lunes, 13 de febrero de 2012

La ciudadanía monta en cólera

La sentencia dictada en el caso Garzón la semana pasada, inhabilitándole 11 años como juez, que es lo que le quedaría de carrera, me parece un ensañamiento injusto contra alguien que se ha atrevido con lo que nadie hasta ahora. No entiendo de leyes, pero como todo ciudadado en los tiempos que corren, vivo en el malestar que me producen sentencias así: otros que deberían estar en la cárcel, quedan libres, y encima defienden su tesis doctoral, la monarquía pierde sus simpatías por un yerno ladrón y una hija que quiere no saber pero que sabía y que tendrá que decidir entre el hasta que la muerte nos separe o su pertenencia familiar y el deber que esto conlleva. Pero lo de Garzón me indigna. No cabe duda de que si las escuchas que mandó hacer eran ilegales, no han de quedar como legales por ser quién es, pero me pregunto cuántas veces no se habrán hecho cosas así para aclarar la verdad, y nadie ha dicho nada. Garzón es un símbolo, e iban a por él, pues otros casos de prevaricación de jueces no han sido ni tan sonados, o éstos no han tenido que pagar por nada. Con su inhabilitación queda demasiada gente contenta, pero el malestar está en la calle, además del desprestigio internacional que la condena supone, y más si le añadimos la otra sentencia que le está al caer por investigar los crímenes del franquismo, otra osadía. Qué tristeza, y qué gran dolor para los que perdieron a sus familiares en esos años por obra y gracia del sistema, por lo que no ha pagado nadie. Que en la acusación figuren grupos de ultraderecha, y todo el clima que se está creando con todo esto, asusta de verdad.

Atenas arde, y aún así se han aprobado los recortes. De economía tampoco entiendo y por tanto no sé lo que será mejor, si que se saliesen directamente de la zona euro o seguir con esto ahogando a los que no pueden recortar más. Entiendo el enfado de la gente, pues hay sueldos de los que no se pueden recortar más. Ahora los griegos odian a los alemanes, y hasta el turismo lo está notando. Los hoteleros de las zonas turísticas acusan una baja de un 30% en las reservas de alemanes para este año y están muy enfadados, pues los alemanes empiezan a no venir. Pero en Atenas están ardiendo banderas alemanas y el ambiente está demasiado caldeado. Que la central de Europa parece estar en Berlín y no en Bruselas es más que cierto, y alemanizar Europa tampoco es una gran idea. Aquí hay minijobs, que son sueldos basura, y si Alemania se ha salvado de caer en picado como otros estados fue porque el canciller socialdemócrata Schröder empezó ya en 2003 con su Agenda 2010, con recortes que dolieron mucho, y por los que fue criticado y castigado. Aquí se ha abaratado mucho la mano de obra, y las condiciones con las que empiezan hoy los jóvenes no tienen nada que ver con la que empezaron sus padres. Éste es un país de trabajadores muy especializados, y todo funciona mientras forman parte del sistema, porque si no no son nada reciclables para otras ramas. Hay mucha gente que vive con muy poco en un país rico, y hay muchas diferencias sociales y zonas muy pobres, sobre todo en el este de Alemania.

Y sin embargo a veces me sorprende la practicabilidad de la democracia aquí. La palabra del año 2010 ya lo puso de manifiesto: Wutbürger, los 'ciudadanos con rabia'. Fue el neologismo elegido por la Sociedad de la Lengua Alemana como palabra del año, en la lista que se publica todos los años en diciembre. Y lo ocurrido ayer en Duisburg pone claramente de manifiesto lo que significa. El alcalde de Duisburg fue obligado ayer a dimitir por voto ciudadano. En esta ciuidad ocurrió aquella catástrofe en la que murieron 21 personas en el tunel de acceso a la Love Parade, la fiesta tecno que concentraba a gente de toda Europa. Hubo además muchos heridos, y la ciudad quedó conmocionada. El alcalde, en opinión de la mayoría, no supo afrontar la situación, ni aclarándola, ni disculpándose, ni ofreciendo apoyo moral a los damnificados. Y los "ciudadanos rabiosos" empezaron a recoger firmas, obteniendo las suficientes como para convocar un referéndum que tuvo lugar ayer, en el que salió mayoría para los que dicen que se vaya. Anoche, un indignadísimo Adolf Sauerland, tuvo que anunciar su dimisión, y sus últimas palabras fueron "Que Dios proteja a Duisburg". Resulta grato ver que los iluminados que se aferran a sus sillas han de retirarse si la rabia y la cólera de los ciudadanos llega hasta tal punto. En otro post de este blog hablé de que estar frustrado no es nada malo si lo utilizamos como fuerza para cambiar las cosas. Y lo mismo ocurre con la rabia. De ella surgio el movimiento de los indignados del 15-M, y lo que está cada vez más claro es que la ciudadanía europea está enfadada con sus gobernantes tan ineptos, que anteponen todo beneficio personal si no material, en cuanto a prestigio y renombre, antes que realizar su labor como deberían. Que hagan un referéndum en Alemania y pregunten si ha de dimitir el presidente, Wulff, sí o no. Que se vote a favor o en contra de la monarquía en España. O sobre mantener o no el matrimonio gai, aprobado ya, y que el nuevo gobierno español quiere dar marcha atrás, como si no hubiese ahora otras cosas más importantes que hacer: ah, y abaratar y facilitar aún más el despido como lo han hecho no era una de ellas. Yo monto en cólera y no hay que buscar enemigos globales como Garzón o Merkel para solucionar problemas de engranaje, pues las piezas individuales dejaron de funcionar una a una hace mucho tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario