Lo terrible del nacionalsocialismo es que empezó mucho antes de que se proclamara y continuó para muchos durante décadas después, en el sufrimiento de muchas familias. Hoy he leído el testimonio de Sigmar Gabriel, político de la cúpula del partido socialdemócrata alemán (SPD), cuyo padre no participó activamente en los crímenes del nacionalsocialismo, pero sí que los defendió toda su vida, participando además en panfletos o publicaciones de los grupos nazis. Los padres de Gabriel se separaron cuando él tenía 3 años, pero la madre tuvo que luchar por la custodia de su hijo hasta que éste cumplió 10 años. El padre vivió en el odio a la madre y tratando de justificar su ideología frente a su hijo durante toda su vida. Todavía con 90 años, cuando se enteró que existían las pruebas de ADN, exigió comprobar la paternidad de su hija, algo mayor y que estuvo siempre junto a la madre, de cuya paternidad dudaba, algo que los test le tiraron por los suelos, pues seguía siendo el padre, hasta con 90 años. Qué terrible llegar a comprobar eso con esa edad. Murió lleno de odio el año pasado y ahora ha sido cuando el político ha hablado de su padre nazi.
Reconocer algo así en Alemania es muy duro. Cuántos habrán vivido o vivirán con ese peso desde que nacieron y callarán para siempre, porque sigue siendo un tema tabú y desagradable. En los años del llamado milagro alemán, todos pretendieron no haber tenido nada que ver con el pasado. Por eso, para los hijos de los que seguían defendiendo a Hitler en sus casas décadas después, debió ser estigmatizante, en ese ambiente positivo que había en la sociedad.
Hoy se han cumplido 68 años de la liberación de Auschwitz y se han depositado las coronas de flores correspondientes y un año más se ha recordado la barbarie. Yo no pisaré jamás ese campo de concentración, ya que he visto unos cuantos y me da, y lo que hay en ése supera toda la ficción que uno hubiese podido jamás imaginarse. Pero que tu padre, de carne y hueso, trate de convencerte toda su vida de que eso fue correcto, debe dejarte marcado para siempre. El político del SPD cuenta que cuando vio a su padre muerto, lo primero que pensó fue que qué vida más desaprovechada. Creo que es el mejor adjetivo que se le puede dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario