lunes, 31 de octubre de 2011

Soltar lastre

Ayer vi una película alemana que me gustó mucho: Dreiviertelmond. Tierna y con más contenido del que parece a primera vista, su título hace alusión a los tres cuartos de luna de la bandera turca, aunque no me diese cuenta de esto hasta el final de la película, y más casual no podía ser que ayer también se celebrasen los 50 años de la llegada de los primeros trabajadores turcos a Alemania. Ayer, para conmemorarlo, un tren procedente de Estambul hizo entrada en la estación de Múnich tal cual ocurrió un 30 de octubre de hace 50 años, esta vez con trabajadores de aquel momento ahora ya jubilados. Llegaron no máquinas de trabajo, como dijo el escritor suizo Max Frisch, sino personas, y ahí está la clave de una integración más o menos lograda o fallida y de destinos más o menos felices en estas tierras extrañas, y una relación de amor y odio entre los turcos y alemanes. La película no hace alusión a los problemas de integración que dan con frecuencia temática al cine alemán sobre las subculturas, sino que sutilmente traza el choque de las dos culturas a través del encuentro de vidas alemanas con vidas turcas en las que la falta de convergencia acaba por ser compensada por el cariño. Una niña turca, cuya madre, por trabajar en cruceros, es llevada a Núremberg a casa de su madre un tiempo; un día, durante la oración con su abuela ésta cae inerte en el suelo y entra en un coma del que no despertará. El taxista que las llevó del aeropuerto a la casa, amargado porque su mujer tras 30 años de matrimonio le ha dejado, sin quererlo, acaba por ocuparse durante unos días de esta niña sola y abandonada en una ciudad en la que no tiene a nadie y no comprende el idioma. La película muestra cómo el hombre, a través de la niña se va abriendo a algo más de lo que él había querido hasta el momento en su vida, basada en la rutina y en las cosas materiales logradas tras una vida de trabajo, y con una mentalidad muy alemana de no disfrutar de las cosas y darles demasiada importancia. No es cuando hasta al final de la película, al irse a Estambul unos días, descubre que el nombre de la niña significaba 'vida', como la que él fue descubriendo a través de ella.

A grandes rasgos ése es el argumento, pero hay más, además de un humor tragicómico y muy fino que hila la película. En las últimas imágenes lucen las banderas turcas, rojas, con esa luna, país tan entrelazado con Alemania desde hace 50 años. Estambul, como crisol de culturas, es el escenario final de la película, y la muestra de que por muy cerrados que seamos, el mundo está ahí, y la vida, por muy acabada que la viésemos, ofrece siempre nuevas posibilidades. Película optimista, a pesar de los momentos tristes, que muestra la oportunidad que supone aparcar los prejuicios y la cerrazón de vivir como solo creemos que podemos hacerlo. Divertidísimas son las escenas en las que la niña se aferra al manillar de una puerta de su casa en Turquía, que se lleva sin soltarlo de la mano hasta llegar a Alemania, o las llaves de la casa de su abuela cuando ésta está en coma en el hospital, o cuando se agarra al taxi para no salir de él. En alemán se dice que hay que saber "soltar", porque evidentemente si no no podemos continuar. La niña acaba por soltar todas esas cosas, y el hombre también. Con el tema de la integración no ha sido del todo así, pero como he oído hoy en la radio, si se fuesen los turcos de Alemania, el país se paralizaría, pues siguen siendo una mano de obra necesaria. Quizá sea el momento de agradecérselo, además de todo lo que han aportado a la cultura alemana.

domingo, 30 de octubre de 2011

Estos rusos

Qué internacional es el mundo, y nunca mejor dicho. Ayer estuve en una fiesta organizada por mis vecinos rusos y que estaba llena de compatriotas suyos. Son gente animada: bailan, cantan, beben, y se atreven a ser los primeros en Europa que quita el cambio de hora de hoy al horario de invierno. No había vodka, pero si un payaso ruso. Mi vecina me contó que ella le vio de niña en Moscú, y que cuando se lo encontró aquí en Hamburgo, donde vive el payaso, no se lo podía creer. Es un payaso de la escuela antigua de los circos rusos, y la verdad es que el espectáculo que dio amenizando las mesas fue ameno y entrañable. En la fiesta había de todo: rusos rusos, rusos de segunda generación o medios rusos. Cuando el guitarrista (otro internacional, ahora hablaré de él) tocó el "Kalinka, Kalinka, kalinka...", la canción rusa que todos en España cantamos como "Ali-cante, Ali-cante, Ali-cante, Ali..." se pusieron todos a bailar y cantar como locos, y nos metieron a los no rusos en la pista. Había rusos moscovitas, de San Petersburgo y de otras zonas, que entonaron todos juntos una canción de cumpleaños rusa, que les quedó tan bien, que cantar después el "Happy Birthday", que es lo que se canta aquí en los cumpleaños, y en general en inglés, quedó totalmente deslucido.

El guitarrista: otra persona de mundo. Francés de origen árabe, afincado en Alemania, casado con una japonesa (por qué no), pero que vive en mi barrio. Tocó desde el "New York New York" de Sinatra, al "Kalinka" y el  "Para bailar la bamba". Una rusa me dijo que ésa la tenía que bailar yo, como si hubiese un baile, como con la canción rusa. A mi hija mayor le pareció el repertorio del músico, que era buenísimo, poco moderno, pero le dije que eso le pasa por ir a una fiesta con tanta gente mayor (cuarentones). Como en toda fiesta, por muy rusa que sea, siempre habrá alguien que habla español, allí estaban: una familia alemana rubia que hablaba español a la perfección por haber vivido varios años en Mallorca. Pero hace no tanto decidieron cambiar la isla por este barrio mío tan internacional, aunque no lo parezca, y me encontré con unos niños que hablaban perfectamente español y unos padres que parecían recién sacados de la "realeza" alemana en Mallorca.

