sábado, 22 de enero de 2011

Bebés modernos

Hoy va a ser la primera vez que voy a escribirle un correo a un bebé, pero me voy a dar el gustazo. Esta mañana ha llegado una tarjeta anunciando el nacimiento de un bebé en la familia. Tiene exactamente nueve días, y ya tiene dirección de e-mail. De momento pasé por alto el dato entre la información habitual de que los felices padres dan a conocer la buena nueva del nacimiento de su retoño, cuándo nació, lo que mide, y lo que pesa. Y con la dirección de la familia y el número de teléfono, aparece el correo electrónico del bebé, no el de los padres.

No podía ser de otra manera en padres que se han conocido en internet. Ella, mujer de casi 40 entonces, tras varios desengaños amorosos y cansada de estar sola, contactó una de esas agencias de internet que te buscan pareja. Él, divorciado sin hijos, buscaba también en la misma página. Los parámetros pertinentes les juntaron, y ellos hicieron el resto. Se enamoraron y ya llevan viviendo juntos un par de años. Y pensaban que ya no iba a ser posible tener hijos y sí. Podría decirse que el niño es fruto de internet.

Internet no es el futuro sino el presente, dice alguien sabio que yo conozco. Y ya lo veo. Hoy se nace con correo electrónico, como he visto hoy por primera vez, y en nada con teléfono inteligente bajo el brazo o como chupete. Y esto plantea otros problemas. Con la incorporación cada vez más temprana de los hijos a la red, generaciones diversas se juntan en algún lugar del ciberespacio, ya sean redes sociales u otros sitios. Hace poco leí un artículo sobre lo que significa que padres e hijos se encuentren en facebook, que un hijo se vea obligado a aceptar la petición de amistad que le manda su padre o su madre, porque no puede negarse, pero que le supone perder bastante intimidad pues sus pasos serán seguidos por los mismos. Yo, para cuando toque, podré decirles a mis hijas que yo estaba ahí antes que ellas, se siente... Pero si no quieren ser mis amigas, lo aceptaré. Creo que yo no les mandaría la petición, pero me alegraría si ellas me la mandasen, claro, aunque no es algo que me parezca importante. Curiosamente llevo de un tiempo a esta parte recibiendo solicitudes de amistad de hijos de amigas o de familiares. Hace poco me llegó una más y con el nombre tuve que pensar en quién era, pues no caí de momento con los apellidos, y cuando caí, me hizo una ilusión tremenda que este chavalito quisiera hacerse amigo mío (cuestiones de mujer en plena crisis de los cuarenta, no es por otra cosa). Y mis nuevas amistades han bajado la media de edad en mi lista en 30 años, lo cual me da mucho placer.

En estos asuntos hay opiniones para todo. Hace poco me decía una madre de tres hijos adolescentes que ella no quiere ver lo que hacen sus hijos en la red, que es como vigilarles continuamente, que al menos ahí deben ser libres. Por el contrario, una amiga mía me decía el "yo estoy ya ahí para cuando lleguen mis hijas, que no se pierdan en este mundo y vigilar sus pasos y progegerlas". Pues yo estoy ahí porque yo quiero estar, no para vigilar a nadie.

En cuanto lance esta entrada al "presente", le escribiré un correo a un bebé para darle la bienvenida al mundo. Qué ilusión me hace. En 1969 no nacíamos con correo electrónico, qué lástima.

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