viernes, 23 de marzo de 2012

Salvando las distancias...?

Hay momentos en los que puedo sacar todas mis artes para dar compasión, y de ellos me aprovecho. Me ocurre a menudo cuando alguien ha estado en España de vacaciones y me cuenta de sus experiencias para terminar diciendo "¿Pero qué haces aquí?". Por supuesto que le veo muchos aspectos positivos a mi vida en el extranjero, que ya no lo es para mí, pero sí que es cierto que esa pregunta que me hace la gente a menudo entraña muchos momentos duros que he tenido a lo largo de 22 años.

Tampoco quiero parecer una de esas emigrantes que está suspirando por su patria, porque no es mi caso, pues además trato de verle los lados positivos a cada lugar, aunque a veces me cueste, porque lo bueno se ignora por asumido, y lo malo es lo que te chirría. Es simplemente que si alguien te viene y te hace la pregunta anterior, o te dice  "si yo fuera tú me iba ya mismo", te ríes y le dices, "razón tienes, pero...". Sin embargo aquí no voy a entrar en los "peros" sino en que la gente tiene razón al decirme eso. Por supuesto que tampoco soy una ingenua y que un alemán vaya de vacaciones a Andalucía, o a la costa, y vea la España monumental y preciosísima estando libre y de vacaciones no tiene nada que ver con el "romanticismo" de la vida diaria en cualquier parte. Pero justo eso: la rutina es muy diaria en todo el mundo, y por contra es el marco, el trasfondo de tus vivencias o tú alrededor el que le da un aspecto u otro a tu vida. Y por ahí voy: si estás jodido, con sol te sentirás mejor que si te levantas y el día está tan triste como tú, gris, sin luz, y no acaba de despegar; si no paras y estás agobiado, si al menos puedes estar un rato con los tuyos, eso te lo llevas por delante también, y no si te das cuenta miles de veces que en realidad estás bastante solo, luchando en todos los sentidos.

La persona que me dijo eso el otro día me hablaba de sus maravillosas vacaciones en Andalucía, y de lo distinta que es la vida con sol. Que se dio cuenta de que en España la gente parece disfrutar más de las pequeñas cosas, que se nota que los niños forman parte de la vida diaria en cualquier sitio público, y no como aquí, y que si pudiera, se iban. Le dije que en España las cosas no son tan fáciles, pero que sí que es cierto que la gente en general tiene menos que aquí, y disfruta más de la vida. Y ahí si que cumple el clima un buen papel, por ejemplo. Cuantas mañanas de domingos tétricos me he acordado del paseíto matutino de los domingos que uno puede realizar en España simplemente con la excusa de ir a por el pan o por el periódico. Aquí ni se te ocurre, pues para empezar no hay quioscos de prensa, y tienes que ir algo más lejos, y si sales, te recoges lo antes posible pues muchos días no animan a nada. O en España ves mucho más a tu familia, los niños juegan más con sus primos, se ven, simplemente. Aseguro que aquí no es el caso, o por la distancia física o, peor aún, porque aquí se marcan los límites de las relaciones familiares desde un comienzo. Y ahí sí que puedo hablar de haberme perdido mucho a lo largo de los años. Pasé de una relación relajada y normal con los míos, que aunque no somos perfectos ninguno, o precisamente por eso, hablamos y dialogamos y si es necesario nos decimos nuestra opinión, a una relación familiar con mi familia política, tan políticamente correcta que ya es incorrecta, pues se trata de mantener la compostura con la taza de café en la mano, y encima tener que sonreír ante lo que te están diciendo. Y cuántas cosas bonitas me he perdido: fiestas, nacimientos de mis sobrinos, bautizos, bodas, encuentros. Esos son los momentos duros, o cuando mis hijas me dicen que les gustaría ir al cumpleaños del primo, pues aquí tienen dos primas con las que ni se tratan.

Hoy es primavera en Hamburgo, y no sabemos lo que nos durará. Y disfruto de ese cielo raso, como se ve bien poco aquí y me doy cuenta de que aquí la gente con este tiempo parece otra. El marco de tu vida es importante, vaya si lo es.

2 comentarios:

  1. He leído este artículo y hay poco que añadir, simplemente que me parece muy bonito y que encierra muchas de las claves de la vida en la que lo cotidiano puede ser extraordinario, o en la que lo extraordinario puede ser escaparse de lo cotidiano. Cuántas veces la cotidianidad se viste de ordinario con el fin de que todo parezca estar muy controlado, muy "ordenado" y, sin embargo, cuántas veces no nos percatamos de que la vida se nos aja, se nos estanca y finalmente acaba por oler mal. Ay, la vida. Quién dijo que fuera fácil...

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    1. Gracias! Vivir sigue siendo lo más difícil que tiene la vida, y si instalamos ritos y costumbres, es para no perdernos y mantener esa aparente cotidianidad. Pienso que en lo "desordenado" está la verdadera vida y las verdaderas oportunidades para cambiar y avanzar.

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