jueves, 31 de marzo de 2011

El ascenso imparable de los Verdes

Que los Verdes, die Grünen, tienen mucho que decir en la política alemana, es algo que se sabe en este país desde que a finales de los años 70 empezaron a llamar la atención sobre temas que interesaban a muchos y sobre los que otros no habían hecho nunca política. Que desde su fundación en 1980 hasta ahora, han formado parte de coaliciones de gobierno, y han dado la sorpresa en muchas elecciones, ha tenido su punto álgido este fin de semana, cuando en las elecciones de Baden-Württemberg el candidato de los Verdes, Winfried Kretschmann, obtuvo el mayor éxito para su partido en unas elecciones (un 24,2 % de los votos), la gran sensación, lo que le permite además ser el primer presidente de un Estado Federal, y más en uno hasta la fecha consevador, cuya capital Stuttgart ha sido feudo de la CDU durante 60 años. Siendo además el estado cuya imagen es la de la Alemania disciplinada y trabajadora, que granito a granito construye la opulencia, resulta más sorprendente aún. Pero en Stuttgart hubo a finales de año las masivas protestas por el megaproyecto de la construcción de la nueva estación central, Stuttgart 21, que suscitó las iras de muchos por ver realizar un proyecto que dicen no necesitar, que le den a la modernidad, y que cuesta además árboles que talar.

Que Fukushima está más cerca de Alemania de lo que parece lo hemos visto estos días. Empieza a irritarme tanto programa en la radio donde los oyentes llaman para exponer su preocupación de si peligramos por la radiación que emite la central. Que los miedos sean de otra índole, lo entiendo, pero enfocar el problema así, de si nos podría tocar una radiacioncita es de muy mal gusto, si pienso en los pobres japoneses que además de un terremoto y un tsunami tienen ahora una catástrofe nuclear.

Que la energía atómica y las centrales nucleares son un tema muy delicado, del que yo no suelo opinar pues entiendo a los que expresan sus miedos, como a los que dicen que de dónde vamos a sacar toda la energía necesaria, y callo por no saber, simplemente, y eso se ve ahora, pues este asunto podría cambiar el rumbo de la política alemana este año. De repente han vuelto a la calle las chapas y banderitas del "Atomkraft, Nein danke", "Energía nuclear, no gracias", amarillitas, con el sol rojo en el centro. El sábado vi a familias enteras que volvían de la manifestación con ellas puestas, a la que asistieron 50.000 personas en Hamburgo, entre ellos muchos jóvenes que no se implican nada en política, y que ahora tienen un tema que les hace manifestarse.

Que los Verdes son un partido bisagra capaz de formar coalición con la derecha y con la izquierda les hace aún más interesantes a muchos. Le puede dar el toque verde a un gobierno del partido que sea, y en contra de otros partidos, cuyo mensaje se vuelve menos claro a lo largo de la legislatura, ellos tienen un programa claro y definido, y han roto alguna coalición por no cumplirse sus expectativas.

Que cuentan con personajes tan carismáticos como Joshka Fischer o en los últimos años Cem Özdemir, alemán de origen turco, que preside actualmente el partido junto con Claudia Roth, les hacen más que salonfähig, como se dice en alemán, es decir que "saben estar en el salón", y no han de esconderse.

Tras los resultados de las elecciones regionales, los otros partidos meditan esta semana sobre su fracaso electoral, tanto la CDU como el FDP, los que gobiernan Alemania en coalición en la actualidad. Pero que los Verdes darán más sustos a muchos en más estados federales este año es evidente. Por muy lejos que quede Fukushima.

martes, 29 de marzo de 2011

¿De rebote...?

Me remiten estas líneas hoy, que publico tal cual, porque solemos confundir la seguridad en nosotros mismos con la que los demás depositan en nosotros. Yo no creo en las casualidades, sino en que si ocupamos un lugar o una función es por algo, e incluso porque nos lo creemos. Igualmente las ganas de cambiar algo son las nuestras propias, y no por lo que opinen los demás. Gracias por este ejemplo tan claro. Se podría explicar con peras o manzanas, pero al final la analogía con el fútbol es lo que entiende todo el mundo.


La vida es una continua evolución, o al menos, creo que debería serlo. Estancarse proporciona cierta estabilidad, y una falsa sensación de seguridad que nos suele ser agradable. Pero incluso cuando ese estancamiento es satisfactorio, ese proceso es necesario por la propia salud mental. Siempre hay que tener una meta, y a ser posible, alcanzarla para luego marcarse otra.

Y esa evolución llega, a veces, de forma abrupta. Pasas de una concepción de la vida o a otra totalmente diferente, de unas costumbres a otras, de unos pensamientos que considerabas pilares a otros en donde ni te imaginabas tan solo unos meses atrás. Y lo ves como natural, te sientes cómodo, e incluso te das cuenta de la falta que te hacia sentir de nuevo horizontes a los que dirigirte, especialmente al mirar para atrás.

De repente, te encuentras en una nueva vida, con nuevas rutinas, nuevas metas, nuevos caminos. Y realmente son nuevos...

Es como ese equipo pequeño, un Rayo Vallecano, un St., Pauli, que de repente, por sabe Dios qué carambola de la UEFA, entra a jugar en la Champions. Acostumbrado a su liga regional, tenia su hueco, sus maneras, sus costumbres....Sabía hasta dónde podía dar y qué podía hacer, y con qué equipos podía jugar y ganar, y con cuáles no. Pero de repente, se encuentra inmerso en el top, jugando con reglas nuevas, distintas.... Y juega el primer partido, y le sale bien, todo es mucho más sencillo de lo que parecía. Y sigue jugando su liguilla, donde va avanzando con buen juego y buenas impresiones. Y un buen día, le toca jugar en un estadio grande.... Ese Rayo, ese St. Pauli va confiado, pensando en que podrá manejar la situación, que no le hará mella la presión del público, que las crónicas de otras noches épicas en ese partido no van con él, porque hasta ahora todo ha ido bien, mejor incluso, de lo que podía haberse imaginado.

La mentalización en el vestuario es la de siempre: "Se tú mismo" dice el entrenador a cada uno de los jugadores. Y así hacen piña, y se sienten fuertes. Pero según se dirigen al césped, en el túneles, van viendo viejos pósters de aquellas noches épicas. De repente, alguien dice "Joder, la que nos va a caer encima". Y el resto de jugadores se quedan petrificados. Esos ecos de grandes gestas suben su volumen y resuenan en sus cabezas....

