domingo, 18 de marzo de 2012

Rothenburg ob der Tauber existe

Si visitásemos, como japonés por ejemplo, Europa en 10 días, y tuviéramos que elegir destinos, sería difícil en muchos casos. Pero ellos lo tienen muy claro: Londres, París, Mont Saint Michel, Roma, Florencia, Barcelona, Ronda, Múnich y Neuschwanstein, y Rothenburg ob der Tauber. ¿Que no han oído hablar del último sitio? No se preocupen. Muchos alemanes tampoco, y sin embargo el lugar está en cualquier guía de Europa junto al Big Ben o la Torre Eiffel. Rothenburgo es la esencia de la alemanidad. Es una ciudad pequeña, de 11.000 habitantes, que recibe al año a dos millones de visitantes de los que no se quedan a dormir. Su encanto medieval, de población de cuentos, hace que represente lo que los extranjeros buscan como estampa alemana. Sería como Ronda en España, parada obligatoria de los japoneses o americanos en España, a la búsqueda de todo lo que necesitan para irse contentos de la Península Ibérica.

Ayer volví, tras haber estado hace 15 años la primera vez. A mis hijas les hizo gracia, y no hacían más que preguntar que por qué ese sitio tenía tanto interés; ellas no lo entendían. Y aunque es muy bonito y de ensueño, yo en realidad tampoco, pero supongo que todos buscamos imágenes en el mundo que nos devuelvan los clichés que tenemos en mente y nuestras expectativas.



Y como lugar tan turístico, cumple con todas las expectativas: se come mal, como en todos los lugares de turismo borreguil, y los clichés se llevan a extremos tan graciosos a veces, que resultan divertidos. Como impresiones de esta visita, me quedo con los sabores de los helados en las heladerías puestos también en japonés, o mejor aún, en la tienda de Navidad abierta todo el año de una marca de artesanía muy conocida del lugar, Käthe Wohlfahrt, había una vendedora japonesa vestida de dirndl. Es como si una japonesa trabajase en una tienda de souvenirs en Ronda vestida de faralaes. Hoy día todo es posible, con tal de que nos sintamos como en casa en cualquier sitio, y porque efectivamente, la pela es la pela.

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