sábado, 31 de diciembre de 2011

Fin de año

Solazo en Madrid para terminar el año. Hace frío pero el sol compensa y la luz es vida. Semana turística en mi tierra, porque ahora que mis hijas crecen tienen que conocer bien su segunda tierra, que aunque no lo sea de nacimiento sí que de identidad. Madrid en invierno es muy distinto a Hamburgo en estas semanas. El cielo sigue siendo de un azul infinito, y el sol tiene fuerza, en invierno también, tanta, que apetece salir y entrar igual, no como en otras latitudes, en las que salimos pero porque hay que hacerlo. Todo el mundo habla de crisis, pero en muchos lugares no se nota. O será porque los mismos de seimpre no la tienen, y los que la tienen se dicen que ahora es Navidad, y que ya vendrá la cuesta de enero. Y mientras tanto la gente gasta, regala, come como nunca, y enero dirá.

La Navidad madrileña tiene sus clásicos también, como Cortilanda, los belenes por muchos sitios, el mercado de artesanía de Plaza de España, y la luces en tantas calles. La globalización se hace notar en las muchas pistas de patinaje, pero en las que se ve la organización española. Echan a una marabunta de críos y los márgenes de tiempo para patinar son más elásticos de lo que has pagado, pues la media hora, se convierte en casi una hora. En Alemania darían a una cantidad de críos patines naranjas y a otros azules para delimitar el tiempo y que no patine nadie ni un minuto de más. Me llama la atención toda la semana la cantidad de gente que haz por todas partes, y que todos parezcamos hacer lo mismo. Cuando llegas al Vips a comer con tus hijos, y ves la cola que hay y el escándalo dentro, te das cuenta que de original tienes poco, y que estas actividades de relajo para toda la familia son más un agotamiento colectivo. Pero algo hay que hacer.

¿Qué tal una excursión a Segovia? Qué bonito el acueducto, y qué bien puestas las piedras desde hace 2000 años, pues ahí sigue. Seguramente los romanos cuando lo construyeron sabían que a finales del 2011 montones de turistas estaríamos haciendo fotos a sus pies. Había montones de turistas extranjeros por toda la ciudad, las calles, las plazas, el Alcázar. El Palacio de la Granja estaba impresionante con la luz invernal, y en tiempos de crisis ese palacio, por mucho que lleve siglos ahí, parece un despropósito aún mayor. Los tapices bien valen una visita, y yo no los recordaba. Los jardines sí, y sus fuentes. Y ahí sigue todo, aunque el acueducto tiene más mérito, pues con oro casi todo se compra.

No la nieve, pues no hay nada en la sierra, y la minipista con nieve artificial es otro despropósito. El frío era de nieve, pero estaba todo vacío, pues de haber nevado, ayer hubiesen colgado el cartel de "lleno" en el Puerto de Navacerrada, y sin embargo subimos en las telesillas vacías.

Y como no haz nieve, hay que ocupar las ciudades. Madrid también está lleno de turistas guiris, como nosotros, y muchos se comerán las uvas en plena Puerta del Sol, como yo lo haría si fuese una turista en regla. Pero yo soy de esta tierra, por lo que las comeré con los míos. Curiosas estas costumbres de fin de año. Lo de las uvas tiene su gracia, no se crean que no. A los alemanes les divierte que entremos al año nuevo masticando y deseando feliz año nuevo con la boca llena. Ellos se comen sus Berliner, unos bollos típicos, pero no con campanadas, sino a lo largo de la noche; los holandeses sus oliebollen, otros bollos, pero también a lo largo del día. Pero todos haremos algo común, cerrar un año que en general no ha sido muy bueno para la mayoría y entrar en otro que esperamos que sea mejor. Y eso justo les deseo a todos: que sea (aún) mejor, ¡por favor, 2012!

No hay comentarios:

Publicar un comentario