jueves, 15 de septiembre de 2011

Ese país simpático llamado Bélgica

No  puedo dejar pasar por alto el acuerdo histórico de anoche en Bélgica, tras año y medio sin gobierno, y todo era por el distrito de Bruselas-Halle-Vilvoorde, pero que era el eje de la discordia que ha tenido al país en jaque mate todo este tiempo. El distrito quedará ahora dividido en seis municipios con privilegios, como poder votar o tener acceso a la enseñanza en francés en zonas flamencas, y 29 municipios bajo jurisdicción flamenca. Tras este primer pero fundamental acuerdo, el Estado Federal traspasará funciones a los municipios en cuestión.

Bélgica ha superado el tiempo sin gobierno jamás habido para un país tras unas elecciones. Uno se pregunta tras todo esto si un país necesita de verdad un gobierno, pues ahí están, pero también si en la Europa actual en crisis y que durante años ha tendido a unirse, euro incluido, al final de lo que se trata es de repartir la tarta en trozos tan pequeños que la idea de algo común se va al carajo. Lo importante es que un municipio minúsculo de Bélgica esté contento, y si no no hay gobierno. 

De vez en cuando enciendo en la cocina mi radio de internet, y escucho la Première, emisora que oía durante el tiempo que viví en Bruselas, y el otro día me reía porque ahora o hace 6 años los temas y los problemas son los mismos. Bélgica es un país que vive enclaustrado en los enfrentamientos entre ambas comunidades, la flamenca y la valona. Un flamenco de Amberes lo tiene muy claro, y un valón de Mons también, pero el problema es esa zona céntrica, porque las personas no se atienen a fronteras. Yo soy francófono, pero me compro una de esas casas tan monas que venden en Kraainem o Wezembeek-Oppem, pues son más baratas que en la capital. Están en Flandes, pero tardo apenas 20 minutos en ir a trabajar al centro de Bruselas. Como no soy la única, en mi pueblo acaba por haber colegios de habla francesa, y muchos trámites admistrativos empiezan a realizarse en francés. Eso no les gusta a los flamencos, pues esas localidades están en la provincia de Brabante, en Flandes. Y así fue surgiendo el tinglado. Yo he visto un colegio con una cadena y candado en Wezembeek y con pintadas de "aquí se habla flamenco". En estos distritos se podrá ahora por ejemplo o votar por las listas de Bruselas o por las de esa población.

En cualquier caso el acuerdo es una buena noticia, aunque no se van a acabar los desacuerdos y rencillas. En 6 años o en 20 las noticias seguirán siendo las mismas, porque los problemas surgirán por otras partes. Pero qué encantador país. Vayan a conocerlo. Yo no llegué a comprenderlo, pero sí que me sentí muy a gusto entre tanta anarquía y mezcla de lenguas. En Bélgica, donde entiendes la razón de ser del país es en un restaurante, con lo bien que se come, y en eso quizá es lo único en lo que son todos belgas. Quizá ésa es la clave.

2 comentarios:

  1. Precisamente esta noche hablábamos de esta cuestión Yolanda y yo. Resulta curioso. Lo comparábamos con Cataluña y, desde luego no llega a tanto, afortunadamente, por ahora.
    Un compañero, profesor de Lengua Francesa en el IES Barrio de Loranca donde estuve 4 años, me enseñó un plano de Bruselas, creo que era, y me mostraba la división sin sentido de la ciudad entre la zona francófona valona y la neerlandesa flamenca. Su novia era francófona.
    Tal y como están las cosas, podríamos prescindir de los políticos, por eso y porque hoy en día la política está siendo sustituida cada vez más por la economía.

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  2. Cierto, y la economía mira cómo está. Al final uno se pregunta si hemos vivido en una utopía y lo de Europa no fue más que una quimera. A mí siempre me ha parecido paradójico que Bruselas, como capital europea, ande en medio de la encrucijada política de su propio país, y que quieran dividir y dividir, en vez de unir.

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