domingo, 4 de diciembre de 2011

Los regresos a los escenarios

Cuando se retiró el ministro Karl-Theodor zu Guttenberg en marzo, estaba claro que iba a volver a dar guerra y no iba a dejar las cosas así. Las personas llenas de moral y sentido de la "justicia", como él, contraatacan, y la culpa de lo ocurrido es siempre de los demás. Y la semana pasada apareció en una conferencia en Canadá con un nuevo look: sin gafas y el pelo ya no engominado sino peinado hacia delante, con flequillo, mucho más moderno. Ha pagado los 20.000 € para que se retiren los cargos contra él a la ayuda contra el cáncer infantil. Lo irónico es que podía pagarse la multa cuando quisiese y eligió el momento que no podía ser más propicio para él: unos días antes de que apareciese su libro en las librerías alemanas, tras una entrevista al periódico semanal Die Zeit, en la que admite errores con su tesis doctoral, pero no un plagio y engaño a conciencia, y se absuelve diciendo que estaba tan estresado que simplemente se le "traspapelaron" las ideas, y que ya no sabía qué eran citas de otros y qué no. Y ha vuelto, criticando a los políticos alemanes en la crisis del euro y a la universidad de Bayreuth, que le quitó su título. Toda la semana ha habido artículos y debates en televisión sobre él preguntando si Alemania necesita a zu Guttenberg. La respuesta es no, es la opinión general. Y por la guerra que ha dado, ha vuelto a salir más suciedad, pues hay gente dispuesta a seguir demostrando que plagió mucho más que su tesis, y que encuentran ahora plagios en discursos que dio hace tiempo. Hay gente que debería quedarse calladita, y más tras haberse puesto en evidencia de tal manera. Al parecer toda su persona era show, como el pelo engominado y las gafas, que como bromeaban en un artículo que leí el otro día, tuvo que entregarlas con el título de doctor. Es que una médica americana le ha dicho ahora que no las necesita. Milagro. Los ciegos ven de repente. Lástima que no vea lo patético que es que necesitase de todas esas mentiras para lanzarse al estrellato y que ahora necesite redimirse públicamente queriendo vender una moral que aplica a todos menos a sí mismo.

Como la que se les aplica a las mujeres y no a los hombres. El debate suscitado por el rápido regreso al trabajo de Soraya Sáez de Santamaría tras haber dado a luz a su hijo, no se habría dado con un hombre jamás. Sarkozy no estuvo en el parto de su hijo porque Merkel y el euro eran más importantes y nadie se lo recriminó. Pero seamos objetivos: con todo lo que Sáez de Santamaría ha echado por la boca en los últimos años, ahora que han ganado las elecciones, como para perderse un reparto de carteras porque haya nacido su hijo. A mí, como mujer que ha dado a luz dos veces, me chocó la vuelta tan rápida, pues 11 días después de dar a luz yo no me consideraba "ministrable", pero a lo mejor estas mujeres del PP son más listas que el resto, y pasan revista a sus maridos como Chacón a las tropas con su tripa de embarazada. Pero ésta última se tomó unas semanas después del parto, que yo considero derecho indispensable para recuperarse. Así que por una parte me digo que ole sus narices por saltarse la moral de todos y la suya propia, probablemente, y no renunciar a nada y volver a los 11 días, pero por otra me da lástima que se salte la obligación de todo empleador de dar a la mujer seis semanas después del parto, por mucho que el empleador sea toda España. Nadie es imprescindible, y menos zu Guttenbergs y los que dan siempre lecciones a los demás y para los que la manga es muy ancha después cuando les toca. Los regresos no son buenos, salvo si es a los escenarios y eres la cantante alemana Ute Lemper y a las seis semanas de dar a luz a tu cuarto hijo, te vas de tourné por toda Europa con tu espectáculo de tangos y te llevas al bebé también junto con una canguro. Está claro que el mundo de la política es como el de la farándula, cada vez estoy más convencida de ello: como caigas en el olvido, por mucho que tu hijo te lo agradezca o no en un futuro, al final te pierdes tu tajada, que es de lo que se trata, además de salvar al mundo, por supuesto. Por eso estábamos todos esperando a zu Guttenberg tras haber tenido que dimitir cuando era ministro por farsante, que no acepta que su momento pasó. Como ha pasado el de Urdangarín ya, y el de todos los que siguen pensando que están tocados por la gracia divina. Al menos la Sáez de Santamaría sabe por qué lo hace y razón tiene.

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