martes, 20 de diciembre de 2011

Lluvia de millones

En plena crisis del euro, que no es del euro en realidad, sino del sistema financiero y de cómo está concebido, existe otro tipo de euro, el llamado "Raúl-Euro", el 'euro de (o para) Raúl'. Curioso término, del que acabo de leer en la prensa del día. Al futbolista Raúl se le acaba el contrato con el Schalke al final de esta temporada, y como les está saliendo muy rentable por todos los goles que marca y los éxitos logrados con él, debido a la suma que supondría quedárselo, un antiguo expresidente del Schalke, Günter Siebert, que ya en 1974 introdujo un marco en el precio de las entradas de los partidos para el traspaso de un jugador, propone hacer lo mismo con Raúl. Pero el salario de 6 millones anuales de éste, no los sacan tan fácilmente como los 700.000 DM que se necesitaban entonces y de los que sacaron casi 600.000 DM subiendo un marco el precio de las entradas normales, y dos para las de la tribuna. En el partido del fin de semana de la Bundesliga, Raúl marcó tres goles contra el Werder Bremen, y por eso es el momento de empezar a cavilar... Pero aquí en Alemania no se suelen pagar esas sumas desorbitadas por traspasos de jugadores como el derroche de la liga española, aunque ya lo estén haciendo y otros cobren "suficiente" también. Se verá.

Hablando de millones, es el momento de pensar en otros que se reparten con frenesí en España, una vez gastados previamente por la gente en la compra de décimos. La Lotería de Navidad española es un fenómeno sociológico y cultural que no tiene parangón en el mundo. Llevo unos días hablando de ello en mis clases y mostrándoles videos a mis alumnos del sorteo, y las reacciones han sido muy variadas: desde sorpresa, risas, a escarnio de que asociemos la Navidad con el reparto de millones con tanta alevosía y premeditación. Yo les he explicado que para mí, las voces de los niños que cantan los premios de la lotería, es como el olor de las galletitas y del vinito caliente para ellos en Adviento, algo que seguían sin entender, y que se me pone hasta la carne de gallina y me emociono, como emigrada. Pero sí que es cierto que si nos paramos un minuto a pensar fríamente sobre nuestra lotería, deberíamos darnos cuenta de que es una locura; pero como lo es colectiva, nos entregamos a ella. Les mostré el anuncio de la lotería, luego imágenes del sorteo, y las celebraciones en las calles después, algo impensable en Alemania. Aquí, quien gana en la lotería, se mantiene en el anonimato, y jamás saldría en televisión dando saltos con el décimo en mano. Les dije que por eso a mí los sorteos en Alemania me parecen aburridísimos, con el bombo dando vueltas y una voz que parece en off diciendo los números (eso lo entendieron) y luego la frasecita en el telediario alemán de que "estos datos, son, como siempre, sin garantía", la frase estándar con la que ni la televisión se compromete a que los números que dan como ganadores sean los correctos, no sea que les venga alguien reclamando.

Pero para millones los que les caen aquí a los comercios en el negocio navideño. Ayer, lunes por la mañana, estaba el centro comercial que hay cerquita de mi casa, uno de los más opulentos de Hamburgo, tan lleno que daba espanto. Yo me preguntaba lo típico en estos casos: que dónde está en la crisis, que aquí en Alemania fue efímera, aunque siguen recortando, porque de algún lado tienen que sacar el dinero que despilfarran en otras cosas. Pero como aquí son unos agonías, seguro que luego dirán, como venían anunciando antes, que no se ha vendido todo lo que esperaban (o querían). ¿Más aún? El otro día estaba también Saturn que se venía abajo, y teniendo en cuenta que ahí no venden cosas baratitas, salvo CDs y películas, supongo que todos recibirán algún aparato multimedia último modelo. Pero es que está todo lleno, como observé ayer: joyerías, librerías, tiendas de ropa, todo. Aquí el sábado, en Nochebuena, se darán los regalos, y lo del tío Paco con las rebajas o la cuesta de enero es algo que no se conoce aquí, salvo el "tiempo de los pepinos agrios", Sauregurkenzeit, que no es un apretarse el cinturón tras el frenesí navideño, sino más bien la época de calma en el comercio en el verano, cuando la gente está de vacaciones, o en épocas bajas. Pero en todo eso no piensa nadie ahora, cuando lo mejor está aún por llegar.

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