jueves, 29 de noviembre de 2012

Gente valiente

Hamburgo es una ciudad de solteros. En más de la mitad de hogares vive una sola persona. Y se palpa. Anoche fui a un concierto, sola, y no era para nada la única. Había sobre todo muchas mujeres solas, más que hombres solos, pues ellos iban en compañía: había muchas parejas gays, pues el cantante, también gay, parece gustar a este colectivo. Y a las mujeres solas. Había parejas heterosexuales también, por supuesto, pero llamaban la atención tantas parejas de hombres.

Rufus Wainwright, cantante canadiense-americano, está casado desde agosto con su pareja desde hace años, un alemán al que conoció en Berlín. Yo sabía que el cantante era gay, pero la actuación del telonero, Adam Cohen, que luego ha resultado, sin yo haberme enterado, hijo de Leonard Cohen, me desconcertó, pues contó que era el cuñado de Rufus, pues este había dejado embarazada a su hermana, mmmmm. Como Rufus Wainwright no oculta que es gay, es más, contó de su marido, que es de Hamburgo, y que debería saber más alemán, pero que no es el caso, que le encanta Hamburgo, que fueron por la Reeperbahn, el barrio pecaminoso de la ciudad, yo seguí algo confundida. Y hoy he aclarado todas mis dudas.

Sí, Rufus Wainwright ha tenido este año una hija con Lorca Cohen, hija de Leonard Cohen, llamada así porque su padre le puso ese nombre como homenaje a Federico García Lorca. La niña vive con la madre, y Rufus ejerce de padre, y el marido de Rufus de padre ayudante. Luego contó que su madre, ya fallecida, era cantante y que componía sus propias canciones, que su hermana es cantante también. Así que entre los Wainwright y los Cohen, menudo batiburrillo de cantantes, hijos, etc., por lo que yo me pasé el concierto haciendo cábalas de como podría ser todo.

Tan complicado no es, como tampoco lo es el mundo de hoy. Si muchas cosas se han enredado y enrevesado más, las relaciones familiares son más abiertas y liberales, por suerte. Hay gente que sigue empeñada en negar la homosexualidad como una opción igual a la heterosexualidad. Muchos siguen pensando que los hijos solo pueden ser concebidos en una familia "como Dios manda". Pero es que antes no era de otra manera, pues curas, obispos y papas engendraban hijos. Los hombres podían tener hijos con varias mujeres sin ser pecadores, pero ellas no perdían su virtud y honor de hacer lo mismo.

Por eso anoche me sentí a gusto, sola, con un público tan abierto y tan normal en el mundo de hoy, con un cantante hombre que contaba de su marido de una manera tan natural, que me hizo sentir bien. Ver además que en un país tan puritano como en EE.UU. existe gente así, resulta reconfortante. Estar sola entre tanta gente tan tolerante, también. No concibo que la gente prefiera abandonarse y errar en vidas insatisfactorias e infelices por no mirarse al espejo y aceptarse como son, y por no parar las cosas cuando hay que hacerlo, y por tapar todo. Es mejor plantarle cara a la vida, con el mejor realismo posible.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Malas noticias navideñas

Todos los años me vuelvo a preguntar por qué me meto en ese fregado, pero lo vuelvo a hacer, y hasta gustosa. Es la única costumbre alemana que sigo de las muchas que hay para celebrar con los niños a lo largo del año: los calendarios de Adviento. Y me he pasado casi tres horas de mi mañana, que aseguro que es muy breve, envolviendo paquetitos y colgándolos, escribiendo hojitas, y rellenando botita a botita, paquetito a paquetito, día a día. En fin, una tarea que se repite cada año y que muchas madres alemanas realizan estos días. En algunas tiendas hay mesas o espacios preparados en los que pone "ideas para el calendario de Adviento", como he visto yo en las últimas semanas, tan cuco como es el comercio.

Todo esto empezó a mediados del siglo XIX, en la tradición protestante, como una forma de ir contando los días hasta Nochebuena. Se colgaban dibujos en la pared, o se hacían 24 rayas en la misma, y los niños borraban día a día una. En el siglo XX aparecieron otros más sofisticados, en los que se podía ir pegando dibujitos, día a día, o abriendo ventanitas de las que saldría alguna imagen típica de la Navidad. En los años 50 aparecieron los de chocolate, en los que día a día se abre una ventanita, y sale una chocolatina.

La sofisticación (y consumismo) total es tal es que en los últimos años se envuelven 24 regalos y se cuelgan de algún sitio, o se colocan en bolsitas, o en alguna de las diversas posibilidades que ofrece la fantasía. La emoción es tal que, cuando llega Nochebuena, entristecen los niños (y los no tan niños) porque se acaba el calendario de Adviento, en vez de alegrarse de que llega la Nochebuena, y con ello el regalo gordo, ya que el día que se abre el último regalito es cuando se dan aquí los regalos.

Por eso estos días la conmoción ha sido total cuando la Stiftung Warentest, la organización de los consumidores alemanes financiada con dinero público y que desde los años 60 hace tests sobre artículos de toda índole, desde compresas o pañales a estadios de fútbol, ha analizado 24 calendarios de Adviento de chocolate. El resultado ha sido nefasto: los 24 contenían restos de petróleo que procederían del embalaje en el que se encuentran, de los colores de la caja o envoltorio, y tendrían efecto cancerígeno. Interesante la cifra, 24, y que todos ellos hayan dado un mal resultado, parece simbólico, o con tintes arma letal, teniendo en cuenta que en Alemania se venden cada año 50 millones de calendarios de Adviento de chocolate. A mí la cifra me acaba de quitar el hipo, pues yo no he comprado jamás ninguno, y menos los he consumido. El problema es que el chocolate reposa antes de su distribución y venta, y entonces las sustancias nocivas y cancerígenas, afectan al chocolate. Ayer varias personas en mis clases estaban consternadas por la noticia. Varios fabricantes,  algunos de renombre, han retirado sus calendarios del mercado. Empiezan mal las Navidades.

