lunes, 13 de agosto de 2012

Imitando el verano

Desde que volví de España hace dos semanas, me vengo riendo con mi hija pequeña, que es muy cómica, por sus observaciones de campo hechas en España. Mis hijas son muy observadoras, y a los que vivimos entre dos culturas, nos llama todo la atención, y nos pasamos la vida analizando (prueba de ello es este blog). Desternillante es cuando me contaron que mis padres las llevaron al santurio cerca del pueblo, en plan turismo, y que casualmente había misa. Les pareció muy divertido que todas las asistentes fuesen "abuelinas", como ellas dicen, y que recitaran todas ininteligibles oraciones sin ganas ni pasión, toda una letanía aburridísima y sosa. Y entremedias los abanicos, todos al unísono. Yo recordé muchas misas de mi infancia, en el "santamariamadredediosruegapornosotrospecadoresahorayenlahoradenuestramuerteamen", que yo les recité, y ellas dijeron "¡Eso!!!". Y no es que las misas en Alemania sean un sarao, pues te duermen a cánticos con el órgano, y todos saben cantar con una hoja con partituras, menos yo, y es todo tan solemne, como todo lo que hacen en este país, pues se lo toman todo en serio, que sales, tras una hora, totalmente descolocado. 

Y luego la pequeña ha cogido la esencia de Extremadura, de las conversaciones de la gente, e imita muy bien a más de una señora del pueblo, que cuando las ven, les preguntan diez cosas seguidas sin esperar respuesta; es más, las mismas señoras, responden a las preguntas y dejan a mis hijas sin decir ni mu escuchando el monólogo: "Hola bonitas, ¿habéis venido al pueblo?, ¿a que os gusta?, claro que sí. Y estáis jugando a las cartas. Me encantan las cartas. Mi juego favorito es el tute. ¿Y qué os gusta más, Alemania, o España? Bueno, las dos cosas ..." y blablabla.

Si pienso ahora en todo esto, es porque mi familia anda por allí, y me acuerdo de momentos y situaciones y me río yo sola, y porque, aunque soy poco de pueblo, siento envidia cochina de todos los que están de vacaciones ahora mismo, por qué no decirlo. Hoy estoy de lunes, tras el madrugón, tras una semana y media de colegio en este mes de agosto en el que definitivamente me han robado la sensación de verano. Sé de muchos familiares y amigos que se van de vacaciones ahora, esta segunda quincena, y a todos ellos les mando mi cariño y deseo de que disfruten; que por muy mal que esté el país, el veranito no se lo quita nadie a los españoles, y los alemanes, al fin y al cabo nos morimos de envidia de que el sur tenga veranos como mandan los cánones, que se pueda ir todos los días a la piscina, y que uno se pueda poner tres meses seguidos ropa de verano. Lo digo ahora, que tengo los pies y las manos heladas. Reflexionen y ante todo, disfruten. Tómense el aperitivo por mí, y suden a gusto, que no es nada malo, que el mes de agosto está para eso, y no para estar congelado a punto de recoger a la niña del colegio.

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