Intentando sobreponerse, salen al campo. El público, rival para ellos, anima a su equipo. El ambiente es ensordecedor. Acostumbrados a su pequeño estadio, de repente hay 80.000 personas gritando, cientos de focos, cámaras, periodistas relatando sus crónicas.... todos con sus ojos encima de ellos. "¡Si estáis aquí de casualidad!" gritan desde la banda... Y sí, es cierto, este equipo de repente se encuentra jugando en un Anfield, en un Wembley, en un Bernabéu, frente a frente a un equipo con el que hay mucha diferencia: en experiencia, en concepción de juego, aunque no en ambiciones. Ciertamente, hasta ese preciso instante, nadie tenía dudas, no había ni una sola fisura. Pero rota la primera vía de agua, las dudas de si estarán a la altura salen a flote. ¿Podremos mantener el tipo? ¿Aguantaremos su nivel de juego? ¿Soportaremos la presión? Queremos hacerlo, pero... ¿podremos...?... ¿....sabremos?

Comienza el primer tiempo, y el equipo local juega como sabe, con ambición, con nobleza, pero también con la experiencia que da el haber jugado muchos años en ligas superiores, en competiciones europeas. Y eso se nota... la presión es muy grande y hace mella en el Rayo/St. Pauli, empiezan a imaginarse los peores presagios y rondan por la cabeza: "No vamos a estar a la altura", "Nuestra manera de ver el juego nos dejará atrás frente al suyo", "Nos meterán una goleada y seguro que no pasamos de ronda"....

Todas esas malas sensaciones, esos miedos, se concentran en el tiempo del descanso. Y así se encuentra este equipo, angustiado por cómo plantearse la segunda parte, con gran recelo por no cometer errores que costaron caros en el pasado, a ellos mismos y a otros, intentado sobreponerse a comentarios desde la banda, y con desasosiego, pero también con mucha ilusión ante lo que viene delante.

En esos momentos, donde todas esas emociones se están removiendo, como si fuera nescafé en un vaso de leche, todo se enturbia, surgen las dudas, pero es así como se forjan los campeones. Si este equipo es capaz de hacer oídos sordos a la presión del público, si es capaz de concentrarse en ser "él mismo", independientemente de crónicas pasadas, si es capaz de creer en sus posibilidades y adaptarse rápido al juego de primer nivel, si es capaz de acostumbrarse a las nuevas reglas, y dejar en el olvido viejos esquemas, entonces no importará lo que haya delante, no importará la presión del público, ni las cámaras ni los focos. Entonces este equipo sabrá, que puede jugar en Champions, aunque haya podido llegar ahí de rebote.

lunes, 28 de marzo de 2011

Restaurantes, películas y escenas reales

Hace menos de dos semanas, estaba yo con mi amiga de Madrid cenando en un restaurante cuando el dueño dijo algo de la mesa de la Deneuve. Como se trata del restaurante Viridiana en Madrid, al estar decorado con fotogramas de la película de ese nombre, y todo con estilo cinematográfico, ambas, sin comentar nada, pensamos lo mismo: que habría una mesa Catherine Deneuve, como otra Audrey Hepburn o Sara Montiel. Por eso, cuando vimos entrar a la pedazo de señora que es la Deneuve, acompañada de dos hombres jóvenes, ambas comentamos nuestra sorpresa y coincidencia de pensamientos. Pero la realidad, como se dice tan a menudo, supera la ficción y ahí estuvimos ambas cenando a tres metros de Catherine Deneuve. Fue un placer observar como, por muy ella que sea, tuviese que salir a fumar fuera, por la (por fin acatada al cien por cien) ley del tabajo, y los que entraban al restaurante y la veían fumar fuera, no daban crédito a sus ojos.

Eso, y haber visto el tráiler de su actual película, "Potiche", me hizo dirigirme ayer a la sala de cine a verla, no sé si la película o a la Deneuve. Pero primero quiero hacer hincapié en la desilusión que supone en Hamburgo no poder ver ninguna película en francés, porque ver películas en versión original es, salvo en el caso de ser el idioma original el inglés, un imposible. Segundo, el título en alemán ya me echaba para atrás. "Das Schmuckstück", 'la pieza de joyería', no da para nada el potiche del francés, para el que el español tiene un equivalente: mujer florero. Pero claro, en Alemania no hay mujeres florero, pues las que lo son, estan plenamente convencidas de sus funciones y no se sienten ni como tal, ni fuera de lugar en su papel.

La película decepciona. Por supuesto que tiene golpes divertidos, alguna escena mordaz, pero exageran demasiado en la estereotipación de los personajes; esto, llevado al punto grotesco, podría haber resultar gracioso, pero al quedarse en el mero "parezcamos todos medio tontos", se pierde tanto el mensaje de la película, como el contenido en sí. En la pantalla la Deneuve me pareció lo que no vi en la vida real: si en directo me resultó una mujer de una belleza de lo más natural, en la pantalla era inevitable ver sus labios que habrán tenido algún que otro retoque, además de la piel tan estirada. Junto con Gérard Depardieu hace reír en ocasiones, pero la película se queda más en lo que pudo ser y no fue. Una lástima.

Y por eso yo vuelvo a la maravillosa cena en Viridiana, y a otra curiosa coincidencia del año... 2001. En el mes de febrero iba yo con mi hija de menos de un año de regreso de Madrid a Hamburgo, tras haber visitado a mi familia. A mi lado iban dos hombres, que fueron muy amables en todo momento, llevándome algo de equipaje en el cambio de avión que realizamos en Barcelona, para que yo estuviese más suelta con el bebé. Hablando y hablando, me comentaron que iban a Hamburgo a unas jornadas gastronómicas sobre España, que eran cocineros. Y cuando casi al llegar vi la bolsa de plástico de Viridiana que uno de ellos llevaba, les pregunté, y me dijeron que trabajaban allí. Tras darme su tarjeta, después de haberme despedido de ellos, vi que se trataba del dueño, y pensé lo geniales que son las personas que no necesitan alardear de nada.

Y diez años después, en su restarante, le dije: "¿Recuerda usted aquel vuelo a Hamburgo, en el que yo iba con un bebé que ahora tiene 10 años...?" y me dijo que sí. Y en el decorado de Buñuel, mi amiga y yo cenamos tan ricamente, con la Deneuve, que como persona "normal" tuvo que fumar fuera. Y sin haber visto "Potiche", no hacía más que pensar en el papel en el que la recuerdo especialmente, en "Belle du jour", y más por estar en un restaurante en homenaje a Buñuel. Olviden "Potiche", y vean, si no lo han hecho, "Belle du Jour", de 1967, surrealismo puro de Buñuel, porque la vida es así, y no lo que parece. Y que conste que yo no me he soñado que cené con la Deneuve. Hay testigos.

sábado, 26 de marzo de 2011

La guía de la emigrante

Con el título de "Españolas en Berlin", apareció hace una semana en el Yo Dona, suplemento de El Mundo, un artículo sobre españolas afincadas en Berlín. El reclamo en la portada de la revista, "Todo lo que hay que saber antes de emigrar a Alemania", me hizo imaginar otro artículo, pero al tratarse de una publicación femenina, la perspectiva es ésa. No está mal, por otra parte, pues parece que solo los ingenierOs, informáticOs están interesados en la llamada de Merkel. Por otra parte, como ya comenté en este blog, en Alemania no se ha dado mucha publicidad a esta noticia, o nada, pienso, pues nadie me ha comentado nada, ni yo la he oído. Fue el semanario Der Spiegel el que lo comentó y lo que en España ha sido una bola de nieve que crece y crece, aquí se ha quedado en una frasecilla en un semanario tan denso como Der Spiegel y que seguro que no muchos han leído.