Entre eso y que no había mula ni buey en el portal de Belén, según ha dicho el Papa recientemente, nos van a aguar las fiestas. Menos mal que Benedicto XVI ha confirmado que la Virgen María era vírgen, que si no...

domingo, 25 de noviembre de 2012

Liebe

O "Amour", como se titula en original. Hoy he visto la película del director austriaco Michael Haneke, que ganó la Palma de Oro en el festival de Cannes de este año, como ya lo hizo en 2009 con su magistral "La cinta blanca". La película no va del amor de mariposas en el estómago, sino del de verdad, el de un hombre que cuida a su mujer enferma, pese a la soledad y el sacrificio que le causa. Por amor lo hace, pero la película no se pierde en sentimentalismos ni en lamentaciones sino en la lucha diaria que supone depender el uno del otro: ella depende de los cuidados de él, y él de ella para mantener su vida juntos a pesar de todo. Él le promete a ella que no la llevará a ningún hospital ni clínica y lo cumple sin plantearse esas alternativas, por amor. Por qué si no.

La película se centra en ellos dos y en su vida en ese piso parisino, en cómo la enfermedad toma posesión de sus vidas y todo lo anterior queda en recuerdos de álbumes de fotos. "La vida es bella", dice ella cuando hojea los álbumes. Y porque lo ha sido juntos, ahí están ambos para desafiar cuando deja de serlo. Acaban solos y encerrados en su vivienda, en una especie de lucha contra el trato sin amor de una enfermera, y la "preocupación" de la hija que, ocupadísima como está, brilla por su ausencia y si viene a ver a la madre es para mostrar su "consternación" y no proponer nada mejor. Es terrible la escena en la que la hija le cuenta a la madre de temas de finanzas, y la madre está ya en estado casi vegetativo, y después trata de decirle algo y no puede y la hija es incapaz de cogerle tan siquiera de la mano. Pero sale de la habitación y le reprocha al padre que hay que hacer algo. Él le replica que qué más se puede hacer que cuidarla y atenderla.

Acabo de leer un par de recensiones de cuando estrenaron la película que ya destripan el desenlace. Odio hoy día que se cuente demasiado en artículos o que en los trailers sepas todo lo importante. Por eso no voy a contar lo que ocurre al final, que por muy previsible que pudiera parecer, no lo es para nada. A mí me sorprendió, pero es que no hay nada que no podamos hacer por amor. Estoy segura de ello.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Ocurrió no hace tanto

Ayer se cumplieron 20 años de los atentados en la pequeña ciudad de Mölln en los que murieron tres personas. Neonazis lanzaron a la una de la madrugada cócteles molotov a dos casas en las que vivían turcos. En una de ellas hubo 9 heridos graves y en la otra murieron tres personas: una mujer de 51 años, y sus dos nietas de 10 y 14 años, una de ellas estaba de visita de Turquía e iba a regresar al día siguiente. Fue el primer atentado con víctimas causadas por el terror nazi tras la caída del muro. Luego hubo otro, en Sollingen, en el que murieron 5 personas más, y otros muchos sin víctimas, pero con imágenes que todos tenemos grabados en la mente en Alemania, como cuando anteriormente ardieron viviendas de extranjeros en la noche de Hoyerswerda y Rostock-Lichtenhagen, por suerte sin víctimas.

Recuerdo la conmoción de ese despertar tras la horrible noche del 23 de noviembre. El shock para este país, que creía haber dejado atrás su pasado más ignominioso, atizó a todos con fuerza, con esas tres muertes por el capricho de dos hombres de 18 y 25 años, de extrema derecha. Al de 18 le condenaron a 10 años de prisión para menores y al otro a cadena perpetua. Ambos son libres hoy día y viven con otra identidad.

Ayer cientos de personas conmemoraron la tragedia en Mölln y los familiares de las víctimas rogaron que no se recuerden solo un día y luego a olvidar, como han sentido que ha sido el caso todos estos años.

Recuerdo perfectamente la sensación de rabia esos días hace 20 años, el sentir que el caldo de cultivo que se había ido creando con los constantes ataques de los políticos, con la demagogía que busca votos, tenía relación con el odio. Tras los atentados hubo en muchas ciudades alemanas cadenas humanas con velas, las llamadas Lichterketten. Yo participé en la de Hamburgo, la que se formó alrededor del lago del centro, el Alster. Recuerdo la multitud, la oscuridad de la noche, la luz de las velas, y el silencio del acto. Fue estremecedor. Cientos de miles de personas rodeamos los 7,4 km del lago grande, sin poder creer que eso había ocurrido en la Alemania de comienzos de los 90.

Desde la caída del muro han muerto en Alemania 183 personas por la violencia de la extrema derecha. Algunos les fueron atribuidos hace un año, al ser descubierta una banda neonazi, un trío de dos hombres y una mujer que llevaban una década cometiendo crímenes a extranjeros y que durante años parecieron sin conexión, pero que luego han resultado tenerla, además de poner de manifiesto que habían recibido información de la policía y fueron hasta protegidos. Este verano rodaron cabezas. Pero para las víctimas fue tarde. Para esas y para el resto de las 183.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Arte no descafeinado, ¡por suerte!

