domingo, 24 de agosto de 2014

Buenas (o malas) influencias

Anoche me dormí contenta. Poco antes había contestado mensajes de dos alumnas mías. Una me envíaba un mensaje desde Burgos, con foto de la catedral incluida, y otra estaba en Plasencia,  tomando tapas por el centro. El curso pasado realicé cursos sobre Extremadura y Castilla y León y van surtiendo efectos. Ninguna de ellas sabía hace apenas 9 y 3 meses de la existencia de estos lugares. Que nadie se altere. Tampoco ningún español que haya ido o me conozca a mí ha oído jamás hablar de Lübeck, Lüneburg o Schwerin, joyas de ciudad en el norte de Alemania.

Sí, yo soy la culpabe de que se encuentren a partir de ahora turistas alemanes en plena Tierra de Campos, o por Soria o El Bierzo. No sabe el gobierno de España, que tanto se carga la imagen de nuestro país en el extranjero, y lo mucho que muchos lugares se autodestruyen con la masificación y juerga descontrolada, lo mucho que muchos residentes fuera hacemos por demostrar que hay más que Mallorca o los guetos de turistas, y que realizamos una enorme divulgación cultural y turística, queriendo o sin querer.

A mí me sale solo, y de manera elaborada para mi pesar, pero como los resultados a la vista está hay más cursos previstos. Pronto hablaré de Castilla-La Mancha, y al año que viene toca Andalucia, aunque a esa región van solos los turistas. Falta mostrarles que hay joyas como Úbeda y Baeza, la Sierra de Cazorla y muchos más desconocidos. Es igual que cuando los españoles van a Alemania: o van a Múnich, a la Selva Negra, o últimamente Berlín. Sin embargo hay mucho más.

En fin, que ya que ha empezado el colegio, tenemos temperaturas de otoño y he puesto la calefacción, solo me queda alegrarme por estas pequeñas grandes cosas. Aunque a veces me apesadumbra que el mundo se está convirtiendo en un parque temático por culpa de todos. Hace un par de semanas el semanario alemán Der Spiegel publicaba un artículo sobre lo lleno que está hoy día el Camino de Santiago y de lo que se está convirtiendo. Quizá vuelva sobre este tema próximamente.

miércoles, 20 de agosto de 2014

No somos nadie

Hoy he pasado por el banco a hacer unos extractos de cuenta, algo pendiente al vover de vacaciones. Las dos máquinas estaban ocupadas y en las dos ha sucedido lo mismo: las personas han cogido los extractos recién imprimidos y han estado un rato en silencio mirándolos, delante de la máquina y sin moverse. Uno era un chico joven, y los otros una madre con si hijo. El chico ha leído todo con tranquilidad y hasta ha hecho gestos y muecas que parecían decir "ah, claro", "cierto, vaya, eso también", "ay, de esto no me acordaba". Yo me estaba impacientando pues el análisis lo podían hacer separándose un poco de la máquina y dejándome a mí introducir mi tarjeta, pero no. El caso es que a continuación caí en la cuenta que la vuelta de las vacaciones es un buen momento para hacer un minuto de silencio, o dos..., por tu cuenta bancaria, y exclamar "no somos nadie".

Pero justo por eso regresamos todos a casa y volvemos "arrepentidos" al trabajo, tras tanto descanso o gasto extra, y para poder volver repetir el año que viene. 

Mis hijas también han vuelto de su viaje en EE.UU., encantadas. Para rememorar sitios que han visto y que aguantasen un poco el sueño por el cambio de hora, sugerí ver la peli de Pretty Woman, un filme que demuestra que el dinero quizá no dé la felicidad, pero no se vive nada mal con él. Yo la he visto varias veces y hoy me gustó como el primer día, quizá porque era la primera vez de mis hijas y resulta muy entretenido y encima tiene final feliz, como en los cuentos. 

