jueves, 13 de enero de 2011

Vivir peligrosamente

Últimamente solo veo peligros. Parezco mi abuela cuando abría el periódico, veía todos los sucesos, y decía que cómo está el mundo. En un país tan seguro y organizado como Alemania, con tan alta calidad de vida, los peligros acechan igual, y hemos comenzado el año con miedo a comer huevos, carne de pollo y de cerdo. Y si no pereces por comer todo eso, podrás quedarte atrapado con el coche en los agujeros en las calles que empiezan a aparecer tras haberse derretido la nieve (el otro día cortaron una autopista, la A7, de lo peligrosa que estaba), o podrás patinar al caminar sobre las aceras y romperte algún hueso, o resbalar con tu coche sobre la nieve y el hielo, o podrás terminar en una inundación cuando se derrite la nieve, como está ocurriendo en Baja Sajonia.

Respecto a la alimentación, los comerciantes pequeños se alegran, pues están obteniendo más ganancias por la concienciación repentina de los clientes, que durará bien poco, hasta que se olviden de la dioxina y la gripe porcina otra vez. Porque los alemanes quieren comer ante todo barato. El alemán medio no quiere gastar demasiado en comida, tan solo lo justo y lo necesario, y el resto para el Mercedes y las vacaciones, y por eso no es de extrañar que Alemania sea el país de los Discounter, los supermercados tipo Lidl, Aldi, Plus y Penny Markt, que son los reyes del mercado. El consumidor reclama precios bajos, a toda costa, y ahora nos extrañamos de que la carne o los huevos estén contaminados por los piensos contaminados con los que alimentan a los pollos para ahorrar y mantener el bajo coste. Durante años vengo observando que los precios de la comida no suben desorbitadamente, si comparo con hace 20 años incluso. Hacer la compra en Alemania en el supermercado es más barato que en otros países. Los productos de marca no son caros, diría yo, aunque la gente prefiere lo barato en muchos casos. Lo increíble es que los que reclaman bajos precios luego te digan que "es lo mismo", pues no lo es. Por supuesto que no niego que hay gente que vive del subsidio de desempleo Hartz IV para los que ahorrar 10 ó 20 céntimos por producto es vital, no me quiero olvidar de eso. Pero si tenemos en cuenta que el coche más vendido en Alemania es el Mercedes y que el alemán medio se va varias veces de vacaciones al año, estoy convencida de que pueden pagar más por la alimentación. Pero no quieren, simplemente.

Mi poca experiencia en los supermercados descuento no ha sido positiva, y como encima me educaron en la percepción de que lo barato no puede ser bueno, a pesar de no habernos sobrado nunca nada, pero con un padre pescadero que nos prohibía comer bocadillos de calamares en la Plaza Mayor "porque eso no son calamares", y que para comprar cualquier cosa va a la otra punta de Madrid a la búsqueda de lo mejor, prefiero pagar un poco más y comer buena calidad. Pero eso es una percepción y en muchos casos la tendencia con la que creciste. Si creces rodeado de productos del Aldi, al no probar otros, te parecerá que son buenos, y si encima te crees que ahorras, que yo no creo que sea tanto, pues entonces vives feliz y autosuficiente. Es curioso como en Alemania los que matarían por ahorrar lo máximo en comida son los mismos que ahora se escandalizan por los escándalos alimenticios, y así nos va. Entre los quesos contaminados del Lidl el año pasado, tras cuya ingesta murieron dos personas, y todo lo de ahora, miedo da. Pero tras cada escándalo, la gente vuelve a mirar el monedero, lo cual es comprensible, pero no nos damos cuenta que tenemos lo que nos merecemos: somos y comemos lo que nos merecemos.

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