Pero hay españolas en Berlín, y hacen muy bien, pues es una ciudad fascinante para vivir y una buenísima elección. A muchos alemanes no les gusta para vivir, pues es demasiado grande y prefieren poblaciones pequeñas y más tranquilas. El artículo destaca que a los españoles nos encanta, y las razones saltan a la vista: es una ciudad grande, con mucha gente, con mucho de todo... Para un español, venirse a vivir a Alemania y acabar en un pueblo en el que no oyes ni una mosca, es una especie de destierro. Imagino que nadie en Madrid, o muchas ciudades españolas se imagine que se pueda echar de menos el ruido, pero aseguro que sí. Las entrevistadas en el artículo lo añoran, junto con las tapas y la comida, y yo echo más de menos el ruido que lo segundo y lo tercero.

Berlín es una ciudad ruidosa para Alemania, palpitante, con barrios bohemios, un pasado estremecedor, un presente vibrante, y un futuro más que seguro. Como mencionan, tener un buen trabajo, significa tener muchas ventajas que no tienes en España: se respetan los derechos de los trabajadores, y en general tu trabajo. Todas comentan algo curioso: que los alemanes son lentos trabajando, y que no aceptan cambios de su forma de hacer las cosas, y que la eficiencia alemana viene dada por lo concienduda y lentamente que hacen todo. Puede ser. Yo recuerdo durante años, cuando trabajaba en un banco, que me desesperaba de que todo tuviese que hacerse asegurándose mil veces de que estaba bien. Al final lo estaba, pero porque se trabaja pensando en cubrirse las espaldas en todo momento para que nadie te pueda decir que has hecho algo mal.

Todas coinciden en lo duro que es el clima, la falta de luz, y el largo y crudo invierno; lo corroboro, como hago en ocasiones en este blog y con lamentos que no sirven para nada en realidad. La comida parece un problema grande, pues todas la añoran; y ahí disiento. En Alemania se come muy bien, la calidad de la comida es estupenda, y hay de todo. Y para los emigrantes, y más en una ciudad como Berlín, habrá alguna tienda española donde proveerse con los artículos de la morriña, como yo hago en la tienda española de Hamburgo. No entiendo tampoco cómo puedes echar de menos la comida, si eres tú el que cocina: yo me hago desde un cocido hasta un sucedáneo de paella, pues el marisco es carísimo, y ni llega. ¿Pero no es por eso mayor el placer de ir a España y comerte desde unos churros a una paella bien cargadita de marisco, y disfrutar? Siempre he pensado que los españoles, en cuanto a la comida, estamos demasiado centrados en la nuestra. Comentan que hay menos pescado, sí, cierto, pero lo hay, aquí en Hamburgo por suerte quizá más, pues en Baviera, región carnívora por excelencia, es más difícil encontrarlo.

Confirman lo que yo pienso: que la antipatía de la vida diaria, que ni tu vecino ni madres cuyos hijos van al cole con los tuyos te saluden, se compensa por la amistad que te dan cuando te haces su amigo. Los alemanes son muy buenos amigos, y lo que una dice de que "Mientras el español está pensando en unas cañas, el alemán piensa en tarta", lo resume todo. El español va al bar a beberse las cañas, queda un rato con unos amigos, o se los encuentra en el bar. El alemán se prepara su propia tarta, y se la come en familia o con amigos a los que invita para ello cualquier fin de semana, y estás en su casa,

La importancia del idioma es probablemente el mayor obstáculo. Aseguro que es fundamental. Pienso que es imposible vivir aquí sin saber el idioma, salvo si vives en un gueto, que los hay. Yo misma lo sufrí en mis carnes los primeros años, y aseguro que, como dice una de las entrevistadas, a mí también me ha costado lágrimas, pero no por la dificultad del idioma, como dice ella, si no por la falta de tolerancia y paciencia con alguien que no lo habla bien, y eso, puedo asegurar, puede hacer que tu trabajo no sea tan fácil durante un tiempo y te sientas excluído.

Los impuestos... ay los impuestos. Efectivamente: nos quitan el 40% del sueldo en concepto de impuestos. Y sí, a cambio hay muchos beneficios sociales, como por ejemplo un sistema sanitario perfecto, me atrevería a decir yo, por mucho que los alemanes se quejen. Pero no conocen otra cosa, y Alemania ha tenido que hacer recortes en los últimos años y eso es algo que muchos no quieren aceptar.

Interesante me parece la única entrevistada que es madre. A mí también me pareció maravilloso que me viniese a casa la matrona que viene a tu casa las dos semanas después del parto. Esas son las joyas de las que hablo de este país. O que para el parto puedas ver las instalalaciones, elegir hospital, en muchos casos "técnica para parir", y no den tantos cortecitos como se dan España, cesárea incluida. Pero el "todo gratis" que ella dice no es verdad, salvo si vives de ayudas sociales, y en ese caso has de demostrar que eres pobre de necesidad, porque si no te sales de los límites, y eso es lo más sencillo, y mejor no salirse. La entrevistada tiene una hija de dos años. Entiendo la situación: hasta los tres años vives un idilio como madre en este país: te agasajan con cuidados y facilidades, dejas tu trabajo, pues las excedencias te lo permiten, pero me gustaría preguntarle a la misma cuando su hija tenga 6 años y empiece el colegio. En ese momento empieza el calvario para muchas madres que quieren o necesitan trabajar, pues los horarios escolares, de ocho a una, y en pueblos incluso hasta las doce del mediodía, se vuelven en tu contra, y lo que te parecía jauja te devuelve a la realidad de no ser más que una supledora de la falta de infraestructuras en colegios.

A los niños se les educa con esa independencia de la que hablan. Para mí, como española, demasiada, pero en eso trato de adaptarme y dejo que mi hija vaya al instituto con metro y autobús sola a sus 10 años. Y lo llamo asimilación, pues las que tienen que estar cien por cien asimiladas son mis hijas, por muy española que sea su madre. A los niños se les inculca responsabilidad, pero como dicen, incluso a ellos les falta algo de chispa; y verdaderamente a muchos parece faltarles un último hervor...