Y luego algo sorprendente. El payaso, para uno de sus trucos de magia pidió un cigarrillo al público. ¿Pueden creerse que nadie tenía uno? Nos encontrábamos en una fiesta de no fumadores cien por cien. Empalmando con algo que escribí el otro día, creo que mi hija puede ahorrarse la visita con la clase a ver la broncoscopia en vivo al hospital que realizará su clase en unas semanas. Hace años hubiese sido al revés, los que menos de toda una fiesta no fumarían. El camarero trajo un cigarrillo, y con ese truco el payaso ruso que vive en Hamburgo se despidió del público ruso, alemán e internacional no fumador. Yo ni fumé ni bebí ni vodka ni nada, salvo una copita de vino blanco francés con la cena, pero hoy he tenido un cuerpo de lo más arrastrado. Será por el cambio de hora. Qué listos son estos rusos. Qué bien se lo montan. Ellos estarán tan frescos hoy, hasta los que estuvieron en la fiesta.

viernes, 28 de octubre de 2011

Sueños

"Mamá, ¿qué profesión hay que tener para construir casas?", me ha preguntado mi hija pequeña esta tarde. "Arquitecto", le dije, y me asintió, "eso". Me dijo que habían estando hoy aprendiendo en el cole sobre la obra de Hundertwasser, que le debe haber fascinado. El artista austriaco se dedicó sobre todo a la pintura, pero realizó además obras arquitectónicas, que son las que deben haber visto en clase hoy. En Alemania hay una estación suya en Baja Sajonia, en Uelzen, llena de colorines y el estilo típico. Creó su estilo propio, como un Gaudí u otros. Un rato después, aprovechando el tema, le dije que le respondí que arquitecto, pero que eso es solo si se aplica y es trabajadora, y que si no la respuesta a la pregunta sería albañil, que ella verá. No le hablé de la cruda realidad: de que hoy día incluso siendo arquitecto, puedes acabar de albañil o ganando una miseria en cualquier otro trabajo.

Pero su intención de ser arquitecta me parece tan buena que prefiero alegrarme de lo que supone esa intención. Sí que apunta formas, pues lleva años construyendo con unas tablitas de madera escandinavas, un juego de construcción estupendo y con el que a ella no se le agotan las ideas, casas, torres y otras construcciones. Ahora me cuadra tanto interés desde siempre, y hace semanas me dijo que para Navidad se pide más, para hacer casas más grandes o torres más altas. Teniendo en cuenta que durante años, en la época en la que todos los niños quieren ser bomberos o astronautas, y las niñas princesas o hadas, ella no quería ser nada, con el escepticismo que le caracteriza y el estoicisimo por el que se deja llevar, y por tanto lo de hoy supone un hito.

Todos sabemos en lo que se quedan los sueños muchas veces, cuando de adultos nos damos cuenta de que a austronautas llegan tres (y quién quiere serlo) y a princesas las que tienen la desgracia de toparse con un príncipe por ahí. Renunciamos a sueños pero conseguimos muchas otras cosas tan valiosas o más de las que perseguíamos antes. Y cada renuncia se convierte en una oportunidad para continuar, aunque el cuerpo nos pida estancarnos en lo que queremos. Yo nunca quise ser profesora, hoy lo hablaba con una amiga, y aquí me tienen, y con cada clase le cojo más gusto al asunto. Y lo mismo me pasó con éste y con mi otro blog, día a día le cogí tanto gusto a la escritura que no renuncio a mi sueño mayor de escribir algo serio, y en ello estoy de un tiempo a esta parte. Cuestan la disciplina y el tesón, y más siendo una la tuerca en el conglomerado central de una familia, y si me aflojo, se va todo al garete en el día a día. Yo llevo agendas, comidas, médicos, compra, la casa y desde hace casi dos años mis clases, dentro y fuera de casa. Hoy empecé el día con una cita de médico a las 7.30 de la mañana con mis hijas, y lo he terminado preparando clases, pues excepcionalmente, mañana sábado, doy clase. Es lo que toca, y cuando oigo a mis alumnos que me dicen que se me nota lo mucho que disfruto con mi trabajo, a veces me emociono, porque yo tenía otros planes. Ah, en realidad yo de niña quería ser modista. Luego ya no. Pero qué más da. Me he ido encontrando cosas mejores, aunque lo más valioso lo tengo ya.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Causas, métodos y experimentos

Hoy me ha dicho una alumna que ella empezó a aprender español porque se enamoró de Paco Ibáñez y que quedó prendada de su música y que cantaba sus canciones sin saber lo que significaban. Me han dicho montones de motivos por los que aprender español, pero ése es sin duda el mejor hasta ahora. Hay diversos motivos para aprender español, por si no lo sabían: desde viajar, que sigue siendo el número uno, a un simple "porque me gusta la lengua", a "para ayudar a mis hijos con los deberes", o "porque necesito una tarde para mí, sin mis hijos", o "porque me aburre mi trabajo y necesito ejercitar mi cerebro algo", o Paco Ibáñez, como he oído hoy.

Siempre hago el sondeo el primer día de clase con un grupo, o cuando se me incorporan otros alumnos nuevos a los cursos que tengo hace tiempo. Porque me parece muy importante saber por qué la gente decide pasar dos o tres horas de su tiempo a las semana yendo a clase. Lo de los viajes es más que evidente, y la preferencia sigue siendo España, sobre todo el litoral o las islas; sin embargo aumentan los viajes a Cuba sobre todo, o a Argentina o Ecuador. Que les guste la lengua en sí, a mí eso me parece casi el mejor motivo. Yo siempre les digo que aprender un idioma "porque sí" es algo genial. Que te llame la atención una lengua sin pensar siquiera en ir al país o tener ningún motivo "práctico" me parece de lo más agradecido para esa lengua y sus hablantes. Y el motivo más tonto para mí es aprenderla para ayudar a tus hijos con los deberes, pero muy consecuente con la tontuna colectiva que profesan (o profesamos, vale) los padres hoy día. Si yo aprendo algo, que sea para mí, pienso, y no por creer a mis hijos incapaces de aprenderlo solo, y si aprendo un idioma que sea por placer, y no por obligación autoimpuesta.

