jueves, 9 de febrero de 2012

Quiero ser un niño alemán

En mi próxima vida quiero ser un niño alemán. Eso les digo a mis hijas a menudo. Hoy por ejemplo, que la mayor no tiene colegio, y la semana que viene un día la otra, lo vuelvo a repetir. Jornadas pedagógicas, o conferencias, las llaman. Si a eso le sumamos en el instituto las horas de clase que se cancelan cuando no viene el profesor (aquí no se pone sustituto o plan alternativo sino que los mandan directamente a casa, o les dicen el día de antes que vengan más tarde), o las horas que en primaria hacen galletitas o actividades absurdas en horas de clase, estoy ya que me ataco otra vez. Seré un niño alemán, sobreprotegido y además "tocagüevos", de esos tan listillos como sus madres. Ayer llamó una niña de 8 años aquí, para prevenirle a mi hija de entrar en una página de internet en la que entra habitualmente. Son unas muñecas a las que colorean y ponen vestidos muy fashion, la versión moderna de los recortables de antes, digamos. Mi hija chatea con sus amigas y se dan puntos por los atuendos que hacen. Se ve que esta niña llegó a casa y dijo que quería chatear con Natalia, y la madre, entró en la página, como hice yo en su día, pero le prohibió terminantemente su uso. Pero una familia perfecta no se conforma con eso, sino que previene al mundo. La niña llamó para contarle a mi hija que su madre había visto que un hombre había amenazado de muerte a una niña y a su madre. Mi hija, al colgar el teléfono, me dijo toda consternada: "Y yo que pensaba que llamaba para quedar conmigo". Yo me reí, y le expliqué que sí que es cierto que hay que tener mucho cuidado en internet, y que por eso yo les digo que solo se hagan amigas de sus amigos, y de nadie más, y que por favor, me enseñen siempre cualquier cosa rara que vean. Y no pude evitar reírme y las tres lo hicimos, y les expliqué que los niños tan marisabidillos me atacan y que la actitud de esos padres que dan lecciones de pedagogía a los otros me molesta mucho. A todo esto cuenta la otra que una de sus amigas, vegetariana convencida, en la cafetería del instituto, en la que comen un día a la semana de manera barata y por cortesía del trabajo gratis que realizan madres que organizan este comedor (aquí no hay comedores en colegios o institutos), que encima pregunta a menudo cuando ve la carne: "¿Y es bio?". Mi hija me explica que con lo poco que cuesta la comida, como mucho será carne del Aldi, y que si ella, vegetariana, ni siquiera la va a comer, por qué se mete. Alguna vez ha recibido como respuesta de las madres, que con un mínimo presupuesto que luego sacan a precio de coste tratan de hacer milagros, que eso es imposible. O alguna vez he tenido yo en mi casa a alguna niña que me ha preguntado si las zanahorias eran bio, a lo que le he dicho que sí, que se las comiese tranquila... (no lo eran). Y luego esa misma otro día me dijo que la tapa del yogur no se chupa, que eso es cancerígeno.

Menos peligroso es lo de hoy, por supuesto, y en realidad ése es el motivo de mi diatriba mañanera. Al llegar al cole a las ocho menos diez, mi hija pequeña grita "Scheiße!!!" (mierda), y me dice que se ha olvidado el casco de la bici. Me comentó ayer que hoy va el señor policía del barrio a enseñarles educación vial, y yo me pregunto, con la que está cayendo, ahora mismo nevando, y en la radio en la información del tráfico no había más que noticias de accidentes y accidentes por hielos, ¿si no es mejor dejar esto para cuando estemos a temperaturas sobre cero...? Así que tengo dos opciones: o acercarle el casco a la hora del recreo (algo que he hecho alguna otra vez con otros olvidos "importantes", o aguantarme la fuerza de la "obligación" moral y que le deje alguno otro niño cuya madre no tenga nunca ningún olvido. Y mientras pasan muchas horas de colegio haciendo galletitas, y educándoles para ir por la calle debidamente, con casco o sin él, luego te dicen que por favor que le revises tú las tareas a tu hijo, que escriba contigo en casa, y cosas por el estilo, porque es evidente que con clase de ocho a una, restándole tanta hora de felicidad plena, que el trabajo real, y el apoyo a los niños soñadores, como la mía, ha de hacerse en casa, pues la diversión y fantasía se hace en primaria en clase.

Una prima mía, cuando lee estos posts míos, me dice que soy una autentica talibana en temas de educación. Y aseguro que sí, que me he vuelto, a base de luchar día a día contra lo incambiable, y por sentirme tan rarita en un mundo más raro que yo. Así que tomo la actitud española en el asunto, y me digo que ya le dejaran algún casco, o si no que la castiguen, que no pasa nada. A todo esto acabo de oír antes en la radio que a partir de ya, por 8 puntos quitarán el carné de conducir en Alemania, así que todo perfecto, que quiten o resten. Y justo ahora me estaba empezando a sentir mejor, tras soltar todo esto, cuando caigo en la cuenta que mi obligación de ciudadana es quitar ahora mismo la nieve que ha caído antes, no sea que se caiga alguna abuela y encima me denuncien. En la radio decían antes también que cada ciudadano con su casa lindante a la acera tiene que quitar la nieve, y una vez pasado todo el temporal, quitar toda la arena que se echa para evitar resbalos. Ahora pienso en mi amiga española que echó sal casera una vez del cabreo que tenía... Y mi hija mayor, que está por aquí en casa, un jueves de diario, sin clase, empieza a organizarme el día... Mal plan llevamos hoy, pues ya ha sonado el teléfono dos veces de otras niñas aburridas como ella en casa que tratan de organizarse(nos) el día.

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