En Bremen hay una calle que me encanta recorrer cada vez que voy, y a la que acuden todos los turistas. He estado varias veces en ella, pero hasta hoy no he sabido de su extraña historia. Tan solo los nombres que la evocan me sonaban, pero no su pasado.

La creó Ludwig Roselius. El nombre no le dirá nada a nadie, por muy rico que fuese, como a mí tampoco. Era un comerciante de café en Bremen, y creó nada menos que el café descafeinado, una importante aportación al mundo. Con eso hizo fortuna y convirtiéndose en uno de los hombres más ricos de Alemania. Compró una calle de Bremen, la Böttcherstraße, que estaba bastante abandonada, y se hizo construir por su amigo y arquitecto Bernhard Hoetger entre 1924 y 1931 una obra de arte total, un sueño artístico que es digno de verse. Es un complejo de ladrillo que parece bastante moderno, pero que recuerda a las antiguas calles medievales, aunque se observan elementos expresionistas por todas partes, en un conjunto moderno muy logrado.

Lo que yo no sabía es que Roselius era un nazi convencido y que en realidad quiso poner su granito de arena en la creación de la "nueva" Alemania que su admirado Hitler anunciaba. En la Casa Atlantis de la calle, que hoy día es un hotel, hizo colocar mucha simbología germana en la fachada. Pero sorprendentemente, o no, los nazis declararon la calle Verfallskunst, arte degenerado. Hitler ametralló contra ella no literalmente, sino en uno de sus acalorados discursos y se distanció de arte como ése, negando que eso tuviera nada que ver con su ideología. Por suerte no mandó destruirla, aunque de eso se encargaron las bombas en 1944, puesto que los bombardeos de los aliados la destruyeron casi por completo. Fue reconstruida después de la guerra y en 1965 desapareció la simbología nazi de la casa Atlantis, y está tal y como la vemos ahora.

La calle es hoy día propiedad de una fundación de la Caja de Ahorros de Bremen. El arte es total, desde la entrada, con esa figura dorada con espada que abre la entrada sobre el arco, los museos -hay dos-, cafés, restaurantes, tiendas, unas campanas que tocan varias veces al día, y hasta un cine. La tienda de caramelos en la que los producen delante de uno con unos sabores exquisitos es digna de verse y golosear el género. Cuando uno sale al otro lado de la calle tras haberla atravesado  y se topa con el Weser y la frialdad del puerto y edificios modernos, necesita seguir buscando otros referentes en la ciudad, algo que es fácil encontrar a la vuelta de la esquina en el barrio de Schnoor.

Pero hoy me quedo en esta calle, porque me ha sorprendido la historia de que a Roselius le salió el tiro por la culata, y menos mal. Por cierto, siguió siendo fiel a la ideología hitleriana hasta su muerte. Lástima.

Cabe destacar en la calle el Museo de Paula Modersohn-Becker, que fue, ya en los años 20, el primer museo del mundo dedicado a una pintora. La calle prometía y mucho por romper esquemas. Esta pintora merece una entrada de blog, y la tendrá pronto. Pero repito que me sigo quedando de momento en la Böttcherstraße, esa calle tan sorprendente. A las pruebas me remito.








martes, 20 de noviembre de 2012

La que lían

Vengo de dar clase y echo un vistazo a los titulares: "El fiscal pedirá cuatro millones de fianza para Iñaki Urdangarín", destaca en su portada El País. Mejor sería si pidiesen lo menos 4 años de cárcel y que entregue todo lo que ha robado, pero al menos ya es algo. Y yo siempre reflexiono con estas cosas sobre lo que estos personajillos fastidian los métodos de idiomas. En el libro que utilizo para dar clase hay una foto de la familia real. En ella sigue Marichalar, y cómo no entonces Urdangarín, pues es de los tiempos de Marichalar, que es ya contemporáneo de Maricastaña. Yo empecé a trabajar con ese libro justo el día que su divorcio fue oficial y apareció la foto real sin Marichalar en ella. Dije que la foto era obsoleta desde ya mismo, y que sentía que el libro se les hubiese quedado anticuado nada más comprarlo. Las editoriales se alegran, no cabe duda, pero no el que acaba de invertir 25 ó 30 euros en un método de idiomas.

En otro libro pone que Piqué es "muy amigo" de Shakira. Eso hay que actualizarlo. De todas formas es como cuando en mis clases mis alumnos me dicen "mi amigo esto", "mi amigo lo otro", "mi amiga por aquí o por allá", o "vivo con mi amigo/-a". Al comienzo me callo, pero cuando cojo confianza les pregunto si ese amigo/-a no será su novio/-a. Y efectivamente: la lengua alemana distingue entre "un amigo" y "mi amigo" siendo el "mi" el dato que indica que hay algo más que amistad.

Menos mal que la reina sigue aguantando carros y carretas, porque así su nombre se mantiene vigente en los libros. Pero como ahora Shakira cante de verdad en catalán, como ha dicho que va a hacer, ya no dirán los libros que es una cantante colombiana o latina, sino culé.

