jueves, 2 de febrero de 2012

Momentos culminantes

Me encanta cuando el año se me llena de highlights y eso a 2 de febrero. Ya es oficial y para anunciarlo interrumpo mi trabajo: mi hermano se casa en octubre, así que lo puedo decir aquí, pues me alegro mucho por él, ... y por lo que me toca, claro. Eso me "obliga" a tener que ir en octubre a Madrid, algo que no supone ningún sacrificio, salvo por el estrés que me supone buscar vuelo. Jamás ha sido más fácil reservar un vuelo, desde tu casa, con un par de clics, pero cada vez me estoy volviendo más enrevesada a la hora de hacerlo. He desarrollado ciertas costumbres de búsquedas y he llegado a la conclusión de que el asunto es plenamente psicológico: ¿por qué miro y miro días hasta que me decido, y otras veces, sin ser ningún chollazo me decido de inmediato? No hace tanto leí que la posibilidad de encontrar un viaje a precio de ganga en internet es como que te toque la lotería, por la de montones de parámetros y algoritmos o qué sé yo. Todos vemos anuncios que dicen: Londres 29 €, Madrid desde 69€. Pero es justo eso "desde". Luego suben que si las tasas de emisión, de aeropuertos, y el vuelto te cuesta 180 € ida y vuelta, o más. Las gangas que he pillado han sido cuando he reservado con un año con antelación, pero cuándo se puede hacer eso. Normalmente y dado que además estoy sujeta a las vacaciones escolares, que es cuando aquí es más caro viajar (las familias tenemos un impuesto revolucionario por existir), no consigo ningún chollo.

Pero miro y miro hasta que un día digo que ése es mi vuelo. He llegado a mirar hasta tres semanas antes de reservar algo, y de repente un día decido cogerlo. En mi caso influyen muchos factores. Cuando voy a Madrid prefiero el vuelo directo, indudablemente, pero es el más caro, por lo que al reservar tres vuelos, pues mis hijas van siempre adonde yo vaya, hay mucha diferencia entre si el vuelo cuesta 150 € por persona o 200 €. Cuando voy sola me da (algo) más igual. Si voy con escala, el aeropuerto influye: por París, como la última vez, lo odio, ya que el cambio fue absurdo: nos hicieron salir de la terminal, por donde salen las maletas, salir como si nos quedásemos en París, y volver a entrar (mi hija pequeña me preguntó mirándome de soslayo que por qué no habíamos reservado el Sofortflug, en una de sus típicas creaciones de palabras, que significaría 'el vuelo inmediato'; viajar por Amsterdam, como el otro día, lo odio: no he visto aeropuerto más descolocado y desconcertante, eso sí, parece Holanda en miniatura, y de hecho merece un buen post; por Bruselas me encanta, para añorar tiempos, y comprar chocolates, prensa belga, y respirar aire belga enrarecido en la sala de espera; Frankfurt, es ... no sé qué decir, ha mejorado bastante, pero es otra ciudad, y siempre habrá obras en algún lado con la (in)eficiacia alemana para estas cosas; el año pasado descubrí el de Múnich, que cayó hace años en la categoría de "a evitar", pero que me sorprendió muy positivamente: parecía Múnich, con sus Brezeln, los panes salados que se toman con cerveza, puestos para beberse unas cuantas, y marcas de lujo bávaras; por Zúrich vuelo a menudo y no me desagrada: no es un aeropuerto incómodo y oír Schwyzerdütsch, el alemán suizo, es un placer.

Y de las líneas aéreas podría hacer otra sinopsis pero se la ahorro a mis lectores diciendo que Lufthansa es mi favorita. Te siguen dando de comer (y bien), dan periódicos, bastantes bebidas, y me gusta el trato tan alemán que es mi vida diaria: simpatías las justas, correctos en todo momento, no pierden los nervios, y simplemente funciona. Aunque desde que me comentó mi amiga el otro día que el azafato de Easy Jet en el vuelo a Edimburgo "rapeó" el contenido del carrito del duty free, pienso que a Lufthansa le falta algo de chispa. Es algo a mejorar...

Los vuelos del verano ya los tengo, y ahora me pondré a buscar los de octubre, que una boda es una boda. Por cierto, los otros momentos culminantes del año: la comunión de mi hija pequeña en abril, para la que sí que encontré gangas de vuelos para toda mi familia. Les obligué a todos en masa a reservar en septiembre, y la verdad que aunque, a ver cómo lo expreso sin dañar sensibilidades, la comunión me la trae al pairo, sí que me encanta tener un motivo por el que tienen que venir todos. Es genial. Pongan cumpleaños, bodas o bautizos, que para fiestas yo. Que la vida es como una búsqueda de un vuelo barato. Miras y miras, y eliges cuando tú crees que no lo vas a encontrar más barato. Lo importante es que no vuelvas a mirar más desde el momento que haces clic, y no te agües ninguna fiesta. Y sigas tu periplo, con los tuyos.

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