viernes, 28 de enero de 2011

Gente normal

La mayoría de los crímenes son cometidos  por gente normal. Son tan normales que hasta el desenlace parece normal: violación y muerte de un niño de 10 años. Mirco desapareció en septiembre, en una parada de autobús. Y hasta ayer no se encontró su cadáver. El día anterior detuvieron a un sospechoso, por la pista del Volkswagen negro que buscaban. Durante meses la búsqueda se realizó con tal constancia y dispositivos policiales e incluso del ejército, que el caso Mirco ha estado muy presente en la sociedad alemana, que ha quedado conmocionada por el desenlace, dado que el autor confeso del crimen es un hombre de 45 años, padre de tres hijos, bien considerado por todos. Tuvo un mal día en el trabajo, se ha sabido hoy, se peleó con su jefe, empezó a divagar y cogió al chico en una parada de autobús a las diez de la noche, pero podría haber sido cualquier otro muchacho. Mirco subió al coche, y fue violado y asesinado en el bosque, y enterrado allí mismo. El asesino era una bomba de relojería, dice la policía, pero no había llamado la atención hasta ahora.

La pregunta de hoy en los medios de comunicación es cómo puede un padre matar a un niño, y causar ese daño a éste y a otros padres. Gente normal. Cuánta de ella hay por ahí, tan normales. Muchos abusos sexuales se cometen dentro de las familias sin que nadie sepa o sospeche nada. Y las víctimas son los que pierden la vida o a su ser querido porque gente normal deja de serlo en un momento determinado. El paso de la normalidad a la no-normalidad es un hilo frágil que se rompe para siempre. Y una vez roto, o se delatan o los encuentran, y si no seguirán siendo gente normal.

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