Pero aunque ciertos personajes aparezcan como españoles, ese hecho será ignorados. Hoy he vuelto a corregir por enésima vez que Picasso no es francés y que Don Quijote no es un libro de la literatura francesa. Urdangarines y Shakiras me pueden quitar los que quieran, pero no referentes sempiternos de nuestra cultura. Ahí me ha salido la vena española y he dicho que nada de franceses. También hace poco les conté toda orgullosa que la fregona es un invento español. Ahí no me rechistaron y sentí la admiración silenciosa de mi estimado alumnado, es decir, indiferencia. Pero ese sería otro dato importante a incluir en los métodos de español para que no se lo acaben atribuyendo a los franceses. No sé ya ni por qué les conté a mis alumnos lo de la fregona. Es que una hora y media de clase da para mucho. Hoy hemos hablado de la Duquesa de Alba y la semana pasada les conté que estoy enganchada a la serie "Isabel". Que conste que también aprenden la lengua. Hoy casi se me saltan las lágrimas cuando han entendido a la primera la diferencia entre "ir" y "venir". Parecerá una perogrullada, pero en alemán puedo decir "ven bien a casa" cuando quiero decir 'que vayas bien', es decir que llegues bien. Pero no cabe duda que desvarío pues el otro día me soñé que estaba criticando en clase a la casa real británica cuando de repente el príncipe Carlos de Inglaterra, que era uno de los alumnos, me recriminó por ello y yo pasé mucho bochorno. Me desperté aliviada. Solo me faltaba eso ya, pues bastante hay que aclarar de los libros para que encima me pidan a mí cuentas.

domingo, 18 de noviembre de 2012

A pesar de todo vengan

No se sulfuren si viajan por Alemania y chocan con las intransigencias de la mentalidad. También me sulfuro yo, y llevo media vida aquí, pero acepto todas estas cosas como lo normal. Por ejemplo, si se quieren tomar un vinito alemán en los bajos del preciosísimo ayuntamiento de Bremen, y esperan a ser sentados. Una correcta camarera te dice que mirará, que todas las mesas están reservadas, y al final te coloca en una diciéndote que a las siete y media tienes que desalojar, pero no te incomodas pues faltan 40 minutos. Entonces vendrá la autoridad germana en forma de camarero antipático a decirte que no deberías estar ahí. Le aclaras que su compañera te sentó ahí, le dices que no vas a tardar nada en tomarte un vino. Lo acepta pero se va enfadado a increpar a la otra, tras haberte tomado nota de qué vino quieres y decirte que ni hablar a tu petición de que te trajera pan con unas salsas. No les da tiempo, te dice enfadado antes de irse. Como el vino blanco afrutado entraba solo, le pides a las siete y diez a la camarera que te traiga la cuenta, para evitar al borrego, pero como ésta no viene, a las siete y cuarto aparece él en persona y dice que te tiene que cobrar. Pagas y te vas apabullado sin ningún buen recuerdo de ese sitio que te recomiendan en todas las guías.

Si además has reservado una visita guiada al Ayuntamiento, y en la confirmación de reserva que hiciste en internet para las once de la mañana pone que estés ya a lo más tardar a menos cinco en cierta puerta, tómenlo en serio. Si llegan a menos cinco, se encontrarán con la puerta cerrada a cal y canto y uno de los visitantes que cumplieron las normas te mirará desde dentro con pena y avisará para que se apiaden de ti y te abran. Mi acompañante español no se acababa de creer que lo de a menos cinco "a lo más tardar" iba tan en serio hasta que vio la puerta cerrada. No soy una histérica de las normas, pero en este país son algo muy serio y yo estoy curada de espanto.

Si no fuese porque luego en otro restaurante el camarero jovencito era encantador, y porque la señora que hizo la visita guiada al Ayuntamiento le puso tanta pasión, chispa y humor al asunto, les diría que no visiten Alemania, pero porque aún así, compensa, y mucho, y es un país sorprendente y estupendo para viajar, por eso les digo que a pesar de todo visiten Alemania.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Peste o cólera

Hamburgo en los tiempos del cólera podría titularse uno de los episodios negros de la ciudad. En agosto de 1892, hubo una ola de calor en toda Europa. Todavía no estaba en funcionamiento el sistema de filtrado de la arena del agua, mandado instalar dos años antes. A todo esto estaban llegando miles de emigrantes del este de Europa, para salir desde Hamburgo en barco al Nuevo Mundo, en búsqueda una existencia mejor. En Kiev ya había cólera, y algunos lo trajeron de allí. En Hamburgo había 5.000 letrinas y 42.000 sótanos en los que la gente vivía hacinada en condiciones insalubres en espacios muy pequeños. El 13 de agosto muere la primera persona, un trabajador del puerto, que limpiaba desagües. Pero los políticos estaban más ocupados con la construcción del nuevo ayuntamiento, y con la decisión sobre la estatua que decoraría el patio. Los 600.000 habitantes de la ciudad estaban asfixiados de calor, pero no se imaginaban lo que se les venía encima. Otro que limpiaba desagües, muere el 17 de agosto y los síntomas eran claros: se trataba del cólera. El biólogo Robert Koch había identificado la bacteria 9 años antes, pero muchos médicos seguían creyendo que se se transmitía con vapores peligrosos emitidos de la tierra. El 20 de agosto se había extendido la epidemia por toda la ciudad, pero seguían sin confirmar que era cólera, a pesar de los ya 115 enfermos y 36 muertes registradas. Por miedo a que el puerto y los negocios de la ciudad se paralizaran, los representantes de la ciudad no tomaron medidas, por arrogancia e ignoracia. El dinero era más importante en esos momentos que las vidas humanas. Cuando el Gobierno del Reich en Berlín perdió la paciencia, mandaron al biólogo Robert Koch, que cuando vio las condiciones de vida tan insalubres en Hamburgo, dijo no creer encontrarse en Europa en cuanto a la pestilencia, y viviendas infrahumanas. Mandó cerrar escuelas, prohibió todo tipo de concentraciones humanas, y exigió que solo se utilizase agua cocida. Hamburgo fue puesta en cuarentena, y se paró el tráfico, el puerto, las obras, y las fábricas, y se cerraron las tiendas. Todo lo que la política quiso impedir fue realizado de golpe. De repente la ciudad empezó a oler a cloro, por los trabajos de desinfección, y aún así tardaron diez semanas en que bajara la cifra de nuevos enfermos. En total murieron 8.605 personas. El Senado aceleró entonces la instalación del sistema de filtrado de arena, que recordemos debió haber sido instalado dos años antes de la tragedia, y para ellos eso trabajó hasta los domingos y festivos, para empezar a funcionar el 27 de mayo de 1803. Entonces, los senadores, cuya incapaciciad no logró más que empeorar la epidemia, decidieron algo simbólico: cambiaron los planes de la fuente del patio del Ayuntamiento, y en vez de la figura de Mercurio, el dios del comercio, pusieron a Hygieia, la diosa de la limpieza y la salud. Y ahí sigue, montada sobre un dragón, sin que muchos sepamos que surgió de los tiempos del cólera y de una época, en la que como tantas, se descuidó lo básico para ensalzarse con obras faraónicas y símbolos.

