Todos los años, a partir del 1 de enero, nos informan de todo lo que cambia. A mí, no sé por qué, si es por empatía con los cambios de era, que me parece que este año cambian más cosas de lo habitual. No es que sean asuntos de trascendencia mundial, pero a los provincianos de Hamburgo o alemanes, nos llama la atención que leyes o normas "de toda la vida" cambien con la entrada del nuevo año. Ya comenté el otro día el fin de monopolio de los deshollinadores, esos personajillos que se ven por las calles de cualquier ciudad alemana y que parecen sacados de Mary Poppins. A partir de este año puedo elegir el que yo quiera. Sin embargo no puedo elegir no pagar la tarifa que se exige a cada hogar alemán para poder ver televisión u oír la radio. Antes se podía uno escaquear de alguna manera, alegando no tener ningún aparato en casa, pero para eso estaba ese personajillo tan odiado en Alemania, el recaudador de la tasa GEZ, que llamaba a las puertas de las casas a mirar cuántos aparatos tenía la gente. Todo verídico. ¡Por qué se creen que esto era y es Alemania! Ahora la cuota nueva de 17,98 € por casa reemplaza a la antigua tasa que venía a ser la misma cantidad por los aparatos, una norma algo extraña en Alemania, pero que ha sido algo que funcionaba muy bien desde 1973, cuando se fundó esta extraña institución para recaudar dinero para la televisión pública, ARD y ZDF y la radio estatal. Lo extraño de la nueva cuota, que ha cambiado de nombre, es que hay que pagar aunque no tengas ninguna radio ni ninguna televisión, algo difícil hoy día, pero haberlo haylo seguro. Las cadenas estatales justifican la nueva tarifa por hogar diciendo que tienen un compromiso cultural con la sociedad, y aunque no se vea la tele ni se oiga la radio estatal, tienen orquestas sinfónicas, y otros proyectos. De todas formas, sea como fuere nos cobrarán igual, pero todo esto es una discusión curiosa, cuando en otros países no hay ninguna tasa de éstas, y en cualquier caso, el tipejo que venía inspeccionando los aparatos de cada hogar pasa a la historia, y eso está bien. Siento que se queden sin trabajo, pero a mí me parecía algo totalmente anacrónico.
También pasa a la historia, tras 125 años, la zona franca del puerto de Hamburgo. Se seguirán almacenando mercancías en él, pero deja de ser zona aduanera con controles y vallas. En realidad se podía pasar en todo momento, pero también es cierto que en los últimos años la zona es sobre todo de recreo y turismo, con todo lo que hay en el interior de la Speicherstadt, ese conjunto de ladrillo de edificios de almacenaje, que más de uno quiere ver colocado en la lista de la Unesco. Lo merecería, y yo lo aplaudiría. Hoy día hay más museos, cafés, restaurantes, y hasta una escuela de artes dramáticas para musicales, y toda la finalidad portuaria de antaño ha ido borrándose sobre todo en la última década. Ahora recuerdo el bochorno que pasé hace muchos años una vez cuando con visita de España me apunté a una visita guiada pensando que no se podía recorrer esa zona de barreras de frontera a propio albedrío, y pagamos la cuota cuando en realidad podríamos haber dado un paseo por nuestra cuenta. A mi me engañaron durante años, pues me asustaban esos carteles en lo que ponía ADUANA, y alguna vez me han parado el coche. Era un extranjero en el interior, o al menos así se sentía. El 1 de enero han caído las últimas barreras y termina una era de la ciudad. De todo esto tiene mucho la culpa la modernidad, y el transporte en contenedores, que ya no hace necesario un largo almacenaje de las mercancías. Y así, una época que comenzó en 1888, termina ahora, y la Speicherstadt sigue siendo escenario de todo esto, habiendo sobrevivido, y todavía se almacenan alfombras y otras mercancías. Se respira historia en la zona. Se seguirán almacenado mercancías sin pago de aranceles, porque esto se ha liberalizado en los últimos años, y ahora son solo espacios físicos, sin barreras y funcionarios de aduanas de carne y hueso.
Y ya es pasado también el matrimonio del expresidente alemán Christian Wulff y su tatuada esposa Bettina, que tras haber explicado ella el año pasado a través de un libro y en numerosas entrevistas que todo lo ocurrido en su estancia en el palacete en Berlín y los numerosos escándalos había pasado factura a su matrimonio, han anunciado hoy que se separan. La noticia del día. Ya llevamos dos separaciones sonadas en lo que va de año, y estamos a día 7 de enero. ¿Será la próxima la de Urdangarín y la infanta o los Reyes de España?
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