¡Ay los cuentos, qué daño hacen al mundo! En la vida real no te encuentras con el millonario que se enamora de ti, sino que sacas el extracto de cuenta al volver de vacaciones, a final de mes o a la mitad y exclamas "no somos nadie". Al personaje de la peli se le cumple su sueño y su caballero viene a salvarla a la torre. El resto de los humanos normales tiene que seguir currando y, como se dice hoy día, encima sentirse afortunado por tener trabajo. Amén. Feliz rentrée a los que nos toca. ¡Cuántos más pasarán mañana por el cajero!, pienso ahora. 

viernes, 15 de agosto de 2014

Un amor cualquiera

La otra noche pude ver por fin una película que tenía pendiente "La vida de Adèle". Es una película francesa que trata de una historia de amor y que recibió la Palma de Oro en Cannes en 2013. Mi definición sería esa, "una historia de amor", mientras que otros dirían que es una historia de amor entre lesbianas. 

Sí, va sobre un amor entre lesbianas, pero lo que muestra la película es que el amor entre mujeres o entre hombres es igual que entre heterosexuales: hay un comienzo, un desarrollo, y un final bueno, malo o normal, pero los problemas vienen a ser los mismos. 

Me habían hablado de las largas escenas de sexo en la película y por supuesto que en este tipo de películas lo que les publicidad son precisamente esas cosas, cuando tampoco es sean lo único que las definan. Lo que muestra la película, aparte de mucha carne, aunque bien dosificada, por cierto, es que los tabús en la sociedad son los que hacen que muchas personas vivas atrapadas. Adèle está enamorada de Emma pero no vive su relación con ella abiertamente más que entre las amistades y familia de ésta, pues ella sí que no esconde nada a nadie, o de puertas adentro. 

Precisamente el no esconderse es lo que hace que Emma esté más segura de todo y que pueda pasar página fácilmente, mientras que Adèle no. Adèle no se siente cómoda por no ser capaz de definirse como lesbiana ante la sociedad y eso le hace dar bandazos, sentirse perdida y cometer errores. Pero le puede el miedo a sentirse estigmatizada aunque lo que la aisla sea ella misma.

Me gusta mucho el tratamiento que da la
película al tema, pues ante todo lo que predomina es la historia de las dos, que parece muy creíble por ser simplemente eso: una historia de amor.

 

lunes, 4 de agosto de 2014

Los moratones de la vida

Siempre me ha gustado eso de la insoportable levedad del ser. Fue estar en Hamburgo dos días y acabé toda magullada tras una caída de lo más tonta. Todos los accidentes son estúpidos e innecesarios, y si después te das cuenta de que además has tenido suerte ya que podría haber sido peor, entonces encima te pones contento, aunque te duela todo. Los huesos siguen intactos, y el resto pasará. 

Como todo estaba planificado hace tiempo, me encuentro en la segunda parte de mis vacaciones, las que son más "productivas". Hoy he vuelto a desempolvar mis libros de francés y a ponerme del "otro lado". Vuelvo a ser alumna, para que no se me olvide lo que es ser eso, y no demandar demasiado como profe. El primer día ha hecho que me salga humo de la cabeza, pero como últimamente he visto montones de veces en la prensa y redes sociales que el aprendizaje de idiomas atrasa o evita el alzheimer, hago lo que puedo y más.

Hoy me he dado cuenta de cómo, unos años después, mis necesidades de vocabulario francés son otras que hace unos años. Las fases de tu vida te dictan el vocabulario que necesitas. Y magullada físicamente y curadas las heridas mentales, mi evolución es palpable al verme en el mismo entorno en el que viví hasta hace 7 años. Las vueltas que ha dado mi vida en ese tiempo, y en menos aún. 

Para mí el verano es la mejor época, por la luz, la vida que hay en las calles, la energía para hacer cosas, la posibilidad de descansar, de hacer cosas que no haces el resto del año. En fin, la soportable levedad del ser.