Yo añado otros puntos al artículo: lo tranquilo que vives sin pensar que en cualquier momento te pueden engañar o robar. Vas despreocupado por la calle, y no vivimos enrejados. Y como punto negativo de tanto orden, el control social que los mismos ciudadanos ejercen para mantener las normas. ¿Por qué va a salirse mi vecino de la regla establecida si yo, ciudadano ejemplar, cumplo la ley? Y lo que es estupendo en cuanto a que tu calle esté limpia y cuidada, se pone en contra de ti cuando quieres hacer una fiesta, o aparcar tu coche donde no estorba nada pero donde unos te dicen que no está bien, o que cualquier raspadura de coche acabe en un buen fregado con policía incluida, por lo de dejar todo atado y bien atado, no vaya a ser qué... La gente está a la defensiva, y es difícil no recibir reprimendas por cosas que en España no solo se permiten sino que se realizan como deporte nacional.

Desde luego que merece la pena emigrar a Alemania, no lo dudo, mírenme a mí, pero como en todas partes hay cosas positivas y negativas. Al final se trata de las circunstancias de cada uno, de tus expectativas de la vida o de tus ganas de adaptación al medio en el que vives. Así que solo puedo decir que pasen y vean...  y si le gusta y renuncian al sol, pueden quedarse para toda la vida.

viernes, 25 de marzo de 2011

Kinoabend

Esta palabra es un término institucionalizado entre mis hijas y yo: la tarde de cine que nos organizamos todos los viernes por la tarde. La programación infantil alemana ofrece al menos dos posibilidades la tarde de los viernes alrededor de las ocho, y, terminada la semana, es el momento de sentarnos juntas a ver algo. De esta manera vamos viendo alguna película mejor que otra, y en ocasiones son tan poco atrayentes, que acabamos por poner un DVD nuestro, a falta de algo nuevo mejor.

La de hoy no cumple las expectativas de nadie... una de la Barbie en la versión más digitalizada posible, cursi y estereotipada a más no poder. Pero viendo a mis hijas tronchándose de risa mientras la ven, y haciendo comentarios mordaces, me devuelve la creencia de que de todo se aprende. Comentarios que he oído a lo largo de la película: "¿Por qué Barbie es rubia con ojos azules, y todas las malas morenas?, es ridículo". "Oh, qué tonto es Ken; ¿cómo se puede enamorar Barbie de él?". "Pero qué alas más horteras llevan". "¿Será tonta?, que esté enamorada de Ken [la mala] no ha de ser motivo para querer casarse con él". "Vaya pisito que tiene la Barbie... jolines".

Lo bueno de ver cine malo es que aprecias el bueno en seguida. En Alemania se producen películas infantiles de una calidad impecable, y aptas para todos los públicos, grandes y pequeños. Para días de mal cine en la tele, siempre nos queda "Hände weg von Mississippi", una película maravillosa de la que no hay traducción al castellano, algo lamentable. Basada en una novela de Cornelia Funke, es la historia de una niña que protege a un caballo llamado Mississippi, y por eso el título de "No toquéis a Mississippi" de un "caza herencias", que está tan solo interesado en el caballo porque su cuidado es la condición para quedarse con la herencia de su tío recientemente fallecido. Él quiere derribar la casa para que en el terreno edifiquen un supermercado descuento, de los que tanto existen en Alemania y por influencia alemana, en toda Europa. Mi frase favorita de la película es "Die Globalisierung, sie ist da!!", 'la globalización, ... ya ha llegado", dicha por una señora del pueblo, con gafas de culo de botella y aspecto muy divertido. Es una película que puedes ver diez veces, y siempre te enganchará, además de contar con una canción de Wir sind Helden, banda berlinesa muy popular, cuya canción "Bitte nur ein Wort" pone el colofón final a una película digna de 20 viernes de cine casero, para el que nos hacemos nuestras propias palomitas.

La de la Barbie de hoy no pasará a los anales en esta casa, y menos cuando ahora resulta que Barbie se lo ha soñado todo, y mis hijas se van riendo a la cama, por lo "tonta" que ha sido la película. Todavía quedan muchas tardes de viernes para seguir viendo películas, placer al que no renuncio con ellas, y si no siempre nos queda la de Mississippi.

jueves, 24 de marzo de 2011

Solazo

El tiempo de los últimos días nos ha devuelto a la vida. Que luzca el sol en Hamburgo durante muchos días seguidos y con temperaturas primaverales, cambia el espíritu de la ciudad. Alemania con sol parece otra. Estos días la gente está de mejor humor y más sonriente, tras meses grises y fríos. Sabemos que esto nos durará poco, pues para eso estamos en Hamburgo, donde el cielo no es azul si no gris, y sin embargo, o precisamente por eso, me embriaga la emoción primaveral que despiertan esta luz y esta claridad en cada hamburgués amodorrado, tras meses encerrados en casa y yendo tapados hasta arriba por la calle. Y de repente aparecen escotes, se prescinde de pañuelos al cuello o de bufandas, se ven faldas con medias finas, y uno deja de parecer la coraza en la que nos convertimos de octubre a abril. Los alemanes se abrigan, y no como los ingleses, que en invierno van con ropa que es de entretiempo para mí: ellos en trajes chaqueta sin abrigo encima, y ellas con medias finas e incluso sandalias. Aquí aprendes a vestirte acorde al frío, y los colores son oscuros, y es raro salir con estridencias de la gama de colores, pues el cuerpo no te pide nada que destaque del entorno gris o blanco, si hay nieve. Vas vestido de oscuro y gris, como cada día, y miras el armario, y con las aceras resbaladizas y siempre húmedas, cuando no por la hojarasca, por lluvia, hielos y nieve, prácticamente ninguna mujer va con tacones por la calle. Aquí entendemos de zapatos de gore-tex, anoraks impermeables hasta la muerte, calcetines térmicos, ... o la sexy faja de lana de la que habla siempre mi amiga (española), y a la que yo, por principios, sigo renunciando.

Este año ha habido suerte, y la naturaleza parece desplegar su esplendor algo antes. Se ven capullitos en las ramas de los árboles, y aunque todavía falta, temperaturas de 14° C e incluso 16 ó 18° C han hecho avanzar mucho el proceso. Y como capullitos en flor nos sentimos todos. Los periódicos informan de la buena nueva con fotos de hamburgueses al sol, y hablan de la "dolce vita", y de conceptos poco asociados con el carácter alemán, y la gente invade la calle. Aquí se pasea también a 10° bajo cero, pero porque hay que salir a refrescarse y mover las piernas, pero ahora es el "dolce far niente" lo que impera, el ponerte al sol y no hacer nada, como yo misma durante mi reciente estancia en Madrid, que parecía una guiri en busca del sol, adorándolo en cuanto lo veía. Percibo estos conceptos desde la experiencia y sabiduría que me da haber crecido con las bondades del sol en el ser humano y en la vida diaria, para bien y para mal, esto es como todo.