Elegir entre la peste y el cólera. Esa es una frase hecha en alemán, que explica el tener que elegir entre dos opciones igualmente inaceptables. Eso es lo que tiene que hacer hoy mucha gente en España al decidir si sigue la huelga general o va a trabajar. Sé de muchos que no la siguen por lo que les descuentan de sueldos míseros, y si ya no llegan a fin de mes, la huelga es un lujo, como lo era un sistema de filtrado del agua a finales de siglo XIX en Hamburgo, cuando debatir sobre una estatua era más importante que tomar las medidas pertinentes. En España se ha tirado el dinero en aeropuertos innecesarios, la candidatura de Madrid a las Olimpiadas en dos ocasiones e infinidad de tonterías, y ahora se recortan derechos básicos logrados en décadas, tanto en educación como en sanidad, y en las condiciones laborales. Los beneficios no se repartieron, pero sí las deudas. Y encima nos engañan haciéndonos creer que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. La gente que gana mil euros desde luego que no. Eso lo han hecho otros. Y los que tienen sueldos tan bajos se lo habrán pensado y mucho si secundan la huelga o no. Pero desde luego que hay más que motivos para hacerla: los recortes no están dando los frutos necesarios, y se recorta aquí y allá, como se construyó aquí y allá también, en un abuso de poder y apabullamiento. Los recortes no se han debatido sino que se han impuesto, y ese presidente que quería mandar como "Dios manda" y como quieren los españoles lleva ya dos huelgas generales, y el descontento de la gente sigue creciendo. Se toman medidas o se da a conocer cierta información después de las elecciones regionales que toquen. Se gobierna, o mejor dicho, se malgobierna siguiendo plazos, y los que recortan son incapaces de renunciar a dietas y privilegios. La gente no cree en la política, pues se sienten engañados por una clase política incompentente los de antes y arrogantes los de ahora. Entiendo a los que no van a la huelga porque su sueldo no les da, pero desde luego que razones suficientes hay, más que nunca.

martes, 13 de noviembre de 2012

Menos mal que me querías

Un amigo mío recién divorciado me contaba el otro día que revisando cosas de su antiguo piso, se encontró con una carta de su exmujer escrita a los tres años de matrimonio donde le decía: "te quiero, así tal cual, y aunque te regañe y te corrija, eso no tiene nada que ver con mi amor por ti". Mi amigo me lo contó riendo y diciendo que "menos mal" y "que lo tenía que haber visto venir". El matrimonio duró 7 años más de un continuo corregir y como consecuencia un continuo cabreo, pues ni le quería tal cual, y él se sentía acorralado continuamente. El comentario es fino. Cuántas personas se pasan la vida intentando corregir al otro, y así terminan las cosas. Los que no corrigen y quieren creer que el otro será lo suficiente inteligente como para darse cuenta de que él no es el único en la relación, pierden igual si el otro no se da cuenta de que con egocentrismo no se llega a ninguna parte, y menos si uno se ha autocorregido tanto así mismo como para adaptarse una y otra vez. Al final todo explota por algún lado: los que corrigen, los corregidos, los que ni siquiera piensan que han hecho nada mal, y los que no corrigen pero dicen bien clarito siempre que hay cosas que tienen que cambiar, para ser ignorados siempre.

Que la vida de pareja es difícil, no es nada nuevo. Que nadie está a salvo, también. El otro día leí que un supermodelo sueco, guapísimo, se ha separado de su novia también guapísima, dinero tampoco les faltaba, porque los compromisos de él no les dejan llevar una vida normal de pareja. Que no se ven, vamos. Heidi Klum al final se ha liado con su guardaespaldas, pues ése estaba siempre ahí, y ahora dice ser muy feliz. Y con su ex se juró amor eterno, años después de la boda también, con toda la tontuna que tenían ambos. Pero el amor eterno no existe si no se encuentra un consenso en el que sin autodestruirse o que te quieran convertir en otra persona, se pueda respirar como individuo, disfrutando además de lo bueno que tiene la vida de pareja. Si estás acompañado pero a la larga solo, o si estás solo aguantando rayos y truenos, y te vuelves a acostar una y otra vez solo, pensando que eso no es lo que tú esperabas de la vida en compañía, al final es mejor ver las cosas, y no seguir esperando a que todo lo que no ha cambiado en años, cambie por efecto de una varita mágica que no existe. Cada uno tiene la batuta con la que dirigir su vida, y por supuesto que si estás a cargo de la orquesta, o codiriges, no se trata solo de ti. Pero los músicos tampoco podrán comprender la pieza entera sin las otras partes, ni el público sabrá entender la pieza si solo observa a una de las partituras. El director podrá emperrarse en corregir a un solo músico, como si de él dependiese todo, pero incluso como directores de orquesta que nos creamos, de nosotros depende también la música final, y porque nuestra labor es la más silenciosa precisamente, pero no la menos susceptible a herir sensibilidades ajenas, debemos ser conscientes de nuestro protagonismo pero no de nuestro pleno dominio. Con tiranía no se llega a nada, ignorando tampoco, y con continuos reproches menos. Cuánto nos cuesta reconocer la labor de los demás, y cuántas veces nos creemos que nosotros somos las víctimas, cuando lo más fácil es volvernos a levantar una vez más, no ya por los demás, sino por nosotros mismos. Que cada uno saque las conclusiones que quiera. No me gustan las moralinas, cuando creo tanto en los puentes, pero estos está ahí para cruzarlos, no para quedarse a un lado y mirar el otro con miedo de lo que podría ser si... Los que han tocado lo más fondo del abismo y han tardado siglos en salir de él, empiezan un día a caminar hacia el otro lado en lo alto, paso a paso, y probablemente cuando llegan a él se dicen que por qué no lo cruzarían antes, que el otro lado no es en ningún caso peor, sino todo lo contrario.


