Y como anécdota personal, ayer me vino mi hija diciendo que la profe de inglés no se creía que mi firma podía ser la de un adulto y que pensaba que era una falsificación. Que mi firma parecen garabatos, le dijo a mi hija. Lo que hay que oír.
Y metereológicamente hablando, ha sido llegar septiembre y se ha nublado. El mes de agosto ha sido soleadísimo y ahora tenemos el cielo gris que corresponde a estas latitudes, por lo que parece que ha venido el otoño de golpe, y nadie se acaba de creer el veranillo de San Miguel que nos pronostican para mañana mismo.
Cursos de verano, otro de mis temas. Como la gente es tan ingenua, te vienen convencidos de que con las cinco tardes que dura un curso de español para las vacaciones les dará para soltarse la y en la lengua. Algunos hasta te anuncian el mismísimo primer día del curso que el último día no vendrán por estar ya de viaje. Tan en serio se toman la finalidad del curso y eso de que el fin justifica los medios es pura anécdota. Si pudieran se lo saltarían.
Las ciudades se nos han llenado de carteles electorales. Este mes toca votar; a mí también, con mi recién estrenada ciudadanía alemana. Conduces por las calles con caras gigantes mirándote, pues aquí los carteles electorales los colocan al borde de las aceras, de tal manera que me pregunto si solo votamos los conductores.
Agosto me ha sabido a septiembre este año y septiembre me sabe ya a otoño e invierno. En nada serán los días muy oscuros, y la sensación de verano quedará más atrás aún. Pero de igual manera sé que, como todos los años, sobreviviré a la oscuridad, al frío, y al tedioso cielo gris. Pero es que hay que pasarlo. Si no fuera eso...
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