La sensación estos días es de "qué pena trabajar". Todos lo dicen, y deberían dar fiesta con un tiempo así, pues no es para menos. Es por eso por lo que la gente de aquí dice a menudo "sí, buen tiempo, pero no para trabajar". Como tienen perfectamente asumido que el tiempo es malo (entiendo, tampoco lo puedes cambiar, pero sí echar pestes, como yo), se quedan tan panchos cuando te dicen que la lluvia y el frío están bien, porque hay que trabajar. En mis clases estoy haciendo un sondeo esta semana sobre las estaciones del año. Comienzo cada clase con un "Por fin es primavera" y al preguntarles por su estación del año favorita, muchos responden que el invierno, muchos que el otoño, aunque por suerte, como seres (y además humanos) que son, muchos dicen que la primavera y el verano son sus favoritas. Pero para descansar, para irse de vacaciones, para hacer una barbacoa, tumbarse en el jardín o terraza, pero no para trabajar. No hay que confundir los conceptos.

Viendo ahora que para el fin de semana descenderán las temperaturas, aunque seguiremos con sol, me dan ganas de dejar todo lo que tengo que hacer, cerrar los ojos y disfrutar, pero hay que ser multitarea, y alegrarse de por lo menos ver el solazo a través de la ventana y oír a los pajarillos cantar como locos. Y con el cambio de hora de este fin de semana, tras el que los días volverán a ser larguísimos, haciéndose de noche a las ocho, y amaneciendo ya a las 6.30 como ocurre estos días, por mucho que el clima empeore, tendremos la sensación de haber salido ya de unos meses tras cuyo paso siempre me pregunto que cómo lo aguantamos. Y ya van 21 años. Me considero asimilada en la vida alemana, pero en el tema del clima, no habrá asimilación, está decidido. Por eso, jamás oirán de mí ni una queja por mucho que haya que trabajar con sol o con calor en verano, algo que odian. Disfrutemos de cada minuto de sol, pues esto es un regalo.

martes, 22 de marzo de 2011

Combatiendo ante las cámaras

Imagínense que pagan un montón de dinero para ver un combate de boxeo, con uno de los mejores boxeadores del mundo, y el combate se termina en tres minutos. Un golpe deja al otro fuera de combate, y se acabó, todos a casita, y la retransmisión televisiva termina en un suspiro. Eso ocurrió el sábado en Colonia, cuando Vitali Klitscho, boxeador de Ucrania y actual campeón del mundo, asentado junto con su hermano en Alemania, el otro boxeador Wladimir Klitscho, concretamente en Hamburgo, donde sobre todo el primero es una figura mediática, dejó K.O. en nada a su contrincante en un combate de boxeo: el cubano Odlainer Solís, cayó al suelo tras un golpe, por sufrir una rotura de ligamientos en las rodillas y quedar inmovilizado en el suelo. Klitscho le insultó por creer que fingía, y se montó una buena al parecer. No entiendo nada de boxeo, y podríamos discutir sobre si eso es deporte, pero ha de haber gente para todo. La situación es rocambolesca: los medios de comunicación y todos los implicados alimentan la emoción antes del combate, para luego concluir éste en tres minutos. Es como planear una noche loca de sexo a meses vista, para luego terminar con un quickie, sexo rápido como mero alivio, sin prolegómenos, todo posible en actos en los que actúa el cuerpo humano. Ayer el médico confirmó las serias lesiones, y Klitscho se disculpó por haber dudado e insultado. Pero habrá más de uno que siga enfadado porque le timasen. Repito que no entiendo nada de boxeo, ni quiero entender, pero supongo que es parte del juego el que pueda durar horas o tres minutos, y todo por el mismo precio, nunca sabes. En cualquier caso la supremacía de Klitschko parece escandalosa en comparación a la de un contrincante al parecer sobrado de peso.

Lo mismo les pasó a los visitantes del zoo del Berlín el sábado, que pagaron su entrada para pasar un día en el zoo, y por el mismo dinero presenciaron en vivo y en directo la muerte de Knut. El oso estrella del zoo de Berlin se desplomó ante la vista cientos de personas. Rechazado por su madre, fue criado por un cuidador del zoo, que murió cuando Knut tenía 2 años, dejándole huérfano. Knut le siguió el sábado, con tan solo 4 años de edad, a pesar de que los osos tienen una esperanza de vida de 30 años. Y el sábado, ante cientos de espectadores, Knut tras despolmarse, acabó incluso flotando en el agua, causando gran conmoción entre los espectadores. Se desconocen las causas de su muerte, pero la vida tan mediática de Knut demuestran que no fue aceptado por las damas con las que compartía espacio en el zoo. Le trataban mal y no le dejaban acercarse, y Knut ha muerto antes de entrar en la edad púber, por si acaso...

Knut, acostumbrado a las cámaras y a las masas adorándole, no supo vivir como un oso pues tampoco pudo. Probablemente haya muerto de tristeza, de soledad, por estrés. E igual que se desplomó el boxeador cubano ante el golpe de Klitschko, Knut cayó muerto, por causas aún desconocidas. El video de su muerte en directo, que yo no pienso ver, está colgado en la página web del periódico sensacionalista Bild, que cuando nació Knut, le dedicó muchas portadas a esta monería de oso. El zoo de Berlín ha instalado un libro de condolencias en su página web, y la gente que escribe está conmocionada y echarán de menos a Knut. Hasta que salga otro personaje por ahí. En Leipzig ya tienen a la zarigüeya Heidi, que es bizca, como vimos en enero, y por eso monísima. Como me dijo el domingo otra Heidi de Leipzig, todavía no la muestran al público. Pobre Heidi, lo que tardará ahora en salir al plató del zoo, a recaudar dinero, como hizo Knut para el zoo de Berlín. Vaya, acabo de ver que el Bild-Zeitung descubrió a Heidi también ...

domingo, 20 de marzo de 2011

Dos semanas

Buf, no sé por donde empezar. En dos semanas pasan muchas cosas, en el mundo y en la vida privada de cada uno. Estando de vacaciones, el tiempo parece pararse, aunque el que se para eres tú y tu actividad diaria, y todo lo de alrededor sigue su curso. Ocurren cosas positivas y negativas en el mundo, te nace un sobrino u ocurre una tragedia como la de Japón de hace una semana y el subsiguiente cúmulo de catástrofes incluso nucleares, y aunque no veas noticias con la frecuencia habitual, la guerra civil en Libia sigue, y resulta que abres un periódico en el avión, y te encuentras con una resolución de la ONU, y unos inminentes ataques a Libia, que a lo largo de mi día de regreso tuvieron lugar, y como el viernes no vi ni un telediario, no sabía ni del apoyo de Zapatero a la acción militar.

