jueves, 8 de marzo de 2012

Para más inri

Vi el otro día esta noticia, y no quise ni leerla, pues algunas las ignoro, para no hacerme demasiada mala sangre. Pero hoy me la remite mi prima, y no solo la leo, sino que la incluyo en mis elucubraciones. El artículo habla de la visita secreta de Rouco Varela a La Cañada Real, que realizó en octubre y donde ofició misa. Seguro que todos estaban esperando esa misa en el poblado de la droga y la miseria. Los niños no estaban además evangelizados, constató, y se propuso actuar a través de Caritas y crear una escuela y alfabetizar a las mujeres, ambos planes loables, pero como siempre, las excavadoras, la policía, y la dejadez de todos ante ese foco de degradación humana no consiguen nada. Ah, se trata de evangelizar, de darles catequesis a los niños, y que sepan quién es Jesús.

Pues que les den catequesis. A veces pienso que hay que evangelizar para luego pensar y descreer tú solo. Yo lo veo claro estos días. El otro día mi hija mayor me dijo que esta a punto de declararse atea (igual que me temo y eso sí que me preocupa, que se declare vegetariana); que por más que piensa no le ve sentido a las cosas tan raras que predica la iglesia (tiene 11 años). Me puso el ejemplo del sacrificio de todos los bebés cuando Herodes buscaba a Jesús. "Y encima están orgullosos de que Jesús se salvase", me comentó indignada. Pero más vale que me calle hasta que la pequeña haga su primera comunión, pues yo no creo ya, pero les doy la posibilidad de creer: llevo a mis hijas a catequesis para que no se pierdan nada, y luego que ellas mismas mediten y descubran.

El otro día volví a recordar la de montones de rosarios que recé yo de niña. Mi abuela me ponía a rezar con ella. Recuerdo el soniquete de la oración desganada, el rosario en sus manos, y las ganas de terminar por mi parte. Y sin embargo recuerdo esos momentos como algo lleno de cercanía y cariño. Cuando falleció mi abuela, le dije a mi madre que yo solo quería una cosa de ella: el rosario. Y el otro día, colocando mi habitación, salió. Para más inri, y nunca mejor dicho, al pobre Cristo lo dejó mi abuela atado con un cordelito, pues el pobre, con tanto rosario había sufrido una postvida muy dura. Mi hija cuando lo vio atadito se empezó a reír y comentó: "Es como si al pobre, después de la crucifixión, por si fuera poco, encima le atan, y le dicen 'ahí te quedas, y no se te ocurra bajarte, ¿eh?'" Me hizo reír con su lógica, pero la metáfora no deja de ser cierta. La iglesia se empeña a tener a ese Cristo crucificado en vez de acercarse a la realidad. Con camelos y sotanas no se ganan la fe ni de los niños salvo la de los aborregados de siempre que a base de no pensar, pretenden que todo siga igual.

Al menos nos queda Messi, ese dios del fútbol, que ha avergonzado al fútbol alemán. Aquí los periódicos hablan de vergüenza. Y Messi jugó con jaqueca!!! Se tomó un analgésico y marcó 5 goles. Yo, que padezco de migrañas de un tiempo a esta parte, no pierdo la esperanza de tomarme pastillas y aún con jaqueca lograr algo grande. Messi es hoy mi ídolo, pues ya llevo dos pastillas. Para más inri, como al pobre Jesús, atadito y bien atado, me han sacado estos días una alergía al paracetamol, así que andamos bien. Y por eso pienso mucho en el "a-mí-plin". Me lo recomendó mi amiga hace poco. Me dijo: "Tómate un 'amiplín' y verás que bien". Y cierto, desde que me lo recomendó me lo tomo, y hay días en que consigo que me haga efecto, pero otros no. Estoy por proponer que lo fabriquen en versión "forte", para ciertos días en los que no solo me estalla la cabeza. Que se lo den también a los de La Cañada Real cada vez que aparezcan las sotanas por allí.

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