Pues más interesante (aunque tampoco) quizá sería hacer un sondeo cuando dejan de venir a clase, y preguntarles que por qué han tirado la toalla, en muchos casos, tan pronto: ¿acaso no van a viajar más?, ¿o no cumple la lengua sus expectativas y no merece la pena?, ¿o es porque me frustro -como me dijo una vez una- porque mi hijo lo aprende más rápido que yo?; ¿o no será porque aprender una lengua supone trabajo y esfuerzo y muchísimas ganas de aprenderlo, que a veces no son tantas como se pensaban anteriormente? Una lengua no se aprende por el efecto del espíritu santo, aquél que hizo hablar a los discípulos en lenguas que ni ellos entendían (vamos, que suena a milagro, porque si no, los que estamos en esto, constatamos que no es posible.... o que me den ese método ya!).

Pero digamos que, como toda lengua, el español tiene sus intríngulis. Hoy he llevado a la desesperación a un grupo con un simple "ir" o "venir". El "vengo" cuando ellos dirían "voy", o al revés. Y eso mismo he hecho otras veces con el "por" y "para", "ser" y "estar", y otros temas morrocotudos que tenemos en nuestra lengua y ni nos percatamos. Como ha podido constatar alguien que ahora da clases también y que vio en mi casa hace meses una A gigante que yo uso en clase cada vez que me dicen "Voy en Italia", "Visito mi madre", "Encuentro mi hermana", "respondo mi padre", ella ha adoptado este "método", pues como me decía, los ingleses tampoco atinan con esa "a" de complemento. Y cuando me dijo también lo del los "anos", yo le dije que haga lo que yo: el primer día que me dicen unos cuantos "Yo tengo 21 anos", "yo tengo 45 anos", "yo tengo 60 anos", les explico lo que significa la palabra "ano", y desde ese momento no me vuelven a decir mal la palabrita. Es el famoso trial and error, como dicen los ingleses, el "prueba y error", que sigue siendo el mejor método, y la paciencia, claro. O si no las palabrotas que les he enseñado hoy, por primera vez, porque me insistían mucho. Ésas seguro que se las aprenden bien. Cuando he puesto en la pizarra "cagarse en", uno me ha dicho: "anda, si es reflexivo". Y me empecé a reír, pues otras veces, cuando les hablo de verbos reflexivos me miran con una cara... Pero a veces funciona.

martes, 25 de octubre de 2011

Octubre de oro

Este año me lo creo, no como otros. Existe un término para el mes de octubre, que otros años me suena a metáfora: goldener Oktober, 'octubre de oro'. En verano y en septiembre, y más si el tiempo ha sido pésimo, como este año, la gente se (o te) consuela diciéndote que por suerte vendrá el "octubre de oro", a lo que yo digo siempre que "si eso...", "que a lo mejor...", pues no me lo creo. Muchos años tal mes pasa en remojo, y las hojas en sus tonalidades ocres y rojos de toda la gama son un incordio desde el primer momento y a falta de sol, no se disfruta del espectáculo que nos ofrece la naturaleza. Pero este año es real: el sol está haciendo brillar a las hojas como nunca, o al menos me lo parece a mí, porque cada otoño que vivo inmersa en la naturaleza me gusta más aún que el anterior, aunque sea la estación que da paso a la nada: los árboles pierden sus hojas y dejan su desnudez al frío, pero antes de hacerlo, en su vejez, las hojas se hacen más visibles que nunca. La naturaleza se prepara, como la ardillita que mis hijan han pillado in fraganti guárdandose sus provisiones para el invierno en nuestro jardín, todo un honor. Hoy bromeábamos diciendo que le podemos poner unas cuantas nueces o cacahuetes de los comprados, o de paso darle yogures, helados o chocolates, pero todo con sabor a avellana o con ellas dentro. Por suerte la ardilla no nos necesita, y bellotas y de todo hay por ahí: no hay más que mirar alrededor, en uno de los octubres más auténticos que he visto.

domingo, 23 de octubre de 2011

Prevención a lo bestia

Un tema reinante estos días en mi casa es una actividad en las próximas semanas en el instituto de mi hija mayor. El otro día vino con un papelito en la cartera (y con lágrimas en los ojos) en el que ponía que para una concienciación de los chicos y chicas sobre los peligros de fumar, tal día en noviembre les llevarán al hospital clínico universitario de Hamburgo, donde entrevistarán a un paciente con cáncer de pulmón y posteriormente presenciarán una broncoscopia en vivo y en directo. Mi hija, que se desmaya con pisar un hospital u oír una conversación sobre sangre, está temblando y no sabe cómo rebelarse contra esto. Además alega que ella no va a fumar jamás, y que no quiere verlo, que se lo imagina, que ella concienciada está, y que allá penas.

Que se realice algún tipo de prevención e información me parece correcto, pero no estoy de acuerdo con las formas. Me parece bestial someter a chavales de 11 y 12 años a esto. Todavía tienen esa parte infantil que a lo mejor les permite pasarse con el paciente: "¿Ve usted? Si no hubiese fumado no estaría usted así", y me parece muy fuerte además que un paciente con cáncer tenga que pasar por ese trance. Pero lo hará "con gusto" para mostrar su arrepentimiento y salvar a la humanidad. Cuánto moralismo hay en este mundo. Me imagino además la imagen grotesca de la broncoscopia: al paciente, entubado en la camilla, y los críos alrededor, diciéndose los unos a los otros: "apártate, que no veo". Demasiada crudeza. Hay otras formas más elegantes, pienso, como que vengan médicos de pulmón a los institutos y les cuenten de los peligros del fumar, por mí que pongan imágenes de algún pulmón "ahumado", pero lo que tienen pensado como tratamiento de choque me parece fuera de lugar.

Propongo más métodos preventivos para ahorrarnos problemas en el futuro: mostrarles lo que ganan muchos titulados universitarios, y así reducir el número de estudiantes en universidades y el de parados sobrecualificados; llevarles a entrevistas con personas divorciadas que les digan que mejor no casarse bajo ningún concepto; que les muestren niños enfermos, y que así no tengan hijos, y ahorremos así en sanidad; que les lleven a un banco y les hablen de intereses variables, del Euribor, o que compren acciones con su paga semanal, y ésta desaparezca en algún lugar de Oklahoma, así aprenderán a no especular; llevarles a empresas cárnicas y que presencien cómo llevan a los animales hacinados en camiones, cómo viven y se les mata después, y así a lo mejor se hacen todos vegetarianos o reducimos el consumo de carne; que vean imágenes de muertos de tráfico y así no conduzcan, o vayan todos en bicicleta; que las chicas entrevisten a maltratadores de mujeres arrepentidos y así sepan distinguirlos en un futuro.

