Otros años teníamos Sommerloch en Alemania, el llamado agujero del verano, esas semanas en las que todos están de vacaciones y no hay noticias interesantes o no ocurre nada especial, pero éramos tan "felices" que nos podíamos permitir buscar esas otras noticias o la canción del verano, que por cierto, dónde está. Por supuesto que el mundo en muchas partes se caía a pedazos igual que ahora, pero este verano, dada la situación económica europea, ni siquiera hay sensación de ningún vacío de noticias, sino todo lo contrario. Se agobia uno en todo momento nada más leer titulares.
No obstante tenemos nuestras historietas veraniegas, las proporcionadas por ciertos personajes que dan para unos cuantos titulares. Yo me lo estoy pasando muy bien con lo concerniente a Sigmar Gabriel, el presidente del SPD alemán, los socialdemócratas. Este buen hombre anda ahora mismo de Babypause, la pausa para estar con su bebé, aunque no lo parezca. En abril nació su hija y se debe sentirse "preso" en Magdeburg, donde reside con su ya mujer (se casaron el otro día) y ella, tras su baja, sigue trabajando como dentista, y él, tras la baja de ella, se ha cogido un permiso "paternal", retirándose de sus funciones unos cuantos meses. Pero resulta que está más presente en los medios que nunca: su cuenta en Twitter lanza mensajes continuamente y opina sobre todo, da entrevistas en las principales cadenas, asiste a todos los eventos del partido, y parece más hiperactivo que nadie de sus correligionarios. Se le observa bien, pues él mismo hizo gran uso mediático del bebé y de su pausa como padre, diciendo que se quedaría en casa completamente durante tres meses, y luego se dejó fotografiar con un carro de bebé que no era el suyo. Triste que haya que escenificar tanto. Contó a bombo y platillo que cuando le llamó Hollande por primera vez, tras su elección, le estaba dando el biberón a su bebé, todo muy conmovedor. La única pega es que las mujeres de su propio partido no están muy sensibles a tanto show paternal. No le piden que se encierre, pero critican que siga siendo omnipresente, pues ellas, en la misma situación, silencian. Y antes de todo esto, dos de ellas le mandaron una carta punzante preguntándole que cómo se imaginaba la conciliación entre familia y trabajo como político, que cuándo retomaría el trabajo tras su pausa, y si estaba preocupado de que le quitasen el puesto. Además le tiraron el guante: como jefe del partido tenía la oportunidad única de mostrar que es posible conciliar trabajo y familia y abrir nuevos caminos, ya que es el primero que se quedaba en casa unos meses. Las feministas del partido están que trinan, anotando todos su movimientos, y las críticas están dando muchos titulares. Pero él comenzó, como cuando empezó a contarle al mundo que en los baños de hombres no hay cambiadores de bebés (por algo será), y dice que hay ponerlos. Si yo más que nadie le entiendo, Sr. Gabriel: es muy duro tener que hacerse invisible y trabajar sin que se vea; es mucho más bonito figurar y demostrar ser siempre más que los otros, parece trasmitir el mensaje de que por ser hombre no acepta que le condenen al ostracismo, pero tampoco se plantea que eso les ocurre a muchas mujeres y que hay que cambiarlo.
Otro personaje del verano es Sahra Wageknecht, una muy conocida política de la antigua Alemania del Este, que hace alarde de cosas como que en el momento que cayó el muro, se puso a leer a Kant. Ahora es la novia de Oskar Lafontaine, en lo que ha sido la pareja sorpresa de estos meses. Con su look a lo Rosa Luxemburg, resultaba muy antipática antes, y ahora parece sonreír, dicen las malas lenguas, y está haciendo a la izquierda más radical deseable en las tertulias de televisión. Ahora se la ve por todas partes, algo que antes no ocurría. Ha cambiado además el este por el oeste, y ahora comparte una casa monísima con Lafontaine en el Saarland, y tras conocerse la relación, parece haber ganado puntos, y eso que el país tiene una relación de amor y odio con Lafontaine. Y mientras Sigmar Gabriel cae en desgracia, Sahra Wageknecht sube en popularidad. Cosas del verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario