lunes, 14 de enero de 2013

El lugar donde se esconden los heladeros

En Italia hay un valle en el que hibernan, y nunca mejor dicho, los heladeros de Alemania. En invierno vuelven a sus pueblos al sur de los Dolomitas. Hay pueblos por lo visto llenos de coches con matrículas alemanas en los meses de invierno. En Alemania hay 4.000 heladerías, donde tomar un helado sentados, la mayoría de sus dueños son italianos, y de estos la mayoría del Val di Zoldo. Nadie sabe por qué es esto. Cuentan por allí que hubo un hombre de esta región que en 1870 aprendió a hacer sorbete en Sicilia, y que después de fue a Viena, donde al final tenía a 60 vendedores de helados ambulantes como empleados suyos, todos de su lugar de origen. De allí se expandieron a Alemania. En invierno retornan a sus pueblos, a las montañas, a la nieve, desde octubre hasta finales de febrero, dejando atrás heladerías cerradas, y en marzo vuelven, como los pájaros del sur, a alegrarnos la nueva temporada heladera. Se quejan de que hoy día en Alemania cada vez hay más competencia por helado industrial, y muchos ya mantienen sus cafés abiertos todo el año ofreciendo en invierno café, tartas, y otras cosas, pero unos 800 van y vienen entre Alemania e Italia todos los años. El valle de los "Gelatieri" llaman también a ese valle. Me encanta. No sabía ni que existía.

Curioso estos gremios que entran y salen en colectivo. Hoy día son los ingenieros e investigadores, o licenciados de todo tipo, y en los años sesenta fueron heladeros, empleados para las fábricas, señoras de la limpieza. Hace poco vi una película deliciosa que les recomiendo: "Las chicas de la sexta planta".  Es una película francesa con un gran elenco de actrices españolas: Carmen Maura, Lola Dueñas, Natalia Verbeke, entre otras. La película rinde homenaje a todas esas mujeres españolas que se fueron a limpiar a casas de familias adineradas en París en los años sesenta. Me reí un montón viéndola, y es tierna a más no poder. Me encanta la escena en la que María le enseña a su patrón cómo se pronuncia el sonido "jjjjota". Llevo una semana diciendo en clase que les voy a agarrar del cuello para que la pronuncien bien, pues no oigo más que "Aryentina", "yente", "yeneralmente", o "yardín". Como no necesito un final feliz para que me guste una película, y cada vez menos, quizá le hubiese dado yo otro final, más creíble, porque soy algo realista y aguafiestas. Pero si pueden, no se la pierdan. La historia está muy vigente en momentos de mucha emigración y en los que no se nos debe olvidar que las personas que salen o llegan son ante todo seres humanos.

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