martes, 18 de enero de 2011

A falta de reformas, una sugerencia

Todos deberíamos poder liberarnos durante un tiempo de aquellas personas que nos dificultan la vida: que si un compañero de trabajo insoportable, un jefe que debería ir a galeras, un niño en el cole, el vecino insufrible, la suegra ídem. No hablo de hacer que desaparezcan, eso no, si no de que estén unos meses fuera y vuelvan corregidos, más amables, más aptos para la sociedad. Algo así ha ocurrido en la clase de mi hija pequeña. Una niña con la que mi hija no hizo migas en primero, se fue en la segunda mitad del curso pasado a China, de donde procede la madre, porque ésta pretendía una inmersión total de sus hijas en el sistema escolar chino y un aprendizaje perfecto del idioma. Pues bien, la niña volvió, y no solo en cuerpo sino renovada completamente. Mi hija me volvió a contar ayer que ahora es muy "nett", simpática y agradable. Es que debe haberle visto la boca al lobo. Ya en septiembre, a comienzos de curso la madre me comentó que sus hijas estaban encantadas de volver al sistema escolar alemán. No me extrañó nada, pues aquí no se da ni golpe en primaria prácticamente. En tercero y cuarto les aprietan algo, pero he dicho "algo".

Esto hace que los críos se vuelvan bastante vagos en mi opinión. Se fomenta el "desarrollo personal", ah, o.k. es eso... Pero a mí al final me parece que se fomenta demasiado... es decir, que los niños soñadores o despistados se pierden en los derroteros de una enseñanza en el que la cosecha de la manzana, o hacer un farolillo por enésima vez, es más importante que "presionar" en forma de irles preparando mejor para cuando les aprietan en el instituto, aquí en quinto ya, o peor aún para la criba que el sistema realiza al terminar cuarto de primaria, diciendo que "tú sí" pero "tú no" puedes ir al instituto porque no tienes la capacidad necesaria. Así de claro.

Por lo tanto no me extraña que la niña haya vuelto muy disciplinada. Debe haber contado en la clase historias para no dormir: "A los que no atienden les meten en agua fría", me dijo ayer mi hija durante la comida. "Eso te lo deberían hacer a ti", le espetó la hermana mayor. Y la pequeña, sin inmutarse siguió al referirse a su ahora amiga: "Estaba deseando volver, porque el cole en China es mucho más duro". Si te lo cuenta tu hija habiendo salido del cole a la una durante la comida, y pensando que la vas a tener el resto del día en casa, te lo crees. "Pero además, mamá, ha vuelto mucho mucho más simpática". "¿Ves?, ha merecido la pena". Le dije yo. Espero que esta niña al menos aprecie lo que tiene, pues el resto, millones y millones de niños alemanes, se cree que esto es la tortura, que tener que estudiar es un suplicio horrible, ya que no les enseñan a hacerlo. Y por eso los padres que se quejan en cuanto les aprietan algo son legión. Y cometen un grave error. Pienso que es la labor de los padres enseñarles a los hijos que hay que aplicarse, que en la vida no te regalan nada; salvo si eres niño alemán y hasta los 10 años vas de ocho a una al colegio, los viernes no hay deberes, o una semana entera te instalan el circo en el colegio, como ocurrió el año pasado.

No me sorprendió nada la noticia publicada hace unos días en el periódico local de que a punto de cumplirse el plazo de solucitudes para ampliar el horario de las escuelas primarias y ofrecer clase a partir de la una, la demanda era escasa. Muy pocos colegios han solicitado una ampliación. A mí ya no me sorprende nada, y yo desde luego que no lo conoceré, pero si al menos sirviese para que los niños (o adultos) se den cuenta de lo que tienen, propongo mandarlos seis meses a hacer lo mismo pero en otro sitio. Y comparen. A lo mejor se dan cuenta de que lo que se tiene es simplemente maravilloso. A todos los niveles.

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