Volar con una niña que tiene 39 de fiebre no es nada relajante. Pero con su estoicidad, y la que yo voy ganando con los años, absolvimos los dos vuelos con maestría. Me encanta volar, cada vez más. Si pudiera lo haría con regularidad. Además el día de viaje me resulta un día puente entre lo de antes y lo de después: o para descansar tras la paliza de preparar maletas y dejar todo solucionado antes de largarme unos días, o para volver al mundo tras un tiempo desconectada de él. Y para ello nada mejor que empaparte en la colección de periódicos con los que viajo siempre. Ayer batí récords: tras comprarme El País (mi habitual), El Mundo, por un artículo en el Yo Donna sobre cómo emigrar a Alemania (habrá que indagar el asunto: auguro post), luego cogí más periódicos que nunca de los que ofrece Lufthansa en aviones y terminales. Ver las mismas noticias desde diferentes perspectivas es un ejercicio de espiritualidad, por el enfoque de la misma realidad. Pero qué es la realidad, me pregunto, al ver tantas noticias, para unos periódicos importantes, para otros no.

Lo más real me parecieron los vuelos. El de Madrid a Frankfurt iba muy vacio, pero pisar un avión de Lufthansa, es estar en Alemania. Me dirigí a una azafata para que me diese una almohada y una manta para mi hija que tiritaba por la fiebre, y sin pararse se desentendió del asunto y dijo: "Yo paso rápido para que no se me pegue nada", una actitud muy alemana. Como tengas un catarro, no se te arrima nadie, y yo, con el paso de los años me he acostumbrado a avisar de inmediato cuando tengo algún virus y decir que no toco ni beso, algo que todos agradecen. Sin embargo, otra azafata a la que le cayó el marrón de la "superiora", me trajo todo muy amablemente, y se desvivió el resto del vuelo en que la niña bebiera lo suficiente y estuviera cómoda. Tampoco hace falta tocar, pero se puede ser amable.

El aeropuerto de Frankfurt es el cosmos de Alemania: mujeres turcas limpian, tiesas azafatas de Lufthansa de dirigen a sus vuelos, pilotos a los suyos, y mucha ingeniería alemana, entre túneles, aviones y hasta un tren tipo monorraíl, y sin embargo el puesto más concurrido en medio del pasillo era el de salchichas. Me encantó verlas, con lo que me gustan todas. Frankfurt es la lanzadera alemana a infinidad de vuelos intercontinentales, y en el Bild-Zeitung leí (sí, cogí uno) que andan haciendo pruebas de radiación a los pasajeros que llegan de Tokio. Y el trayecto Frankfurt-Hamburgo es Alemania en su esencia. Con el fin de las vacaciones escolares todos se reincorporan a su mundo: esquiadores, familias que venían del solecito, y había desde una chica en chanclas, preparada para aterrizar en 6°C, a otros con ropa muy invernal. Los mochileros eran legión. A mi lado iba la típica trotadora de mundos, cuya lectura era un libro de leyendas de los aztecas y cuyas vacaciones en mundos míticos probablemente terminaban. Detrás la familia perfecta: padre perfecto, madre perfecta, y tres hijos perfectos equipados con cascos modernos. Me pregunto cómo al reducirse los aparatos para oír música ha crecido la proporción de los cascos y su colorido, convirtiéndose en un accesorio a considerar para modas.

Y llegas a Hamburgo, y tras recoger las maletas, un malhumorado taxista nos trae a casa. Vuelve la rutina: supermercado (lo que ha cambiado Alemania: cuando llegué cerraba todo los sábados a las dos de la tarde), y noche de Wetten, dass?, el programa de entretenimiento de la noche de los sábados cada 2 meses (así no se queman los programas y pueden estar desde 1981 en antena, y su actual presentador desde 1987). Ayer se sentaron en el sofá los mismos de siempre: Udo Jürgens, cantante alemán tipo Rafael, que ya ha estado 15 veces, y otros que no se quedan cortos. Pero yo lo puse por la Deneuve. Como tuve el placer de cenar con ella el jueves en Madrid, no literalmente, se supone, pero sí compartiendo tiempo y espacio, sentí como si me persiguiese. Pero la Deneuve, menuda señora, y Buñuel, serán otra historia. Buf, ¿no decía que en dos semanas pasan muchas cosas y que no sabía por dónde empezar? Tengo temas para dos entradas de blog diarias, entre la maravillosa Catherine Deneuve, el Bild-Zeitung y las carcajadas que me produjo su lectura, la salida de Magath del Schalke y su fichaje al día siguiente por el Wolfsburg. Pero hoy hace sol, y la primavera se respira en el aire. Me he encontrado con los crocus en flor, la primera maravilla primaveral del año. El resto seguirá, como este blog, y la rutina, tras unas estupendas vacaciones. Ayer leía también en uno de los múltiples periódicos que solemos preguntarnos por qué ocurren las cosas, y que eso no es lo mejor para avanzar y sentirse bien, y que nos deberíamos preguntar "para qué". Considerando eso diría que nos vamos de vacaciones para volvernos a colocarnos mejor en nuestras vidas diarias, para tras descolocarte unos días, comprender mejor tu ubicuidad y lo que te rodea, con todas las impresiones maravillosas que te llevas de unos días para la linearidad de tu vida, en ese seguir adelante sin mirar hacia atrás. Así que habrá que avanzar... en fin, las maletas no se deshacen solas.

domingo, 13 de marzo de 2011

Noticias de la semana

La crisis. Reducción de velocidad a 110, para ahorrar, dicen - solo el cambio de las señales ha costado no sé cuánto, hablando de ahorro. La nueva Rumasa y un Ruiz Mateos que dice que no se suicida porque su fe no se lo permite; la fe le permitió sin embargo volver a engañar, y sus fieles a creer en él y en sus hijos, que parecen clones de la estafa. Monjitas denuncian el robo de un millón y medio de euros; el fisco se pone contento por pillar el fraude, y ahora la suma del robo se reduce, tras el asesoramiento de un abogado, a 400.000 euros; será mejor así, evidentemente, para evitar pagos excesivos. Shakira y Piqué, la pareja del momento, reventadas las exclusivas, ahora se trata de pillarles juntos en todo momento. Los muchos "dice Mourinho" que copan las noticias, que todos los días tiene algo importante que declarar, y muchas personas deseando oír lo que dice.

