jueves, 6 de enero de 2011

Con o sin nata

El roscón de Reyes, ¿con o sin nata?; la tortilla de patata, ¿con o sin cebolla?; nata montada, ¿con o sin azúcar?; el pan de los bocadillos, ¿con o sin mantequilla?; la Navidad para que lo parezca más aún, ¿con o sin nieve?; las calles, ¿con o sin hielo?; eclipse solar, ¿con o sin nubes?; los pollos y los huevos, ¿con o sin dioxina?

Preguntas para debatir, muy a gusto del consumidor; en algunas impera nuestro albedrío, en otras lo que nos echen. El "con o sin" puede ser por el gusto de cada uno, como en el caso del roscón o de la tortilla. Es evidente cuál prefiero yo: el "sin" en ambos. A los simples pero sibaritas como yo, nos gustan los sabores auténticos, y por eso nos convertimos en remilgados que le ponen pegas a todo, y eso que con los años como (casi) de todo (sigue siendo mejor no generalizar...). En el día de hoy, la discusión de si el roscón está más rico con o sin nata estará en cualquier desayuno en pijama rodeados de regalos en muchos hogares españoles; la de la tortilla con o sin cebolla en más de algún cumpleaños, y a mí me parece casi asunto de estado en cualquier familia, que deberá de tomar una decisión de por vida sobre cuál tomar siempre, al igual que con el roscón.

Pero el tema de la nata montada o la mantequilla en el pan es cultural. Los alemanes no le echan azúcar a la nata, lo cual a mí me parece bien, pues como no me gusta la nata, o lo menos posible, cuánto menos dulce mejor (volvemos al "sin"). Pero los holandeses se echan las manos a la cabeza porque los alemanes no pongan azúcar en la nata, "inaudito", dicen. Su gusto es más goloso que el de los alemanes. La mantequilla en el pan es asunto geográfico: norte o sur de Europa. Yo me he acostumbrado a ponerla en el pan, y admito que me parece ante todo práctica como "pegamento" o adherente para que no se caiga la loncha de embutido o queso, y no por el sabor. ¿Pero cuál es el sentido de la costumbre alemana de ponerle mantequilla al pan cuando encima untan Nutella (como la Nocilla) o paté?

En cuanto a las Navidades blancas o no, yo las prefiero sin nieve: renuncio a la asquerosidad blanca llamada nieve que solo es bonita en las alturas, es decir, en las ramas de los árboles. El resto... insoportable. Hoy mismo no se puede ni caminar sin romperte algo, y van ya cientos de accidentes de coches y fracturas de huesos (esas no las han contado todavía). Y aún así hay gente que se empeña en que mejor que la Navidad y los inviernos sean así.

Del espectacular eclipse solar anunciado para el martes no vimos nada. En el norte de Europa iba a ser algo nunca visto, pero como en el norte de Europa el cielo es gris y no azul, no vimos nada. Y yo me reí un montón cuando en la radio hablaban del eclipse. Pero si aquí tenemos eclipse solar a diario.... O digamos que el sol brilla debajo de las nubes, ¡siempre! Qué tomadura de pelo la del eclipse. Los que estuvieron "sin" nubes pudieron verlo, pero eso sería en otras latitudes.

En cuanto a los pollos o los huevos, no tenemos elección. Si unos desgraciados alimentan a los pollos en las granjas con piensos que contienen dioxina, como mucho nos enteramos si se descubre el pastel, como ha ocurrido esta semana. Se estima que en el norte de Alemania se han consumido toneladas de grasas industriales que la contienen, primero los pollos, y luego los consumidores. Yo ahora miro con suspicacia los huevos que tengo en la nevera, y pienso en el pollo que nos comimos la semana pasada. Alertan a los consumidores, que tengamos cuidado, dicen, pero cómo, me pregunto yo. Unos dicen que para que sea peligroso para el organismo humano han de ingerirse cientos de huevos. Otros expertos disienten y afirman que con dos o tres ya da.

Y tras la muerte de tres personas estos días con el nuevo brote de gripe porcina, vuelvo al roscón de reyes, del que aparte de la nata (de la que yo en España muchas veces no me fío nada), mejor morder la sorpresa, que se te rompa un diente y te toque pagarlo (el diente y el roscón). ¿Aunque ha pensado alguien alguna vez en el plástico en el que va envuelta la sorpresa? Seguro que muchos no, pero yo, que veo todo con ojos alemanes, me lo he planteado... Aquí se escandalizarían muchos por el contacto directo del roscón con el plástico, que reposa dentro el tiempo que sea. Con o sin envoltorio, ésa es otra. No sigo, porque se me ocurren otras cosas más divertidas que analizar.

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