sábado, 10 de noviembre de 2012

"Cinemas" en extinción

Los cines de mi infancia en Madrid, el Florida, el Oporto y el España no existen desde hace tiempo. Viendo la cantidad de cines de barrio que en comparación quedan en Hamburgo, me da pena que en España desaparezcan con tanta facilidad los cines de "toda la vida". Eran tres cines a los que podía ir andando, y cada vez que paso por los lugares donde estaban, me acuerdo de ellos y la de veces que fui.

El cine Koralle, cerca de mi casa aquí en Hamburgo, es un ejemplo de cómo se moviliza la gente aquí por buenas causas y para defender lo que consideran suyo. Creado en 1956, en 1999 tuvo que cerrar para que abriera una sucursal del Deutsche Bank justo en ese emplazamiento. Hubo muchas protestas en el barrio, juntaron 11.000 firmas, y se fundó una asociación cultural con el nombre del cine, recaudaron fondos y consiguieron un inversor y alguien que lo pusiera en marcha, para finalmente abrir en otro lugar del barrio en 2002. Ofrecen cine de calidad, en un ambiente agradable, palomitas recién hechas y sin el consumismo de las salas múltiples. En 2008 le dieron premios por su excelente programa juvenil.

Y de este estilo se mantienen más en Hamburgo. Me pregunto cuántos se han cerrado en España en los tiempos de la burbuja inmobiliaria para construir pisos, como fue lo que hicieron con los solares de dos de los cines de mi infancia. En el otro hay un bingo, que a pesar de la crisis se mantiene. Es como el puticlub del barrio: ahí sigue con su rótulo luminoso alumbrando cada noche, como hace más de 20 años, no como los cines.

Ayer me acordé de todo esto porque vi la tiernísima película "Cinema Paradiso", que me hizo llorar los últimos 10 minutos, como las otras veces que la vi hace muchos años, pero ahora por otras causas (debe ser la madurez...). La película no podría ser una mejor metáfora de lo que el "progreso" ha significado para esos lugares que eran la única posibilidad de diversión para muchos en pueblos o barrios. Con su desaparición se cierran capítulos de la vida de varias generaciones y me causa tristeza ver que en España, y probablemente en otros países del sur de Europa, se luche demasiado poco por causas así. En eso me quito el sombrero ante los alemanes, que se movilizan tanto por unas ranas, para que no las pillen los coches cuando se desplazan para el desove cruzando carreteras o lo que haga falta, como para que un cine no se deje comer por un banco.

En Hamburgo hay un cine que tiene un telón que está declarado "monumento", no el cine sino las cortinas, han leído bien. En los años 50, dada la escasez de cristal para pedrería, le cosieron al telón para que brillase los papeles de estaño de muchísimos bombones de chocolate. Fue una tarea bien dulce, y el resultado ahí sigue. En ese cine, por cierto, retransmiten en diferido óperas del Metropolitan de Nueva York y el ballet del Bolshoi de Moscú.

Me preguntó qué joyas artísticas se habrán cargado al cerrar cines emblemáticos de la Gran Vía madrileña y tantos otros de España. Me produce estupor ver que en España desaparece todo con lo que la gente no se forre. Los grandes se comen a los pequeños y al final casi todos los cines españoles son iguales, salvo un par de excepciones. Son esas salas multicines en centros comerciales, que aquí existen también pero no son la norma. Creo que mañana iré al cine, y no precisamente a uno de esos de 20 salas.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Muy inquieta

Hay noticias que alivian, otras que no. Yo el miércoles me levanté aliviada al oír que Obama seguirá siendo presidente. Al mundo ahora mismo solo le faltaba un Romney, otro visionario tipo Bush, para volver a liarla en algún lugar del planeta, o en varios a la vez. Obama se encontró un país arruinado económicamente, pero ha mantenido el tipo, pese a que las expectativas cuando fue elegido la otra vez como primer presidente negro, y otros títulos que tampoco servían para nada a la hora de gobernar, fueron tremendas. No ha hecho milagros, pero al menos consiguió que se aprobase la reforma sanitaria, algo necesario, y en sus filas no cuentan tantos iluminados como en el partido republicano. Me refiero a todos esos que declaran continuamente que si una mujer que ha sido violada se queda embarazada es porque Dios quiere, y que tampoco puede abortar;  o los que comen pollo en cierta cadena porque su presidente se mete con el colectivo gay. Hasta partidos de derecha del mundo reciben con alegría que se mantenga Obama. El ministro de Exteriores de Merkel, Guido Westerwelle, ha dicho que es una buena noticia, y Merkel el otro día, en sus declaraciones, parecía contentísima y no me extraña.

