viernes, 16 de diciembre de 2011

Qué circo

Cada vez me produce más estupor el circo que nos ofrecen nuestros representantes públicos, cuando nosotros lo único que queremos es que hagan su trabajo, y nada más. Es vergonzoso que muchos se aprovechen de las influencias y contactos que tienen para enriquecerse y gozar de beneficios de los que el ciudadano de a pie no puede ni soñar siquiera, pues a él no se le conceden ni esa confianza ni libertad de movimientos. Que por sus puestos tengan contactos y facilidades que no tiene cualquiera, es algo asumido, pero que posean la desvergüenza de aprovecharse de eso para su beneficio propio, resulta denigrante para el resto, y más en los tiempos que corren.

El juicio a Camps me produce tal sensación vomitiva que prefiero casi ni comentar. Pero he dicho "casi". Es un éxito que ese señor, si es que se le puede llamar así, haya llegado a juicio, y pienso que nos deberían ahorrar su chulería, pues es más de lo que cualquiera, salvos sus súbditos, puede soportar. Pienso que un juicio así debería realizarse bajo secreto de sumario, y presentar al final un acta a la opinión pública con los delitos y penas. No estoy siguiendo el jucio, ni lo voy a hacer, pues espero que la justicia sentencie lo adecuado, pero me bastó con ver el video de la llamada que le hizo Camps al "Bigotes", diciendo que serían amigos para toda la vida, cuando antes había dicho no conocerle. Y recordemos ante todo, algo que mucha gente olvida: que el caso Gürtel es más que unos trajes.

Ayer el expresidente francés, Chirac, fue condenado a dos años por corrupción durante su mandato como alcalde de París. No irá a la cárcel (qué facilidades tiene esta gente) pero ahí queda la sentencia. De Urdangarín me remito a las pruebas, como el hecho de que el Museo de Cera haya retirado su figura. Si ya es horrible que te inmortalicen en un museo así, peor aún es que te retiren de esta manera. Ya solo le queda la expulsión real de la Casa Real, que parece volver a la realidad, y darse cuenta de que la cosa es muy seria. Si ellos se distancian ya del yerno real, cabe la posibilidad de que los delitos sean más graves de lo que sabe la ciudadanía.

Pero no se crean que aquí en Alemania no ocurren cosas así. Esta semana el presidente alemán Christian Wulff está contra las cuerdas y ayer por fin se pronunció frente al escándalo en el que está metido. En su época de presidente del Estado Federal de Baja Sajonia obtuvo un crédito de medio millón de euros de la mujer de un empresario para financiar la compra de su casa. Cuando se le preguntó en el Parlamento de Baja Sajonia si conocía a ese señor, él negó que lo conociese, lo cual es imposible, y calló lo del crédito. Al parecer luego llevó a ese empresario en algún viaje de negocios. Durante días ha callado, pero ayer dijo que reconoce que actuó mal, pero que como era un asunto privado, que no ocultó tampoco información. En cualquier caso todavía tiene mucho que explicar, pues además obtuvo ese crédito con intereses más bajos de los habituales. Y su figura queda muy dañada. Uno más, ¿no? Pero el problema es que cada caso en adición es más de lo que podemos soportar, y sin embargo sabemos que esto no se va a acabar nunca. ¿O no se dice eso de que "Dios no nos dé todo lo que somos capaces de soportar"?

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