Hay cosas que no se pueden prevenir, por mucho que queramos controlar la vida y el mundo que nos rodea, pero empecemos con inculcar buenos valores y confianza plena en nuestros hijos para que sean capaces de decir no ante las cosas que les puedan perjudicar y no hagamos de ellos fanáticos intolerantes. Tan mala me parece la falta de información y concienciación como el excesivo control. Si tu hijo quiere fumar, lo hará y no lo podrás evitar, y está bien que sepa donde se mete; es como con la droga: no creo que hoy día nadie se meta sin saber lo que es y adónde le va a llevar. Pero ante todo que no nos consideren tan ineptos a los padres hoy día y que no le causen a un crío un trauma para evitar otros posibles traumas futuros.

viernes, 21 de octubre de 2011

La clave está en la caligrafía

Hace tres semanas recibí una llamada de la profersora de lengua de mi hija pequeña, que está en tercero de primaria. Me llamaba para pedirme que pusiese a mi hija a escribir durante las dos semanas de las vacaciones de otoño. Su queja era que mi hija se negaba a escribir en caligrafía, utilizando tan solo la letra tipo imprenta, con letras sueltas. Su preocupación era que cuando en quinto pase a la siguiente escuela (primaria se acaba aquí en cuarto), que tenga ese déficit y no sepa escribir rápido. A todo esto cabe decir que en Alemania los niños primero aprenden a escribir con letras tipo imprenta, y en segundo de primaria comienzan con la caligrafía, tras cuyo aprendizaje pasan a utilizar la pluma, a la que atribuyen efectos milagrosos al producir una mejor letra, y entonces les dan un "carnet de pluma", autorizando su uso una vez pasada la prueba.

Justo esa semana yo le había preguntado a mi hija, al ver su cuaderno, que si ya no tenía que escribir en caligrafía, y me dijo que no, que pueden elegir y que como a ella no le gusta, que prefería escribir con la otra letra. Como cada Estado Federal hace en temas de educación lo que le da la gana, y a comienzos de curso decidieron en Hamburgo que la caligrafía es opcional y que es competencia de cada colegio decidir su implantación o no, no le dí más importancia al asunto. Al igual que cuando le pregunté por la pluma y me dijo tan segura que tampoco hacía falta, que la profesora dice que como el lápiz se puede borrar, que pueden escribir así. A las madres se nos engaña muy fácilmente a veces, sobre todo los hijos que se montan las normas a su gusto y de manera tan bien argumentada y te lo dicen haciéndote ojitos además.

Pues resulta que no, que ni puede escribir como le dé la gana, ni debe ignorar la pluma. Así que ha estado escribiendo en las vacaciones, tras comprarle yo una pluma nueva para motivarla y un cuaderno, sobre sus experiencias de vacaciones ( y la escritura y los avances son visibles: hace poco escribió en una hoja y en caligrafía que su hermana "se hace ahora la mayor"... lo cual me pareció muy acertado, anotar con muy buena letra avances en ese mal terrible llamado adolescencia).

Entiendo que mi hija intentara distorsionar la realidad, y apañarla a su gusto, pero para eso está la profesora, para darle un toque y decir que por ese camino no va bien, y que hay que enmendar. Lo mismo ocurre con el problema griego. A mí se me cae el alma a los pies a pensar en lo canutas que lo estarán pasando muchos griegos con la que tienen montada, y esto lo sufren siempre los de abajo, y no los que han llevado al país a estos extremos. Y sin embargo, mal que les pese, tienen que aceptar las reformas, pues no les queda otra. Aquí en Alemania hay poca comprensión a las protestas, y muy mal tienen que estar las cosas si un Sarkozy deja a su Carla a punto de dar a luz en el hospital y se va a ver a Merkel. La cumbre de este fin de semana será decisiva, cuya decisión se ha aplazado ahora, pues los contrapuntos no podrían ser mayores en el tándem francoalemán. París exige fondos inagotables para tapar los agujeros, y Alemania ve que esto es imposible. Al final está siempre la "seño", Merkel, que dice que por mucho que diga Sarkozy, los bancos no pueden servirse ahora del Banco Central Europeo a placer. Es como cuando mis hijas dicen que por qué no se imprime todo el dinero que se necesite, y se acaban los problemas.

Mi sensación es que hemos jugado todos durante años al Monopoly, con dinero de juguete, comprando casitas y adornándonos las calles, y me pregunto que qué hacía tanto economista haciendo ratings y análisis que ni han prevenido nada. Hay que hacer los deberes y hacerlos bien, con buena letra y con las herramientas adecuadas, antes y después. Yo no puedo estar en el euro y tirar el dinero en infraestructuras innecesarias, como ha hecho España con aeropuertos que no son rentables, por nombrar un ejemplo. En Alemania se despilfarra el dinero también cuando el listo de turno tiene proyectos de grandeza, pero en general llevamos años sufriendo recortes previendo un poco más la que se avecinaba. Yo no tengo la solución, ni Merkel, pero desde luego hemos distorsionado la realidad durante demasiado tiempo y los griegos (y otros) tienen mi apoyo moral, pero ahora deberían callarse un poquito.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Avances flexibles

Hoy ha vuelto a salir el sol, como si tal cosa. A veces percibo los días de lluvia aquí como la vuelta a la realidad, al ponernos con los pies en la tierra de que esto es lo que hay. Algo así pasó ayer, con el entrenamiento con la bici que tuvo mi hija en el cole. Era obligatorio que la llevaran (al parecer no existe la opción de que un niño no tenga bici), y el entrenamiento era de doce a una. Justo en esa hora fue el rato de la mañana en el que con más ganas llovió y yo, que conozco cómo funciona aquí el sistema, sabía que lo planeado no se anula, ya haya que subir las bicis al Arca de Noé y entrenar allí. A la una me encontré a mi hija como un perro de lanas empapado, y no solo la ropa. Entre lágrimas me contó lo desastroso que había sido el entrenamiento y que ella encima fue la última del triatlón que realizaron, sin prueba de nadar, pues para eso tenemos aquí a la lluvia, que viene a ser lo mismo, y lo que fue peor aún, un niño se rió de ella por caerse dos veces, porque tenían que hacer una pirueta levantando la rueda de delante, y encima llegar la última en la carrera. Alguien tiene que ser el último, le expliqué, pero lo peor fue su orgullo herido y, en su opinión, que se realizara la carrera en esas cicunstancias.