En realidad estas noticias son las mismas siempre, solo que cambian los personajes: cambien a Ruiz Mateos por Camps y la fe de sus fieles, o el fraude fiscal de las monjas por el de Lola Flores, o lo de la reducción de la velocidad con introducir y quitar el cheque bebé. Son noticias de España, igual que en Alemania las noticias parecen alemanas, para bien y para mal.

martes, 8 de marzo de 2011

Mi cuarto sobrino

Es la primera vez que estoy en Madrid cuando nace uno de mis sobrinos. Es el cuarto. Su nombre es Javier, y ha nacido hoy, 8 de marzo, a la una y diez de la tarde. Si fuese mujer, diría que ha elegido muy buen día, al ser el de la mujer trabajadora. Pero como es hombre, solo me cabe desearle que habiendo nacido en la segunda década del 2011 que para cuando alcance la mayoría de edad  dé igual ser mujer u hombre, salvo las meras diferencias biológicas y lo bien que están esas. Se ha hecho esperar dos días, y ha salido bien alimentado, con su 3,900 kg de peso. Todo un muchachote, y eso que parecía un perrito caliente, envuelto en su mantita.

Cuando nacen tus hijos siempre hay alguien con hijos mayores que te dice: “Disfrútalo/-la pues crecen demasiado rápido”. Y ahora soy yo la que podría decir eso, pero trato de no caer en el tópico. Pero efectivamente, al ver a mis hijas al lado de su minúsculo primo, te das cuenta de que todas esas frases tan manidas y que rellenan momentos tan especiales son supremas verdades todas ellas: que el tiempo pasa, que nos hacemos mayores, que cuando menos te des cuenta serán mayores ellos. En fin. Lo mismo de siempre desde generaciones y generaciones.

Javier tiene una hermanita, de tres años, cuya madre no es la que ha traído a su hermano al mundo. En alemán existe un término para estas familias de hoy día, Patchwork-Familie, familia tipo manta de ésas tan británicas o americanas en las que muchas piezas de tela cuadradas de diferentes colores unidas forman el todo. Así que hemos entrado en la modernidad por la puerta grande. Como yo les cuento a mis alumnos de español que se creen que España sigue siendo un país tan católico y sin nadie que se salga de la imagen que siguen teniendo de nosotros, en España tenemos las mismas moderneces y hay todo tipo de familia hoy día. Y está bien así.

Hace nada escribía yo en este blog sobre las madrastras, que que sean todas malas es cosa de los cuentos, y que la vida moderna de hoy día da para muchas buenísimas. Y con mi post varios en mi familia pensaron en la madre de Javier, madrastra de la hermanita del mismo, y mira que es fea la palabra, y en que mi hija pequeña, como siempre, tenía razón. La recién parida es madre y madrastra, y desempeñará ambos papeles como mandan los cuentos en sus versiones modernas de hoy.

Javier se suma al grupo de ahora seis nietos en total que tienen mis padres. Como muy agudamente resumió mi hija pequeña hoy en el hopital, “mamá, ya somos tres chicas y tres chicos; estamos empatados”. Efectivamente, el pequeñín de hoy trae igualdad. Bienvenido al mundo. Te estábamos esperando.

domingo, 6 de marzo de 2011

Las maletas

Podría decirse que la vida es una maleta. Ves en qué punto de tu vida te encuentras al hacerlas: cómo lo que metes hoy no era importante hace tiempo, y cómo cosas de antaño no son equipaje hoy día. Mis maletas están listas, una vez más, y si bien cada vez las realizo con mayor soltura en cuanto a saber lo que necesito y lo que no, sí que he visto evolucionar el contenido con el paso del tiempo. Mis primeros viajes de emigrante me hacían llevar cosas típicas de aquí: salchichas, cervezas, chocolates, para volver con viandas de las que añora el emigrante. Con la globalización se encuentra de todo por todas partes, y este tipo de mercancía ha desaparecido de la maleta. Ya no viajo con comida, salvo a la vuelta alguna cosilla. En mi época de estudiante, viajaba con libros, muchos libros, y compraba diccionarios para traer. Y al nacer mis hijas, el equipaje cambió, aparte de que pasé a hacer maletas para tres, por lo que el trabajo se triplica. Empecé a viajar con juguetes, y cosas para entretenerlas, bolsa de pañales, toallitas, medicamentos para ellas, y a reducir mi espacio. Ahora los juguetes son menos y viajamos con Nintendo, juegos para la misma, mp3, libros para leer, algo para pintar, y ya está. Pero tanto aparato electrónico, junto con mi ordenador portátil y teléfono, cámara, y las cámaras de mis hijas, implica que viajemos con montones de cables para cargar la batería de todos los aparatos. Hoy pensé que tanto cable es demasiado, pero será como cuando viajábamos con 8 peluches, todos muy importantes. No sé si mi hija mayor se llevará a su Mickey, pues creo que esta vez no lo ha preparado. Si no se lo lleva será la prueba de que se hace mayor. La otra ya ha preparado a su Jaimito, un ratoncillo de peluche que es su favorito y por eso está destrozado, y que yo bauticé así, sin saber que a mi hija le encanta contar chistes; debería aprenderse unos cuantos de Jaimito en España. Va madurando y viaja solo con el imprescindible; el resto no viaja. Pero en su defecto llevamos ahora cables. Y como siempre unas ganas locas de llegar. Hace ya siete meses desde la última vez...

viernes, 4 de marzo de 2011

Disfrazados de ...

No sé dónde reside la clave entre un buen y un mal disfraz, o mejor dicho entre impresionar con él o no. Desde luego que estos días del recién empezado carnaval dan para millones de ideas en todo el mundo. En Hamburgo, donde por ser zona protestante solo se celebra en los colegios, ya lo hemos concluido, pues los críos, además de haberse disfrazado, han salido hoy del cole con dos semanas de vacaciones, y los verdaderos "carnavales" empezarán en casa con el tostón que supone tener a los niños en casa dos semanas en pleno curso y aquí generalmente con mal tiempo, si no tienes la suerte de poder viajar.

Originales no son desde luego los disfraces si tienes cinco Darth Vaders en tu clase, por muy guays que se sientan los niños que vayan así. Yo ayer a las doce del mediodía, ya que por el carnaval terminaron el colegio a esa hora (en Alemania no se les puede estresar a los niños demasiado: si se celebra el carnaval, a las 12 para casa, porque salir a la una ese día es un trauma insuperable para el crío, por no hablar de la jeta que tienen los profesores aprovechándose de cualquier cosa para reducir horas lectivas), me traje a casa a una rockera con guitarra de rock de juguete incluida (mi hija) y a una pirata amiga de mi hija (en alemán se dice "novia pirata", Piratenbraut..., hasta para ser pirata necesita una en este país la dependencia de un hombre). Ambas, la rockera y la pirata hablaban durante la comida de los disfraces de la clase: "Cinco tipos iban de Darth Vader, que poco originales", comentaban con sus 7 y 8 años, y presten atención a la palabra "tipos". La mejor disfrazada de la clase, según ellas, era la que iba de "estrella", no de rock ni de nada, como es posible hoy día, ser estrella de nada, tipo Belén Esteban u otros.

