domingo, 18 de diciembre de 2011

Una Jane Eyre sorprendente

Me produce placer ir al cine sin esperarme nada especial, y que me sorprenda la película. Eso me ocurrió el viernes con la nueva adaptación del clásico Jane Eyre. No habiendo leído el libro, y sin recordar haber visto ninguna de sus adaptaciones al cine, esperaba algo más convencional, más pastelero o esperable. La historia de la huérfana Jane, a la que la vida, a sus 19 años no ha tratado nada bien, desde la tía que la odiaba y que la acabó mandando a un internado, donde eran maltratadas las niñas, hasta el momento en que consigue salir de ahí, y retomar su vida en solitario. Entonces se convierte en institutriz de la niña que un rico tiene en tutela. Ella conoce al señor de la casa en el bosque, cuando éste cae del caballo y ella le ayuda, sin saber que es él. Con el tiempo se enamorarán, y las barreras sociales serán más un problema para Jane que para el señor, que tiene mucho que ocultar. A punto de casarse ambos, la tragedia aparece otra vez en la vida de Jane, y continuará hasta el final de la película, que a pesar de todo tiene final "feliz". No cuento más del argumento, para no fastidiársela al que quiera verla, porque es obvio que la recomiendo por lo siguiente: por su modernidad incluso siendo de época, la victoriana; por sus personajes, tan bien trabajados, con unos actores desconocidos (salvo Judi Dench) que bordan su papel; porque es una forma estupenda de acercarse a este clásico, para los que como yo, no lo hayan leído. La novela Jane Eyre fue publicada en vida de Charlotte Brontë, todo un hito para una mujer dedicada a la escritura en 1847. Resulta muy feminista para la época: la protagonista acepta todos los golpes que le da la vida, pero no se doblega, cree en sus principios, y lucha hasta el final por ellos; es capaz de renunciar al amor de Rochester, por no perder su dignidad, al ser siempre consciente de su condición de pobre, y peor aún, de pobre y mujer. Ser mujer no ha sido nunca fácil, y en aquella época o eras rica y entonces tu objetivo era casarte con un buen partido, para entonces explayarte en tu vida de rica tratando mal a todos tus súbditos, o eras una de ésas que servían a los ricos y que tenían que tragar con todo, durante toda tu vida. Ninguna buena época para ser mujer, ni en uno u otro papel. Prefiero ser una mujer de hoy que puede ir al cine cuando le da la gana. No se la pierdan.

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