena de vestidos, tops, chanclas, biquinis y sandalias, que guardaré ahora hasta el año que viene, a 8 de agosto. Triste pero cierto.

Así que lo que venía mascullando en el avión desde que el piloto, dos horas antes de la llegada dijo: "Queridos pasajeros, el tiempo en Hamburgo no se puede comparar con lo que dejan atrás en Madrid, y pensaba no decirles nada, pero se lo digo, para que se vayan mentalizando, pues se lo van a encontrar igual: frío y lluvia". Y mi hija pequeña, lo resumió en una frase. Al salir de la terminal aquí en Hamburgo me dijo: "Mamá, ya no necesitas las gafas del sol", pues las llevaba sobre la cabeza, que es como las llevo cuando no puestas. A lo que iba: que he decidido lo que no me había planteado hasta ahora seriamente, que seré una jubilada alemana de ésas que se va a España a pasar lo que los alemanes llaman el Lebensabend, 'la noche de la vida', un bonito eufemismo para los últimos años de la vida, ésos en los que muchos alemanes deciden que ya está bien de que un 8 de agosto parezca otoño y diluvie. Yo quiero poder estar sentada en una terracita de verano, al menos cuando sea vieja, en vez de tapadita con una manta como estoy ahora mismo.

Que sí, que aquí se vive muy bien, que es todo muy verdecito, que no hay contaminación, ni tanta suciedad. Todo esto lo hablaba con una señora estupenda, de esas que me encuentro en muchos vuelos y que vienen a ver a sus hijas, que viven en Hamburgo. Me contó que le encanta Hamburgo, la calidad de vida, la tranquilidad, la naturaleza. Sí, sí, cierto todo. Pero el veranito... Se lo recordé, que se prepárese a semanas pasadas por agua, a la rebeca o gabardina.

En el vuelo pensaba en tanto español viviendo por el mundo. Eligieron mejor los que se fueron al Caribe, la verdad sea dicha. Y sin embargo el vuelo va lleno, ida y vuelta. Del avión que llegó a Hamburgo bajaron muchos y muchas con camisetas y banderas negras en las que ponía "Wacken 2011". Acabo de investigar de dónde venían. El primer fin de semana de agosto tiene lugar en Wacken (jamás había oído hablar de ese sitio), un pueblo en Schleswig-Holstein, el mayor festival de Heavy Metal del mundo, con 86.000 visitantes, nada menos, en la edición de este año. Españoles había entre tantos miles, y se bajaron en Madrid del avión al que yo me subí. Y al llegar a Hamburgo en el aeropuerto había montones de viajeros a punto de tomar aviones en otras direcciones con sus camisetas negras de Wacken. El mundo es un festival de rock. Aunque llueva, vas, como les ha pasado a los 86.000 que se han empapado estos días. Qué más da (esto lo digo con la boca pequeña), pues lo importante es disfrutar, donde quiera que estés, con camiseta de heavy metal, en biquini, o gabardina. En fin. Adiós verano. Vuelta al fresquito y a disfrutar de lo bueno de esta tierra, que no es el clima. Hoy pienso en mi jubilación. Por primera vez en mi vida.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La exposición del verano

Sin duda la exposición del verano en España es la del Museo Thyssen de Madrid dedicada a Antonio López, con mis respetos a otras que haya a lo largo de la geografía española. Como muchos acudan a verla dos veces, como yo, podrían romperse los récords de visitantes, y a día de hoy, según el telediario, van ya 120.000. Las entradas están agotadas rápidamente para el mismo día. Y no es para menos. Acudan en tropel. Merece la pena contemplar esas maravillas de cuadros incluso entre las masas. A mí no me importa contemplar arte con tropecientas mil personas, si éstas van a lo que van. Sin embargo me desagradan las masas borreguiles si acuden a un museo por haber leído un libro, como me ocurrió en el Louvre, del que salí espantada por los montones de gente que querían participar de las visitas guiadas con tema Código da Vinci, y no por el museo en sí.

¿No se dice siempre que España no trata bien a sus genios? Cabe remarcar que esta retrospectiva se está realizando en vida del pintor. Yo no sabía exactamente qué me esperaba, ya que su obra me era desconocida, y curiosamente al ver algunos de sus cuadros, me resultaron muy familiares. La muestra empieza con los platos fuertes, los cuadros de las últimas décadas. Sorprendente el cuadro del mueble antiguo de los de guardar la vajilla de antes, con detalles como las gotas de los ojos y hasta el prospecto sacado de la caja y la botella de anís, y otras. Luego la nevera, tal cual, abierta, hasta con el plato de las sobras puesto sobre el cazo, como hacemos cualquiera en nuestras neveras. Y los cuadros de Madrid, de ese realismo tan espectacular que muestran qué feos son muchos barrios, con el conglomerados de bloques de ladrillo. Y la Gran Vía. El cuadro más conocido de su obra lo pintó en seis años, por realizarlo siempre a la misma hora del día, para tener la misma luz. Que el pintor vive y su pintura está viva, se experimenta en su serie de cuadros sobre la parte alta de la Gran Vía, con vistas a Callao o la Plaza de España, que está en plena elaboración. Son cuadros titulados Gran Vía, tal día y tal hora, con lo que los pinta siempre a esa misma hora de ese día durante años.

La escultura juega un papel importante en su obra, con esas cabezas de bebés que hizo cuando para realizar esculturas de sus hijas o nietos. Los grabados, de su primera fase, impresionan, hechos solo a lápiz, y parecen hasta tener luz artificial en esas cocinas desvencijadas, esa habitación y su tres puertas. La obra de sus primeros años son retratos de los suyos en Tomelloso, y podrían ser cuadros de la familia de cualquiera. Si tuviera que resumir en dos términos los trabajos expuestos serían realismo y cercanía. No se la pierdan.