El tema político de la semana no es (aleluya) el euro, aunque los bancos y Grecia siguen dando que hablar, sino el dichoso debate sobre la falta de mujeres en la dirección de la empresas alemanas. El lunes la ministra de la Familia, Kristina Schröder, se reunió con los representantes de las empresas que cotizan en bolsa y les pidió cuentas. La ministra, recién parida, ha preparado un borrador para un proyecto de ley por la cual se les pediría cuentas a las empresas sobre si cumplen los objetivos establecidos previamente, sobre las medidas que toman para aumentar el número de mujeres en la cúpula de las empresas, y su plan es penalizarlas si no cumplen con sus objetivos iniciales. Dentro del gobierno, la encargada de la cartera de Trabajo, Ursula von der Leyen, la anterior en el puesto de Schröder, propone una cuota marcada por la ley, que obligaría a todas las empresas a cumplirla. O sea que o unas cuotas flexibles y voluntarias preestablecidas por las empresas pero obligatorias a la hora de cumplirlas, frente a cuotas fijas para todos. Dos opiniones en un mismo gobierno.

Opino, como con el asunto de la prueba de bicicleta, que podría haber sido pospuesta a otro momento más propicio, que una cierta flexibilidad y voluntariedad es mejor que imponer y considerar que las circunstancias son siempre iguales en todo momento y lugar. Si las mujeres no llegan en Alemania, y escandalosamente en proporción menor a la media europea, a ser ejecutivas es porque trabajando media o con jornada reducida es imposible: las que lo consiguen son en general las que no tienen hijos. Y sin embargo prefiero creer que la cuota flexible es mejor, aunque no poner cuotas y que no hubiese discriminación sería jauja, pero me temo que al final, para que ocurra algo de verdad, habrá que imponer cuotas no flexibles, porque la mentalidad de la gente no lo es.

Estos días pienso mucho en Gallardón (riánse, que sé que para los madrileños no tiene gracia), al ver todo Hamburgo en obras. A veces me dan ganas de traérmelo para acá y que cunda el pánico en la ciudad. Abrir aquí una estación de metro puede tardar 20 años, como ocurrió con el metro al aeropuerto, y ahora hay problemas con la línea S4, que llevará el metro a la HafenCity, el barrio nuevo de Hamburgo. El arreglo del túnel del Elba producirá también atascos espantosos hasta 2020!, leí el otro día, "antes" no se puede solucionar. A lo mejor habría que introducir en cada ciudad un Gallardón como cuota, para que aunque deje a la ciudad arruinada, al menos se logre algo por la ley del embudo. O mujeres que a lo mejor no se merezcan el puesto pero que hagan cambiar la sociedad demostrando que también existen, muevan o no muevan nada, pues los hombres tampoco lo hacen siempre y rellenan también a falta de la disponibilidad que nos roba a las mujeres el sistema. O quitar en los colegios actividades que yo opino que son competencia de la familia y que no nos imponga la consejería de educación que tu hijo ha de tener una bici último modelo en perfecto estado y hacer piruetas delante del resto de la clase, lloviendo a mares.

Son solo ideas. Como cuando se me ocurrió a mí hace hoy justo un año cerrar otro blog como éste, en algo que pareció un sinsentido, pero que no lo fue. Fue un impulso que, como todo lo que parece que hacemos sin pensar, tenía una base sólida. Y la vida siguió tras aquel corte, y volvió en forma de este blog y de otros proyectos en los que me hallo involucrada. Porque tras cada bache o agujero viene un avance que nos lleva a otro lugar, aunque nos demos cuenta después.

lunes, 17 de octubre de 2011

Los puentes de regreso

Maldita la gana de madrugar tras dos semanas sin hacerlo, pero hoy ha sido la vuelta a la rutina, tras dos semanas de vacaciones de colegio y todo lo demás que se ha quedado suspendido en el tiempo. Ha costado, y me vuelvo a plantear que es una malísima idea interrumpir el curso durante dos semanas cuando llevaba apenas 8 semanas. Hoy todos hemos vuelto a maldecir el despertador, y más porque el invierno es visible ya en estas latitudes. Han bajado mucho las temperaturas, y aunque hemos disfrutado de unos días de mucho sol, la luz pierde fuerza, y en nada nos sumergiremos en las tinieblas del invierno, es decir, en días muy cortos, en los que amanece casi a las nueve casi y anochece a las cuatro de la tarde. Sin embargo ahora tenemos un buen trecho para acostumbrarnos al despertador ya que la rutina no son las vacaciones, de las que disfrutan aquí a en muchos cachitos los chavales, y ahora hasta Navidad será todo seguido al no haber ya más fiestas o puentes.

Hablando de puentes, recapitulo los vistos estas dos semanas en tres capitales europeas. Qué bella construcción son los puentes, por muy funcionales que sean, y parecen estar ahí integrados con su alrededor, pero un puente nunca es casualidad, aunque a veces parezcan tan naturales, no por ser sino por estar. Estamos acostumbrados a pasar de un lado a otro que no nos damos cuenta de lo que nuestras desplazamientos serían sin ellos. Cada uno y todos ellos están ahí porque un día alguien pensó que tenían que estar justo en ese lugar. Como yo los coloco en mi blog, adrede, y hoy los utilizo para conectar las últimas dos semanas y unirlas a la rutina, que es lo más verdadero que tienen nuestras vidas, a pesar de que los puentes sean tan reales.