Y mi hija mayor ha ido y vuelto al instituto hoy vestida de bávara, que hay que amortizar mi dirndl, el vestido típico bávaro que no se necesita jamás en Hamburgo. Ella daba el pego con sus trenzas rubias, no como yo. Pero ayer me reí a carcajadas cuando ella, con otra niña en el coche, comentaba que una de la clase, que se cayó el otro día y tiene un ojo moradísimo, que lo tiene facilísimo por poder ir de zombi: "Con que se ponga cualquier cosa, con la pinta que tiene con el ojo morado le da para zombi o para muerto".

Mientras que en las zonas de carnaval alemanas, Colonia, Düsseldorf o Mainz, acaban de comenzar lo que llaman la "quinta estación" de lo mucho que se celebra y se paraliza todo, aquí nos disponemos a hacer maletas, para salir quizá a ver el entierro de la sardina, o ver los carnavales de las Canarias por televisión, pero no a disfrazarnos de esquiadores, como hace la gran mayoría que viaja ahora. Es el momento de coger los esquís, y atravesar Alemania entera hasta el Tirol o Austria. Pero ni loca pago yo dinero para pasar frío y ver nieve; antes me disfrazaría de reina del carnaval canario.

jueves, 3 de marzo de 2011

Por "bagatelas" también se dimite

La pregunta desde la dimisión del ministro Karl-Theodor zu Guttenberg esta semana es si debió dimitir o no, si debería haber seguido aguantando el chaparrón como llevaba haciendo desde hace semanas, hasta que pasase. Yo lo vi claro el lunes, al ver el noticiero de la noche por enésima vez abriendo el programa de media hora con la misma noticia otra vez. Y a la mañana siguiente se retiró, por flaquearle las fuerzas. Ha sido un constante, no sé si llamarlo acoso, pues eso depende de la opinión que uno tenga del asunto, pero sí una presión mediática tan grande, que no tenía alternativa. El periódico sensacionalista Bild ha apoyado al ministro hasta el final, y él les compensó el martes avisándoles a ellos los primeros de su inminente dimisión un par de horas después. Desde que saltó el escándalo, que él nego de inmediato, hemos sufrido una diaria dosis de información insoportable: desde pasar tras negarlo todo a decir que había releído su tesis doctoral y había encontrado "errores", hasta terminar por decir que sentía tal despropósito de trabajo, para luego dejar "reposar" su título de dotor, y concluir al día siguiente pidiéndole a la universidad de Bayreuth la retirada definitiva del mismo. Merkel tildó el escándalo alrededor de su ministro más mediático como "Lappalie", una bagatela, algo que ha irritado a los representantes de la ciencia y el saber.

Es que no se ha ido un ministro de Defensa, sino lo más parecido a una estrella pop en la política, una figura que reunía el glamour de su casta (aristócrata) con una "aparente" (cabría decir ahora) capacidad, y un potencial mediático y político que le podrían haber hecho canciller. Vuelvo a preguntarme que quién es el primero al que se le ocurre que esa tesis doctoral podría ser un plagio y empieza a mirar con lupa, algo muy fácil hoy día con google. El otro día leí en Die Zeit que un artículo aparecido en este semanario fue utilizado sin nombrar su origen por el superministro en su supertesis. El redactor jefe, Giovanni di Lorenzo, un tipo muy sabio y respetado en Alemania, hizo en la editorial en portada una apelación a mantener al ministro: que el plagio en su tesis ya estaba compensado con dejar su título de doctorado, pero que por eso no deberían juzgarle en su labor como ministro y que no debería dimitir culpado por la tan alemana mano justa y recriminatoria (di Lorenzo es medio italiano).

Sin embargo, y cuando para la mayoría de los ciudadanos un título de doctorado no es más que una etiqueta que adorna el nombre, el debate ha girado en torno a valores como la honestidad y el honor, sobre si alguien capaz de hacer algo así puede tomar las decisiones adecuadas y representar la ética que se supone que ha de tener un político y posible futuro mandatario de un país. Y se ha serrado en la silla de ministro hasta que ha caído, en un país en el que los escándalos no se perdonan y por los que se dimite en un 99 % de los casos, sea por plagiar una tesis, o por hacer que quiten el hielo de tu calle, mientras que en ninguna otra de la misma categoría la retiran, como hizo un senador de Hamburgo.

Yo considero que la dimisión es correcta, y no porque tanto aura de perfección del ministro me escamaba, sino porque como han criticado estos días las universidades alemanas, zu Guttemberg ha dañado con su actitud la imagen de las universidades y lo mismo la canciller, que ha sido criticada duramente por sus declaraciones, pues no es ninguna insignificancia publicar sin atenerse a los cánones establecidos y hacer de algo tan serio como escribir una tesis doctoral un circo de plagios y pagos a otros autores. Es que el pobre ministro ha tardado siete años, en escribir esa tesis, y a horas intempestivas, debido a sus múltiples obligaciones políticas, le han defendido en su partido, la CDU. Pues que no la escriba, digo yo. El eterno ejemplo de lo peligroso que es querer figurar en todo. Eso solo lo logran las personas reales, y no las que parecen fuera de este mundo.

martes, 1 de marzo de 2011

Atenas en fotos

Vista de la Acrópolis desde el hotel

Cambio de guardia en la plaza Syntagma
Vista de la Acrópolis desde Monastiráki

Arriba en la Acrópolis

El Partenón, esa maravillosa ruina

El templo de Zeus a la derecha, el estadio Panathinaiko al fondo

El teatro de Dyonisos; observen las butacas VIP

La Acrópolis vista desde el Ágora Antigua
El templo Theseion, dentro del Ágora Antigua
Nota: la Plaza del Syntagma es el punto al que todos los caminos conducen en Atenas. La palabra "sintagma" que da nombre a la plaza, se referirá a la acepción de sintagma como 'constitución'; de hecho la constitución griega se llama así. Pero para mí la plaza se llamó durante mi estancia la "plaza del sintagma nominal". Sintagma para la lingüísitca significa lo que va unido: es un grupo de palabras conectadas gramaticalmente y sintácticamente. Resumo esta muestra de fotos con uno: La maravillosa Atenas.