Nuestras vidas están llenas de relaciones imposibles y muchas veces no nos damos ni cuenta. Si en vez de encabronarnos una y otra vez por lo mismo, diésemos el paso definitivo y le dijésemos a esa persona adiós, arrivederci, au revoir, auf Wiedersehen, hasta la vista, baby, avanzaríamos más en esta jungla llamada convivencia humana. Yo lo he hecho un par de veces, pero admito que me cuesta horrores. Por qué, me pregunto. Muchas veces no son personas de nuestro entorno cercano, y se trata de alguna relación a la que se puede poner fin perfectamente, al no ser trascendental para tu vida. Pero aguantas y aguantas, hasta que un día, por la menor chorrada, dices que se acabó, y eso que dejaste pasar otras muy gordas. Pero es la gota que acaba por verter el barril, que es la versión alemana de la expresión, como no podía ser de otra manera en este país cervecero.
Eso me pasó ayer a mí con la profesora de violonchelo de mi hija. Fue una relación condenada al fracaso desde el cominezo, hace tres años. Con lo que yo analizo todo, debí ver como premonitorio el hecho de que el perro de la casa es de lo más antipático. De acuerdo que no soy amante de los perros, que me dan miedo, que no los quiero ni los querré nunca, pero he aprendido a respetarlos si, sobre todo, ellos y sus dueños me respetan a mí. Pues el perro se ponía amenazante nada más vernos a ambas, y a mi hija un día la mordió en la pierna, ante mi estupor. La ... de la dueña dijo que es que él tenía miedo de nosotras. Y yo de él, y no le mordí nunca, no te joroba. Con el tiempo el perro aprendió a tolerar mi presencia una vez a la semana. Pero cuando observé que se ponía agresivo con todo el que pasase por allí (el cartero me dijo que tenía pánico a esa casa), me di cuenta de que el problema no era yo. El problema es la dueña. Educar animales, y lo digo sin tener ni idea, es como educar niños. No tienes nada más que ver a un crío y sus modales, y ya sabes lo que tiene como padres. Yo lo tengo comprobado. Niños dicharacheros y llenos de humor, padres iguales; niños ermitaños, padres iguales; criticones y chinchones, lo mismo hay en casa en tamaño adulto. Pues igual con los perros. Conozco un par, que hasta yo, incorregible "perrófoba", podría imaginarme que dado el caso de querer tener un perro, trataría de que fuesen como esos (pero demasiados condicionales, como ven, y quiero que mis hijas no oigan este breve momento de debilidad, que en realidad no existe). Volviendo a la especie humana detrás del perro, digamos que he puesto todo por mi parte durante tres largos años, semana a semana, hasta que ayer, y una vez tomada la decisión, tras probar varias veces en su móvil y no saltar ningún buzón de voz, probé en su casa, y ahí sí que el contestador fue solo mío, y le dije que lo nuestro se acababa a partir de ya. Todavía me devolvió la llamada por la tarde, y habló en mi contestador: ella no tiene noción de haber hecho nada malo. Como a mí estas cosas me sacan mucho de quicio, y me encanta pensar por escrito, le escribí por la tarde una misiva narrándole punto a punto todos nuestros desencuentros, los dos últimos ya el colmo, y los de los últimos años. Le dije que de solfeo no entiendo nada, pero que soy filóloga, y que para mí las palabras tienen el significado con el que son pronunciadas, y no me vale luego el "ah, no quise decir eso, o usted me entendió mal". Es como la típica escena en la que el marido o la mujer pilla al cónyuge con el o la amante en la cama y el que engaña dice "espera, no es lo que parece". Pues no, es lo que parece y más.
De verdad que no soy beligerante, aunque empiezo a dudarlo, pero hoy, cuando tras haberme comido bastante el tarro con esta cuestión he encontrado a un profesor nuevo que de momento y por teléfono parece muy agradable, he pensado que por qué nos empecinamos en aguantar lo inaguantable, en seguir en relaciones imposibles, y no trazamos una línea que diga "hasta aquí". Somos demasiado leales a veces, incluso cuando en realidad estamos pagando a la gente por algo por lo que ni siquiera cumplen.
Hoy me preguntó el profesor nuevo que por qué he dejado a la otra: "incompatibilidad de caracteres", ha sido mi respuesta. Espero que no sea un mal comienzo en esta relación.
Jajaja, dicen por aquí, que si los tontos volasen, no veríamos el sol. Con el clima de allí, no se si el sol, pero veo que el cielo estaría aun mucho más cubierto...
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