Parque Vigeland, Oslo. En este puente ni te das cuenta al cruzarlo que es tal,
pues las esculturas son la razón de ser del mismo.

El escultor noruego Vigeland se explayó con sus esculturas sobre el ciclo
de la vida  no solo en este puente sino en todo el parque. 

Amsterdam, como uno se la imagina.
Los puentes sirven de aparcamientos de bicis.

El puente más conocido de Amsterdam, el Magere Brug.
Y el más bonito quizá.

Éste se me ha colado, pues no es de ninguna capital europea sino de una ciudad de provincias holandesa llamada Nimega. Este puente sobrevivió milagrosamente la II Guerra Mundial pese a los bombardeos de la ciudad a la que permite la entrada.
La isla de los museos en Berlín,
 rodeada de puentes para cruzar el Spree, el río de Berlín.

La entrada al maravillosísimo Museo Pergamon en Berlín es este puente, que ignoras
porque lo de alrededor es tan monumental que el puente es meramente anecdótico.

Esto es lo de alrededor: museos y más museos (aquí el Bode), puentes y más puentes.

viernes, 14 de octubre de 2011

Contrariedades

Cada vez es más complicado todo en el mundo laboral. Anoche vi un reportaje en las noticias que hablaba justo de lo que pienso yo a menudo: que cómo puede ser que si a diario oímos de empresas que buscan personal, y que hablan de cientos o miles de trabajadores necesitados por ciertas empresas o ramas, cómo puede ser que haya parados altamente cualificados, con cifras sorpendentes ambas partes. Al parecer en Alemania hay muchos puestos por cubrir para los que las empresas no encuentran el personal adecuado, y a la vez hay muchos de "larga duración", como se les llama aquí. Pero lo expusieron bien claro unos y otros: el jefe de los empresarios alemanes dijo que hoy día las empresas buscan más selectivamente a sus empleados y quieren que tengan la cualificación exacta que se requiere, mientras que antes eran más flexibles a la hora de contratar, ya que, entre otras cosas, estaban más dispuestos a dar cursos y poner a la persona contratada al día para el puesto concreto. Hablaron de que aquí en Alemania también hay ingenieros en paro, informáticos (yo conozco uno, a todo esto), y que simplemente no cuadran los parados y los puestos, que no hay correspondencia; fantástico, pensé. Y volvieron a sacar a empresarios concretos que decían que buscaban a gente urgentísimamente, y que hablaban de la difícultad de encontrar a la persona adecuada. Sigo sin entender nada. La oficina del paro, por ejemplo, podría organizar cursos concretos, para satisfacer esa demanda y cualificar en lo necesario.

Luego, los que están plenamente especializados en algo lo tienen cada vez más difícil para sobrevivir. Ayer leí con estupor que la semana que viene las matronas de Hamburgo realizarán una huelga de 48 horas. Piden un mayor salario, pues llegan a cobrar para muchas de sus tareas tan solo 7,50 € la hora, y como la mayoría son trabajadoras autónomas, tienen que pagar unas primas de riesgo enormes, por las que al final lo que les queda para vivir es bien poco para un trabajo tan importante, porque ayudar a nacer no es poco. En Alemania además realizan una labor excepcional en algo que espero que no acaben por llevarse por delante los recortes que todavía viviremos: tras el parto, al llegar a tu casa con tu bebé, el seguro médico te paga la visita durante diez días de una matrona que viene a mirar si sana bien el ombligo del bebé, y a asesorarte en todas las preguntas o problemas que surgan. Yo disfruté mucho de ese apoyo, que en muchos casos es el único que tienen aquí muchas madres primerizas, al encontrarse sus madres o familia lejos. Me parece inaudito que se llegue a extremos así, con huelga de matronas. Así que que no se pongan nadie de parto en esos dos días, porque solo habrá servicios mínimos...

Quizá acabaremos por llegar a servicios tan básicos y tan mínimos de todo, porque al final solo habrá dinero para salvar a bancos en crisis, y que los que lo han tirado y malgastado y malempleado salven el culo, y los trabajos que queden será para los ingenieros e informáticos con cualificaciones tan específicas que si encuentran su lugar se harán de oro, y el resto de trabajos en sanidad y educación se verá sometido a recortes y más recortes, por no respetarse estas labores. No solo se necesitan ingerieros ni técnicos especializados que a lo mejor como los quieren no existen, sino que hay que mantener el prestigio de profesiones como la de matrona, y no llevarlas a niveles de precariedad.

martes, 11 de octubre de 2011

Vacaciones a destiempo

Me sigue costando acostumbrarme a tener dos semanas de vacaciones escolares en pleno octubre. Empezamos el curso el 11 de agosto, eso es cierto, pero aún así me parece que ahora no procede, o que como mucho con que tuviéramos una semana sería suficiente, para descansar algo, pero con dos se desconecta otra vez demasiado, cuando ahora era cuando el curso había calentado motores de verdad. Por supuesto que me ha venido muy bien la semanita que he estado de viaje, pero ahora tenemos la segunda, y ésa la pasamos en casa, y ni puedes estar todo el día en la calle gastando dinero, ni puedes estar encerrado en casa tampoco.

Y como aquí llueve, al parque o a pasear, que es gratis, tampoco podemos ir. Así que ayer piscina, y hoy cine. La piscina cubierta tres horas 14 €, y hoy cine 20 €, y sin palomitas, pero con helados, que aquí son más baratos, 6 € más. Y sin embargo ayer la piscina estaba más llena que un domingo en el que fui hace unos meses, y hoy el cine a rebosar, cuando muchos sábados y domingos están las salas casi vacías. Por tanto he llegado a la siguiente conclusión: que estas vacaciones a destiempo son el motor de la economía..., digamos que es la temporada alta de piscinas, cines, zoos, museos o actividades para hacer con niños. Llenamos los lugares de recreo del interior del país, y además los lugares de vacaciones se llenan de familias alemanas. ¿Qué más quiere el sector de servicios y el turístico? Ayer llamó una señora a una emisora de radio para decir que estaba tratando de encontrar algún viaje para irse con su familia como oferta de "último minuto" a Mallorca, pero que estaba todo lleno.

