viernes, 30 de marzo de 2012

Que no les engañen

Me resulta difícil no mencionar la huelga general que tuvo lugar ayer en España y que según unos u otros, es siempre más o menos" general". Conozco a gente que la ha seguido, gente que no, y como siempre opino que es una decisión individual de cada uno, y ante todo rechazo todo tipo de violencia en actos así. No se puede obligar a nadie por la fuerza a hacer huelga. En días como ayer, me siento bastante lejana de España, como si la huelga no fuese conmigo, y sin embargo no me deja inferente. Atañe a decisiones y políticas para la gente que trabaja en España y quizá por eso mi opinión sea la menos oportuna. Pero no por estar lejos, dejo de observar la situación desde la distancia y a través de la perspectiva que me da mi vida aquí, y porque sigo votando en España, y, como hemos visto en Asturias, el voto emigrante sí que es importante. Pero volviendo a la huelga, yo la hubiese hecho. El motivo de la misma es la reforma laboral, y no los ajustes que ha de hacer el gobierno, aunque una cosa venga de la otra, pero lo que esta reforma implica, deshace muchas logros de los últimos años. Sin embargo el problema es que ni la huelga va a cambiar nada, y que en momentos tan delicados de tanta crispación social lo que se necesita es un diálogo y un cambio y saneamiento de las instituciones, y que si hay que recortar, que lo hagan todos, y no que lo paguen los mismos de siempre. Los banqueros que llevaron al mundo a la crisis, han dirigido el sistema financiero como si fuesen casinos (tomo la comparación de la excelente columna de Juan José Millás hoy en El País), agudizado todo por políticas de malgasto con aeropuertos como el Castellón, o absurdeces como Tierra Mítica, el descalabro del boom inmobiliario y más y más.

Sé que mucha gente sigue pensando que fuera de España se hacen las cosas mejor, pero a las pruebas me remito. Hay muchos ejemplos negativos en Alemania, pero tomo el que esta semana hace volver a pensar, o al menos a mí, que el país al que todos miran de vez en cuando como ejemplo a copiar, tiene muchas cosas dignas de prohibirse o de cambiar. Hace unos meses surgió en España el tema de introducir los minijobs alemanes, empleos por 400 € al mes que flexibilizarían el mercado laboral y bajarían las cifras del paro. La idea es en principio buena y apetecible, pues es una buena forma para muchas personas de trabajar unas cuantas horas y ganarse un dinerillo, en muchos casos mujeres (madres) que así ganan un poquito y se quitan el gusanillo de querer trabajar. Pero el problema es cuando entra la precariedad y el abuso en el asunto, y que hay gente que (mal)vive en base a estos empleos. Todo depende de las horas trabajadas por esos 400 €, y los contratos están abiertos a todo, pudiendo trabajar dos días a la semana, 20 horas al mes, o 40 horas semanales, y ahí entra la diferencia entre ser una ayudita o estar totalmente explotado. Y como quien hizo la ley hizo la trampa, muchas empresas hacen estos contratos y luego pagan el resto en concepto de horas extra y se evitan así pagar las cotizaciones a la seguridad social y para la jubilación. Estos trabajos los realizan sobre todo mujeres, que pueden "vivir" con ese sueldo por estar integradas en la vida familiar y estar aseguradas por su cónyuge, o personas que cobran el subsidio Hartz IV o que dependen de otras ayudas sociales, en mucho casos mujeres que crían a sus hijos solas, y que por la falta de infraestructura en este país de horarios ampliados de colegios, no pueden pagar a nadie que se ocupe de ellos con esos minisueldos. Tampoco olvidemos que con los minijobs no se cotiza para la seguridad social, ni se percibirá pensión en la jubilación, salvo unos 200 € al mes, pues el resto lo debería pagar el trabajador por cuenta propia, ¿de esos 400 €, de los que muchos "viven"? Y con esto el asunto es bastante peliagudo. Según un informe que ha salido esta semana, millones de mujeres alemanas podrían caer en el umbral de la pobreza al llegar la jubilación. De los 7 millones de empleados con este modelo de trabajo, 4,65 millones son mujeres, y en Alemania, la brecha de las diferencias sociales seguirá ampliándose, en muchos casos marcadas además por el sexo como vemos.

Así que que Rajoy copie el sistema de minijobs, como ya propuso y en lo que muchos vieron el bálsamo curatodo. Repito lo que he mencionado en este blog en otras ocasiones: el sistema alemán es una gran falacia, y en mi opinión aquí las cifras del paro engañan pues hay muchos parados en casa que ni cobran ninguna ayuda del estado ni forman parte de ninguna estadística. Aquí entramos muchas madres que nos ocupamos como "Superjob" de la familia a falta de un sistema que nos apoye y nos permita participar de la vida laboral. Si nos "conformamos" no es porque queramos, sino porque estamos atrapadas de pies y manos económicamente y peor aún moralmente. Yo entro en esos 400 € y si gano un euro de más, entonces salgo del seguro médico familiar y tengo que pagar 350 € por mí. Teniendo en cuenta de que si me salgo, sería por unos 100 € o 200 € más, porque si ganase 3.000 € al mes no habría problema, entonces no me merece la pena, pues además con los 100 o 200 € que me "sobren" tendría que pagar a alguien las horas que yo no pueda ocuparme de mis hijas a partir de la una de la tarde, que es cuando salen del colegio. Además, la desfachatez con la que aquí los colegios te llaman a la mínima para que recojas al niño o la manera que tienen de querer involucrarnos en las horas lectivas, raya en el desprecio a las que pretendemos hacer además algo más.

Lo que me sigue gustando de España es que las cosas se llaman por su nombre. Contratos así en España se llaman contratos basura, pero aquí se llaman minijobs. Aquí encima parece que tenemos que dar gracias por vivir en el país a seguir en toda Europa. Por favor, no copien, esto no. Sí que se pueden copiar otras cosas, como el sistema de aprendizajes en las empresas, que aporta profesiones reales al mundo laboral, o que en España si como empresario no me forro no estoy realizando bien mi trabajo, y en general la cultura de que todo vale. Como me contaba el otro día un amigo mío de unas sesiones de onda corta que le están dando en un hospital de Madrid, y de las que todavía le faltan dos sesiones el lunes el martes, al ser en Semana Santa, las empleadas de turno les dijeron a los pacientes el otro día que total, como ya se saben los ejercicios, y está todo hablado, que como es Semana Santa, que no hace falta que vengan. Esa es la cultura del morro y la caradura, de que la gente no se toma en serio su trabajo, y eso es lo que hay que cambiar, y no lo que funciona bien en España que es un menor desprecio a la labor femenina en la sociedad. Aunque no sea consuelo, faltaría más, en España la precariedad afecta a todos, hombres y mujeres, mientras que aquí no es el caso. Que no copien las falacias y lo que suena muy bonito pero no lo es.

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