miércoles, 28 de marzo de 2012

Reír o llorar

Hay días en los que dependiendo de si escribo a una hora u otra, tras lo vivido, me salen entradas completamente diferentes. Si hoy hubiese escrito a la hora de comer de lo que me pasó por la mañana, me hubiese salido una entrada desenfadada y picarona. Pero no hubo tiempo, aunque quise hacerlo de inmediato, y por la tarde ha pasado algo de lo que si escribo ahora, me saldrá una entrada de lo más agresiva y rabiosa. Es por tanto por lo que trato ahora de separar, y hacer un dos en uno, porque hay días que son para reír y llorar, las dos cosas, o mitad y mitad, como yo hoy.

Primera parte del día: me voy al gimnasio, por segundo día al curso de tripa/piernas/culo que inicié el otro día, y del que me prometo mucho. Maldigo a todas las modelos y actrices de tipo perfecto que nos hacen creer que se puede estar así. Eso lo logras a base de pasar hambre y de matarte a abdominales, por no hablar de cirugía plástica, liposucción, bótox o qué sé yo. Me machaco las tres partes del cuerpo mencionadas, y como premio, me voy después a la zona spa del gimnasio, como suelo hacer. Eso significa que me despojo de mis ropas, me anudo la toalla, y me voy a la zona "todo el mundo en bolas" del gimnasio. Una madre de un niño que iba con mi hija a primaria y que me encontré hoy en el vestuario me comentó, mientras se desnudaba delante de mí, que la terraza del gimnasio estaba ya abierta y que se estaba fenomenal, y por eso subí al tejado, donde está, para cerciorarme. No sé qué quería comprobar: si verdaderamente se podía estar (para mí todavía hace fresco como para eso), o ver si está todo lo que tiene que estar. Y efectivamente estaba: salgo, con mi toalla anudada, y lo primero que veo es a una abuela desnuda, sin toalla, haciendo gimnasia, estirándose en todas direcciones, con su cuerpo serrano. Luego me doy un garbeíto y me encuentro con lo que debí suponer pero que preferí olvidar durante la temporada invernal: allí estaban todos los paquetes al sol, grandes, pequeños, con sus cuerpos correspondientes, despatarrados. Sigo pensado que la mayoría de los seres (humanos) estamos mejor en bañador que en pelotilla picada. Como en mi opinión hacía frío, me dije que ya me estresaré más adelante poniéndome a tomar el sol con todos esos cuerpazos alrededor, pero que aprovechaba los 11 ó 12 grados para volver al recinto cerrado. Me dirigí al baño turco, que me encanta, y que en la oscuridad del vapor me permite estar relajada estando desnuda. Pero hete aquí que vienen dos hombres, de unos cincuenta y bastantes, pero cuyo trasero (el de uno) estaba de muy buen ver (yo lo pensé para mis adentros, pues una no es ciega, y más viendo lo que hay que ver). Se sientan, y al cabo de unos minutos, cuando yo decidí salir, el tipo ése me pide, con una vasija de barro en la mano, que si por favor le puedo restregar el peeling en la espalda. Fue uno de estos momentos en los que piensas, por este orden, a) ¿dónde está la cámara oculta?, b) ¿lo dice en serio?, c) ¿se lo estampo en la cara? (no olvidemos que el susodicho se puso de pie para hacerme la pregunta y se encontraba desnudo frente a frente de mí, desnuda también. Como yo en estado desnudo en un lugar público prefiero comportarme a la alemana, y no hablar con nadie, accedí amablemente y le exfolié la espalda. Me dio las gracias amablemente, y para rematar, me dice que me sirva yo ... no sé si la siguiente pregunta hubiese sido si me lo hacía él también, pues pronuncié un "no, gracias, no hace falta", y me fui, al siguiente lugar, la zona de los jacuzzis. Esto significa seguir caminando desnuda unos tres metros, y elegir en cual de las cinco piscinas de cuerpos desnudos te metes. Yo me decanto siempre por la que tenga mujeres dentro, pues entrar desnuda con hombres dentro significa que tengan un buen plano de ti, y yo no valgo para eso. Como elegí la que tenía dos mujeres dentro, en vez de las dos que tenían un hombre solitario cada una, las mujeres me miraron mal, pues hubo que apretarse, pero a mí estas cosas plin, bastante sustos me llevo ya. Cuando me fui de mi sesión deportiva/sociológica-cultural, llegué a la siguiente conclusión: se va a cumplir un año que voy a esta lugar, porque me pilla muy cerca de casa, y porque me gusta. Pero jamás me voy a acostumbrar a esto. Salí pensando en lo friki que es la gente, al recordar a la abuela haciendo gimnasia como si realizase el culto al sol, con movimientos pausados toda desnuda, y luego el del exfoliante. Aunque a lo mejor la friki soy yo, no sé.