Si que Obama se mantenga me tranquiza, no lo hace el hecho de que el Parlamento Alemán acabe de aprobar hoy definitivamente el Betreuungsgeld, ese dinero para fomentar que las madres se queden al cuidado de sus hijos en casa. Aquí vamos para atrás, lo aseguro, y empiezo a darles consejos a mis hijas de que si tienen hijos, que emigren de este país, si su deseo es desarrollar una carrera profesional de acuerdo a sus capacidades, sin tener que sentirse culpables por ello. Tampoco todos los del partido de Merkel, conservador, estaban de acuerdo, pero su partido "amigo" de coalición, los bávaros ultraconservadores, han forzado esta ley, y hoy por ti, mañana por mí, ya se sabe lo asquerosa que es la política. 310 diputados han votado a favor, 282 en contra, y dos se han abstenido. A partor del 1 de agosto darán 100 € al mes a los padres de niños de 1 ó 2 años que cuiden a sus hijos en casa. A partir de agosto de 2014 serían 150 €. Para eso hay que garantizar que no llevas al niño a ninguna guardería o ninguna señora te lo cuida. Justo Kristina Schröder, Ministra de la Familia del gobierno de Merkel, lleva meses batallando para crear plazas de guarderías para todos, al 100%. Genial que en su mismo partido se contradigan todos.

Y antes oí en la radio, que Peer Steinbrück, recientemente elegido por su partido, el SPD, los socialdemócratas, como candidato para suceder a Merkel ha perdido mucho en popularidad, por haberse desvelado los ingresos que recibe por conferencias. De ser un político muy popular, ha bajado mucho, según muestra una encuesta encargada por la televisión estatal, y cuyos resultados han sido publicados hoy. Y lo que baja Steinbrück sube Merkel. Es la política más querida en el país: 68 % de los ciudadanos están contentos con su trabajo. En octubre fueron 67 %. El segundo puesto lo ocupa su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäufle, de la CDU, con un 65 %. Así qué quieren qué les diga a todos los que ven a Merkel como culpable de los males de Europa, que tampoco lo es, aunque no es santo de mi devoción. Aunque íntegra es la mujer, todo hay que decirlo.

Todas estas noticias me inquietan, y lo único que me tranquiliza algo, en un día nefasto para las mujeres de este país, es que al año que viene podré votar. Y me inquieta también que muchos de mis amigos dicen que no van a votar más. No, por favor: miren lo que ha ocurrido en Galicia con tanta abstención. Los iluminados votan todos. Ese es el problema.

martes, 6 de noviembre de 2012

Problemas filosóficos de Hamburgo

Como mi alma viajera necesita alicientes en el calendario, he reservado hoy un vuelo para Milán para el año que viene, con el lema de que todo llega y que mientras tanto no pide pan. Y al reservar y ver que mi amiga, que volará al mismo destino desde Madrid, tenía muchas más opciones de vuelo y por la mitad del precio del mío. Y entonces he recordado un artículo que lei el otro día en el periódico local en el que se rompían la cabeza con diatribas sobre si Hamburgo es una ciudad mundial o global. Para mí la respuesta está clara: NO.

Hamburgo, o mejor dicho, sus habitantes, tienen un problema filosófico gordo: su autodefinición. Qué tipo de ciudad es. Los ciudadanos lo tienen claro con nombres como Weltstadt, 'ciudad mundial', "Puerta al Mundo", y cosas así. Pero yo creo que se exceden. Hamburgo es internacional, es una ciudad grande, abierta al mundo a través de su puerto, pero no es una Weltstadt, una ciudad global o mundial. Si pensamos precisamente en la globalización, pensemos qué ciudades son las que están en la mente de todos los ciudadanos del mundo si les preguntan por las más importantes del planeta. Todo el mundo diría París, Londres y Nueva York, quizá Tokio. En tiempos de antaño serían Costantinopla, Roma, Atenas o Toledo en el siglo X, y Granada cuando el Al Andalus. Berlín lo fue en los años 20 del siglo pasado. Probablemente Viena lo fue en el cambio del siglo XIX al XX.

Pero si seguimos pensando en ciudades de significado global hoy día, quizá lo sean también Barcelona, Shangai, Sidney, México D.F. ¿Pero Hamburgo? ¿Cuánta gente piensa en Hamburgo a la hora de etiquetar bajo ese concepto? Nadie. Lo siento, hamburgueses, aunque os duela. Antes lo son Múnich y Frankfurt, ciudades que desde fuera uno identifica antes como alemanas y tienen un mayor significado para el mundo.

Alemania es el país más poblado de la Unión Europea, con 82 millones de habitantes y a pesar de ello no cuenta con megalópolis pues las más grandes son Berlín, con 4,3 millones en su zona urbana y alrededores, Hamburgo con 2,6 millones si contamos el extrarradio también, pues si no son 1,8 millones, y Múnich 2 millones en toda el área metropolitana. Esto se debe a la estructura federal del país. Mientras otros países cuidan el centralismo, como París como centro del mundo francófono, linguística y culturalmente hablando además, en Alemania no existe esa ciudad referente del mundo germano, ni siquiera Berlín.

Pero aunque siguiéramos haciendo grupos de ciudades "mega", "globales", "mundiales", podríamos hacer ciertos niveles, como 1. París, Londres, Nueva York. 2. Moscú, Amsterdam, Río de Janeiro, Sau Paulo, Mumbai, Pekín, Berlín. 3. Barcelona, Frankfurt, Múnich, Bruselas, Madrid. 4. Estambul, Zúrich, Bangkok, Los Angeles. Hamburgo estaría para mí con ciudades como Estocolmo, Praga, Salzburgo, Copenhague, Dublín, Amberes....

