sábado, 17 de septiembre de 2011

Planten un Blomen: ayer y hoy

Hay otros lugares que tienen su Valle de los Caídos. He sabido hace nada de algo que desconocía, del pasado oscuro de un parque precioso en Hamburgo al que nadie se lo tiene en cuenta. Hamburgo es verde, tiene parques impresionantes, la ciudad parece un bosque, pero además tiene en pleno centro un capricho botánico espectacular en todas épocas del año. Contiene de todo: un parque infantil muy grande, flores, plantas y árboles de todo el mundo, un invernadero, cafés, una casita para la ceremonia de té japonesa, con su correspondiente jardín japonés, y en el lago en verano hay conciertos de agua y luces gratuitos a los que acuden muchos visitantes.

El parque de Planten un Blomen fue creado gracias al tesón de un profesor de botánica que pidió a la ciudad un terreno donde realizar un jardín botánico. Se lo concedieron y lo fundó plantando un platanero en la puerta principal del parque en 1821, que todavía existe y sigue creciendo, tras haber sobrevivido dos guerras mundiales, obras y contaminación. En unos pocos años consiguió plantas de todo el mundo, y quiso de esta manera realizar un centro de investigación y a la vez poner a disposición de la ciudadanía de a pie las maravillas botánicas del mundo.

Pero lo que yo no conocía, al igual que la mayoría, es la historia oscura del parque, que fue, como no pudo ser de otra manera, en los años más ignominiosos de Alemania. En 1935, el alcalde de Hamburgo anunció la apertura del parque tras su remodelación, para demostrar la magnitud del nacionalsocialismo, que utilizó el parque como medio de propaganda, para demostrar la eficiencia de la dictadura, haciendo alarde de su realización en un tiempo récord a cargo de 1800 parados. Poco tiempo después perdieron además aquí la vida cientos de presos de Neuengamme, el campo de concentración a las afueras de Hamburgo por trabajar en invierno con un frío mortal en labores muy duras. En 1941 había además en ese mismo parque, donde se encuentra ahora la feria de Hamburgo, dos campos de trabajo, en el que trabajaban más de mil personas.

Es difícil recordar tanto sufrimiento al ver ahora tanta belleza. La historia posterior hizo olvidar el lado amargo. El jardín fue escenario de varias ediciones de la IGA, (la exposición internacional de jardinería), en 1953, 1963 y 1973, a las que acudieron millones de visitantes. Desde la edición de 1953 los conciertos de agua siguen funcionando cada verano. Todos los días,  de julio a septiembre, y durante media hora, hay un espectáculo de luces y agua, al compás de la música. Por motivos que desvelaré cualquiera de estos días, me hallo en una fase muy turística en Hamburgo, y por eso he vuelto hace poco a  los conciertos de noche y hoy, de día, a disfrutar. Vean.   
   

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