Segunda parte del día: doy una clase, y queda apenas media hora para irme a dar otra fuera de casa. Mientras me hago el café pertinente, para ponérmelo en vena, suena el teléfono. Era la madre de una amiga de mi hija, que empezó la conversación diciendo: "Oye, dime, qué ocurre con nuestras hijas estos días?". Y yo, como parto de la base que mis hijas pueden solucionar sus problemillas de tú a tú con sus amigos, y solo me he metido en cosas así cuando he visto que ellas solas no podían salir, supe que la conversación terminaría mal, como ha sido el caso. La madre pura sangre llamaba por el siguiente altercado: una niña de la clase repartió invitaciones para su cumpleaños dejando a la hija de esta pobre víctima fuera. Mi hija, y otro niño, que sí estaban invitados, hablaron en presencia de la no invitada sobre lo que le podrían regalar a la otra, al decir el niño que no sabía qué regalar a una chica. Y eso fue: por esto, la no invitada se siente acosada y herida y dice que la humillaron, y qué sé yo. Y la madre lleva toda la semana llamando a todas las casas para hacerse sentir a todos los demás como una m. Consiguió que su hija haya sido invitada y que la madre de la cumpleañera se haya disculpado, por escrito a la niña diciendo que es el error más grave que ha cometido, pero ahora se trata de seguir haciendo justicia. No voy a dar detalles de la conversación tan absurda, pero a mí estas cosas me dejan muy mal cuerpo: primero por ver a mi hija sufrir y colgar el teléfono con la frase: "al final ni la niña ni la madre me han sabido decir qué fue lo que he dicho", y segundo por constatar una y otra vez que la gente está más tarada de lo que es aceptable para críar hijos.

Y habría un prólogo: una noticia que han dicho antes en el telediario de la noche. Millones de mujeres alemanas caerán en la pobreza cuando se jubilen por estar trabajando en Minijobs y cotizar tan poco. ¿No son esos Minijobs el ejemplo del motor alemán que hablaban de introducir en España para solucionar tanto paro? Está claro a quién perjudican. Pero eso será la entrada de mañana, si la primera o la segunda parte del día no me hacen cambiar de temática. Según.

3 comentarios:

  1. Me parece un artículo muy divertido, sobre todo la parte del gimnasio porque parece todo muy surrealista. Me he reído mucho con la parte de la terraza y la del tipo del peeling, qué jeta. Te veo muy valiente, porque yo sería incapaz de pasearme desnuda por un sitio así, creo que para poder hacerlo te tienes que sentir muy seguro de ti mismo y no es mi caso.
    Me pasaré a leer la entrada de mañana, promete ser muy interesante.

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    1. Sí, la discripción es ésa: son vivencias surrealistas, tanto, que yo he pasado a denominarlas "de blog". Mi fantasía no daría para estas cosas. Me alegra que te hayas reído; de eso se trata. Eso es lo que hago yo cuando escribo posts como éste, y a veces a carcajadas.

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  2. Para empezar el día, ha estado genial leer y ojear los posts de esta sección. Haces gala de un humor crítico muy saludable.

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