Hamburgo tiene un puerto, que le conecta con todo el mundo a través de esos contenedores que se transportan hoy día a todos los confines de la tierra. Pero eso no significa que la gente sepa decir lo que es Hamburgo y lo que tiene. Yo misma no sabía ni del puerto ni del río Elba cuando llegué, y por contra todos asociamos con Múnich la fiesta de la cerveza y los Alpes, y con Frankfurt el banco Central Europeo o la Srta. Rottenmeier y Clara, donde vivió Heidi a su paso por la ciudad. Hamburgo es una ciudad desconocida en el extranjero. No por ello tiene menos encantos. A todos nos han sorprendido a veces ciudades de las que no conocíamos más que el nombre, quizá el equipo de fútbol, alguna carrera, o algo así. Pero nada más. Entiendo que los que vivan aquí se quieran sentir el centro del mundo, pero no lo somos y está bien así. Si no sacrificaríamos muchas de las ventajas que tiene esta ciudad. De eso es de lo que no se dan cuenta.

Pero no hay más que reservar vuelos para darse cuenta de que esto no es el centro del mundo: volar de o a Hamburgo suele ser caro, no vuelan líneas de bajo coste y hay pocos vuelos directos a muchos sitios. Mi amiga ha podido elegir entre unos cuantos directos de Madrid a Milán, y yo solo uno de Hamburgo a la misma ciudad. Creo que eso responde a estos problemas filosóficos tan absurdos.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El mes del blues

Se oye por todas partes, a través del viento, que suena más que nunca, de las hojas caídas, que revolotean por el aire. Lo sentimos con la falta de luz, tan pobre este mes. Es un mes tonto, soso, aburrido, sin nada especial, pues no tenemos fiestas y es un mes que parece más laborable que ninguno, pues todos están con algún alivio. En las tiendas y por todas partes nos recuerdan que pronto es Navidad, que aquí empieza cuatro domingos antes de Nochebuena, pero todavía falta.
Así que cuando llega, nos desfogamos poniendo lucecitas y adornos, para poner la luz que nos falta, con lo pronto que anochece ya.

No hace más que empezar este mes de noviembre y no hacemos más que leer consejos sobre cómo combatir el "November blues", que lo llaman aquí. Esa melancolía y lentitud que se apodera de nosotros no es que nos haga cantar un blues, sino que nos hace entrar en periodo de hivernación, como si fuésemos animalillos metiéndonos en la madriguera. Y al fin y al cabo es lo que hacemos: salimos mucho menos pues la oscuridad no anima, y tratamos de llenar fines de semanas con poca excusa para salir. Nos aconsejan almacenar luz todo que podamos, los pocos rayos de sol que veamos, pues es sabido que la falta de luz pone de mal humor. Eso explica muchas cosas... También nos previenen contra el "tocino del invierno", que son esas grasas de más que nos cogemos por tener más hambre con el frío. Nos dicen que hagamos cosas que nos satisfagan, como leer o ver películas, o hacer manualidades con los niños (no sé yo). También que nos juntemos con gente, que no nos aislemos.

En realidad no hay prácticamente nadie al que le guste el mes de noviembre aquí. Alguno que otro dice que enero es peor, pero a mí no me lo parece, pues a finales de ese mes se adivina ya la llegada de la luz y los días más largos, pero ahora iniciamos lo peor del año. Luego siempre que se pasa me digo que no ha sido tan horrible, como tras cada invierno, pero es que el blues es para vivirlo. Si les canto, ya saben por qué es.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Sopa de tomate

A veces soy una "mal queda", pues digo de hacer ciertas cosas, y de todo corazón, y luego se me pasan. Y es que, lo que tengo la intención de hacer y no hago de inmediato, se queda muchas veces en intención y en nada más. Y así hoy, haciendo mi sopa de tomate, acabo de recordar que hace meses comenté en este blog que iba a poner la receta. Acabo de mirar y eso fue en marzo... Desde entonces he hecho unas cuantas más, pero de hoy no pasa sin poner la receta, ahora que ha vuelto el frío y con él las ganas de comer platos de cuchara. Es una sopa muy alemana, uno de esos platos típicos a los que cada uno le da su toque, como al gazpacho. Todas las que he probado vienen a ser lo mismo, pero el sabor varía algo según lo que se le ponga. La mía, ya hecha montones de veces, es la siguiente:

Sopa de tomate alemana

1 cebolla
1 diente de ajo
1 pimiento rojo
30 g de mantequilla o margarina
1 cucharada de concentrado de tomate 
1 bote grande de tomates enteros pelados
¼ l de caldo de verdura (también vale en polvo, de Maggie o así)
Sal, pimienta fresca molida
una pizca de azúcar
algo de albahaca
100 ml de nata líquida
vermut

Pelar la cebolla y el ajo y cortar en trocitos pequeños. Cortar el pimiento por la mitad, quitar las pepitas, y cortarlo en trocitos. Poner a calentar la mantequilla y echar cebolla, ajo y pimiento y rehogar un poco. Echar el concentrado de tomate y sofreír algo. Añadir los tomates con su jugo y el caldo de verdura, y dejar cocer todo durante cinco minutos a fuego fuerte. Mientras cuece, ir aplastando los tomates con una cuchara o paleta de cocina. Echar la sal, la pimienta y el azúcar.

Pasar todo por la túrmix y colarlo (o para aprovechar más todo pasarlo por el pasapurés después de por la túrmix y así al final se tiran solo las pepitas y poco más y la sopa queda muy fina). Echar 100 ml de nata líquida y un buen chorro de vermut.
Guten Appetit!!!