martes, 6 de diciembre de 2011

Nikolaus - Sinterklaas - Papá Noel

En Alemania no se celebra el día de la constitución, ni hoy ni en todo el año, pero menos sería aún, de celebrarse, en estas fechas, en las que solo nos gustan los temas navideños. Hoy es San Nicolás, el Nikolaus alemán, el día que recuerda a San Nicolás de Bari en el que fue el día de su muerte. Era un obispo turco declarado santo por haber ayudado sobre todo a niños y por cuyo "encargo" los padres llenan cada 6 de diciembre las botas de sus hijos de chocolates, nueces, mandarinas y, hoy día, algún que otro regalito más jugoso. Los niños alemanes pusieron sus botas anoche listas para recoger el botín nada más levantarse hoy, y a juzgar por lo que me cuentan mis hijas, algunos exageran con los regalos. Mi hija contaba que a una niña de tercero le han traído una Wii, pues en el cole han intercambiado información, algo imprescindible. Hoy día es normal meter algún regalito más: un libro, un CD, unas pinturas, o algo por el estilo, y yo considero que 15 € por regalo, como mucho, son más que suficientes, al no ser ni festivo y no ser todavía Nochebuena, que vendrá con las dádivas navideñas grandes. Me pregunto qué les traerá el Christkind, o Niño Jesús, y/o el Papá Noel en Nochebuena a esos niños que en un día laborable normal, antes de irse al cole, reciben una Wii por no conformarse el Nikolaus de hoy con dejar chocolates y mandarinas.

Pero lo del Nikolaus es un jaleo, ya que si cambiamos de países, la confusión es total. Al parecer, antes, los regalos se daban el día 6 de diciembre, como sigue siendo la tradición en Holanda, en la noche anterior al día de San Nicolás, pero la reforma protestante cambió el día, y solo quedan esos vestigios en Holanda, y lo de llenar las botas en el día de hoy en Alemania. En Holanda, los regalos gordos se dan en Sinterklaas, que fue ayer por la tarde, y en Navidad no se regalan nada. Así que cada uno hace lo que quiere, y lo de los Reyes, que a mí me parece muy lógico, le choca aquí a la gente, como si fuesen más lógicos estos otros personajes que llenan botas, o el Sinterklaas, que en teoría vive en España, ojo al dato, y que va acompañado de su ayudante negrito, el Zwarte Piet, y llega en barco a Amsterdam unas dos semanas antes y sigue su labor cabalgando su caballo blanco. Curiosas todas estas tradiciones. Los holandeses, además de unas galletitas redondas pequeñas, se comen estos días letras de chocolate gigantes con la letra inicial del nombre, estando los que tienen un nombre que comienza por I claramente perjudicados frente a los que reciben una M. Pero acabo de ver que los fabricantes ha solucionado esta injusticia haciendo la I más gorda y a la M más flaca y el peso sale igual. Así que la discriminación se queda para los que el Nikolaus les trae o una Wii o un CD y unos rotuladores como les he metido yo a una y a otra de mis hijas (una cosa a cada una). Porque las tradiciones están muy bien, y está bien cuidarlas en el país donde vives, pero a colación de esto se me viene la escena a la mente de la maravillosa película Almanya, en la que los niños turcos tratan de que sus padres celebren la Navidad como sus amigos alemanes. Los padres no saben, y ponen un árbol escuchimizado. A mí el Nikolaus me pilla todos los años por sorpresa, y más cuando a la puerta de casa aparecen para mis hijas regalos que colocan los vecinos y yo nunca pongo nada para ellos. Hoy me ha vuelto a pasar.

Pero es que me lío con tanto Nicolás o figuras que traen regalos. El Papá Noel como se conoce en la actualidad no fue más que una de las primeras ocasiones en las que se globalizó el mundo: el anuncio de Coca Cola convirtió al santo Nicolás, el del día de hoy y no a otro, en esa figura vestida de rojo como la conocemos desde entonces. Solo cabe temer que Halloween y sus monstruos acaben por desterrar todas estas tradiciones, que precisamente por lo variadas que son, resultan tan interesantes. Pero en estas cosas, salvo con sumar fiestas que importamos, no desterramos a los personajes que conocemos de toda la vida. Mejor incluimos a otros cuantos más y así sacamos más tajada. A todo esto añado que mis hijas, de doble nacionalidad, y la holandesa, la paterna, por añadidura, suman y añaden tradiciones por donde quiera que vayan, y este mes resulta pero que muy jugoso...

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