Mi conclusión me lleva a otra: estas vacaciones a destiempo están pensadas para la gente que vive muy bien, y que pueda salir y entrar y gastar. Me preguntó qué hacen los niños de familias con pocos medios, que los hay en la rica Alemania, y que no puedan irse ni al cine ni a la piscina, y mucho menos de vacaciones. Yo conozco familias que en las vacaciones de octubre (dos semanas) se van al solecito, en las de marzo (otras dos semanas) se van a esquiar, en las de mayo (una semana) se van por aquí cerquita (a la costa o a Dinamarca), y luego en verano se van dos o tres semanas adonde sea, Florida, Canadá, España, Francia, Italia. Pero hasta ahora no me había parado a pensar en el gasto que realizamos sin viajar, porque estar dos semanas en casa viendo llover o el cielo gris no hay quien las aguante si no.

Curioso es como muchas madres, al acercarse las semanas de vacaciones decían que no podían más, que las necesitaban ellas y sus hijos, y yo les decía que yo no. Esto es como todo: uno trabaja todo el año, y cuanto más cerca están las vacaciones, más piensa uno que ya no puedes más. Pues igual ocurre si llevas 7 semanas de curso. Llegas al 30 de septiembre y te derrumbas diciendo que ya no puedes más. Y como mi teléfono no deja de sonar desde ayer con niñas que se aburren y que piden quedar con mis hijas, yo vuelvo a ir y venir de un lado para otro para satisfacer sus deseos. Por supuesto que en el cine parecíamos todos felices a las tres de la tarde. ¿Alguien trabaja en este país?

lunes, 10 de octubre de 2011

Hay que habérselo ganado

Mi reciente visita a Oslo hace que el tema de los premios Nobel, y en concreto el de la Paz, no me pase desapercibido, ni antes ni después de ser otorgado. Hace una semana visité el centro de los premios Nobel de la Paz, y eso que me había propuesto no hacerlo. Me explico: como mi visita a Oslo era breve, había que seleccionar, y cada vez que veía en la guía o algún folleto la reseña a ese centro, me decía que no lo visitaría, pues metieron la pata hasta el fondo al elegir a Obama en 2009 antes de que comenzase su presidencia, solo por el hecho de ganar la elecciones, y en vista a lo que haría (anda que no tuvieron imaginación). Por supuesto que me alegré de que Obama ganase las elecciones y acabase con la nefasta era de Bush, pero no de ese premio, que no presagiaba nada bueno. Y hace un par de semanas, el discurso de Obama en las Naciones Unidas, debería haber sido motivo para que se lo retirasen. Para una oportunidad clara que tiene de ganarse el premio a posteriori, lanza al mundo su NO al estado palestino. Dijo que garantizada la seguridad de Israel, a lo mejor... podría ser, pero dejando bien clarito que hay poco que hacer. A los pocos días, Abbas, el presidente palestino, presentó su solicitud de un asiento en la ONU para Palestina, lo que demuestra que tan "pacífico" no le sonó el discurso de Obama.

Pues bien, delante del Centro de la Paz de Oslo me acordé de ese discursito del que vi un extracto en televisión una semana antes. Al día siguiente entré en el centro, y me alegro de haberlo hecho. Un error (habrá más, seguro, en más de un siglo de galardones) no emborrona la labor de muchas personas que han luchado y luchan por los derechos básicos de la humanidad en países en los que es difícil hacerlo. Y viendo ese bosque de paneles con las caras de los premiados, me alegré de no ver a Obama entre ellos, sino a muchos desconocidos. Como a Nansen, sobre el que había una exposición, uno de los dos noruegos que han logrado el premio hasta ahora. Zoólogo y explorador polar, el premio se lo dieron en 1922 por su trabajo con los refugiados de varias guerras. Es toda una figura histórica en Noruega.

Y este año se lo han dado a tres mujeres africanas. La presidenta de Liberia no es nadie anónimo, ni en su país lo será la periodista premiada, ni la activista yemení en el suyo. En esa manía de reducir todo a lo simple, todos hablan de mujeres que luchan por los derechos de las mujeres, cuando si se lee un poquito sobre sus méritos, está claro que luchan contra las desigualdades sociales en sus países, o por impulsar cambios políticos. La periodista liberiana Gbowee fue aquella que organizó hace años aquella huelga de sexo para obligar a sus hombres a  luchar por la paz, y aquel movimiento pacifista logró el fin de la guerra civil en Liberia, y el proceso dio lugar a elecciones de las que salió elegida la primera mujer en África como presidenta de gobierno. Quizá lo del sexo no es una mala opción... Quizá debería hacer algo Michelle Obama...
Y más que merecido parece el premio de la activista yemení, que ha terminado en la cárcel, y que micrófono en mano es una de las figuras de la primavera árabe que ha llegado a su país.

Por todo esto me alegro de haber pisado el Centro de la Paz. Porque los que se lo merecen de verdad están ahí, arriesgando sus vidas en muchos casos por los demás.

viernes, 7 de octubre de 2011

Amsterdam, la de siempre y la nueva

Lo bueno de volver siempre a las ciudades que conoces bien, es que sabes lo que te espera, y sin embargo siempre descubrirás algo nuevo. He ido muchas veces a Amsterdam, pero ésta la primera con niños, y es el momento de verla con otros ojos: nada de museos clásicos, Rijksmuseum o el de van Gogh, sino los estereotipos de la ciudad y más.

Comenzamos con Nemo, un museo de la ciencia interactivo, de esos en los que los niños experimentan con lo expuesto. Pero inequívocamente estamos en Holanda: tras pasar por actividades sobre la luz, la energía o las fuerzas magnéticas, de un apartado sobre las hormonas y el despertar a la vida de adultos se pasa a otro sobre el sexo que no deja preguntas sin respuesta. Expuestos están desde una colección de condones a otra de muñecos de madera mostrando posturas del Kama Sutra, e incluso unas cabinas como las de los sex shops... (recordemos que se trata de un museo infantil y juvenil); sin duda estamos en Holanda, donde no hay tabús de nada, y si bien no me considero puritana a la hora de educar a mis hijas, sí que me parece excesivo.

He encontrado el centro de Amsterdam muy deteriorado, sucio y con tales masas de turistas, que todo va de lo mismo: tiendas de souvernirs, de quesos, bulbos de flores. El Leidseplein, esa plaza que de antaño me parecía como cualquiera en Holanda, parece cutre como mucho del centro. Hay que realizar la visita típica en barco por los canales, los Grachten, para volver a ver la ciudad con todo su esplendor, con las casas típicas alineadas a lo largo de los canales.

Hacía muchos años que no volvía a la casa de Ana Frank, la casa "de detrás", como se llama el famoso diario en realidad. La casa escondite estaba oculta detrás de una estantería de libros y el museo explica como vivieron escondidas dos familias hasta que les delataron. Ana Frank soñaba en su encierro con convertirse en una escritora famosa, y viendo los millones de visitantes de la casa, y que con Harry Potter y el catálogo de Ikea su diario es uno de los libros más traducidos, lo consiguió con creces.

El bocado de nata para el final: el Hermitage de Amsterdam, que es la única sala del museo de San Petersburgo en el exterior. Desconocía su existencia, y lleva en la capital holandesa desde 2009. Organizan dos exposiciones anuales con cuadros que presta el Hermitage,  y el edificio, a orillas del río de Amsterdam que da nombre a la ciudad, el Amstel, no podía ser más exquisito.

Lo único para olvidar estos días en Holanda son los precios, de escándalo a la hora de ver cualquier cosa. Pasear sigue siendo gratis, pero con los holandeses nunca se sabe, o si no al tiempo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Países Bajos, pero altivos

Holanda es ese pequeño país en el centro de Europa, que salvo para unas vacaciones llenas de clichés holandeses (queso, tulipanes, zuecos y cómo no, sexo y coffee shops) parece no existir económicamente hablando, pues no llaman la atención, al menos negativamente. Y cada vez que vengo veo un país rico, con autopistas en perfecto estado (mejor que las alemanas, el gran secreto vial europeo), con un urbanismo muy cuidado, a pesar de la densidad de población, y un gusto exquisito a la hora de poblar lo inhabitable. Holanda tiene en la actualidad un 4% de paro, y se les podría imitar en su modelo de flexibilidad laboral, que no tiene nada que ver con la española, y que ofrece jornadas reducidas y flexibles en todas sus modalidades, a las que se acogen todos, hombres incluidos.

Son un pueblo feliz y orgulloso de ser holandés, y se mueven en su país tan pequeño de un lado a otro a diario, si hace falta. Es normal vivir en el sur del país y desplazarse al norte a trabajar, y la sensación es de que el país está siempre en movimiento, atascos a todas horas y en todas partes incluidos.

Plano como un crepe holandés, el paisaje te permite ver cualquier movimiento, vaca o molino a lo lejos. Es prácticamente imposible no ver agua en todo momento, de los diques, sistemas de drenaje, ríos, lagos, canales, el mar. Se dice que Dios creó el mundo, y los holandeses Holanda. Teniendo en cuenta que la mayor parte de su territorio se encuentra bajo el nivel del mar, no es ninguna broma. Desde siglos llevan batallándole al mar su territorio. Algunas inundaciones catastróficas les hicieron construir obras de ingeniería hidráulicas, los Delta Werken, que evitan que toda una región quede inundada, y con las que ha entrado en la lista de Patrimonio de la Humanidad.

Tienen fama de tacaños, y como ocurre con todos los estereotipos, con bastante razón. Lo que son es unos verdaderos comerciantes, capaces de venderte lo que sea y sacar dinero por todo. Hay parquímetros en cualquier pueblo, y no en sitios turísticos, y no hay nada gratis, ni ir al baño. Te sablean por todas partes, pero con orgullo. Van de país simpático, y lo son, pero su mente abierta se basa muchas veces en su forma práctica de hacer las cosas con los menos gastos posibles. La sanidad es básica porque su mentalidad les hace no tomarse en serio a veces enfermedades o dolencias.

Como en todos los sitios, lo mejor es salirse de los lugares más turísticos y buscar la esencia. En Holanda es muy fácil, pues todo el país es bastante igual, y no presenta las diferencias que otras naciones tienen a lo largo de su geografía. Porque éstos sí que son todos holandeses.

lunes, 3 de octubre de 2011

Mundos más nórdicos

Me cuesta creer que haya mundos más nórdicos que el mío, pero los hay. No hay más que coger un avión, subir una hora y veinte minutos en línea recta, y te plantas en Oslo. Se parece a mi mundo en mentalidad y estilo de vida, y sin embargo es otra cosa. Aquí el que no hable inglés no se coloca en nada, pues cualquiera que despache al público o el revisor de billetes ha de lidiar con montones de personas que no hablan ninguna palabra de noruego. La gente es amable, pero también parecen vivir en su cápsula de la felicidad. Y este primerísimo mundo tiene sus problemas, como todos, con bastantes pobres pidiendo en el centro, por no hablar de los atentados de julio que conmocionaron al país.

Me está sorprendiendo mucho Oslo, por variado e interesante. Tiene museos maravillosos, como el del Pueblo Noruego, que es el museo al aire libre más antiguo del mundo. Y de los que he visto de ese estilo el más bonito. El de los Barcos Vikigos otra maravilla, y solo por esos dos museos merece la pena venir a Oslo, sin olvidar por supuesto a Munch, con su cuadro " El grito" y otros.

La ciudad ha incorporado muy bien la modernidad a su estética nórdica, con la nueva Ópera, sobre cuyo tejado se puede caminar, y barrios en el puerto que se parecen a la HafenCity de Hamburgo, o al revés.

Lo único que me disgustan son los precios, excesivos, el lugar más caro que conozco. Jamás he gastado menos en un viaje, pues hay poco que merezca la pena comprarse, y a la vez más en comida, bebida (y sin comer en ningún restaurante de lujo...) y en transporte. Pero merece la pena inspeccionar estos mundos más fríos y nórdicos que el mío. Volveré a Noruega seguro.